Buscando el premio del fondo de todas las botellas de vodka {Löwe Von Meer}

por **Tatiana Volkov** Vie Abr 12, 2013 1:10 pm

Tanya se deslizó por las calles de París con una ligereza impropia de una mujer tan brusca como era ella. Esbozó una pequeña sonrisa lobuna al pensar en la expresión horrorizada que tendría su madre si aún siguiera viva y supiera a dónde se dirigía la "legítima princesa rusa" en aquel momento...
Sí, su madre era rusa, pero su obsesión por su supuesta sangre azul había llegado hasta tal punto de llegar a despreciar el alcohol fuerte... no como Tatiana.

Justo en aquel instante, llegó a la taberna que estaba buscando. Podría haber ido a cualquier otro lugar, que desde luego, hubiera sido bastante más digno y apropiado para alguien como ella, pero aquel era uno de los pocos lugares de París en los que se podían encontrar bebidas rusas.
Se apoyó en la barra, y con un gesto de mano le indicó a cierto humano al que ya conocía muy bien que se acercara:

-Vodka porrr aquí, Frrrançois...

-¿Nada más?-se sorprendió el aludido, acostumbrado a que la cambiaformas le pidiera varias bebidas a la vez.

-¡Net, net!-negó Tatiana, airadamente.- Tú no saberrr beberrr vodka bien, ¿verrrdad? Vodka nunca mezclarrr con otrrras bebidas... ¿Tú entenderrr?

Tras asentir, François desapareció y no regresó hasta unos momentos después, llevando las bebidas de varios clientes, entre las que se incluía el vodka de la rusa.
Tanya asintió imperceptiblemente, satisfecha, y murmuró un "na zdoróvie" ("salud" en ruso) para sí misma, por pura costumbre, antes de comenzar a beber.

por **Löwe Von Meer** Jue Abr 25, 2013 11:56 am

"Muerto. Sin vida. Caminando entre las sombras buscando el líquido que me alargará la vida".

La noche se cernía sobre la ciudad de París, como una fina capa de oscuridad, alcanzando los más ocultos callejones, convirtiéndolos en bocas oscuras, perfectas para cazar. Como una sombra más, de la hermosa y decadente París, me deslicé entre los barrios dedicados al placer más mundano; la bebida, el sexo y, en mi caso, una buena dosis de víctimas. Los cazadores tenían la tendencia, absurda a mi parecer, de ahogar sus penas con el alcohol. Toda esa sangre derramada, de mis congéneres y otras especies, al final de la noche se convertían en pesadillas. Sueños que quieres ignorar y desaparecer para siempre de tu mente. Pero no es fácil. Pobres criaturas.

Reí mientras entraba en una taberna cualquiera, la noche, era mi pasaje para volver a la vida. A veces optaba por quedarme en casa y disfrutar de mi esclavo, otras, simplemente me quedaba solo en el barco. Me acostaba sobre una hamaca, y me balanceaba, dejando que mi pelo se alborotase con la brisa marina. Lástima que tuviera hambre, y que mi nueva posición como militar, no me permitiese muchas libertades. Por eso estaba allí, buscaba una víctima rápida alguien al que abrazar en mis brazos fríos y muertos, para besarle con suavidad el cuello. Captar el aroma perfecto del miedo, y tomar su sangre. Un escalofrío sacudió mi cuerpo mientras una oleada de placer sacudía mi cuerpo.

Suspiré con suavidad, y busqué un lugar adecuado en el que sentarme. Uno en el que pudiera escuchar a todos, y fingir que no era así. Mis ojos se detuvieron en un lugar libre. Estaba en la barra, lo que me permitía escuchar las conversaciones de las mesas que estarían a mis espaldas. Perfecto. Reí con suavidad, sin querer llamar la atención, y me senté al lado de una mujer castaña. Parecía disfrutar de su bebida, aunque lo más sorprendente, era la rapidez con la que vaciaba vaso de vodka. - No es francesa. - Le dijo con una afirmación rotunda. A pesar de todo, las francesitas más traviesas, jamás podrían soportar un licor tan fuerte, siempre optaban por el licor de frutas, o en el peor de los casos, por el vino. ¿Pero vodka?. Le dedicó una sonrisa satisfecha, con una pizca de orgullo. Pocas mujeres beberían tal cosa en público, mucho menos en una taberna como aquella. Era sumamente divertido.

Levantó la mano, y a los pocos segundos, el camarero estuvo a su lado. - Un whisky, doble y sin hielo. - Miró a la mujer y sonrió- Y una botella del mejor vodka.- Siguió mirando a la mujer, e ignorando la forma en la que el hombre parecía huir de él. Sintió el peso de una mirada sobre su espalda, tan fijamente, que parecía abrirle un hueco en su espalda. Se giró y vio a un hombre beber cerveza en el fondo de la habitación. Le dedicó una mirada dura. Intransigente, y el otro apartó la mirada, centrándose en la cerveza.

El ruido de una copa chocando contra la madera maltratada de la barra, le hizo girarse hacia el camarero. Tomó la copa de whisky y sonrió a la mujer mientras alzaba el vaso. - Por las mujeres que saben beber.- Se tomó el líquido ambarino con solemnidad. Sin darse cuenta de que su acento vikingo había salido a la superficie.

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