Buscando nuevos horizontes, nuevas amistades, nuevas compañias - privado

por **Emilie De Azcoitia** Sáb Feb 13, 2016 6:28 pm

Recuerdo del primer mensaje :

¿Porqué había elegido aquel pequeño café para sentarse y dejar que las horas transcurrieran sin reproches, ni tareas por realizar? no lo supo, pero decididamente, le pareció un lugar acogedor. El joven que se acercó a ella para tomar su pedido, la observó y no pudo dejar de pensar en aquel velo casi imperceptible que la cubría, un aura de tristeza, melancolía. Es que en verdad, ella solo era una sombra de aquello que algún día había sido. Todo en su vida era así, momentos de felicidad, que debía pagar con días y años de tristeza, ¿acaso no había pagado un alto precio por amar a un desconocido? ¿no tuvo que soportar su abandono y luego perder a su hijo apenas nacido? ¿o acaso era mentira que solo unos meses atrás, cuando parecía que las cosas mejorarían, había aparecido el sobrino de aquel extraño, el pequeño Ruggero, aquel niño le había devuelto la felicidad, aunque esa tierna compañía solo durara unas semanas, hasta que partió al extranjero junto con su madre, dejándola nuevamente sola? Su alma estaba cargada de preguntas sin respuestas, de dudas y tristezas, pero no tenía la fuerza, ni el coraje necesario para dar fin a su miserable vida. Y así se encontraba nuevamente, intentando ver una luz de esperanza en aquel abismo de oscuridad en el que estaba estancada.

Sonrió tímidamente al joven mesero y pidió un café, - si puede, con un poco de chocolate amargo y crema - dijo intentando poner una nota de alegría en su voz, pero en verdad no lo logró, su voz era como la melodía trágica de alguna composición romántica, y parecía que jamás podría salir de aquel maldito estado de angustia. Apenas el joven se alejó de la mesa, volvió a llevar su mirada lejos de allí. mas allá de los cristales, de la acera, o la calle que a pesar de la nieve que aun cubría la superficie, se mantenía bastante concurrida. Suspiró, por ese deseo de lograr comenzar una nueva etapa de su vida, alejada de tanta tristeza, de tanta perdida, del imposible sentimiento de culpa que le carcomía el alma.

por **Emilie De Azcoitia** Dom Mar 05, 2017 3:35 pm

Suspiró al sentir las caricias de su amado, en sus mejillas. Una sensación tan hermosas, un calmante para el hondo dolor de su alma, una brisa cálida, en mitad del páramo, en el que había vivido, en ese tiempo en que permanecieron separados. Llevó su mano a su propia mejilla y atrapó la mano de la única persona que podría amar en toda su vida, - Ay! amor, cuanto tiempo he anhelado éstas caricias, sabiendo que algo importante me faltaba en mi vida, y sin poder recordar que era... eso que me ahogaba el alma, era tu ausencia. Ese profundo dolor que me invadía, era la duda de si me habías abandonado porque ya no me amabas, o porque jamás había existido un amor verdadero. - no pudo ocultar la tristeza en su rostro, las lagrimas que corrían libres por sus mejilla, mojando las manos de ambos. - Pero... en el fondo de mi corazón, me negaba a creer lo que ellos me decían, no podía acostumbrarme a tu desamor, que según mi padre y mi padrino, era lo que había llevado a que me abandonaras, el no querer formar una familia, el sentirte aprisionado al pensar que serías padre. - movió el rostro suavemente, negando aquellas palabras, - No les creí, se los repetí una y otra vez, que tú volverías, que amabas a nuestro hijo, y que me amabas... que algo te pasaba para que no acudieras a mi llamado... mas ellos se empecinaban, día a día, mes a mes -.

Calló, mientras buscaba la mirada de Darcell, cuando la encontró, le contempló, con la mirada cargada de dolor, - Aquel día, cuando nuestro hijo nació, me sentí tan feliz, pero a la vez tan desdichada, por no vivirlo en tu compañía, no verte cargar en tus brazos a nuestro niño -. Volvió a suspirar, mientras escuchaba las palabras de su amado, la promesa que jamás volverían a separarse, que pronto volverían a estar juntos, los tres, pues él no cejaría de buscar a su pequeño, aquello le iluminó el rostro. Mas de pronto un miedo le asaltó el alma, - Amado mio, ¿como haremos para que al separarnos, no volvamos a olvidar nuestros rostros, nuestros sentimientos? no podría soportar perderte nuevamente - dijo con un hilo de voz, mientras se abrazaba el cuello de su amado, - Llevame contigo, no me separes de ti, permíteme estar a tu lado siempre, hasta que logremos desbaratar ésta maldición que nos ha separado -.

por **Darcell Aubriot** Sáb Mar 11, 2017 2:07 pm

– No amor – buscó las manos de Delphine y las llevó hasta sus labios para besarlas una y otra vez – Sería incapaz de abandonarte o dejar de amarte – le sonrió – de hecho, quiero que sepas que aunque estábamos separados estoy seguro de que te buscaba, por eso era que no me sentía cómodo con nadie más, debías ser tu, solo tu – escuchar lo que ella había sufrido y pensado durante el tiempo que estuvieron separados le dolía, no podía negarlo, pero ahora que se encontraban nuevamente, que comenzaban a recordarse y que estaban dispuestos a descubrir quien había jugado con ellos de una manera tan vil; Darcell estaba seguro de que todo estaría bien. Soltó las manos de Delphine y llevó las suyas hasta el delicado rostro de su amada, limpiando con el dorso de su mano las lagrimas que corrían por las mejillas de ella – No llores amor mío, ahora estamos juntos y eso es lo que importa – la acercó más a él para abrazarla – Todas esas mentiras trataron de destruirnos pero solo nos han hecho más fuertes, así que no sufras más por ellas – la apretó contra su pecho y beso su sien – Encontraremos a nuestro hijo, nos alejaremos de todos los que están en contra de nuestro amor y seremos felices.

El Aubriot observó los ojos de su gran amor, en ellos podía ver el dolor que había experimentado mientras estuvieron separados, dolor que el no pudo evitar. Delphine le contó con amargura como el nacimiento de su hijo fue un suceso agridulce y escucharle le dolió al cazador. Darcell hubiera dado todo cuanto poseía con tal de haber estado al lado de su amada en aquel momento tan importante y no solo por ella, sino también por el hijo de ambos, ese que buscaría hasta el cansancio.
– Fuiste muy fuerte en esos momentos amor – le sonrió, aunque la sonrisa no llevó brillo a su mirada – cuando encontremos a nuestro hijo le haremos saber lo mucho que lo amamos y recuerda, nada de esto fue nuestra culpa – no quería sentirse peor de lo que ya se sentía y tampoco quería martirizar a su amada, que ya por bastante pasó.

Saber que Delphine experimentaba el mismo temor a olvidar que él, le llevó a abrazarla fuerte contra su cuerpo. El cazador quería creer que lo que fuera que les hicieron perdía su efecto y que no se volverían a olvidar, sin embargo, eso no era del todo seguro. La mínima posibilidad de olvidar una vez más a Delphine le destrozaba por dentro. El temor de poder perderla le orillo a asentir de manera enérgica a la petición de su amada.
– No temas, no nos separaremos – en silencio, Darcell tomó la mano delicada de Delphine y comenzó a andar en dirección a su humilde hogar – Te quedaras conmigo desde hoy y hasta que estemos completamente seguros de que nada malo va a pasarnos, me acompañaras siempre – observo a la Mallarmé – Lo que vendrá seguramente será difícil pero confió en que podremos superar lo que sea – y eso era algo que ya se había prometido a si mismo, por el bien de su amada y su hijo.

por **Emilie De Azcoitia** Vie Mar 31, 2017 5:38 pm

La voz de Darcel, era un bálsamo para su corazón destrozado. Pues el pensar que su hijo podía estar viviendo en la más absoluta miseria, o con personas que lo podrían estar maltratando, le causaban una angustia tan inmensa que le costaba respirar. Solo al sentir el calor de aquellos brazos que la sostenían, que le infundían el valor necesario para enfrentar la terrible realidad, podía seguir respirando, manteniendo la cordura.

Buscó esconder su rostro en el pecho de su amado, respirar su aroma, el perfume que lo caracterizaba, aquella fragancia que por tantas noches inundaba sus sueños, mostrándole la silueta de un hombre esquivo, al que jamás podía alcanzar, por más que suplicara para que detuviera su andar, para que la contemplara. Ese perfil en penumbras que no podía descubrir, esa voz que le hablaba de un sentimiento que no concordaba con su vida.

Con sus ojos cerrados, inspirando el aroma, se apretó a ese cuerpo, en señal de aceptación, si, creía en él. Ahora que recordaba la historia que los unía, el sentimiento puro que mutuamente se habían prodigado, hasta que la maldad de su propia familia los había separado, desterrando no solo de su vida al ser que amaba, sino también, arrebatándoles el fruto de ese gran amor. El punzante dolor volvió a su pecho, al recordar la ausencia de su pequeño bebé. – así será, amor mío, no volveremos a separarnos, aunque el cielo se oponga a nuestro amor, no volveré a dejar que nada ni nadie nos separe - juró, mientras se esforzaba por separar su pecho del de su amado y contemplarle a los ojos, pues era un juramento hecho desde el alma, al alma de Darcel. Sonrió con un dejo de tristeza, - cuando encontremos a nuestro pequeño, nos iremos lejos, de todo aquello que nos hizo tanto daño… ¿verdad?- , su mirada seguía fija en la ajena, esperando que él, prometiera alejarla de tantos recuerdos nefastos, de tanta mentira.

Volvió a hundir su rostro en el pecho masculino, inspirando aquel delicioso y casi olvidado aroma, - llévame a tu hogar, cuéntame cómo es, vamos, quiero conocerlo – dijo con verdadera alegría. Si, por primera vez en mucho tiempo se sentía feliz, porque su soledad ya no existiría y porque al lado de aquel hombre, poco a poco, volvería a ser feliz.

por **Darcell Aubriot** Miér Abr 19, 2017 2:01 pm

Sonrió al sentir la cercanía de Delphine, tenerla una vez más le hacía bien a su alma que tanto tiempo vago entre penumbras, tratando de alcanzar que no era capaz de reconocer pero que ahora finalmente estaba entre sus brazos.
– Había olvidado lo fuerte y decidida que eres – Y es que en realidad lo olvido todo, pero lo recuperaba conforme pasaban los minutos y su amada hablaba. Teniéndola entre sus brazos, Darcell recordaba que algo que lo llevó a enamorarse de ella fue su decisión, esa manera de no ceder a los deseos de otros y seguir su propio corazón aunque hacerlo no fuera apropiado o resultara peligroso – Escucharte me hace recordar la primera vez que te enfrentaste a tu familia por mi – le beso la frente – en ese momento supe que te amaría por siempre – confesó solo para después mirar los ojos suplicantes de su amada – Cuando tengamos a nuestro pequeño en nuestros brazos nos iremos a donde quieras – le sonrió – Construiremos una nueva vida, solo nosotros tres – Prometía aquello aun sabiendo que existían muchos cabos sueltos pero esos los iría atando sobre la marcha pues lo primordial era encontrar a su hijo.

Las preocupaciones de lo que vendría y deberían hacer se desvanecieran cuando Delphine le pidió que la llevara a su hogar. Darcell vivía como un hombre soltero aunque ahora recordaba que no lo era, así que solo tenía un pequeño apartamento, un lugar sencillo y nada caro al cual llevarla.
– Es bastante pequeño pero nos servirá por ahora y no es mi hogar – besó fugazmente los labios de su esposa – Es nuestro hogar – dicho eso, ambos se pusieron en marcha. Caminaban por las calles de París como si no se hubieran separado nunca y como si el mundo estuviera completamente en sus manos.

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