AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sturm und Drang [Privado]
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Sturm und Drang [Privado]
God it's been so long wide awake
that I feel like someone else
But I came back to you broken
And I've been away too long
I hear the words I've spoken
And everything sound so wrong
Su verdadera esencia finalmente estaba despierta. Y como el pequeño pichón de águila saliendo de su cascaron para ver el mundo, se sentía frágil pese a saberse intuitivamente poderoso frente a otros y es que había quedado desprovista del refugio humano que había sido su escudo y sustento por tanto tiempo que no lograba comprender la vida, o siquiera su propia existencia, sin él. El mundo, antes conocido, se presentaba a si mismo tan grande que parecía desolador bajo las primeras luces de la mañana, pero una segunda mirada le rebelo que lo que sentía no era desolación, era hambre, un vacío que reclamaba ser llenado pero que nunca podría ser saciado. Tal era la penuria y naturaleza más primal de aquel ser que respondía al nombre de Belial y que, como Hati persiguiendo la luna y Skroll al sol, solo daría fin a este ciclo cuando los cielos anunciaran el fin del universo y solo entonces, aquel que había sido llamado Ciriatto, guardián del 3er círculo del infierno, por el renombrado Dante Alighieri se liberaría de las cadenas que la oprimían bajo la gran montaña. Fenrir había esperado demasiado entre las sombras, Amarok recorrido todos los lagos por las almas y la piedra que empujaba Sisifo se volvía mas pesada con cada caída, con cada nuevo ascenso ¿realmente estaban destinados a repetirse una y otra vez? Todos aquellos conocimientos parecían demasiado grandes para sostenerlos en sus pequeñas manos, aun prematuras, y temía que en su deambular por el bosque nocturno algo se perdiera para siempre o que las preguntas que dejaban sin resolver atentaran contra su misma cordura y, aun asi, su fuero interno le advertía que aquello era lo correcto, que deambulaba el camino preciso pese a que este le guiara por peligrosas cornisas pues si sus sentidos licántropos le desvelaron el mundo real fuera de los limites humanos, aquel nuevo despertar le abría un nuevo mundo completamente inalcanzable hasta entonces y del que solo había presumido conocimiento como un deber moral y una obligación social. La cúpula espiritual para ella había sido un sueño, un engaño, algo con que soñaba el hombre para no espantarse de si mismo y justificar los actos, una vida posterior a esta era un consuelo y nada más hasta que el cuervo con sus cantos tétricos y sus bailes arrítmicos la elevaron de entre el gentío mortal e ignorante.
Pero de eso ya había pasado unas cuantas horas, su confusión había menguado con cada minuto que se iba y en su lugar había dejado la necesidad imperiosa de resolver aquel conflicto interno, de recuperar el elemento faltante y evitar asi que todo lo que cargaba dentro de si, se desmoronase nuevamente hacia el olvido y las sombras. Ciriatto era después de todo, un demonio egoísta y desinteresado, con el paso de las vidas había dejado de mostrar interés por las funciones de la logia y el resto de los demonios. Salvo por uno. A él se dirigía luego de aquel intenso encuentro con su gemelo alado y de regresar con cierta reticencia a su hogar en busca de algo que cubriera la desnudez con la que había despertado de la maldición de la luna y de su nueva existencia. Sabía que el otro demonio se había obstruido de su verdadera naturaleza por las costumbres y morales humanas de las que había sido víctima vida tras vida. Verla llegar con nada más que su piel le espantaría y causaría un rechazo instantáneo porque así era el hombre de esta época y las pasadas, que ocultaban sus cuerpos de la vista ajena, encerrándose en cuartos y desvistiéndose en la oscuridad como si tuvieran vergüenza de si ellos mismos ¿Realmente era así el hombre al que buscaba? Sus recuerdos más latentes así se lo confirmaban pero algo le decía que no eran más que cuestiones situacionales.
-Tranquilo, puedes quedarte y mandar a los lobos si te sirve de consuelo a tu preocupación. No me hará daño, es un lobato que se viste de cordero, no puede enseñarme los dientes sin destrozar su disfraz y eso, eso le saldría caro. No lo hara– su voz era relajada, ligeramente burlona al pensar que quizás incluso aquel otro lobo no supiera morder, era demasiado elegante para eso, demasiado astuto para enfrentarse abiertamente y hasta Belial podría imaginar que al convertirse en luna llena su figura se asemejaría más a la de un zorro sagaz que a la de un despiadado lobo. Le causaba intriga su comportamiento, le parecía gracioso en cierta medida y por otro lado le resultaba muy reprochable siendo que él le había pedido comportarse como un demonio. Él! Que parecía tan humano a sus ojos y de quien tenía las más difusas memorias teñidas de tan distintos matices! El que apresuraba sus pasos sobre el suelo del bosque que rodeaba el hogar de los Seguier por tal de saciar las ansias que, aunque desconocidas, la empujaron a trepar de un salto al segundo piso al cual ingreso con la pericia y sigilo de quien lleva años en los metodos
-Una biblioteca mas grande que el jardin…-dijo para si al llegar y ver las paredes cubiertas de grandes volúmenes. No le sorprendía, su puesto dentro de los poderes políticos de Toulousse le significaba el tener que estar informado y el ser ignorante podría tenerle costos tanto en su vida mortal como en sus cuentas infernales sin contar que para Ciriatto hubiera sido terriblemente aburrida una existencia junto a alguien inconsciente del mundo, pasada todas las vidas solo podían despertar en ella interés aquellos que tuvieran un valor más allá de la mera carne. Por ello solo podía caer la pareja de Malacoda ¿Cómo se llamaba la fulana? Suspiro, disgustada con su propia olvido, y tomo entre sus dedos un pequeño velero de cristal que llamo su atención. Se sentía como Odiseo tras la guerra, regresando sin saber que esperar, avanzado por un mal caótico y lleno de dificultades solo porque tenía una memoria, difusa y lejana, que le resultaba tentadora. ¿Seguiría Itaca como la recordaba? Se relamió los labios y jugueteo con el frágil objeto, abstraída en pensamientos que la asemejaban al mito y que esperar de aquel encuentro cuando las campanadas de un reloj la despertaron. Volteo rápidamente hacia la puerta pero seguía sola
-Maldito demonio, dormido como un bebe- rodo los ojos dejando el velero en su lugar mientras retomaba el paseo por la casa, dejando que la marca de su hombro la guiara como un iman hacia su par y haciendo pulsar su esencia a medida que se acercaba a los aposentos. Seria imposible de ignorar su presencia oscura y magna que parecía tragarse toda la casa. La gula era en si, una bestia feroz y gigantesca, imposible de ocultar a los ojos que sabían mirar y por supuesto que aquel habia aprendido a reconocer sus llamados.
Última edición por Belial Marcovic el Mar Ene 12, 2016 11:42 am, editado 1 vez
Belial Marcovic- Licántropo Clase Alta
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Localización : En las puertas del 3er averno
Re: Sturm und Drang [Privado]
Como dos ángeles torturados
Por un implacable placer
En el cristal azul del amanecer
Sigamos tras el espejismo.
—Charles Baudelaire.
Por un implacable placer
En el cristal azul del amanecer
Sigamos tras el espejismo.
—Charles Baudelaire.
Desde el último encuentro con Calcabrina y Graffiacane, se hallaba un tanto ansioso y no sólo por el plenilunio, que lo amenazaba constantemente a medida que avanzaban los días, sino más bien por un asunto muy personal. La primera vez que se había topado con el recipiente de Ciriatto en esta vida, las cosas no salieron como las esperaba. Eso dejó un mal sabor de boca en Cagnazzo, quien no se acostumbraba del todo a que su querida Ciriatto lo tratase como cualquier cosa. Podría decirse que entre la cercanía de la luna llena y el desinterés del demonio de la Gula, Cagnazzo no se sentía del todo estable, aunque ante sus superiores era capaz de mostrar lo contario. Los únicos que conocían perfectamente la situación eran, sin duda, su hermana y Calcabrina.
Erinnia había aceptado ayudarlo con Ciriatto, pues, siendo demonios gemelos, ambos parecían compartir las mismas preocupaciones. Sólo que a veces, el cuervo, solía ser un poco menos interesado en ciertos asuntos concernientes a la logia, pero lo que preocupaba a Cagnazzo era más que eso y fue precisamente por esa misma razón que accedió a intervenir. Su dominio de la razón y el pensamiento, era capaz de sacar de las entrañas de la ignorancia a otros demonios. Incluso, a los mismísimos arcángeles de ser necesario.
Los días siguientes a la visita de los otros demonios fueron lo suficientemente pesados como para que se aislara en su residencia a las afueras de París. Los criados ni siquiera se atrevían a acercarse para no incordiar a su amo, pues a Cagnazzo se le notaba el mal humor hasta cuando hablaba. Fue cuando hizo un llamado a su ayudante. Brünhilde, más que ser una inquisidora, se encargaba de colaborar con Cagnazzo en la medida posible, en especial durante los días de luna llena. Mientras tanto, pasaba horas eternas leyendo, distrayéndose de todo lo que molestaba a sus pensamientos. Pero el plenilunio terminó atrapándolo nuevamente bajo su extraño hechizo, ese que tanto el demonio deseaba comprender.
Fue a esa hora maldita en donde la bestia terminó liberándose, escapando de la prisión del alma que lo condenaba. Sólo fue un instante. El instante más confuso que tanto odiaba Cagnazzo, tanto como mortal como demonio. Había acabado en medio de la zona boscosa que rodeaba su propiedad con el cuerpo atormentado por el dolor y las manos manchadas de sangre. A saber quién sería el desafortunado, realmente no le importaba. Sólo quería irse a casa a descansar y olvidar todo aquello que le aumentaba el dolor de cabeza y por supuesto, la marca del demonio que se hallaba en su pecho. El ourobos ardía en su piel como si hubiera sido hecho con hierro caliente.
El malestar terminó sumergiéndole en un extraño letargo cuando por fin logró estar en la comodidad de su lecho. Se dejó arrastrar por el silencio que reinaba en toda la residencia y eso le bastó para estar satisfecho en ese momento. Creyó haber escuchado las campanadas de un reloj, pero las ignoró. Incluso, ignoró el ardor de su sello y continuó en reposo entre las suaves colchas, sin esperar más nada de aquel día.
—Ya deja de sonar —murmuró cuando el reloj dio su última campanada y sólo así volvió a cerrar sus ojos, para poder nuevamente olvidarse de todo.
Cagnazzo- Licántropo Clase Alta
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Localización : En el octavo círculo del infierno
Re: Sturm und Drang [Privado]
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monsters and lovers
and the gory pawns in between.
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they become the same thing.
Emily Palermo - Love in the time of monsters
Guiada por la magia del sello en su espalda, o quizás por el instinto latente aun en su sangre, Belial no tardó en encontrar la puerta del dormitorio principal, aunque no podria decirse que se apuró en hacerlo pues sabía que la noche apenas había empezado y que el sol no los encontraría hasta dentro de unas largas horas para incordiarlos con las preguntas que traía cada amanecer. Si, tenia tiempo y no estaba apurada pero tampoco consideraba que debiera malgastarlo y por ello jamas se detuvo en su recorrido hacia la habitacion. Avanzaba con pasos lentos y tan suaves que no emitían sonido en el suelo de madera por el cual caminaba observando y juzgando todo lo que encontraba con la esperanza de encontrar pistas que le revelaran detalles de hombre, detalles que hasta ese entonces no había visto y sin embargo solo el silencio del hogar, apenas interrumpido por la respiración pesada de sus habitantes, fue de su interés. Era sospechoso, era preocupante pero de cierta forma; divertido.
Se deslizo dentro de la habitación como bien lo podría haber hecho un fantasma, sin dejar rastros, y volvió a cerrar la puerta antes de que la luz del pasillo hubiera logrado despertar al bello durmiente de rizos dorados. Podía sentir a su corazón latir lento, pesado y en paz como suelen hacer los corazones cuando se encuentran libres del stress de la vida diaria y la mente puede encontrar descanso en la oscuridad del mundo onírico donde no existen pensamientos complejos, solo reminiscencias del deseo que explotaban frente a los ojos ¿Serian los demonios capaces de soñar? ¿con que soñaría quien protegía el octavo circulo? Aun moviéndose con la suavidad necesaria para no interrumpir en el profundo silencio nocturno, se acerco hasta su objetivo para observar sus facciones relajadas. Que fácil sería clavar un puñal de plata en su corazón!
Sorprendentemente, no se hallaba allí para ello
Con parsimonia y cuidado de no despertarle, bajo sus fatales garras, aquellas que tantos cambiaformas habían matado con facilidad, solo para acariciar la columna vertebral con el filo de sus uñas como si estuviera haciendo una perfecta e invisible incisión en la espalda del hombre mientras recorría con la mirada, tranquila y curiosa, la figura que tenía delante, los músculos que subían y bajaban con cada respiración, el cabello desordenado y las pequeñas marcas que aun dejaba la luna llena sobre él. Sonrió para sí y descendió la mano libre sobre la diestra del hombre para evitar que no la golpease, alertado por un súbito despertar y la figura extraña en su habitación que ahora se entretenía subiendo y bajando sus manos por el cuello, jugando con los rizos que se formaban en la base de la nuca –Pobre mi cachorro, ¿La luna te sigue castigando?– susurro contra su oído, descendiendo el cuerpo lo suficiente para acuchillarse a un lado del lecho y que sus miradas se encontrasen para así poder buscar en ellas al demonio del otro, reconociendo en aquellas orbes nuevas, en aquel cuerpo nuevo, el alma que les correspondía y había faltado durante siglos
-No te preocupes, he venido por ti-
Última edición por Belial Marcovic el Vie Jun 03, 2016 9:36 am, editado 1 vez
Belial Marcovic- Licántropo Clase Alta
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Re: Sturm und Drang [Privado]
Cada músculo de su cuerpo se iba relajando de manera lenta, conforme pasaban los minutos; apenas había salido de aquel trance en el que lo sumergía la luna llena en cada mes. Sólo quería alejarse de todos y quedarse refugiado en el silencio de una habitación hundida en completa oscuridad. El más mínimo ruido lo molestaba, era como un zumbido dentro de su oído, que sacudía el tímpano y le causaba un terrible dolor de cabeza. Aquellos días no los pasaba particularmente bien y prefería dormir las horas que su cuerpo necesitara para rehabilitarse. Ni siquiera sus empleados le molestaban. Tenían ordenes estrictas de no hacerlo y quien se hacía cargo de las cosas de Cagnazzo durante ese tiempo, era Brünhiilde, su mano derecham tanto en la logia, como en sus asuntos políticos.
No supo exactamente qué tanto logró descansar. La marca en su pecho, aquel ouroboros maldito, ardía como si lo estuvieran grabando a fuego vivo y no lograba permanecer tan relajado como quería. Era la primera vez, en tanto tiempo, que el sello le causaba tanto malestar luego del plenilunio. Pero no quería pensar demasiado, estaba agotado, adolorido y exhausto. La cantidad de energía que le consumía cada transformación era exagerada, y eso, sin duda, le drenaba todo motivo para seguir en pie.
Pero su sueño se vio perturbado por algo más. No quiso abrir los ojos de momento, sin embargo, aquella sensación en su espalda y la presencia familiar a su lado, despertaron su curiosidad.
Giró su rostro y abrió los ojos con pereza, para encontrarse de frente a una mirada conocida, a una esencia que había anhelado desde su despertar en este mundo. No dijo nada, sólo la miró extrañado, sin comprender porque estaba ahí y justo en ese momento. ¿Graffiacane la había llevado hasta ahí? Cabía la probabilidad de que así fuera, pues, en su último encuentro con su gemela, ésta le hizo mención que intervendría en el despertar de Ciriatto y ahora que veía a su par a su lado, supo que el cuervo había cumplido con sus designios.
Exhaló y se tomó su tiempo para hablar. Intentó incorporarse, pero su cuerpo no quiso responder en ese momento, así que sólo permaneció en la misma postura.
—Ciriatto —susurró, con la voz ronca, mientras volvía a cerrar los ojos—. Finalmente has venido... —Dijo, estrechando la mano que sujetaba la suya. Era una forma de reconocer que no estaba soñando—. Aunque, no es el mejor momento. ¿Fue Graffiacane?
Era agradable verla ahí, pese a que no se encontraba con tan buen ánimo como de costumbre. Sus encuentros anteriores no habían resultado tan buenos, pero esta vez era diferente, pudo verlo en sus ojos y eso era más que suficiente para mantener la calma. Jaló de su mano en lo que se acomodaba, permitiendo que el cuerpo femenino se recostase cerca del suyo.
—¿No te han dicho que es de mala educación despertar a alguien mientras duerme?
No supo exactamente qué tanto logró descansar. La marca en su pecho, aquel ouroboros maldito, ardía como si lo estuvieran grabando a fuego vivo y no lograba permanecer tan relajado como quería. Era la primera vez, en tanto tiempo, que el sello le causaba tanto malestar luego del plenilunio. Pero no quería pensar demasiado, estaba agotado, adolorido y exhausto. La cantidad de energía que le consumía cada transformación era exagerada, y eso, sin duda, le drenaba todo motivo para seguir en pie.
Pero su sueño se vio perturbado por algo más. No quiso abrir los ojos de momento, sin embargo, aquella sensación en su espalda y la presencia familiar a su lado, despertaron su curiosidad.
Giró su rostro y abrió los ojos con pereza, para encontrarse de frente a una mirada conocida, a una esencia que había anhelado desde su despertar en este mundo. No dijo nada, sólo la miró extrañado, sin comprender porque estaba ahí y justo en ese momento. ¿Graffiacane la había llevado hasta ahí? Cabía la probabilidad de que así fuera, pues, en su último encuentro con su gemela, ésta le hizo mención que intervendría en el despertar de Ciriatto y ahora que veía a su par a su lado, supo que el cuervo había cumplido con sus designios.
Exhaló y se tomó su tiempo para hablar. Intentó incorporarse, pero su cuerpo no quiso responder en ese momento, así que sólo permaneció en la misma postura.
—Ciriatto —susurró, con la voz ronca, mientras volvía a cerrar los ojos—. Finalmente has venido... —Dijo, estrechando la mano que sujetaba la suya. Era una forma de reconocer que no estaba soñando—. Aunque, no es el mejor momento. ¿Fue Graffiacane?
Era agradable verla ahí, pese a que no se encontraba con tan buen ánimo como de costumbre. Sus encuentros anteriores no habían resultado tan buenos, pero esta vez era diferente, pudo verlo en sus ojos y eso era más que suficiente para mantener la calma. Jaló de su mano en lo que se acomodaba, permitiendo que el cuerpo femenino se recostase cerca del suyo.
—¿No te han dicho que es de mala educación despertar a alguien mientras duerme?
Cagnazzo- Licántropo Clase Alta
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Re: Sturm und Drang [Privado]
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Emily Palermo - Love in the time of monsters
Por unos minutos, se quedo en silencio esperando que el lobo abriese los ojos mientras observaba las facciones relajadas del durmiente y se preguntaba si en todas las ocasiones, el plenilubio lo vencía de tal manera. Le preocupaba lentamente que, como ella, otros pudieran entrar a su morada y lo encontraran como una presa mas que dispuesta a ser asesinada y, a su vez, encontraba irrisorio que un lord, un demonio se encontrase tan indefenso como un niño, con sus bucles dorados desordenados y las orbes verdes aun empañadas de sueño intentando reconocer el rostro de la mujer que le devolvía la mirada con curiosidad. Era extraño e inquietante reconocer a alguien de quien no se tenían mas que una puñada de recuerdos, con distintas caras y voces. Incluso el color en sus ojos era distinto pero estaba segura que reconocía el destello con el que miraba, las formas en su aura le eran familiares a un nivel mas primigenio que el de sus sentidos.
-Fue Grafficante- afirmo mientras el hombre volvía a cerrar los ojos –Ella me despertó cuando el sol apenas rompía el horizonte, así que yo vengo a despertarte cuando la luna ya esta en posición. Podría decirse que es una mala costumbre que ella me ha enseñado. luego deberías darle las gracias– dijo con cierto humor en la voz y una sonrisa torciendo sus labios que desapareció tan pronto noto que el hombre volvía a deslizarse hacia el mundo de los sueños –Aunque, aparentemente, ella tiene mas éxito que yo ¿Es la luna siempre tan tormentosa contigo? Pensaba en alimentarme de tus energías pero me parece que se han adelantado...Al parecer los demonios seguimos sin ser contrincantes para los astros que todo lo ven– dijo con cierta ironia y beso los nudillos del hombre como si se tratara de un convaleciente, dándole luego dos palmaditas –duerme Cagnazzo – se levantó dispuesta a retirarse y dejarlo descansar hasta la llegada del amanecer cuando sitio que estiraban de su mano y se encontró con que el licántropo se había movido hacia un lado, dejando un espacio en el que suponía entraba – O no…- Una sonrisa petulante se poso en sus labios por unos segundos mientras ella se sentaba en el espacio libre y se inclinaba sobre el hombre, sin llegar a apoyar su peso sobre el -¿No te han enseñado a ti que es de mala educación atraer una dama a tus cuartos cuando apenas puedes mantenerte despierto? – le devolvió la pregunta que el había hecho hace unos minutos y aunque a Belial las reglas sociales le importasen lo suficiente para hacer sentir incomoda a Ciriatto, el demonio se divertía parodiándolas lo suficiente para acercar sus labios a la marca en el pecho masculino y besarla, reconociéndola pese a que meros meses atrás renegara de ella y hubiera incurrido a artilugios oscuros para negarla. La serpiente en su homoplato latía con calma, como un segundo corazón con ritmo propio – Duerme o despierta para mi– susurro con los ojos esmeraldas clavos en las facciones ajenas
–Bien sabes que no me gustan más los terrenos intermedios que la espera pero sea ahora o a la luz del alba, regresare por lo que es mio. Ahora que he despertado, tengo la eternidad a mis pies- entrecerró los ojos y acaricio lentamente la piel ajena presionando los dedos como si quisiera sujetarlo con violencia pero una fuerza superior la detuviera –pero mi naturaleza es egoísta, avariciosa e insaciable y no me dejara aguardar demasiado sin demandar en demasia, es ironico– ahí estaba la sonrisa de nuevo, seguía sin ser cálida o amigable pero era por primera vez, genuina. Estaba divertida con la situación y a cada segundo que pasaba en contacto con su par, recordaba mas de aquella alma con la que se encontraba después de tantas vidas.
Última edición por Belial Marcovic el Vie Ago 19, 2016 11:30 pm, editado 1 vez
Belial Marcovic- Licántropo Clase Alta
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Re: Sturm und Drang [Privado]
El malestar causado por el transcurso del plenilunio dejó de ser algo tormentoso en ese momento. Al parecer, la presencia de Ciriatto era más reconfortante que cualquier velada; saber que ella había despertado por completo lo tranquilizaba de alguna manera. Había esperado por mucho ese momento y finalmente se dio. Ahí supo que no fue su dictamen, sino el del propio destino, el que se encargó de elegir la ocasión en la que el esbirro del tercer círculo despertara. Su alma se estremeció ante el repentino descubrimiento, pues, una vez más, todos aquellos antiguos profetas, sabios y sacerdotes del mundo ancestral, tenían razón, y ni siquiera él, uno de los guardianes del inframundo, podía escapar de los hilos que tejían las manos invisibles del universo.
Respiró hondo y exhaló, como modo de calmar sus pensamientos. Ahora tenía que centrarse en lo ocurrido, y ese sólo hecho debía mantenerlo en calma, a pesar del malestar que invadía sus músculos.
—Graffiacane —repitió para sí mismo—, te despertó tal y como pensé que lo haría. Después de todo, nuestra conexión le permitió saber lo oculto. Espero que no haya sido muy tormentoso, no es muy... delicada.
Hizo una mueca al reconocer que la luna siempre terminaba ganando. Por más que le pedía a la alquimia explicaciones y algunas respuestas sobre su condición, ésta nada podía hacer ante el inmenso poder del astro nocturno. Eso había sido otro golpe bajo para su orgullo, pero evitó mostrarse indignado ante su acompañante, simplemente prefirió ignorar todo aquel asunto. Sólo estrechó más la mano de Ciriatto y cuando la tuvo más cerca, sonrió complacido.
—Entonces lo admito, soy un maleducado. No, somos unos maleducados —dijo con tono burlón, observando las acciones de la mujer, al instante en que recorría su espalda con la mano—. Despertar me parece una buena opción. Ya he descansado suficiente; supongo que tú también.
Clavó su mirada en la de Ciriatto, reconociéndola y deseándola una vez más. Su mano se detuvo en la cintura de su acompañante, presionando un poco aquella piel por encima de la tela que la cubría. Fue entonces cuando decidió sujetar el rostro de ella con ambas manos, atrayéndolo al suyo para poder besar sus labios con calma, dedicándose sólo a disfrutar de la cercanía.
—Después de todo eres quien guarda el círculo de la gula, ¿no? —murmuró sobre sus labios, mientras acariciaba sus facciones con la punta de los dedos—. Yo también me cansé de esperar —susurró—, y mi paciencia ha llegado a su límite. —Colocó una mano sobre el hombro en el que descansaba el ouroboros de Ciriatto, descubriendo luego aquella marca maldita, observándola con curiosidad y con los ojos brillantes—. Vuelve a mí...
Volvió a mirarla a los ojos, en completo silencio, como si las palabras no hicieran falta en ese momento, sólo sus esencias eran capaces de expresar lo que sentían. Eran dos almas errantes que se volvían a encontrar en este mundo falaz. Cagnazzo ya no quería soltarla más. En ese momento, todo cuanto se relacionaba con la logia y los intereses de ésta, dejaron de tener interés. Tampoco quería dejar pasar la ocasión; ella lo había buscado en su despertar, no podía rechazarla, tampoco deseaba hacerlo.
Respiró hondo y exhaló, como modo de calmar sus pensamientos. Ahora tenía que centrarse en lo ocurrido, y ese sólo hecho debía mantenerlo en calma, a pesar del malestar que invadía sus músculos.
—Graffiacane —repitió para sí mismo—, te despertó tal y como pensé que lo haría. Después de todo, nuestra conexión le permitió saber lo oculto. Espero que no haya sido muy tormentoso, no es muy... delicada.
Hizo una mueca al reconocer que la luna siempre terminaba ganando. Por más que le pedía a la alquimia explicaciones y algunas respuestas sobre su condición, ésta nada podía hacer ante el inmenso poder del astro nocturno. Eso había sido otro golpe bajo para su orgullo, pero evitó mostrarse indignado ante su acompañante, simplemente prefirió ignorar todo aquel asunto. Sólo estrechó más la mano de Ciriatto y cuando la tuvo más cerca, sonrió complacido.
—Entonces lo admito, soy un maleducado. No, somos unos maleducados —dijo con tono burlón, observando las acciones de la mujer, al instante en que recorría su espalda con la mano—. Despertar me parece una buena opción. Ya he descansado suficiente; supongo que tú también.
Clavó su mirada en la de Ciriatto, reconociéndola y deseándola una vez más. Su mano se detuvo en la cintura de su acompañante, presionando un poco aquella piel por encima de la tela que la cubría. Fue entonces cuando decidió sujetar el rostro de ella con ambas manos, atrayéndolo al suyo para poder besar sus labios con calma, dedicándose sólo a disfrutar de la cercanía.
—Después de todo eres quien guarda el círculo de la gula, ¿no? —murmuró sobre sus labios, mientras acariciaba sus facciones con la punta de los dedos—. Yo también me cansé de esperar —susurró—, y mi paciencia ha llegado a su límite. —Colocó una mano sobre el hombro en el que descansaba el ouroboros de Ciriatto, descubriendo luego aquella marca maldita, observándola con curiosidad y con los ojos brillantes—. Vuelve a mí...
Volvió a mirarla a los ojos, en completo silencio, como si las palabras no hicieran falta en ese momento, sólo sus esencias eran capaces de expresar lo que sentían. Eran dos almas errantes que se volvían a encontrar en este mundo falaz. Cagnazzo ya no quería soltarla más. En ese momento, todo cuanto se relacionaba con la logia y los intereses de ésta, dejaron de tener interés. Tampoco quería dejar pasar la ocasión; ella lo había buscado en su despertar, no podía rechazarla, tampoco deseaba hacerlo.
Cagnazzo- Licántropo Clase Alta
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Re: Sturm und Drang [Privado]
La sonrisa de la licantropa se ensancho al escuchar el comentario del lobo mientras dejaba que sus dedos exploraran su rostro y segundos después, la marca del ouroboros que afirmaba que se trataba de ella y no de un espejismo creado por todas las vidas que se había salteado, o quizas por la luz de la luna, siempre caprichosa con los enamorados y los hijos que pendian de ella como agujas de un reloj. Pero, finalmente, ella era tan real como él y Ciriatto, que había dormido durante siglos en cuerpos mortales, encontraba difícil creer el re-encuentro que el destino les ofrecía sin hacerles pagar mas que con años, las atrocidades que había cometido cada uno en sus vidas anteriores y que solo podían superarse por las oscuras faenas que acometían al reencontrarse como dos fuerzas imparables e ingobernables de la naturaleza, caprichosas y sin embargo, plenamente estrategicas en su hacer. Pero no iba de aquello esa noche, ni de demonios ni de destrucción, mucho menos de una logia de la cual ella ya había olvidado el nombre. Iba de algo tan simple como del re-encuentro con uno mismo y las partes que parecían perdidas en el mar del tiempo pero que siempre regresaban con la marea de los recuerdos.
-Me parece lo más correcto, somos demonios después de todo ¿No? Viciosos, avariciosos...- sus labios susurraban las palabras sobre los ajenos, aun disfrutando del calor que estos emanaban al besarla y desenado repetir aquel gesto pero deteniéndose solo para concentrarse y grabar en su memoria, los gestos relajados y tranquilos del hombre que por primera vez la reconocía, sin gruñidos, sin cejas arqueadas y expresiones de disgusto que regresarían con la llegada del sol y todo lo que ello significaba. Por muy irónico que resultara y sin importar cuantos escalones sociales trepasen, las tinieblas de la noche seguían siendo su único y verdadero refugio
-Estoy aquí, junto a ti– respondió, escondiendo la sonrisa burlona detrás de un beso lento y suave pero que termino demasiado rápido para cualquiera de los involucrados mientras se estiraba para alcanzar a susurrar en su oído –Salvo quisieras decir otra cosa- aclaro, riendo despacio y provocadora, mientras subía las manos por el amplio torso masculino, despacio y con calma, hasta alcanzar los hombros masculinos los cuales comenzó a presionar levemente, convirtiendo las caricias en masajes circulares que jugaban a correr por los brazos masculinos, aliviando la tensión y el dolor que habitaba en ellos –Relájate, déjame encargarme – susurro contra su piel, interrumpiendo la hilera de besos que bajaban por su cuello para observar los ojos azules que la observaban y sonriendo con orgullo al ver como su imagen se reflejaba en ella. Sus manos enmarcaron el rostro de aquel pérfido angel para poder ella besarlo a gusto, como habia deseado hacerlo desde que habia entrado en aquella habitación, sabiendo que desde entonces, podría llamarlo suyo.
-Me parece lo más correcto, somos demonios después de todo ¿No? Viciosos, avariciosos...- sus labios susurraban las palabras sobre los ajenos, aun disfrutando del calor que estos emanaban al besarla y desenado repetir aquel gesto pero deteniéndose solo para concentrarse y grabar en su memoria, los gestos relajados y tranquilos del hombre que por primera vez la reconocía, sin gruñidos, sin cejas arqueadas y expresiones de disgusto que regresarían con la llegada del sol y todo lo que ello significaba. Por muy irónico que resultara y sin importar cuantos escalones sociales trepasen, las tinieblas de la noche seguían siendo su único y verdadero refugio
-Estoy aquí, junto a ti– respondió, escondiendo la sonrisa burlona detrás de un beso lento y suave pero que termino demasiado rápido para cualquiera de los involucrados mientras se estiraba para alcanzar a susurrar en su oído –Salvo quisieras decir otra cosa- aclaro, riendo despacio y provocadora, mientras subía las manos por el amplio torso masculino, despacio y con calma, hasta alcanzar los hombros masculinos los cuales comenzó a presionar levemente, convirtiendo las caricias en masajes circulares que jugaban a correr por los brazos masculinos, aliviando la tensión y el dolor que habitaba en ellos –Relájate, déjame encargarme – susurro contra su piel, interrumpiendo la hilera de besos que bajaban por su cuello para observar los ojos azules que la observaban y sonriendo con orgullo al ver como su imagen se reflejaba en ella. Sus manos enmarcaron el rostro de aquel pérfido angel para poder ella besarlo a gusto, como habia deseado hacerlo desde que habia entrado en aquella habitación, sabiendo que desde entonces, podría llamarlo suyo.
Belial Marcovic- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/08/2012
Localización : En las puertas del 3er averno
Re: Sturm und Drang [Privado]
¿Era una ilusión? No, era bastante real. Ciriatto, su Ciriatto, estaba ahí, con él, como tenía que haber sido siempre. Pero por razones obvias, las cosas no salían como se querían, ni siquiera para alguien como él. Cagnazzo no estaba en su mejor momento, lo reconocía, pero la única presencia de su par, aliviaba todo el malestar físico que podía sentir en ese instante. Todas las consecuencias del plenilunio quedaban reducidas a cenizas ante la compañía de ella. Sí, lo admitía, se sentía como un maldito adolescente, cosa que lo hizo reír un poco. Era absurdo, lo tenía en cuenta. Sin embargo, ni ellos, por ser demonios, escapaban de los apetitos mundanos y de las consecuencias que éstos traían. Podía hacer una excepción, sólo por tratarse de Ciriatto; nada perdería con ello, más bien, obtendría ganancias. Sus ouroboros se atraían mutuamente, queriendo unirse en una danza efímera.
La observaba con la sonrisa marcada en el rostro, contemplando sus facciones, reconociéndola cada vez más. Deseaba tenerla más cerca y ser capaz de unirse a su piel, pero supo esperar. La paciencia debía ser, sí o sí, una virtud en ese instante tan particular. Quiso saborear nuevamente sus labios; acarició sus hombros, descendiendo suavemente por los brazos, deteniéndose luego en su cintura. ¡Cómo le estorbaba aquella desgraciada tela en ese momento!; no obstante, sólo hizo presión con la mano, como si estuviera a punto de desgarrarla.
Se contuvo, tuvo que hacerlo. No quería llevar las cosas tan rápido.
—Uhm, ¿viciosos? —murmuró, dejando escapar una risa corta—. Quizás yo sea vicioso, pero del trabajo. —Pudo seguir quejándose, pero fue silenciado por un corto beso. Simplemente cerró sus ojos y disfrutó en silencio de las atenciones de su compañera—. De acuerdo, tú ganaste. Me cerraste la boca por un instante; eso es algo digno de admirar. Sin embargo...
Guardó sus palabras, sus labios apenas se curvaron, sin revelar sus verdaderas intenciones. Se quedó quieto, por unos minutos más, mientras recibía las caricias como terapia única a los dolores que sufrían sus músculos luego de haber sufrido una desagradable transformación. Sólo se tomaba su tiempo; el necesario para hacer lo que tenía pensado. Cuando lo creyó conveniente, sujetó con firmeza la cintura de Belial, e irguiéndose un poco, tomó el impulso necesario para hacerla quedar sobre el lecho, siendo él quien estuviera en la posición contraria.
—Sin embargo, yo también deseo encargarme. Ya has hecho mucho, deberías descansar —mencionó con tono burlón, recorriendo cada centímetro de su cuerpo con la mirada—. No sé qué clase de maleficio es este. Supongo que será de esos que no se pueden “disfrutar” siempre, así que, si me permites, me aprovecharé. —Se inclinó lo suficiente para darle un beso corto, centrándose luego en recorrer la piel de su cuello con los labios—. Sólo será una pequeña recompensa... Para ambos —murmuró sobre su piel, mientras que, con las manos, recorría lentamente su cintura, viajando a través de ésta hasta llegar a una de sus piernas—. No quiero perder la ocasión de tenerte nuevamente. Quizás luego vuelvas a escaparte...
La observaba con la sonrisa marcada en el rostro, contemplando sus facciones, reconociéndola cada vez más. Deseaba tenerla más cerca y ser capaz de unirse a su piel, pero supo esperar. La paciencia debía ser, sí o sí, una virtud en ese instante tan particular. Quiso saborear nuevamente sus labios; acarició sus hombros, descendiendo suavemente por los brazos, deteniéndose luego en su cintura. ¡Cómo le estorbaba aquella desgraciada tela en ese momento!; no obstante, sólo hizo presión con la mano, como si estuviera a punto de desgarrarla.
Se contuvo, tuvo que hacerlo. No quería llevar las cosas tan rápido.
—Uhm, ¿viciosos? —murmuró, dejando escapar una risa corta—. Quizás yo sea vicioso, pero del trabajo. —Pudo seguir quejándose, pero fue silenciado por un corto beso. Simplemente cerró sus ojos y disfrutó en silencio de las atenciones de su compañera—. De acuerdo, tú ganaste. Me cerraste la boca por un instante; eso es algo digno de admirar. Sin embargo...
Guardó sus palabras, sus labios apenas se curvaron, sin revelar sus verdaderas intenciones. Se quedó quieto, por unos minutos más, mientras recibía las caricias como terapia única a los dolores que sufrían sus músculos luego de haber sufrido una desagradable transformación. Sólo se tomaba su tiempo; el necesario para hacer lo que tenía pensado. Cuando lo creyó conveniente, sujetó con firmeza la cintura de Belial, e irguiéndose un poco, tomó el impulso necesario para hacerla quedar sobre el lecho, siendo él quien estuviera en la posición contraria.
—Sin embargo, yo también deseo encargarme. Ya has hecho mucho, deberías descansar —mencionó con tono burlón, recorriendo cada centímetro de su cuerpo con la mirada—. No sé qué clase de maleficio es este. Supongo que será de esos que no se pueden “disfrutar” siempre, así que, si me permites, me aprovecharé. —Se inclinó lo suficiente para darle un beso corto, centrándose luego en recorrer la piel de su cuello con los labios—. Sólo será una pequeña recompensa... Para ambos —murmuró sobre su piel, mientras que, con las manos, recorría lentamente su cintura, viajando a través de ésta hasta llegar a una de sus piernas—. No quiero perder la ocasión de tenerte nuevamente. Quizás luego vuelvas a escaparte...
Cagnazzo- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/10/2014
Localización : En el octavo círculo del infierno
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