Let the devil in || Privado

por **Annika Lindstrøm** Sáb Abr 02, 2016 10:23 pm

“The devil's finest trick is to persuade you that he does not exist.”
― Charles Baudelaire, Paris Spleen

―Vamos Ethan, por una vez en tu maldita vida, se puntual - Aquel pensamiento rondaba la cabeza de la dama, cuando, impaciente, tamborileaba los finos dedos sobre su brazo contrario. No hacía mucho que lo conocía, algo en él la atrajo como mosca a la luz, su personalidad envolvente, su encanto innato, el olor a muerte que despedía como fragancia seductora, el peligro y la obsesión. Algo en ella le decía lo que era, y sin embargo no daba media vuelta, las salidas nocturnas y la falta de contacto durante el día, la forma tan calmada de hablar como si el tiempo fuera algo inaudito, aburrido.

Claro que le había atascado con preguntas, pero todas se respondían de la misma manera, palabras monocromáticas hechas solo por con el afán de dejarla tranquila, una media sonrisa galante... hasta que lograba sacarlo de sus casillas y entonces ella se acomodaba triunfante.

Un misterio, eso era Ethan, y por tanto, una especie de imán para la morena. Allí estaba, atendiendo nuevamente a una cita, si es que podía llamárseles de esa manera a la clase de encuentros que sostenían, ella le coqueteaba y se dejaba seducir. Hoy esperaba mas, respuestas a todas las interrogantes que sabía él conocía, solía ser perseverante.

Su mirada se fijó en aquella imagen que ahora era tan familiar, torció la boca y resopló con molestia, el tacón resonó en el piso de mármol formando un eco cuando sus pasos se dirigieron hasta él ―Comienzo a hartarme de tener que esperarte - lo tomó por el codo y lo jaló con brusquedad obligándolo a ofrecerle el brazo y así poder entrar a su lado ―Le calife de Bagdad no me importa realmente si es algo que ya has visto - soltaba retazos, pequeños comentarios que dejaban entrever que conocía su verdadera naturaleza, lo sospechaba, lo esperaba en realidad. Buscaba, quizás, que la muerte le sonriera.

Entraron por fin al palco reservado, la obra ya había comenzado, y sinceramente, a Taylor podía importarle menos ―¿Porque tardaste tanto? ni siquiera se por que me molesto en asistir cada que recibo una nota tuya - mentía, sabía exactamente la razón, y aunque no lo confesara, lo esperaba con ansias. Habló en un susurro, su mirada fija a los actores sin poner realmente atención a lo que pasaba, su presencia la abrumaba.

por **Ethan Montagne** Dom Ago 21, 2016 10:44 pm

El poder lo había corrompido. Los gritos de agonía, las súplicas y las lágrimas de sangre que derramaban sus víctimas, eran la sinfonía que su mente reproducía, una y otra vez. El tiempo, había hecho estragos con su mente. Era un rompecabezas con piezas perdidas. Se había visto obligado a encajar las existentes a la fuerza, de forma que nadie, ni siquiera él, podía comprender. No sabía por qué continuaba citando a la humana, cuando habían cientos de corderos a su alrededor, dispuestos a morir en sus manos. No es que fuese a preguntarles si les apetecía ser sacrificados. La obra que se presentaba esa noche en el Palacio Royal, no era algo nuevo para ver. A Ethan se le antojaba aburrido. Desde que se convirtiera en el Consejero del Rey de Francia, sin embargo, era común verlo en dichos eventos. Quizás por ello, había invitado a Taylor. Quizás, simplemente, quería llevar el juego a otros extremos. – Asistes porque esperas que algo nuevo y aterrador te sorprenda, así que calla y observa. – Si era inteligente, la joven obedecería. Esa noche en especial, el vampiro estaba fuera de sus cabales, como sucedía siempre que Mavra salía en escena. Habían pasado muchos años desde que se midieran. Verla, tan imponente y regia, como si fuera la mismísima reina; le había jodido, si era posible, en mil formas más la cabeza. Era mejor irse con cuidado con él. Se podía leer en su mirada, que estaba a un paso de dejar salir a sus demonios.

Si existía un maestro en el arte de usar la ilusión, ese sin duda era Ethan. Se había visto obligado a usarla sobre él, debido a los estragos que hizo el Sol sobre su piel. Mantenerla sobre sí y usarla como arma contra sus contrincantes, había requerido una paciencia de la que pocos podían disponer. Por ello, conforme la obra fue avanzando, el escenario también lo hizo. Ante ellos, sacado de su retorcida mente, se encontraban cientos de cabezas clavadas en picas, cada una enterrada profundamente en la tierra. No era una ilusión al azar. El vampiro estaba reproduciendo los rostros de cada una de sus víctimas, mismas que había torturado para plasmar tal perfección. Sin embargo, era la primera en la fila la que haría jadear a su acompañante, pues era a ella a quien prometía anexar a su colección. Si estaba jugando o no, era difícil de discernir. Sus comisuras se estiraron en una macabra sonrisa, dejando entrever sus colmillos, afilados y largos. – ¿Confías en mí, Taylor? – La cogió de la mano, la piel era tan suave y frágil. Expuso su muñeca y, cuando la llevó hasta su boca, el latido seductor le invitó a beber de ella. – Puedes intentar escapar o disfrutar. Tú decides cómo quieres que sea. De cualquiera forma, te prometo que te divertirás. – Y vaya que lo harían, pensó, mientras depositaba un beso que parecía todo, menos sincero.

por **Annika Lindstrøm** Vie Oct 14, 2016 5:57 pm

“If you don't stand for something you will fall for anything.”
― Gordon A. Eadie

―Lo dices con una seguridad que me sorprende, deberías de atreverte a leer mi mente para entonces conocer el motivo por el cual siempre regreso a ti - lo decía burlona, sarcástica, como aquella niña caprichosa que era, se arremolinó en el asiento y se mordió el labio inferior, lo miró de reojo, realmente esperaba que no se tomara tal invitación, de lo contrario... la piel se erizó, no era capaz de pensar en ello si quiera.

Volvió a fijar su atención en la obra, aunque en realidad, su mente volaba sin ser capaz de retener pensamiento alguno. Aquello ocurría siempre que se encontraba en su presencia y hasta el momento, no estaba segura de si era obra de los poderes que tenía Ethan como inmortal o era solo su nerviosismo en la mas pura expresión.

de pronto, su ceño se frunció, se separó un poco del respaldo recargando las manos en el filo del balcón de aquel palco que ocupaban, la gente comenzó a gritar de sorpresa, aplaudían ante las imágenes grotescas, las señoras se cubrían el rostro con sus abanicos horrorizadas y los caballeros celebraban el cambio drástico en la obra. Los actores se veían confundidos, pero todo encajaba a la perfección como para que aquello pareciera parte de alguna modificación a la obra.

―Ethan, para ya... - pronunció sin premura y sin quitar la vista de la escena, de alguna manera sabía que esto era su creación; sus ojos recorrieron los rostros en las estacas -en su mayoría féminas- hasta que uno la hizo ahogar un grito y recargarse nuevamente en el respaldo de su asiento. Giró el rostro hacia él cuando éste la tomó por la muñeca ―Si pretendes que huya despavorida... deberás esforzarte aún mas - estiró el cuello y por voluntad propia expuso mas la piel de su muñeca, aquel beso frío le dejó una sensación de ardor sobre la piel.

―¿Quieres escucharlo? bien... confío en ti, aquello... - con la cabeza señaló el escenario, ese donde segundos antes era su cabeza la que estaba expuesta ―...se que lo haces solo para probarme ¿debo tomarlo como una advertencia? - resopló en una risa muda y rodó los ojos en blanco ―Por favor Ethan - se acercó a él, acortó la distancia hasta que sus labios rozaron el oído del vampiro ―Lo bueno de creer en Dios, es que sabes de lo que es capaz el diablo -

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