Arena mojada entre los dedos de mis pies [Privado]

por **Nadine** Lun Mar 14, 2016 7:00 pm

Undine observaba como el mar rompía contra las rocas a no más de unos cuantos pies de distancia. El bajo de su vestido lo tenía sujeto entre sus manos, dejando que la espuma de la orilla humedeciera sus dedos de los pies.

Undine suspiro profundamente, dejando caer un poco de desagrado sobre el momento en que estaba en ese instante. Miro alrededor y de nuevo ha pasado. Se ha movido desde la cama hasta la playa, sin tropezarse al parecer. La luna parecía estar orgullosa de permanecer en lo alto de su cabeza, de ser alguien importante. Undine dio unos pasos hacia atrás para poder alejarse de las olas del mar. Se sentó en una roca sobresaliente entre la arena, dejando el bajo de su vestido de dormir que cayera sobre la arena.

Podía sentir como el aire le acariciaba la espalda, su cuerpo estaba a un poco de ser descubierto por la transparencia del camisón. Se estremeció por su mortalidad en aquella roca, estando pensativa y sin embargo no se aburría. Cuando la paz acometía, no había momento más feliz para ella. No hace mucho, sus padres le dijeron de la nueva noticia frente al resto de sus hermanas.

“-Querida hija, sé que has estado sola todo este tiempo, por ello, te hemos encontrado un magnifico candidato….”

Y ahí lo tienes. Su vida arruinada o más bien atada. No conocía al susodicho. No le ha visto aun. Solamente le han dicho que es un honorable soldado que vuelve con medallas de honor. Aburrido, horroroso, catastrófico, ¡NAUSEABUNDOS PADRES! Undine se había cruzado de brazos sobre el asiento en aquella roca en la arena. Su ceño se había fruncido sin que ella lo pudiera evitar. Sin embargo, pensó que por una parte, aliviaría su vacío que dejo su hermana, aquella de la que le dijeron que había sido una alucinación durante 10 años seguidos pero ella sabía que le habían mentido.

Igual, no iba a ser escuchada nunca. Jamás podría explayarse sobre sus sueños de poder ser alguien en la vida. Otro estremecimiento surgió en su columna vertebral. Se cubrió con los brazos y de nuevo fue hacia la orilla, pero esta vez no se recogía el bajo del vestido. Solamente fue como hipnotizada por el sonido de las olas en el mar, ella, ahí solitaria en aquel trozo de playa a solo unos árboles de la mansión familiar. Le encantaba ir los fines de semana a esta mansión pues tenía la mayoría de sus recuerdos en esta casa cuando tenía ocho años. Echaba de menos a su hermana.

¿Dónde estaba?