Primer encuentro (Sigrid)

Pasaron muchas lunas antes de que la pequeña saliese de su escondite. Arya deseaba tanto mantenerse a salvo de aquellos que deseaban raptarla para seguramente, exhibirla como a un integrante de circo. Fueron su padre y su infinita paciencia los que lograron sacarla poco a poco al mundo exterior. Primero, al jardín extenso y los paisajes preciosos que formaban la estancia que su padre adquirió para ser su hogar. Con el paso de los días al ver que nada pasaba, comenzó a animarse saliendo más allá acompañada comúnmente por su doncella Sophie. Sophie resultó ser una persona muy interesante, cálida y amable que soportaba cada una de conversaciones aunque fuesen de libros que ella no había leído aún. La pequeña castaña encontró en ello su deleite poniendo todo de sí misma para explicar a Sophie sobre un par de libros que debía leer a cono de lugar, siendo oportuno que ella les tuviera a la mano en la pequeña biblioteca personal que tenia en su habitación.

Con tanta plática, cada vez se encontraba más encariñada con Sophie, al punto de animarse a salir de los alrededores para explorar un bosque cercano en el cual Sophie mencionaba encontrarían una hierba curativa para ayudar al viejo cocinero que sufría de unafiebre que parecía acabaría con su vida. Con una canasta de mimbre en su mano, la sombrilla en la otra y su sombrero de flores rosa y blanco, se despedía de su padre para alejarse en el carruaje que les llevaría hasta la entrada del bosque.
Sophie emocionada por todo el plan que trazaron para aquella tarde, no dejaba de sonreír. Ni siquiera cuando una rueda del coche sr arruinó apresurando la caminata por el sendero estrecho que daba a aquel bosque. Ambas jóvenes dejaron al chofer para que solucione el inconveniente quedando en volver en un máximo de dos horas a ese punto. Con tanto por caminar,recorrer y aprender el tiempo se les pasó volando. La hora del crepúsculo anunciaba la llegada de la noche que con su oscuro manto daba lugar a un sinfín de peligros que ambas jovencitas advirtieron la una a la otra caminando a la par con grandes zancadas. Iba perfecto, hasta que la curiosidad de Arya por descubrir que animal se encontraba moviendo unos arbustos le distrayese para perder a Sophie de vista. En medio de su soledad suspiró armándose de valor para encontrar a su doncella y a su coche. - ¿Sophie? -ni bien terminaba de realizar la pregunta obtenía la respuesta ella misma haciendo uso de sus sentidos encontrando que alguien desconocido aparecía en la escena.Sería absurdo negar que le daba cierto temor el encontrarse con alguien más, sólo sentía desconfianza del mundo entero. - Sal de donde estás. Muestrate, quiero verte. - balbuceó con toda la seguridad que pudo reunir manteniendo esa firmeza en su rostro aunque por dentro estaba cargada de nervios que le retorcían el estómago

Pasaban los minutos sin que hubiese cambios en su situación. Caminaba cuidadosa, con los sentidos agudizados a la espera de un indicio, una señal que le permitiese conocer el paradero de su doncella. En el trayecto, por la prisa, y los nervios que la embargaban comenzó a tropezarse con las escasas ramas que se encontraban en el camino. Era un claro referente de su ansiedad, el encontrarse de accidente en accidente perdiendo esa agilidad y equilibrio natos que siempre la regían. Para desgracia de la pequeña, sus demonios le atacaban sin cesar. Esos miedos, aquellosmalditos sentimientos de inseguridad que no la dejaban en paz ni un minuto. Poco temía a los animales del bosque, criaturas de ese tipo no le atemorizaban en absoluto. Su temor eran las personas, las corrientes y las que en su majestuosa y especial diversidad, podrían tornarse agresivas, cizañosas y astutas. Ha pasado una vida encontrándose con personas que solo buscan el beneficio propio sin importar ñaw consecuencias que esto pueda traer a los demás. Ha sufrido vejamenes indescriptibles hasta convertirse en lo temerosa que es.

Siguiendo su camino, fue que divisó a lo lejos, en un árbol, una casa. Su temor fue remitido ante ello, dando paso a la curiosidad propia de un científico que en la teoría - al pasarse encerrada entre libros- tenía demasiado conocimiento, sin ser igual en la práctica. Deteniendo sus pasos admiraba la rústica edificación que tenía casi al frente notando que su imaginación nunca fue lo suficiente como para esbozarla de aquella manera. En ese lapso, donde solo sus ojos se maravillaban quedando muy atrás las demás preocupaciones no fue capaz de percatarse de la presencia de un caballo que alzaba la cabeza para mirarla relinchando para llamar la atención de la niña que sobresaltada salió de su embeleso, de aquel mundo de cavilaciones al que solo ella tenía acceso. Pidió a quien estuviese cerca que se mostrase acercándose al caballo para poder "hablar" con él gracias a la habilidad de su mente. El equino se mostraba pacífico, no como la persona que apareció de pronto indicándose inocente del crimen de ocultarse.

El aura de la mujer albina denotaba cierta nostalgia. Se veía oscura, apagada, sin embargo, Arya sentía que no era el tipo de persona a la que debías tenerle compasión. Bajando la mirada, pues no era educado mirar demasiado tiempo a otra persona, se pensó muy bien que palabras debía decir. Le faltaba práctica para entablar una conversación normal con alguien diferente a su padre o Sophie, aunque ya estaba logrando ser más fluida al hablar con Mildred la cocinera de su hogar. Con las mejillas del mismo color rosa de su pomposo vestido cuyo corte fue realizado por la modista para hacerla ver más esbelta en compensación a sus escasas formas, se decidió por romper el silencio que había quedado desde que la mujer le preguntó por su estado. - Estoy bien. - respondió al encontrarse justo frente a la mujer cuyos ojos claros la miraban escudriñando. Los ojos claros de la muchacha se enfocaron en el caballo para tener la capacidad de seguir alguna conversación con aquella desconocida. - No encuentro a mi acompañante, es una joven de pelo oscuro. No, no, no me encuentro nerviosa sino preocupada por Sophie, ya que soy yo quien grabó el camino que debíamos tomar para reunirnos con el carruaje. - era una verdad a medias, sin embargo, ya era bastante tratándose de ella. Aferrada a la canasta llena de hierbas silvestres se animó a seguir en camino de la formalidad presentándose con suavidad, sin acercarse demasiado a la mujer cuyo aroma,y semblante por alguna extraña razón le parecía familiar. Esperaba que esto no fuera un reencuentro con su pasado. - Arya Marion Rhys,a vuestro servicio. - haciendo el saludo de rigor bajo la mirada nuevamente esperando alguna reacción de parte de la jinete,ya que si en efecto le conocía del pasado debía reaccionar al oír su segundo nombre.

En la niña siempre existía recelo al encontrarse con una persona desconocida. Era algo natural que brotaba en cuanto alguien invadía su pequeño círculo, aquel que con los años al lado de su padre se había formado solo por él y los escasos empleados de confianza que tenían alrededor. En las últimas semanas Sophie, su doncella, ingresó al círculo tras intentarlo mucho suponiendo una mejoría que ahora se veía puesta en duda al estar ante la mujer albina que le miraba desde arriba de su precioso caballo con esos ojos tan magistrales e indescriptible que la pequeña apenas podía mirar. Con el paso de los minutos la desconocida ofreció su ayuda extendiéndole la mano para que ella subiese a su caballo siendo el detonante para que ella se concentrara percibiendo un aire conocido, uno muy similar al de ella. - ¿Puede decirme su nombre? – respondió aún antes de tomar su mano, sin siquiera hacer mención respecto a sus sospechas. Si ella era una cambiante también, esperaba que fuese una buena persona, ya que era la primera de su clase que conocía. La sensación era extraña. Por un lado satisfacción de saber que las palabras de su padre no eran falsas, que sí existían similares a ella incluso con sus mismas limitaciones de control al inicio. Por otro, sentía reticencia por el contacto con alguien nuevo mezclado con miedo de no encontrar a Sophie aun cuando sus capacidades no eran escasas, sus carencias se ligaban a la falta de confianza que tenía en sí misma. – Gracias. – murmuró al oír el nombre de la joven, acto seguido tomó su mano subiendo al caballo con dificultad porque no estaba preparada para un viaje a galope. Sin embargo, sabiendo el nombre de la mujer se sintió absurdamente más tranquila pudiendo hablar incluso nuevamente. – Lamento la irrupción y el interrogatorio, no estoy acostumbrada a hablar con extraños. – confesó comenzando la cabalgata más calmada de lo que ella pensaba.

Pasaban por el sendero siguiendo el instinto sin tener éxito a lo que ella comenzaba a desesperarse, teniendo la fortuna de ser interrumpida en sus melancólicos pensamientos por la voz de Sigrid que le consultaba el rumbo que debían tomar para seguir el carruaje. – Hay que volver, tomar el sendero que marcan los árboles de roble justo hasta llegar a la bifurcación. Nosotros llegamos por el camino de la derecha que es el que da a mi casa. – sus explicaciones eran acompañadas con movimientos de sus manos que indicaban las direcciones para dar mayor convicción a sus anotaciones mentales. – Vinimos a recoger unas hierbas medicinales que Sophie dijo aquí crecían, claro que ella no conocía el sitio, pero tiene amistades que le dijeron que aquí encontraríamos lo que necesitamos para ayudar a…alguien. – finalizó su relato porque se daba cuenta que hablaba demasiado. Aferrada a la canasta que cargaba con hierbas se quedó callada oyendo las palabras de la mujer que indicaba Sophie pudo adentrarse al pantano. – Si, ella debe estar buscándome. – respondió frunciendo el entrecejo como signo de concentración y es que no debía perder las esperanzas de encontrar a Sophie quien seguro la estaba buscando y por ello estaba perdida. No volvería a casa sin ella, no sería justo. – Sí, estaré atenta. Por favor ayúdeme, no quiero dejarla aquí es una buena doncella y joven, y hay tantos malhechores e infames por estos caminos. – balbuceó recordando el ataque que vivió en un camino cercano a este.