Simplemente casualidad del destino || Privado.

por **Alon** Vie Ene 22, 2016 1:02 am

Con una sonrisa agradable y sobre todo sincera, el joven humano de clase baja atendió a los clientes que van al pequeño local en la ciudad de parís. Era pequeño pero modesto y sobre todo muy hogareño es lo que llamaba más la atención y ni se diga del sazón de la dueña de esté, era para chuparse los dedos. El ex gitano está más que feliz por a verse encontrando un trabajo como ese, no le pagaban mucho, pero con eso puede sobrevivir el día, comprando un pedazo de pan dulce y leche, con eso él es completamente feliz, sí señores. -Muchas gracias por su vista- Comentó Alon, con su siempre, sonrisa amigable. -Esperemos que su estancia haya sido agradable y que vuelvan pronto. – A decir aquellas frases que le dijeron que se aprendiera, dio una leve reverencia, observando de reojo de cómo ellos dejaban unas cuantas monedas sobre la mesa, él, mentalmente le agradeció, para verlos partir de la pequeña fonda, con esto, de seguro alcanzaría para dos días la comida, excelente. Esperó que salieran del local para después ponerse a limpiar la mesa y que estuviera presentables para el siguiente cliente, deseando con todo su ser, que esté fuera tan bueno como el anterior y de ese modo, él ganaría más propina. Alon no es una persona avara, tampoco desea que el dinero le caiga desde el cielo, por razones obvias eso nunca pasara, está fuera de sí, pero si quiere sacar para tener comida al terminar el día y de paso, comprarse unas prendas modesta, de segunda mano, solo las utilizaría para cuando si alguna vez lo despide, pueda vestiste apropiadamente para conseguir otro trabajo.

El día seguía su curso, hoy no estuvo tan solitaria como la semana pasada, eso era fabuloso para Alon. Le gustaba trabajar mucho, aprender y ganarse su propio dinero, no necesitaba mendigar por las calles para que le tuvieran alguna lastima y le dieran monedas, no, él siempre quiera aprender algo nuevo cada día. Por ello, aunque no lo crean esté hombre aparte de tener el trabajo del local, es cajero en una tienda para dulces y panes que está a cuatro cuadras de aquí; en la mañana se la pasa en la dulcería y por la tarde aquí, aparte, tiene horas para comer e inclusive le sobra para darse el lujo de dormir o pasear por las calles o alrededor parisienas. -He terminado de limpiar las mesas, ¿Desea que haga otra cosa?- Dijo, desde una de las mesas para caminar hacia la barra donde estaba la dueña, era una persona mayor de unos setenta y picos años, modesta la persona, quedo viuda a temprana edad, como Alon, algo tenían en común ellos dos por eso, tal vez, se llevaba bastante bien. La señora, Sophie lo aceptó inmediatamente, ya que necesitaba a un hombre para ayudar en el restaurante que cada vez era más famoso, ahora, desde hace dos meses, el ex gitano trabaja aquí; le daba las gracias a dios por la buena suerte que tubo, después de que Sophie lo adoptó en el trabajo tuvo más, era como su amuleto de la suerte, vaya milagro.

-Alon, hijo, como siempre gracias por tu ayuda incondicional, sin ti, creo que no iba a poder hacerlo. – Confesó la señora con una dulce voz que hacía que cualquier persona se tranquilizara, y eso hacía con Alon. –De todos modos ya será hora de tú salida, y antes de que te vayas, cierra el local, mañana será otro día. – Asintió el hombre, comenzando a recoger sillas, mesas, platos hasta que cerró por completo el restaurante. –Bueno, sin más que decir, me retiro, nos vemos mañana. – Se despido de la mano, mientras veía que pronto iba hacer de noche, no sabía qué horas era exactamente, pero solamente al ver el cielo, pronto la noche iba a caer en parís.

Comenzó a caminar tranquilamente por las calles, sin prisa, nadie lo esperaba en ninguna parte, de hecho, las calles eran su hogar, ahora, era necesario encontrar una nueva cama, no tenía hambre, hace tres horas atrás comió buen bien, así que, dormirá como un bebé, sin mirar por donde caminaba por estar soñando despierto, tropezó con alguien, sin fijarse, inclusive golpeo la frente de alguien, escuchando el grito de…. ¿una mujer?

-¡Oh, demonios! –Exclamó Alon, viendo que había tirado a una mujer, y por lo que veía, era una mujer con dinero. -¿Esta bien? Sabe… yo… lo siento.-

¿En qué demonios se había metido?