María Isabella Oliveira Silva

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 Centrada, fría y calculadora; apasionada y volátil, irascible, impulsiva, con nervios de acero, roza en una mente sádica y retorcida que prefiere encerrar en lo más profundo de su ser. Un tanto grosera, no le interesa en lo más mínimo el contacto con otra gente ¿le hablas? para ella no existes, un suspiro fuerte es una advertencia, estas hartándola ¿la insultas? su mirada es aún más corrosiva que el ácido, ¿no entiendes que no le importas? no dudará en golpearte en la cara.

Egocéntrica, intuitiva, seductora y provocadora, carácter fuerte que no se doblega ante nada, terca como una mula cuando la gente intenta imponerle su manera de pensar. Explosiva, agresiva, seria y difícil de tratar, esa es la impresión que da, pero cuando solo esta con quienes ama es protectora, alegre, amorosa, comprensiva; siempre dispuesta a ayudar; es la alegría de la casa y la serenidad de la misma. una dualidad que es mejor mantener calmada.

¿Bipolar?...  lo cortés no quita lo valiente, ¿cierto?

Nacida en el seno de una familia cualquiera, irrumpió en este mundo con un doble llanto…


-¡PUJE DE NUEVO!
-¿Qué?...pero si …aaaaaaaaaaaahhh
-Felicidades señora, es madre de unos saludables mellizos

No había poder humano que separara a los hermanos Oliveira, lo que uno hacía el otro imitaba, si uno empezaba el otro lo terminaba era como ver un niño y su reflejo… con excepción de que una de las imágenes era más delicada.

María creció al lado de Miguel como musgo incrustado en el árbol, la pequeña niña tan frágil a los ojos de cualquiera,  aprendió a luchar por su vida usando grandes bastones tallados que su padre -un carpintero de fama pero sin gloria- elaboró para ambos ya que no quería hacerlos débiles, su sueño había sido tener dos varones y la vida le dio uno y una niña; además… cuando se es niño los juegos de fuerza sirven como entrenamiento, y puesto que Miguel no tenía con quien practicar ¿porqué no hacerlo con su pequeña hermana?.

Su vida no estuvo rodeada de lujos, pero tampoco de limitaciones excesivas, creció como una joven dócil y servil hacia su madre y su padre, protegida por su hermano y con una vida serena y tranquila. La flor de su adolescencia transcurrió casi de la misma forma que su infancia, solo que ahora, los mellizos tenían mas obligaciones y se las ingeniaban para continuar jugando y practicando entre ellos ¿madurar? esa palabra no formaba parte de su vocabulario.

María se convirtió en una muchacha atractiva, y entraba en edad de buscar un marido para formar su propia familia, su padre se esforzó en poder tener la dote necesaria para aquel que se interesara a su hija y la mandó al pueblo más cercano con el pretexto de conseguir un regalo para su hermano -en realidad quería que la notaran en el pueblo- cruzó el bosque como era su costumbre, rodeando los árboles y rozándoles con la punta de los dedos, no solía ir sola a ningún lado pero quería darle una sorpresa a su hermano y vaya que se la daría.

Se entretuvo demasiado en el mercado del pueblo y anocheció, cruzar el bosque sola a esas horas no era buena idea pero no tenía otra opción… Uno, dos pasos, se sentía extraña, observada; tres, cuatro, había alguien mas allí, cinco una rama rota era suficiente ¡¿Quién demonios estaba allí?!, giró su cuerpo sobre su propio eje para recibir de golpe unas fauces enormes que se clavaron en su hombro desgarrando su piel y lacerando sus nervios, grito de dolor y entre jaloneos y golpes logró zafarse de la enorme bestia que tenía el hocico lleno de sangre.

Un enorme lobo que se erguía como humano sobre sus cuartos traseros ¿era posible? Ese tipo de creaturas solo existían en los cuentos que su madre solía contarles de noche cuando eran unos pequeñajos, y sin embargo se levantaba imponente tomando vida de su mente ante sus ojos… un hombre lobo.

Buscó en el cinto de su cadera los dos largos adornos de madera que este tenía y acertó un golpe contra la enorme cara de aquel animal el cuál la arrastró por el lugar, rasgó su piel y magulló su carne, ella levantó el brazo herido y soltó otro acompañado de un lastimero grito, como pudo se puso de pie y salió corriendo del lugar para llegar a su casa. Miguel había estado buscándola como loco y cuando divisó su maltrecha figura a lo legos por la entrada del claro no supo si gritar de alegría o soltarse a llorar en cuanto vió que se desplomó; había perdido mucha sangre a causa de la herida y al sentirse segura perdió el conocimiento.

Miguel la llevó en brazos al interior de su casa, su madre corrió en su auxilio y su padre fue en busca de un viejo sabio del pueblo cuyo diagnostico perturbó a la familia

“La bestia reside en ella, su sangre ahora es impura y su cuerpo ahora no es más un sagrado templo”

En el pueblo donde se criaron, los vampiros y hombres lobo siempre fueron motivo de leyendas entre y amenazas hacia los pecadores, se decía que unos pocos los habían visto y aquellos que regresaban vivos de su encuentro… jamás volvían a ser los mismos, eran temidos y repudiados por todos dejándoles dos opciones: o se iban por su propio pie o el pueblo enardecido los mataría puesto que sabían que en cualquier momento despertaría la bestia que en ellos dormía.

Al recuperar el conocimiento se topó con la mirada asqueada de su padre, la indiferencia de su madre y la cara de confusión de su hermano; no pudo con eso, sintió su mundo desbaratarse y su cuerpo desfallecer ¿Qué le quedaba si ahora su familia la veía como una amenaza?, tomó sus cosas cuando la dejaron sola y salió huyendo de ahí en silencio para quizás… jamás regresar.

 
- Lleva siempre consigo un dije de plata con una amatista incrustada, era de su hermano
-No sabe que fue de su familia
-A veces es demasiado pasional
-Tiene la espalda llena de marcas y cicatrices a causa del ataque
-Aún conserva los bastones que le hizo su padre