The bad beginning (Privado)

por **Noëlle Golightly** Dom Mar 27, 2016 5:51 pm

Los pasos de la chica no eran muy seguros, alejada de la iglesia donde dormía era lo que necesitaba ahora, una noche cerca de el lago donde el frío pudiera despertarla de su terrible pesadilla; habían pasado solo unos meses desde la terrible tragedia, primero su padre a inicios del año anterior y luego su madre se unía a los muertos hacía poco tiempo; sin duda la suerte y la vida de Noëlle no iban a ningún sitio, era una chiquilla con veintiún años que no tenía idea de que hacer con su vida, no tenía familiares a quien acudir y la esposa legitima de su padre le tenía tanto odio que si la veía una vez más seguramente mandaría a acabar con el linaje Golightly. Fue entonces que no tuvo alternativa que ahogar sus penas en un pequeño trozo de pan y con un bote de agua junto al lago, la luna a penas iluminaba la noche y aunque no estaba cerca de su sitio no pretendía volver, el dolor era inmenso tanto que parecía haber partido a la chica por dentro dejando solo la cáscara para mantenerse firme.

La pequeña Elle debería temer más al estar a tan altas horas de la noche en medio de un sitio vacío pero solo se encontraban insectos a su alrededor y no era que temiera a algo más, lo peor había pasado ante sus ojos o al menos así lo creía, así que se levantó de su sitio para ir a dar la vuelta a pesar de lo poco que podía ver intentaba pisar firme en cambio no esperaba encontrarse con una figura en medio de aquel sitio y mucho menos a esas horas. Susto tremendo que se llevó ante el reflejo de la mujer en el agua sin embargo sus músculos se relajaron una vez que terminó por acercarse.-Lamento la interrupción madame, ¿se encuentra bien?.-se disculpó frotando ligeramente sus brazos, también ligeramente preocupada por si se encontraba herida o perdida, era una noche fría pero eso y más tendría que aguantar pues ahora mismo no veía su camino de vuelta.

por **Lumier Cavelliet** Lun Mar 28, 2016 8:05 pm

De vez en cuando es bueno sacar a pasear a la bestia interna o nos puede acabar.

En la calle el viento y apenas toca a aquel ser que pasa como inadvertido, su andar es tan delicado y sutil que solo una voz oscura e igual de siniestra que ella la recibe en el centro de la urbe —Vaya, Vaya mira lo que el tiempo arrojo de su ataúd— aquella fina mujer se acobija bajo el manto protector del único amigo que ha tenido y que ha dejado cada milenio —Ni la muerte acepta algo que no es creado por ella misma— esa voz es como un susurro al viento nocturno, una gélida caricia. La conversación de ambos los aleja aún más del momento, hasta que aquel hombre de avanzada edad en apariencia pero que su realidad es aún más antigua que el mundo, la invita a cometer un pecado, uno de los que ambos se jactan —Vaya vaya parece ser que necesitas diversión y por eso has salido de tu aburrida y espeluznante mansión de cadaveres, que tal una pequeña apuesta para calentar los motores de la noche— los pasos se detienen, no se oye ni un solo ruido, y eso que las personas pasan y transitan por toda la calzada pero entre ellos todo se ha enmudecido —Que tienes en mente, viejo, acaso vas a invocar el juego de las moiras— juego macabro en donde un destino se sella con sangre. El hombre sonríe con claras intenciones.

El aroma de la inmundicia soledad en aquella laguna y el reflejo de dos jovencitas de apenas trece años cada uno, la pequeña niña con ojos llorosos miraba a su asesina rogando y suplicando por una piedad que es mal invocada y no será escuchada; en su instante el otro joven, un moreno mantiene en sus ojos la ira y el deseo de acabar con sus captores, ambos seres sonríen al saber lo que pasará. Sus otros sentidos están alerta para escoger a su contendiente correcto y la ha encontrado. Aquella pequeña no que hace más que llorar con el terror clavado en sus sollozos. La destrucción de un alma o quizás no, depende de las artimañas de los dueños de aquella vida. Acecha la cercanía en pos de una cacería a muerte la cual con un chasquido comienza, ambas presas corren por sus vidas pero sus cazadores están más que quieto disfrutando el juego de sus víctimas. El hombre mayor parte en un rápido movimiento, pero es la mujer que en segundos con su rapidez al andar logra encontrar a la joven que termino solo en restos.

El cuerpo sin vida de aquella mujer quedaba sobre el agua cristalina que se tenía de rojo, la piel blanquecina estaba cubierta de un tono que iba acorde a sus gustos y ser. La sonrisa enrojecida como muestra de un despido a aquella que le ha dado una victoria de segundos. La noche se va pasando lenta como el cadáver que se arrastra a las profundidades, alguien sin lengua ni ojos, alguien que ha perdido por los carroñeros de la noche parte de su atractivo natural y por mano de su ejecutora la vida. Un minuto de silencio que se alarga hasta la interrupción de una voz, una suave voz que invita al deleite del postre.

No la enfrenta, no la mira, solo sonríe con arreglando unos cuantos cabellos que se han soltado de su tocado.

—Y si le dijera a usted que no me encuentro bien del todo ¿Qué haría? Sería capaz de ayudar como buena samaritana a un prójimo que ha caído en la desgracia de los dioses—

En el lago solo se ve el reflejo de su espalda con las últimas burbujas de aliento que quedaban en quien se convertirá en parte de su mansión.

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