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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por K. Ahmet Gazzaniga Sáb Mar 19, 2016 10:04 am

Despertó de golpe, con la respiración acelerada y el corazón que al parecer, quería salir de la caja torácica del joven veinteañero y al instante llevó sus manos para enjaguar su rostro y deshacerse del sudor frio que se apodero de él, maldita pesadilla, pensó Ahmet, sin comprender porque siempre ocurría estas cosas cada noche, tal vez por el miedo que sentía por pensar que algún día su hermana estará en brazos de otro hombres, brazos que no son los suyos, eso hace que su estómago se revuelve y quiera matar a cuan hombre se le acercara, aunque eso sea completamente enfermizo de su parte, es deshonesto, ¡Es su hermana! No su mujer, aunque era lo que más deseaba en este mundo, estaba loco, pero loco por ella. En el sueño que acaba de despertar, Alessandra llegaba a casa diciendo que se iba a casar, muy feliz por su parte, mientras el hermano mellizo escuchaba como su corazón se parte en mil fragmentos, no deseaba que esto se hiciera realidad, era como un golpe muy bajo; cerró los parpados para dejar de pensar, dejar de recordar pero al parecer es como si fuera verdad, así que mejor se dará un baño para relajarse, para olvidar por un momento los fuertes sentimientos que sentía por alguien prohibido, alguien que era su sangre, alguien que era su hermana melliza.

Hizo a un lado las sabanas de seda finas y bien cuidadas y descanso se encamino hacia el cuarto de baño, al abrir esta, observó que la tina ya estaba disponible para él, tal vez vino la creada y lo hizo o tal vez su propia hermana, al pensar eso, sintió algo en su pecho, quería que ella, no, mejor no ir por esos caminos, y sin más se desvistió para sumergirse en las aguas que podrían calmar aquella preocupación, pero una cosa si esta en claro, su hermana era suya, de nadie más y con esos pensamientos cerro los ojos para relajarse. Siempre duraba mucho tiempo en el baño de media hora hasta una hora completo, pero ahora fue interrumpido por su nana, que detrás de la puerta le informó que el señor Gazzaniga deseaba a toda la familia en su despacho, que tenían una noticia sumamente importante para ellos, que saliera lo antes posible, el más joven de la familia le dijo un fuerte sí, y sin más, Ahmet intrigado salió a toda prisa de la tina que inclusive se resbalo golpeándose las rodillas, con un gruñido fuerte y claro se levantó y al salir  comenzó a cambiarse en cuanto llego al armario.  

Al salir de sus aposentos, fue con un pantalón de un color caqui, botas negras y una camisa blanca con los primeros dos botones desabrochados. Al llegar al despacho entro sin ser anunciado, ya que la puerta estaba abierta, al ver que sus padres y hermana ya estaban sentados y bebiendo una agradable café mañanero sonrió, siempre lo mismo cuando papá llamaba a la familia a reunión. La intriga pudo más que él, su padre llamaba a la familia cuando era realmente importante el avisó que daría, así que sin decir más saludo a cada miembro de está, sonriéndole a ella, y sentándose a su lado para tomar su mano, una costumbre que hicieron desde que estaba pequeños, y llevó el dorso de la mano de la mujer a sus labios para darle un beso casto y puro, pero tuvo que despegar su mirada del rostro de Alessandra cuando su padre aclarado la garganta y comenzó hablar.  -Buenos días familia, gracias por tomarse un poco de valioso tiempo para esto. Bien, seré directo, no quiero profundizar más esto. –Ahmet vio como su padre respiraba hondo y cada vez que el hacía eso, era porque algo grande se avecinaba, y no sabía de la magnitud de esto. -Conoci a un hombre que tiene tierras por aquí cerca, a la nuestra, claro está. Hablamos y queremos conectar ambas haciendas, la nuestra es una hacienda ganadera con el mejor producto animal, mientras él de nuestro vecino, es una hacienda que sus cultivos siempre son los mejores de todo el País, tanto él como nosotros necesitamos una conexión muy grande, y que más que el casamiento de nuestros hijos que… -Y en ese momento, Ahmet dejo de escuchar a su padre y por inercia apretando la mano de su hermana, no, nadie la alejara de él, primero mata al bastado que quiera tocarla. -¡Ahmet!-Lo único que hizo que saliera de su transe era ese gritó potente que su padre dio, haciendo que saltara de su lugar y clavo su mirada en la dura de su padre. -¿Qué dices hijo?..-El nombrado ladeo su cabeza al no comprender nada estaba tan perdido que su cabeza dejo de escuchar lo que su padre según había dicho. -¿De qué padre? –Preguntó temeroso, el padre río un poco, pero era una risa que decía todo. –De que tú te cases con su hija, tiene dos años de diferencia, tú siendo el mayor, por supuesto. Es una joven bastante hermosa, vendrán esta tarde para que se conozcan y dentro de dos semanas casarse y… -Y volviendo a perder en sus pensamientos, volteo a ver a su hermana, ella, tan pálida como una hoja de blanca, lo miró.

¿Qué coño estaba pasando? Él no deseaba casarse, aún y aparte, no quería otra mujer que no fuera su hermana ¿Qué iba hacer ahora?...


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Mensaje por Alessandra Gazzaniga Jue Mar 24, 2016 6:34 pm

Abrió los ojos un par de horas antes de que asomase el alba, cuando aún el manto oscuro predominaba en la mansión y sus habitantes, tanto familia como personal se encontraban dormidos. Giró sobre un costado y observó la puerta de su habitación, la cual por supuesto se encontraba cerrada, había que salir por ella y recorrer el pasillo a la izquierda, frente a las escaleras que conducían a la segunda planta de la mansión, contar dos puertas antes de detenerse en la tercera, y de esa forma encontrar la habitación de él...

Se levantó siguiendo un impulso, ni siquiera preocuparse por cubrir su ropa de dormir o por buscar su calzado. Abandonó su habitación y caminó sigilosamente, acostumbrada como estaba a danzar, mantener los pies de forma tal que apenas tocasen el suelo al andar le resultaba muy sencillo. No le agradaba lo que estaba sintiendo y que se manifestaba como una opresión en su pecho, un mal presagio que tironeaba de sus entrañas, algo que le despertaba temor.. por ella y por Ahmet.

Sus dedos se detuvieron sobre el pomo de la puerta antes de girarla y entrar silenciosamente. Se detuvo un instante frente a la ventana, los rayos lunares iluminaban al hombre que dormía sobre la cama a escasos pasos de ella. Su visión logró alejar el temor al observarle descansar, ajeno a todo, incluso a su presencia. Sus latidos se aceleraron en su pecho, produciéndole un anhelo muy intenso con tan solo mirarlo, de manera tal que logró que ella, quien usualmente se encontraba en perfecto dominio de si misma, sintiera que toda armonía se escapaba de sus manos. Si tan solo Ahmet se percatara de su presencia y despertara ella... le confesaría todo lo que nunca le había dicho, sin importar que ambos se condenasen, nada importaría...

Pero él aún dormía, entregado al mundo de Morfeo, por lo que la pelirroja se mantuvo en silencio. Se acercó y se inclinó sobre él despacio, de manera que su pecho subía y bajaba al compás de su respiración, poco a poco siguiendo el mismo ritmo que la de su mellizo, como si fuesen uno solo en lugar de dos seres diferentes. Sus dedos apartaron unos mechones de cabello de la frente masculina con sumo cuidado, contemplando su rostro perfectamente cincelado, ocultando unos ojos que se parecían demasiado a los de ella misma. En ese momento la verdad que ocultaba con celo, incluso de su mellizo se reflejaba en su rostro, una verdad que nadie le arrancaría, ni siquiera haciéndola caminar sobre brazas ardientes. Se enderezó y tras observarlo una última vez, se retiró, sintiéndose más serena ahora que comprobaba que esa corazonada que le había sobrecogido repentinamente no tenía efecto sobre Ahmet. El descansaba.

Transcurrieron un par de horas, durante las cuales Alessandra practicó su rutina de baile clásico en el salón que sus padres le habían acondicionado específicamente para ello. Había crecido bailando en el, y sus paredes habían sido testigos de como poco a poco la chiquilla se había transformado en una mujer que seducida por la música se convertía en seductora a la vez, cuando sus pies y su cuerpo se movían en unísono con las vibraciones de sonido de alguna pieza musical o incluso en el absoluto silencio.

El único motivo que esta vez logró arrancarla de dicha actividad fue el observar como el alba finalmente se presentaba. Corrió entonces hacia las escaleras, subiendo las mismas velozmente, lo suficiente para alcanzar a una de las doncellas que se dirigía a preparar el baño para su mellizo. Alessandra la detuvo y le indicó que ella misma se encargaría. Apenas terminaba de revisar que el agua de la tina contara con la temperatura perfecta cuando la misma doncella le notificó que sus padres ya habían despertado y que requerían su presencia.

Unos minutos más tarde, entró en el amplio despacho. La joven llevaba puesto un vestido blanco, adornado con una cinta celeste alrededor de su fina cintura y otra del mismo color que mantenía en alto su cabello recogido y contrastaba con su encendido tono rojizo, acentuando el color de sus ojos que por si mismos ya eran un indicativo de su carácter. Saludó a sus padres tras entrar en la sala y tomó asiento en uno de los sillones frente a ellos. La reunión se salía de lo habitual, su padre se estaba comportando de forma misteriosa, indicando que tenía un anuncio que hacer pero que para el mismo requerían la presencia de Ahmet. De nada sirvió que ella le pidiese que le diera una adelanto, lo cual le hizo pensar que el anuncio debía ser bastante importante, cosa que comenzaba a inquietarla, y no de buena manera.

La puerta se abrió al cabo de un rato. Sus ojos se dirigieron hacia ella, captando la figura alta y atlética de su hermano que en ese momento cruzaba la misma y se dirigía al mismo sillón adonde estaba sentada. Los labios masculinos besaron su mano y su mirada se cruzó con la de él un instante antes de que su padre comenzara a hablar.

-Buenos días familia... ... conoci a un hombre que tiene tierras por aquí cerca, a la nuestra, claro está. Hablamos y queremos conectar ambas haciendas, la nuestra es una hacienda ganadera con el mejor producto animal, mientras él de nuestro vecino, es una hacienda que sus cultivos siempre son los mejores de todo el País…- Escuchaba con atención y su ceño se frunció un poco. Había algo que no le gustaba en el tono grave de su padre y el que estuviera hablando de las cualidades del vecino...

-... Tanto él como nosotros necesitamos una conexión muy grande, y que más que el casamiento de nuestros hijos...- Apenas escuchó la palabra casamiento cuando el mundo se le vino encima. Al principio pensó que escuchaba mal, pero una mirada hacia sus padres le bastó para percatarse de que no era el caso.

¡Su padre había perdido la razón! ¿De qué estaba hablando? Ni siquiera la presión de la mano de Ahmet sobre la suya logró serenarla. Un sudor frío acudió a su frente y su cuerpo entró en ebullición. Pensó que hablaban de ella pero cuando escuchó que el elegido era su hermano brincó. Se puso de pie de inmediato, presa de una emoción muy intensa.

-¡De ninguna manera padre!- Las palabras salían abrúptamente de su boca. -¿Cómo puede disponer de la vida de Ahmet de esa manera? Ni siquiera conoce a la...- al llegar a esa parte su cuerpo se estremeció violentamente. La hija del vecino. La... la futura esposa de su hermano... la palabra le causaba nauseas.  

-... a la mujer que usted menciona. Podría ser alguien desagradable, o una persona horrible. Y por otro lado, Ahmet no es una posesión suya a la que pueda maniobrar a su antojo.- Se estaba ganando la ira de su padre en tan solo un minuto pero no podía detener el alud que salía de su boca. -¿Y usted madre? ¿Cómo puede estar de acuerdo con esto?- Giró entonces su rostro en dirección a su hermano. -¡Diles Ahmet! Diles que no permitirás que te traten como un saco de hortalizas al cual venden al mayor postor para obtener la mejor ganancia del dia!-

Acababa de pronunciar las palabras cuando la vio venir. Una ráfaga que atravesaba el aire y que lograba que su mejilla ardiera como un furioso incendio tornando la sedosa piel blanca en una marca roja. Su madre acababa de acercarse a ella y la había abofeteado con dureza. -¡Calla Alessandra! ¿Cómo te atreves a desafiar a tu padre? A él, que siempre ha velado por cada uno de nosotros. Antes de hablarle así deberías arrancarte la lengua. Ahmet hará lo que su padre le ordene porque sabe que es lo mejor para todos nosotros y tú no tienes por qué contradecir o cuestionar su decisión. Eres una ingrata que no ve la buena fortuna que se presenta ante nosotros.- La mujer entonces se dirigió a su hijo, enfocando la atención y la mirada en él. -Afortunadamente tu hermano siempre ha sido sensato y en esta ocasión estoy segura de que comprenderá los motivos de tu padre y actuará de forma razonable.-

Por unos segundos Alessandra permaneció muda, llevando su mano a la mejilla que su madre acababa de golpear. Ahmet, ¿Qué esperas para hacerlos callar!? ¿Para decirles que no te casarás con quienes a ellos les plazca!? ¿No entienden que si te casas con otra nos desgarran el corazón a los dos?
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Mensaje por K. Ahmet Gazzaniga Jue Mar 24, 2016 10:09 pm

Todo su mundo, su futuro y todo lo que planeo en cuestión de segundos se acabó, se derrumbó como si fuera un pila de domino. Por un momento creyó que realmente estaba en una pesadilla, que despertaría y que nada de lo que su padre acababa de mencionar era cierto, que era absurdo y que alguien se estaba riendo en su propia cara, una broma, sí, una pésima y cruel broma de su parte.  No, él no quiere, no desea casarse, no quiere a otra mujer que no sea su hermana, aunque se escuchara enfermizo y que algún día de estos fuera directo a la horca por los pensamientos pecaminosos que tiene hacia una mujer de su familia, Ahmet solo desea a una mujer para desposar, y lamentablemente es su hermana, Alessandra, su sangre, su melliza, el cruel destino siempre jugando, siempre riéndose de las personas que en realidad no tiene la culpa. A veces desearía con toda sus fuerzas ser hijo adoptivo, en pocas palabras que no hubiera nacido del vientre de su madre, para que con eso no sintiera asco por sí mismo y disfrutara con toda la libertar del amor tan grande que sentía por la mujer que estaba a su lado, pero vaya ridiculez lo que solía pensar el joven de veinte años. Siempre imaginó casarse con una persona que amaba, que deseara con todas sus fuerzas, que al llegar a casa gritaría un: ¡Ya llegue familia, vengan a recibir a papá para que le alegren el día! O algo así, tal vez tuvo mucha imaginación, pero la verdad era su sueño, le alegraba que su padre no leyera las mentes, porque lo tacharía como un maricón de primera. Y la única mujer que tenía en mente para eso, era Alessandra Gazzaniga.

-¿Crees que soy un pedazo de carne para que puedas venderme al mejor postor de la noche a la mañana? No. Soy una simple persona que solo quiere vivir en paz, ni tú, ni nadie podrá decidir sobre mi vida ni mucho menos imponerme un matrimonio que no me apetece. Es mi vida, mi mundo y yo, solamente yo voy a elegir con quien formar una familia, mi futura esposa, para que te des una idea señor padre, ya la elegí, desde hace mucho tiempo. Por si no te has dado cuenta, está justo aquí, en esta habitación ¿Ya lo sabes? ¿Deseas saber quién es? Sencillo, es mi hermana, aunque me lleves con un sacerdote para que me purifique y saquen el demonio que está dentro de mí, nadie podrá hacer que deje de desear a mi hermana como una mujer. Si padre, me enamoré perdidamente de Alessandra ¿Enfermizo?  Tal vez, pero es el amor más puro que tengo ni tú ni un bastado o un pedazo de tierra me alejara de ella, porque es lo único mujer que he amado y amaré hasta el último día de mi vida, Alessa me mantiene en este mundo ¿sabes? Ustedes como padres la verdad no los tuve en el momento que más lo necesitaba, estuvo ella, mi hermana, por eso y más razones que la verdad no te lo diré y no te incumbe saberlo, hace que cada minuto que pasa, me enamoré de su hija. Y si es necesario fugarme con ella, lo haré, con o sin tu consentimiento me casara con ella, no importa si me cambio de nombre o si es necesario irme a otro país para  que me den la aprobación para ello, pero de esta casa no saldré sin mi hermana. -Regresó al mundo real cuando sintió a su hermana levantarse y comenzar hablar ¿Qué ocurrió? ¿Todo se lo imaginó? Sí, claro que sí, todas las palabras que había dicho lo pensó, y de su boca no salió absolutamente nada, lástima, eran unas buenas palabras hacia su padre, y también se reaprovechaba por ser un verdadero cobre con respecto a él.

Pero ahora que lo piensa no quiere desobedecer las ordenes de su padre, eso sería ir contras las reglas que el mismo impuso, al ser la cabecilla general de la familia Gazzaniga, tiene todo el derecho a elijar mujer para su hijo y  un hombre para su hija. Vio a su hermana tener una discusión acalorada, volviéndole  a tomar de su mano para que parara  y se sentara en su lugar, a su lado para que la batalla verbal no se salía de control porque sabía perfectamente que el temperamental de sus padres eran como la mecha de una pólvora, corta y explosiva y Ahmet no deseaba que castigaran a su hermana por su culpa. Simplemente suspiro, porque no era lo suficiente hombre para defender su felicidad, quería que las palabras de su hermana se detuvieron y pronto, ella lo defendía porque sabía que no sería feliz con una mujer que conocía, o tal vez sí, tal vez ella le sacaría todo el amor que tiene hacia su melliza, tal vez, sacudió un poco la cabeza, para desaparecer todos esos pensamientos absurdos, no quería a otra mujer, no, el merece a su hermana, ¿pero cómo podría hacerlo? Ya era una que su padre tomo y tenía que acatarla al pie de la letra.  

Como si Ahmet viera el futuro todo fue silencio después que su madre con tanta agilidad fue capaz de abofetear a su propia hija. El joven se quedó con la respiración atascada en la garganta, sabía que esto iba a pasar, su corazón lo decía.  Ahora sí, de un jalón fuerte hizo que su hermana se sentara a su lado, alejando la mano de la mejilla afectada para cubrirlo con la suya. Se acercó a ella, besando el tope de su cabeza.  -Shh, tranquila, verás que todo se solucionara, pequeña. –Dijo, solamente para ella, y miró a sus padres, para después levantarse y por ende, alejar la mano de la parte lastimada de la dama.  -Padres, disculpen el comportamiento un poco agresivo de Alessandra, como su hermano, perdón. – Hizo una pequeña reverencia hacia sus padres, para apretó un poco sus dientes, esto que dirá será tan doloroso, será como si alguien agarrara su corazón y lo tirara al suelo para después pisarlo sin remordimiento alguno, observó de reojo a la mujer que ama, dedicándole una sonrisa, una sonrisa con todos sus sentimientos de por medio. -Sí aceptó casarme con ella, aunque me reúsa, usted padre ya dio la palabra al nuestro vecino. Aunque no prometo amarla, pero si respetarla, tal vez a través de los años logremos formar una familia tan sólida como la nuestra. Que pronto sean unos abuelos aún jóvenes para que pueda ver a sus nietos y claro, que mi hermana disfrute de sus sobrinos. –En ese momento él volteo verle, precisamente aquellos ojos que notaba una gran de tristeza, dolor y juraría que los suyos estaba igual o peores. –Pero por ahora, sin decir más, creo que me voy a retirar a mis aposentos para preparar nuevamente la tina, y mi ropa que llevaré, para recibir a mi futura esposa… -Mordió el interior de su mejilla al solo mencionar a la mujer que pronto desposara, para hacer nuevamente otra reverencia y salir de ahí. Necesitaba aire y por ello se fue el exterior, precisamente el patio de la mansión, donde a lo lejos estaba una columpio, se sentó al llegar. –Que injusto… -Susurró, cerrando los ojos, ya que las lágrimas estaba a punto de salirse, finalmente su cuento de hadas se acaba de convertir en uno de terror.


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Mensaje por Alessandra Gazzaniga Vie Mar 25, 2016 9:24 pm

Ardía... Ardía su mejilla pero jamás con la misma intensidad con la que ardían los sentimientos de Alessandra. Se trataba de una hoguera que había comenzado cuando aún era muy pequeña, cuando de noche tenía una pesadilla y se levantaba perturbada buscando a sus padres. Sin embargo no sollozaba, sólo observaba la habitación vacía de unos progenitores que se habían marchado de viaje, por lo que sus pequeños pies giraban y se dirigían en una nueva dirección, siguiendo exactamente el mismo rumbo a través del pasillo que habían seguido esa madrugada. -Ahmet...- La figura infantil entraba en la habitación adonde se encontraba su hermano, siempre más sereno y más sensato que ella. Su presencia calmaba la inquietud de la niña, alejaba los fantasmas de la oscuridad e incluso encontraba formas de hacerle reir. Fue apenas a esa tierna edad cuando las primeras brasas que poco a poco irían creciendo en fuerza e intensidad se encendieron gracias a la compañía de su mellizo, hacia quien sus padres, de forma inconsciente le habían dirigido, y ahora, después de tantos años, esos sentimientos ardían, se volvían gigantes e imparables, porque ya era demasiado tarde para detenerles, y debido a ello, la mera noción de que su mellizo contrajese matrimonio provocaba un rechazo rotundo en la mente femenina que de ninguna manera aceptaría que aquello fuera verdad.

El roce de la mano de Ahmet en la suya impidió que la joven articulase palabra por el momento. Él sabía bien como era su temperamento y de alguna manera sabía igualmente como contenerla y ahora echaba mano de ello. Alessandra tensó su mandíbula sin mirar a nadie, observando las cortinas color granate que recogidas en la ventana permitían la entrada de la luz solar antes de que de un tirón su hermano la hiciese sentar a su lado. Su mano reemplazó a la suya sobre su mejilla, intercambiando el ardor provocado por el golpe de su madre por uno distinto, el que le provocaba su tacto. Sostuvo su mirada antes de que besase su frente. ¿Cómo podía hablar de serenidad cuando su destino se decidía como si fuese la transacción comercial del día?

Los ojos femeninos lo observaban acusadores por haberle hablado de calma, e incluso haberse disculpado con sus padres de parte de ella. Y entonces llegaron, las palabras, aquellas a las que no dió crédito. Cada una como una puñalada que se clavaba en el pecho de la joven y que hacía sangrar su corazón, estas se enterraban profundo provocandole más dolor del que hubiera sentido alguna vez, tanto que ella misma no atinaba a comprender el por qué. Simplemente dolía y era Ahmet quien empuñaba el puñal y la traicionaba al aceptar la voluntad de su padre y aceptar de buen grado la disposición que afectaría el resto de su vida y que le alejaría para siempre de ella.

Ni siquiera lo miró cuando salió de la sala tras expresar su respuesta. Su padre, que debido a las palabras de Alessandra parecía el capitán de un navío a punto de echar a los tripulantes al mar sin compasión alguna, ahora se veía calmado y complacido. -Bien, no se hablé más del asunto. El muchacho se ha comportado a la altura.- Abrió una de las gavetas de su escritorio buscando su preciado tabaco y dirigió su mirada a su mujer e hija. -La cita ya está concertada para esta tarde por lo que deberán estar presentes.- Su ceño se arqueó tajante al decirlo. No toleraría más insubordinaciones que hiciesen peligrar sus planes.

Alessandra salió precipitadamente del despacho, subió las escaleras velozmente y cerró la puerta de su habitación detrás suyo de un portazo. Corrió hacia su cama y se dejó caer sobre ella presa de un temblor intenso. Ahmet la había traicionado, la había traicionado. Tales eran las únicas palabras que se repetían una y otra vez en su mente. Ahora él se casaría y se marcharía de la casa para dirigir la fabulosa hacienda del vecino. Contraería matrimonio con la hija e incluso quizás sería feliz.

Su rostro perdió color al imaginar la escena... y al recordar nuevamente las palabras. -Que pronto sean unos abuelos aún jóvenes para que pueda ver a sus nietos y claro, que mi hermana disfrute de sus sobrinos.- Se levantó trémula y se dirigió al baño contiguo al dormitorio sintiéndose descompuesta. Al cabo de un rato salió con el rostro lavado, y se dirigió a buscar a Ahmet. Preguntó por él varias veces a diversos miembros del personal, hasta que uno de ellos, la cocinera, le indicó que había visto al joven a través de la ventana, caminando con rapidez por el patio exterior.

Salió por una de las puertas laterales de la cocina rumbo a esa dirección hasta que su mirada dió con su figura sobre un columpio. Se acercó y se detuvo a un par de pasos de él. -¿Por qué has comprometido tu futuro de esa forma?- Le preguntó sin poder contenerse. - Aceptaste la disposición de nuestro padre de inmediato como si fueses uno de sus peones y no su hijo. Tan poca voluntad tienes que no te importa casarte con quien sea?-

Notó entonces que sus ojos estaban cerrados. -Mírame Ahmet, de verdad crees que todo se solucionará si te vas? ¿Crees que dejándome acá nuestros padres no dispondrán enseguida lo mismo para mi? Me obligarán a casarme, a darle herederos a alguno de esos ricos insulsos que cumpla con sus expectativas, y entonces quizás yo también les de nietos. Quizás tú también serás feliz disfrutando de tus sobrinos.- Lo dijo deseando lastimarlo tanto como él la había lastimado a ella con sus palabras. Su corazón aún sangraba y seguiría sangrando si Ahmet no le negaba que todo aquello fuera verdad, si no la convencía de que le había mentido a sus padres, y por sobretodo, si no le juraba que no se casaría.
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Mensaje por K. Ahmet Gazzaniga Mar Mayo 31, 2016 10:35 am

Siempre creyó que en el momento de unirse con otra persona fuera porque la amará eternamente y  se amarán mutuamente, que las habladurías de que el jefe de familia arreglaba un matrimonio para sus propio beneficios era una blasfemia y también que no le iba a pasar a él o a su hermana, sencillamente que su familia seria la excepción de aquello, cuan equivocado estaba el joven noble de ello. Si antes sufría por amar a su propia familia, a su hermana, a su sangre, ahora casarse con una mujer cuyo rostro no ha visto, es como si mil dagas se clavaran en sus puntos vitales e hiciera que sangrara hasta morir. En cuestión de segundos su mundo se derrumbó en miles y miles de fragmentos y ahora con esto, de verdad no creé que logré recolectar cada trozo y pegarlo, estaba perdido, no encontraba su brújula para orientarse. Maldita sea el día que su señor padre conoció aquel hacendado y acepto una oferta absurda, por dios ¡vendió a su hijo, a su carne, a su sangre! Por unas cuantas monedas más, pero terminó aceptado una decisión que desde un principio ya estaba confirmada y por los principios que le han inculcado a través de sus años, tuvo, obligatoriamente y sin defenderse aceptar este trato.

Desde que escucho las palabras saliendo de la boca de su progenitor, sabía perfectamente que aunque se justificara y le digiera sus razones del porque no deseaba casarse, Gazzaniga padre no recibirá un no por respuesta era como una batalla perdida, en pocas palabras, no tenía ninguna oportunidad de librarse de esto y mucho menos podría estar con su hermana en plan amoroso, ahora se da cuenta que solo en su mente esta ella, nadie más, deseaba enfermizamente estar a su lado, protegiéndola, amándola, sintiendo aquella esencia, vitalidad que le daba siempre una razón para amanecer al día siguiente pero ahora no sería así, en el momento que Ahmet se case con la mujer desconocida y sin nombre, ese momento será al golpe final.  De repente un pensamientos surgió de él que no le agrado absolutamente nada y eso que lo pensó por si solo…Alexandra, perdóname mi querida hermana, pero pienso que es por nuestro propio bien, algún día te casaras y seré desterrado de tus brazos, si se hace de  esta manera, podre verte en brazos que no son los míos, poder visualizarte en un futuro con hijos, con un buen marido, un marido e hijos que no son los míos… Y tan solo de imaginarlo le provocó un mal sabor de bocas, y apretó fuertemente los puños hasta el punto de volverlos tan blancos como las nubes esponjosas que aparecen en el cielo,  porque su mente no se conformó en pensarlo si no en imaginarlo, imaginar a Alexandra entregando su cuerpo a un imbécil que no es él, amándote, besándose, sencillamente pensar eso le nace un instinto asesino.

-Esto, esto no es bueno, no debería de sentir estos celoso, pero no logro aceptarlo…. –Hablo con voz queda, sabiendo que nadie podría escucharlo, solamente era su soledad y este hermoso jardín, sí, su madre se esmeró en hacerlo en un sitio acogedor. Al verlo y analizarlo, dedujo que era su lugar favorito, por el simple hecho que acudía cuando tenía un problema o para reflexionar y en estos momentos necesitaba de todo su calma para no volver y golpear al que un día le dio la vida, porque él no tenía ningún derecho en decidir sobre su vida. Ahora entendió que su mundo dio un giro de 180 grados, en el justo momento que su padre escupió esas palabras como si se tratara de un veneno de serpiente peligros y fuera la muerte del joven italiana y si antes detestaba a su padre por no estar junto con él cuando más lo necesitaba, en estos momentos desearía verlo muerto y enterrado tres metros bajo tierra, así nadie podría sepáralos de Alessandra… que enfermo esta, menciono su conciencia.

Cuando era más joven y no comprendía de la vida, deseaba ser un pobre niño, donde no tuviera ni dinero ni un pan que llevarse la boca, pero estando junto a su hermana, a lo mejor así podría estar con ella, sin que la sociedad hablara tras sus espaldas o que sus padres se sintieran avergonzados por manchas de esa manera su apellido… ellos no sabían nada. Después creció más y sus conocimientos se fueron ampliando de una manera imaginable, ahora comprendiendo que estaba mal amar de esa manera alguien que compartió el vientre de su madre  por más de nueve meses, pero nunca la aceptó, de hecho, pensó en decirle a la pelirroja que huyeran de Italia, que se fueran a otro país o ciudad donde nadie supieran de ellos, en pocas palabras: rehacer su vidas como una pareja enamorada, que oficialmente se convierta en su mujer, fuera suya y de nadie más. Cerro los ojos  nuevamente al darse cuenta que sus planes se vinieron hacia abajo, que eso ya no sería posible, sentía un nudo en la garganta y las lágrimas picar sus ojos, tuvo que contenerse, no quería ser una persona débil, ya no, su meta sería ser fuerte, si el destino no la quiere junto a su hermana lo tendrá que aceptar y sin avisar le dieron una señal para ello, aparte, apostaría cien monedas de oro que su padre se fue inmediatamente a confinar el casamientos, que el varón de la familia lo aceptó sin decir o quejarse, una risita surgió de su garganta, como si no conociera ese viejo usurero. No sabe cuánto tiempo pasó desde que llego, pero necesitaba irse para tomar un baño cambiarse con sus mejores ropas, pronto llegaría la que sería su futura esposa, otra risilla dio, porque le daba gracia todo esto, absurdo, pensó.

Aún mantenía los parpados cerrados, era como si no quisiera abrirlos por el resto de su vida, la persona que lo viera, diría que esa acción era tan dolorosa que le daría lastima estar en sus zapatos, claro, si supiera la situación. Esté día sentía el cuerpo pesado, como si tuviera una enorme carga sobre sus hombres, tal vez sea así y daba las gracias que su hermana no hubiera venido a verlo, simplemente suspiro, iba a levantarse, iba abrir los ojos pero en ese momento escucho los muy conocidos pasos de Alessandra, una sonrisilla estúpida apareció en su rostro…llegaste cuando menos deseaba verte…en estos momentos le agradaba que tuviera sus ojos cerrados de ese modo no podría verle, lo cuan hermosa era y estaba en este día, pero no evitó que su olfato percibiera ese olor que surgía de su ser, que de golpe le llego a sus fosas nasales, que hasta se pondría ebrio de solo olerla…mierda y más si se colocó enfrente suyo, muy cerca, enserio, muy cerca para su gusto; finalmente abrió sus ojos, ladeando su rostro para observarla y escuchar la cantarina voz de la hermana  Gazzaniga.

Cada palabra que salía de la boca de ella era como si una daga caliente se clavara en su pecho, precisamente directo en el corazón, rogaba a todos los dioses que se cansara y se fuera, por primera vez no deseaba verla. Se levantó y coloco sus manos en los hombros de la mujer, para hacerla callar, porque una palabra más, la iba a besar y tomar aquí como su mujer y eso era un plan que le gustaba pero a la vez le disgustaba. Le sonrió, una sonrisilla de las suyas, en pocas palabras, la sonrisa especial para la mujer que amaba. -Hermana…-Como odiaba acordarse de su mala fortuna, el maldito lazo sanguíneo que le unía a esta persona. –En primer lugar, fue una decisión que vuestro padre tomó, yo simplemente confirmé algo inevitable…-Habló lo más calmado posible. –Si hubiera rechazado esta propuesta te aseguro que padre nunca lo aceptaría y por ende, haría todo lo posible para que me uniera con esa mujer que, debo de suponer no tiene la culpa de nada, simplemente somos unos peones en el tablero, ella al ser la mujer mayor y yo, por ser el varón de esta familia, también, no deseo pelear con él, no más. –Subió una mano y acaricio la mejilla de ella. –No intentes nada para evitar esta boda, las cartas ya están puestas sobre la mesa, ya no hay marcha atrás… -Susurró, ahora, sin llegar a sus ojos.

Necesitaba irse, alejarse lo más pronto posible de ella. Sin poder evitarlo, se acercó más a ella, plantándole un beso en la frente, cariñoso y prolongado, para después separarla de su cuerpo. -Esta conversación llego a su fin, ya no digas más.-Lo que tanto quería esté hombre era alejarse lo más pronto posible de la dama, porque las palabras que ella soltó fueron veneno hacia él, era como si una serpiente de cascable lo hubiera mordido, y justo ahí, ardía y dolía, así fueron las palabras de Alessandra, de solo imaginarla con otro hombre, le hierve la sangre, por eso quería cortar esto de raíz. -Debo de retirarme, mi futura esposa llegara pronto y quero estar presentable para ella, vos deberéis hacer lo mismo. –Le dio la espalda y comenzó a caminar. –No más berrinches, ya no eres una niña Alessandra, pronto te tocara casaros con alguien, que sea un buen hombre, solo lo espero, que te amé y te respete como yo haré con mi mujer. –Y cada palabra que decía le dolía tanto, pero era necesario que ella sintiera que esto ya no tenía retorno. –Nos veremos más tarde. –Sin más entró el joven a la casona para irse a sus aposentos, nunca imagino que con sus palabras destrozara el corazón de la una persona que tanto amaba.


Proximo.
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El destino ya marcado {Privado}  Empty Re: El destino ya marcado {Privado}

Mensaje por Alessandra Gazzaniga Vie Jun 10, 2016 4:26 pm

Temblor. Un temblor violento estremecía el cuerpo de Alessandra. Haber despertado para escuchar tan terrible noticia le hacía querer creer que en realidad estaba dormida y que, por alguna broma cruel de la vida, estaba teniendo una pesadilla. La peor de todas, aquella que nunca se atrevió a imaginar, más cruel que cualquier golpe despiadado, más tormentosa que todos los picos de una maquina de tortura hecha especialmente con la única finalidad de quebrarla y hacerle sufrir.

Ella era fuerte. Siempre lo había sido. Era intensa, vigorosa, y poseedora de fuertes pasiones que siempre canalizó en el baile. Ella se elevaba, flotaba entre las notas musicales que cobrando vida danzaban a su alrededor llegando hasta sus oídos y le indicaban a sus pies que podían seguir su compás. Asi viajaba hacia esas alturas en las cuales podía ser quien quisiera. Una doncella más, una viajera, una hechicera, o una reina. En ese reino fantástico su cuerpo se volvía uno solo con la música, y quien la viese bailar era testigo de una maravillosa escena en la cual una extraordinaria bailarina se movía con movimientos hipnóticamente mágicos, seduciéndote de tal forma que no deseabas apartar la mirada del prodigio echo mujer.

En ese reino ella gobernaba como soberana y señora por lo que al encontrarse tan felizmente a gusto, sus pies la hubiesen forzado a seguir bailando para siempre. La única manera de retornar al mundo de los vivos, a su vida cotidiana, consistía en aferrarse a alguien. Cuando volaba hacia lo más alto, era Ahmet quien se presentaba frente a ella, siempre generoso, siempre comprensivo, en medio del baile la reina veía a su rey, siendo el tacto de sus manos el que lograse que finalmente sus pies se detuvieran. En ese exacto momento, antes de que se detuviera el hechizo de la música y el influjo de su cuerpo, los ojos de la joven se mantenían fijos en él. Nada existía excepto ellos dos. Ahmet se había convertido de esa forma en el único motivo para regresar, y por las noches cuando soñaba con el baile, cuando se veía a si misma danzar, lo veía a él, lo sentía a él. Su presencia cobijaba su cuerpo y una sensación de plenitud la embargaba. Ella se acercaba inevitablemente a él, buscando el latir de su corazón, la otra mitad de su alma y en ese encuentro se sentía completa.

Por todo aquello, y por mucho más, que aún no se atrevía a analizar, Alessandra se negaba a aceptar la partida de Ahmet. Se negaba a aceptar que fuera precisamente su padre el que dictaminara que debía casarse, marcharse, establecer una familia en otro lado. No importaba que fuera en las tierras de al lado o en el fin del mundo. ¡Ahmet se marcharía! ¡Se marcharía y se olvidaría de ella! En el calor que le otorgaría el cuerpo de su nueva mujer él sería feliz, y Alessandra no tenía duda alguna de que la hija del vecino lo amaría.

-Hermana…- Esa única palabra palabra fue como un preludio de una catástrofe. Esa palabra que debió ser una caricia para ella, la sintió cargada de formalidad y sensatez, logrando que intuyera lo que él estaba a punto de decirle. Que aceptara la voluntad de su padre, que no intentara llevarle la contraria. Él estaba actuando como el hijo sensato, el orgullo de los Gazzaniga, el hombre pragmático y responsable que había llegado a ser de alguna forma, aún en la ausencia de sus progenitores. Ella sabía quien era él y porque decía lo que decía. A Ahmet lo ataba el deber, su conciencia, sus principios. Para él tenía sentido obedecer lo que el jefe de familia había decidido, muy a pesar de lo que sintiera al respecto. Hubiera dado igual que le hubieran golpeado con un martillo enterrándole clavos ardientes. Cada una de las nuevas palabras de su hermano se sentía así.

Él le acarició la mejilla a pesar de la dureza de sus palabras y ella sintió ese tacto en todo su ser. Alzó su mano, acarició la ajena y lo miró a los ojos, y en los suyos se distinguía una emoción palpable, aunque aún no le respondía, se comunicaba con él en silencio. Le indicaba que le dolía la actitud que estaba tomando, se la reprochaba, lo regañaba, y a la vez le daba a entender que a pesar de todo comprendía por qué le decía lo que le decía.

Cerró los ojos al sentir el beso sobre su frente. Los húmedos labios masculinos se mantuvieron allí cálidos y afectuosos. No eran solo sus labios los que le transmitían esas sensaciones. Era todo él. A pesar de sus palabras, ese lazo invisible entre ellos aún estaba allí, siempre permanecería allí, siempre los ataría sin importar lo que él dijera o que la mandara a aceptar y callar.

Lo vio entrar en la casa después de romper ese breve momento y ella lo siguió. Por Dios que esas no iban a ser las últimas palabras que él le diría ni ella se iba a quedar callada.

Lo alcanzó por detrás apenas hubo dado unos pasos en un pasillo y lo detuvo al enlazar sus brazos en su cintura y apoyar su cuerpo en su espalda. Lo abrazó posesiva, negándose a dejarle apartarse. -Me lanzas su punto de vista, me golpeas con tu aceptación, me indicas las razones por las que debo aceptar todo, me orillas a aceptarlo sin rechistar y piensas que me quedaré callada y que te dejaré partir?-

Su rostro descanso un momento sobre su espalda, cerca de su cuello, mientras su aliento acariciaba su piel tras cada respirar suyo. -Hemos vivido juntos veinte años y aún no me conoces del todo si piensas que no tengo nada más que decir.- Mantuvo su rostro cerca de su nuca; así, abrazados reclamaba su derecho sobre él. ¿Qué le importaba el mundo entero? El aroma de su hermano, el roce de su cuerpo, era él quien provocaba en ella lo que nadie nunca lograría. Estaba segura de que él sentía lo mismo por ella, de que él también se estremecía, de que a él también le afectaba sentir como sus femeninos y suaves pechos rozaban su espalda suavemente y que sus brazos le mantuvieran cerca de ella.

-Podrás contraer matrimonio todas las veces que quieras Ahmet, podrás compartir el lecho con quien se te de la gana, pero sabes que nunca sentirás lo mismo que sientes aquí, ahora.- Lo dijo así, con total naturalidad. Aunque nunca hubieran hablado de ello, siempre había estado allí, entre ellos, de forma implícita. Sus labios rozaron el cuello de su hermano suavemente antes de que su rostro descansara sobre su hombro.

-¿Por qué te escapas así? ¿Por qué no me dejas presentarte mis argumentos? No me importa lo que digan padre y madre. Me importa un bledo el mundo entero. ¿Adonde estaban todos ellos mientras crecíamos? ¿Qué saben ellos acerca de la forma en que miramos y sentimos? Nunca nadie me comprenderá como tú y nunca nadie te comprenderá como yo lo hago. Puedes irte al otro lado del mundo si tu conciencia desea que obedezcas a padre pero nunca te desharás de mi o de mi recuerdo. Tú y yo somos una sola alma Ahmet... para bien o para mal, llévenos adonde nos lleve ese hecho. Sabes que hablo la verdad.-
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