AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Sombras tenebrosas. [Priv. Jaime]
2 participantes
Página 1 de 1.
Sombras tenebrosas. [Priv. Jaime]
Aquella noche la Luna estaba llena como un queso redondo y posada en su cénit. El brillo que emitía entraba por la ventana del cuarto de Luke inundando con su luz la oscuridad. Luke observaba cada mueble de la estancia. Pasaba su vista de un lado para otro, intentando reconciliar el sueño. Había vuelto a tener insomnio desde el fallecimiento de su tío, pero antes solo le afectaba una o dos noches al mes. Últimamente le estaba afectando más a menudo y aquello le preocupaba. Sacó de debajo de su almohada su libro de las sombras, encendió una vela con cerillas y repasó aquellas páginas tan familiares que había leído ya tantas veces una y otra vez. Aquel libro estaba mayormente compuesto por hechizos, recetas de pociones y demás que su madre había dejado plasmadas entre sus páginas, pero además de ello, sobre todo por el final, habían algunas que otras anotaciones sobre lo duro que comenzaba a ser su lucha contra la tentación de la oscuridad. Anteriormente ya había anotadas cosas sobre que los sentimientos fuertes y negativos afectaban a la hora de poder resistirse, por ello Luke siempre intentaba estar calmado, mantener su humor en orden (cosa que no era para nada fácil) y sentir lo mínimo que pudiese, pero luego más adelante su madre anotó que al año casi apenas podía reconciliar el sueño, no dormía más que dos o tres horas por semana y comenzaba a sentirse agobiada y malhumorada. Pero era lo que hacía la oscuridad, te ponía a prueba, te intentaba llevar al límite, desde el cumplimiento de los dieciséis años, aquello se volvía una tortura con la que lidiar día a día, y para una persona tan sensitiva como lo era Luke, aquello no le resultaba para nada fácil de afrontar, pero lo debía de hacer, por sus padres, por él y… por su tío.
No le gustaba mucho pensar en la muerte de su tío, era el único familiar vivo que le quedaba y ahora ya no tenía a nadie, encima de que él siempre había estado cuidando de Luke, le había enseñado todo lo que él sabía, era más que su tío, para Luke era su padre, y la vida como un capricho morboso se lo arrebató de sus brazos. Luke miró al frente, apretó los ojos y se repitió para sus adentros una y otra vez cómo si fuera un mantra: “mantén la cabeza fría”. Intentó calmarse inspirando y expirando y para cuando abrió los ojos una idea se le cruzó por la mente, ¿Cuántas veces había ido al cementerio a visitar la tumba de su tío?, tal vez aquello hiciese que se calmara y le despejase la mente para permitirle incluso conciliar el sueño una vez volviese a casa. O eso al menos esperaba.
Lo bueno de vivir solo es que no tenía que darle explicaciones a nadie, y si de repente a mitad de la noche se le ocurría ir al cementerio para presentar sus respetos a los difuntos, no tenía por qué pedirle permiso a quien estuviera a su cargo, pues que no lo estaba nadie, solo el mismo. Así que sin perder más tiempo se calzó, se vistió con una chaqueta abrigada oscura y se enfundó unos mitones negros. Aquella noche hacía un frío en especial y el cielo amenaza con traer tormenta. Cada vez que Luke exhalaba su respiración aparecía enfrente una pequeña nube de vaho. No tardo mucho tiempo en llegar al cementerio. Una vez dentro se escabulló entra las lápidas buscando la correspondiente de su tío. Aquel lugar de noche era bastante lúgubre y estar solo allí le hizo pensar en unas cuantas consecuencias negativas que podría traerle y de las cuales no se había percatado antes de salir de casa. Siempre era así, al principio tenía una idea que pensaba que era buena y actuaba impulsivamente sin pensar en las repercusiones de esta, y luego una vez que cumple su idea se arrepiente al ver que tal vez no había barajado del todo bien aquello. Aunque una vez allí no iba a dar marcha atrás, además acababa de encontrar la lápida de su tío y no iba a tardar mucho tiempo más en irse, cuando una sombra se movió a sus espaldas y atrajo por completo su atención. Sacó las manos de los bolsillos de su chaqueta y se volvió, alarmante, intentando ver entre la penumbra aquello que se había movido con sigilo entre las tumbas. Un ruido leve de pisadas volvió a llamar su atención y miró en la dirección de la cual había provenido.
-¿H-hola?- Tenía a su corazón desbocado en un puño, y su suave voz sonó temblorosa para contradicción de Luke que había pretendido que se oyese firme y fuerte. -¿Hay alguien ahí?-
No le gustaba mucho pensar en la muerte de su tío, era el único familiar vivo que le quedaba y ahora ya no tenía a nadie, encima de que él siempre había estado cuidando de Luke, le había enseñado todo lo que él sabía, era más que su tío, para Luke era su padre, y la vida como un capricho morboso se lo arrebató de sus brazos. Luke miró al frente, apretó los ojos y se repitió para sus adentros una y otra vez cómo si fuera un mantra: “mantén la cabeza fría”. Intentó calmarse inspirando y expirando y para cuando abrió los ojos una idea se le cruzó por la mente, ¿Cuántas veces había ido al cementerio a visitar la tumba de su tío?, tal vez aquello hiciese que se calmara y le despejase la mente para permitirle incluso conciliar el sueño una vez volviese a casa. O eso al menos esperaba.
Lo bueno de vivir solo es que no tenía que darle explicaciones a nadie, y si de repente a mitad de la noche se le ocurría ir al cementerio para presentar sus respetos a los difuntos, no tenía por qué pedirle permiso a quien estuviera a su cargo, pues que no lo estaba nadie, solo el mismo. Así que sin perder más tiempo se calzó, se vistió con una chaqueta abrigada oscura y se enfundó unos mitones negros. Aquella noche hacía un frío en especial y el cielo amenaza con traer tormenta. Cada vez que Luke exhalaba su respiración aparecía enfrente una pequeña nube de vaho. No tardo mucho tiempo en llegar al cementerio. Una vez dentro se escabulló entra las lápidas buscando la correspondiente de su tío. Aquel lugar de noche era bastante lúgubre y estar solo allí le hizo pensar en unas cuantas consecuencias negativas que podría traerle y de las cuales no se había percatado antes de salir de casa. Siempre era así, al principio tenía una idea que pensaba que era buena y actuaba impulsivamente sin pensar en las repercusiones de esta, y luego una vez que cumple su idea se arrepiente al ver que tal vez no había barajado del todo bien aquello. Aunque una vez allí no iba a dar marcha atrás, además acababa de encontrar la lápida de su tío y no iba a tardar mucho tiempo más en irse, cuando una sombra se movió a sus espaldas y atrajo por completo su atención. Sacó las manos de los bolsillos de su chaqueta y se volvió, alarmante, intentando ver entre la penumbra aquello que se había movido con sigilo entre las tumbas. Un ruido leve de pisadas volvió a llamar su atención y miró en la dirección de la cual había provenido.
-¿H-hola?- Tenía a su corazón desbocado en un puño, y su suave voz sonó temblorosa para contradicción de Luke que había pretendido que se oyese firme y fuerte. -¿Hay alguien ahí?-
Lucas Higgins- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 19/12/2015
Edad : 26
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Sombras tenebrosas. [Priv. Jaime]
Por mucho que pareciera despejada aquella noche, haciendo que la luna se viera a ratos entre los nublos, el olor a tierra mojada hacía denotar que, evidentemente, iba a caer una tormenta épica de la cual no iba a poder guarecerse. Buscó durante todo el día algún sitio medianamente barato, pero París era demasiado costosa para alguien que vive de la caridad de la gente, así que solo le quedó dar vueltas por la ciudad.
Había aprendido a esconderse bien, incluso, a cazar algún animal con la ayuda de sus poderes. Sin embargo, ya era muy tarde para llegar hasta el bosque y, sobre todo, estaba demasiado cansado para utilizar su magia o correr de la Inquisición. Así que, sin ningún tipo de miramientos, se coló en el cementerio. En su Sevilla natal, el cementerio era muchísimo más grande, y había fosas sin nombres, de aquellos que en otro tiempo padecieron la peste. Este estaba mucho mejor estructurado, aunque ese orden para los muertos era un sinsentido, a juicio de Jaime.
De todos modos, decidió quedarse allí. No iba a poder evitar mojarse aquella noche, pero si se pegaba lo suficiente al muro que iba en contra del aire, tal vez se empapara menos. Menuda pulmonía iba a pillar… suspiró, algo angustiado. Casi que hubiera preferido haber ido de polizón en algún barco camino a Nuevo Mundo o África. Odiaba París con todas sus fuerzas, pero al menos allí no lo buscaban con tanto ahínco como en España.
Como se había comido las pocas raciones que le quedaban, aquella noche su cena consistía en un poco de agua y en el deseo de poder desayunar algo al día siguiente. Suspiró, resignándose ante su destino que, por otro lado, solo parecía volverse más aciago conforme pasaban los días. Tal vez debería de intentar mostrar sus dotes de doctor en algún sitio… aunque no sabía si con las pintas que llevaba le iban a dejar pasar a algún sitio. Él intentaba no parecer un vagabundo, pero solo tenía una ropa y dos mudas, que cada vez estaban más desgastadas y más viejas.
Antes de tumbarse, hizo un círculo de protección, al que le echó algo de polvo de Belladona y que escondería su rastro y que haría que un fuerte olor a dulce subiera en el ambiente si alguien se acercaba a él. Un método sencillo pero eficaz. Después, apoyó su espalda a la pared y puso su hatillo a modo de almohada. Empezó a tiritar de frío, por lo que realizó otro pequeño hechizo que calentaría sus ropas, al menos unas horas. Si seguía haciendo magia, se quedaría sin energía para el día siguiente, pues necesitaba alimentarse, descansar, etc.
Fue cuando había cerrado los ojos y casi se había rendido al sueño cuando empezó a oler tan dulce que se despertó. Rápidamente, se movió de allí, en busca de aquel que se hubiera acercado hasta su escondite. ¿Quién iba a un cementerio de noche, bendita virgen de Triana? Supo que el otro lo había oído cuando empezó a llamar su atención. Por su tono de voz, no parecía una amenaza, aunque la Inquisición estaba llena de actores.
En su mente, fue formando varios hechizos de ataque, aunque su magia se concentró en una explosión defensiva que saltaría con el primer movimiento que hiciera su contrincante. Si era un hechicero, estaba perdido, pues no estaba para una batalla de magia. Si era cualquier otra cosa se iba a arrepentir de haberlo seguido hasta allí, porque aunque Jaime rara vez mataba a la gente, estaba aprendiendo a hacerlos llorar durante días por perseguirlo.
—Hola —dijo saliendo de su escondite. La imagen del otro lo confundió un poco. Era bajo, atractivo y, desde luego, no tenía pose amenazante. Jaime se relajó entonces. En el rostro del otro pudo leer cierta pena… como si algo le afligiera realmente —. Ciento haberte azuhtao. Ehtaba… precentando mih rehpetoh.
No quiso decir por qué estaba realmente allí. En parte porque le daba vergüenza, en parte porque no se sentía bien confesando al primer extraño cómo vivía.
—¿Ereh de por aquí? —preguntó en tono simpático, con una ligera sonrisa.
Había aprendido a esconderse bien, incluso, a cazar algún animal con la ayuda de sus poderes. Sin embargo, ya era muy tarde para llegar hasta el bosque y, sobre todo, estaba demasiado cansado para utilizar su magia o correr de la Inquisición. Así que, sin ningún tipo de miramientos, se coló en el cementerio. En su Sevilla natal, el cementerio era muchísimo más grande, y había fosas sin nombres, de aquellos que en otro tiempo padecieron la peste. Este estaba mucho mejor estructurado, aunque ese orden para los muertos era un sinsentido, a juicio de Jaime.
De todos modos, decidió quedarse allí. No iba a poder evitar mojarse aquella noche, pero si se pegaba lo suficiente al muro que iba en contra del aire, tal vez se empapara menos. Menuda pulmonía iba a pillar… suspiró, algo angustiado. Casi que hubiera preferido haber ido de polizón en algún barco camino a Nuevo Mundo o África. Odiaba París con todas sus fuerzas, pero al menos allí no lo buscaban con tanto ahínco como en España.
Como se había comido las pocas raciones que le quedaban, aquella noche su cena consistía en un poco de agua y en el deseo de poder desayunar algo al día siguiente. Suspiró, resignándose ante su destino que, por otro lado, solo parecía volverse más aciago conforme pasaban los días. Tal vez debería de intentar mostrar sus dotes de doctor en algún sitio… aunque no sabía si con las pintas que llevaba le iban a dejar pasar a algún sitio. Él intentaba no parecer un vagabundo, pero solo tenía una ropa y dos mudas, que cada vez estaban más desgastadas y más viejas.
Antes de tumbarse, hizo un círculo de protección, al que le echó algo de polvo de Belladona y que escondería su rastro y que haría que un fuerte olor a dulce subiera en el ambiente si alguien se acercaba a él. Un método sencillo pero eficaz. Después, apoyó su espalda a la pared y puso su hatillo a modo de almohada. Empezó a tiritar de frío, por lo que realizó otro pequeño hechizo que calentaría sus ropas, al menos unas horas. Si seguía haciendo magia, se quedaría sin energía para el día siguiente, pues necesitaba alimentarse, descansar, etc.
Fue cuando había cerrado los ojos y casi se había rendido al sueño cuando empezó a oler tan dulce que se despertó. Rápidamente, se movió de allí, en busca de aquel que se hubiera acercado hasta su escondite. ¿Quién iba a un cementerio de noche, bendita virgen de Triana? Supo que el otro lo había oído cuando empezó a llamar su atención. Por su tono de voz, no parecía una amenaza, aunque la Inquisición estaba llena de actores.
En su mente, fue formando varios hechizos de ataque, aunque su magia se concentró en una explosión defensiva que saltaría con el primer movimiento que hiciera su contrincante. Si era un hechicero, estaba perdido, pues no estaba para una batalla de magia. Si era cualquier otra cosa se iba a arrepentir de haberlo seguido hasta allí, porque aunque Jaime rara vez mataba a la gente, estaba aprendiendo a hacerlos llorar durante días por perseguirlo.
—Hola —dijo saliendo de su escondite. La imagen del otro lo confundió un poco. Era bajo, atractivo y, desde luego, no tenía pose amenazante. Jaime se relajó entonces. En el rostro del otro pudo leer cierta pena… como si algo le afligiera realmente —. Ciento haberte azuhtao. Ehtaba… precentando mih rehpetoh.
No quiso decir por qué estaba realmente allí. En parte porque le daba vergüenza, en parte porque no se sentía bien confesando al primer extraño cómo vivía.
—¿Ereh de por aquí? —preguntó en tono simpático, con una ligera sonrisa.
Jaime Cortés- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 08/12/2015
Localización : Allá donde lo llevan sus pasos.
Re: Sombras tenebrosas. [Priv. Jaime]
Aquel chico salió de entre las sombras mientras se disculpaba. Luke le observó un rato aún con el susto en el cuerpo, aunque no parecía alarmante ni peligroso sí que había algo que llamó su atención, y es que por todo su alrededor su aura indicaba que acababa de usar magia, ¿era alguien como él?, se comenzó a preguntar Luke, y si lo fuese ¿se trataba de un amigo o… un enemigo? Aparte de él mismo y su tío no había conocido a ningún otro hechicero, no sabía cómo tratar con ellos, es decir, no sabía cómo darse a conocer y lo que más le preocupaba era, si debería hacerlo, es decir, Luke no lo conocía, ni si quiera sabía si aquello era algo seguro, aunque normalmente las auras de las demás personas no mentían sobre su identidad. De todas formas primero debería y quería asegurarse de sí era una persona en la que podía confiar pues… no lo podía negar, desde que se quedó solo estaba deseoso por conocer a alguien como él, solo que su tío le había explicado cómo eran las cosas por ese mundo, y no podías llegar y presentarte como tal sin antes hacer un exhaustivo examen personal a quien quisieras desvelarle algo como aquello, así que muy a su pesar, pues no le gustaba hacer aquellas cosas sin el permiso de los demás, hizo lo propio de su don, uso su empatía para poder asegurarse de que con aquel chico no corría peligro alguno. Fue una gran sorpresa cuando Luke descubrió que le había mentido sobre el por qué estaba en aquel lugar, cosa que hizo que se pusiera un poco tenso, pero todavía fue más sorpresa cuando indagó un poco más (evitando los gritos de su conciencia) en los sentimientos de aquel joven enfrente de él y descubrió que lo había hecho, (aparte de por qué desconfiaba de Luke, algo que entendía a la perfección), porque le daba vergüenza. ¿De qué era de lo que se avergonzaba?, y además, ¿si no estaba allí por la misma razón que Luke, por qué lo estaba?, aunque para una persona normal el hecho de que alguien fuese a visitar a su difunto a aquellas horas de la noche también era extraño, así que el chico podría sospechar de Luke por ello, cuando entonces cayó en la cuenta del vacío que se estaba abriendo en su estómago. Luke siempre había sido descuidado con sus poderes y aquella noche no iba a ser una excepción cuando se olvidó de dejar de usar su empatía y que gracias a ella descubrió el hambre y la resignación que aquel chico sentía.
Antes de seguir violando por completo la privacidad del muchacho decidió parar y fue entonces cuando descubrió que había pasado un buen rato callado embelesado mirándolo fijamente a los ojos, tal vez si fuese un hechicero podría haber visto también el aura de Luke mientras este usaba sus poderes con él. Nunca aprendería, siempre pasaba lo mismo, primero actuaba impulsivamente y luego se arrepentía de haberlo hecho al caer en la cuenta de sus consecuencias, y ya iban dos veces por noche. “No te preocupes”, aquella extraña voz cubrió su mente por completo sin siquiera darle paso de pensar en otras cosas “Has hecho lo que debías, es un extraño, alguien peligroso, podría atacarte, y ya sabes que es mejor prevenir que curar”. Las sombras de su cabeza habían vuelto a hablarle, aquello significaba que totalmente había hecho algo que no debía. La oscuridad le comenzaba a inundar de nuevo, y cada vez que cometía algún fallo, por mínimo que fuese, que hiciese que Luke se sintiera mal, antes de que el remordimiento ocupase sus emociones allí estaban las sombras para susurrarle que lo que había hecho era lo correcto, aunque Luke supiese que no. Estas siempre intentarían hacerle cambiar de opinión, tentarle para que fuese así como debía de actuar normalmente, y de peor manera… cómo hicieron con su madre... No estaba seguro hasta donde alcanzaba su oscuridad. Luke nunca había matado a nadie, inocente o no, sus manos estaban limpias de sangre y quería que aquello siguiese así, por eso temía en pensar hasta donde podría llegar si hiciese caso de las sombras que le hablaban directamente a su mente como si de una parte oculta de la personalidad de Luke se tratara.
-Lo siento… me he quedado un poco… impactado por el susto.- Luke no sabía que responder, sonrió inseguro, probablemente aquel chico había malinterpretado su silencio. Tal vez incluso de veras se hubiese dado cuenta de lo que había hecho Luke, de que se había metido en el interior de sus emociones y sentimientos para intentar descubrir lo que en realidad sentía. Tal vez por eso podría haberse molestado, incluso cabreado, no sabía cómo se lo tomaría y desde luego no volvería a cometer el mismo error de antes para averiguarlo.
-Si… bueno… en realidad no soy nativo de París… a-aunque llevo viviendo aquí desde pequeño… ¿y tú?- Luke intentó mostrar seguridad ante la situación, preparándose a cualquier respuesta que podría darle aquel chico, puesto que su reacción le pillaría de sorpresa no sabía tampoco cómo reaccionaría él mismo. “Dile que le has descubierto, dile la verdad, que sabes que te ha mentido.” Las voces oscuras volvieron a sonar en el interior de su cabeza. “¡Basta!” Luke intentó resistirse pero aun así no podía deshacerse de ellas, cuando por fin se dio cuenta de por qué estaban reaccionando de aquella manera. Se trataba del miedo, del miedo que sentía por desconocer la reacción de aquel chico, del miedo que sentía por desconocer su propia reacción, ¿desde cuándo se podía permitir sentir aquello?, quiso controlarse a si mismo pero era mucho más difícil hacerlo que con los demás. Comenzó a pensar en múltiples cosas que se le venían a la mente. Alzó la vista al cielo para fijarse de entre las nubes en la Luna en su plenilunio. Luego bajó la vista para encontrar la del joven al que miró de hito en hito. Era guapo y corpulento, eso sin duda. Su mente se inundó de aquellos pensamientos un tanto impropios de Luke, aunque comenzaron a surtir efecto, pues pudo alcanzar un poco de valor, lo suficiente como para alejar a las sombras de su cabeza, cuando calló en la cuenta de que tal vez si se presentaba podría quitarle un poco de hierro al asunto.
-P-por cierto, me llamo Lucas Higgins, y tienes un curioso acento si me permites remarcarlo.-
Aquella vez la voz de Luke sonó un tanto más firme, aunque tartamudeó un poco, la poca seguridad que comenzaba a sentir gracias a sus esfuerzos por apartar su mente a otro lugar en el que no se preocupara por el miedo y sus pensamientos oscuros, le sirvió para mostrarse más firme y menos débil que antes.
Antes de seguir violando por completo la privacidad del muchacho decidió parar y fue entonces cuando descubrió que había pasado un buen rato callado embelesado mirándolo fijamente a los ojos, tal vez si fuese un hechicero podría haber visto también el aura de Luke mientras este usaba sus poderes con él. Nunca aprendería, siempre pasaba lo mismo, primero actuaba impulsivamente y luego se arrepentía de haberlo hecho al caer en la cuenta de sus consecuencias, y ya iban dos veces por noche. “No te preocupes”, aquella extraña voz cubrió su mente por completo sin siquiera darle paso de pensar en otras cosas “Has hecho lo que debías, es un extraño, alguien peligroso, podría atacarte, y ya sabes que es mejor prevenir que curar”. Las sombras de su cabeza habían vuelto a hablarle, aquello significaba que totalmente había hecho algo que no debía. La oscuridad le comenzaba a inundar de nuevo, y cada vez que cometía algún fallo, por mínimo que fuese, que hiciese que Luke se sintiera mal, antes de que el remordimiento ocupase sus emociones allí estaban las sombras para susurrarle que lo que había hecho era lo correcto, aunque Luke supiese que no. Estas siempre intentarían hacerle cambiar de opinión, tentarle para que fuese así como debía de actuar normalmente, y de peor manera… cómo hicieron con su madre... No estaba seguro hasta donde alcanzaba su oscuridad. Luke nunca había matado a nadie, inocente o no, sus manos estaban limpias de sangre y quería que aquello siguiese así, por eso temía en pensar hasta donde podría llegar si hiciese caso de las sombras que le hablaban directamente a su mente como si de una parte oculta de la personalidad de Luke se tratara.
-Lo siento… me he quedado un poco… impactado por el susto.- Luke no sabía que responder, sonrió inseguro, probablemente aquel chico había malinterpretado su silencio. Tal vez incluso de veras se hubiese dado cuenta de lo que había hecho Luke, de que se había metido en el interior de sus emociones y sentimientos para intentar descubrir lo que en realidad sentía. Tal vez por eso podría haberse molestado, incluso cabreado, no sabía cómo se lo tomaría y desde luego no volvería a cometer el mismo error de antes para averiguarlo.
-Si… bueno… en realidad no soy nativo de París… a-aunque llevo viviendo aquí desde pequeño… ¿y tú?- Luke intentó mostrar seguridad ante la situación, preparándose a cualquier respuesta que podría darle aquel chico, puesto que su reacción le pillaría de sorpresa no sabía tampoco cómo reaccionaría él mismo. “Dile que le has descubierto, dile la verdad, que sabes que te ha mentido.” Las voces oscuras volvieron a sonar en el interior de su cabeza. “¡Basta!” Luke intentó resistirse pero aun así no podía deshacerse de ellas, cuando por fin se dio cuenta de por qué estaban reaccionando de aquella manera. Se trataba del miedo, del miedo que sentía por desconocer la reacción de aquel chico, del miedo que sentía por desconocer su propia reacción, ¿desde cuándo se podía permitir sentir aquello?, quiso controlarse a si mismo pero era mucho más difícil hacerlo que con los demás. Comenzó a pensar en múltiples cosas que se le venían a la mente. Alzó la vista al cielo para fijarse de entre las nubes en la Luna en su plenilunio. Luego bajó la vista para encontrar la del joven al que miró de hito en hito. Era guapo y corpulento, eso sin duda. Su mente se inundó de aquellos pensamientos un tanto impropios de Luke, aunque comenzaron a surtir efecto, pues pudo alcanzar un poco de valor, lo suficiente como para alejar a las sombras de su cabeza, cuando calló en la cuenta de que tal vez si se presentaba podría quitarle un poco de hierro al asunto.
-P-por cierto, me llamo Lucas Higgins, y tienes un curioso acento si me permites remarcarlo.-
Aquella vez la voz de Luke sonó un tanto más firme, aunque tartamudeó un poco, la poca seguridad que comenzaba a sentir gracias a sus esfuerzos por apartar su mente a otro lugar en el que no se preocupara por el miedo y sus pensamientos oscuros, le sirvió para mostrarse más firme y menos débil que antes.
Lucas Higgins- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 19/12/2015
Edad : 26
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Sombras tenebrosas. [Priv. Jaime]
Jaime pudo ver a simple vista, y conforme reaccionaba a la sorpresa de encontrarse allí a otra persona, que no era un simple humano. Aunque tampoco era nadie perteneciente a la Inquisición. De hecho, tampoco estaba muy seguro de salir airoso en una pelea contra él. Mágica, claro, pues la diferencia física era evidente. No obstante, no lo subestimó. Y mucho menos cuando coló sus poderes sobre él.
Al principio Jaime arrugó los ojos, intentando descubrir la naturaleza del conjuro. Era un hechizo simple de empatía. Había visto esos poderes en otros hechiceros, aunque nunca había sido objetivo de uno. Se sintió un poco desnudo ante su poder, ya que hacía que revelara todos sus secretos y todas sus “mentiras”. No obstante, Jaime no era una amenaza tampoco, por lo que suavizó un poco su rostro y se dejó estudiar por el otro.
—No te preocupeh, ehtaba ehcondío —dijo con sinceridad —. Yo llevo cuatro meceh viviendo aquí, pero no lo llevo nada bien.
Parecía como que se contentaba con su respuesta, pues poco a poco empezó a sentir cómo la magia del otro se retiraba con suavidad de su persona. De nuevo, recuperó cierta seguridad, pero no podía evitar pensar en qué cosas habría descubierto. Que era un fugitivo, que pasaba hambre, que no quería dormir en la calle… y que le había resultado atractivo. Eso lo llevó a sonrojarse, pero no mencionó nada.
—Cé lo que hah hecho —dijo Jaime, aunque no usó un tono acusador —. No me molehta… pero te he mentido porque zoy un vagabundo. La gente me dice El Cortesssillo —pronunció una “s” muy silbante, puesto que no se encontraba en su dialecto — y mi acento ce debe a que zoy de Cevilla, en Ehpaña.
Se acercó a él y le tendió la mano, intentando eliminar cualquier duda que tuviera el otro de las intenciones de Jaime. No se veía amenazador, ni mucho menos. No obstante, y a pesar de no tener la magia que tenía que ver con la empatía, sí que vio en el rostro del otro cierta tristeza. De esa que pesa en el corazón y que no puedes eliminar de cualquier manera. Suspiró levemente.
Miró al cielo un momento, siguiendo la mirada del otro. Cada vez las nubes se juntaban más, y el aire se estaba volviendo más espeso. De hecho, siempre que llovía a Jaime se le ponía el vello de la nuca de punta. Odiaba tanta agua… en su Sevilla no habría llovido en gran parte del invierno, pero en París parecía hacerlo a diario. Maldita suerte la suya.
—Deberíah irte a caza —susurró —. Va a caer una buena tormenta. No querráh ehtar aquí cuando ezo pace.
Dicho esto, le dedicó una bonita sonrisa, de esas que calentaban el corazón de los demás, y cogió su hatillo para echárselo al hombro. Miró a un lado y a otro. Definitivamente, allí pillaría una pulmonía. Tal vez podría salir al bosque en busca de una cueva. Se iba a mojar, eso estaba claro, pero al menos podía hacer un fuego sin miedo a ser descubierto.
—¿Zabeh de algún citio que tenga techo anteh de que me muera de frío y calado hahta loh huezoh? —preguntó, de todos modos. Cualquier caballeriza o cualquier sitio en el que le permitieran quedarse a cambio de algún trabajo, era bienvenido. Si no, empezaría a correr hacia el bosque, esperando solo no caer desmayado a causa del hambre.
Al principio Jaime arrugó los ojos, intentando descubrir la naturaleza del conjuro. Era un hechizo simple de empatía. Había visto esos poderes en otros hechiceros, aunque nunca había sido objetivo de uno. Se sintió un poco desnudo ante su poder, ya que hacía que revelara todos sus secretos y todas sus “mentiras”. No obstante, Jaime no era una amenaza tampoco, por lo que suavizó un poco su rostro y se dejó estudiar por el otro.
—No te preocupeh, ehtaba ehcondío —dijo con sinceridad —. Yo llevo cuatro meceh viviendo aquí, pero no lo llevo nada bien.
Parecía como que se contentaba con su respuesta, pues poco a poco empezó a sentir cómo la magia del otro se retiraba con suavidad de su persona. De nuevo, recuperó cierta seguridad, pero no podía evitar pensar en qué cosas habría descubierto. Que era un fugitivo, que pasaba hambre, que no quería dormir en la calle… y que le había resultado atractivo. Eso lo llevó a sonrojarse, pero no mencionó nada.
—Cé lo que hah hecho —dijo Jaime, aunque no usó un tono acusador —. No me molehta… pero te he mentido porque zoy un vagabundo. La gente me dice El Cortesssillo —pronunció una “s” muy silbante, puesto que no se encontraba en su dialecto — y mi acento ce debe a que zoy de Cevilla, en Ehpaña.
Se acercó a él y le tendió la mano, intentando eliminar cualquier duda que tuviera el otro de las intenciones de Jaime. No se veía amenazador, ni mucho menos. No obstante, y a pesar de no tener la magia que tenía que ver con la empatía, sí que vio en el rostro del otro cierta tristeza. De esa que pesa en el corazón y que no puedes eliminar de cualquier manera. Suspiró levemente.
Miró al cielo un momento, siguiendo la mirada del otro. Cada vez las nubes se juntaban más, y el aire se estaba volviendo más espeso. De hecho, siempre que llovía a Jaime se le ponía el vello de la nuca de punta. Odiaba tanta agua… en su Sevilla no habría llovido en gran parte del invierno, pero en París parecía hacerlo a diario. Maldita suerte la suya.
—Deberíah irte a caza —susurró —. Va a caer una buena tormenta. No querráh ehtar aquí cuando ezo pace.
Dicho esto, le dedicó una bonita sonrisa, de esas que calentaban el corazón de los demás, y cogió su hatillo para echárselo al hombro. Miró a un lado y a otro. Definitivamente, allí pillaría una pulmonía. Tal vez podría salir al bosque en busca de una cueva. Se iba a mojar, eso estaba claro, pero al menos podía hacer un fuego sin miedo a ser descubierto.
—¿Zabeh de algún citio que tenga techo anteh de que me muera de frío y calado hahta loh huezoh? —preguntó, de todos modos. Cualquier caballeriza o cualquier sitio en el que le permitieran quedarse a cambio de algún trabajo, era bienvenido. Si no, empezaría a correr hacia el bosque, esperando solo no caer desmayado a causa del hambre.
Jaime Cortés- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 08/12/2015
Localización : Allá donde lo llevan sus pasos.
Re: Sombras tenebrosas. [Priv. Jaime]
Luke estaba en lo cierto, aquel chico era cómo él, poseía magia… y había sabido que Luke había usado la suya en contra de su voluntad para inmiscuirse en sus asuntos. De todas formas no parecía importarle al joven que lo hubiese hecho, cosa que Luke agradeció. Respiró tranquilo y le tendió la mano a El Cortesillo, aunque estaba afligido por escuchar que se trataba de un vagabundo… No quería que El Cortesillo se sintiera mal, y ahora por ello Luke se sentía culpable, sabía que a las personas no les gustaba reconocer algo así, ¿Cómo les iba a gustar?, puesto que no tener un techo bajo el que resguardarse no era algo de lo que enorgullecerse. Luke daba gracias continuamente de haberle tocado una vida medianamente “fácil” antes las adversidades del dinero. Aquel chico tenía hambre, seguramente frío y estaría deseoso de refugiarse en algún lugar cómodo y cálido… De repente una idea cruzó su mente. Era algo descabellado, algo que alguien normal no haría, ¿pero desde cuando Luke era normal?, solamente tenían que verlo allí plantado, en mitad de la noche yendo a visitar a un familiar difunto al cementerio, para saber que las cosas que se le ocurrían no eran para nada comunes. Desde luego que aquel chico no era tampoco común buscando refugio, en una noche fría como aquella, en el cementerio, cosa con la que Luke se sintió extrañamente identificado. Miró hacía atrás fijamente a la tumba de su tío. “¿Qué debería de hacer?” Pensó, algo así debía de meditarlo concienzudamente, es decir, no se podía fiar de nadie, vivía él solo y acababa de conocer a aquel chico. Además de que ya había cometido un par de locuras en lo que llevaba de noche, no quería volver a hacer algo de lo que arrepentirse.
Escuchó a El Cortesillo advertirle sobre el clima. Dentro de poco comenzaría a llover, haría más frío y si el joven pasaba la noche en la calle podría pillar un buen catarro que… en el mejor de los casos podría ser una neumonía. Meditó más en serio la posibilidad que barajaba su mente. No escuchó en ningún momento desde que se le vino aquella idea a la cabeza a las oscuras voces que moraban su mente cada vez que iba a cometer algún acto desastroso, aquello era una buena señal. Claro que si hacía aquello estaría cometiendo un gesto bastante generoso, pero pondría en peligro su seguridad. Examinó de pies a cabeza al chico, sus gestos, su mirada, su pose… No parecía alguien peligroso, pero por supuesto que no te podías fijar en el exterior. Su tío le había dicho en vida millones de veces que no debía juzgar un libro por su portada, pero por suerte Luke contaba con un arma secreta, su don empático. Si El Cortesillo pretendía algo extraño contra Luke esta podría saberlo antes de tiempo y podría defenderse. Pero esta vez se lo iba a decir, no tropezaría dos veces con la misma piedra, por lo que si volvía a usar su magia en él sería con su consentimiento.
-No te preocupes por la lluvia- Comenzó a decir. Quería parecer amable, pero además aprovecharía para mostrarle a El Cortesillo sus dotes mágicas. Si era un hechicero como él, entonces debería de estar puesto en lo que era el poder de la atmokinesis, y debería de saber que no era un don a subestimar. Extendió su brazo izquierdo al cielo, abrió la palma de su mano y cerró los ojos. En menos de un instante las nubes comenzaron a abrirse paso despejando la noche y dejando que la luz de la Luna llena iluminase mejor el lugar y les iluminase mejor a ellos dos… Desde luego que aquel chico era alguien llamativo… ¿Pero por qué estaba pensando aquellas cosas de un chico? Era como si El Cortesillo… llegase a atraerle de alguna forma, ¿pero aquello era algo posible, podría de verdad atraerle alguien del mismo sexo? Luke nunca se había replanteado seriamente su sexualidad. Él pensaba que en un futuro conocería a una joven de buen ver, se casaría con ella y tendrían hijos… Pero, ¿y si no fuese así?, ¿sería algo correcto?, no era la primera vez que le pasaba, alguna que otra vez se había quedado mirando fijamente a un chico e incluso se había enrojecido y llegado a pensar en cómo sería su cuerpo debajo de sus vestiduras. Podría ser que él… De todas formas aquel no era ni el momento ni el lugar de pensar en esas cosas. Y no al menos, desde luego, mientras pensaba en la idea que acababa de tener.
Tras hacer que las nubes se disiparan, anulando la posibilidad de que lloviera, colocó sus brazos a ambos lados de su cuerpo, abrió mucho las manos y se concentró una vez más para hacer que la temperatura que los envolvía se volviese un poco más cálida, al menos como el clima que hacía en primavera.
-No durará mucho, luego de un rato volverán las nubes y hará de nuevo frío- Tuvo el tiempo suficiente como para decidir definitivamente que lo iba a hacer, echó de nuevo una breve mirada a la tumba de sus espaldas y luego volvió la vista a El Cortesillo con una mirada efusiva y llena de vigor
-Escúchame, puedo proponerte que pases esta noche en mi hogar, pero puesto que vivo solo… a cambio solo te pido una cosa, deja que use mi don contigo, el de la empatía, para saber en todo momento lo que sientes y las intenciones que tienes contra mí. Supongo que comprenderás que de buenas a primeras no puedo fiarme de alguien que acabo de conocer-
Antes incluso de que El Cortesillo contestase, Luke se dio la vuelta y se puso de rodillas cara a la lápida de su tío. Extendió la mano y la puso encima de esta, soltó un suspiro lleno de sentimiento y comenzó a pensar en lo que acababa de decir "¿Estoy haciendo bien tío?”
-Pero por favor, primero deja que pase un momento con mi tío y me pueda despedir adecuadamente… -
Escuchó a El Cortesillo advertirle sobre el clima. Dentro de poco comenzaría a llover, haría más frío y si el joven pasaba la noche en la calle podría pillar un buen catarro que… en el mejor de los casos podría ser una neumonía. Meditó más en serio la posibilidad que barajaba su mente. No escuchó en ningún momento desde que se le vino aquella idea a la cabeza a las oscuras voces que moraban su mente cada vez que iba a cometer algún acto desastroso, aquello era una buena señal. Claro que si hacía aquello estaría cometiendo un gesto bastante generoso, pero pondría en peligro su seguridad. Examinó de pies a cabeza al chico, sus gestos, su mirada, su pose… No parecía alguien peligroso, pero por supuesto que no te podías fijar en el exterior. Su tío le había dicho en vida millones de veces que no debía juzgar un libro por su portada, pero por suerte Luke contaba con un arma secreta, su don empático. Si El Cortesillo pretendía algo extraño contra Luke esta podría saberlo antes de tiempo y podría defenderse. Pero esta vez se lo iba a decir, no tropezaría dos veces con la misma piedra, por lo que si volvía a usar su magia en él sería con su consentimiento.
-No te preocupes por la lluvia- Comenzó a decir. Quería parecer amable, pero además aprovecharía para mostrarle a El Cortesillo sus dotes mágicas. Si era un hechicero como él, entonces debería de estar puesto en lo que era el poder de la atmokinesis, y debería de saber que no era un don a subestimar. Extendió su brazo izquierdo al cielo, abrió la palma de su mano y cerró los ojos. En menos de un instante las nubes comenzaron a abrirse paso despejando la noche y dejando que la luz de la Luna llena iluminase mejor el lugar y les iluminase mejor a ellos dos… Desde luego que aquel chico era alguien llamativo… ¿Pero por qué estaba pensando aquellas cosas de un chico? Era como si El Cortesillo… llegase a atraerle de alguna forma, ¿pero aquello era algo posible, podría de verdad atraerle alguien del mismo sexo? Luke nunca se había replanteado seriamente su sexualidad. Él pensaba que en un futuro conocería a una joven de buen ver, se casaría con ella y tendrían hijos… Pero, ¿y si no fuese así?, ¿sería algo correcto?, no era la primera vez que le pasaba, alguna que otra vez se había quedado mirando fijamente a un chico e incluso se había enrojecido y llegado a pensar en cómo sería su cuerpo debajo de sus vestiduras. Podría ser que él… De todas formas aquel no era ni el momento ni el lugar de pensar en esas cosas. Y no al menos, desde luego, mientras pensaba en la idea que acababa de tener.
Tras hacer que las nubes se disiparan, anulando la posibilidad de que lloviera, colocó sus brazos a ambos lados de su cuerpo, abrió mucho las manos y se concentró una vez más para hacer que la temperatura que los envolvía se volviese un poco más cálida, al menos como el clima que hacía en primavera.
-No durará mucho, luego de un rato volverán las nubes y hará de nuevo frío- Tuvo el tiempo suficiente como para decidir definitivamente que lo iba a hacer, echó de nuevo una breve mirada a la tumba de sus espaldas y luego volvió la vista a El Cortesillo con una mirada efusiva y llena de vigor
-Escúchame, puedo proponerte que pases esta noche en mi hogar, pero puesto que vivo solo… a cambio solo te pido una cosa, deja que use mi don contigo, el de la empatía, para saber en todo momento lo que sientes y las intenciones que tienes contra mí. Supongo que comprenderás que de buenas a primeras no puedo fiarme de alguien que acabo de conocer-
Antes incluso de que El Cortesillo contestase, Luke se dio la vuelta y se puso de rodillas cara a la lápida de su tío. Extendió la mano y la puso encima de esta, soltó un suspiro lleno de sentimiento y comenzó a pensar en lo que acababa de decir "¿Estoy haciendo bien tío?”
-Pero por favor, primero deja que pase un momento con mi tío y me pueda despedir adecuadamente… -
Lucas Higgins- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 19/12/2015
Edad : 26
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Sombras tenebrosas. [Priv. Jaime]
A sabiendas de que el más joven se sentía algo culpable por usar sus poderes, Jaime sintió una punzada de empatía y, sobre todo, de cierto cariño hacia el chico. No paraba de lanzar miradas fugaces a la lápida, que estaba a su espalda ahora. Jaime pensó al principio que era su padre, pero tampoco quiso preguntar, ya que no quería abrir la herida que, al parecer, seguía reciente en el corazón de Lucas.
Lo siguiente hizo que Jaime viera, de nuevo, una parte del poder de Lucas. Usó su habilidad de atmokinesis para apartar el frío y las nubes del cementerio. En Sevilla había visto a un hechicero que había sido capaz de hacer eso durante días, incluso. Si ese era el caso, podía quedarse allí sin ningún problema —bueno, el problema vendría si algún Inquisidor notaba que en el cementerio hacía más calor y no llovía… pero los problemas por partes—. Se sintió casi automáticamente reconfortado. Si bien aún no estaba a la temperatura que él gustaba, sí que se sentía algo más cómodo. Aún así, lanzó una sonrisa tan radiante como diez soles.
También pensó en la posibilidad, en caso de que el chico se sintiera amenazado, de no estar lo suficientemente fuerte como para parar un rayo dirigido hacia él. No obstante, sus barreras siempre habían sido realmente fuertes. Con aguantar el primer golpe podría reducirlo a golpes, dada su superioridad física. No obstante, por alguna razón no se sentía en peligro. No era el prototipo de Jaime, pero le gustaba su rostro, su forma de mirar… era indiscutible cierto erotismo fruto de esa apariencia débil. De hecho, se dio cuenta de que se habían quedado mirándose fijamente el uno al otro, sin decir nada. Era innegable que existía cierta atracción.
De todos modos, cuando estuvo a punto de marcharse, él volvió a sorprenderle. Propuso a Jaime quedarse en su casa para no tener que caminar bajo la intemperie que, por otro lado y según el chico, iba a volver en breves. Al principio no dijo nada. No sabía si aceptar o no, y más si iba a estar “poseído” por esa sensación continuamente. Pero una nueva mirada fue suficiente para lanzar un quedo suspiro. Qué más daba después de todas las peripecias que había vivido.
Ni siquiera lo dejó contestar. Antes de que pudiera hacerlo, se arrodilló frente a la tumba de su tío y dio por hecho que Jaime aceptaría. Carraspeó con suavidad y se alejó un poco para darle algo de espacio y, así, dejarle que hiciera lo que hubiera ido a hacer allí. Para Jaime, que era un alma bastante libre, se podía presentar los respetos a una persona simplemente acordándose de ella, pero claro, otros preferían los cementerios. Lugares sagrados, solemnes y solitarios.
Esperó todo el rato que quiso el joven, pues no tenía ninguna intención de meterle prisa encima de que se había ofrecido a algo tan sumamente extraño. Jugueteó con un hilo de su camisa, del que tiró con fuerza para arrancarlo. De manera casi automática, rompió parte del bajo derecho de la misma. Lanzó una maldición en español nada agradable a los oídos de las personas y se quedó quieto. Se puso la chaqueta, que si bien no lo resguardaría del frío, al menos evitaría que su piel estuviera en contacto directo con la intemperie. Y, cuando el chico volvió, habló por primera vez del tema.
—No quiero que te cientah incómodo o que creah que me quiero aprovechar de ti —sonrió —. De hecho, no quiero que te cientah obligao a aceptarme en tu caza. He vivido el zuficiente tiempo en la calle como para zaber cuidarme a mí mihmo.
De todos modos, sonrió de nuevo. El Cortesillo sabía que había dado con un buen muchacho, y por eso tampoco quería que lo relacionaran mucho con él… pero sí que tenía que decirle que era un poco imprudente al usar sus poderes tal y como lo hacía… si Jaime hubiera sido un Inquisidor, Lucas ya estaría reunido con su tío. Si iba a su casa, tenía que advertirle de los peligros que le circundaban, o no podría defenderse de todos los peligros que el mundo representaba para los de su clase.
Lo siguiente hizo que Jaime viera, de nuevo, una parte del poder de Lucas. Usó su habilidad de atmokinesis para apartar el frío y las nubes del cementerio. En Sevilla había visto a un hechicero que había sido capaz de hacer eso durante días, incluso. Si ese era el caso, podía quedarse allí sin ningún problema —bueno, el problema vendría si algún Inquisidor notaba que en el cementerio hacía más calor y no llovía… pero los problemas por partes—. Se sintió casi automáticamente reconfortado. Si bien aún no estaba a la temperatura que él gustaba, sí que se sentía algo más cómodo. Aún así, lanzó una sonrisa tan radiante como diez soles.
También pensó en la posibilidad, en caso de que el chico se sintiera amenazado, de no estar lo suficientemente fuerte como para parar un rayo dirigido hacia él. No obstante, sus barreras siempre habían sido realmente fuertes. Con aguantar el primer golpe podría reducirlo a golpes, dada su superioridad física. No obstante, por alguna razón no se sentía en peligro. No era el prototipo de Jaime, pero le gustaba su rostro, su forma de mirar… era indiscutible cierto erotismo fruto de esa apariencia débil. De hecho, se dio cuenta de que se habían quedado mirándose fijamente el uno al otro, sin decir nada. Era innegable que existía cierta atracción.
De todos modos, cuando estuvo a punto de marcharse, él volvió a sorprenderle. Propuso a Jaime quedarse en su casa para no tener que caminar bajo la intemperie que, por otro lado y según el chico, iba a volver en breves. Al principio no dijo nada. No sabía si aceptar o no, y más si iba a estar “poseído” por esa sensación continuamente. Pero una nueva mirada fue suficiente para lanzar un quedo suspiro. Qué más daba después de todas las peripecias que había vivido.
Ni siquiera lo dejó contestar. Antes de que pudiera hacerlo, se arrodilló frente a la tumba de su tío y dio por hecho que Jaime aceptaría. Carraspeó con suavidad y se alejó un poco para darle algo de espacio y, así, dejarle que hiciera lo que hubiera ido a hacer allí. Para Jaime, que era un alma bastante libre, se podía presentar los respetos a una persona simplemente acordándose de ella, pero claro, otros preferían los cementerios. Lugares sagrados, solemnes y solitarios.
Esperó todo el rato que quiso el joven, pues no tenía ninguna intención de meterle prisa encima de que se había ofrecido a algo tan sumamente extraño. Jugueteó con un hilo de su camisa, del que tiró con fuerza para arrancarlo. De manera casi automática, rompió parte del bajo derecho de la misma. Lanzó una maldición en español nada agradable a los oídos de las personas y se quedó quieto. Se puso la chaqueta, que si bien no lo resguardaría del frío, al menos evitaría que su piel estuviera en contacto directo con la intemperie. Y, cuando el chico volvió, habló por primera vez del tema.
—No quiero que te cientah incómodo o que creah que me quiero aprovechar de ti —sonrió —. De hecho, no quiero que te cientah obligao a aceptarme en tu caza. He vivido el zuficiente tiempo en la calle como para zaber cuidarme a mí mihmo.
De todos modos, sonrió de nuevo. El Cortesillo sabía que había dado con un buen muchacho, y por eso tampoco quería que lo relacionaran mucho con él… pero sí que tenía que decirle que era un poco imprudente al usar sus poderes tal y como lo hacía… si Jaime hubiera sido un Inquisidor, Lucas ya estaría reunido con su tío. Si iba a su casa, tenía que advertirle de los peligros que le circundaban, o no podría defenderse de todos los peligros que el mundo representaba para los de su clase.
Jaime Cortés- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 08/12/2015
Localización : Allá donde lo llevan sus pasos.
Temas similares
» Blanco y negro hacen gris... [+18, Priv. Jaime]
» Una trampa de sombras ~ priv.
» Sombras sobre el fuego ~ Priv.
» En las sombras [Privado]
» Jaime Cortés ID
» Una trampa de sombras ~ priv.
» Sombras sobre el fuego ~ Priv.
» En las sombras [Privado]
» Jaime Cortés ID
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour