Fallo por milímetros || Libre

por **Keane & Evan Caruso** Lun Mar 21, 2016 10:05 pm

La luna ya había salido cubierta de las nubes que habitaban a esas horas de la noche en el cielo parisino lo que quería decir que el trabajo empezaba en este nuevo día, observa a su alrededor los animales nocturnos comenzaban a salir, a despertar algunos buscando algo de alimento, el cantar del búho anunció la hora de empezar la cacería; dos hombres por los bosques van corriendo tras una bestia que lanza un gruñido junto a un tronco al menor de los hermanos, que con flechas ataca a aquella bestia para que su ira se muestre en las garras y los colmillos afilados presa del hambre admira jugosos a los inquisidores que le prepararon una trampa, la misma que falla para capturarlo gracias al Evan. La bestia escapa rumbo al centro de la ciudad, Keane está herido producto de la fallida trampa por lo que quien toma el lugar es el menor, ahora todo dependía de él.

Por las calles van atacándose, aquel ser arroja las tejas a su atacante que solo lo recibe con disparos de balas de plata y con flechas envenenadas, hasta que cerca el orfanato toma a uno de los niños como rehén, Evan corre tras ellos peleando cuerpo a cuerpo con aquel lycan al punto de este herirle en el costado pero antes de darse por vencido clava una de sus flechas en la pierna de lobo que aulla y huye de la escena, dejando al inquisidor mal herido, la pequeña niña que fue salvada ayuda a su héroe a ingresar al orfanato para curarlo, pero sus pequeñas manos no pueden hacer mucho por lo tanto, aquel hombre entre sonrisas se aleja de ahí no sin antes enmarañar los cabellos de la muchacha y otros niños que observaban sus armas y el cuerpo fornido del inquisidor.

Sus pasos lentos trataba de llevar para no ser escuchado en ese lugar, pero no precavió como su hermano que podría cruzarse en el camino con alguien que delataría su presencia y sobre todo su herida lo que le metería en muchos problemas sobre todo en aquel lugar poco apropiado para haber llevado a cabo una lucha.

La visión nublosa, sus pasos serpenteantes, y esa voz casi muda de un –Lo siento– es todo lo que deja por el momento antes de dejarse caer contra el suelo, o mejor dicho contra algo que estaba frente a él, algo que tenía una aroma engañoso.

por **Cassandra Albrioni** Lun Abr 11, 2016 3:18 pm

Otra noche en París y yo debía buscar algo que hacer antes de entrar en el desespero total. Los humanos suelen pensar que la inmortalidad es algo espectacular, maravilloso y pierden su vida buscándola, pero cuando la vives te das cuenta de que puede llegar a ser muy aburrido.

Las bellas artes ya no me impresionan, los bailes con humanos han perdido su encanto y el salir a pelear contra licántropos, bueno… sigue siendo divertido, pero llega el momento en que quieres hacer algo diferente.

Caminé sin rumbo por las calles a la espera de que algo me impresionara. Como siempre, salir en la noche para una dama sola suele ser inquietante. Los hombres te miran, te hacen propuestas indecentes y si estuviera tan sedienta, como en otras ocasiones, aprovecharía para aceptarlos y luego poseer su sangre.

He escuchado un alboroto en otra calle ¿qué podrá ser? Con descortesía rechazo al hombre que me ha abordado y lo dejo solo en medio de la oscuridad. Mi olfato no me engaña, el olor a lobo me ha llegado ¡Uff cómo apesta! Mis odios perciben el ruido de disparos y flechas ¡Oh! Una caza que perfecto para el aburrimiento, pero un olor aún más delicioso invade mi sentidos… es sangre… humana.

Corrí hacia el lugar y me decepcioné al ver que me había perdido la pelea. El lycan había escapado, pero el olor a sangre seguía. Entre a un pequeño orfanato, por la puerta trasera y el aroma se hizo más intenso. Me mantuve en la oscuridad, hasta que un hombre con paso torpe entró en la estancia donde me hallaba yo. Se disculpó y cayó a mis pies. En este momento aquel hombre sería una presa bastante fácil…

por **Keane & Evan Caruso** Jue Abr 21, 2016 5:46 pm

El estruendo que se oye es tan molestoso como aquellas pequeñas manos que corren a auxiliar al cuerpo caído, los pasos tan minúsculos pero perceptibles hacen eco fuerte al acercarse contra aquel hombre cuya sangre comienza a dejar huellas en el suelo del edificio. Un grito, un golpe seco que logra magullar la carne ya de por si magullada por la pelea, otro grito y una ¿oración? Es todo lo que queda en aquel momento mientras los niños velan en círculo alrededor de aquel que solo esta tratando de tomar una siesta para recuperar fuerzas.

–¿Qué hacemos? Lo ayudamos–

–Tenemos que hacerlo, lady of York lo haría–

Nombres iban y venían en la charla, logrando enojar más a aquel hombre hasta que se sienta algo debilitado por la herida. Frente a él estaban las espaldas de dos niños y una joven un poco más grande que ellos, quizás una adolescente, a lo mejor era la responsable aquella noche. Rascó su cabeza tocándose la herida en una clara mueca del dolor que le causaba ello –No sé quién sea esa Lady pero opino lo mismo que ella, deberían ayudar al caído o es que por ser huérfanos no les da pena la otra gente, que malditos mocosos son ustedes– el susto que se han pegado los niños es acompañados por los gritos y uno que sale corriendo –¿Qué demonios? No les haré nada, solo traigan unas vendas, ron o whisky si tienen, y una vela con tijeras y aguja. Tienen cosas para bordar o tejer verdad, bien vayan por ellos– agita su mano indicándoles que vayan a buscar dejándolo solo.

–No es bueno que espíes, es mejor que des la cara– reta a salir a aquel que se oculta, cubriendo con la diestra la herida en sus costillas fingiendo como si aun pudiera conservarse en pie y pelear..

por **Cassandra Albrioni** Lun Abr 25, 2016 3:04 pm

Era la primera vez que entraba a ese orfanato. Debo decir que es un sitio bastante deprimente y feo. Todo parecía que se fuera a caer con tan solo soplar y la decoración ¡oh! Eso no existía en este lugar, el gusto era de lo peor, pero bueno qué más se podía pedir de un lugar donde los humanos dejaban a las criaturas que aborrecían.

Con atención y gran cuidado observaba todo lo que sucedía. Había diminutos humanos corriendo por todos lados, tratando de auxiliar de alguna manera al mortal herido. Toda la escena me resultó sumamente graciosa, pues el hombre, aunque herido, aún tenía la capacidad para dar órdenes y usar un tono de voz un tanto elevado.

Los gritos humanos de dolor siempre me han resultado cautivadores por llamarlos de alguna manera. En medio de mis cavilaciones pensé que jamás me he alimentado de un niño ¿por qué? ¿Sería capaz de hacerlo? ¿Y por qué no? Una sonrisa se dibujó en mis labios mientras imagina aquella deliciosa posibilidad.

Mi burbuja de pensamientos se rompió cuando el hombre se dirigió a mi persona ¡Ups! Que descuido. Negué, es imperdonable que me haya dejado descubrir por estar pensando en otras cosas. Miré al mortal con detenimiento y reparé en todas sus heridas.

No está en condiciones de dar órdenes, Monsieur – susurré en un tono que solo él pudiera escuchar - .

por **Keane & Evan Caruso** Mar Jun 21, 2016 11:35 pm

Frío que se envuelve en el susurro que alienta a aquel que aun trataba de mantener alejado el dolor de su rostro, la mano fuerza presión necesaria sobre aquella herida mientras gira lentamente mirando hacia las sombras, aunque realmente sus ojos estaban recorriendo el lugar creando posibilidades infinitas y poco probables de que use en una pelea, sobre todo en su estado. Ríe abiertamente alzando los hombros cual reto o menos importancia a lo enunciado por aquella mujer; si, el tono de voz empleado era suave y melodioso en tonos muy agudos, para su gusto, por eso sonreía.

Se recarga sobre la pared con aquel hombro un poco lastimado, la pintura fresca se le pega a la ropa y también el olor –Y según tu ¿por qué no estoy en esa condición? No me digas ¿por este rasguñito? Ay por favor, peores rasguños he tenido, así que ¿Por qué no vemos tu cara?– se lleva las manos a las mejillas fingiendo algo como de horror o susto pero no deja aquella sonrisa en sus labios –No me digas que eres demasiado fea y tímida para mostrarte con esa voz no lo creía– la mano que cubría la herida se llena de sangre, una que comienza correr por el cuerpo de inquisidor debilitandolo.

–Que tal, si luego de unos minutos tu y yo nos medimos en una pelea, ya que siempre me han dicho que aquellos que se ocultan en las sombras y tienen esa melodiosas voces son seres que terminan arrancando el corazón, espero no que no seas una furia y me arranque el corazón en la primera cita– el dolor va creciendo a medida que pierde sangre, su corazón late a prisa por lo que sabe que tendrá que descansar, pero estar en esa condición con un desconocido no era de su agrado, así que al menos aguantaría lo suficiente hasta ver a donde podría llegar.

por **Cassandra Albrioni** Jue Jul 07, 2016 9:37 am

Está era el aura que buscaba, era como un espectro entre las sombras que acecha a aquel que sufre. Me fascinaba hacer esto, era extremadamente exquisito poder causar algún tormento en el alma de los hombres, pero este en particular era de mi tipo preferido. Aquellos que tras hirientes palabras procuran colocar una máscara a su temor.

No lo culpaba, yo era la muerte angelical, yo era aquella que helaba la sangre de los hombres, la que se alimentaba de malvados e inocentes por igual. La sangre y el miedo me motivaban, me incitaban y me tentaban a la destrucción. El hombre buscaba, con sus débiles ojos humanos, encontrar a su verdugo que se hallaba entre las sombras. Su risa me hizo sonreír, por favor, continúa resístete a mí, hazme frente y permíteme disfrutar.

Luego de escuchar esas palabras tan graciosas, dejé que mi risa hiciera eco al resonar en la estancia. Aquel hombre se mantenía firme sin mostrar el pánico humano que es normal, me gustaba y entretenía. Utilicé las sombras como fieles aliadas para continuar mi acecho. Recorrí el lugar, aún sin mostrar mi rostro, pero dejando que mi voz se sintiera desde lo más cerca del mortal y otra vez lejos.

Justo en un instante me encontré cerca de su oído y susurré – ¡Oh! Monsieur, que descaro de vuestra parte llamar fea a una persona que no conoce – volví a reír ligeramente como un tintineo y desaparecí antes de que pudiera girar el rostro.

Aquel hombre me desafió… que delicia. Soy una mujer de retos y aquel no sería uno que rechazara. Sabía, por lo que había percibido, que este hombre tenía experiencia con lo sobrenatural, por lo que sería una batalla bastante divertida.

El corazón humano latía cual tambor, si, si canta para mí. Era el tambor de la guerra, pero pronto podía ser callado, tan solo tenía que extender mi mano y la melodía cesaría. Entonces, exclamé con voz suave.

Si os creéis en condiciones para retarme, estaré encantada de complaceros. Aunque, venía aquí por el licántropo al cual seguíais. Ese "rasguño" como lo llamáis lo podría dejar inconsciente en cualquier momento. – Di un paso hacia adelante y dejé que una tenue luz iluminara parcialmente mi rostro, fue entonces cuando le sonreí a modo de saludo a mi interlocutor.

por **Keane & Evan Caruso** Vie Jul 22, 2016 12:00 am

Y ahí estaba aquella herida que no le causaba una molestia, sabía que tenía que descansar pero sus obligaciones eran primero o mejor dicho para él su obligación era irse a dar cacería al bastardo que le ha dejado aquella marca y luego poder retirarse su hogar en el techo o el jardín a descansar con libertar, con eso tendría más que suficiente o sobre un árbol lo haría sentir mucho mejor. Ahí estaba el segundo hermano tan testarudo tan diferente al mayor, el cual estando herido no seguiría la lógica y racionalidad si no que se dejaría llevar por la obstinación, para él no había “planes” todo era “al diablo con las reglas” y si tenía que descansar lo haría a su forma, solo que esta vez tuvo que simular muy bien el dolor que sentía su cuerpo.

Quizás por esa obstinación, el eco de la voz no le asustó para nada, al contrario solo provocaba en él la sonrisa de satisfacción al tener frente así un juego diferente al que suele tener con aquellos cambiantes y brujos, incluso con los lobos. Se cruzó de brazos esperando que la mujer terminara toda su galantería, al parecer eso le seducía a él de manera bizarra. En su rostro una fingida sorpresa por sus palabras –Creo que tengo que disculparme por haberle dicho fea, pero entonces ¿Dónde quedaría mi descaro? Pero si exige una disculpa déjeme verla para poder alzar sus faldas y mostrarle las excusas que corresponde– suelta una carcajada que termina en una mueca ante el dolor de su herida que no paraba de sangrar.

El aroma de la sangre que se va secando es fuerte así como el de aquella que corre libremente, pero aun así no es razón suficiente para detenerlo a él –Podríamos hacer dos cosas, una, podríamos unirnos y matar al lobo o dos, irnos a descansar antes de que tu y yo podamos pelear para medir fuerzas y saber quién irá tras la cabeza del lobo y la de los dos ¿te parece primor?– recarga su espalda en la pared más cerca presionando con sus dedos la herida, la inconciencia estaba muy cerca pero luchaba contra ella para no dejarse caer y vencer tan rápido, al menos antes de asegurar su integridad –Como ves, no estoy en condición de pelear enserio por el momento y no creo que quieras ganar una pelea si no lo hago con todas mis fuerzas y ganas, así pactemos día, hora y lugar, ya que primero tengo que tratar el pequeño rasguño que tengo– suelta una sonrisa junto a un suspiro de dolor que se corta a medio viaje.

por **Cassandra Albrioni** Vie Ago 12, 2016 10:51 am

Una luz tenue y bastante pobre iluminaba parcialmente mi rostro inmortal, perfecto y etéreo. Aquella iluminación provenía de una pequeña lámpara que guardaba en su interior un par de velas que se iban consumiendo con el pasar de los minutos.

No pude evitar por menos reírme del comentario de aquel osado mortal, su descaro hacia que este juego tuviera una diversión bastante particular. Ahora bien, no podía dejar de preguntarme ¿Qué tanto insulto sería para un cazador como él, que yo bebiera un poco de ese delicioso néctar que se desperdiciaba tontamente? Una sonrisa se dibujó en mi rostro, pero continué atenta a mi interlocutor.

Risas y dolor, parece una combinación bastante placentera, Monsieur – murmuré luego de la carcajada del cazador.

Enarqué una ceja cuando escuché el “primor” ¡ash! Que termino tan desagradable. Me aproximé más a él, tomé sus muñecas con una de mis manos y lo obligué a alzar las manos sobre su cabeza.

Tienes razón en algo, sería muy fácil acabar contigo ya que no estás en condiciones, pero… eso sería muy sencillo y por ende, aburrido. – Aspiré profundo su aroma sangriento con toda la intención de que viera lo delicioso que resultaba – Monsieur, pero ¿dónde están sus modales? Teniendo tanto que ofrecer y no invita a una dama a beber – sonreír y dejé que mis colmillos fueran visibles para el mortal.

Reí delicadamente y susurré en el tono más bajo, pero audible para él - ¿cazarías lobos conmigo, primor? - pronuncié aquella palabra con burla. Luego deslicé uno de mis dedos, de la mano libre, sobre su barbilla – sería interesante hacer sufrir al lobo que te hizo esto ¿no lo crees? -

por **Keane & Evan Caruso** Dom Ago 21, 2016 11:57 pm

El dolor punzante aumentaba así como la agonía que en su rostro se figuraba, la mueca que en su rostro apareció fue la única expresión, aunque también la sonrisa que dibuja sobre sus labios, aquella muestra de satisfacción por lo ocurrido; quizás la pérdida de sangre estaba haciendo que aquel pobre hombre cayera en las brazos de las alucinaciones aunque a él ello no le disgustaba para nada

La actitud de la mujer lo obligó a él simplemente a dejarse llevar, más que nada al momento de observar aquellos afilados colmillos que al parecer deseaban saborear su piel y más alla de ello. Elevó con todo gusto sus manos sobre su cabeza recargando su cuerpo en la pared, la en aquella postura la sangre corría más de su herida, la podía sentir por los pantalones, aunque también otra cosa podía sentir que crecía. Soltó una pequeña risilla de autosatisfacción al tener el rostro de la mujer tan cerca de él –Oh, que bastardo he sido, como he podido olvidar mis malditos modales, bueno, quizás luego te invite un trago, pequeña, pero eso sería si termináramos con la cabeza del lobo arrancada de su cuerpo– aspira el aroma que expide la mujer sonriéndole descaradamente.

El chasquido de su lengua, así como sus ojos que van desde las caderas femeninas hasta sus manos que le aprisionaban termina con un silbido de aceptación por las vistas –No sabía que estos eran tus gustos, bueno no me opongo a ellos, aunque no sean del todo al cien por cien mis gusto, pero placer es placer, si continuas con ello harás que me excite tanto que no tenga de otra que follarte aquí mismo, y la verdad no quisiera llegar solo a un round por culpa de este rasguño, que tal si enserio pactamos una cita tu y yo corazón– enarca una ceja con una mirada que pregunta “aceptas o no”, y esa sonrisilla de niño rebelde. A él realmente los vampiros no le molestaba en lo absoluto –Será una cita placentera, donde mataremos varias cosas de un solo tiro, ¿te animas, primor? Porque yo si le entro a ello y otras cosas más– suelta con sorna mirando a la mujer a los ojos, desafiándola.

por **Cassandra Albrioni** Mar Ago 23, 2016 11:13 am

Estaba consciente del dolor que le producida al mortal al tenerlo en aquella posición, pero eso me resultaba placentero. La agonía de su rostro mantenía una sonrisa en mis labios color carmesí. Además, sabía que no era la única que mantenía este placer, pues aquel ser parecía divertirse también.

El sonido de su corazón junto al olor que despedía su sangre era alucinante, algo que siempre me ha encantado. Sus palabras astutas me hacían reír y negar, aquel hombre no perdía la chispa ni porque se hallara en una situación de desventaja.

-Lo haremos… nada mejor que una buena caza antes de una cita ¿no?

¿Eso era lo que me proponía el mortal? Sea como sea, tenía claro que no podía confiar en él, pues al final del día se trataba de un cazador. Por experiencia sé que ellos suelen ser traicioneros y hábiles para colocar trampas, a pesar de eso me resultaban personas con admirable osadía, pues no cualquier se animaba a cazar vástagos sobrenaturales.

Giré los ojos cuando escuché aquello de la excitación. Que hombre tan básico, pero me interesaba observar de cerca como los humanos se enfrentaban a otras criaturas, jamás lo había visto tan cerca y quería conocer las tácticas mortales. Posiblemente aquello me serviría para supervivencia o por el contrario me llevaría a la perdición.

-De acuerdo, Monsier ¿cuántas noches crees que te tomará sanar? Pon hora y lugar. – Sostuve su mirada manteniendo el desafío -.

por **Keane & Evan Caruso** Vie Oct 21, 2016 8:22 pm

La agonía volvía a ser más que evidente, la herida no dejaba de fluctuar gotas de sangre que terminaban en el suelo así como el sudor de aquel hombre que comenzaba a perlarse en su rostro y cuerpo, pero aun así aquella sonrisa cínica no la borró al contrario la afianzó más cuando la mujer respondió a su llamado de una “cita”. Sus ojos se abrieron de par en par mirando directamente a aquellos ojos encantadores de muerte, él sabía muy bien en lo que se estaba metiendo.

Tose ligeramente con una sonrisa ladina –Que tal tres, no, mejor cinco días, dame cinco días a partir de ahora para curarme este pequeño rasguño y tu y yo nos encontraremos en el bosque en la noche claro– su mirada cambió, sus ojos mostraban la fiereza y fuerza de un inquisidor dispuesto a cumplir su palabra y entregarse en la pelea, algo que no era de desagrado para él, aunque la mujer no era precisamente alguien en quien podría confiar.

Al observarla supo que ella no era natural y tenía algo más, por sus años en la inquisición conocía muy bien a algunas como ella en aquel grupo así que no dudó en reservar su confianza contra ella –Eso si amor, debemos hacer algún tipo de trato honorífico porque bueno ya sabes, los tuyos no son tan buenos de fiar no vaya a ser que me cortes con esos lindos dientes y dedos la…cabeza– ríe y su mano se levanta para deslizarse por el cuello de ella hasta la clavícula –Por mi parte estás segura yo no persigo a los tuyos, ni a lobos, solo que este es especial ya que si no lo hago mi trasero y cuello serán rebanados. Así que yo no te intentaré matar, ahora de ti no sé si lo cumplas, necesito una garantía– una mueca de dolor cruza por su rostro .

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