Angeliqué Dutuescu ~~

De tes blanca y cremosa, la suavidad de su piel es digna de la realeza, a pesar de que por un tiempo se le deterioro un poco su piel, luego de escapar no tardó en hacer todo lo posible para que fuera igual de tersa que antes, sus ojos azul intenso parecían el cielo casi al anochecer y, aquel brillo permanente en ellos, se asimilaba mucho a una estrella resplandeciente, su cabello rubio oscuro caía por debajo de sus hombros sin llegar a su cintura pero con un largo considerable, a diferencia de muchas de sus compañeras de trabajo, ella nunca se había teñido el pelo, pues le encanta su color natural, de 1.68 mts de estatura es considerada dentro de la altura media para una mujer, su contextura era delgada, no porque no comiera, sino porque siempre lo había sido, pero con unas curvas muy pronunciadas: su abdomen era perfectamente plano, su trasero redondo (casi moldeado a mano) y firme que con unos pantalones ajustados eran la perdición de cualquier hombre, sus senos eran medianos algo que agradecía, pues no le gustaban muy grandes, pero tener nada de pechos no era una opción en su trabajo, y firmes, nunca fue necesario que utilizara sostén para que se vieran bien, sin embargo los utiliza de igual forma por costumbre y comodidad, su cintura pequeña era la envidia de sus antiguas rivales en el trabajo porque a pesar de ser estrechas daban paso a unas hermosas caderas.

Desde pequeña siempre fue una chica mimada, a pesar de haber nacido en clase baja su padre y hermano la consintieron en todo haciendo que fuera llevada a su idea y sintiera que para ella no habían imposibles, todo lo que quería lo conseguía, así se le fuera la vida en ello, lo conseguía.
Las circunstancias que tuvo que vivir a los 14 años hicieron que algo en su forma de pensar cambiara, volviéndose una chica coqueta y sexual con un carácter fuerte a muy temprana edad, sin embargo, a pesar de ser coqueta a más no poder, no puede quitar esa esencia de chica tierna que lleva consigo, sus ojos aún conservan ese brillo de ingenuidad con el que solía dominar a su hermano, y su boca aún se curva en una sonrisa amigable y tierna cómo si de una bebe se tratara, esa mezcla de mujer y niña que llevaba dentro era todo un dilema, pues ni ella se daba cuenta de cómo su rostro podía expresar una cosa mientras que su cuerpo moría por otra muy distinta.
Con su hermano es la chica más posesiva que se puedan imaginar, más que novia, madre, amante o lo que sea, parece su sombra, él le pertenece a Angeliqué y nada ni nadie cambiará ese hecho.

Nació en un ambiente familiar casi perfecto para ella, siempre guiada, protegida, mimada por su hermano mayor, con el paso del tiempo se fue percatando de que todo lo que ella decía, se hacía, cualquier travesura que hiciera la culpa la tenía Anuar por no cuidar bien de ella o por cualquier otra excusa.
Aquello le dio pase libre para hacer cualquier cosa que quisiera y se fue acostumbrando a estar en todo momento junto a su hermano, esa costumbre se fue haciendo adoración hasta que quedó en obsesión, una obsesión sin remedio, Anuar era de ella, para ella e iba a todos lados con ella, sino la furia que la recorría podía hacer temblar al mismisimo demonio; su hermano se transformo en una persona de su propiedad y ¡Pobre de aquel que dijera lo contrario!

Su vida Transcurrió normal hasta que, a los catorce años, vivió el peor acto que puede vivir una mujer. Cuando estaban en casa su madre, su hermano y ella, sin saber cómo, unos hombres entraron a su casa robándole lo que aún no aprendía a valorar pues en su mente ingenua no cabían imágenes de ese calibre, en un abrir y cerrar de ojos su ropa estaba desparramada a su alrededor, su cuerpo temblando de miedo se revolvía en el frío suelo mientras que sus manos, como podían, trataban de librarse de la fuerza que la sostenía y manoseaba a gusto, abrió los ojos para encontrarse a su madre en la misma situación y a su hermano... su adorado hermano a unos pasos de ella... inconsciente.

Sin dejar de forcejar en ningún momento mientras que de su garganta salían gritos desgarradores de ayuda, aquel monstruo la penetró con una fuerza y rudeza que jamás iba a olvidar, aquel dolor no se comparaba a ninguno que había sentido jamás, sus manos dejaron de forcejar, su boca dejo de emitir sonidos y su cabeza se afirmó en el suelo, rendida... sus ojos inexpresivos miraban a su hermano, quién aún no reaccionaba, sin verlo realmente, parecía que nada existiera, parecía que ella no estaba en aquella habitación, mientras que su mente repetía una y otra vez con cada embestida de aquel mostruo: "es una pesadilla... es una pesadilla ¡Despierta!"

Jamás se le va a olvidar la cara de aquel hombre que, una vez satisfecho, la tomó con brusquedad y desnuda como estaba la agarró con una mano separándola de su familia... alejándola de lo que más quería. Inmovilizada en el brazo del musculoso levantó la vista para encontrarse con la de su hermano, no supo que fue lo que le expresaron sus ojos, pues estos parecían independientes de ella, pero si sabía que aquella Angeliqué no era la misma, era imposible serlo, ya nada sería igual.

Obligada a irse con aquellos abusadores sexuales a una casa que de buena reputación no tenía nada, tuvo que soportar continuos abusos, al igual que muchas jovencitas que se encontraban en la misma situación que ella, hasta que el dolor ya no existió, se había ido como por arte de magia dando paso sólo a la rabia. Al cabo de un mes todas las que estaban en aquel lugar fueron obligadas a prostituirse a todo tipo de hombres, viejos, jovenes, altos, bajos, gordos, flacos, tiernos, rudos... de todo, la droga era su única comida y la única forma de aguantar para poder tener más de 8 o 10 relaciones sexuales por noche.

Al cabo de un año, cansada de ser una esclava, sin poder tomar decisiones ni siquiera con su propio cuerpo, ideó un plan para poder escaparse que le llevó cuatro meses concretar, así casi al cumplir los 16 abandona aquel recinto de la perdición quedando en la calle, sola y sin dinero.
La costumbre y la plata fácil la motivaron para seguir con aquel trabajo, sólo que ahora ella hacía sus reglas, ella administraba su plata y ella elegía sus clientes. Al paso del tiempo fue ganando buen dinero, sus "pretendientes" eran cada vez de mayor clase social lo que le permitió poder arrendar una pieza en la que podía estar en el día, recuperarse, comer algo, para luego poder volver a trabajar, con el paso del tiempo comenzó a ahorrar por lo que juntó una buena cantidad de dinero sin saber muy bien qué hacer con él hasta que estuvo con su último cliente "Jean Pierre" un viejo francés increíble del cual se aprovechó a más no poder, la edad del viejo ya era muy avanzada y su billetera era del porte de un camión, por lo que se convirtió en su dama de compañía hasta que tuvo la cantidad de dinero suficiente como para hacer un viaje... destino: París ... Pierre le hablaba de él a menudo y las ganas de conocerlo la tentaron de una forma increíble.

Así con apenas dieciocho años y ropas finas en el bolso , dejó a Pierre, con el cual algo se había encariñado, prometiéndole que lo esperaría en Paris, aunque sus intenciones claramente eran otras, seguiría con su vida fácil de cortesana, pero sin desprestigiarse, la calidad de sus clientes debía ser intachable.