Jocosa Imprudencia (Priv. Eleonor Divella)

por **Martín de la Cela** Miér Feb 10, 2016 5:25 am

"Quien de las enseñanzas entiende a buenas palabras, no necesitará jamás de la violencia para aprender de la vida"
Martín de la Cela - Memorias.

Era un hecho... habia vuelto a la batalla, habia dejado ya la enseñanza tan agotadora de tener a jovenes pupilos en aulas de la vida y me estaba dedicando plenamente a lo que el placer de la vida concierne, el arte en su conjunto.
Habia ya pedido formalmente los cuadros en la dirección y esperaba una entrega importante hoy acerca de unos cuadros de arte precolombino que exigian que este museo... no solo se saciara de arte europeo sino de los confines del mundo, aunque algo debia aprender, el educar es una tarea de toda la vida y era un hecho de que estaria ligado a ella hasta el dia de mi muerte, que posiblemente faltaria poco... aunque quien sabe.

- Señor de la Cela, ya esta listo el pedido de su excelencia, llegará probablemente en en un rato, asi que nos adelantamos y preparamos todo para que cuando lleguen puedan ser ubicados enseguida -

- Perfecto querido, me encanta se adelanten, asi podremos mostrar a la aristocracia europea de lo que se perdieron cuando fueron a buscar simplemente oro. -

Dentro de los cuadros elegidos habia pedido una copia de un templo Azteca, El camino del Inca y otras obras respectivas a su alfareria y cosmovisión...
Oh, casi lo olvidaba, tenia que hacer el inventario para cuando llegara pudiesen despachar rapidamente y... casi lo olvidaba, pero poco probable seria que me visitara una pequeña pero algo imprudente aprendiz, deseaba que tal vez no viniese hoy, no conociendola.

- Ire a terminar el inventario querido, cualquier cosa que suceda... me avisas -

- Si, monsieur de la Cela -

Tenia un pequeño y peludo mal presentimiento...
Ok, parte del inventario estaba hecho, pero queria asegurarme de que estuviese completamente listo para cuando llegara el pedido. Dejame recordar... ah si, el pedido era el siguiente:
- "El Templo", cuadro de unos 40x60 cm hecho en Mexico
- "La Ruta del Inca" Ilustración de unos 30x40 traida del Perú
- "Vasija en greda", pieza original rescatada de El Cuzco, Perú
- "Arte Charrua" imitación de unas recopilaciones artisticas de Montevideo...
« Caen unos jarrones, se escuchan en todo el museo »
Yo conozco eso... Oh Dios, perdoname si lanzo unas maldiciones en tu nombre.

- Señor, hay un... emm... ¿Hurón?... y esta destrozando todo lo que encuentra... -

- Dios mio... si, si, dejenla... ya llegará sola aca, la esperaba. -

- Ah es... hembra... ¿Como lo sabe señor? -

- Es... una larga historia... -

Solo Dios sabra que habré hecho en mi vida para que me castigue de esta manera...

- ¡Eleonor!... ven aca... -

Despues los regaños de la señorita Smith me llegaran a mi, de como la aristocracia chismosa comentará que andan bolas de pelos en el museo más prestigioso de Francia.

por **Eleonor Divella** Vie Mar 04, 2016 11:52 pm

Quien con lobos se junta a aullar aprende.

Una mañana tranquila con el hermoso astro rey despuntando en el cielo y el pelaje recién cepillado y alisado con las mejores esencias del bosque, ya saben olor a tierra, lavando y miel para que brille de reluciente el pelaje, la verdad es para evitar ir pelonchando y poder escurrirme fácil por todo el lugar, que mejor que ello para hacer los pequeños encargos que hago, como “tomar” donaciones ajenas a la causa de mantener a ciertos jóvenes no tan favorecidos, claro que ellos no saben lo que hago, es secreto de estado.

Hace varias lunas atrás había entrado por pura casualidad en una de las mansiones de la zona este, aquellos lugares finos y con muchas cosas con las que uno puede negociar en cierto mercado no tan famoso y fácil de encontrar, pero bueno, la cuestión fue que aquello no fue la misión más fácil porque terminé tras las rejas de una jaula como mascota, aunque el dueño de aquella casota dijo que me soltaría con una condición si iba después de tres días al museo, él se encargaría de enseñarme lo que realmente es bueno y malo; tuve que aceptar para salvar el pellejo, aunque claro jamás dije que le pondría las cosas fáciles.

Y ahora estoy ahí frente a aquel lugar observando como entran y salen, como cargan cosas y las dejan ahí, sería mi primera vez y entraría por la puerta grande, además tenía invitación no pasaría nada malo; claro, eso es lo que se piensa una, porque ni bien puse una pata delante de la otra en aquel lugar fui atacada por una vieja histérica que a punta de zapatos y escobazos quería sacarme de ahí, gritando a todo pulmón “rata” “una rata”, realmente tengo cara de rata, yo creo que no. Corro por mi vida haciendo una clara demostración de las habilidades de un hurón, lástima que los jarrones, cortinas y demás cosas no opinen lo mismo, incluso los otros hombres que se unen a la cacería, como si fueran a agarrarme, no ha nacido el animal de dos patas que pueda darme cacería limpia.

Subo por una de las grandes cortinas y les meneo el trasero peludo sacándoles la lengua, por poder burlarlos, les arrojo las cortinas oyendo como se termina de romper un jarrón grande y que se ve muy fino y caro.

–Lo siento–

Mis chirridos sé que no los entenderán y bueno lo que importa es el pedir las excusas, aunque estas vengan acompañadas de risas por verlos tan enojados y ofuscados al ver que un hurón los hace quedar mal.

–Yo de ustedes diría que fueron veinte bestias grandes, con colmillos feroces y tirando espumas por la boca–

Me rio de solo pensar lo mal que estarán, esto las calles deben saberlo.

Aunque claro, antes de poder hacer algo, una voz ya conocida me llama, evitando que haga una de las diabluras así que solo dejo rodar una vasija por el suelo viendo como me miran de mala forma por ir caminando hacia dónde provenía la voz. Toco la puerta entrando y pongo una carita de inocente, abro los ojos bien grandes, orejitas hacia atrás y media encorvadita como si no hubiese hecho ninguna travesura.

–¿Mando a llamar?, como ¿pa qué soy buena? Usted dirá señor don profesor– Subo trepando por la cortina a descansar sobre está mirando como entra la señora a dar la queja de mis “destrozos” –Oye no fue mi culpa, esta vieja me quiso sacar a patadas gritando como loca histérica “rata, una rata” ni cara de rata tengo, a mí que le hace falta marido o ni el diablo la acepta por lo amargada y vieja que esta y por eso se desquita con un indefenso y pobre animalito que no puede hacer nada con una vieja tan arrugada como las ciruelas pasas– nuevos chirridos que no entendería la humano pero el anciano si lo haría, aunque claro las risas que me pegaba obviamente todos lo entenderían que intentaba burlarme de ello y quizás por ello aquella mujer me miraba de forma amenazante como si quisiera despellejarme.

Esperaba no llevarme una regañada, por algo que no había hecho, como portarme bien en el primer día de "supuestas" clases.

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Re: Jocosa Imprudencia (Priv. Eleonor Divella)