Un Día Común En Nuestra Doble Vida {Privado}

por **Haniel** Vie Abr 08, 2016 9:08 pm

. Sin importar que, el Mercado ambulante siempre estaba concurrido con cientos de transeúntes, algunos caminaban hacía la iglesia otros venían de ella, pero siempre pasaban por ahí, haciendo del lugar un sitio para la venta de infinidad de artículos, desde verduras y huevos, hasta reliquias y objetos supuestamente mágicos. Él mundo en el que quería me desarrollaba y continuaba desarrollándome, en ocasiones mostrándome en ocasiones no. Era raro, no estaba viva pero tampoco creo que esta muerta soy algo así como un ser atrapado a medias. Miro un poco a los gitanos que caminan en el mercado, esos se encargaban en su mayoría de eso, vendiendo talismanes o joyas que decían tenían poderes místicos.

No me constaba pero las chicas que pasaban a mi lado susurraban un

Huele rico
Para nada. –se quejaba su acompañante –huele mucho a esas hierbas.

Arrugo la nariz e hizo ese gesto molesto como si espantara una mosca. Sonrio triste mirándolas, lo que daría yo por poder oler cualquier cosa. El viento del otoño se había encargado de rematar a las debilitadas hojas para que éstas se rindieran al hechizo del suelo y levantaran el aroma de la naturaleza muerta. Oh eso era lo que creía porque era una linda forma de describir todo lo que admiraba pero ya no podría sentir ni oler ni … ¿Acaso esa chica me miraba? Sin mucho actando como cualquier ser viviente camine hacia ella.

Hola

Salude sonriéndole moviendo mi mano frente a ella. Mi asentó aun es extraño a pesar de tantos años, bueno es que no hay mucho con quien platique. Mmmh... Es linda, con una cálida aura verde, me le quedo mirando un poco mas. Hay algo mas dentro o fuera, o rodeándole.

Sabes, me pareces conocida, pero eso es imposible. ¿Te agrada el mercado?

Es imposible que le conozca, hace más de 40 años que estoy muerta pero estoy casi segura que ella me escucha, que ella me puede ver porque asi lo quiero y asi lo permite sus habilidades.

por **Eydís L. Arnardöttir** Dom Nov 27, 2016 5:19 pm

Pasear por el mercado era algo que, en ocasiones, podía llegar a agobiar a la muchacha. Los olores despertaban en ella sensaciones que no recordaba haber experimentado y que propiciaban que a su cabeza acudieran imágenes de escenas que no había vivido. Escenas directamente extraídas de lo que ella consideraba sus propias pesadillas. Esa noche, como cualquier otra de su vida, no había conseguido dormir más de dos o tres horas seguidas. Su cuerpo ya se había acostumbrado a esa falta de sueño y había aprendido a vivir con la escasa energía que las noches tormentosas le brindaban. Fuera como fuera, a pesar de todo eso, la joven se encontraba paseando por ese lugar, dispuesta a comprar algunas cosas que eran necesarias.

Y es que esa era la forma que tenía de pagar por el hospedaje y la protección que le brindaba el amigo de su familia en París. Hacer los recados, encargarse de limpiar la casa…Esas tareas eran el único pago que podía ofrecer y aunque sabía que no era necesario que se ocupara, le ayudaba a no pensar en nada más que no fuera lo que estaba haciendo en ese preciso momento.

Paseó su mirada por los allí presentes y pronto sintió un escalofrío. Clavó sus ojos en una muchacha en concreto, alguien que había llamado su atención e intentó averiguar si la había visto en otro lugar. No podía fiarse de su mente ni de sus recuerdos, puesto que ambos confabulaban para perturbarla, para confundirla. Muchas veces no distinguía entre realidad y ficción, sobre todo cuando una de sus pesadillas la atrapaba. Se pasaba el día cuestionándose si realmente lo que ocurría era parte de su día a día o se trataba de otro macabro juego de su cerebro.

─No es la primera vez que me ocurre eso─confesó la muchacha, desviando su mirada, algo avergonzada, hasta las manzanas que había en el puesto en el que se encontraba. Pagó unas cuantas y se llevó una a la boca. De repente se le había abierto el apetito, aunque quizás fuera porque no había ni siquiera desayunado y el sol ya estaba en lo alto del cielo.─Creo que no te conozco─comentó, aunque nunca estaba segura de poder afirmar algo así con total seguridad, y no sabía por qué.─El mercado de París es muy variopinto, todavía no me acostumbro a la cantidad de víveres que puedes encontrar en él─añadió ─Me llamo Eydís ¿y tú?─le preguntó.

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