AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sangre de loba ||Privado
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Sangre de loba ||Privado
Lo que hacemos por nosotros mismos muere con nosotros,
lo que hacemos por los demás y por el mundo
permanece y es inmortal.
—Albert Pike
lo que hacemos por los demás y por el mundo
permanece y es inmortal.
—Albert Pike
No le gustaban las noches sosegadas, las temía. Desde siempre había oído que era precisamente en esas noches tranquilas y calmadas, cuando los demonios tras las sombras acechaban, esperando su turno, su tributo de sangre a las confiadas almas que se atrevían a adentrarse en la oscuridad de esas tardías horas. Por ello, y por evitar preocupar a su familia; a su manada, era que acostumbraba a salirse mucho antes que la noche llegase a su cenit en el cielo del orfanato en que trabajaba como voluntaria. Y así debía de haber sido. No obstante, aquella noche toda había sido distinto. El día no había salido como esperaba y atendiendo una urgencia de último momento, había tenido que quedarse atendiendo a uno de los pequeños más enfermo que no había querido que ella se alejase de su lado, no hasta quedarse completamente dormido a su lado. La joven que amaba a aquellos pequeños que en poco tiempo se habían convertido en su segunda familia, se había encontrado con la imposibilidad de negarse. Y Lenore, que ante todo tenía buen corazón y un lado protector muy fuerte, inmediatamente se había encontrado acunando al niño enfermo en su regazo mientras esta con cariño y mimo le contaba una de sus famosas historias sobre dragones y hadas, y también, de princesas y reyes. No había tardado en dormirse en sus brazos el pequeño de cinco años, con una sonrisa lo depositó en su propia cama y lo tapó con mimo. Lenore salió de las ultimas del lugar reacia a irse, pero sabiendo que mañana regresaría a verle y a cuidarle, al final había encontrado ese último empujoncito para irse y encaminar camino hasta su hogar; El bosque.
Sus pasos ahora la dirigían hacia las afueras de París, había pasado minutos antes la última calle habitada por las grandes mansiones de la zona y finalmente, internándose en el bosque oscuro de París, se había encaminado hacia su destino. La joven miró hacia el cielo cuando la primera gota resbaló por su mejilla y maldiciéndose, se abrazó más a su abrigo, temiendo quedarse congelada. El cielo estaba encapotado de nubes grises, y sin dejar pasar apenas los rayos de la luz de la luna para alumbrar el camino, eso solo podía significar que la lluvia no tardaría en llegar, o a malas, que una tormenta estaba por llegar. «Mierda, mierda, me he metido en un gran lío» se dijo al pensar en lo molesto que estaría su padre cuando además de llegar tarde y sola, llegase empapada por la lluvia que empezaba ligeramente a caer en forma de pequeñas gotas. Su padre antes de salir esa mañana ya le había avisado de que para esa noche los vientos del norte parecían embravecidos y que con ellos, podrían llevar precipitaciones sobre sus tierras. Obviamente, en su terquedad, no le había hecho caso y le había asegurado llegar antes de que la primera gota de lluvia mojase el suelo.
Y con la primera gota, siguieron las demás gotas hasta formarse una llovizna leve pero helada, que pronto empapó toda su ropa. Sabiendo que aún le quedaba un buen tramo que recorrer para llegar, aceleró el paso y corrió por el bosque, sorteando los obstáculos al hacerlo a través de los árboles para acortar camino. Desde pequeña había seguido a todos y a cada uno de los lobos de su manada, y tras aprender de ellos, se movía con una agilidad envidiable para ser meramente una humana. En un momento dado confiándose del terreno terminó resbalándose y cayendo por una pendiente terminó arañándose las manos y las piernas al intentar detener el golpe. Gimió de dolor cuando logró levantarse y temblando de frío gracias a la lluvia, que ya la había empapado por completo, se encontró con la sorpresa de que no era la única en esa parte del bosque que parecía herida. A escasos metros de ella un pelaje blanquecino también temblaba acurrucada junto a un árbol.
«¿Qué hará aquí sola una loba?» se preguntó yendo lentamente hacia ella, intentando así no asustarla.
Enseguida dio unos pasos en la dirección del animal, este levantó las orejas e incorporándose se volvió hacia Lenore. Ambas se miraron y como si la loba pudiese ver el alma de la humana, esta bajó la mirada y volviendo a sentarse adoptó una posición más relajada, aunque seguía vigilando sus pasos.
—Tranquila, no te haré nada. —Dijo intentando tranquilizarla al llegar junto a ella y acercar su mano esperando su permiso para poder acariciarla.
Llevaba años conviviendo con lobos y licántropos y si algo había aprendido de ellos es que primero debía de ganarse su confianza y una vez ganada, ya podía incluso jugar como una más de sus manadas. La loba blanca olisqueó su mano y tras unos segundos le lamio la mano justo donde los arañazos de la caída, y Lenore sonrío. Ya podría tocarla sin temer que la mordiese. No es que tuviera miedo de la mordida de un lobo salvaje, es solo que no era aún licántropa y como humana corriente, una herida de esas magnitudes no era el mejor de los escenarios para ella. Acarició su cabeza blanquecina y agradeciendo tener compañía en aquella húmeda, fría y oscura noche se encontró con que tras acariciarla, su mano terminó manchada de sangre. Se miró la mano extrañada. En la caída se había arañado y pelado un poco la palma de sus manos, más aquel no podía ser el motivo por el que hubiera tanta sangre. Regresó la mirada a la loba y volviendo a acariciarla en el manto de su espalda, en uno de los costados encontró la causa. Tenía en una de sus patas enganchada una trampa mortal para lobos, aquellas mismas que solían dejar los cazadores para enriquecerse con sus pieles. Quedando a la altura de la loba, sin impórtale ensuciarse más de barro la ropa, examinó de cerca la pata y tras acariciar por última vez la cabeza de la loba que parecía nerviosa, lentamente procedió a quitar la trampa de su pata.
—Ya pronto pasará y volverás a correr, bonita. —Le susurró con una suave sonrisa, arrullando a la herida loba—. No te preocupes.
Lenore Valinova- Humano Clase Media
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 11/11/2015
"Aquél respeto humano...que tanto adoro..."
La nocturna amada, comenzaba a reclamar sus derechos y su tiempo en la tierra. Sabía que en algún momento a otro iba a caer una lluvia que renueva las almas. Al despertar de mi sopor hambriento, fui a por una presa menoscabada que había caminado sola por el bosque, una dulce muchacha de negros cabellos había sido víctima de mi hambre. Tras conocerla un poco, utilizando mis métodos de cortesía y seducción, lo único que supe relevante de su vida, es que había tenido el coraje de escaparse de su casa después de que sus padres la echaran a la calle tras cometer actos de fornicación en un bar cual si fuera cualquier prostituta. La joven estaba perdida, así sin más. Y ya no tenía a nadie, ni apoyo familiar siquiera. La mujer era un completo desperdicio de vida. Y así sucedió.
Tras volver a mi castillo entre los bosques, me sentí embargado de una incertidumbre oscura que dilucidé de a poco, el frío que me componía denotaba una influencia poderosa en mi pecho…podría decirse que casi sentía como una puntada en el centro de mi pecho. Aquél detalle era un simple dolor de sufrimiento, pero sentí entonces que no era mi propio dolor más bien… presentía de cerca que alguien más estuviese agonizando. Me dejé estar tranquilo unos momentos, mientras leía un cuento en primera persona que comenzaba a retraerme de la realidad de París, llevándome al oriente vestido entre harapos caminando por un gran desierto que debía de cruzar para cumplir una importante misión. La sobrevivencia, al igual que en mi condición vampírica era esencial. Después de todo el sufrimiento y soledad que me declaraba una guerra interior siniestra y oscura, había en el horizonte una luz que podía cegarme…. Pero que hermoso era sentir la plenitud de la luz en mi cara de nuevo, sin dolor… esa luz no me quemaba, sino que era un fuego abrasador y cálido… era la Mujer Amada…de pronto…-fui interrumpido entre mi lectura y mi viaje en ella.
Escuché a lo lejos el nítido gemido de Kréén, la loba que me ha acompañado desde hace tiempo en este desolado paraje, aquello era lo que me punzaba en el pecho. Era su dolor… Cerré entonces la tapa de mi libro empastado, y salí en busca de Kréén. A través de mis sentidos, di con la loba de blanquecino pelaje de ensueño, codiciado por los humanos incluso por mí. Pero yo le he tomado tanto cariño a la criatura, a esa sóla criatura en especial, que jamás sería capaz de hacerle daño. Como ya he dicho… ella me ha acompañado por varios años en mi soledad y oscuridad… Luego vi a la otra alma… un hecho muy fuera de lo común, una humana. Empapada la menuda se veía, bajo la protección de un abrigo. ¿Qué debía hacer ahora?... ¿Matarla?, ¿Decirle que se aleje de Kréén?... pero esperé entre las sombras, y vi toda la situación.
Al parecer, esta joven en particular había sido aceptada por Kréén, y yo que me esperaba un enfrentamiento por parte de la criatura, ya que como la loba es forastera y tenía en su pata una trampa hecha por algún humano imprudente, pensé que atacaría a la humana…mas no lo hizo, parecía que ambas estaban teniendo una especie de comunicación. Y la humana le hablaba…con humano respeto… ese respeto que yo admiro y adoro, cuando estos humanos lo poseen. Aquella mujer, estaba en la plenitud de su vida. Lo supe con tan sólo mirarla. La jovial preocupación que tenía con respecto a Kréén, parecía mucho más fraterna... muy familiar, demasiado real. Este acontecimiento enigmático me dejó parado en seco entre las sombras observando el hermoso lienzo de delicados trazos que estaba presenciando, si aparecía ahora dejaría una mancha negra difícil de borrar… lo arruinaría, pues así siempre ha sido mi sola presencia, mi sola esencia….
De pronto, Kréén me sintió, me reconoció y al momento de ser liberada por la humana caminó cuanto pudo llegando hasta mi posición…
-Mi estimada Kréén… la misericordia humana te ha salvado la vida, vaya cosa…- dije tal vez un poco incomodado tras no haber actuado primero que un Ser Humano ante tal situación, en especial con esta singular criatura que le da calidez a mi paso por esta Tierra.
-¿Por qué lo hizo?...- le hablé a la humana con mi voz sombría, en la penumbra del gran árbol. Ya que aunque las tinieblas estaban cubriendo la lluvia, y la luna se divisaba muy poco. Tenía frente a mí a dos seres vivos, y como en la ley de un espíritu “No te puedes acercar a los humanos si ellos no te han llamado”… visto de ese modo yo actuaba de esa manera, incluso con mis propias presas, porque a mí tampoco realmente… me gusta que me ronden cerca si no les llamo.
Tras volver a mi castillo entre los bosques, me sentí embargado de una incertidumbre oscura que dilucidé de a poco, el frío que me componía denotaba una influencia poderosa en mi pecho…podría decirse que casi sentía como una puntada en el centro de mi pecho. Aquél detalle era un simple dolor de sufrimiento, pero sentí entonces que no era mi propio dolor más bien… presentía de cerca que alguien más estuviese agonizando. Me dejé estar tranquilo unos momentos, mientras leía un cuento en primera persona que comenzaba a retraerme de la realidad de París, llevándome al oriente vestido entre harapos caminando por un gran desierto que debía de cruzar para cumplir una importante misión. La sobrevivencia, al igual que en mi condición vampírica era esencial. Después de todo el sufrimiento y soledad que me declaraba una guerra interior siniestra y oscura, había en el horizonte una luz que podía cegarme…. Pero que hermoso era sentir la plenitud de la luz en mi cara de nuevo, sin dolor… esa luz no me quemaba, sino que era un fuego abrasador y cálido… era la Mujer Amada…de pronto…-fui interrumpido entre mi lectura y mi viaje en ella.
Escuché a lo lejos el nítido gemido de Kréén, la loba que me ha acompañado desde hace tiempo en este desolado paraje, aquello era lo que me punzaba en el pecho. Era su dolor… Cerré entonces la tapa de mi libro empastado, y salí en busca de Kréén. A través de mis sentidos, di con la loba de blanquecino pelaje de ensueño, codiciado por los humanos incluso por mí. Pero yo le he tomado tanto cariño a la criatura, a esa sóla criatura en especial, que jamás sería capaz de hacerle daño. Como ya he dicho… ella me ha acompañado por varios años en mi soledad y oscuridad… Luego vi a la otra alma… un hecho muy fuera de lo común, una humana. Empapada la menuda se veía, bajo la protección de un abrigo. ¿Qué debía hacer ahora?... ¿Matarla?, ¿Decirle que se aleje de Kréén?... pero esperé entre las sombras, y vi toda la situación.
Al parecer, esta joven en particular había sido aceptada por Kréén, y yo que me esperaba un enfrentamiento por parte de la criatura, ya que como la loba es forastera y tenía en su pata una trampa hecha por algún humano imprudente, pensé que atacaría a la humana…mas no lo hizo, parecía que ambas estaban teniendo una especie de comunicación. Y la humana le hablaba…con humano respeto… ese respeto que yo admiro y adoro, cuando estos humanos lo poseen. Aquella mujer, estaba en la plenitud de su vida. Lo supe con tan sólo mirarla. La jovial preocupación que tenía con respecto a Kréén, parecía mucho más fraterna... muy familiar, demasiado real. Este acontecimiento enigmático me dejó parado en seco entre las sombras observando el hermoso lienzo de delicados trazos que estaba presenciando, si aparecía ahora dejaría una mancha negra difícil de borrar… lo arruinaría, pues así siempre ha sido mi sola presencia, mi sola esencia….
De pronto, Kréén me sintió, me reconoció y al momento de ser liberada por la humana caminó cuanto pudo llegando hasta mi posición…
-Mi estimada Kréén… la misericordia humana te ha salvado la vida, vaya cosa…- dije tal vez un poco incomodado tras no haber actuado primero que un Ser Humano ante tal situación, en especial con esta singular criatura que le da calidez a mi paso por esta Tierra.
-¿Por qué lo hizo?...- le hablé a la humana con mi voz sombría, en la penumbra del gran árbol. Ya que aunque las tinieblas estaban cubriendo la lluvia, y la luna se divisaba muy poco. Tenía frente a mí a dos seres vivos, y como en la ley de un espíritu “No te puedes acercar a los humanos si ellos no te han llamado”… visto de ese modo yo actuaba de esa manera, incluso con mis propias presas, porque a mí tampoco realmente… me gusta que me ronden cerca si no les llamo.
Kain De Orléans- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 12/09/2015
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Sangre de loba ||Privado
La persona más segura está en guardia
incluso cuando parece estar a salvo de todo peligro.
—Siro
incluso cuando parece estar a salvo de todo peligro.
—Siro
La lluvia aún caía sobre ellas en forma de pequeñas gotas y la luna, aún no se dejaba ver entre las encapotadas nubes que cubrían el cielo. El abrigo empapado ya solo servía para que su cuerpo temblase más bajo él y se le entumecieran los huesos. Por suerte, la joven era fuerte, no era ni iba a ser la primera vez que se fuera a encontrar en una situación similar, la última vez que se había encontrado sola en uno de sus tantos entrenamientos había terminado perdida y sola, en una tormentosa noche de lluvias torrenciales había regresado a su hogar por su propia pie e ingenio. No obstante, esa noche presentía era distinta. Era como si sus instintos inexistentes de loba le avisaran de que esa oscura noche podría ser peligrosa.
—Ya está pequeña, —Acarició la cabeza de la loba herida una última vez— un poco más y lograré sacártelo.
Unas caricias más al pelaje blanco impoluto de la loba y besándole el hocico, se centró nuevamente en ella. Daba igual lo que sus instintos le avisaban, en ese momento estaba únicamente por sacar adelante a aquella loba herida y atrapada. Luego de ello, una vez liberada y fuera de riesgo de terminar siendo cazada por un cazador, se preocuparía por sí misma. Por aquellos instintos que le avisaban que algo estaba pasando y por aquella vil impresión, de que alguien las observaba entre las sombras. Lenore suspiró y tomando la pata con sumo cuidado, primero examinó la trampa de hierro que se cerraba con brutalidad sobre el hueso de su pata. Los dientes del propio cebo se habían encarnizado, por suerte la loba que parecía entender parte del mecanismo de esa trampa, no se había movido demasiado, tampoco se había resistido lo que solo atribuyó a que aquellos dientes afilados de hierro no pudieran destrozarle por completo la pata. Agradeciendo la inteligencia del animal en ese momento en que debía estar agonizando de dolor, tomó un extremo de la trampa y con fuerza, agarrando con la otra mano el otro extremo hizo fuerza para abrir. Ya lo había hecho otras veces y sabía cómo hacerlo, por suerte esa criatura estaba a salvo con ella.
Enseguida la trampa fue separándose de la carne de la loba, los gimoteos del animal por unos segundos fueron intensos, hasta que la pata fue liberada por completo y la trampa una vez Lenore dejó de abrir el eje, se cerró con un estruendo seco. La joven con las manos manchadas de la sangre de la loba y en menor medida, de la propia, tiró a unos metros lejos de ellas la trampa cerrada y sonrío viendo a la loba lamerse la pata.
— Ahora ya no podrán cazarte, estás a salvo. — dijo mientras se limpiaba las manos contra su vestido en un intento de quitarse la sangre de sus palmas.
La loba la miró y levantando las orejas de nuevo se acercó a lamer una última vez una de sus manos y para sorpresa de la joven, se fue directamente unos metros a su espalda. Había alguien tras de ella, lo sabía y la loba; le conocía. Sus instintos al final no habían errado, únicamente que ella, no había querido escucharlos. Un escalofrió recorrió a la joven al oír una voz sombría a su espalda, allá donde la loba cojeando se había dirigido y lentamente, levantándose del suelo, incorporándose, se volteó. La oscuridad era casi imperturbable, y las sombras, junto a los arboles de los alrededores era lo único que podía ver, más la loba contenta se había detenido junto a uno de esos árboles y con los ojos fijos en alguien, le indicaba donde ese hombre se encontraba. Sintiéndose vigilada, pero no sintiéndose como cuando se encontraba bajo la mirada de un licántropo, por una parte temió encontrar la respuesta. «Un demonio» pensó al recordar el mayor miedo que siempre había mostrado su padre para con su pequeña. Su padre desde hacía pocos años nunca la había dejado ir sola a los sitios, no sin acompañantes o escolta. Las noches, las sombras y la oscuridad siempre le había dicho que eran peligrosas, por los demonios que en ellos moraban. Malditos, Inmortal, los no-muertos… en la manada tenían varios nombres, pero todos se referían al mismo ser; el que se alimenta de la sangre. El vampiro.
Entonces, su voz oscura irrumpió en la noche y la loba, se acercó más hacia él, desapareciendo de la vista de la humana tras el árbol en el que ahora ambos se escondían sepultados por la penumbra.
— ¿Por qué lo hizo? —Le preguntó.
Lenore sorprendida por esa pregunta no tardó mucho en contestar. ¿Cómo podía alguien preguntarle aquello? Para ella todo era bastante claro y simple. Si alguien necesitaba de ayuda, ¿no debían de tenderle una mano y ayudarle?
—Lo hice porque los animales no tienen culpa de nada, son seres inocentes y deberíamos cuidarlos y protegerlos, no dañarlos. —Dijo con voz suave, a pesar del temblor de su voz a última instancia debido al frío. —Además, está en mi naturaleza ayudar a quienes me necesitan. Me han criado así, y no podría haber ignorado de ninguna de las formas a la pequeña loba que tenéis de amiga.
Respiró hondo y fijó sus ojos azules en la sombra podía adivinar detras el árbol.
—Y vos, ¿Por qué os escondéis?— Le preguntó escondiendo sus manos heridas en los bolsillos de su abrigo mojado.
Más valía no correr riesgos, y aunque sus manos estaban manchadas con la sangre de la loba, lo que ocultaría en parte su propio olor, también sentía como de los arañazos más profundos resbalaban gotas que se unían en su palma. De haber sido una licántropa, no tendría que preocuparse. Su manada sanaba en cuestión de segundos las heridas más leves como aquella, pero en su caso, aún una humana, era imposible detener el flujo de la sangre. Por lo que lo único que podía hacer era apretar sus manos en forma de puño y así esperar cortar todo rastro de su sangre. Lo peor de aquella situación es que aún no conocía aquel que se hallaba escondido, y aun intuyendo que podría ser un vampiro, había algo en la forma en la que la loba blanca se había acercado a él aún herida, que le hacía confiarse y sentirse segura. Los lobos eran seres inteligentes y podían leer perfectamente a cualquier persona y criatura con que se topasen. De haber sentido hostilidad o violencia de parte del joven hacia ella, estaba segura que la loba habría vuelto a su lado a protegerla. Es más; pondría la mano al fuego por aquella convicción.
—Seáis lo que seáis, no os tengo miedo, puesto que la loba os ha brindado con su fidelidad. Y más me fio de un lobo, que de otra criatura sobre la tierra. —Explicó —. Pero si lo deseáis puedo seguir mi camino… venia de paso, cuando me la encontré.
Lenore Valinova- Humano Clase Media
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 11/11/2015
Purpure Sanguine...
Kréén seguía imperturbable a mi lado, y yo me sentía desgarrado en mi interior al no haber podido hacer algo más después de haberla presentido herida y sufriente en nuestra distancia. El aroma de la “purpure sanguine” (Lat. sangre carmesí*), de la humana inundó mis sentidos, aunque yo ya me hubiese alimentado unas horas atrás sentí el deseo de probar el pequeño sorbo de la humana. Supe enseguida, que tenía leve conocimiento de mi condición, era una joven muy perceptiva que seguramente le habían sido enseñadas algunas virtudes sobrenaturales.
Esta joven, aquella virgen había salvado a Kréén de una muerte contra el tiempo, segura. La cortesía nació en mi interior, en palabras aterciopeladas:
-Agradecido me siento… mujer, de que hayas encontrado a la loba sin pasar inconsciente frente a ella… de haber sido cualquiera de los tuyos, los humanos… la hubieran dejado desfallecer en su desgracia.- dije francamente agradecido por lo que hizo.
-Le contaré, mujer… que esta loba por muchos años ha cuidado este bosque, y entre sus escombros, se ha atrevido a hacer las paces con las tinieblas. Y desde esa noche y entre muchas otras noches, entre ella y yo somos una fraterna realidad.-
Después de haber dicho esto, me di a conocer asomándome junto a Kréén y observé con cautela a la joven mujer. Una mirada intensa se apoderó de mi rostro, y un calor hallado muy lejano recorrió mi estado a la defensiva y suavizó aquello presencial. Supe entonces que la joven era fuerte, que no le hubo de importar demasiado la lluvia o el abrigo empapado a la hora de disponer su ayuda a Kréén, los ojos de la joven fueron el pilar fundamental que provocaron mi admiración ante toda su determinación, su estética era sencilla, inocente, purísima y virginal… bellas palabras me permitieron describirla, pero sus ojos, aquellas únicas fuentes de la veracidad entre los Seres fueron los que me la presentaron sin necesidad de que ella dijera palabra alguna. Ella es fuerte.
-No quería interrumpir su hazaña, señorita. Y las sombras han sido mi hogar desde tiempos inmemoriales- respondí a su pregunta del por qué me escondía.
La lluvia iba cesando, más los cabellos empapados de Kréén y la joven aclararon que esto no pararía de un segundo a otro. Decidí que lo mejor era retirarse del lugar, pero recompensaría a la joven de alguna manera por la ayuda entregada. Me quedé en silencio unos momentos observándola, analizando la situación que a vista de cualquiera parecería un tanto peligrosa: Un vampiro, una humana, y una loba… dos bestias y una mortal, armando un triángulo imperfecto, parecía un sacrificio. La esencia de una muerte arcana, la tenacidad de un animal, y la pura sangre viva de un Ser Viviente. ¿Podría hallarse la armonía en esta extraña circunstancia?... Quién sabe, pero decidí no destruir esta noche.
-Esta loba me visita de vez en cuando… prácticamente ambos somos dueños y señores de esta área, recibir visitas como éstas son extrañísimas, no se lo niego. Pero sepa usted, que no está corriendo peligro... con nosotros aquí, ya no.- me dirigí a la joven.
-Mi nombre es Kain Sinistrari, y en recompensa por la ayuda entregada a Kréén…si usted desea tomarla, claro está, puedo invitarla a mi castillo y le serviré algún líquido caliente para que pueda usted regresar reconfortada a sus aposentos… y estoy seguro que Kréén nos acompañará, al igual que usted hacia ella, ésta criatura también confía en usted… Usted decide…- dije cordialmente a la joven, mi estado a la defensiva se diluyó por completo.
Seguramente la loba, como siempre, la hermosa me guió en mi decisión y es entonces cuando las amenazas son nulas, puedo mantenerme tranquilo. Estoy acostumbrado a la soledad, Kréén respeta esto, así como yo respeto su libertad. Ella también la mía, nuestro lazo es un rayo de luz que corta mis tinieblas, y cuando estoy en ellas aun cuando no deseo ver esa luz, ella sigue allí. El desierto en el que me había encontrado hace unas horas dejó de darme calidez en mis pensamientos, ahora se estaba haciendo real y quién diría que una pequeña humana, visitante nocturna, sin ningún poder sobrenatural, más que el de la fuerza en sus ojos me cegaría el camino y trazaría este momento vivido en mi Muerte.
Esta joven, aquella virgen había salvado a Kréén de una muerte contra el tiempo, segura. La cortesía nació en mi interior, en palabras aterciopeladas:
-Agradecido me siento… mujer, de que hayas encontrado a la loba sin pasar inconsciente frente a ella… de haber sido cualquiera de los tuyos, los humanos… la hubieran dejado desfallecer en su desgracia.- dije francamente agradecido por lo que hizo.
-Le contaré, mujer… que esta loba por muchos años ha cuidado este bosque, y entre sus escombros, se ha atrevido a hacer las paces con las tinieblas. Y desde esa noche y entre muchas otras noches, entre ella y yo somos una fraterna realidad.-
Después de haber dicho esto, me di a conocer asomándome junto a Kréén y observé con cautela a la joven mujer. Una mirada intensa se apoderó de mi rostro, y un calor hallado muy lejano recorrió mi estado a la defensiva y suavizó aquello presencial. Supe entonces que la joven era fuerte, que no le hubo de importar demasiado la lluvia o el abrigo empapado a la hora de disponer su ayuda a Kréén, los ojos de la joven fueron el pilar fundamental que provocaron mi admiración ante toda su determinación, su estética era sencilla, inocente, purísima y virginal… bellas palabras me permitieron describirla, pero sus ojos, aquellas únicas fuentes de la veracidad entre los Seres fueron los que me la presentaron sin necesidad de que ella dijera palabra alguna. Ella es fuerte.
-No quería interrumpir su hazaña, señorita. Y las sombras han sido mi hogar desde tiempos inmemoriales- respondí a su pregunta del por qué me escondía.
La lluvia iba cesando, más los cabellos empapados de Kréén y la joven aclararon que esto no pararía de un segundo a otro. Decidí que lo mejor era retirarse del lugar, pero recompensaría a la joven de alguna manera por la ayuda entregada. Me quedé en silencio unos momentos observándola, analizando la situación que a vista de cualquiera parecería un tanto peligrosa: Un vampiro, una humana, y una loba… dos bestias y una mortal, armando un triángulo imperfecto, parecía un sacrificio. La esencia de una muerte arcana, la tenacidad de un animal, y la pura sangre viva de un Ser Viviente. ¿Podría hallarse la armonía en esta extraña circunstancia?... Quién sabe, pero decidí no destruir esta noche.
-Esta loba me visita de vez en cuando… prácticamente ambos somos dueños y señores de esta área, recibir visitas como éstas son extrañísimas, no se lo niego. Pero sepa usted, que no está corriendo peligro... con nosotros aquí, ya no.- me dirigí a la joven.
-Mi nombre es Kain Sinistrari, y en recompensa por la ayuda entregada a Kréén…si usted desea tomarla, claro está, puedo invitarla a mi castillo y le serviré algún líquido caliente para que pueda usted regresar reconfortada a sus aposentos… y estoy seguro que Kréén nos acompañará, al igual que usted hacia ella, ésta criatura también confía en usted… Usted decide…- dije cordialmente a la joven, mi estado a la defensiva se diluyó por completo.
Seguramente la loba, como siempre, la hermosa me guió en mi decisión y es entonces cuando las amenazas son nulas, puedo mantenerme tranquilo. Estoy acostumbrado a la soledad, Kréén respeta esto, así como yo respeto su libertad. Ella también la mía, nuestro lazo es un rayo de luz que corta mis tinieblas, y cuando estoy en ellas aun cuando no deseo ver esa luz, ella sigue allí. El desierto en el que me había encontrado hace unas horas dejó de darme calidez en mis pensamientos, ahora se estaba haciendo real y quién diría que una pequeña humana, visitante nocturna, sin ningún poder sobrenatural, más que el de la fuerza en sus ojos me cegaría el camino y trazaría este momento vivido en mi Muerte.
Kain De Orléans- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 12/09/2015
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Sangre de loba ||Privado
Nadie jamás ha logrado escapar a la curiosidad.
—W.K
—W.K
Todo su ser palpitaba de curiosidad por ver entre las sombras al que se escondía en la noche. Siempre desde pequeña había creído eran seres muertos, cadáveres andantes, seres demacrados y horripilantes que se alimentaban de sangre y mataban por obtenerla. Todo ello claro, lo había sacado de las historias que le contaba su padre antes de ir a dormir cuando de pequeña se desvelaba o se negaba a si misma ese descanso por querer ir a jugar o a patrullar con los demás de la familia. Entonces, venia su padre y le contaba esas historias sangrientas que años más tarde, y tras ver la muerte de su madre en directo y frente a ella, la perturbarían creando un miedo atroz a la oscuridad. Sin embargo, todo aquello pasó cuando se trataba de una Lenore pequeña, inocente y muy dulce, la que no dejaba de correr de un lado para otro con su sonrisa. Más ahora la Lenore joven, la adulta si así podía llamarse con sus años, había cambiado tras el paso del tiempo y lo que antes le hacía miedo, ahora solo eran barreras que superar y afrontar. Por eso deseaba saber y conocer a uno de esos demonios y cuando el joven vampiro se enfrentó a ella, saliendo a la luz, nada de lo que pensó Lenore se hizo realidad.
No, no eran seres muertos, se dijo al verlo. Apenas la luz de la luna incidía esa noche la tierra, pero fue suficiente para poder verle y apreciar la figura del vampiro, dándose cuenta al caer tanto en sus facciones oscuras, como del porte, ropaje y mirada inteligente del mismo, que no se trataba para nada de un cadáver andante. De no ser por la palidez y aquella belleza sobrenatural que le llamaba a acercarse a él, habría podido pasar por un simple humano y no habría logrado hallar la diferencia entre una naturaleza y la otra. Sacudió la cabeza para desquitarse de aquel hechizo en el que irremediablemente como cualquier otro mortal caía al estar ante uno de esos seres y aguantando su mirada, permaneció observándolo. Sus ojos dieron de lleno con los masculinos, los de él algo cautelosos y los de ella con un brillo curioso y tras unos segundos, la joven esbozó en sus labios suaves una sonrisa amable.
—Estáis muy lejos como para tener visitas, no dudo de que solo los más valientes sean capaces de adentrarse tan adentro del bosque, excepto claro, de los cazadores. — contestó a sus primeras palabras mirándole todavía desde su posición y resguardada en aquel abrigo que parecía estar incluso más mojado, que su propio cabello —Y ella, creo más bien que se ve como su protectora, la protectora de estas tierras junto a vos, de toda esta oscuridad si queréis llamarlo así.
La loba salió a la luz junto la figura del vampiro y la joven sonrió al verlos. Aquella loba, se había inculcado la necesidad de velar por ese joven oscuro y a pesar de que los lobos no eran muy afines a los vampiros, Kreen parecía completamente dichosa de llenar la vida de tinieblas de su amigo con un poco de su característica luz y canto. Por una brevedad la mirada de la joven recayó en la loba, hasta regresar al vampiro que tras presentarse, le ofreció no solamente su ayuda, sino también su hogar para su recuperación antes de proseguir su camino.
—No os negaré la necesidad de llevarme algo caliente al estómago para así calentar mi cuerpo… aún me queda bastante camino para llegar a mi hogar a través de esta tormenta y mi abrigo poco ya sirve para huir de la lluvia. — Contestó sin dejar de mirarle pero de una forma suave, y aunque contundente, sin irradiar sentimiento alguno de hostilidad. No conocía el mundo de los demonios de la noche, únicamente conocía de primera mano el de las bestias de la noche y no creía haber mucha coincidencia entre ambas especies. Era mejor ir siempre con cautela, con pies de plomo a pesar de que sentía que toda ella se confiaba en que iba a estar bien.— Agradezco vuestra invitación, más no quiero ser una molestia ni una preocupación más. Tampoco es mi deseo perturbar vuestra paz…—añadió a sus anteriores palabras quedando la frase incompleta en su boca cuando la loba trotó cojeando hacia ella, separándose del vampiro.
La joven enseguida al verla acercarse, sacó una de sus manos herida de su abrigo y le acarició la cabeza bajando arras del suelo para estar a su nivel. Inmediatamente Lenore se encontró a la misma altura que la loba herida, esta se subió a medias sobre ella y antes de que pudiese apartarse le lamió el rostro. Los lobos no acostumbraban a dar aquellas señales inequívocas de protección y amor a los de su clan, incluso a ella, los propios lobos salvajes que había criado desde pequeños les costaba el hecho de acercarse a ella y demostrarle de aquella forma el cariño que le tenían. Que ella lo sabía, pero pareciera ser que ellos aún no tuvieran la suficiente confianza con ella para llegar a esos extremos, por lo que al recibir esa muestra de cariño y apoyo de la loba que había liberado de la trampa, pero que mayoritariamente era una mera desconocida, la pilló desprevenida y sin saber cómo reaccionar, sonrió a aquellos ojos azules que se quedaron mirándola con la lengua afuera. — ¿No me dejas opción de negarme verdad, pequeña? — preguntó cariñosamente con una risa suave escapándose de sí. Pareciera que la loba quisiera que los acompañase, como si ella supiera del todo a ciertas que Kain no le haría daño, no si ella había obtenido su protección y cariño. La volvió a acariciar, dejando de lado sus heridas y aceptando confiar en los instintos de aquella loba blanca, asintió y subió la mirada inmediatamente hacia el vampiro de nuevo, con una sonrisa, ahora desprovista de cualquier cautela.
—Aceptaré de buen grado esa invitación, para así reunir fuerzas para el camino que aún me queda, si no os importa tenerme allí con vos y con Kréén…y si no os representa ninguna molestia mi presencia. —dijo una vez segura de como proceder y de dejarse confiar por ellos.
Tras su respuesta sintió de nueva cuenta la lengua de la loba esta vez en su mano limpiándole la herida, como hacían los lobos entre sí, cuando estaban heridos. Su sonrisa esta vez se agrandó muriendo de ternura por aquel gesto de la loba hacia ella y con las mismas, la sonrisa murió cuando al ver de nuevo la pata herida de Kreen, la preocupación borró todo rastro de sus sentimientos anteriores reflejados en sus femeninas facciones.
—Deberíais llevarla en brazos si se deja,—señaló levantándose viendo al vampiro acercarse hacia ellas. —Caminar en este estado, le hará mal.
Lenore Valinova- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/11/2015
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