Los raíces nunca se abandonan [Libre]

por **Esteban Valenzuela** Dom Mar 06, 2016 6:40 pm

Esteban intenta estar por su casa el mayor tiempo posible, aunque a veces le gustan los viajes largos para divagar con mil ideas en la cabeza, vuelve más fresco, sin tantos fantasmas que le atormenten en la cabeza, en esa ocasión, después de un viaje rápido a Francia ha vuelto con uno que otro aliado, ampliando sus negocios sin duda alguna, lo cual es bueno en realidad.

Sale de la casa, con un pantalón negro y sus botas de montar bien puestas, así como una camisa blanca, aunque sus planes se ven casi interrumpidos por la llegada de una mujer que parece con las ropas sucias y los cabellos despeinados. Le habla a su ama de llaves para que la lleve a la casa y le tienda un poco de comida y ropa limpia, tal vez le dé un poco más de trabajo, pero aún no lo decide, él necesita ir a cabalgar y observar el lugar, es algo que hace cada semana.

Sube al caballo y logra avanzar por entre el viñedo, observando a todos comenzar a trabajar, una larga jornada, parece que sol hará merma en cada uno de ellos, pero para eso están, se supone, aunque Esteban no se aleja demasiado de sus labores, nunca se ha prestado para hacer más allá de lo que le toca. Todos parecen demasiado acostumbrados a verle rondar por el sitio y él simplemente les saluda con una sonrisa, después de todo, sabe que sin ellos la fortuna no existiría.

Al llegar a un lugar alejado, al otro lado de donde se encuentra la mansión se baja del equino, para reposar un poco, acomodándose debajo un árbol, observa como el sol se va poniendo en todo su esplendor, la imagen parece digna de una postal. Sube las mangas de su camisa mientras descansa, cierra los ojos, se supone que nadie molestará.

por **Rahel Marszalek** Mar Mar 08, 2016 9:53 pm

"There is no greater sorrow
than to recall happiness in times of misery"
― Dante Alighieri

La monotonía era algo que no le iba bien, claro, disfrutaba de la rutina, pero solo hasta cierto punto y ahora, estaba justo en su límite tolerable. Estaba inquieta, la razón ni ella misma la sabía, quizás era la época del año, quizás se debía al hecho de que no había tenido éxito en las últimas misiones, podía tratarse de mil y un razones y jamás encontraría la que realmente era. Necesitaba salir de su casa.

Tomó el sombrero que iba a juego con el vestido y salió por la parte de atrás de la casa, con dirección a las caballerizas, uno de sus métodos de escape favoritos, era cabalgar sin dirección alguna.

―No te molestes en seguirme, quiero estar sola, prometo no regresar tarde - le sonrió con calidez a Dastan, aquel mozo que la vio crecer y que se ganó la confianza tanto de su tía como de ella, y que en veces, fungía en el papel de padre preocupado. Subió al caballo bayo gris y clavando ligeramente los talones en las costillas de este, emprendió su cabalgata.

No estaba segura de cuanto fue lo que recorrió -aunque si la dirección por la que fue- y si se detuvo, fue solo por notar el jadeo del animal que la transportaba. Eso de creer que solo son bestias nunca le agradó del todo ―Tranquilo Abiah - jaló la rienda hacia atrás para hacer que se detuviera y con delicadeza acarició el cuello del animal ―Aquí esta bien para descansar ¿no te parece? - bajó de su lomo y comenzó a quitar la montura, la cabezada y la brida dejándolas a un lado, recargadas en uno de los árboles mas frondosos del abierto; se quitó el sombrero llevándose las manos a la espalda baja sonriendo al ver como su caballo disfrutaba del rato de libertad.

por **Esteban Valenzuela** Miér Mar 16, 2016 10:39 pm

Se mantiene recargado en la corteza de aquél árbol mientras el cielo comienza a despejarse, parece que en el día no habrá lluvia, lo cual es bueno, podrá olvidarse de todo cuando menos un tiempo, será lo mejor, al menos eso es lo que piensa. No necesita hacer demasiado, se supone que tiene todo al día, los negocios por el día de hoy pueden esperar hasta que él decida que ya ha descansado lo suficiente.

Observa al caballo que descansa plácidamente, aunque sigue con la carga de la montura. Flexiona una de las piernas para apoyar sobre su rodilla su brazo, no es que sea bastante exigente con lo que hace. Cuando se aleja del mundo se siente mucho más tranquilo, sin tener que cumplir absolutamente con nada, se dedica sólo a saber qué pasa con él y que es lo que él quiere, no existe otra persona, eso es mucho más de lo que podrá hacer en toda su vida, por eso siempre busca esa forma de escapar, aunque sea por un par de segundos.

Mira a lo lejos a otro caballo, y antes de que pueda reaccionar la voz femenina hace acto de presencia, aunque es evidente que no le habla a él, sus modales y costumbres no le permiten seguir sentado en el piso, con aquél desgarbo de hace un momento. -Sin duda alguna es un lugar perfecto.- Responde mientras se coloca de tal forma para que la fémina pueda verle sin tener que moverse de su lugar, es como indica el protocolo, es él quien debe hacer todo, aunque pocos piensen que no sabe cómo tratar a una mujer o ya estaría casado, esos son otros cantares, sin duda alguna.

-Déjeme ayudarle con esto.- Quitó la pesada montura de las manos de la mujer para dejarlas en el pasto, mientras miraba a la mujer, volviendo su atención a ella. -Esteban Valenzuela, para servirle, señorita.- Responde haciendo una ligera reverencia con la cabeza, para presentarse.

por **Rahel Marszalek** Lun Abr 04, 2016 5:34 pm

“The more you leave out, the more you highlight what you leave in.”
― Henry Green

La voz masculina rompió con la atmósfera que se había formado, si bien aquella paz que le transmitía el lugar no se vio afectada, el sobresalto hizo que un escalofrío le recorriera la espalda, estaba acostumbrada a siempre tener la defensa en alto, a nunca perder un detalle, es por eso que cuando se daba el lujo de no prestar atención a sus alrededores, corría el riesgo de herir a alguien.

La zurda fue a parar instintivamente a la cadera, allí, donde debajo del saco, entre la falda y la blusa, se sentía un mango redondeado de la culata de la pistola ―¡Oh! monsieur, perdone... - giró medio cuerpo hacia donde venía la voz y respiró tranquila ―...no quise molestarlo, no me di cuenta que usted se encontraba aquí - se excuso mientras acomodaba el borde del saco de su vestido nuevamente ―No, no se... - pero la frase se quedó inconclusa, dio un paso hacia el lado para dejarle camino al caballero.

―Muy amable, no debió molestarse, he hecho esto tantas veces desde que tengo memoria, que la verdad ya es en extremo fácil - le dedicó una sonrisa, sin mirarlo realmente, puesto que desvió la vista hacia el caballo que después de trotar y dar coces, decidió beber agua del arroyo. Pero Rahel había sido educada para sobresalir de acuerdo a los estándares de normas de etiqueta, y si bien ella prefería actuar sin recargo, debía hacerlo, por las buenas enseñanzas que tuvo. Se giró entonces y quitándose el guante de cuero de la siesta, extendió la mano hacia su acompañante ―Rahel Marszalek, encantada - ofreció la mano con el dorso hacia arriba mientras otorga una ligera reverencia ―Una vez mas, lamento la intromisión a lo que, supongo, era su espacio de descanso - una ligera curva apareció en sus labios.

por **Esteban Valenzuela** Dom Abr 17, 2016 1:02 pm

Negó con la cabeza cuando ella empezó a disculparse una y otra vez, la realidad de las cosas es que no se había sentido mal con aquello, siempre era bueno tener una visita, aunque fuera no esperada, aunque se intentara huir de la civilización, porque en esos casos, las personas se podrían llegar a encontrar casi en las mismas circunstancias, lo cual podía llegar a ser en realidad bueno. Sacudió sus manos, mientras que le miraba apenas un momento, poniéndose de nuevo cerca de la mujer.

-No se preocupe, en realidad no pasa nada, nunca viene mal una charla y este espacio no me pertenece, así que no hay de qué disculparse señorita Marszalek.- Le tomó la mano para dejar un beso en el dorso de esta y la soltó con delicadeza, antes de ver a aquél animal que parecía haber descansado del peso. -Lamento si la incordié al quitar la montura de sus manos, digamos que así se me ha educado, entonces no puedo dejar que una mujer haga todo, cuando estoy yo.- No era cuestión de extrema caballerosidad, ni mucho menos, simplemente las cosas así se hacían, siempre, tenía a los militares y a su abuelo detrás como si estuvieran gritándole que tenía que comportarse.

-Pues si no le molesta a usted tener que compartir el espacio debajo de aquél árbol para tomar un poco de la sombra y el sol no sea tan abrasador, por mí no hay problema, así descansa usted y este bello ejemplar.- Esteban tenía debilidad por los caballos, podría decirse que eran sus animales favoritos, los vigilaba, tenía varios y se pasaba horas cuidándoles personalmente.

por **Rahel Marszalek** Sáb Mayo 07, 2016 7:41 pm

“Everything is relative in this world,
where change alone endures.”
― Leon Trotsky

La sonrisa ligera sobre sus labios se formó al escucharle, mas aún al sentir aquel suave beso sobre el dorso de su mano; solo para ladear la cabeza ante aquel comentario. Rahel no era una mujer convencional, no era la típica doncella que espera al hombre que hará todo por ella, no, ella sabía empuñar una espada, pelear, matar... pero también comportarse como una dama ―Las enseñanzas se adhieren a uno y se transforman en parte de lo que somos ¿no es así? - inclinó un poco la cabeza ―En ese caso, le agradezco la ayuda - y sonrió nuevamente.

Sus ojos azules se dirigieron al lugar que él indicaba ―En absoluto - aceptó su invitación y comenzó a caminar hasta la sombra del árbol. Había crecido rodeada de naturaleza, su tía le inculco el respeto y la admiración por todo lo que la mano del hombre no tocaba, por aquello que permanecía inmaculado, y ese espacio sin duda lo era ―Encuentro fascinante como la naturaleza puede ser tan caprichosa y aun así ser tan hermosa - el corcel de aquel hombre ahora estaba cerca del suyo, la manera en como la luz hacia brillar el pelo de ambos animales creaba colores y destellos inigualables.

Había salido de casa para estar sola, para pensar, relajarse y probablemente terminar entrenando. Se sentó en el pasto extendiendo la falda del vestido para ocultar el hecho de que debajo de ella, había un par de pantalones y la correa de una navaja de tobillo ―¿Escapando de las tediosas responsabilidades? - volvió la vista a su acompañante, se quito el sombrero y lo dejó de lado ―No pretendo entrometerme en lo que no me importa - dijo con media sonrisa en los labios ―Pero probablemente podamos aprovechar este encuentro para entablar una conversación fuera de las normas que probablemente nos rigen a ambos - suspiró soltando los hombros, podía notar a leguas la crianza de Esteban, aunque probablemente, fuera de lo que se imaginaba.

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