-Impaciencia, un defecto convertido en mérito /libre.

por **Miles Walker** Jue Abr 07, 2016 8:34 pm

El enorme gigante de madera, avanzaba con rapidez por las aguas que le sostienen y el golpeteo del mar contra el casco, golpetea,como los ecos de los lamentos de tantos trabajadores que lo construyeron.

Una reminiscencia que muestra la desigualdad entre los hombres que sólo pugnan por una diferente oportunidad de mirar la vida. Los ángulos o las aristas son esas diminutas formas que permitían darle una existencia llena de lujos a unos y a otros, de penurias y excesivos trabajos. Y paseándome entre la cubierta frente a los camarotes, me encontraba un tanto frustrado e inquieto por lo acontecido a mi alrededor.

Necesitaba una dosis de adrenalina, quizá encontrarme con uno de mis viejos camaradas de colegio que pudiera auxiliarme a salir avante de esta situación que me crispaba los nervios y me hacía pensar que por una vez en toda mi existencia tendría el control. Desafortunadamente el paseo no tenía nada de agradable. La tía Rose estaba involucrada en un problema financiero y había decidido que la acompañase a como diese lugar.

Había jurado gastar hasta el último penique para que la demanda en su contra no tuviese una resolución que implicara una pérdida de dinero y sobre todo, de renombre. Mi compañía supuestamente era primordial y no por un asunto de rebeldía la pondría en riesgo y mucho menos si es por culpa de uno de sus capataces. Esos que no la quería y que se habían dado cuenta de muchas cosas...

Ahora mismo estaba una niña llorando , crispándome los nervios. Parpadeé y me pregunté si no debería mandarla callar. Pero estaría pecando de frívolo y eso no iba conmigo. Debía ser más paciente.

El viento alborotaba un poco mi cabello y pasé mi mano sobre él para acomodarlo de forma descuidada hacia atrás. Algunos mechones rebeldes regresaban a mi frente y me obligué a dejarlos ahí. No tenía sentido reacomodarlos si éstos no desean obedecer mis órdenes. Una sonrisa divertida apareció inconscientemente en mis labios y caminé con las manos dentro de los bolsillos en total desenfado por el pasillo, mirando hacia un lado y al otro buscando algo interesante qué hacer..

El carrito de los dulces venía en mi dirección. Era costumbre en algunas embarcaciones que un joven empujara dicho vehículo con algunos dulces, comida e incluso café para vender entre los miembros de la clase alta. Entrecerré los ojos eligiendo de inmediato lo que quería. Me hice de un plato con un pastelillo de fresa y nata, le corté con cuchara rápidamente y llevé un bocado a mi boca. En verdad estaba delicioso.

por **Annika Lindstrøm** Lun Abr 11, 2016 7:47 pm

“Then all collapsed, and the great shroud of the sea
rolled on as it rolled five thousand years ago.”
― Herman Melville, Moby-Dick; or, The Whale

Su padre tuvo que rogarle que tomara las maletas y acompañara a su madre, esta ya estaba cansada de tanto llorar suplicándole que viajara con ella, y Taylor, bueno, ella no removió sentimientos, no se tocó el corazón por la pobre mujer que casi de rodillas y con el alma en las manos le pedía -sin atreverse a ordenarle- que no la dejara viajar sola, que este fuera un momento de reencuentro para ambas.

¿Tanto así odiaba a esos que la criaron y la trataron como propia? no, no podía llegar a odiarlos precisamente por ese motivo, pero si que estaba resentida ¿tanto así se creyeron sus dueños? pero eso, no es tema que concierna en este momento.

Ahora estaba en el navío, aquel que parecía ir sobre el mar como mujer contoneando las caderas ¿acaso intentaba seducir al océano con tal de que no la hundiera? el pensamiento por si solo le sacó una media sonrisa. Llevaba el cabello recogido en medio moño, permitiendo que la mitad de su melena ondulada cayera sobre los hombros descubiertos, inclinada sobre la baranda que impedía cayera y fuera engullida por el caprichoso mar -aunque un movimiento en falso y sabía que él ganaría-. La sombrilla de tela color hueso la protegía un poco de los rayos del sol, que al parecer calentaban mas en alta mar que sobre tierra, el aroma a sal destapaba cada poro de su cuerpo y de alguna manera la liberaba de todo; de su padre, su madre, su pasado, de Ethan, de todo.

Cerro los ojos y se dejo llevar, sintió la calidez sobre su piel y se preguntó ¿lo extrañaría? pero aquel banal y estúpido pensamiento se vio interrumpido por la voz jocosa y de timbre agudo de un muchacho con pecas en la cara ―¿Señorita?... - Taylor abrió los ojos con molestia y los clavo en el azul profundo del mar ―¿Señorita? ¿no quiere algo de comer señorita? - con desgano giró sobre sus talones cerrando la sombrilla y apoyando la punta de madera sobre la cubierta ―¿Porque la insistencia? - la mirada de Taylor reparó el joven de cabellos dorados que se encontraba junto al carrito y después sentenció a aquel pobre muchacho pecoso quien solo pudo ponerse colorado y agachar la vista ―Bueno, yo... es que creí... usted - la morena suspiró y agitó la mano en el aire ―Ya, no importa... - tomó uno de los bocadillos y se lo llevo a la boca.

Taylor no era de comer cosas dulces, pero en aquel momento, le pareció prudente ingerir un poco de azúcar, quizás así no se vería tan amargada como Ethan solía decir que era, borró de inmediato el pensamiento de su mente y clavo la mirada en aquel joven que se quedó disfrutando de su postre no muy lejos de donde ella estaba. Tenía esa manía, fijar la mirada en alguien con tal de hacerse notar, o incomodar al contrario.

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