Prueba de sangre || Privado || Addison

por **Burke Eichmann** Sáb Mar 05, 2016 9:58 pm

Cualquiera puede pensar que Eichmann sólo anda viendo jovencitas, la realidad es que se aburre demasiado de andar en las noches vagando sin nada que hacer mientras la Inquisición se encuentra a sus espaldas, intentando encontrar algo con qué incriminarlo y quemarle para echar sus cenizas al mar, ese es un gusto que no le dará a nadie, ni siquiera a aquellos bastardos que lo tienen más por hacerle la vida imposible que porque en verdad piensen que un día lo van a redimir.

Está en un nuevo caso, se encuentra investigando y como parte de sus labores se encuentran las entrevistas, no es que la mujer que espera llegue en apenas un par de minutos se halle involucrada, aunque eso es lo que ha dicho a la Iglesia. Es una cortesana, le han hablado de ella y puede que tal vez sea una de las afortunadas que puedan probar la miel de la victoria entre los brazos del vampiro, pero eso se verá apenas al rato, saber cómo tirar sus dados y mover las piezas es una de las manías de Burke y nunca deja cabos sueltos, por eso es que ha vivido tantos años.

Se encuentra en su estudio, la mujer que le ayuda a tener la casa aseada ya sabe que tendrá una visita y que la debe de pasar al sótano, para que él pueda hacer su trabajo, le deberá de avisar en cuanto ella llegue. Se encuentra leyendo varios escritos que le han dejado, eso si tiene que ver con el licántropo al que tiene que seguir, tal vez la mujer pueda ayudarle, después de todo en el mundo donde está ella seguro que se encuentra mil personas y dependiendo de sus encantos podrá usarla o no.

Bebe un poco de vino tinto, no siente nada, ni siquiera un sabor a dulce, ni fuerte, ni nada, no hay sensación alguna en degustar aquello, pero se ha acostumbrado a comportarse como un humano frente a los demás que hay ciertas mañas que le quedan aunque él no quiera. Percibe un pequeño olor dulzón que invade sus fosas, la mujer debe de encontrarse cerca, pero no se mueve de su asiento, la ama de llaves debe aprender a obedecer, así que aguardará a su llamado.

por **Addison Lefebvre** Mar Mar 08, 2016 8:37 am

Ella entendía que la discreción a ciertos niveles era importante, es decir, nadie querría a una chismosa en su cama teniendo en mente que apenas después de terminar de fumar el cigarrillo y despachándola a la puerta estaría comentando del polvo que había tenido con el duque tal y el conde cual, que la realeza X tenía un fetiche horrible y que el barón Y no se le podía parar. Quizás por eso era que Addison se había hecho de una muy buena fama en ese sentido, su belleza equiparaba su discreción y claro, si bien eso podía costar un poco más, la mayoría prefería asumir el precio. Ocultaba la sexy lencería que se había puesto con un traje que no era tan complicado de quitar si es que el cliente estaba desesperado ni tampoco tan mínimo que quitaba toda aquella delicia al juego previo, que si bien solía ser breve, no era inexistente.

Llegó a la casa de su cliente sin saber qué esperar, era su primera sesión con él y había sido referida... Aunque Addie no había averiguado cómo es que él se había enterado de ella tampoco se lo había preguntado porque no era realmente importante. Lo relevante sería explorar un poco sus gustos y poder pasarla bien, que vamos, si ella disfrutaba también era algo bueno. Tocó la puerta con educación y fue la criada quien después de algunos breves minutos de espera que Addison usó para tratar de imaginarse a su cliente y esperar que fuera guapo -algo que siempre solía hacer a modo de juego- le abrió haciéndole pasar dentro de aquella lujosa residencia. Addie siguió a la mujer hasta el estudio donde se encontraba el hombre. Ella sonrió de soslayo al verlo, en efecto había tenido suerte y era un hombre bastante guapo.

-Hola, encantada de conocerlo- acotó con tranquilidad mientras hacía una leve reverencia a modo de saludo. Y claro, sabía que estaba a punto de conocerlo mucho mejor, cosa que sin duda le intrigaba y al mismo tiempo le interesaba saber qué gustos tenía en específico, así era como ella solía fidelizar a los clientes.

por **Burke Eichmann** Mar Mar 08, 2016 9:02 pm

Cuando se levanta abotona el saco para que quede ajustado como debe ser, para así después caminar hacia uno de los sofás, ya ha escuchado que las mujeres se acercan así que se mantiene en espera. Observa a la mujer, era tan atractiva como le habían comentado. La ama de llaves sale sin hacer mucho ruido y los ojos de Burke comienzan a pasearse por la figura femenina, observando con descaro cada una de las curvas ajenas, no se puede quejar en cuanto al físico.

-Buenas noches- responde con un tono de voz cortés para sentarse en el sofá y abrir de nuevo el saco, manteniendo la copa entre sus manos -Tome asiento e indíqueme qué le ofrezco de beber- no es que no le gustara socializar, de hecho Burke lo hacía con naturalidad, pero en ese momento había otras cosas más importantes -¿Qué fue lo que le dijeron de esta visita?- deja la copa después de un sorbo y se pone de pie para ir en busca de cualquier cosa que la mujer le diga que beberá, en ese sitio hay siempre de los mejores vinos y cualquier clase de bebida, no le gusta salir del estudio cuando no es estrictamente necesario.

-¿Qué tanto sabes de mí?- le miró con curiosidad mientras andaba de un lado a otro en el estudio con pasos lentos -¿Y cómo es que dices que te llamas?- había encontrado a un par de mujeres, la realidad es que todavía no se familiarizaba con ellas, así que por lo tanto todavía no se sabía los nombres, además de que todo lo hacía con suma discreción, por tanto no preguntaba nada de detalles mientras buscaba, eran rasgos generales, le decían que eran guapas, conscientes de que debían complacer, que lo hacían por gusto y sobre todo que sabían mantener la boca cerrada, cuando era necesario; lo último era primordial, aunque todo lo demás también le interesaba a Eichmann, podía dejar pasar cualquier cosa, casi siempre. Sus ojos seguían fijos en ella perdiéndose en ocasiones en el escote ajeno, para bajar por la angosta cintura y finalizar en sus perfectas caderas, lo malo de aquellos vestidos era que casi siempre tenías que usar la imaginación, lo cual no podía decir que no tuviera cosas buenas, pues podrías llevarte una buena sorpresa, hasta el momento nunca había sufrido decepciones.

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