Buscando en el fondo de una botella. -Libre

Hoy no se trataba de un buen día, tampoco estaban siendo buenas semanas para mí, llevaba un par de semanas sin conseguir cazar a alguna criatura que hacía peligrar la especie humana y cada vez sentía más dentro de mí esas ansias que nunca me abandonaban de clavar el cuchillo en la piel de alguna de estas bestias inmundas. Siempre me solía encontrar algo desanimado y enfadado cuando llevaba tiempo sin cazar, pero nunca había pasado más de una semana sin matar algo y hoy se cumplían las dos semanas. ¿Que me ocurría? Últimamente no daba una a derechas, había dejado escapar a un cambiante, así sin más porque me había dado la gana cuando estaba apunto de alcanzarlo en las lindes del bosque... Suspiré de pura resignación al acordarme de aquel momento, pues tener esos pensamientos me hacía enfadarme aún más de lo que ya estaba, por lo que meneé la cabeza, tratando de disipar aquellos pensamientos que me hacían enojar y decidí levantarme de la cama en la cual estaba tumbado y comencé a vestirme, un buen bourbon me aliviaría esta pesadumbre.


Una vez aseado y vestido con la ropa que solía llevar a menudo, un pantalón negro, camisa blanca y un abrigo negro, el cual me proporcionaba calor y múltiples bolsillos en los que llevar mis objetos personales, tanto por dentro del abrigo como fuera, salí de la casa en la que un día había sido mi hogar y me dirigí con paso lento a la taberna más cercana, necesitaba como el aire para respirar un vaso de alcohol y tiempo para mí mismo, para reflexionar acerca de lo que me estaba sucediendo o simplemente para embotar mi mente y acabar tirado en una cuneta cual pobre señor ebrio. Mordí mis labios ante este último pensamiento, la última vez que había bebido tanto como para acabar tirado había sido con tan solo dieciséis años y fue en una fiesta celebrada con unos amigos, aquellos a los que ya no veía nunca.

Entré en la taberna más cercana, las calles de París no estaban muy concurridas y esta taberna tampoco, hacía frío fuera y la gente seguramente estaría en sus casas a la lumbre del fuego. Cerré la puerta despacio y me quité los guantes de piel que traía puestos, el calor aquí se notaba, por lo que también, me quité el abrigo y lo dejé en una silla libre, en la barra. -Un bourbon sin hielo, por favor.- Le dije al camarero una vez me hube sentado en la silla. Miré a mi al rededor, había unos cuantos tipos sentados al rededor de una mesa, jugando a algún juego de mesa y balbuceando palabras sin sentido, seguramente llevasen mucho tiempo empinando el codo. También había un par de damas riendo de forma estrepitosa, como si quisieran llamar la atención de algún apuesto caballero... Hice una mueca y aparté mi vista de ellas, centrándome en el vaso que el camarero me acaba de dar. Di un sorbo y lo saboreé, sonriendo, por fin hoy el día comenzaba a mejorar.

Continué observando a la poca gente que entraba a esta hora en la taberna, era una hora para estar comiendo en familia un estofado caliente, alguna sopa e incluso algunos dulces después como postre... ¿Cuánto hacía que no me reunía así con mi hermana? Muchísimo. Nos habíamos ido distanciando conforme yo me hacía adulto y llevaba a la práctica mis ansias más oscuras... Terminé de un trago lo poco que me quedaba en el vaso y con un gesto le pedí al cantinero otra ronda, la pesadumbre que sentía no se disipaba con el ardiente alcohol que me quemaba por dentro.

Entró en ese momento una joven, la cual dejó un par de armas encima de la barra mientras le pedía al cantinero su bebida. Observé las armas, sin duda eran de verdad, no aquellas imitaciones que solían venir de barcos extranjeros al puerto. Tras una ojeada a sus armas, me fijé en ella, llevaba una ropa cómoda, no llevaba de aquellos vestidos que solían llevar las damas de clase alta, el pelo rubio y largo se dejaba caer al mismo tiempo que ella se dejaba caer sobre la silla, sin duda exhausta. Podía percibir el olor que de ella emanaba, un olor a pólvora, sangre y tierra... Un duro día de trabajo... o una dura noche, como solían ser las mías antes.

-Una dura noche ¿Verdad?- Dije sin dejar ni un momento de mirarla, podía tratarse de una persona peligrosa y ella tenía las armas a la mano y yo no, puesto que mi abrigo estaba colocado en mi silla y tardaría mucho más en coger mi cuchillo que ella en dispararme si se le cruzaba el cable, aunque en un lugar tan público, no sería capaz de hacer algo así, era el bourbon anterior el que me llevaba a tener dichos pensamientos de locura.