Angel of music [Privado]

por **Arwel Reiss** Jue Feb 18, 2016 7:56 pm

Arwel estaba acostumbrado a la soledad de su hogar, soledad que si bien no le molestaba, le gustaba ignorar en determinados momentos supliéndola por su amor por el arte y el disfrute de la misma. Así pues desde su llegada a París, el vampiro ya se había hecho de cuadros, esculturas y todo aquello que le atraía; además de también haber contratado en varias ocasiones a diferentes músicos para que interpretaran para él. Esa noche, era justamente eso lo que iba a suceder.

Como un ritual casi religioso, Arwel pidió a sus sirvientes que limpiasen toda la mansión pero especialmente el estudio de música, lugar que adecuo para que el sonido de las melodías fuese optimo, además de haber llevado a esa habitación, tantos instrumentos como pudo pues deseaba que las personas que contrataba, no debieran cargar con instrumentos sino por el contrario que encontrasen el sitió en condiciones optimas. Una vez que la mansión estuvo tal y como lo pidió, ordeno a la servidumbre que se retirasen a sus aposentos y no salieran hasta la mañana siguiente, a menos claro que él necesitara de los servicios de alguien, en cuyo caso, él directamente iría a llamarle.

Ya en soledad, el vampiro espero la llegada de Gracia, una joven amante de la música a quien por medio de un conocido había podido contactar, ofreciendo a la mujer un contrato que no fue capaz de rechazar, en el que se estipulaba que aquella noche él enviaría a su hogar un carruaje que llevaría a la joven ha hacer acto presencia en la mansión del inmortal, todo para deleitarle a él con la música que ella era capaz de producir. El tiempo transcurrió demasiado lento para el gusto de Arwel, que al escuchar el carruaje acercarse y la puerta de su hogar abrirse, fue a encontrarse con su querida invitada.
– Bienvenida – Saludó de manera cortés a la hermosa joven a quien ofrecía su mano en un gesto de cortesía – Espero que su viaje fuera placentero y que no surgiera ningún inconveniente en el trayecto.

por **Cosmos Baekje** Dom Mar 13, 2016 9:03 pm

Gracia, bajó apresurada desde su departamento, es que jamás desde su llegada a París, la habían buscado en un carruaje, y menos uno en que los blazones y filigranas mostraban a la legua que se trataba de un personaje importante. La encargada del edificio no despegó su mirada del cuerpo de la joven concertista. Seguramente en pocas horas toda la estancia sabría que la habían venido a buscar de la casa de un noble o de alguien muy influyente.

Se ruborizó pensando que la maledicencia de las personas darían de que hablar, haciendo que un trabajo honesto, pareciera uno muy cercano a lo inmoral. aún se encontraba acalorada cuando se detuvo frente a la portezuela del coche, producto de su timidez y del peso que cargaba al llevar entre sus brazos la maleta de su guitarra.

El cochero se apresuró a descender del carruaje y ayudarla con el instrumento, un poco confundido, le miró a los ojos, al mismo momento en que le preguntaba, -Disculpe señorita por mi pregunta, pero ¿el señor le indicó que debía llevar un instrumento? Tal vez le parezca raro mi cuestionamiento, pero es que el señor es un hombre... Especial, y no le agrada que se tomen decisiones que no han sido consultadas con él ... -. La mirada atemorizada del cochero, le hizo recapacitar en llevar o no el instrumento, ademas de cavilar si el hombre temía por su trabajo o por ella. Tragó saliva e intentó sonreír - no se preocupe, todo saldrá bien, yo explicaré al señor la importancia de utilizar ésta guitarra y no otra... - el hombre, aunque entendía su punto de vista, no llegaba a estar conforme con sus palabras, mas se guardó sus opiniones, tras abrir y cerrar la portezuela al subir al vehículo Gracia, se apresuró a comenzar el trayecto que los llevaría a la mansión del vampiro.

El trayecto a la residencia del señor Reiss se hizo en silencio, la joven en el interior del coche y el conductor, taciturno, concentrado en el camino y los veloces caballos que tiraban del carruaje. Gracia, se dejó arrastras por sus cavilaciones,-hubiera preferido moverme en mi fiel caballo y no en un carruaje tan señorial como éste...-. La voz de la madre superiora del orfanato en donde se crió Gracia, pareció resonar en su cabeza - no deberías menospreciarte, recuerda que eres la hija del Marques de Linares, por lo que mereces ser tratada con toda la pompa y los honores dedicados a tu familia -, Gracia, negó mentalmente, siempre intentaba pensar que aquello era solo una circunstancia de la vida. En realidad, ella era una simple joven, criada por unas monjas en un orfanato y apadrinada por un noble, pero que al fin de cuentas, no había tenido la valentía de reconocerla en vida, dejando que tras su muerte fuera el escarnio de quienes se mataban por obtener una herencia que jamás había deseado.

Cuando salió de sus cavilaciones, se dio cuenta que estaban entrando por un camino flanqueado por una hermosa arboleda y allí a lo lejos, se erguía una imponente morada. Gracia quedó en silencio, extasiada con tan bella construcción, que le parecía arrancada de las paginas de un cuento de Perrault. El coche giró sobre una rotonda, coronada con una delicada fuente y se detuvo en frente de unas escalinatas que daban a la puerta principal, Allí un mayordomo la esperaba y casi sin mediar palabras la condujo al cuarto de música en donde se daría el concierto.

Al quedarse sola, dejó que su mirada divagara en cada uno de los instrumentos que allí se guardaban y deseó pasar toda la velada tocando en cada uno de ellos, pero bien sabía que debería tocar las piezas musicales acordadas y volver al coche que la transportaría nuevamente a su apartamento, a su vida cotidiana. Estaba por sentarse al piano cuando la puerta se abrió y un hombre delgado, alto y extremadamente pálido se hizo presente, saludándola, - buenas noches señor Reiss, soy Gracia Linares, usted pidió los servicios de un concertista para una velada... ¿verdad? - dijo quedándose luego en silencio un tanto cortada y sin saber como seguir.

por **Arwel Reiss** Vie Mar 18, 2016 8:22 pm

El inmortal disfrutaba de que las cosas se hicieran de maneras definidas, que quienes le servían duraran mucho tiempo a su lado y por supuesto, que los invitados hicieran justo lo que él planeaba. Muchos podían creer que era una persona sumamente especial pero la realidad detrás de esa peculiar manera de actuar del británico era el que a pesar de los años vividos, aún le resultaba sumamente complicado adaptarse a los cambios que traía el tiempo; para él era más sencillo vivir rodeado de situaciones y personas predecibles que de aventuras inesperadas. El evento de disfrute personal planeado para ese día, no era la excepción a todas esas reglas; las peticiones hechas a quien iría tocar habían sido claras y Arwel esperaba fueran cumplidas al pie de la letra.

Esperando que la invitada de honor hiciera acto de aparición, el vampiro espero pacientemente, caminando de un lado a otro para que el tiempo pasara mucho más veloz, aunque claro, eso era meramente una ilusión. Habiendo escuchado entonces el carruaje detenerse y la puerta de su mansión abrirse, Reiss se apresuro entre los pasillos de su hogar hasta llegar a la entrada del salón de música, donde irrumpió de manera quizás algo brusca para hacer las presentaciones de rigor con la mujer que ahí se encontraba.

La concertista era justamente lo que le había esperado, una mujer hermosa de cabellos castaños que solo se volvía más digna de apreciarse con cada paso que daba el inmortal hacía ella.
– Así es, mademoiselle Gracia – asintió de manera suave – Soy quien espera poder gozar de sus habilidades musicales esta noche, así como también espero que de ser una velada agradable para ambos, estos encuentros puedan repetirse – los ojos de Arwel viajaron por una de las manos de la fémina, hasta toparse con la maleta de una guitarra, algo que evidentemente le sorprendió haciéndolo mirarla directo a los ojos – ¿No le fue informado que los instrumentos necesarios se encontrarían aquí? – preguntó, moviendo los ojos a todo lo que les rodeaba en aquel cuarto y que estaba dispuesto precisamente para cualquier necesidad del músico. Arwel creía que sus sirvientes no cometían errores de aquel tipo y viendo en esos momentos a Gracia, comenzaba a pensar que pronto, debería despedir a alguno con todo y que le pesara en el alma enormemente.

por **Cosmos Baekje** Dom Abr 17, 2016 3:50 pm

Saber que aquel caballero, sería el único en aquella velada y que ella, era tomada como su invitada, una sensación de extrañeza y temor se apoderaron de Giuliet. intentó sonreír pero sus ojos no sabían mentir como libros abiertos demostraban que se asustaba con la idea de estar sola con un caballero, y ademas el hecho que de por si la ponía extremadamente nerviosa, el interpretar para alguien que no conocía.

Negó con la cabeza llevando la maleta de su guitarra a su pecho como si temiera que se la quitara - no, no fue culpa del cochero, fue mi insistencia para traerla... se que puede parecer una excentricidad, pero, éste viejo instrumento, es parte de lo único que conservo de mi familia y me acompaña a todos lados... mas si debe despedir a alguien ese seré yo ya que es toda mi responsabilidad - dijo bajando la voz y apretando con mas fuerza el instrumento, como una niña que apretaba su osito de peluche o su manta de bebé.

Hizo dos pasos hacia atrás, hasta chocar con el costado del piano, - lo... lo siento - se disculpó mientras intentaba moverse sin seguir golpeando los objetos. - si le he acarreado algún problema, le aseguro que lo lamento en el alma, de seguro, el conservatorio le podrá devolver el dinero que ha pagado por mis servicios... o yo personalmente lo haré... solo que no he traído efectivo - cada palabra hacía que pasara su piel de un rojo intenso a una palidez extrema, se estaba sintiendo fatal, los ojos se le llenaron de lagrimas, no deseaba hacer un escándalo, pero de seguro que había fastidiado la noche del caballero.

Fue en ese momento en que el cierre de la maleta de su guitarra se rompió, dejando caer al suelo su viejo instrumento, haciendo un ruido disonante y el puente de la guitarra se quebró, quedando inservible su mas preciado recuerdo.Desolada, olvidando donde se encontraba, se echó a llorar, dejándose caer al suelo e intentando unirlas piezas, tarea inútil e ilógica.

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