Diario de Vida - Ciara Conti

por **Melodie Aissaguer** Mar Dic 01, 2015 7:31 pm

Pudo sentirse inexplicablemente libre, el sol le acariciaba el rostro y una suave briza se colaba por el ventanal. Inspiró profundamente y sonrió, desperezándose, como hacía años no lo hiciera.

Su mirada recorrió la estancia y la reconoció, se encontraba en la mansión que fuera de su marido, en Edimburgo ¿pero como había llegado allí? ¿acaso el secuestro, y aquel delincuente que le provocaba escalofríos, habían sido una pesadilla, tan solo? ¿o por el contrario, la triste realidad, era que estaba soñando en ese preciso momento? sacar esa conclusión, provocó en Ciara un dolor en mitad del estomago.

Negó enérgicamente con la cabeza, mientras comenzaba a vestirse. No le pareció extraño que la doncella se encontrara ausente, pues muchas veces, prefería hacerlo sola, claro, cuando no usaba ropa complicada de vestir, o que su cierre estuviera en la parte posterior del vestido. Mas cuando se contempló en el espejo que existía en la habitación, notó que su atuendo llevaba corsé, ese pequeño detalle le tendría que haber indicado que todo era una ilusión, pero en verdad la joven inglesa se negaba a despertar.

En su sueño, bajó las escaleras de su mansión, el que se encontraba ya decorado para la navidad, con su hogar encendido, y crepitantes bellotas de los pinos, que explotaban en el calor de las llamas, liberando agradable perfume a bosque. Su alma brillaba de felicidad, pues por una vez, en mucho tiempo se sintió feliz.

Un murmullo, un suave coro de niños cantando villancicos la hizo acercarse a la cristalera y contemplar el paisaje nevado. Afuera, tres niños jugaban con un hombre en el jardín trasero. Con sus cabecitas enfundadas en gorros de colores vivos, mechones de rubios cabellos, le llamaron la atención, pues se parecían a los suyos, aunque la profundidad de sus miradas le recordaron a alguien, pero no pudo desvelar a quien. Los infantes reían batallando con bolas de nieve, luego de haber creado un enorme muñeco de nieve.

Ciara, sintió que el corazón le daba un vuelco, cuando los niños la descubrieron y la llamaban para que se uniera a ellos, gritándole "mamá", se acercó a ellos, mientras el hombre que los acompañaba, seguía intentando colocar una zanahoria a modo de nariz en la cabeza del muñeco. Los pequeños la rodearon y contaron, como habían logrado crear el hombre de nieve, - papá nos ayudó - dijo el mas pequeño, abrazándose luego a ella, rodeándola con sus brazos a la altura de las piernas, - eso está muy bien - susurró, acariciando la rubia cabellera que se escapaba por debajo del gorro. Se preocupó que tuvieran frío, y pensó que sería mejor seguir la diversión adentro, junto al fuego. - Creo que sería mejor entrar... ¿no lo cree? - sugirió, a es hombre que seguía dándole la espalda.

La voz grave, que oyó provenir de aquel hombre que le daba la espalda, mientras concedía a su petición, la hizo estremece, en un segundo se encontró a escasos milímetro aquel sujeto, fue en ese instante cuando éste se giró, para abrazarla y besarle en la mejilla y luego los labios. Ciara no pudo dejar de gritar, al reconocer, quien se suponía era su pareja, y el padre de sus hijos, con sus ojos abiertos y la piel pálida como la de un fantasma, reconoció a su captor.

Despertó gritando, aunque de su boca no salió ni un solo sonido. Su corazón desbocado, retumbaba en sus oídos, tanto como en su pecho. Se acurrucó en el camastro, replegando sus piernas al vientre y clavando su mentón en las rodillas, aún estaba temblando. Una queja leve y un suspiro, como resignado,la hizo recordar que no estaba sola. Le descubrió, acurrucado durmiendo a su lado, aquel hombre, llamado Demetrio, dormía, extenuado por el cansancio de intentar ser fuerte y poder dominar a la joven. Le observó con detenimiento, un mechón del renegrido cabello ocultaba sus ojos, al igual que la barba espesa, disimulaba aún mas sus facciones.

Logró acomodarse mejor, mientras le continuaba contemplando, ¿como podía haber soñado con algo tan hermoso, uno de sus sueños mas deseados, y su captor ser parte de éste? Eso era descabellado, pues se trataba de un ser por demás peligroso, aunque en ese momento pareciera un ángel que dormía a su lado. Sonrió con tristeza, - definitivamente me estoy volviendo loca... Dios, que logre conseguir lo que busca y me deje libre, porque ésto no es correcto, no es sano - suspiró, recordando el sueño y el papel que cada uno desarrollaba en éste. Sus mejillas se colorearon al pensar en el beso casto en la mejilla. Se tomo la sien con sus manos, en clara señal de pensar que estaba delirando. Descubrió entonces que, su captor, la había soltado para que ella también pudiera descansar.

Tenía la oportunidad de huir, de hacer que lo detuvieran, pero perpleja, lo único que atinó, fue acomodar la única y andrajosa manta, sobre los hombros de Demetrio, para que no tuviera frío. Su mano temblorosa, acomodó el mechón que caían en el rostro masculino y sonrió, - estaré loca, pero lograré que puedas ser libre, no solo de los que te persiguen, sino... de ti mismo - le susurró, volviendo a acariciar los cabellos.

por **Melodie Aissaguer** Miér Abr 04, 2018 6:48 pm

Los días transcurrían lentos, como los rayos del sol en las tardes de verano. Su captor, se había convertido en su protegido, pues al enfermar, la única que podía cuidar de él era Ciara, y aunque pensó muchas veces huir, algo en su alma se lo impedía.

Sentada a su lado, velando el sueño intranquilo del enfermo, solía contemplarle largamente, pensando cual sería la historia tras el hombre que se presentara ante ella de manera tan agresiva y privándola de su libertad. Con su mirada en los parpados perlados de su captor, Ciara mordió sus labios, en un acto reflejo, mientras con sus manos rodeaba sus piernas hundiendo su mentón en mitad de las rodillas. - Si tan solo pudiera saber mas de ti - susurró, sin quitar sus ojos en el rostro sudoroso de Demetrio. Suspiró, cerrando sus ojos, - ¿Como un total extraño, puede llegar a importarnos tanto, hasta el punto de no poder dejarlo a su suerte? - se preguntó, elevando sus parpados, descubriendo nuevamente aquel rostro que parecía luchar una batalla, demasiado distante para entenderla.

Inspiró largamente, inclinó su cabeza hacia atrás, exhalando, mientras se permitía dejar volar su imaginación, intentando comprender el porqué un hombre terminaba de aquella manera, con una mano amputada, una fiebre altísimo, producto de las heridas recibidas, que en su locura, la arrastrara hasta ese edificio en ruinas. Sin poder encontrar una solución a su pensamientos, volvió a llevar su cabeza hacia delante, dejando que ésta descansara en sus rodillas. - Debes mejorar, no estamos seguros aquí, los días han pasado, no tenemos alimentos, no puedo mas que cuidar torpemente de ti... necesitamos llegar a un lugar seguro, en el cual no puedan encontrarte... - caviló, hablando como si en verdad él pudiera escucharla. - Si no despiertas pronto, deberé dejarte para buscar ayuda - susurró, - no tienes que temer, no te abandonaré, aunque pueda parecer una mentira, estoy segura que si has cometido pecados, fue la circunstancia la culpable de ellos -, el no podía escucharla, pero Ciara, prefería pensar que de alguna manera, él podría entender que no todos los seres humanos pagaban con la misma moneda los agravios recibidos.

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