Infanta Helena de Bragança y Borbón

Helena de Bragança

Dinastía de Bragança

Poderes

Descripción psicológica

Valor, decisión y confianza. Helena es una mujer emprendedora, expeditiva y líder. Competitiva a más no poder, si hay algo que no soporta, es perder. Prefiere dar órdenes a recibirlas, y en más de una ocasión puede llegar a ser insubordinada por éste motivo. Constantemente está en movimiento, superándose. Exigente, consigo y los demás, a pesar de ser cruel, es la clase de mujer que siempre saca lo mejor de quienes la rodean. Posee una gran fuerza de voluntad, es tenaz y terca, y su espíritu ganador jamás la abandona.
Es extremadamente responsable, y le gusta asumir retos y metas que conlleven gran esfuerzo. Toma su trabajo con celo extremo y completa dedicación. Al ser bastante impulsiva, no piensa en los riesgos que toma, aunque es muy analítica, lo que le sirve para superar los escollos que encuentre en su camino.
Es fuerte, de cuerpo y espíritu. Disciplinada, leal, incorruptible y confiable. Tiene un gran sentido del honor y de la honestidad. Para Helena, su equipo es parte de ella misma, y no dudará en sacrificar su vida para salvar a su acompañante.
A pesar de ser emocionalmente distante y poco dispuesta a abrirse con las demás personas y de su aparente frialdad, es apasionada y posesiva con quienes ama. Selectiva con las amistades, tiene tendencias a ser solitaria, sin dejar de ser sociable. Poco dada a las muestras de afecto o a las palabras de cariño, si Helena decide expresar lo que siente, puede verse como un milagro y como un gesto de sinceridad.
Fue educada para ser una dama y también, para ser un máquina de matar. Ambos aspectos se combinan para convertir a Helena en una elegante asesina de la Inquisición, capaz de tomar la vida ajena sin remordimientos ni vacilación cuando una situación lo requiere.
Es agresiva, aunque sabe controlar esa veta de violencia en su carácter. Prefiere mostrarse calma y serena, aunque su sangre esté en ebullición. No suele tener ataques de ira, porque le enseñaron que su impulsividad jamás la llevaría a buen puerto.
Nada fácil de intimidar, es muy hábil con las palabras. Y a su manera, también es sensual y divertida. Es muy segura de su cuerpo y no tiene pruritos a la hora de utilizarlo como un arma en sus misiones.
Inteligente, sagaz, temeraria y muy culta. Helena es un crisol de aspectos que quizá nadie termine de descubrir. Puede llegar a ser juguetona y divertida hasta una mujer inconmovible y acusada de no tener emociones. Le cuesta confiar en las personas, prefiere pensar mal y luego sorprenderse.
Le gusta estar bajo presión, sentir el fragor de la batalla, la ansiedad del peligro. Estar al límite es su hábitat natural. Es independiente y ambiciosa, valiente y con una excelente predisposición a la organización, especialmente porque es controladora y perfeccionista. Se esfuerza al máximo para estar siempre un paso –o dos- adelantada.
Con un gran sentido de la justicia, siempre buscará bregar por esta, aunque es sumamente respetuosa de las instituciones y las leyes.

Historia

En el 1640, la Dinastía de Bragança se haría con la corona del Portugal. Diversos reyes católicos y colaboradores del Santo Oficio fueron sucediéndose en el trono, todos ellos de un linaje centenario de cambiantes caninos. Los diversos Papas, hacían caso omiso a su condición de sobrenaturales, a cambio de las generosas dádivas en forma de oro y tierras que recibían por parte de los emperadores portugueses. Como parte del tácito acuerdo, ellos debían entregar a algunos de los aspirantes al trono, como miembros activos en la lucha contra las herejías. Como condenados, los duques, condes e infantes de la familia real, eran entrenados desde muy jóvenes para desempeñarse en las tareas que les tocasen, una vez alcanzasen la madurez suficiente para ir al campo.

El 15 de Abril de 1736, durante la madrugada, llegaría al mundo la séptima y última hija de los reyes de Bragança y Borbón. Helena Genoveva Josefina Antónia Doroteia Clementina Isabel, jamás tendría la oportunidad de llegar al trono. Cuatro hermanos varones y dos mujeres, todos mayores, se disputarían, en la adultez, aquellos privilegios. Criada para ser una dama, más no una gobernante, su educación, durante los primeros cinco años de vida, no distó de la de las otras princesas. Sus padres –una unión escandalosa al tratarse de parientes, sobrina y tío respectivamente-, se disputaron desde el nacimiento, el rol de Helena dentro de la dinastía. María de Portugal, quería, para su niña, un matrimonio arreglado desde temprana edad y un ducado; mientras que Pedro III, observador y conocedor de la naturaleza libre de su pequeña, se inclinaba por iniciarla en las mieles de la Inquisición. Terminó ganando la voluntad del Rey, que se encargó personalmente del tutelaje de la infanta Helena, que a duras penas tenía consciencia de su motricidad, cuando le enseñaron los hábitos de la guerra, a ser conocedora de sus habilidades físicas y mentales.

La pequeña Helena, lentamente, fue convirtiéndose en un arma letal. A los diez años, dentro de los niños y adolescentes de su franja etaria, no había quien le ganase con un cuchillo. Su puntería era la envidia y la habladuría de Lisboa y el reino en su totalidad. A los 13 años, fue enviada a Roma, donde conocería a su mentor profesional, Gianluca Mastroiani, un cuarentón, que desde muy joven se encargaba del entrenamiento de los condenados. Lo primero que le enseñaron, fue a resistir un interrogatorio. Helena imaginó que sus primeros pasos dentro del Santo Oficio serían tareas de investigación, mas cuando se hizo presente en los aposentos de la Inquisición, inmediatamente la encerraron en un calabozo. Allí estuvo durante dos años, sin poder ver la luz del Sol, comiendo miserables migajas de pan y bebiendo agua podrida. Fue elaborando la resistencia que su cuerpo sobrenatural comenzaba a manifestar, y al cabo de los veinticuatro meses de confinamiento, había endurecido su carácter y erguido su dignidad. A su corta edad, había soportado lo que a otros más experimentados, los habría matado en cuestión de semanas.

Regresó a Lisboa, con los honores de haberse convertido en soldado, la más joven de aquellos casi doscientos años de dinastía Bragantina. Ya no era ni la sombra de la nena con mirada inocente que se había despedido de su madre con lágrimas en los ojos y un temblor en la boca. Era tarea de los portugueses, enseñarle a dominar sus transformaciones; el carácter ya le había sido moldeado por la mano de hierro de Mastroiani. Su personalidad fría y distante, contrastaba con la muchacha tranquila y alegre que departía en los grandes eventos de la corona. Entrenaba día y noche, perfeccionando y sabiendo el camino largo que le faltaba por recorrer. Pero Helena nunca tenía suficiente de sí, y por eso pidió regresar a Roma a los pocos meses de su vuelta, cansada de la vida cortesana y frívola.

Gianluca la recibió e, inmediatamente, la envió en una misión sin complejidad a España, donde se dedicó a perfeccionar sus técnicas para asesinar sobrenaturales. Muchos en su condición, vacilaban a la hora de matar a un par, pero Helena no sentía ni el más mínimo remordimiento al matar a un cambiante. Disfrutaba de la lucha y nunca subestimaba a sus rivales. Comenzó a forjarse una reputación, que fue alejándola cada vez más de su Portugal natal. La muerte era su compañera, hasta que doce años después de su debut, decidieron que era hora de ser supervisada, quizá porque en ella no veían la fe católica que se necesitaba para la labor, sino una asesina a sangre fría, que había nacido para robarse la vida ajena. Se acostumbró a la compañía masculina, y con el correr del tiempo, fue cambiando de compañeros; algunos morían, otros desertaban, otros decidían que era hora de cambiar.

Fue cuando llegó a su vida Donato Rossi, el hombre más increíble y seductor que tuvo la suerte de conocer. Bien sabían, ambos, que el trabajo y los sentimientos no podían mezclarse, pero les fue inevitable. Años cuidándose las espaldas y viviendo un romance apasionado, les hizo pensar en la idea de abandonar la Inquisición y formar una familia. Habían decidido que esa misión que llevaban a cabo en Dinamarca, sería la última. Lo fue para Donato, que fue despedazado por unos cambiantes rebeldes. Helena, en ese momento, estaba encargada de unas tareas de observación a varios kilómetros de la posición de Donato, y gracias a su olfato sintió el olor a su sangre. Cuando llegó al sitio de la emboscada, sólo encontró a su amado desmembrado. Juntó sus restos y los llevó a Roma, donde fue velado con honores. En el transcurso de esos primeros días de dolor, descubrió que estaba embarazada. Era lo único que le había quedado de Rossi, y por eso decidió proteger aquella vida con la propia. Le cambiaron de compañero rápidamente, y desertó cuando llegó al quinto mes de gestación; si seguía esperando, su estado de buena esperanza se notaría demasiado.

Se refugió en lo de su mejor amiga, Arabella de Léance, que la asistió durante el último trimestre y en el parto. La decisión estaba tomada: Sofía, como llamó a la niña, se quedaría con Arabella, que sería su madre. La vida de Helena era demasiado peligrosa para arriesgar el bienestar de la nena y el de su amiga, por lo que se excusó en los enormes compromisos y la difícil vida en la Corte, y de esa forma consiguió que la mujer accediera a hacerse cargo de cuidar de la niña. Nunca volvería a sentir el desgarrador dolor en el pecho al momento de partir, cuando su bebé tenía tan sólo un día de vida. Regresó a la Inquisición, dando explicaciones sobre un inexistente cautiverio y con la decisión tomada de ser espía. Tras cuatro años de ser supervisada por un anciano, finalmente le colocaron como compañero a Aaron Townshend, la persona más opuesta a su persona que conoció en su vida. A pesar de la rispidez de la relación, juntos forman una gran dupla y se complementan a la perfección, mal que les pese. Helena sabe que él no confía en ella, sin embargo, la cambiante le es leal hasta la médula.

Datos Extra

• Aún ostenta el título de Infanta de Portugal, séptima en la línea de sucesión al trono.
• Habla diez idiomas: portugués (natal), inglés (capaz de imitar los diferentes acentos), español, francés, alemán, italiano, ruso, hebrero, rumano y árabe.
• Es experta en interrogatorios, combate cuerpo a cuerpo, uso de armas de fuego y armas blancas.
• Cada mes le envía dinero y regalos a la familia que cuida de su hija Sofía.
• Sofía es humana, no heredó la condición de cambiante de Helena.
• Encubierta en París con su compañero Aaron Townshend, fingen ser el matrimonio Ockham (Mathilde y Bernard) y buscan desbaratar una banda de sobrenaturales que realizan actividades ilícitas.
• Es una excelente dibujante, habilidad que ha dejado en el tiempo.
• No consume alcohol, tampoco fuma, salvo que una misión se lo requiera.

Creado por Frozen •