Estruendo de Luna Llena [Privado]

por **Simonetta Vespucci** Miér Mar 23, 2016 6:13 pm

”Un hechicero sin percepción es como el guerrero sin armazón”

Campagnolo fue transparente conmigo al hacerme notar mi poca experiencia desentrañando las auras ajenas. ¿La razón? Cobardía. Me llenaba un poder tan misterioso que usarlo implicaba riesgo, uno cuyas consecuencias me era imposible calcular, porque no lo conocía. Y ahí el círculo vicioso del que es un arma y se desconoce a sí mismo.

No esperaba tener que medir mis verdes habilidades tan pronto, pero una noche no me quedó opción. Ya me había ido a la cama en silencio cuando lo sentí. Ese algo sentí. Un apretón en la garganta, una incomodidad en la espalda, el insomnio corpóreo. Mis ojos se abrieron de par en par, obligándome a no solamente quedarme despierta, sino también a investigar. Algo rondaba las tierras cercanas a mi casa. No se trataba de mera intuición. Así que me vestí con el vestido más sencillo y cómodo que pude encontrar y salí por la ventana discreta para no despertar a mi abuela. Fue una sorpresa percatarme de lo osada que me había vuelto.

Mi gato me seguía adonde fuera, pero esa vez se quedó impasible a los pies de mi cama. Su humana tendría una aventura.

Apenas comencé a internarme en la oscuridad, me di cuenta de lo familiar que estaban resultando los árboles y las ramas. Estaba haciéndose costumbre mía internarme en la espesura, buscando respuestas. Pero nuevamente descubrí que las respuestas de verdad, esas que te dicen más de lo que inicialmente tratas de hallar, terminan por encontrarte a ti.

Miré hacia arriba por impulso. La luna llena me devolvió la mirada y me hizo creer que era mi amiga. Sin embargo, mis ojos no eran los únicos que estaban siendo capturados por ella.

— Está cerca. — me dije al tiempo que me puse en guardia. Si bien estar sola en medio del bosque nocturno era peligroso, todavía más lo era la cobardía ciega. Y me quedaba mucha intrepidez por cosechar.

por **Fabian Valverde** Vie Mar 25, 2016 8:22 am

Le había repetido a Corina que aquella vez quería salir solo.
Según se hacía la noche la bestia que llevaba dentro le pedía salir a gritos. La transformación siempre le resultaba algo dolorosa, pero soportable en comparación con otras cosas por las que tuvo que pasar tiempo ha.

"Puedo apañármelas solo, ya lo verás", le repitió a su amiga, que no estaba muy segura de ello pero había respetado su decisión.

A cada paso que daba por el bosque el lobo lo arañaba por dentro. Nada más llegar a un claro dejó a un lado la capa y las botas, que, a parte de los calzones, era lo único que llevaba en la fría noche de una primavera que se hacía de rogar.

Poco le importaba el frío pues la bestia saldría de él con toda la fuerza u su gruesa capa de pelo le proporcionaría el calor necesario.

Apoyó la espalda contra un árbol; jadeaba y el vaho salía de su boca, la cual pronto se convertiría en fauces, creando una neblina en el aire de la noche.

Se aferró al tronco y éste empezó a quebrarse mientras las zarpas se clavaban en él como diminutas hachas. Fabian soltó una risita. Cada vez que se transformaba se sentía superior a la humanidad y dejaba de ser el párroco paciente y noble para dejar salir al animal por una noche.

Los músculos se le tensaban, sentía la presión en el cuello. Todo iba según lo previsto, hasta que escuchó el crujir de una rama bajo los pasos de alguien.

por **Simonetta Vespucci** Vie Mar 25, 2016 5:58 pm

Fue un ruido. Un ruido espantoso el que me indicó la ubicación exacta de quien rondaba los terrenos cercanos a mi casa. Seguí la siniestra canción hasta que la intuición me dijo que no diera un paso más, o me estaría exponiendo de sobra. Otro jadeo me hizo enfocar los ojos. Ahí, contra un árbol, se transfiguraba un hombre.

El material del cual estaban hechas las pesadillas. Por fin conocía el enemigo natural de los vampiros: un licántropo. Y lo había sorprendido en plena transformación. Era grotesco, pero no podía apartar la vista.

— Así que… así de maleable es la fisonomía humana. — me dije, sorprendida con el proceso.

Mantenerme a una distancia prudente era un desafío, con tantas cosas nuevas. Me acerqué lo más que pude, quedando a tres metros aproximadamente. La sangre en mí bombeaba rauda de furia; quería que la utilizase, que me defendiera de mi contrincante. Impresionante y sabia la naturaleza era. No necesitaba que yo activase mis habilidades. Ellas respondían a los estímulos, al igual que ese licántropo.

— Ignoro si para ti esto es tortura o liberación. Quisiera dejarte vivirlo por tu cuenta, en cualquiera de los dos casos, pero has estado rondando mi casa y no puedo dejarte vagar libremente. Ahora tendré que contenerte. — susurré. No tenía idea de si él todavía podía entenderme o de le quedaba algún atisbo de conciencia, pero me dije que lo recordaría eventualmente, si aquello que llamaban subconsciente existía. — Vamos, quiero verte. Me muero por conocerte.

Mi voz temblaba. Tenía miedo, pero mi obsesión por saber era aún mayor. Aplastaba mi instinto de supervivencia.

por **Fabian Valverde** Miér Abr 13, 2016 10:20 am

Lo primero que hizo fue ocultarse tras el grueso tronco del árbol. No podía evitar transformarse, pero al menos así no le vería la cara. Su piel se desgarraba, el lobo ya casi estaba fuera. Tampoco podía evitar los alaridos que dejaba ir. El paso del hombre a la bestia siempre era doloroso, aunque era un dolor que finalizaba nada más completar el proceso.
Ya ser erguía sobre las enormes patas. Sus garras se clavaban en el árbol haciendo que saltara parte de la corteza. Fabian era ahora un enorme lobo negro con los ojos de un castaño claro, muy diferentes a sus ojos de humano, negros como la noche que los indundaba ahora mismo. Su pelaje era suave. Unas orejas largas y picudas coronaban la testa. Los músculos de brazos y piernas eran más pronunciados en la forma del lobo.
Sabía que la chica estaba ahí, la había oído perfectamente. Lo único que se le ocurrió fue salir a su encuentro, creía que de esa forma podría asustarla y se acabaría marchando, como hacían los humanos comunes.

Sus ojos azules resaltaban con la luz de la luna, la cual bañaba el bosque a través de los árboles.
Dio un par de pasos hacia ella, esperando, tenso, preparado para aullar y hacerla salir huyendo despavorida. Era diminuta comparada con su forma animal.
Pisó un tronco con una pata para dejarle claro que podía romperlo. Fabian no solía ser hostil con la gente, a no ser que el aura de estos le revelase que no eran de fiar. Pero la de ella era cálida, amarilla. Es el color del intelecto y cada matiz o tono amarillo indica un tipo de capacidad o expresión del éste. El color amarillo, excepto cuando posee matices turbios y oscuros, es un buen aspecto en el aura. Los matices dorados denotan particularmente las cualidades del alma y las fuerzas astral-mentales. El amarillo simboliza el pensamiento y la concentración mental. Tenía tonos verdes, símbolo de solidaridad y determinación, casi verde de testarudez. "Una bruja", pensó.

No iba a ser nada fácil conseguir que se marchase.

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