AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ite, Missa Est || Privado
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Ite, Missa Est || Privado
A medida que la noche avanzaba hacia un crepúsculo grisáceo el dolor de Vittorio se tornaba cada vez más real y palpable, en realidad nunca se había confesado de tal forma como lo estaba haciendo ahora frente aquel clavado en la cruz. Solía dedicar horas enclaustrado en una de las capillas no como devoto sino más bien de forma prosaica, en un acto de arrepentimiento quizás, un intento de santiguar sus viejas heridas que aún se mantenían vivas y le impedían avanzar a través de ese sendero de tinieblas. Y es que había algo indescifrable en su nueva posición como verdugo de la organización sacra que le brindaba seguridad hasta cierto punto. Había sido un sentimiento de culpabilidad lo que le había conducido hasta ese punto. Sólo en ese estado se permitía pensar que aún existía algo bueno en él. No un inmortal, sino aquel joven inseguro y soñador que alguna vez creyó en muchas cosas.
Fue durante esta etapa que el curso de su andar fue alterado por el choque con un hombre en condiciones similares. Un extraño que poco a poco se ganó su confianza y vio en Vittorio un alma perdida a merced del viento. En su estado perturbado pudo comprender que existían historias mucho más abrumantes que la suya ¿Estaba siendo egoísta acaso? Asintió a cada palabra en ese entonces, atendiendo a los consejos que escuchaba, como un chiquillo insensato aprendiendo de la sabiduría de un maestro que le expresaba con paciencia, ese estado de calma que solo los años traen consigo. Fue de esa forma en la cual el italiano encontró un poco de solaz y pudo darse una segunda oportunidad de existir en medio de esa atmosfera de autodestrucción que llevaba por un tiempo desde su llegada a la capital gala. Se santiguó una vez rezadas sus oraciones y emprendió su camino fuera del oratorio.
Su estancia en el Vaticano se limitaba a un día más y entonces regresaría a Paris a informar lo que se le había solicitado, nuevamente a ese claustro que la marca de la divina providencia ungía en ellos, los condenados a su servicio. Detuvo su andar mezquino en los jardines, donde la luz argenta del astro regente en turno brindaba cierto calor a los que deambulaban a esas horas. El susurro del viento iba y venía sobre las corrientes pero así mismo el susurro paternal de un hombre que meticulosamente se aproximaba hacia Vittorio. Su recorrido en la senda de la inmortalidad era breve relativamente, pero difícilmente olvidaba un instante o un aroma. ¿Pudiera ser que su mente le jugara una broma y el hecho de hallarse en ese espacio considerado como su segundo hogar le orillaran a creer que se trataba de aquel guía que en otroras épocas le había rescatado?
Giró apenas su cuerpo.
–¿Zlatan?–
Fue durante esta etapa que el curso de su andar fue alterado por el choque con un hombre en condiciones similares. Un extraño que poco a poco se ganó su confianza y vio en Vittorio un alma perdida a merced del viento. En su estado perturbado pudo comprender que existían historias mucho más abrumantes que la suya ¿Estaba siendo egoísta acaso? Asintió a cada palabra en ese entonces, atendiendo a los consejos que escuchaba, como un chiquillo insensato aprendiendo de la sabiduría de un maestro que le expresaba con paciencia, ese estado de calma que solo los años traen consigo. Fue de esa forma en la cual el italiano encontró un poco de solaz y pudo darse una segunda oportunidad de existir en medio de esa atmosfera de autodestrucción que llevaba por un tiempo desde su llegada a la capital gala. Se santiguó una vez rezadas sus oraciones y emprendió su camino fuera del oratorio.
Su estancia en el Vaticano se limitaba a un día más y entonces regresaría a Paris a informar lo que se le había solicitado, nuevamente a ese claustro que la marca de la divina providencia ungía en ellos, los condenados a su servicio. Detuvo su andar mezquino en los jardines, donde la luz argenta del astro regente en turno brindaba cierto calor a los que deambulaban a esas horas. El susurro del viento iba y venía sobre las corrientes pero así mismo el susurro paternal de un hombre que meticulosamente se aproximaba hacia Vittorio. Su recorrido en la senda de la inmortalidad era breve relativamente, pero difícilmente olvidaba un instante o un aroma. ¿Pudiera ser que su mente le jugara una broma y el hecho de hallarse en ese espacio considerado como su segundo hogar le orillaran a creer que se trataba de aquel guía que en otroras épocas le había rescatado?
Giró apenas su cuerpo.
–¿Zlatan?–
Última edición por Vittorio Cacciardi el Mar Abr 19, 2016 12:23 pm, editado 1 vez
Michael Sundqvist- Hechicero Clase Alta
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Re: Ite, Missa Est || Privado
“Because the world is so full of death and horror, I try again and again to console my heart and pick the flowers that grow in the midst of hell.”
― Hermann Hesse, Narcissus and Goldmund
― Hermann Hesse, Narcissus and Goldmund
No pertenecer a ningún sitio era su cruz. O una de tantas que cargaba y que, en lugar de aliviarse con los siglos, se habían acentuado, sin embargo Zlatan era testarudo, entre otras cosas, y se mantenía en este plano existencial a pesar de que su vida y su inmortalidad enteras estaban basadas en la idea de morir. Pero ni siquiera una muerte natural, o una muerte honorable de guerrero; no, lo que buscaba constantemente era la muerte por mano propia. Pero qué anacrónica sonaba ahora la idea en su cabeza y en sus labios. La muerte era una imposibilidad. Una lejana amante que no ha de volver.
Cada mínimo detalle, de un modo u otro, le recordaba cuán forastero en verdad era. Sin embargo, todo se maximizaba cuando visitaba los Estados Pontificios. Las imágenes dolientes de los santos y los crucifijos de madera eran un recordatorio tenaz de que él había sido educado en la fe musulmana. Que de todos los sitios que pudo haber elegido para tratar de redimir sus pecados —que no eran tantos, ni tan grandes como él quería verlos— sin duda era aquel el más terrible. Porque tal parecía que el vampiro buscaba con ahínco modos subconscientes de torturarse. Quizá como castigo a faltas que no cometió.
Aquella vez estaba en el Vaticano entregando una información valiosa que había encontrado en su labor como bibliotecario. Una que le pareció de relevancia suficiente como para hacerlo viajar a él mismo, no confiando en un mensajero. Su audiencia había sido al anochecer, considerando su naturaleza y discutió por un rato con el receptor de su anuncio y las implicaciones de ello. Pero su papel no era decidir qué uso darle a esos datos y al final, se retiró. Pasaría la noche y el día siguiente ahí, partiría al anochecer del día posterior.
Cruzó por los jardines ensimismado, aún dándole vueltas al asunto. Susurrando en voz baja varias cosas que llamaron su atención de su investigación, pero luego tranquilizándose, diciéndose que no debía preocuparse por eso. ¡Oh! Pero preocuparse era una de las tareas que Zlatan mejor llevaba a cabo. Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuchó su nombre. No obstante no fue el sonido de su propia identidad lo que lo hizo detenerse, alzar el rostro y levantar ambas cejas, sino la voz. Conocía esa voz.
—Vittorio —musitó aún antes de hacer contacto visual con el susodicho. Una vez frente a él apareció el joven, sonrió—. No sabía que estabas aquí —claro que no sabía, eso era evidente, pero Zlatan tendía a esas frases amables y conversacionales.
El chico, vampiro e inquisidor como él, considerablemente más joven tanto en años reales como en aparentes, era uno de sus grandes hallazgos. Hace tiempo habían cruzado caminos, y antes de que comenzara una senda de autodestrucción como pintaba, lo tomó como protegido o algo parecido. El inmortal más viejo insistía de no autonombrarse mentor o maestro, pero tenía debilidad por cobijar bajo su ala a todo aquel dispuesto, ávido o que lo necesitara.
Última edición por Zlatan Hadžić el Mar Abr 26, 2016 11:53 pm, editado 1 vez
Zlatan Hadžić- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Ite, Missa Est || Privado
Le resultaba inconcebible que la vida pudiese ser tan indulgente, incluso con un monstruo como él. Justo como aquella noche donde pocas cosas buenas recaían sobre sus hombros, el hombre que había tomado el papel de mentor para el vampiro más joven, emergía de entre las penumbras de los pasillos para saludarle después de tanto tiempo. Vittorio no pudo evitar sonreír, un gesto que muy pocas veces se daba el lujo de mostrar en esa fachada fría como el mármol. Solo una línea apenas esbozada sobre sus labios, efímera, como la estela de una estrella fugaz adentrándose nuevamente en la penumbra de la bóveda. Los canticos tenebrosos de algunas criaturas noctámbulas generaban una armonía que contrastaba con la superficialidad del recinto y el aroma fresco de la flora sobre los jardines, desprendía una esencia tenue sobre ambas figuras. Avanzó un par de pasos más para acortar la distancia. El hecho de que ambos trabajaran bajo el yugo del santo oficio, no garantizaba una convivencia cotidiana, así que la presencia ajena no pudo haber llegado en mejor momento, en un espacio de tranquilidad aparente para los dos.
Le miró pasmado.
–Que sorpresa verte en este lugar–
Estrechó su mano.
–En realidad no suelo visitar con frecuencia este tipo de lugares, cómo bien sabes mi área es, una muy distinta, pero necesitaban enviar información de suma importancia y bueno heme aquí–
En su cabeza aún podía escuchar con claridad las palabras que en otrora época le había conferido. Cuando el sendero del vampiro más joven aún se trazaba incierto. Poco faltaba seguramente para que el instinto de su nueva condición tomara posesión sobre su sobriedad y de ese modo, diera rienda suelta los instintos salvajes de caza y hegemonía. Zlatan antes de señalarle con el dedo, prefirió darle asilo y compañía, términos que habían desaparecido de la existencia del italiano. Su intención no había sido asesinar a esos dos sujetos y sin embargo el otro se hizo de cargo de todo para que el joven no resultara culpable, cubrió el incidente y pidió recluirlo en las filas. Hasta el día de hoy, Vittorio desconocía exactamente los motivos que orillaron a su ahora mentor a salvarle, temía preguntar y seguramente el otro no respondería.
–Supe que te habías ausentado de la capital, después de eso nada–
Entornó sus orbes hacia el cuadro que pendía adyacente de donde ellos se encontraban. La imagen del redentor se delineaba con un semblante benevolente. El vampiro novel, suspiró pasando sus dedos largos por aquellos trazos, cómo si en ese acto buscase réplicas a sus misterios personales.
–Eximio ¿Cierto?–
Estaba consciente de su verdadera condición y sin embargo todas las noches seguía sin comprender el propósito de su existencia.
–¿Qué es lo que él espera de seres cómo nosotros Zlatan? ¿Qué es?–
Le miró pasmado.
–Que sorpresa verte en este lugar–
Estrechó su mano.
–En realidad no suelo visitar con frecuencia este tipo de lugares, cómo bien sabes mi área es, una muy distinta, pero necesitaban enviar información de suma importancia y bueno heme aquí–
En su cabeza aún podía escuchar con claridad las palabras que en otrora época le había conferido. Cuando el sendero del vampiro más joven aún se trazaba incierto. Poco faltaba seguramente para que el instinto de su nueva condición tomara posesión sobre su sobriedad y de ese modo, diera rienda suelta los instintos salvajes de caza y hegemonía. Zlatan antes de señalarle con el dedo, prefirió darle asilo y compañía, términos que habían desaparecido de la existencia del italiano. Su intención no había sido asesinar a esos dos sujetos y sin embargo el otro se hizo de cargo de todo para que el joven no resultara culpable, cubrió el incidente y pidió recluirlo en las filas. Hasta el día de hoy, Vittorio desconocía exactamente los motivos que orillaron a su ahora mentor a salvarle, temía preguntar y seguramente el otro no respondería.
–Supe que te habías ausentado de la capital, después de eso nada–
Entornó sus orbes hacia el cuadro que pendía adyacente de donde ellos se encontraban. La imagen del redentor se delineaba con un semblante benevolente. El vampiro novel, suspiró pasando sus dedos largos por aquellos trazos, cómo si en ese acto buscase réplicas a sus misterios personales.
–Eximio ¿Cierto?–
Estaba consciente de su verdadera condición y sin embargo todas las noches seguía sin comprender el propósito de su existencia.
–¿Qué es lo que él espera de seres cómo nosotros Zlatan? ¿Qué es?–
Michael Sundqvist- Hechicero Clase Alta
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Re: Ite, Missa Est || Privado
"Do not pity the dead, Harry. Pity the living and above all, those who live without love."
— J. K. Rowling, Harry Potter and the Deathly Hallows
— J. K. Rowling, Harry Potter and the Deathly Hallows
Zlatan daba la imagen de un profesor algo atolondrado, cuyos alumnos se burlan de él, pero otros pocos aprecian de sobremanera, porque sus conocimientos son bastos y su fachada es sólo eso y detrás habita un hombre mucho más complejo. Ahí, en aquel lugar de tránsito para la organización a la que ambos servían, y sobre todo, frente a Vittorio, esa imagen se acentuaba. Sonrió cuando el otro lo hizo de manera fugaz. Era alguien que prestaba mucha atención a los detalles y sabía que el joven rara vez se expresaba de ese modo. Anotaba mentalmente el contexto para poder replicarlo a posteriori. Su necesidad terca de complacer lo orillaba a eso. Sin embargo, si eso servía para menguar su dolor, ¿quién era el resto de las personas para negárselo?
—Lo sé, lo sé —respondió con vaguedad al tiempo que estrechaba la mano de ese muchacho que antes vio perdido y que trató de encaminar. Aún sentía que Vittorio era un reloj mal calibrado, pero con la paciencia y la precisión podía estar a la hora de Greenwich; por eso ponía tanto empeño en él, por eso lo había salvado, incluso de una condena o un linchamiento… era joven, podía redimirse aún y se veía reflejado en ese espejo. Quizá, de algún modo, salvando a Vittorio, sentía que se salvaba a sí mismo—. Me alegra verte, entonces. No creo en coincidencias, sin embargo, si existen, esta ha sido una muy afortunada —en cambio Zlatan sonreía con una facilidad que daba miedo. Ponía esa expresión de cachorro irresistible y que, no obstante, él no sabía que tenía como arma.
—Ya sabes, me debo mover. Estoy asentado en París… por ahora —hace tiempo había entendido que su destino era moverse. Nómada incapaz de echar raíces en ningún sitio. Eterno forastero. Un extraño en tierra extraña.
Giró el rostro para observar qué era lo que llamaba tanto la atención del chico y sólo asintió ante las palabras que escaparon de la boca ajena. Se quedó ensimismado un segundo, pero reaccionó cuando Vittorio siguió hablando. Lo miró fijamente, sin embargo no había sorpresa en su expresión. Entendía demasiado bien esas preguntas y aunque luchaba porque el muchacho encontrara norte, cuando lo escuchaba hablar así, sabía que no había errado. Como si el joven fuese una versión paralela de él, cuyos caminos fueron distintos, cuyas decisiones lo condujeron a otro destino y que aún así, era responsabilidad suya. ¿Por qué? Porque Zlatan quería salvar al jodido mundo, y debía comenzar por él, o una versión de él.
—Estamos aquí —habló tras un largo y cansado suspiro. Parecían palabras vagas y tontas; pero no lo eran. Tomó de un hombro a Vittorio y buscó su mirada—. Esto nos depara. La eternidad puede ser una maldición, y no podemos deshacernos de ella. Sólo nos resta sacar lo mejor de la situación —sonó abatido. Soltó al otro y bajó los hombros.
—No te angusties —pronunció como si se tratara de un anciano —de algún modo lo era—, con ese tono sabio, de quien sabe que los cielos despejados vienen tras los huracanes—. Para ver las estrellas se necesita la oscuridad. Y en todo caso, toda vela encendida también proyecta una sombra. Para que uno exista… —pausó y colocó una mano hacia el cielo como si quisiera comprobar que llovía. El haz de luz de los astros e incluso las farolas del complejo, se depositó ahí, como si pudiera capturarla—, debe existir su contrario. Y si te preocupa uno, jamás podrás ver al otro —terminó con una leve sonrisa.
Zlatan podía ser muy docto para hablar de esas cosas, y era una pena que al final, se tratara sólo de un hombre, ya ni siquiera de un vampiro, con una tristeza tan grande que le arrebataba las ganas de continuar.
Zlatan Hadžić- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Ite, Missa Est || Privado
¿Cuánto tiempo había pasado sumergido en esa transición? No estaba del todo seguro. Pues cada segundo en su existencia seguía trayendo consigo los recuerdos de aquella noche cuando cedió su mortalidad a cambio de la vida de Tonio y la culpabilidad de haberle arrebatado la vida a Luciano. Eran demasiadas cosas, demasiado dolor y rencor contra la crueldad del mundo que aparentemente solo podía brindarle cosas negativas. Había hecho de cada recuerdo una coraza, una muralla impenetrable y se prometió a sí mismo no volver a actuar de forma altruista, inició un camino alejado de aquellos viejos preceptos aprendidos en la vieja Florencia. Suspiró desganado al final de su discurso y sólo en las aseveraciones ajenas halló algo de solaz. Se limitaba a asentir y clavar sus ojos en los ajenos, escudriñando con sigilo la silueta de quien pudiera considerar un mentor.
El concepto quedaba muy alejado de lo que había estado experimentando. Y como bien lo había explicado el vampiro mayor, las casualidades no tenían cabida en ese recinto. Puesto que lo aprendido dentro de la organización, dictaminaba que cada ser en la tierra poseía ya un destino trazado, contrariamente a lo que Vittorio creyó una vez que fue transformado. No tuvo palabras ni argumentos válidos para enfrentarle. Estaba en lo cierto. Únicamente tenía dos caminos, avanzar con su ayuda por el sendero de la inmortalidad o esperar a ser incinerado algún día por nadar en contra del cauce natural del mundo. A su alrededor los tenebrosos canticos de algunas cigarras se dejaron escuchar, derribando el muro de silencio que solo se instalaba cuando ambos sempiternos callaban para escuchar al otro.
Las estaciones no dejarían de mudar de tonalidades, así como las estrellas en lo alto no suspenderían su recorrido a través de la estela. El italiano debía abrazar esa condición y aprender de ella como Zlatan aprendió en otrora época.
–Comprendo–
Susurró a media voz y asintió, como un niño pequeño cediendo el lugar a quien posee el don de la sabiduría.
A pesar de contar con su apoyo incondicional como alguna vez lo explicó, el vampiro más joven se aferraba a la idea de hallar una lógica en todo. Don o maldición que jugaba en su contra consecuentemente.
–Somos esa lobreguez que opaca los rayos fulminantes del sol– sonrió de medio lado –Ellos tampoco existirían sin nosotros ¿Cierto?–
La palabra “humanidad” estaba plasmada de forma intrínseca en su oración. Pues a pesar de sus esfuerzos por conservar algo de eso, debía aceptar que no había marcha atrás. Sus dedos se despegaron de la pintura y con pesar sintió el tacto ajeno sobre su hombro, siendo el aliciente que necesitaba en ese momento.
–Yo debo regresar a Paris y dentro de poco no sé dónde me encuentre ¿Recuerda mi ahínco por hallar a mi hermano?– Tornó su semblante un poco más serio –Hallé información por parte de un ser sobrenatural, al igual que nosotros, las noticias no fueron nada buenas ¿Qué me hizo creer que un ser como yo tendría la oportunidad de enmendar mi error? Tonio está muerto Zlatan–
Solo el murmullo del viento se escuchó después de aquella confesión.
El concepto quedaba muy alejado de lo que había estado experimentando. Y como bien lo había explicado el vampiro mayor, las casualidades no tenían cabida en ese recinto. Puesto que lo aprendido dentro de la organización, dictaminaba que cada ser en la tierra poseía ya un destino trazado, contrariamente a lo que Vittorio creyó una vez que fue transformado. No tuvo palabras ni argumentos válidos para enfrentarle. Estaba en lo cierto. Únicamente tenía dos caminos, avanzar con su ayuda por el sendero de la inmortalidad o esperar a ser incinerado algún día por nadar en contra del cauce natural del mundo. A su alrededor los tenebrosos canticos de algunas cigarras se dejaron escuchar, derribando el muro de silencio que solo se instalaba cuando ambos sempiternos callaban para escuchar al otro.
Las estaciones no dejarían de mudar de tonalidades, así como las estrellas en lo alto no suspenderían su recorrido a través de la estela. El italiano debía abrazar esa condición y aprender de ella como Zlatan aprendió en otrora época.
–Comprendo–
Susurró a media voz y asintió, como un niño pequeño cediendo el lugar a quien posee el don de la sabiduría.
A pesar de contar con su apoyo incondicional como alguna vez lo explicó, el vampiro más joven se aferraba a la idea de hallar una lógica en todo. Don o maldición que jugaba en su contra consecuentemente.
–Somos esa lobreguez que opaca los rayos fulminantes del sol– sonrió de medio lado –Ellos tampoco existirían sin nosotros ¿Cierto?–
La palabra “humanidad” estaba plasmada de forma intrínseca en su oración. Pues a pesar de sus esfuerzos por conservar algo de eso, debía aceptar que no había marcha atrás. Sus dedos se despegaron de la pintura y con pesar sintió el tacto ajeno sobre su hombro, siendo el aliciente que necesitaba en ese momento.
–Yo debo regresar a Paris y dentro de poco no sé dónde me encuentre ¿Recuerda mi ahínco por hallar a mi hermano?– Tornó su semblante un poco más serio –Hallé información por parte de un ser sobrenatural, al igual que nosotros, las noticias no fueron nada buenas ¿Qué me hizo creer que un ser como yo tendría la oportunidad de enmendar mi error? Tonio está muerto Zlatan–
Solo el murmullo del viento se escuchó después de aquella confesión.
Michael Sundqvist- Hechicero Clase Alta
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Re: Ite, Missa Est || Privado
“If you have a sister and she dies, do you stop saying you have one?”
― Jodi Picoult, My Sister's Keeper
― Jodi Picoult, My Sister's Keeper
Buscó los ojos ajenos, mientras lo seguía sosteniendo como un padre lo haría con hijo. Tal vez esto era, porque nunca iba a experimentar cómo sería de verdad. Le preguntó con la mirada si en verdad entendía, y también le decía que estaba bien no entender. Tenía esa capacidad, la de decir mucho sin palabras; porque Zlatan era un ser entregado, aunque no debía.
—Me gustaría no ser tan sombrío con la definición, pero sí, en esencia eso es. Y más allá, hay oscuridad para que puedas ver la luz —le sonrió con nostalgia y lo soltó al fin, aunque no se separó. La cercanía, en ese momento, le pareció importante. No obstante, cuando el joven continuó, se dio cuenta que debió dar un par de pasos hacia atrás.
El golpe lo dejó helado. Por un momento estuvo a punto de proponerle regresar juntos a París, ya que ambos estaban en la capital gala y la compañía mutua les haría más llevadero el viaje. Sin embargo, la declaración, tan manifiesta como funesta, lo dejó sin habla. No sólo porque lo sentía por Vittorio; lo hacía, de verdad, de corazón. Sino también porque aquello reverberó en su interior como un eterno y doloroso eco.
Circunstancias, épocas, personas distintas, pero al final, era sangre de su sangre. Zlatan conocía bien de pérdida. Zora, su hermana, murió en sus brazos, cuando él, el mejor médico de Sarajevo, fue incapaz de salvarla. Pudo entender a ese nivel lo que sucedía en el interior del otro inmortal, pero si algo había aprendido con los años, era que ninguna persona era igual a otra. Tragó saliva y se quedó callado un momento, lo justo nada más.
—Lo lamento —musitó y su suave voz se fundió con el viento que jugaba entre las ramas de los árboles—. Vittorio, quizá no sea momento, pero… —lo dudó, y luego continuó—: como lo veo, podemos aprender de nuestros errores o aferrarnos a ellos. No hay pecado tan grande que no tenga redención, no hay falta que nos condene —era increíble que él, ese que creía que todo lo malo que sucedía en el mundo, de algún modo u otro era su culpa, ahora arrojara esas palabras.
Él ya estaba en ese agujero de tristeza y autocompasión, no deseaba que Vittorio lo acompañara. El más joven aún podía salvarse y Zlatan iba a hacer todo lo posible por conseguirlo. Quizá era una causa perdida, pero ¡ah! Esas eran sus favoritas. Él mismo era una.
—Lamento que tu búsqueda te condujera a este desenlace —fue a decir algo más, sin embargo se dio cuenta de lo mal que iba a sonar: al menos la has terminado, tienes un resultado, puedes descansar. Siendo Zlatan como era, siempre pendiente de todos a su alrededor, fue incapaz de pronunciar esas palabras.
—¿Cuándo partes para París? —Cambió de tema.
Zlatan Hadžić- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Ite, Missa Est || Privado
A pesar de contar con la instrucción de Zlatan, existían aún paradigmas que no lograba descifrar, remordimientos que no permitían su existencia le cediera tregua siquiera en días nublados y de oscuridad. Quizás había sido designio el haberse topado con su maestro esa noche, quizás las palabras que él evocaba de sus labios serían suficientes para salvarle una vez más. Sin pensarlo dos veces el otro inmortal jugaba su papel fundamental para no dejarle caer, explicando como lo hace un padre a un hijo que a pesar de los errores y la monstruosidad de su naturaleza aún existía un ápice de humanidad que le redimía del simple hecho de existir. No respondió de inmediato, pues prefirió que el dolor se apaciguara poco a poco una vez más con el bálsamo de la respuesta que Zlatan articulaba con sumo cuidado.
Su búsqueda interminable había cedido al recibir aquella noticia fatídica y de entre los posibles conocidos que Vittorio tenía solo en Zlatan confiaba para mostrarse vulnerable, porque había sido él quien le viera en otrora época derrotado y perdido.
–Si te soy honesto no esperaba verlo con vida, había pasado ya mucho tiempo desde que partió de Florencia, la misma noche que mi caída hacia la oscuridad inició–
Sonrió con desgano.
–Pero esa historia ya la conoces–
Entrelazó las manos por la espalda y caminó un par de pasos, sin distanciarse mucho del otro vampiro. Los ojos absortos del italiano se perdieron momentáneamente en la inmensidad de la bóveda oscura. Se dejó confortar por aquellas palabras.
–Son los designios que nos han sido trazados ¿No es así? Después de todo ahora solo somos instrumentos de un ser superior–
Sonrió nuevamente un poco más sobrio, un poco más aterrizado en sus palabras y sobre todo en su realidad.
–Supongo que mañana por la noche, la última misión que me fue encomendada llegó a su fin hace dos días y mi búsqueda personal ha cesado también, estoy a entera disposición de la organización en estos días– le miró fijamente –Y a la tuya, claro si necesitas de mi apoyo–
Lo menos que podía hacer era refugiarse en su nuevo oficio para no ceder en una batalla sin tregua con los demonios de su pasado. No necesitaba ser ese Vittorio otra vez.
–Sé de buena fuente que existen otros inquisidores que han estado realizando una labor minuciosa de purga en la organización, sabes a lo que me refiero–
Se colocó frente a Zlatan para continuar con su explicación.
–Nuestra existencia está siendo objeto de un juicio, bajo preceptos de nuevos líderes, si volvemos a coincidir en Paris nuevamente, te pediré que seas cauteloso–
Había vivido demasiadas perdidas en su trayectoria por el sendero mortal, Zlatan era el único lazo que consideraba familiar, no iba a perderlo así de fácil.
Su búsqueda interminable había cedido al recibir aquella noticia fatídica y de entre los posibles conocidos que Vittorio tenía solo en Zlatan confiaba para mostrarse vulnerable, porque había sido él quien le viera en otrora época derrotado y perdido.
–Si te soy honesto no esperaba verlo con vida, había pasado ya mucho tiempo desde que partió de Florencia, la misma noche que mi caída hacia la oscuridad inició–
Sonrió con desgano.
–Pero esa historia ya la conoces–
Entrelazó las manos por la espalda y caminó un par de pasos, sin distanciarse mucho del otro vampiro. Los ojos absortos del italiano se perdieron momentáneamente en la inmensidad de la bóveda oscura. Se dejó confortar por aquellas palabras.
–Son los designios que nos han sido trazados ¿No es así? Después de todo ahora solo somos instrumentos de un ser superior–
Sonrió nuevamente un poco más sobrio, un poco más aterrizado en sus palabras y sobre todo en su realidad.
–Supongo que mañana por la noche, la última misión que me fue encomendada llegó a su fin hace dos días y mi búsqueda personal ha cesado también, estoy a entera disposición de la organización en estos días– le miró fijamente –Y a la tuya, claro si necesitas de mi apoyo–
Lo menos que podía hacer era refugiarse en su nuevo oficio para no ceder en una batalla sin tregua con los demonios de su pasado. No necesitaba ser ese Vittorio otra vez.
–Sé de buena fuente que existen otros inquisidores que han estado realizando una labor minuciosa de purga en la organización, sabes a lo que me refiero–
Se colocó frente a Zlatan para continuar con su explicación.
–Nuestra existencia está siendo objeto de un juicio, bajo preceptos de nuevos líderes, si volvemos a coincidir en Paris nuevamente, te pediré que seas cauteloso–
Había vivido demasiadas perdidas en su trayectoria por el sendero mortal, Zlatan era el único lazo que consideraba familiar, no iba a perderlo así de fácil.
Michael Sundqvist- Hechicero Clase Alta
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