Nueva vida, nuevo trabajo (Privado)

por **Giada Di Fiorenza** Vie Feb 19, 2016 5:57 am

Jamás supo qué había pasado, ella que había sido conocida por su hermosa voz, su dulces maneras, de pronto, ya no podía estar en un lugar con mucha gente. El escenario le aterraba, haciendo que comenzara a desentonar, llegando a parecer que en vez de canto, lo suyo eran graznidos de algún ave extraña.

La primera vez que le pasó, todos sus compañeros se quedaron estupefactos, intentaron proseguir con la obra, pero simplemente no pudieron, porque cada vez que Giada intentaba cantar, un graznido se escuchaba saliendo de su garganta. Pronto ocupó su lugar la suplente y a ella la mandaron al medico, mas pasaban las semanas y el problema persistía. La bruja estaba segura que aquello tenía que ver con el encuentro con aquel vampiro, algo en ella se había quebrado, tal vez la desesperanza y la tristeza de aquel sobrenatural, se había apoderado de ella.

Fuera esa la realidad, o que solo estaba pasando por una crisis existencial, Giada decidió tomarse un tiempo lejos de las tablas. Buscar nuevos horizontes apartados totalmente de lo artísticos y en donde pudiera experimentar con sus poderes, sin ponerse en peligro. Fue así, que se acordó de una conocida, una jovencita rusa que había conocido una tarde del pasado otoño, cuando había decidido tomar un chocolate que templara su alma. Allí, en mitad de un café, la había conocido, estando las dos solas, había decidido romper el protocolo y juntar sus soledades. Pronto se hicieron grandes amigas, pues las dos eran huérfanas. En Annushka encontró una hermana, una aliada, por eso fue ella quien le sugirió formar parte de su staff en el negocio de flores y plantas.

Así, había llegado a su refugio, un bello y tranquilo lugar, donde podía cuidar de seres vivos, plantas y flores.

por **Ryley Lezarc** Lun Feb 22, 2016 11:06 pm

Hacía realmente poco tiempo desde que Ryley volviera a París creyendo que todos los problemas que cargaba se solucionarían, pero su sorpresa fue mayúscula al notar como todo empeoraba en lugar de que volviera a su cauce. Amaba a su hijo y sabía que eso no cambiaría a pesar de las situaciones adversas que enfrentaba ahora con la madre de él. Leigh le mostró a Ryley un mundo diferente, uno donde él creyó no sería capaz de encajar pero con el apoyo de ella, todo fue posible. La había amado, por supuesto que si, más que a su vida misma pero las diversas circunstancias que cada uno enfrentó durante su tiempo separados, les cambiaron lo suficiente como para que ahora solo les uniera el amor por Julien. Los problemas dentro del matrimonio Lezarc les orillaron de hecho a tomar la vía de lo legal. Tanto Leigh como Ryley habían aceptado que lo mejor era una separación en buenos términos y para eso, él se alejó de ella en lo que lo se arreglaba la documentación necesaria como para llevar a cabo un divorcio.

El cazador ahora vivía en la humilde casa que antes compartiera con su hermana Vanessa, pero de la misma manera en que las cosas cambiaron con Leigh, aquella casa tampoco era lo que él recordaba. Los muebles estaban en lugares diferentes, todo se encontraba empolvado y sobre todo, el ambiente era completamente solitario. La ausencia de su hermana, volvía aquella casa un sitió demasiado triste pero el aún Lezarc estaba dispuesto a cambiar todo eso.

Pronto comenzaría a usar nuevamente el apellido Ende y aunque ese apellido tenía una gran historia, Ryley no se encontraba dispuesto a volver a su viejo estilo de vida. El ex cortesano tenía planeado usar todo lo que Leigh le enseñara para de esa manera continuar con la profesión de cazador, algo que no sería sencillo pero ¿Qué en la vida de Ryley lo había sido? Teniendo pues ese hecho en mente, fue que se decidió a primero que nada, darle mucha más vida a su casa y la primer semana de su nueva vida la paso limpiando, organizando y echando a la calle todo aquello que no necesitaba más. Si bien hacer todo él solo resultaba agotante, de cierta manera le reconfortaba todo aquello y lo llevó a cabo con enorme placer y una sonrisa decorando siempre su rostro.

El último día de limpieza y organización, se obligo a si mismo a pasear por toda la casa, arreglando pequeños detalles, cambiando de sitió decoraciones y tomándose su tiempo para ver si se sentía lo suficientemente cómodo en cada una de las habitaciones notando que si bien todo parecía en orden, había algo que faltaba. Después de analizar bastante la situación, recordó que su hermana Vanessa en más de una ocasión le dijo que deseaba plantas y de hecho, ella nunca dejaba de repetirle a Ryley lo benéficas que eran. Sin apartarse de la mente aquel deseo de su hermana, salió a las calles en busca de algún establecimiento donde pudiera conseguir alguna flor que le recordase a Vanessa; quizás el hecho de sentir que hacía falta algo era una mera excusa para tratar de llevar al que volvería ser su hogar, algo que le hiciera pensar en las cosas buenas que existían en su vida.

Camino hasta llegar entonces a las calles más céntricas y tras varias horas de caminata y búsqueda, dio con el sitió que parecía indicado. Aquel era un vivero en la zona comercial, lugar al que sin perder más tiempo ingreso el cazador.
– Buenos días – saludo de manera amable al aire y como aquel lugar le era tan desconocido como las plantas que podía tener en casa volvió a hablar, esperando obtener respuesta de quien fuera que trabajase ahí – ¿Podrían ayudarme?

por **Giada Di Fiorenza** Sáb Mar 19, 2016 6:38 pm

Cuanto le gustaba ese nuevo trabajo, era tan distinto al anterior, y aunque la alejaba de su pasado, de lo que hasta ese momento le parecía importante, como era encontrar a su verdadera madre, quien había sido una hechicera como ella y cantante. Mas, luego de aquel encuentro con el vampiro y comprender que la vida puede terminarse en un segundo, había decidido dejar el pasado atrás. Su vida había dado tantas vueltas, la rueda de la fortuna había rodado y girado, como un molinete en mitad de un vendaval, haciendo de ella un pobre muñeco que caía sin poder dominar la situación. Fue por eso que comprendió que lo más lógico era dejar el pasado sepultado. Para así, poder comenzar una nueva vida, sin tristezas, sin preguntas o angustias. Sonrió mientras sus manos se hundían en la tierra húmeda, dispuesta a dar un poco de su energía vital a la pequeña planta que se encontraba casi muerta.

Escuchó los pasos de alguien que se acercaban a ella, pero no se preocupó, puesto que mas importante era el beneficio que su don provocaba en la moribunda flor. Los colores retornaron, como si se tratara de un milagro. No creyó que el extraño viera aquel portento ya que su cuerpo ocultaba al verde ser, mas en cuanto le sintió muy cerca, extrajo sus dedos de la tierra y se limpió su mano en el delantal.

Rápidamente se incorporó, sosteniendo la maceta entre sus manos, buscó con su mirada el rostro del hombre que acababa de hablarle, - por supuesto, ¿en que puedo ayudarle?- contestó, sonriendo de oreja a oreja, no podía dejar de mostrarse tal cual era, un ser que casi siempre estaba alegre, que deseaba conocer a la gente, hacerla su amiga, alegrar sus vidas si fuera posible, - Una sonrisa, una palabra dulce, alegran el alma y ayudan a seguir adelante, a pesar de lo doloroso que pueda haber sido nuestro pasado - solía decir, cuando alguien le preguntaba porqué se comportaba de esa manera.

Volvió a limpiarse la mano derecha en el delantal, antes de extenderla y presentarse, - buenos días, mi nombre es Giada, ¿tiene ya una idea del tipo de planta que busca? - su sonrisa se mantuvo en los labios, en el momento que recorría con su mirada el cuerpo del joven. Pudo observar que se trataba de un humano sin poderes, pero que a pesar de ello, su aura se encontraba mezclada de colores, mostrándole que había estado, hasta hacía muy poco relacionado con sobrenaturales, o si aquello fuera algo frecuente. Pero lo que más llamó su atención, fue un matiz que demostraba la existencia de melancolía y tristeza en la vida de aquel hombre.

Intentó que la tristeza que experimentaba no llegara a su rostro, es que su don de empatía hacía que todo lo que sintiera la otra persona también lo pudiera experimentar ella, así como podía ser al revés, siendo ella quien provocara la sensación de alegría o bienestar en los demás. Fue por esa razón se prometió que intentaría darle un poco de su alegría, de su amor por la vida.

Inclinó levemente la cabeza y le sonrió, - ¿busca una planta o árbol en particular? ¿alguna flor para dar vida a un salón o habitación? mmm... no me diga, déjeme adivinar - dijo mirando al hombre a los ojos, - creo que la planta que busca es una Begonia, posee una hermosa flor, que alegrará cualquier estancia y ademas florece todo el año... - Fue explicando mientras dejaba la planta que tenía entre sus manos y se disponía a buscar un ejemplar de begonia. Mas de pronto se detuvo en seco, al darse cuenta que no le había dado tiempo ni de contestar sus preguntas, ni de tomar una decisión. Volvió a girar, enfrentándole, con el rostro rojo como una rosa, por la vergüenza que la invadía - oh!, disculpe, no le he permitido explicarme si es eso lo que buscaba - dijo, con su voz cargada de dulzura, pero con un dejo de tristeza.

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