AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Catch me [Alejandro]
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Catch me [Alejandro]
Sus pies descalzos rozaban el frio empedrado sin inmutarse por aquello demasiados años habia estado ya de aquella forma como para ahora comenzar a resentir todo ese peso, todo aquel contacto, sus pies grisáceos por la tierra y polvo que a ellos se adhería se movían con agilidad propia de un felino en su andar, gajes de haber pertenecido a una familia de gitanos, haber aprendido el arte de la danza, el amor por la música y la ignorancia que la lectura y la escritura podrían brindarle mas la vida misma se habia encargado de cultivarlo.
Iba esta vez en soledad no junto con su familia como solia hacerlo aquellos jóvenes hijos de la calle al igual que el con los cuales habia formado un pacto que los habia llevado a ser familia no de sangre sino de corazón, daría la vida sin pensarlo por cualquiera de aquellos si lo haría, perdería su libertad que era lo mas preciado, si la perdería y todo aquello por darle un dia mas a su familia, uno.
Se encontraba pues andando con sutileza entre las personas que paciente o impacientemente aguardaban en las bancas y de pies, cerca de las vías del ferrocarril a que este hiciera su triunfal aparición con la humareda subiendo al cielo cual columna gris, despidiendo aquel aroma desagradable contaminando el aire que respiraban una vez y solo una vez se habia subido a uno de aquellos en la parte de atrás, y asi habia llegado a Paris, ilegalmente a bordo de un ferrocarril, el hurto era un arte, un gozo y no una necesidad.
La sensación al correr y huir era la libertad mas pura que podia haber fijo entonces sus ambiguos orbes en alguna persona candidata a ser robada, se fijaba en las ropas prefería robar a aquellos a quienes pareciera no afectarles si les quitaban un trillar de monedas de oro, aquellos quienes sus mascotas comían mejor que el mismo, si, a esas personas le gustaba robar, quienes gritaban sin hacer nada.
Su orbe olivo se encontraban observando a los prospectos y su iris azulado observaba la obscuridad misma aquel que no servia sino solo para ver premoniciones, era por ello que solia golpear con objetos en ese plano del mundo aunque habia aprendido a no lucir como un medio ciego sino fingir poder observar con ambos. Sus manos se deslizo sacando de un bolsillo ajeno un reloj dorado que dejo sobre su mano observando, preguntándose que era aquello.
-hey muchacho devuelve eso- escucho decir y una sonrisa amplia desfiguro su rostro mientras empujando a las personas con suavidad comenzaba a abrirse paso entre el gentío el mar de personas que iban en sentido contrario al suyo, con el dueño del ostentoso objeto a sus espaldas, sonrio porque nadie habia logrado alcanzarlo nunca y no planeaba que aquella fuese la primera vez porque no planeaba perder su libertad en el intento de conservarla.
Iba esta vez en soledad no junto con su familia como solia hacerlo aquellos jóvenes hijos de la calle al igual que el con los cuales habia formado un pacto que los habia llevado a ser familia no de sangre sino de corazón, daría la vida sin pensarlo por cualquiera de aquellos si lo haría, perdería su libertad que era lo mas preciado, si la perdería y todo aquello por darle un dia mas a su familia, uno.
Se encontraba pues andando con sutileza entre las personas que paciente o impacientemente aguardaban en las bancas y de pies, cerca de las vías del ferrocarril a que este hiciera su triunfal aparición con la humareda subiendo al cielo cual columna gris, despidiendo aquel aroma desagradable contaminando el aire que respiraban una vez y solo una vez se habia subido a uno de aquellos en la parte de atrás, y asi habia llegado a Paris, ilegalmente a bordo de un ferrocarril, el hurto era un arte, un gozo y no una necesidad.
La sensación al correr y huir era la libertad mas pura que podia haber fijo entonces sus ambiguos orbes en alguna persona candidata a ser robada, se fijaba en las ropas prefería robar a aquellos a quienes pareciera no afectarles si les quitaban un trillar de monedas de oro, aquellos quienes sus mascotas comían mejor que el mismo, si, a esas personas le gustaba robar, quienes gritaban sin hacer nada.
Su orbe olivo se encontraban observando a los prospectos y su iris azulado observaba la obscuridad misma aquel que no servia sino solo para ver premoniciones, era por ello que solia golpear con objetos en ese plano del mundo aunque habia aprendido a no lucir como un medio ciego sino fingir poder observar con ambos. Sus manos se deslizo sacando de un bolsillo ajeno un reloj dorado que dejo sobre su mano observando, preguntándose que era aquello.
-hey muchacho devuelve eso- escucho decir y una sonrisa amplia desfiguro su rostro mientras empujando a las personas con suavidad comenzaba a abrirse paso entre el gentío el mar de personas que iban en sentido contrario al suyo, con el dueño del ostentoso objeto a sus espaldas, sonrio porque nadie habia logrado alcanzarlo nunca y no planeaba que aquella fuese la primera vez porque no planeaba perder su libertad en el intento de conservarla.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Catch me [Alejandro]
Exceso de trabajo, estrés; era lo que el medico me había diagnosticado. Si bien había pedido la tarde libre para aquel tramite, se me hizo bastante diligente la consulta. Reposo absoluto fue la receta que el medico se dignó a ofrecerme. A decir verdad no me sentía lo suficientemente exhausto como para desperdiciar un día de paga, menos aún en la precaria situación que mi familia se encontraba, simplemente no podía darme ese lujo. Con chaqueta en mano decidí volver a mi trabajo, pero un mareo me hizo tambalear unos instantes camino a la biblioteca. Eso no era nada normal, quizás una tarde de reposo no me haría nada mal, al contrario, además según tenía entendido un tal Kaarkarogf, cubriría mi turno de noche en la Biblioteca de París, por lo que podría pasar un momento agradable junto a mi madre, quien a pesar de haber cumplido su sueño de conocer Francia, claramente estaba arrepentida de haber tratado de buscar suerte en un país extranjero, pero ya era demasiado tarde para lamentarse, solo quedaba buscar la manera de surgir nuevamente por muy difícil que fuera.
El tren tardaría en llegar, según el horario predestinado, por lo que me dirigí premioso hasta la estación, sosteniendo en mi mano, el libro que me había embobado estos últimos días, el cual ya estaba por terminarlo; Relation du Voyage à la Recherche de la Pérouse, escrito por Jacques Labillardière, que trataba de una extensa expedición de d'Entrecasteaux por Australasia. Aquel libro describía a la perfección la flora y fauna de Australia y sus alrededores; un poema traspasado a las paginas. Sumergido en la lectura de éste con mi chaqueta café a cuestas, sosteniéndola por la espalda con mi mano diestra, mientras mi mano izquierda sostenía el libro en el cual mi mirada iba totalmente prendida, sin mirar siquiera al frente y esquivando a las almas que esperaban el siguiente tren que los llevaría a sus respectivos destinos. Quizás era desconsiderado de mi parte caminar y leer al mismo tiempo, pero era algo que solía hacer, sobre todo cuando la historia o trama comenzaba a ponerse algo compleja, me ayuda a concentrarme. Sumido en mis pensamientos no me percaté del alboroto que se formaba metros a mi izquierda en diagonal; un joven, en precarios harapos, huía entre la multitud, dos pasos al frente bastaron para que el joven impactara de lado conmigo, volteando mi hombro con tal fuerza que casi lo descoloca de su lugar, sin exagerar. Vi en cámara lenta caer mi chaqueta y volar mi libro por los aires hasta caer sobre el calvo casco de un anciano mientras caía al suelo, apoyándome con ambas manos para ver como ágilmente el muchacho se puso de pie. Su mirada se posó en la mía mientras lo hacía, y sus ojos me petrificaron un instante, aquellos ojos de diversos colores, azul y verde, me desconcertaron de momento. Seguí su acto lo mas rápido que pude y lo sostuve antes de que siguiera huyendo, afirmándolo del brazo con fuerza, con ambas manos. Alcé la vista y vi entre la multitud, a un caballero, seguramente de clase alta, que furioso alzó su puño contra el muchacho con el rostro desfigurado de rabia.
Todo pasó rápido por mi mente. Vi la mano empuñada del joven en la cual llevaba, sujeta con fuerza, un reloj de oro. De seguro lo había robado al caballero que en ese preciso momento llevaba el puño hasta el rostro del muchacho. Quizás el joven merecía eso y mucho más, pero al ver sus pies descalzos, negros, y nudillos notoriamente deteriorados al igual que sus ropas, me hizo pensar en que la precaria condición en que nosotros vivíamos, comparado a como lo hacíamos en Rumanía, no se comparaba con la situación económica que el muchacho debía estar pasando. Reaccioné rápido y tiré del muchacho, para que el caballero no lo golpeara. Mientras éste ultimo pasaba en banda con su mano empuñada, siguiendo con la mirada al muchacho y a mi.
- ¡Vino cu mine, tinere! - exclamé en mi idioma natal al joven, mientras le arrebata el reloj de las manos, el cual no quiso soltar fácilmente - No se preocupe monsier - anuncié ésta vez posando mi mirada seria en el caballero mientras le entregaba su reloj de cartera - Yo me encargo de llevarlo con las autoridades - añadí viendo que el tren llegaba a la estación para recolectar pasajero y como todo señor de la clase alta supuse que tendría todo su día planeado y organizado. El caballero miró al joven ladrón con el ceño notoriamente fruncido y luego al tren alternadamente. Hizo un gesto demostrando su molestia y amenazante al joven, para luego caminar a un paso trepidante hasta su medio de transporte. La multitud se nos quedó mirando y decidí llevar al muchacho, luego de recoger mi chaqueta, con brusquedad hasta un lugar apartado, soltando de su brazo con brusquedad.
- Me debes una, muchacho - anuncié esbozando una sonrisa cómplice. De seguro no tendría como pagarme, pero hoy en día me sentía tan antisocial en aquel país que conocer a otras personas, aunque fueran claramente de clase baja, siempre era conveniente - y un libro nuevo - añadí, ladeando mi rostro, buscando con la mirada, en la multitud ya alejada, al señor calvo que seguramente tendría mi libro, si es que no lo había despedazado por completo.
El tren tardaría en llegar, según el horario predestinado, por lo que me dirigí premioso hasta la estación, sosteniendo en mi mano, el libro que me había embobado estos últimos días, el cual ya estaba por terminarlo; Relation du Voyage à la Recherche de la Pérouse, escrito por Jacques Labillardière, que trataba de una extensa expedición de d'Entrecasteaux por Australasia. Aquel libro describía a la perfección la flora y fauna de Australia y sus alrededores; un poema traspasado a las paginas. Sumergido en la lectura de éste con mi chaqueta café a cuestas, sosteniéndola por la espalda con mi mano diestra, mientras mi mano izquierda sostenía el libro en el cual mi mirada iba totalmente prendida, sin mirar siquiera al frente y esquivando a las almas que esperaban el siguiente tren que los llevaría a sus respectivos destinos. Quizás era desconsiderado de mi parte caminar y leer al mismo tiempo, pero era algo que solía hacer, sobre todo cuando la historia o trama comenzaba a ponerse algo compleja, me ayuda a concentrarme. Sumido en mis pensamientos no me percaté del alboroto que se formaba metros a mi izquierda en diagonal; un joven, en precarios harapos, huía entre la multitud, dos pasos al frente bastaron para que el joven impactara de lado conmigo, volteando mi hombro con tal fuerza que casi lo descoloca de su lugar, sin exagerar. Vi en cámara lenta caer mi chaqueta y volar mi libro por los aires hasta caer sobre el calvo casco de un anciano mientras caía al suelo, apoyándome con ambas manos para ver como ágilmente el muchacho se puso de pie. Su mirada se posó en la mía mientras lo hacía, y sus ojos me petrificaron un instante, aquellos ojos de diversos colores, azul y verde, me desconcertaron de momento. Seguí su acto lo mas rápido que pude y lo sostuve antes de que siguiera huyendo, afirmándolo del brazo con fuerza, con ambas manos. Alcé la vista y vi entre la multitud, a un caballero, seguramente de clase alta, que furioso alzó su puño contra el muchacho con el rostro desfigurado de rabia.
Todo pasó rápido por mi mente. Vi la mano empuñada del joven en la cual llevaba, sujeta con fuerza, un reloj de oro. De seguro lo había robado al caballero que en ese preciso momento llevaba el puño hasta el rostro del muchacho. Quizás el joven merecía eso y mucho más, pero al ver sus pies descalzos, negros, y nudillos notoriamente deteriorados al igual que sus ropas, me hizo pensar en que la precaria condición en que nosotros vivíamos, comparado a como lo hacíamos en Rumanía, no se comparaba con la situación económica que el muchacho debía estar pasando. Reaccioné rápido y tiré del muchacho, para que el caballero no lo golpeara. Mientras éste ultimo pasaba en banda con su mano empuñada, siguiendo con la mirada al muchacho y a mi.
- ¡Vino cu mine, tinere! - exclamé en mi idioma natal al joven, mientras le arrebata el reloj de las manos, el cual no quiso soltar fácilmente - No se preocupe monsier - anuncié ésta vez posando mi mirada seria en el caballero mientras le entregaba su reloj de cartera - Yo me encargo de llevarlo con las autoridades - añadí viendo que el tren llegaba a la estación para recolectar pasajero y como todo señor de la clase alta supuse que tendría todo su día planeado y organizado. El caballero miró al joven ladrón con el ceño notoriamente fruncido y luego al tren alternadamente. Hizo un gesto demostrando su molestia y amenazante al joven, para luego caminar a un paso trepidante hasta su medio de transporte. La multitud se nos quedó mirando y decidí llevar al muchacho, luego de recoger mi chaqueta, con brusquedad hasta un lugar apartado, soltando de su brazo con brusquedad.
- Me debes una, muchacho - anuncié esbozando una sonrisa cómplice. De seguro no tendría como pagarme, pero hoy en día me sentía tan antisocial en aquel país que conocer a otras personas, aunque fueran claramente de clase baja, siempre era conveniente - y un libro nuevo - añadí, ladeando mi rostro, buscando con la mirada, en la multitud ya alejada, al señor calvo que seguramente tendría mi libro, si es que no lo había despedazado por completo.
Alejandro Moldoveanu- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 06/10/2010
Edad : 250
Localización : Biblioteca de París, Estación de Ferrocarril
Re: Catch me [Alejandro]
Habia golpeado por el lado izquierdo a un joven que no conocía y no esperaba llegar a conocer, bufo internamente solia ocurrirle aquello, golpearse con personas, postes, no lograr reaccionar cuando las personas a quienes le robaba neuróticas terminaban por arrojarle cualquier objeto en cierta ocasión la manzana que le habían lanzado le habia provocado un hematoma en la mejilla que le costo varios días de dolor y tonalidades del arcoíris, en aquella ocasión habia logrado estabilizarse antes de caer observando el libro perderse entre el gentío.
Iba a andar a correr nuevamente cuando el joven con el cual habia golpeado le sujeto impidiéndole el paso, se revolvió entre sus manos buscando una hueco por el cual huir, aferrándose a reloj entre sus dedos como si la vida se le fuese en la acción, observo de soslayo como el hombre al cual le habia robado se acercaba iracundo hacia ellos –suéltame- le rogo al rubio observando al hombre una vez frente a el, dejando de forcejear por irse, compungiendo el rostro y escondiendo el mismo cuando el hombre alzo la mano para estamparla como una bofetada a puño cerrado sobre su mejilla.
No comprendió que dijo en aquella lengua rumana, la conocía si como conocía tantas otras cosas, le arrebato el objeto que con esfuerzo habia conseguido abriendo los parpados de hito en hito, al grado de que parecían que saldrían de sus orbitas en cualquier instante ¿las autoridades? ¿estaba acaso loco aquel hombre? Endureció su cuerpo intentando quedarse de pie sin poder ser arrastrado por la fuerza ajena, terminado siendo prácticamente jalado por encima del suelo mientras su rostro se deformaba por el miedo, las autoridades iban a exhibirlo, lo iban a torturar y le iban a marcar de una u otra forma entregarlo le robaría la libertad aquella tan preciada que poseía.
Se acaricio donde la mano del extraño se habia cernido enrojeciendo su palida piel, le observo desentendido, no comprendiendo que habia ocurrido o porque habia hecho algo asi, mas fácil hubiese sido dejarle huir con el reloj en manos, habría tenido asi el dinero necesario para comprar comida…¿comprar? No ni teniendo dinero compraban sino que cuando llevaba monedas en los bolsillos se paseaba por las calles parisianas depositando una en cada bote de aluminio de los indigentes que pedían limosnas, mal visto claro estaba mas no era asi su decisión tener una vida miserable y de escasos recursos.
-József…József le debe una- le indico metiendo la mano en su morral sacando de este un libro viejo, con pasta café y hojas amarillenta con los años oliéndose al hojearlo -¿cree que esto sirva?- le cuestiono llevaba en su morral varios objetos, la pandereta y el libro de hechizos que no lograba descifrar por su analfabetismo, aquel otro libro que habia adquirido días atrás en una biblioteca diminuta, una barra de pan envuelta en un trapo y una caja de metal con diversas cosas para su brujería -¿usted quien es?...- le cuestiono curioso pensando –por un momento crei que me llevaría realmente con las autoridades- le indico con el rostro compungido en una obvia expresión de miedo.
Si le veian los amuletos y hierbas que cargaba consigo no solo le acusarían de ladronzuelo sino de brujo que si bien no distaba de la realidad era un mal que con la vida se pagaba.
Iba a andar a correr nuevamente cuando el joven con el cual habia golpeado le sujeto impidiéndole el paso, se revolvió entre sus manos buscando una hueco por el cual huir, aferrándose a reloj entre sus dedos como si la vida se le fuese en la acción, observo de soslayo como el hombre al cual le habia robado se acercaba iracundo hacia ellos –suéltame- le rogo al rubio observando al hombre una vez frente a el, dejando de forcejear por irse, compungiendo el rostro y escondiendo el mismo cuando el hombre alzo la mano para estamparla como una bofetada a puño cerrado sobre su mejilla.
No comprendió que dijo en aquella lengua rumana, la conocía si como conocía tantas otras cosas, le arrebato el objeto que con esfuerzo habia conseguido abriendo los parpados de hito en hito, al grado de que parecían que saldrían de sus orbitas en cualquier instante ¿las autoridades? ¿estaba acaso loco aquel hombre? Endureció su cuerpo intentando quedarse de pie sin poder ser arrastrado por la fuerza ajena, terminado siendo prácticamente jalado por encima del suelo mientras su rostro se deformaba por el miedo, las autoridades iban a exhibirlo, lo iban a torturar y le iban a marcar de una u otra forma entregarlo le robaría la libertad aquella tan preciada que poseía.
Se acaricio donde la mano del extraño se habia cernido enrojeciendo su palida piel, le observo desentendido, no comprendiendo que habia ocurrido o porque habia hecho algo asi, mas fácil hubiese sido dejarle huir con el reloj en manos, habría tenido asi el dinero necesario para comprar comida…¿comprar? No ni teniendo dinero compraban sino que cuando llevaba monedas en los bolsillos se paseaba por las calles parisianas depositando una en cada bote de aluminio de los indigentes que pedían limosnas, mal visto claro estaba mas no era asi su decisión tener una vida miserable y de escasos recursos.
-József…József le debe una- le indico metiendo la mano en su morral sacando de este un libro viejo, con pasta café y hojas amarillenta con los años oliéndose al hojearlo -¿cree que esto sirva?- le cuestiono llevaba en su morral varios objetos, la pandereta y el libro de hechizos que no lograba descifrar por su analfabetismo, aquel otro libro que habia adquirido días atrás en una biblioteca diminuta, una barra de pan envuelta en un trapo y una caja de metal con diversas cosas para su brujería -¿usted quien es?...- le cuestiono curioso pensando –por un momento crei que me llevaría realmente con las autoridades- le indico con el rostro compungido en una obvia expresión de miedo.
Si le veian los amuletos y hierbas que cargaba consigo no solo le acusarían de ladronzuelo sino de brujo que si bien no distaba de la realidad era un mal que con la vida se pagaba.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Catch me [Alejandro]
El joven cleptómano sobó con suavidad sus muñeca, observándome algo consternado aún de soslayo, asimilando la situación, hasta comprender que ya no estaba en problemas. József se hacía llamar aquel joven delgado, pero de cuerpo notoriamente marcado y pies descalzos. Lo que más llamaba la atención era aquella mirada, contrastada por el color divergente de sus ojos. Lo contemplé hurgar algo en su vieja morral, y no pude evitar curiosas con la mirada y ver dentro de aquella, un peculiar libro junto a un pandero y una particular caja de metal que ya había visto varias veces a personas del Circulo de la Bruja. ¿Un hereje?. Antes de llegar a Francia, mi visión de los brujos no era para nada afable. Pero al entrar al Circulo comprendí que todos eramos iguales, incluyendo gitanos y brujos. La magia negra a pesar de ser obra del pecado ya había entrado a mi mundo y la toleraba por completo, aunque no toda la sociedad tenía aquella perspectiva de la situación.
Sacó un viejo libro de su morral, el cual examiné minuciosamente luego de que me lo entregara, ojeandolo pagina por pagina, e inspirando con fuerza el aroma de aquel texto con tonalidades sepias - Claro, servirá - dije aún con los ojos cerrados, disfrutando de aquel olor, para luego posar mi mirada, seria, en la morral, curioso por ver que más traía. No era un "libro nuevo" específicamente, pero entre más viejo, mayor sería su valor léxico.
Su pregunta me hizo salir de mi estado fisgón. Ni siquiera me había presentado, que mal educado - Alejandro Moldoveanu es mi nombre - señalé contemplando a József algo apenado - Tranquilo, solo lo dije para sacarte de ese lugar, en ningún momento se me pasó por la cabeza llevarte con esos... - preferí omitir comentarios, pensando en lo crueles que podían llegar a ser por un simple hurto. Si el país estaba tan divido socialmente era culpa del país en sí, culpa de ellos - Además si te hubiera entregado a las autoridades jamás me hubieras devuelto mi libro, aunque he de reconocer que éste se ve bastante interesante - señalé arqueando una ceja - ¿De dónde lo has sacado? - pregunté ésta vez arqueando mi otra ceja, con una sonrisa de lado, seguramente lo había conseguido de la misma manera que el reloj de oro - tienes buen gusto para los libros - añadí asintiendo con la cabeza repetidas veces, contemplando el libro - ¿lees muy a menudo? - pregunté ésta vez posando la mirada en su morral, curioso por aquel libro que llevaba consigo. Me preguntaba si aquel joven estaría también en el Circulo de la Bruja. Tenía todas las características y el perfil de lo que se busca en el grupo, pero ahí todos se conocían por lo menos de vista, pero el rostro de aquel joven no lo había visto nunca. Lo recordaría, sobre todo con la característica mirada de éste, inconfundible para cualquiera.
Sacó un viejo libro de su morral, el cual examiné minuciosamente luego de que me lo entregara, ojeandolo pagina por pagina, e inspirando con fuerza el aroma de aquel texto con tonalidades sepias - Claro, servirá - dije aún con los ojos cerrados, disfrutando de aquel olor, para luego posar mi mirada, seria, en la morral, curioso por ver que más traía. No era un "libro nuevo" específicamente, pero entre más viejo, mayor sería su valor léxico.
Su pregunta me hizo salir de mi estado fisgón. Ni siquiera me había presentado, que mal educado - Alejandro Moldoveanu es mi nombre - señalé contemplando a József algo apenado - Tranquilo, solo lo dije para sacarte de ese lugar, en ningún momento se me pasó por la cabeza llevarte con esos... - preferí omitir comentarios, pensando en lo crueles que podían llegar a ser por un simple hurto. Si el país estaba tan divido socialmente era culpa del país en sí, culpa de ellos - Además si te hubiera entregado a las autoridades jamás me hubieras devuelto mi libro, aunque he de reconocer que éste se ve bastante interesante - señalé arqueando una ceja - ¿De dónde lo has sacado? - pregunté ésta vez arqueando mi otra ceja, con una sonrisa de lado, seguramente lo había conseguido de la misma manera que el reloj de oro - tienes buen gusto para los libros - añadí asintiendo con la cabeza repetidas veces, contemplando el libro - ¿lees muy a menudo? - pregunté ésta vez posando la mirada en su morral, curioso por aquel libro que llevaba consigo. Me preguntaba si aquel joven estaría también en el Circulo de la Bruja. Tenía todas las características y el perfil de lo que se busca en el grupo, pero ahí todos se conocían por lo menos de vista, pero el rostro de aquel joven no lo había visto nunca. Lo recordaría, sobre todo con la característica mirada de éste, inconfundible para cualquiera.
Alejandro Moldoveanu- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 06/10/2010
Edad : 250
Localización : Biblioteca de París, Estación de Ferrocarril
Re: Catch me [Alejandro]
-Alejandro Moldoveanu- repitio pues la memorización era su único medio de comprensión si lo leia nisiquiera sabria que era escribirlo no podia solo escucharlo y asi repetirlo, repetirlo hasta que su mente lo procesara y lo grabara como un nombre mas al monton era por ello que su memoria estaba desarrollada mas de lo usual, recordaba cosas de antaño como si hubieran ocurrido una semana atrás, cosas de su niñez que cualquier persona hubiera olvidado ya.
Suspiro aliviado quitando de su rostro aquel gesto de compunción y terror que se habian apoderado de su ser ante la simple mención y pensamiento de ser entregado ¿y si lo ponían en la higuera? ¿si lo ahogaban? O si buscaban un medio de tortura peor a todo aquello, no podría, no lo soportaría. ¿interesante? No estaba seguro de ello no lo habia leído y no por falta de tiempo o de interés.
-de la biblioteca- le dijo con tranquilidad, el robo era para el algo tan usual que hablar de ello no era ya mal ninguno por el contrario en su mente robar no desaprovechaba a nadie era un adolescente aun con la capacidad de dividir lo bueno de lo malo demasiado nula, en su infancia nadie le haba enseñado y ahora no lograba diferenciar el único mal existente para el era el robo de libertades y aquello se lograba esclavizando o asesinando, los dos únicos pecados que era capaz de comprender.
Nego con tranquilidad observándole con aquellos orbes dispares e inusuales, caprichos de la naturaleza misma ¿caprichos? No estaba predestinado que el seria brujo corria ya en sus venas desde su concepción su madre habia sufrido en su embarazo alucinaciones que se cumplían habia profetizado varios hechos y desde aquel momento su abuela le habia marcado como suyo, su heredero el que comprendería y aprendería todo lo que ella sabia una lastima habia sido que antes de lograr enseñarle lo suficiente hubiera tenido que marcharse, le habían robado la libertad. Recordaba aun aquella noche en que junto con su hermana habían salido corriendo del campamento a señas de su abuela, en soledad, en compañía el uno del otro y asi habían transcurrido los años mientras formaban su nueva familia, una sonrisa inocente se dibujo en su rostro ante el recuerdo de cómo habia conocido a cada integrante de su familia.
-no…la verdad no leo- le confeso desviando la mirada a la gente que pasaba por el lugar apurada bajando de un tren para subir a otro, escuchar el barbullo y los silbatos de los monstruos de metal le erizaban la piel mientras sus piernas se movían ubicándose instintivamente cerca del joven que le habia condenado y después salvado –no se como hacerlo…tampoco se escribir- le indico percatándose de cómo la gente de alta sociedad pasaban por un lado de el regalándole miradas petulantes o cargadas de humilde misericordia, hipocresía mas en aquello se quedaba una mirada al aire ¿Cuándo habia recibido algo de uno de ellos? Nunca, habia aprendido a diferencia los falsos actos, algun medio debía tener para sobrevivir en aquel mundo hostil.
Dio un respingo y giro cuando uno de los motores rugió ensordeciéndolo por unos segundos, miro en derredor y fue entonces que sus parpados se abrieron nuevamente y sus piernas echaron a correr abriéndose paso entre el gentío ¿huia nuevamente? corrió por varios metros deteniendose de golpe y arrodillándose en el suelo, llamando con un arrullo melodioso, extendiendo sus manos hacia una paloma que con el ala rota se acerco a el con brincos que incitaban su estado lastimero, la tomo entre sus manos cuando esta estaba intentando cruzar, aterrada por el gentío que con pies inmensos y vestidos pomposos le impedían cruzar por una miga de pan que se encontraba en medio del paso de la gente, sintió como una rodilla le golpeaba la espalda haciéndole mecer en aquella posición –Ale- exclamo levantándose con el rostro contrito, necesitaba ir a un lugar con menos gente para curarle por medio de la brujería ¿podria confiar en aquel joven? No habia tiempo para preguntarse eso aquel indefenso ser necesitaba de su ayuda, tomo con una mano al animal con suavidad, arrullándole aun, habia aprendido a imitar los sonidos de los animales y los objetos con asombroso parecido, con su otra mano tomo la de Alejandro tirando de el con rapidez.
Suspiro aliviado quitando de su rostro aquel gesto de compunción y terror que se habian apoderado de su ser ante la simple mención y pensamiento de ser entregado ¿y si lo ponían en la higuera? ¿si lo ahogaban? O si buscaban un medio de tortura peor a todo aquello, no podría, no lo soportaría. ¿interesante? No estaba seguro de ello no lo habia leído y no por falta de tiempo o de interés.
-de la biblioteca- le dijo con tranquilidad, el robo era para el algo tan usual que hablar de ello no era ya mal ninguno por el contrario en su mente robar no desaprovechaba a nadie era un adolescente aun con la capacidad de dividir lo bueno de lo malo demasiado nula, en su infancia nadie le haba enseñado y ahora no lograba diferenciar el único mal existente para el era el robo de libertades y aquello se lograba esclavizando o asesinando, los dos únicos pecados que era capaz de comprender.
Nego con tranquilidad observándole con aquellos orbes dispares e inusuales, caprichos de la naturaleza misma ¿caprichos? No estaba predestinado que el seria brujo corria ya en sus venas desde su concepción su madre habia sufrido en su embarazo alucinaciones que se cumplían habia profetizado varios hechos y desde aquel momento su abuela le habia marcado como suyo, su heredero el que comprendería y aprendería todo lo que ella sabia una lastima habia sido que antes de lograr enseñarle lo suficiente hubiera tenido que marcharse, le habían robado la libertad. Recordaba aun aquella noche en que junto con su hermana habían salido corriendo del campamento a señas de su abuela, en soledad, en compañía el uno del otro y asi habían transcurrido los años mientras formaban su nueva familia, una sonrisa inocente se dibujo en su rostro ante el recuerdo de cómo habia conocido a cada integrante de su familia.
-no…la verdad no leo- le confeso desviando la mirada a la gente que pasaba por el lugar apurada bajando de un tren para subir a otro, escuchar el barbullo y los silbatos de los monstruos de metal le erizaban la piel mientras sus piernas se movían ubicándose instintivamente cerca del joven que le habia condenado y después salvado –no se como hacerlo…tampoco se escribir- le indico percatándose de cómo la gente de alta sociedad pasaban por un lado de el regalándole miradas petulantes o cargadas de humilde misericordia, hipocresía mas en aquello se quedaba una mirada al aire ¿Cuándo habia recibido algo de uno de ellos? Nunca, habia aprendido a diferencia los falsos actos, algun medio debía tener para sobrevivir en aquel mundo hostil.
Dio un respingo y giro cuando uno de los motores rugió ensordeciéndolo por unos segundos, miro en derredor y fue entonces que sus parpados se abrieron nuevamente y sus piernas echaron a correr abriéndose paso entre el gentío ¿huia nuevamente? corrió por varios metros deteniendose de golpe y arrodillándose en el suelo, llamando con un arrullo melodioso, extendiendo sus manos hacia una paloma que con el ala rota se acerco a el con brincos que incitaban su estado lastimero, la tomo entre sus manos cuando esta estaba intentando cruzar, aterrada por el gentío que con pies inmensos y vestidos pomposos le impedían cruzar por una miga de pan que se encontraba en medio del paso de la gente, sintió como una rodilla le golpeaba la espalda haciéndole mecer en aquella posición –Ale- exclamo levantándose con el rostro contrito, necesitaba ir a un lugar con menos gente para curarle por medio de la brujería ¿podria confiar en aquel joven? No habia tiempo para preguntarse eso aquel indefenso ser necesitaba de su ayuda, tomo con una mano al animal con suavidad, arrullándole aun, habia aprendido a imitar los sonidos de los animales y los objetos con asombroso parecido, con su otra mano tomo la de Alejandro tirando de el con rapidez.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Catch me [Alejandro]
Como lo pensaba el libro había sido borrado, y de la Biblioteca. Me sentí un poco inútil, al ver que ni siquiera me había dado cuenta de que un libro había desaparecido, más aún teniendo en cuenta que estoy casi seguro de nunca haber visto ese libro en los variados estantes. Pero grande fue mi decepción al ver que no lo había robado por interés o algún motivo en especial. Ya que al parecer, el joven heterocromo era completamente analfabeta.
La multitud se aglomeraba a nuestro al rededor, camino a sus destinos. Observaba a József observando su al rededor, algo alarmado, mientras me preguntaba para qué un joven analfabeta tendría, no solo un libro, sino dos en su morral. Pero salí de mis pensamientos al ver al joven correr entre la multitud. Por un momento creí que iría en busca de otra victima para seguir con, lo que parecía para él era común; el hurto. Pero mis suposiciones estuvieron más que erradas. Se arrodilló y pareció imitar un graznido a la perfección, llamando la atención de una paloma que a brincos se acercó hasta él. Al parecer el ave estaba herida y necesitaba de protección. Ya era bien sabido que un ave en aquel estado no sobreviviría, en un ecosistema como el de la ciudad. Pensé en decirle que el ave no sobreviviría y acabar con la esperanza que parecía profetizar, pero su llamado y el tirón de brazo apartándome del gentío junto con él me centró nuevamente y me hizo ver que hoy en día todo era posible.
Lo seguí sin oponer resistencia hasta un lugar completamente apartado, fuera de la estación. Me quedé parado a su lado, en silencio. Observé como se inclinaba dejando su morral a un lado e inspeccionaba minuciosamente al ave. ¿Un analfabeta Veterinario?. Ahora si lo había visto todo. Con rapidez comenzó a hurgar en su morral y a sacar toda clase de hiervas y metales extraños. - ¿Vas a curarlo? - pregunté algo confundido, mientras él sacaba aquel libro tan extraño que llevaba en su morral - ¿Qué le harás? - cuestioné esta vez algo nervioso.
Por mi cabeza pasaron las miles de veces que había visto actuares similares en el circulo. Al ver tal acto sentí la necesidad de invitarlo a ir, pero hablar del circulo con personas externas a él estaba completamente prohibido, incluso mi vida corría peligro si comentaba algo. Antes de llevarlo debía saber si podía confiar en él.
La multitud se aglomeraba a nuestro al rededor, camino a sus destinos. Observaba a József observando su al rededor, algo alarmado, mientras me preguntaba para qué un joven analfabeta tendría, no solo un libro, sino dos en su morral. Pero salí de mis pensamientos al ver al joven correr entre la multitud. Por un momento creí que iría en busca de otra victima para seguir con, lo que parecía para él era común; el hurto. Pero mis suposiciones estuvieron más que erradas. Se arrodilló y pareció imitar un graznido a la perfección, llamando la atención de una paloma que a brincos se acercó hasta él. Al parecer el ave estaba herida y necesitaba de protección. Ya era bien sabido que un ave en aquel estado no sobreviviría, en un ecosistema como el de la ciudad. Pensé en decirle que el ave no sobreviviría y acabar con la esperanza que parecía profetizar, pero su llamado y el tirón de brazo apartándome del gentío junto con él me centró nuevamente y me hizo ver que hoy en día todo era posible.
Lo seguí sin oponer resistencia hasta un lugar completamente apartado, fuera de la estación. Me quedé parado a su lado, en silencio. Observé como se inclinaba dejando su morral a un lado e inspeccionaba minuciosamente al ave. ¿Un analfabeta Veterinario?. Ahora si lo había visto todo. Con rapidez comenzó a hurgar en su morral y a sacar toda clase de hiervas y metales extraños. - ¿Vas a curarlo? - pregunté algo confundido, mientras él sacaba aquel libro tan extraño que llevaba en su morral - ¿Qué le harás? - cuestioné esta vez algo nervioso.
Por mi cabeza pasaron las miles de veces que había visto actuares similares en el circulo. Al ver tal acto sentí la necesidad de invitarlo a ir, pero hablar del circulo con personas externas a él estaba completamente prohibido, incluso mi vida corría peligro si comentaba algo. Antes de llevarlo debía saber si podía confiar en él.
Alejandro Moldoveanu- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 06/10/2010
Edad : 250
Localización : Biblioteca de París, Estación de Ferrocarril
Re: Catch me [Alejandro]
Se acunclillo una vez fuera del alcance del gentío, colocando la paloma sobre su regazo y comenzando a vaciar el contenido de su morral con rapidez, dejando la caja con hierbajos a un lado de el y colgándose de la muñeca los tantos amuletos, collares y colguijes que parecía coleccionar eran aquellas de las pocas pertenencias que no habiendo sido robadas llevaban con el desde su partida donde los gitanos –no puedo decirte- murmuro suponiendo que no habia necesitada de decir nada observándole comprendería.
Cubrio con la palma de su mano su ojo derecho quedando sumido en una obscuridad parcial y mas bien completa, se sentía caer en ella y no poder salir a flote como si sus manos intentando aferrarse a alguna cuerda cercana terminaban quemándose por el roce. El animal mientras tanto se encontraba quieto en sus piernas como arrullado por la melodía que de labios del joven habia escapado.
Sujeto entre sus dedos uno de los amuletos comenzando a murmurar palabras inentendibles en alguna lengua muerta de antaño de aquellas que los vejestorios parecían solo comprender y que en los libros eran ya solo memoria de lo que un dia fue y nadie comprendería jamás, le solto con delicadeza destapándose el ojo para verle andar con aquellos torpes pasos batiendo alas y alzándose algunos centímetros por el suelo, sonrio satisfecho, brujería básica debía admitir, lo esencial para sobrevivir.
Cayo en cuenta entonces alzando la mirada para observar al joven con temor ¿y si era de aquellos que llevaba brujos a las hogueras? Se levanto de un salto guardando todo con la misma rapidez con que lo habia sacado -se recupero milagrosamente- exclamó fingiendo asombro.
Cubrio con la palma de su mano su ojo derecho quedando sumido en una obscuridad parcial y mas bien completa, se sentía caer en ella y no poder salir a flote como si sus manos intentando aferrarse a alguna cuerda cercana terminaban quemándose por el roce. El animal mientras tanto se encontraba quieto en sus piernas como arrullado por la melodía que de labios del joven habia escapado.
Sujeto entre sus dedos uno de los amuletos comenzando a murmurar palabras inentendibles en alguna lengua muerta de antaño de aquellas que los vejestorios parecían solo comprender y que en los libros eran ya solo memoria de lo que un dia fue y nadie comprendería jamás, le solto con delicadeza destapándose el ojo para verle andar con aquellos torpes pasos batiendo alas y alzándose algunos centímetros por el suelo, sonrio satisfecho, brujería básica debía admitir, lo esencial para sobrevivir.
Cayo en cuenta entonces alzando la mirada para observar al joven con temor ¿y si era de aquellos que llevaba brujos a las hogueras? Se levanto de un salto guardando todo con la misma rapidez con que lo habia sacado -se recupero milagrosamente- exclamó fingiendo asombro.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Catch me [Alejandro]
Me quedé ahí, parado, cruzado de brazos, cada vez más intrigado. Quizás solo era mi imaginación y el joven solo quería llenarlo de las misma hierbas que había sacado de su morral, pero aquello que presencié no fue un masaje con hiervas cualquiera. De partida el joven cubrió su ojo su verde, el diestro, con la mano, diferente del izquierdo, que era completamente azul, y comenzó a murmurar palabras en un idioma inteligible, que ya había tenido el honor de presenciar más de alguna vez, con el ave entre sus piernas, el cual poco a poco fue recuperando vigor y fuerza. Los amuletos que colgaban de sus manos no eran de adorno, no. Aquel joven era un autentico brujo y tenía el talento que muy pocos tenían. Si el hecho de que fuera analfabeta era cierto, entonces aquel joven podría tener mucho más poder de lo que él mismo imaginaba. Y había un solo lugar donde podrían sacarle todo el partido; El Circulo de la Bruja.
Dejó al ave caminar por su cuenta, apartado la palma de su mano del ojo derecho. Lo observé con detención, tanto a él como a la paloma que ya no cojeaba como antes y trataba de emprender vuelo. Vi sonreír al József, y al mismo tiempo una leve sonrisa se dibujo en mi rostro. La cual no aparté al oír su comentario. Al contrario, una estruendosa carcajada salió de mis labios. Miré de reojo nuestro al rededor, asegurándome de que estuviéramos solos, y así era, el joven lo tenía bien planeado.
- ¡Claro, un milagro! - exclamé alzando los brazos con un claro tono de ironía en mis palabras - Entonces... si fue un milagro... - caminé lentamente hasta él y de golpe me incliné para recoger el libro que traía y ponerme de pie al instante - no te importará que me lleve también éste libro - sonreí, pero al ver la expresión del joven decidí parar el jueguito. No quería que me mal interpretara. - No te preocupes, era broma - dije devolviendole el libro - Pero... tienes un talento, muchacho, y yo puedo ayudarte a pulirlo como es debido, sin tediosas clases de lectura o escritura - añadí - pero para ello debes confiar en mi y seguirme sin titubear - señalé llevando mi dedo indice hasta mis rubios cabellos y jugar con las puntas de éstos.
Ya se me había hecho tarde. Mi idea en un comienzo era ir a casa y pasar un momento con mi madre antes de dirigirme a la reunión que esa misma noche se celebraría en el bosque. Ya el ocaso apagaba la ciudad, pronto anochecería y si el joven estaba dispuesto a ir conmigo. - ¿Estás dispuesto en confiar en un completo desconocido? - pregunté confiado. De seguro el joven se había percatado que en mi no habían malas intensiones.
Dejó al ave caminar por su cuenta, apartado la palma de su mano del ojo derecho. Lo observé con detención, tanto a él como a la paloma que ya no cojeaba como antes y trataba de emprender vuelo. Vi sonreír al József, y al mismo tiempo una leve sonrisa se dibujo en mi rostro. La cual no aparté al oír su comentario. Al contrario, una estruendosa carcajada salió de mis labios. Miré de reojo nuestro al rededor, asegurándome de que estuviéramos solos, y así era, el joven lo tenía bien planeado.
- ¡Claro, un milagro! - exclamé alzando los brazos con un claro tono de ironía en mis palabras - Entonces... si fue un milagro... - caminé lentamente hasta él y de golpe me incliné para recoger el libro que traía y ponerme de pie al instante - no te importará que me lleve también éste libro - sonreí, pero al ver la expresión del joven decidí parar el jueguito. No quería que me mal interpretara. - No te preocupes, era broma - dije devolviendole el libro - Pero... tienes un talento, muchacho, y yo puedo ayudarte a pulirlo como es debido, sin tediosas clases de lectura o escritura - añadí - pero para ello debes confiar en mi y seguirme sin titubear - señalé llevando mi dedo indice hasta mis rubios cabellos y jugar con las puntas de éstos.
Ya se me había hecho tarde. Mi idea en un comienzo era ir a casa y pasar un momento con mi madre antes de dirigirme a la reunión que esa misma noche se celebraría en el bosque. Ya el ocaso apagaba la ciudad, pronto anochecería y si el joven estaba dispuesto a ir conmigo. - ¿Estás dispuesto en confiar en un completo desconocido? - pregunté confiado. De seguro el joven se había percatado que en mi no habían malas intensiones.
Alejandro Moldoveanu- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 06/10/2010
Edad : 250
Localización : Biblioteca de París, Estación de Ferrocarril
Re: Catch me [Alejandro]
Observo como se acercaba y sus manos sujetaban el libro de su abuela con rapidez alzándolo junto con el -¡no!- exclamo con los ojos bien abiertos levantandoce tan rápido como el mismo hombre lo habia hecho el terror de saber que alguien podia quitárselo con tanta facilidad le hizo pensar que debía buscarle un lugar seguro quizá, era no solo un libro de hechizos y experiencias de vida sino un recuerdo de su difunta abuela, un recuerdo que debía perdurar para asi cuando le sentía lejos recorrer con sus manos el lomo del libro y remontarse a aquella época en que la grave voz de la mujer le arrullaba por las noches sobre su regazo.
No tardo mucho en regresárselo asegurando que habia sido una broma no la comprendió porque no habia sido divertido asustarse tanto ¿seguirle sin titubear? Se lo pensó unos instantes suponiendo que si aquel hombre tenia malas intenciones mas fácil hubiera sido dejarle en manos de a quien habia hurtado y casi abofeteaba su rostro sin apice de remordimiento, como si fuera el castigo mas obvio y justo ¿era acaso un juez para decidir aquello? Habia recuperado su pertenencia de agradecer y ser menos despistado la próxima vez.
¿Lo estaba? Asintio con tranquilidad guardando sus pertenencias en el morral que colgaba de su hombro ahora pesado –aunque te advierto- murmuro intentando sonar aunque fuese un poco intimidante –puedo hacer una docena de hechizos para protegerme si intentas algo malo- ¿era verdad? No demasiado conocía lo básico, como curar heridas diminutas, prender fuegos a objetos , premoniciones y aquellos tipos de cosas.
¿Seria a fin de cuentas buena idea seguirle? No estaba seguro pero su instinto le decía que debía hacerlo, encontrar el lugar que le mencionaba sin mencionar, al que le invitaba sin ser invitado debía ser un lugar importante si debía mantenerse acallado inclusive para el, un brujo ¿Qué diría un brujo a una autoridad? ¿Qué daño podia hacer un ladronzuelo mas alla de despojar de las pertenencias? No era un asesino que aberrante era aquello, no podría en ningun caso quitarle la libertad a otro eternamente como si ningun valor pudiera intercambiarse por víveres o un techo.
-confio en ti- le indico a modo de respuesta para que le llevara intrigado por lo que pudiese seguir a continuación.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
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