Viejos conocidos || Privado || Eirenne

por **Burke Eichmann** Sáb Mar 05, 2016 11:07 pm

Tenía una herida en el abdomen que no quería cerrar desde hacía varios días ya, la falta de sangre hacía que Burke no tuviera la capacidad para poder hacer que su cuerpo se curara así mismo, además de que el maldito cazador se había encargado de casi sacar sus entrañas. Había dejado el trabajo apenas por un par de días, sería lo mejor hasta que se restableciera o ahora sí los días de Eichmann estarían contados.

Salía de noche para intentar cazar lo primero que se le atravesara, sin llegar a matar a nadie, pues no quería levantar sospechas. Ese día en el bosque ya había podido alimentarse de un par de hombres que estaban talando árboles, pero entre su debilidad y que la noche caía ellos se habían ido y Eichmann había quedado bajo un árbol, necesitaba con urgencia un par de bolsas que se ofrecieran con voluntad para que él se alimentara cuando lo necesitara, ya las buscaría después, con mucho más calma, cuando las aguas se calmaran.

Cerró los ojos, quedando recargado en el tronco del árbol mientras se dejaba inundar por los sonidos de la naturaleza, nada que reportar, todo estaba jodidamente tranquilo, era una tortura, pensó que sería mejor volver a la Iglesia y que le cambiaran los vendajes mientras se recostaba e intentaban que se curara sin dejarle tomar la sangre que realmente necesitaba, todos los de la Iglesia eran una bola de cabrones, que se ocultaban en los mandatos "divinos" para hacer lo que quisieran, pero eran igual o peores que todos los pecadores a los que tanto apuntaban con el dedo.

Un aroma peculiar inundó sus sentidos, estaba demasiado cansado como para moverse, sabía que se estaba exponiendo más de la cuenta y aún así se mantuvo en su sitio -Mira, mira, pero quien se deja ver- su voz era apenas audible en aquél lugar, pero reconoció el olor de inmediato, sabía de quien se trataba y la realidad es que no había por qué temer, así que se quedó tumbado, quizá por caballerosidad se hubiera puesto de pie, pero Eirenne era de esas personas que le conocía y sabía que no podía hacer siempre de galante, además de que ella no le creería nada.

por **Eirenne Le Noret-Maunoir** Lun Mar 07, 2016 7:11 pm

Cómo casi siempre, los bosques se encontraban tranquilos, apacibles a esta hora. Eran muy pocos los que se atrevían a adentrarse en el bosque una vez caía la noche; solo aquellos que estaban verdaderamente desesperados o no eran simples humanos eran los que se atrevían a hacerlo. Eso, era era una bendición en la mayoría de los casos, nunca había tenido problemas con cazadores ni con ningún tipo de criatura, ni siquiera en mis primeros años como vampira. No era ni sería nunca de las que iban dejando un reguero de cadáveres tras de mi, ¿para qué si tenía mejores maneras de conseguir mi propio sustento sin tener que ni siquiera herir a nadie? Eran bastantes los que venían a mi, en medio de la noche y de la desesperación por salvar la vida de algún ser querido, algo en lo que no tenía el mas mínimo problema en complacerles. A fin de cuentas, había una infinidad de maneras de complacerme, la gran mayoría de las ofrendas que recibía eran mas que suficientes para mi.

Tras haberme alejado a una distancia bastante notable de la casita que tenía en medio del bosque, en dónde solía recibir las visitas de aquellos que buscaban tanto mis curas, cómo cualquier otra cosa, percibí tanto el familiar olor proveniente de una herida abierta, cómo el aroma familiar de quién tenía dicha herida. Algo que se confirmó en el momento en que, al acercarme mas, su voz se hizo oír. Negando con la cabeza levemente, mis pasos se apresuraron hacia el lugar dónde me guiaban tanto el oído como el olfato, encontrándolo recostado contra el tronco de un árbol con una apariencia bastante débil. —Supongo que no eres capaz de evitar meterte en problemas —musité con un tono cordial que, en realidad, carecía del tono de reproche que pudieran denotar mis palabras hechas con una entonación distinta, en el momento en que finalmente paré delante de él. Sin decir nada por un momento, le observé con ojo clínico, intentando determinar con la máxima exactitud la gravedad de la herida y que manera y metodología, de mi amplio repertorio, sería la mas rápida y eficaz en este caso.

—¿Crees que serás capaz de dejar a un lado tu orgullo masculino y dejar que te ayude a llegar hasta la cabaña que tengo en el corazón del bosque? —pregunté en un tono ligero, bromeando levemente antes de adoptar una expresión seria— ahí tengo todo lo necesario para curar esa herida. —Le tendí la mano, un ofrecimiento para ayudarle a levantarse e intentar llegar al lugar a dónde tenía todo. Sabía bien que probablemente no iba a aceptar que lo cargara a cuestas, a pesar de quizás hubiera sido un poco mas fácil y rápido de esa manera, tampoco pretendía herir sus sentimientos y tenía la sensación de que si, simplemente, lo cargaba hasta el lugar, lo haría. Prefería darle la opción de intentar llegar hasta ahí aceptando mi ayuda, aunque eso le pudiera debilitar un poco mas de lo que ya lo estaba. Mientras esperaba la respuesta por su parte, mi mente divagó si aún me quedaba algo de sangre, si, era cierto que no sería fresca, pero por lo menos ésa podría ayudar a que pudiera regresar por su propio pie una vez revisara y curara sus heridas asegurándome que éstas no se abrieran de nuevo y sanaran con la mayor rapidez.

por **Burke Eichmann** Mar Mar 08, 2016 9:26 pm

Antes de que la fémina llegara hasta donde él, Burke sacó de entre sus ropas un cigarro, era un hábito que había tenido desde que tenía razón, no recordaba nunca que no hubiera tenido un cigarro cerca, era una manía, algo que era parte de él. Dio apenas una calada al mismo dejando que de sus labios emanara el humo, jugando con las figuras en el aire, se recordaba como mierda había llegado a esa situación y no le convencía nada que siguiera en la Inquisición, tal vez los dejaría y se cuidaría por sí solo, seguramente que tendría mejores suertes y no tentaría a Luzbel con tanta frecuencia, pero todavía le gustaba el juego, sobre todo donde tenía que terminar con algún inocente, sí, disfrutaba de terminar con los inocentes, eran los que más rogaban, después ya no había demasiado remedio, pero no era su culpa, sino de la Iglesia, así era como él se salvaba de que le culparan de cualquier cosa.

Rueda los ojos al escuchar a la mujer y después suelta una risa, de nuevo una calada al cigarro y mira a su acompañante -Pues no, en realidad no puedo, digamos que "problema" es como si fuera mi segundo apellido, además yo no los busco, solitos me encuentran ¿Qué quieres que haga?- Eichmann de inocente no tenía ni siquiera el punto de la "i" pero a veces tendía a pretender que lo era, le resultaba bastante divertido. Al terminar el cigarro avienta el resto lejos de él.

-¿En serio? Vamos, Renny, debes de estar de broma porque sabes que eso no va a pasar- mira su mano y la toma para dejar un beso en su dorso y después colocarse de pie, siente la punzada en el abdomen y se recarga en el tronco del árbol -No me duele- miente, pero se ríe casi de inmediato -Sabes que no te dejaré ayudarme, así que dame cinco minutos, resulta que me dijeron que no me debe ir con extraños- necesita estar diciendo estupideces, así se distrae del dolor constante que intenta borrar la sonrisa de su rostro -Si me das también alguna cosa para matar cucarachas te lo agradeceré- estaba seguro que en cuanto se recuperara iría tras el estúpido cazador que había llegado tan lejos y para dejarlo en aquellas condiciones.

Se enderezó y miró a su amiga -Bien, dime para donde vamos, yo te sigo y seré lo más obediente que se pueda, así que no exijas demasiado- le miró con aquella sonrisa tan propia que denotaba la malicia innata en Eichmann, pero lo hacía casi sin querer, de forma completamente natural, él no estaba hecho para obedecer absolutamente nada.

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