AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Born under a bad sign (Holden A. Sigler)
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Born under a bad sign (Holden A. Sigler)
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- Hola. Gracias por interesarse en el tema. Dadas las características de este pj, pido por favor que no sea respondido por: Vampiros (Porque es de día), ni brujas. Si quien desea responder es cambiante o licántropo, ha de saber que este pj los detesta y si llega a saber, los intentará matar o experimentar con ellos. Dentro de todo, este post no es de pelea, pero todo es posible. Bienvenido(a).
Cuando dicen que los hombres actúan por impulsos, no mienten. Y LeMarc era la clara muestra de ello. Para evitar molestias, no se comprometía, de hecho, no salía con nadie porque creía que las jovencitas de la época pensaban sólo en ridiculeces con respecto a conseguir una pareja, comprometerse y comenzar a pensar en tonterías aún mayores, todas relacionadas con eso, como la elección del vestido que usarían en la boda y a cuántos podría invitar para presumir. Y los padres de éstas eran aún peores, porque sólo pensaban en exprimir la poca o mucha riqueza de la víctima, que tendría que dedicarse a complacer a su niñita con todo lo que sus bolsillos le permitieran. Definitivamente, ese tipo de situaciones no eran para él. No obstante, buscaba placer por aparte, sin tener que establecer compromisos a futuro y mucho menos reclamos. O eso pretendía, hasta que una muchachita virgen con la que había estado, le había dicho que esperaba un hijo suyo. Como era de esperarse, él la había engañado para que ella cediera y terminara recibiéndolo en su cama, satisfaciendo la curiosidad de él de estar con una virgen. Para su fortuna, los padres de ella pertenecían a la clase baja y poco podían hacer para obligarlo a casarse con ella y hacer las cosas como se debe.
Los enojos de esa aventura, que tuvo por resultado el nacimiento de un niño, estuvieron a punto de ocasionarle a él grandes contratiempos, que fueron transitoriamente arreglados con un par de francos, dados a los padres de la niña –Sí, una niña de apenas dieciséis o diecisiete años-, pero bien pronto, André comenzó a sentir la fatalidad de ese hecho, que podía pesar lo suficiente sobre su vida. Esa mañana, nueve meses después, vio entrar en su casa a los padres de la jovencita, que traían un envoltorio en los brazos. —Nuestra hija ha parido esto— le dijeron —Y ella no quiere alimentarlo. Así que aquí está— y pusieron al niño sobre el diván, como si fuera un encargo cualquiera. En vano, André los halagó con el dinero y la palabra; en vano pidió que lo conservaran con ellos mediante una pensión. Testarudos y agresivos nada quisieron oír, y se marcharon, dejándolo allí con aquel niño, hecho por él, sin voluntad, sin amor, sino con una excitación profunda que no le pasaba de la entrepierna.
Él había hecho ese niño, era suyo, era sangre de su sangre y sin embargo, él, su padre, no sentía por él ni siquiera simpatía. Sentía más bien aversión, un odio cobarde por ser ese que entraba así en su vida, como él mismo había entrado con fuerza al sexo intacto de su madre. Un rencor sordo y confuso lo agitaba contra ese ser inerme, que dormía un sueño animal en las toscas blancuras de sus ropas de neonato. Y un deseo inmenso de hacerlo desaparecer asaltó la mente del cazador. Pensaba estrangularlo dulcemente, antes que nadie entrara. Pero ¿Y después? ¿Cómo legalizar esa muerte? la estrangulación dejaría huellas y eso le sería fatal. Y luego los enojos de algún juzgado, antes de la condenación. No, no. Había que sufrirlo, que soportarlo, que dejarlo vivir. Su vida sería el castigo de la de su padre. Pero no, André no tenía el poder de amar a ese desconocido ¿Cómo tendría entonces la grandeza de hacerlo vivir? Él sería más bien su verdugo, un brutal egoísta que lo había hecho descender de sus riñones hasta el vientre de su madre, para darse el placer de una sensación epiléptica, fugitiva y bestial.
André, miró de nuevo al niño como un enemigo y llamó sobre él todas las catástrofes. Él, habría dado algo de su vida por su muerte. Esperaba que se hundiese el piso o se desplomase el techo sobre ese ser dormido, sobre ese germen que se atrevía a irrumpir en su vida. Pero nada pasó. Pero ¿Por qué no ponerle un cojín encima? Tal vez así perecería asfixiado. Y allí, al alcance de su mano, tomó cuidadosamente un cojín turco con una alegría feroz. Lentamente, suavemente, fue poniéndolo encima del pequeño cuerpo, que desapareció todo bajo él. Entonces, el niño lloró. Su llanto se oía apenas, como muy lejos. Y poco a poco, se hacía más débil, más ahogado… En aquél momento, la puerta de ese negocio de taxidermista donde se encontraba, se abrió. En ese instante, el niño lloró más fuerte, como si hubiese hecho un último esfuerzo antes de callarse para siempre. Maldita sea.
Los enojos de esa aventura, que tuvo por resultado el nacimiento de un niño, estuvieron a punto de ocasionarle a él grandes contratiempos, que fueron transitoriamente arreglados con un par de francos, dados a los padres de la niña –Sí, una niña de apenas dieciséis o diecisiete años-, pero bien pronto, André comenzó a sentir la fatalidad de ese hecho, que podía pesar lo suficiente sobre su vida. Esa mañana, nueve meses después, vio entrar en su casa a los padres de la jovencita, que traían un envoltorio en los brazos. —Nuestra hija ha parido esto— le dijeron —Y ella no quiere alimentarlo. Así que aquí está— y pusieron al niño sobre el diván, como si fuera un encargo cualquiera. En vano, André los halagó con el dinero y la palabra; en vano pidió que lo conservaran con ellos mediante una pensión. Testarudos y agresivos nada quisieron oír, y se marcharon, dejándolo allí con aquel niño, hecho por él, sin voluntad, sin amor, sino con una excitación profunda que no le pasaba de la entrepierna.
Él había hecho ese niño, era suyo, era sangre de su sangre y sin embargo, él, su padre, no sentía por él ni siquiera simpatía. Sentía más bien aversión, un odio cobarde por ser ese que entraba así en su vida, como él mismo había entrado con fuerza al sexo intacto de su madre. Un rencor sordo y confuso lo agitaba contra ese ser inerme, que dormía un sueño animal en las toscas blancuras de sus ropas de neonato. Y un deseo inmenso de hacerlo desaparecer asaltó la mente del cazador. Pensaba estrangularlo dulcemente, antes que nadie entrara. Pero ¿Y después? ¿Cómo legalizar esa muerte? la estrangulación dejaría huellas y eso le sería fatal. Y luego los enojos de algún juzgado, antes de la condenación. No, no. Había que sufrirlo, que soportarlo, que dejarlo vivir. Su vida sería el castigo de la de su padre. Pero no, André no tenía el poder de amar a ese desconocido ¿Cómo tendría entonces la grandeza de hacerlo vivir? Él sería más bien su verdugo, un brutal egoísta que lo había hecho descender de sus riñones hasta el vientre de su madre, para darse el placer de una sensación epiléptica, fugitiva y bestial.
André, miró de nuevo al niño como un enemigo y llamó sobre él todas las catástrofes. Él, habría dado algo de su vida por su muerte. Esperaba que se hundiese el piso o se desplomase el techo sobre ese ser dormido, sobre ese germen que se atrevía a irrumpir en su vida. Pero nada pasó. Pero ¿Por qué no ponerle un cojín encima? Tal vez así perecería asfixiado. Y allí, al alcance de su mano, tomó cuidadosamente un cojín turco con una alegría feroz. Lentamente, suavemente, fue poniéndolo encima del pequeño cuerpo, que desapareció todo bajo él. Entonces, el niño lloró. Su llanto se oía apenas, como muy lejos. Y poco a poco, se hacía más débil, más ahogado… En aquél momento, la puerta de ese negocio de taxidermista donde se encontraba, se abrió. En ese instante, el niño lloró más fuerte, como si hubiese hecho un último esfuerzo antes de callarse para siempre. Maldita sea.
Última edición por André LeMarc el Sáb Ene 09, 2016 4:46 pm, editado 1 vez
Luciano Tornabuoni- Vampiro Clase Alta
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Re: Born under a bad sign (Holden A. Sigler)
Bien era sabido que las muertes y crímenes en el mes de diciembre, siempre rebasaban el límite de la comisaría. Rebasaban una estadística y tal parecía que año tras año, los delincuentes de las ingeniaban para batir sus propios récords. Un mes sumamente difícil y complicado por diversos factores: La nieve que ya comenzaba a cernirse sobre la capital y el es escaso personal. El cincuenta por ciento, se retiraba a sus casas a pasar en familia las festividades, y yo... Bien, como no tenía - ni me interesaba - una familia con quien compartir regalos y esas cursilerías navideñas, me dedicaba íntegramente a intercambiar turnos y doblar otros tantos. La paga era demasiado buena como para desperdiciarla, y ya me encargarìa de cobrarles esos "favores" a mis compañeros de labor.
Esa mañana en particular, tenía la consigna de continuar con la investigación que Richardson había dejado inconclusa: Se trataba de un crímen con altos estándares porque no había sido perpetrado por manos Amateurs. La víctima había presentado varios cortes sumamente precisos y traumatismos varios, antes de que sus miembros fuesen amputados, uno por uno, mientras aún se encontraba con vida. Se trataba de una femenina caucásica de alrededor de treinta años que fue violada y como mencioné anteriormente, brutalmente asesinada.
Éste crimen podría considerarse como un caso aislado, sin embargo, no lo era. Era la cuarta mujer en al menos sesis meses con las mismas características, con el añadido de que sus torsos eran atiborrados de borra, como si estuviesen listos para ser disecados. ¿Para qué fines? Lo desconocía hasta el momento, pero no era algo que me sorprendiese. Ya estaba curtido con situaciones mucho mas atroces y descabelladas.
Me di a la tarea de revisar los expedientes de pe a pá y lo primero que hice al salir de la comisaría, fue dirigirme al establecimiento de un taxidetmista - quizás el único a los alrededores - que tal vez pudiese darme detalles del modo en que los cuerpos son preparados para el proceso "de secado" como yo le llamaba. Quien mejor que todo un experto para darme una cátedra e iluminarme con sus conocimientos.
Una vez estuve fuera, sacudí mi sombrero de la fina escarcha antes de entrar a aquel lugar, que me recibió con esa clase de olores punzantes que no eran muy agradables para mi olfato. Frente al mostrador, se encontraba un sujeto maduro que parecía lidiar con un chiquillo.
-Buenas tardes caballero. Mi nombre es Holden A. Sigler - le mostré mi cédula de investigador, para que se fuese preparando para al menos un par de preguntas.
Esa mañana en particular, tenía la consigna de continuar con la investigación que Richardson había dejado inconclusa: Se trataba de un crímen con altos estándares porque no había sido perpetrado por manos Amateurs. La víctima había presentado varios cortes sumamente precisos y traumatismos varios, antes de que sus miembros fuesen amputados, uno por uno, mientras aún se encontraba con vida. Se trataba de una femenina caucásica de alrededor de treinta años que fue violada y como mencioné anteriormente, brutalmente asesinada.
Éste crimen podría considerarse como un caso aislado, sin embargo, no lo era. Era la cuarta mujer en al menos sesis meses con las mismas características, con el añadido de que sus torsos eran atiborrados de borra, como si estuviesen listos para ser disecados. ¿Para qué fines? Lo desconocía hasta el momento, pero no era algo que me sorprendiese. Ya estaba curtido con situaciones mucho mas atroces y descabelladas.
Me di a la tarea de revisar los expedientes de pe a pá y lo primero que hice al salir de la comisaría, fue dirigirme al establecimiento de un taxidetmista - quizás el único a los alrededores - que tal vez pudiese darme detalles del modo en que los cuerpos son preparados para el proceso "de secado" como yo le llamaba. Quien mejor que todo un experto para darme una cátedra e iluminarme con sus conocimientos.
Una vez estuve fuera, sacudí mi sombrero de la fina escarcha antes de entrar a aquel lugar, que me recibió con esa clase de olores punzantes que no eran muy agradables para mi olfato. Frente al mostrador, se encontraba un sujeto maduro que parecía lidiar con un chiquillo.
-Buenas tardes caballero. Mi nombre es Holden A. Sigler - le mostré mi cédula de investigador, para que se fuese preparando para al menos un par de preguntas.
Última edición por Holden A. Sigler el Dom Dic 27, 2015 2:47 pm, editado 2 veces
Holden A. Sigler- Humano Clase Media
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Re: Born under a bad sign (Holden A. Sigler)
El sentido no es la vida, sino como termina,
y quizás, como se silencia a las moscas
y quizás, como se silencia a las moscas
Ese niño, poco tenía del encuentro que había resultado con su madre. Ella, era una niña que vivía a las afueras de París y trabajaba como guardadora de rebaños. Cuando André llegó, por un motivo distinto a ella, lo miró entre alelada y confusa. Con los párpados entrecerrados, los ojos del cazador la vieron alzarse ante sí, como el tallo de una orquídea rara, como un bello animal salvaje y huraño, con gracias frágiles de adolescente. Agotado de fatiga y abrumado del calor del para entonces verano, la contempló con codicia, como un fruto tierno, ofrecido al apetito de sus jóvenes carnes insatisfechas. Ella, por supuesto, lo contemplaba inocente y descuidada, de ninguna manera inquieta, pero curiosa de esos ojos negros que la contemplaban con delicia. André, le habló de hacerle un retrato, mintiendo sobre su profesión e inventando que era pintor. Le declaró lo bella que era y le acarició el mentón para hacerle levantar el rostro, mismo que después devoró a besos obteniendo por parte de ella respuestas. Fueron promesas falsas, a cambio de una dulce virginidad asesinada. Y tras nueve meses, a cambio también de una carga pesada.
Obligado por el nuevo ingreso, dejó el cojín sobre el pequeño y caminó como si nada hacia el mostrador ¿Qué demonios tenía que hacer un investigador en ese lugar y en ese preciso momento? —Sí, dígame qué necesita, Señor, ah, Sigler— Respondió André tras echar una vista al documento, en tono seco, pero intentando fingir una amabilidad que nada fácil le resultaba. Al fondo, el niño continuaba llorando y pataleando a sus anchas, como intentando librarse del cojín que tenía sobre la cara, tratando a su modo llamar la atención del desconocido que entraba y que hasta ahora no parecía mirarlo. Por lo mismo, el cazador debía despachar rápido a aquél molesto intruso, puesto que era más fácil culpar a un tercero que admitir sus propios errores. No obstante ¿Cuál era el motivo de aquél hombre allí? André era muy meticuloso a la hora de desaparecer los cuerpos de licántropos y cambiantes que no podían permanecer en su forma animal. Entonces ¿Qué era lo que había hecho mal? En su mente, el lugar donde había enterrado a cada una de sus víctimas fue rememorado. Y nada con él coincidía. De paso, el estrés del niño allí llorando lo alteraba el doble, necesitaba deshacerse de él en cuanto le fuera posible, o no podría continuar con su vida y la obsesión obtenida desde que tuviera acceso al mundo sobrenatural.
Obligado por el nuevo ingreso, dejó el cojín sobre el pequeño y caminó como si nada hacia el mostrador ¿Qué demonios tenía que hacer un investigador en ese lugar y en ese preciso momento? —Sí, dígame qué necesita, Señor, ah, Sigler— Respondió André tras echar una vista al documento, en tono seco, pero intentando fingir una amabilidad que nada fácil le resultaba. Al fondo, el niño continuaba llorando y pataleando a sus anchas, como intentando librarse del cojín que tenía sobre la cara, tratando a su modo llamar la atención del desconocido que entraba y que hasta ahora no parecía mirarlo. Por lo mismo, el cazador debía despachar rápido a aquél molesto intruso, puesto que era más fácil culpar a un tercero que admitir sus propios errores. No obstante ¿Cuál era el motivo de aquél hombre allí? André era muy meticuloso a la hora de desaparecer los cuerpos de licántropos y cambiantes que no podían permanecer en su forma animal. Entonces ¿Qué era lo que había hecho mal? En su mente, el lugar donde había enterrado a cada una de sus víctimas fue rememorado. Y nada con él coincidía. De paso, el estrés del niño allí llorando lo alteraba el doble, necesitaba deshacerse de él en cuanto le fuera posible, o no podría continuar con su vida y la obsesión obtenida desde que tuviera acceso al mundo sobrenatural.
Última edición por André LeMarc el Dom Ene 10, 2016 11:04 pm, editado 1 vez
Luciano Tornabuoni- Vampiro Clase Alta
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Re: Born under a bad sign (Holden A. Sigler)
-Necesito hacerle unas cuántas preguntas de rutina únicamente. Pero por favor, no deje desatendido a su hijo - presumía era su hijo. Lo cierto era que los lloriqueos de los niños nunca habían sido de mi agrado y ciertamente no iba a trabajar con música de fondo.Lo que me había llevado hasta al taxidermista era sumamente delicado, había que darle la importancia-. ¿Habrá alguien que cuide del crío mientras usted y yo charlamos? - Alcé una ceja. Esperaba mi interlocutor entendiese el claro mensaje de que íbamos a tardar un poco, sobre todo con las cuestiones y preguntas técnicas. Estuve nada de urgar en mi abrigo y sacar un cigarrillo, pero opté por descartar la idea. No era el momento ni lugar adecuado. Fruncí el ceño. Era un vicio demasiado arraigado y sería el número siete del día. Esperar algunos cuántos minutos más no iba a matarme más que el el humo en sí mismo.
-Vayamos a lo que nos compete- Deambulé un poco sobre mi propio eje observando toda la clase de animales disecados de diversas especies, colocados de diferentes maneras. Algunos parecían respirar, con las fauces abiertas y las garras por delante, como si estuviesen apunto de saltarte encima para desgarrarte la garganta. Debía reconocer que el sujeto poseía unas manos expertas y una imaginación muy singular.
-Antes de ir directo al grano - rectifiqué- Permítame preguntar algo simple: ¿Hace cuánto es que usted se dedica a crear éstas hermosas obras de arte? - Fue el momento en que centré mi vista en él. Lo miré con mucho interés grabando en mi memoria cada uno de sus rasgos físicos: Hombre joven acercándose a la treintena, si mi instinto no me fallaba. Manos curtidas por el trabajo arduo, mirada serena, sin embargo fría. Estatura promedio, tez blanca y ojos oscuros, que le daban un aire sombrío. No esperaba menos sabiendo a lo que se dedicaba; parecía que labor y físico, y atuendo, iban intrínsecamente ligados. Todo un caso salido de la cotineidad . Este hombre debía tener una historia interesante detrás, pero que desde luego no me interesaba conocer...aún.
-Vayamos a lo que nos compete- Deambulé un poco sobre mi propio eje observando toda la clase de animales disecados de diversas especies, colocados de diferentes maneras. Algunos parecían respirar, con las fauces abiertas y las garras por delante, como si estuviesen apunto de saltarte encima para desgarrarte la garganta. Debía reconocer que el sujeto poseía unas manos expertas y una imaginación muy singular.
-Antes de ir directo al grano - rectifiqué- Permítame preguntar algo simple: ¿Hace cuánto es que usted se dedica a crear éstas hermosas obras de arte? - Fue el momento en que centré mi vista en él. Lo miré con mucho interés grabando en mi memoria cada uno de sus rasgos físicos: Hombre joven acercándose a la treintena, si mi instinto no me fallaba. Manos curtidas por el trabajo arduo, mirada serena, sin embargo fría. Estatura promedio, tez blanca y ojos oscuros, que le daban un aire sombrío. No esperaba menos sabiendo a lo que se dedicaba; parecía que labor y físico, y atuendo, iban intrínsecamente ligados. Todo un caso salido de la cotineidad . Este hombre debía tener una historia interesante detrás, pero que desde luego no me interesaba conocer...aún.
Holden A. Sigler- Humano Clase Media
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Re: Born under a bad sign (Holden A. Sigler)
Casi estuvo a punto de cuestionar los motivos de una pregunta como esa. Algo le había salido mal a alguien y todo apuntaba hacia un taxidermista, según deducía sin mayor fundamento André. Lo cierto, es que las preguntas que pudiese hacer sin pensar, podrían terminar incriminándolo de alguna manera que pudiera lamentar posteriormente. Por lo mismo, se obligó a responder únicamente lo necesario, no sin antes darle una mirada desganada al recién nacido —No está desatendido, es sólo que no quiere callarse. Permítame un momento— solicitó el cazador, caminando hacia el infante, a quien tomó en brazos y llevó a la parte posterior. Él también vivía donde trabajaba, así que dejarlo sobre su propia cama, lejos del mostrador, no parecía problema. Si se caía de allí o no, ya no era su asunto, al menos pretendía dejar de escucharlo. —Asunto solucionado. Ahora sí, dígame, soy todo oídos— mencionó haciendo aparición de nuevo, con esa disposición que pretendía hacer creer que él no había sido tan imbécil de dejar evidencias. Era tan meticuloso como obsesivo y un error así no sería fácil de ser asumido.
—Empecé hace unos siete años, tenía más o menos dieciocho cuando fui un aprendiz— respondió sin decir mentira alguna. A esa edad, había conocido al que fuera su maestro de caza y taxidermia, y desde entonces no concebía otra cosa distinta como profesión. Había aprendido a hacer las cosas con detalle y, para él, era evidente que el sujeto en frente lo analizaba con el mayor detalle que le era posible. Algo raro sucedía, era obvio. —Dígame en qué puedo ayudarlo. Algo me dice que no está aquí para precisamente solicitar mis servicios ¿No es así? Entonces adelante, pregúnteme— sugirió él, tan típicamente impaciente pero sobretodo alterado por los berridos del infante al fondo. Ese niño lo ponía de los nervios, al punto que necesitaba saber qué era lo que pasaba para poder sentarse luego a decidir lo que haría con él. Además de todo, André siempre había sido altamente curioso.
—Empecé hace unos siete años, tenía más o menos dieciocho cuando fui un aprendiz— respondió sin decir mentira alguna. A esa edad, había conocido al que fuera su maestro de caza y taxidermia, y desde entonces no concebía otra cosa distinta como profesión. Había aprendido a hacer las cosas con detalle y, para él, era evidente que el sujeto en frente lo analizaba con el mayor detalle que le era posible. Algo raro sucedía, era obvio. —Dígame en qué puedo ayudarlo. Algo me dice que no está aquí para precisamente solicitar mis servicios ¿No es así? Entonces adelante, pregúnteme— sugirió él, tan típicamente impaciente pero sobretodo alterado por los berridos del infante al fondo. Ese niño lo ponía de los nervios, al punto que necesitaba saber qué era lo que pasaba para poder sentarse luego a decidir lo que haría con él. Además de todo, André siempre había sido altamente curioso.
Última edición por André LeMarc el Dom Mar 06, 2016 8:05 pm, editado 1 vez
Luciano Tornabuoni- Vampiro Clase Alta
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Re: Born under a bad sign (Holden A. Sigler)
Un muchacho joven pero astuto, sonreí de medio lado, sabiendo que llevaba algo de prisa, tal vez porque el hijo no paraba de llorar, o porque tal vez debía atender al sujeto que acababa de entrar al establecimiento. Yo había llegado para hacer algunas preguntas, y no iba a dilatarme demasiado. Tenía trabajo acumulado que hacer: Rondines, un par de visitas visitas a sospechosos potenciales del otro lado de la ciudad y el aburrido trabajo de escritorio, como para quedarme más tiempo del necesario. De cualquier forma el hombre entrado en años salió inmediatamente, no sin antes echarnos unas rápida ojeada, fruncir el ceño y salir refunfuñando.
-Personajes extraños de Paris... Bien, iré directo al grano, ambos somos hombres muy ocupados y los minutos valiosos. Dígame una cosa monsieur LeMarc -acerqué mis pasos hacia su sombría figura-. Si tuviese que hacer una disección de forma... Inmediata, con un cuerpo de regular tamaño, eh... Digamos que de la estatura y peso de un hombre promedio, ya sabe, hay animales en el bosque con buena envergadura..., ¿cómo sería su manera de proceder? quiero decir ¿qué tipo de instrumento punzo cortante utilizaría como primera opción? ¿y dónde comenzaría a cortar para comenzar con el ritual de embalsamamiento?
Urgué en la bolsa derecha interna de mi abrigo, para hacerme con una pequeña libreta de anotaciones hecha de propia manufactura, donde anotaría cada una de sus palabras, ideas e inclusive movimientos. Cualquier dato, por más mínimo que éste fuere, sería relevante en mi investigación. A veces - y en la mayoría de los casos - Eran el punto clave en la resolución de misterios. Los pequeños grandes detalles a los que nadie daba la importancia necesaria.
-Personajes extraños de Paris... Bien, iré directo al grano, ambos somos hombres muy ocupados y los minutos valiosos. Dígame una cosa monsieur LeMarc -acerqué mis pasos hacia su sombría figura-. Si tuviese que hacer una disección de forma... Inmediata, con un cuerpo de regular tamaño, eh... Digamos que de la estatura y peso de un hombre promedio, ya sabe, hay animales en el bosque con buena envergadura..., ¿cómo sería su manera de proceder? quiero decir ¿qué tipo de instrumento punzo cortante utilizaría como primera opción? ¿y dónde comenzaría a cortar para comenzar con el ritual de embalsamamiento?
Urgué en la bolsa derecha interna de mi abrigo, para hacerme con una pequeña libreta de anotaciones hecha de propia manufactura, donde anotaría cada una de sus palabras, ideas e inclusive movimientos. Cualquier dato, por más mínimo que éste fuere, sería relevante en mi investigación. A veces - y en la mayoría de los casos - Eran el punto clave en la resolución de misterios. Los pequeños grandes detalles a los que nadie daba la importancia necesaria.
Holden A. Sigler- Humano Clase Media
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Re: Born under a bad sign (Holden A. Sigler)
—Ya le dije que no voy a hacerlo— dijo por lo bajo André al anciano que acababa de entrar. Con esa, era la tercera vez que entraba al negocio a pedir lo mismo: Disecar al elefante que había muerto esa mañana en el circo ¿Acaso estaba demente? André podría cobrar muchísimo por un trabajo como ese, pero lo cierto es que no era un trabajo que pudiese hacer solo y en el tiempo necesario para evitar que el animal se echara a perder en el proceso de descomposición. Y ahí estaba el asunto, el cazador no toleraba trabajar con nadie y, esa precisamente, era la razón de haberse separado de su maestro. —Es un anciano demente que seguramente regresará en unas dos o tres horas— aclaró al policía en cuanto el sujeto salió del lugar que, por cierto, no parecía albergar de ninguna manera normalidad.
—No veo porque tendría que hacer disecciones inmediatas. Soy taxidermista y no médico— respondió, dando por sentado una victoria en aquella respuesta. —Verá, no hay nada que haga de prisa con ese trabajo, porque antes de hacer cortes tan abiertos debo desangrarlos. Si cortara tan desatentamente, echaría a perder la piel, que es lo que más importa de mi trabajo— la segunda respuesta fue de la mano con la primera, pero entendía bastante bien que quien hacía de víctima en ese caso, se trataba de un humano. André mataba a seres sobrenaturales, pero a ninguno dejaba con cortes expuestos. Si cambiaban de forma al momento de la disección, se vería obligado a reducirlos en lugar de tirarlos como clara evidencia. En el fondo, se sintió tranquilo. La metida de pata no era suya, aunque si no tenía cuidado, podría de cualquier modo delatarse. —Pero si tanto quiere saberlo, no utilizo nada distinto de lo que utilizan los de la morgue para hacer disecciones. Necesito retirar toda la piel del animal con absoluto cuidado, porque difícilmente me sirve algo más de ellos. — agregó, con una explicación que parecía inocente, pero que sencillamente buscaba desviar la atención del policía hacia algún otro sospechoso. Si buscaba a un asesino basado en un arma, bien podría buscar entre los pocos médicos de París, la gente de la morgue o incluso, los que hacían trabajos similares a ellos pero le dedicaban mucho más detalle. De hecho, él sí que conocía a alguien así.
—No veo porque tendría que hacer disecciones inmediatas. Soy taxidermista y no médico— respondió, dando por sentado una victoria en aquella respuesta. —Verá, no hay nada que haga de prisa con ese trabajo, porque antes de hacer cortes tan abiertos debo desangrarlos. Si cortara tan desatentamente, echaría a perder la piel, que es lo que más importa de mi trabajo— la segunda respuesta fue de la mano con la primera, pero entendía bastante bien que quien hacía de víctima en ese caso, se trataba de un humano. André mataba a seres sobrenaturales, pero a ninguno dejaba con cortes expuestos. Si cambiaban de forma al momento de la disección, se vería obligado a reducirlos en lugar de tirarlos como clara evidencia. En el fondo, se sintió tranquilo. La metida de pata no era suya, aunque si no tenía cuidado, podría de cualquier modo delatarse. —Pero si tanto quiere saberlo, no utilizo nada distinto de lo que utilizan los de la morgue para hacer disecciones. Necesito retirar toda la piel del animal con absoluto cuidado, porque difícilmente me sirve algo más de ellos. — agregó, con una explicación que parecía inocente, pero que sencillamente buscaba desviar la atención del policía hacia algún otro sospechoso. Si buscaba a un asesino basado en un arma, bien podría buscar entre los pocos médicos de París, la gente de la morgue o incluso, los que hacían trabajos similares a ellos pero le dedicaban mucho más detalle. De hecho, él sí que conocía a alguien así.
Luciano Tornabuoni- Vampiro Clase Alta
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Re: Born under a bad sign (Holden A. Sigler)
Anoté primeramente la palabra: Desangrarlos. Inmediatamente después, morgue y pieles. Algo sumamente lógico tomando en cuenta su profesión, sin embargo, terminé por subrayar "desangrar" puesto que las personas que habín sido asesinadas, habían perdido casi toda su sangre en el proceso. Simplemente se presentaban dos oberturas en el cuello e inclusive en zonas bajas y blandas. De no ser por ese par de pistas, hubiese pensado que el asesino era todo un artista milimétrico, que sabía exactamente como ocultar evidencia. Monsieur LeMarc estaba siendo todo un erudito en el tema - por obviedad- pero su testimonio comenzaba a reducir casi al mínimo, la clase de persona que, a mansalva, había arrebatado la vida a todos aquellos seres indefensos.
-Ya he pisado antes la morgue - Deliberadamente mentí, pero era fanático de ver las reacciones faciales a los interrogados. Las expresiones en el rostro no mentían. Podían hacerlo con la boca, más nunca por los gestos. El setenta por ciento de mis investigaciones, las había aclarado por medio de ésta técnica simple pero efectiva-. Bien, dado que estoy en una investigación sumamente delicada, sumado a que tengo el permiso para hacerlo - Saqué de la bolsa interior de mi abrigo, un documento con el sello del ayuntamiento, entregándosela en sus manos para su minucioso escrutinio-, Me veo en la necesidad de pedirle encarecidamente, sea tan amable de mostrarme el área donde disecciona a dichos animales. Me refiero al cómo los desangra. Qué instrumentos utiliza, ya sabe, todo aquello que me interesa inspeccionar. No tocaré absolutamente nada, no se preocupe. Me limitaré a observar y a hacer algunas anotaciones más.
Yo podía ser un sujeto insistente, cuando de información vital se tratase. No iba a retirarme de ahí hasta hurgar hasta el más recóndito de los sitios.
-Ya he pisado antes la morgue - Deliberadamente mentí, pero era fanático de ver las reacciones faciales a los interrogados. Las expresiones en el rostro no mentían. Podían hacerlo con la boca, más nunca por los gestos. El setenta por ciento de mis investigaciones, las había aclarado por medio de ésta técnica simple pero efectiva-. Bien, dado que estoy en una investigación sumamente delicada, sumado a que tengo el permiso para hacerlo - Saqué de la bolsa interior de mi abrigo, un documento con el sello del ayuntamiento, entregándosela en sus manos para su minucioso escrutinio-, Me veo en la necesidad de pedirle encarecidamente, sea tan amable de mostrarme el área donde disecciona a dichos animales. Me refiero al cómo los desangra. Qué instrumentos utiliza, ya sabe, todo aquello que me interesa inspeccionar. No tocaré absolutamente nada, no se preocupe. Me limitaré a observar y a hacer algunas anotaciones más.
Yo podía ser un sujeto insistente, cuando de información vital se tratase. No iba a retirarme de ahí hasta hurgar hasta el más recóndito de los sitios.
Holden A. Sigler- Humano Clase Media
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 15/09/2015
Re: Born under a bad sign (Holden A. Sigler)
Las letras bailaban sobre las hojas de la libreta sin detenerse, como si lo que saliera de su boca formara un millón de palabras claves con las que se ataría la soga al cuello, aún sin ser el culpable que aquél buscaba. Por encima, alcanzó a notar el énfasis en la palabra desangrar, pero aquél acto no necesitaba de los cortes profundos y descuidados que había mencionado minutos antes el policía.
—Mejor entonces, porque utilizo un par de los mismo elementos. Aunque claro, ellos buscan mantener los cuerpos únicamente durante los tiempos de velatorios, yo busco mantenerlos para que decoren la sala de estar de alguien para toda la vida— explicó secamente, cruzando las manos por sobre la encimera sin dejar de observar con detalle a quien lo investigaba. Aquél, extendió un papel hacia el cazador, dejando más que claro que no lo tomaba por sospechoso reciente, sino que se había tomado la molestia de indagar lo suficiente antes de ir, y pedir a sus superiores una autorización para poder llegar al fondo del asunto. André devolvió la nota sin gesto alguno, y avanzó pasando por el mostrador hacia la puerta principal del negocio —Supongo que esto tomará tiempo…— dijo a medias, mientras cerraba el lugar para evitar más clientes y pasaba de nuevo hacia la parte posterior —Sígame entonces, por favor— la preocupación de André era nula. En su taller, no se encontraría nada distinto a los materiales que utilizaba para disecar cualquier animal, además de varios moldes de distintos animales que siempre ocupaban el interior de los mismos. Ninguno de ellos tenían hueso o carne adentro, todos eran artificiales a excepción de la piel. Lo único adicional que él poseía allí, era la jaula de plata, pero se encontraba extremadamente limpia y abierta de par de par. — ¿Quiere decirme que es lo que sucede? No me gusta pensar que hay un asesino desquiciado y suelto por París. Ya sabe, tengo un hijo al cual cuidar y él no tiene a nadie más que a mí— comentó como si la situación realmente le preocupara, aunque, la verdad, es que el niño era lo de menos, y dudaba que la madre apareciera. Finalmente, cuando los padres de esta le entregaron el bebé a André, dejaron más que claro que ella no le quería. No obstante, en muchas ocasiones se consiguen verdades, a punta de mentiras.
—Mejor entonces, porque utilizo un par de los mismo elementos. Aunque claro, ellos buscan mantener los cuerpos únicamente durante los tiempos de velatorios, yo busco mantenerlos para que decoren la sala de estar de alguien para toda la vida— explicó secamente, cruzando las manos por sobre la encimera sin dejar de observar con detalle a quien lo investigaba. Aquél, extendió un papel hacia el cazador, dejando más que claro que no lo tomaba por sospechoso reciente, sino que se había tomado la molestia de indagar lo suficiente antes de ir, y pedir a sus superiores una autorización para poder llegar al fondo del asunto. André devolvió la nota sin gesto alguno, y avanzó pasando por el mostrador hacia la puerta principal del negocio —Supongo que esto tomará tiempo…— dijo a medias, mientras cerraba el lugar para evitar más clientes y pasaba de nuevo hacia la parte posterior —Sígame entonces, por favor— la preocupación de André era nula. En su taller, no se encontraría nada distinto a los materiales que utilizaba para disecar cualquier animal, además de varios moldes de distintos animales que siempre ocupaban el interior de los mismos. Ninguno de ellos tenían hueso o carne adentro, todos eran artificiales a excepción de la piel. Lo único adicional que él poseía allí, era la jaula de plata, pero se encontraba extremadamente limpia y abierta de par de par. — ¿Quiere decirme que es lo que sucede? No me gusta pensar que hay un asesino desquiciado y suelto por París. Ya sabe, tengo un hijo al cual cuidar y él no tiene a nadie más que a mí— comentó como si la situación realmente le preocupara, aunque, la verdad, es que el niño era lo de menos, y dudaba que la madre apareciera. Finalmente, cuando los padres de esta le entregaron el bebé a André, dejaron más que claro que ella no le quería. No obstante, en muchas ocasiones se consiguen verdades, a punta de mentiras.
Luciano Tornabuoni- Vampiro Clase Alta
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