Little Adventure ~ Privado

por **Uriel Müller** Sáb Mar 26, 2016 2:44 pm

Siempre había tenido mucha curiosidad, y es por eso por lo que había estado investigando desde unos días, una cueva al parecer habitada, puesto que siempre se encontraban restos de algún fuego, algo de comida totalmente devorada y algún que otro pelaje que seguramente usarían como refugio por la lluvia o por cualquier tipo de fenómeno que hicieran que alguien necesitara de ese cobijo. Ese día no iba a pasar desapercibido, ni mucho menos, él volvería a ir, pero ésta vez en su forma humana, que es realmente como mejor se sentía.

No tardó mucho en involucrarse en los territorios lúgubres, en los bosques, en donde los árboles obstaculizaban el paso de la luz solar que permitía al menos ver con mayor claridad. No obstante nada le impidió que continuara su marcha hacia la cueva, a ver si ésta vez veía algo diferente, ahora que había más luz que cuando acostumbraba a ir de noche. Todo al parecer continuaba siendo igual, pero no todo lo que relucía era oro, entonces dio un paso más, éste, en falso. Una cuerda salió despedida desde un árbol, haciendo un contrapeso que sujetaría el pie del cambiante cuando pisó la trampa.

Se vio completamente suspendido en el aire sin mucho que hacer, aunque la cosa sería fácil, no hacía más falta que convertirse en un gato para que la cuerda se aflojara, pero ya había empezado a escuchar pasos muy rápidos llegar en su camino. Un lobo apareció de entre los árboles, sabiendo que tenía esa trampa ahí preparada, esperando a que algo o alguien fuera cazado. -Muy inteligente...- Pensó para mí mismo el cambiante cuando observó que el lobo no había ni ladrado, soltando como un pequeño llanto en su garganta, intentando llamar la atención de alguien, al parecer.

por **Ayashe** Dom Mar 27, 2016 5:42 am

Días atrás había detectado un olor extraño en el ambiente de la cueva. Muchos animales se colaban mientras ella y el lobo estaban fuera, robaban trozos de comida y hurgaba entre los utensilios de la joven. Algunos incluso orinaban para marcar su territorio, algo repugnante pero que Ayashe comprendía. Aquel olor, sin embargo, no era de ningún animal corriente, y no había visitado el lugar una sola vez. Fuera lo que fuera, había ido en varias ocasiones, siempre estando ella fuera y marchándose antes de que llegara.

Con una cuerda preparó un lazo corredizo que dejó en el suelo, oculto entre ramas y hojas. Amarró el otro extremo en un árbol cercano y preparó el lanzador que activaría la trampa. Si volvía, lo atraparía. Sólo esperaba que no fuera un animal más grande que ella, de lo contrario, bueno, tendría que apañárselas de alguna manera para hacerle entender que no podía volver allí. Con un silbido corto y agudo llamó la atención del lobo y le señaló la dirección en la que quería que fuera. Ella comenzó a caminar en la contraria, abarcando entre los dos una gran parte del camino que llevaba hasta la entrada.

Encaramada a un árbol, esperó y esperó algún movimiento fuera de lo normal. De pronto un sonido de hojas a lo lejos y, segundos después, los pequeños aullidos del lobo que la llamaban. Se bajó del árbol y corrió entre la maleza. El intruso estaba colgando en la entrada de la cueva, pero la sorpresa de Ayashe fue ver que era un joven como ella. Olfateó sin moverse del sitio, comprobando que, efectivamente, era él. El lobo, sin embargo, se acercó sin miramientos hacia el chico con el hocico por delante.

—Sé que has venido antes. —dijo —¿Quién eres? ¿Qué quieres?

por **Uriel Müller** Dom Mar 27, 2016 1:17 pm

Era frustrante verse en aquella situación, no podía hacer nada, de lo contrario seguramente ese lobo no le iba a dar lametazos de cariño. El lobo miró hacia atrás para asegurarse de que aparecía la persona que lo había atrapado, y en efecto, apareció una muchacha extrañamente vestidas con pelajes de otros animales, las mejilla pintadas de blanco... ¿Acaso era extranjera? Eso parecía, aun así hablaba perfectamente el idioma a juzgar por las preguntas o al menos, se defendía con él. Se cruzó de brazos sin hacer nada, tan sólo se dignó a responder, observando que ella también era una cambiante como él, el aura que ambos podían observar así lo delataban. -Soy un gato curioso, no busco nada en particular. Puedo dar más explicaciones si me sueltas.- Comentó mirándola, aun de brazos cruzados.

La sangre seguramente ya se le estaría subiendo a la cabeza y le empezaría a doler. Intentó incorporarse sujetándose en la cuerda, como si estuviera haciendo un ejercicio de abdominales, consiguió doblarse y tomarla para trepar y llegar a la rama del árbol que lo tenía preso.
Uriel tenía peculiarmente la manera de escapar de los sitios indemne, aunque nunca se sabía, el lobo que ella tenía como compañero se posaba en el árbol como esperando a que bajara de aquella rama. -Lo tienes bien enseñado.- Afirmó con una pequeña sonrisa aun subido a la rama en la que intentaba deshacer el nudo que lo mantenía preso. -¿Puedo preguntarte para qué usas esta cueva?- Preguntó desde la lejanía en la que se encontraban, pretendiendo hacerla saber que no tenía malas intenciones con ella ni su compañero lobuno, el cual estaba entusiasmado por darle caza.

por **Ayashe** Lun Mar 28, 2016 10:01 am

Se quedó en el sitio mirando de brazos cruzados observando cómo se encaramaba a la rama desde donde estaba colgado. Su instinto no le había traicionado: sabía que aquel chico no era un humano corriente, sino alguien como ella, aunque ligeramente distinto. Ayashe nunca había conocido a otros después de salir de su tribu, aunque sí los había visto. El lobo se acercó hacía el joven y se sentó bajo el árbol, mirando fijamente la rama como si realmente quisiera darle caza.

—Algo me dice que no necesitas que te suelte, que te vales tú solo —comentó—. Puedes bajar, no va a hacerte nada a no ser que hagas algo estúpido. Atacar, por ejemplo, en cuyo caso atacaré yo también y no creo que te convenga.

Silbó, esta vez haciendo primero un sonido agudo y después uno grave. El lobo la miró una vez a ella, otra vez al chico y, por último, a ella otra vez. Al trote se acercó hasta Ayashe y se sentó a su lado, mirando la rama. La cambiante deshizo el nudo de los brazos y acarició la cabeza del animal, que cerró los ojos y agachó las orejas, sumiso. La joven se dio la vuelta y se sentó en una roca de la entrada, estirando las piernas y cruzando los tobillos. El lobo sacudió el cuerpo y la siguió, tumbandose a los pies de la roca.

—Vivo aquí. Vivimos aquí —se corrigió—. Es algo de lo que enseguida se da uno cuenta cuando ve lo que hay dentro. —Apoyó la espalda contra la fría piedra y miró al cambiante, inspeccionándolo—. Aún no me has dicho quién eres, gato. ¿Qué es lo que te ha traído por aquí? Apenas viene gente.

por **Uriel Müller** Miér Mar 30, 2016 9:11 am

Ya había sido apresado tantas veces, que una más no le iba a importar, quizás estaba planeando darle las explicaciones a tantas preguntas, por lo que de un salto bajó del árbol, cayendo de pie sin ningún tipo de problema, dejando caer su flequillo hacia un lado de la cara, el cual le estorbaba a menudo. Se frotó un poco las ramos ya que se había raspado ligeramente con la cuerda al subir y miró al lobo por un momento, de nuevo a ella, la chica que parecía venida de una tribu y es que con su vestimenta, así lo demandaba. -Me llamo Uriel, y por lo que tú también puedes ver, ambos poseemos el mismo tipo de aura, ¿tú también te transformas?- Cuestionó por un momento aunque la respuesta fuera lo más obvio.

La miró de nuevo de arriba a abajo y volvió la mirada al lobo. -Eres cambiante canina- Confirmó viendo el intelecto que tenía aquel lobo junto a la mujer, seguramente un cambiante felino no correría la misma suerte frente a un lobo, por mucho que pudiera asociarse, no hasta ese nivel. -Asi que vivís aquí.- Se asomó un poco a la cueva, a lo que rápido se apartó, de nuevo aquel lobo estaba entrando en acción y gruñó un poco para advertir de que no metiera el hocico donde no lo llamaban. Éste sonrió sin más y volvió la mirada a la pareja que tenía en frente, quienes segundos antes lo mantenían preso. -Ya es más habitable y acogedor del lugar en el que yo duermo. No puedo criticar a nadie por su modo de vida, no soy nadie que deba.- Dijo alzándose de hombros, y es que en cierta parte así era. Uriel vivía bajo un puente, en un sucio y viejo colchón, del cual no se había separado en los años que llevaba viviendo en París, y que a pesar de eso, nadie podía quitarle una pequeña sonrisa, por muy remota que fuera.

Uriel también tenía alguna que otra pregunta, no todo tenía que ir de parte de uno, aunque sí era verdad que él era quien se había infiltrado en territorios que no competen a las necesidades reales de ningún ser humano. -¿Cuánto tiempo llevais viviendo aquí? También querría saber como te llamas.- Dijo sin titubeos, quería saber de ella, no sólo porque él también estuviera dando cierta información de su status el cual no estaba muy por debajo del de ella tampoco, si no porque socializar nunca había sido su fuerte, mucho menos en terrenos donde el dinero y la codicia paralizaban el cerebro de las personas en un mismo organismo llamado 'Burguesía'.

por **Ayashe** Sáb Abr 02, 2016 5:47 am

Observó cómo bajaba del árbol, con la maestría que todo felino posee. Siempre había sentido cierta envidia al ver cómo se movían esos animales: eran delicados y elegantes, al contrario que ella y su lobo, que eran más bastos en sus movimientos. Tenían otras cualidades, claro estaba, pero bien distintas. El joven se acercó hacia ella con suavidad, pero el lobo parecía que tenía las orejas alerta, ya que no le quitaba ojo de encima. Ayashe le miró de reojo y después miró a Uriel. Asintió como respuesta a su pregunta.

—Soy un poco más pequeña que él —señaló al lobo con la cabeza— y de pelaje más claro, pero tengo mucha más fuerza. Por eso me obedece, sabe que saldría perdiendo en una pelea. —El animal se acercó a ella, como si supiera que estaba hablando de él—. Entró por error en la cueva y decidió que quería quedarse, así que tampoco tiene más remedio.

Estiró el brazo para acariciar de nuevo la cabeza del lobo, su gran amigo y su única compañía, pero éste volvió a levantarse alerta cuando el cambiante se acercó a la puerta. No era de extrañar, defendería su hogar con lo que fuera antes que dejar que alguien se lo arrebatara. Exactamente igual que haría Ayashe, sólo que ella era capaz de ver con más claridad las intenciones del joven invitado. Se levantó de su roca y entró a la cueva, de donde salió con un hueso roído en una mano y unas cuantas nueces sujetadas con parte de la camisa que llevaba. Lanzó el hueso en dirección al lobo, que lo cogió al vuelo y se limitó a mordisquearlo. Las nueces las dividió en dos y le tendió un puñado a Uriel.

—Me llamo Ayashe —se presentó, sentándose de nuevo en la roca—. Llevamos mucho tiempo aquí, no sé cuántos inviernos. Perdí la cuenta después del quinto. —Con una nuez en cada mano las apretó entre sí hasta que a una de ellas se le rompió la cáscara. Sacó el fruto y lo masticó deprisa—. ¿Dónde vives tú?

Siguió cascando las nueces una tras otra mientras de vez en cuando miraba al cambiante. Al contrario que a su lobo, no le molestaba demasiado su presencia, pero todavía tenía ciertas reticencias sobre si dejarle entrar más allá.

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