No es una noche común [privado Lisbeth]

Recién cambiaba de  residencia, necesitaba un lugar más centrado; aunque prefería mil veces los lugares alejados por su condición en la que la libertad y la flora eran alicientes más exquisitos que la vida mundana. Los preparativos para su nueva morada habían sido cuidadosamente dispuestos, una casa enorme, casi una mansión digna de su gusto que era por demás exigente. No era amante de las pretensiones pero sabía valorar lo que había ganado y sentirse orgulloso de aquello, los dorados y lo fino desbordaban por la casa pintada de vino tinto. Tras descender de su coche y traspasar las puertas buscó un trago, una enorme casa vacía no lo deprimía, ya no, pero en ocasiones  como esa, hubiera querido tener una opinión femenina; complacer  a las mujeres era como un vicio para él, uno del cual se había estado privando. Su empleado de confianza, un hombre alto de mediana edad llamado Luis se acercó sacándolo de sus pensamientos. Él que se había convertido en su mano derecha, después de su tío.


—Joven sea bienvenido a su nueva casa, ya está todo dispuesto, las habitaciones como los empleados — El hombre que tenía en frente hablaba de una manera mecánica a veces, que a él personalmente le daba mucha gracia y solo escucharlo hacia que aflorara una sonrisa en su rostro juvenil, porque para todos los que no sabían sus secretos era un joven inteligente que tenía muy bien puesta la cabeza, eso, por sus negocios y madurez que para los demás era increíble a su edad.



—Me alegra escucharlo, porque cuando regrese espero poder recostarme en mis aposentos y dormir tranquilamente — Mencionó y después de beber solo uno  sorbos del licor dejó la copa y  se dirigió a la puerta.


— Pero joven acaba de llegar, disculpe mi atrevimiento pero la comida ya está lista para usted — Su hablar mecánico hacia sonreír al joven Matt y mientras negaba ligeramente con la cabeza le habló de una manera serena a su empleado.

— Quiero conocer mejor  vivir tan aislado me hace ser un desconocido de mucho, no se preocupe comeré cuando retorne, no me siento bien encerrado y lo sabe usted muy bien.

Sin afán y con los movimientos propios que lo caracterizaban, decidió recorrer sin coche la zona, las calles, llenar su olfato de los nuevos alrededores, empaparse con el aroma y el ambiente, tal vez arribar en un lugar social que le habría recomendado algún miembro de su clase con antelación.

Al observar todo a su paso; las mujeres hermosas que adornaban muchos de los lugares, le llamó la atención una en especial, como sabia las mujeres no podían  pasearse solas, siempre iban en compañía de una mucama al menos, por eso aquella mujer que lucía como una fina dama y que poseía una belleza enorme, le provocó cierta curiosidad instantánea entre las demás personas que se paseaban por las calles de parís. No  tenía por qué interesarse en eso, pero su aroma le era familiar, era el de una vampiro y lo comprendió entonces, tanta belleza, rostro pálido y labios rojos, no podían ser de un  humano. Sin ningún disimulo se quedó mirándola al otro lado de la calle, como aborrecía a esos seres, pero debía admitir que sabían atrapar  el interés ajeno.

Había dejado a su mozuelo esperándola en el carruaje y es que le encantaba sentir la libertad de moverse a pleno gusto por París. Avanzaba a paso lento, pausado y elegante, disfrutando del ambiente que la rodeaba.

Mujeres y niños paseaban de la mano, alguna que otra pareja se cogían del brazo y en su mayoría eran seguido por sus mozuelos, que lo ayudaban con empaques o simplemente estaban al tanto de lo que necesitasen.

Ella en tanto solo había salido a caminar, su vestido color nácar arrastraba por el piso, ajustado en su torso y pomposo en la falda, el brocado y seda china color marfil se perdía en tono de color con su nívea piel, pero contrastaba con las ondas doradas de su cabello y el celeste de sus ojos felinos. Se detuvo sobre sus pasos al observar una vitrina que exponía unos lindos guantes de piel adornados con visón. Sin duda eran costosos, pero no era problema para su presupuesto, Lisbeth era sin duda una mujer excelente en cuanto a tema de negocios y a pesar de que aquello le ocupaba mucho de su tiempo libre, le permitía darse los gustos que le vinieran en gana. Aquellos guantes serían uno de ellos, eran realmente hermosos y ocultarían de forma excepcional lo gélido de su piel. Mezclaba en gusto de lo refinado con la practicidad.

Decidida se tentó a ingresar a la tienda, sin embargo su instinto le hizo notar que estaba siendo observada. Se giró disimuladamente buscando con su vista a la persona o ser de quien era presa visual y fue entonces que lo vio, un joven de no más de veinte tantos años la mirada sin recato ni pudor. No pudo ocultar una sonrisa de soslayo ante el atrevimiento de éste sin duda sería una buena presa para más tarde, ya empezaba a darle sed el verlo tan campante, como ya no podía pasar desapercibida sin más le saludó de forma educada, bajando su rostro a modo de reverencia, para luego escabullirse dentro de la fina tienda.

Nunca rehuía a un juego  y ese le parecía por demás motivador y entretenido,  no sabía si ella tenía conocimiento de él y su verdadero ser, pero el sí tenía esa ventaja, su olfato la delataba, más sin embargo no por eso  dejaba de observarla un tanto curioso. Para él, solo asesinos provenían de esa  especie, ¿estaría buscando a que persona inocente asesinar? Era algo duro en sus pensamientos pues sabía  que él no era ningún santo,  cuando estaba en descontrol también arrasaba con las personas que hubiesen a su paso, pero no lo podía evitar, eso lo controlaba y no estaba en sus manos, caso contrario con otros, ellos mataban sin ningún sentimiento ya que  no tenían alma ni remordimiento.

Sus pensamientos lo llevaron al mismo punto que venía rigiendo su vida en los últimos veinte años, es mejor no provocar al enemigo y menos descubrirse ante ellos en ese orden de ideas sonrió de manera cálida correspondiendo a la reverencia de la mujer que licia impecable con toda su educación al aire ante ella. Parecía que era algo divertido, por eso, entró también a aquella tienda, mientras pasaba estantes la figura femenina aparecía al otro lado y el seguía recorriendo el lugar buscando su aroma hasta tenerla justo en frente, de nuevo una educada sonrisa apareció en sus belfos y esta vez se acercó.
—Buenas noches, señorita,  disculpe mi atrevimiento, pero, ¿no nos hemos visto antes?, su rostro me parece ligeramente familiar —
Emitió esas palabras en un tono firme y agradable que denotaba su esfuerzo por entablar una conversación amena y casual  con la fémina.

La tienda era todo lujo, algo que a Lisbeth le encantaba. Dejó su abanico en su cartera y comenzó a caminar por  los pasillos, deteniéndose a ratos para observar y tocar cuanto objeto llamativo se cruzaba por su vista, la cuál era muy aguda. Tan aguda como su instinto que le indicó que aquel jovencito la había seguido hasta ingresar tras ella en la tienda.

" qué tenemos aquí?... a alguien se le perdió el camino a casa?..."

Sonrió para si dejándose admirar, dando miradas fugaces de ve en cuando y riéndose de forma sutil y coqueta, tal cual una niña caprichosa. Sabía lo atractiva que podía resultar para los humanos, su piel de porcelana perfecta, sus labios rojos y tentadores, su mirada felina de un aguamarina claro y sus cabellos color sol.

No era ingenua y creía sospechar el porqué aquel hombre había ozado ir tras ella y aunque quisiera intentar evitarlo, tal vez podría divertirse con él. De un instante a otro la osadía del muchacho fue más allá de simples miradas furtivas y se atrevió a  entablar charla.

-Buenos noches... disculpe, pero... creo que me ha confundido con alguna otra persona...hace mucho que vivo en París y nunca había visto su rostro...

Lisbeth esquivó repentinamente su mirada hacia el cuello del joven, algo en esa persona era extraño, pudieron ser tal vez sus ojos, con un brillo en particular. Se sintió algo alterada y no sabía como afrontar la situación, no era adecuado ser descortés.

Algo pasó entre visto y no visto, la chica de pronto se notó tensa, pero él por su parte conservaba la misma calma del comienzo, un vampiro, tenerla tan cerca mirando sus inexpresivos ojos carentes de brillo, era algo nuevo, tal vez por esa razón había decidido ser tan osado y hablarle — Disculpe usted mi error, se parece a alguien que conoció hace un tiempo, pero ya puedo darme cuenta que no es usted — inclinó un poco su cabeza en señal de reverencia para después incorporarse, eso no había terminado, apenas creía que era el inicio — Permítame presentarme, soy Matt Crawford a sus pies , no está de más conocer a las familias de nombre, porque… Solo con apreciar su belleza podría decir que es una persona noble, ¿o me equivoco señorita? — sus ojo se mantenían clavados en las orbes ajenas.

Fue una de esas platicas normales, pero aun así, era sumamente entretenido jugar a ser amable, acababa de descubrir que también podía ser ese tipo de persona, las moralidades de esa época , los yugos y las aparecías, hacían que las personas incluso odiándose, se hablaran como si fueran íntimos y en el caso dado que una persona cayera en desgracia perdiéndolo todo, eran los supuestos amigos los primeros en volver la espalda y criticar. Siempre pensó ser diferente, alguien que decía exactamente lo que pensaba, pero eso le había traído algunos problemas, más con los burgueses y debió adaptarse a las formas mundanas, a veces detestaba todo eso, pero en el caso de seres sobrenaturales, las cosas eran mucho peores para él, había visto un par de vampiros nobles, pero siempre los evitaba en pro de que su odio no se notase , siendo estos de la realeza, no podía hacer demasiado ¿Por qué hablaba con ella entonces?¿ su belleza lo había cautivado de alguna manera? Eran las interrogantes.

Sintió una punzada de placer al escuchar las palabras del hombre, las que llegaban danzarinas a sus oídos. Él pensaba que podía seducirla con halagos y estaba bien, a Lisbeth le gustaba crear esa atmósfera de admiración alrededor suyo. En comparación a las mujeres humanas ella era de una belleza considerable casi etérea y podría decirse que en cierto modo era la realidad.

Se limitó a bajar su rostro haciendo una perfecta actuación de timidez inocente.

-Me parece que está exagerando señor Crawford... sólo soy una dama que se preocupa de mantener en auge los negocios heredados de su padre...

Sabía que las palabras del humano eran dirigidas por su apariencia y vestuario refinado, pero sabía muy bien la diferencia entre una dama de la realeza y una que había forjado su fortuna a través del tiempo y con trabajo perspicaz.

-Soy Lisbeth Vaughn...

Hizo un gesto de saludo sin dejar de actuar de aquella forma tímida, que a tantos hombres le gustaba. No cabía duda que Matt Crawford podía ser uno de ellos. Era bastante atractivo, joven e impetuoso; la había seguido hasta allí sin vacilar un segundo.

sus ojos aguamarina se posaron en su cuello, en especifico aquella yugular gruesa y palpitante. Podía percibir como la sangre pasaba por ahí, su calor y textura viscosa, su sabor metálico... podía sentir la punta de sus colmillos asomarse lentamente y de forma discreta.

-De donde es usted?...de verdad no lo había visto por estos lugares.

Una sonrisa afloró de sus comisuras ante las palabras de la joven aparentemente doncella que tenía en frente, sin duda era un juego que podía confundirlo y llegar a pensar en su momento que se trataba de una simple mujer  con enorme belleza, en sus adentros quería llegar al final, no sabía por qué, pero así era, claro, esto sin dejarse  confundir en demasía por los encantos que de una mujer  humana le hubieran parecido irresistibles e imposibles de olvidar.

—He oído de usted señorita, ahora que menciona su nombre no ha sido demasiado, pero el mundo es muy pequeño y la sociedad también, también pertenezco a los  desafortunados sin padres que deben subsistir por su cuenta, así que… — acotó las apalabras acercándose un poco a la mujer.
— … tenemos algo en común, es agradable saberlo, me gustaría reunirme en algún momento con  usted, si no es demasiado atrevimiento,  he pasado  mucho tiempo viviendo en zonas menos pobladas aunque  si  he viajado mucho por mi negocio.
Sonrió tapando sus labios con el puño cerrado como si evitara que le vieran en aquel gesto, claro, era notorio y no se podía ocultar , sin embargo siempre hacia eso cuando caía en cuanta de ciertas cosas y estas, le causaban gracia — Siento mi actitud, parece que me he desacostumbrado hablarle a una dama, y aquí estoy — extendió los brazos  en un además de desconcierto pero en él se veía más bien una señal de comedia  —... Siendo demasiado directo con usted, seguro pensará que soy muy atrevido ¿me equivoco?

Volvió a soltar una risita jocosa ante la actitud del hombre. Se notaba que era un adolescente que podía sorprender de forma fácil y predecible. Volvió a observarlo sin perder su actitud de mujer tímida, rondando en lo virginal, había algo en él que le llamaba la atención.

-Desafortunados no es como describiría mi situación... sino más bien como la de una sobreviviente...usted entenderá, para una mujer no es fácil hacerse un camino entre tanto hombre... especialmente en esta época.

recogió un mechón de cabello para acomodarlo tras su oreja de forma coqueta. Ya era casi inevitable, a cada segundo aquel cuello fornido se le hacía más apetecible. No podía dejar que se le escapara, no en esas circunstancias en que él parecía estar de lo más embelesado con ella.

-Si... podríamos conversar sobre nuestras vidas, se ve que usted es un hombre de muchas historias señor Crawford.

Le dirigió una de aquellas miradas, que pocos eran capaces de evitar. Lisbeth comenzaba poco a poco a lanzar su red, activar su atractivo don de conquista no era algo complejo, no para una vampiresa antigua como lo era ella.

Clavó su mirada en ella, notando que no le era poco llamativa la propuesta, se cuestionó si obraba bien ¿Qué estaba pensando?, corría el riesgo que le agradara un vampiro, no pensó que le sucediera ni en mil años, así que con esa firme convicción simplemente dejó avanzar las cosas más y más a ver hasta dónde podría llegar, siempre sería una experiencia interesante para recordar .Ya era un adulto, pero se comportaba tan inmaduro en ese momento como la edad que aparentaba no solo esa edad, de menos se podría decir.
Al escuchar las siguientes palabras pronunciadas por  la mujer, no pudo evitar recordar la muerte de su madre y también como perdió para siempre  a su padre, seguro al recobrar a la conciencia  habría lamentado todo el suceso y se habría quitado la vida, suponía eso pro que jamás volvió ni al estar en condiciones para recordar que tenía un hijo, esos hechos navegaron por unos segundos en su mente, había sobrevivido  tenía una gran fortuna. Despejó su pensamiento volviendo su atención a la dama.

—Sé perfectamente …—entrecortó sus palabras , le era difícil hablar de ello con quien fuese y más con alguien como ella —… de lo que habla, sobrevivir  es lo único que queda, tiene razón es más difícil para una mujer ¿tendrá usted parientes?
Notó que habían permanecido todo ese tiempo en el medio de la tienda,por supuesto las personas hablaban de más y se quedaban viviendo ,no tenía ni la menor idea por que, ya que era perfectamente normal que unas personas de su clase hablasen de esa manera — Usted … también se ve como alguien que tiene mucho que contar señorita Vaughn, pero podría ser en otro lugar ya que al parecer importunamos a  las personas.

El hombre deseaba saber más sobre ella, no era novedoso y no se lo daría fácil. Le dio la extraña sensación de que era un hombre hecho de esfuerzo, sudor y lágrimas. Pero su apariencia era de un ser acaudalado y con labia de conquistador, de seguro era algo común el abarcar diversas señoritas por los lugares donde viajaba.

-Entiendo entonces que usted también debe haber realizado muchos esfuerzos y sacrificios para llegar donde se encuentra ahora.

Observó a su alrededor tras escuchar lo que Matt comentaba, era cierto; llamaban la atención y es que no parecían menos que dos "humanos" comentando sobre la vida, sus historias y tal vez hasta flirteando un poco. Aunque en la realidad ella sabía que todo era una actuación, al menos por su parte, ya que lo único que deseaba era hincarle el diente sobre aquel cuello fuerte y juvenil. Le daría una oportunidad de decidir su destino, aquel rostro atractivo y su actitud osada merecían algo más de tiempo, quizás.

-La verdad es que me gustaría seguir conversando con usted, pero creo que es demasiado inoportuno a estas horas de la noche, como comprenderá, no estoy acostumbrada a pasear con extraños a estas horas...

le miró de reojo, percatándose nuevamente de aquel brillo extraño en sus ojos, que lo hacían ver como si no fuera un humano normal. Se alejó de él unos milimetros ya que su instinto nuevamente le advertían de algo poco usual.

-No quisiera mirarlo en menos, pero podría ser peligroso caminar por calles oscuras... mi carruaje está esperándome y no debo tardar.

Y así era, ya era tarde y para ella la hora de diversión comenzaba, si se iba junto a él no podría controlarse a seducirlo y beber de él hasta que solo quedara el aire en sus pulmones. Pero sólo era un niño, comparado con ella, un niño de carne tierna, pura y sangre fresca y ardiente.

Por supuesto esperaba una respuesta negativa, ya que las cosas apresuradas no venían al caso en una mujer,  aunque fuera para aparentar  ser una mujer común, sabía que lo más sensato que podría hacer era decir que tenía algo más que hacer. Esperaba que la misma señorita que le miraba con algo de encanto fuera quien diera fin a ese cortejo tan inusual de su parte, ponía empeño en las cosas, por eso a veces le era difícil dejar algo sin terminar y tenía que ser la otra persona que lo hiciese o seguiría y seguiría sin detenerse.
Los sonidos, las personas, todas parecieron quedarse quietas  por  un segundo mientras él pensaba y esperaba por una respuesta conveniente de la dama, se encontró deseando que ella le dijera que no podía salir con él a ningún lugar diferente.

—Es verdad eso, lo siento, creo que es algo bastante prematuro  pedirle esto. Hizo una leve reverencia con su cabeza — si debe marcharse, entonces solo la acompaño hasta su carruaje, me parecieron momentos agradables hablar con usted, seguro nos veremos en otra ocasión, parís es…—levantó su mano que portaba guantes blancos, en un ademan  que usaba cuando trata de pensar una palabra adecuada  para describir algo —…Muy, ¿pequeña?¿diminuta? ,sí, es la palabra correcta, no le perderé el rastro.
La última oración la dijo con una sonrisa tenue en sus comisura,  dio la vuelta y se encaminó hacia la salida, se dio cuenta que la señorita no le seguía  y la esperó para acompañarla hasta su  carruaje.
Al voltear y ver  a la mujer  volvió a caer en lo de antes, observar ese tono de piel y esos labios no le hacían bien, por lo que de inmediato  desvió sus orbes a la puerta.

— ¿Viene usted?

Lo observò excusarse de forma pueril y no pudo evitar soltar una risita que cubriò con sus dedos enguantados de forma elegante. Le miró los ojos claros como tratándo de leerlo, pero nuevamente aparecía ese brillo extraño.

-No se ofenda, pero es lo debido...

Matt tenía algo, no podía saber si era bueno o malo, pero algo en él no era común. su gesticulación delataba su edad y sus intensiones. Él se sentía atraído por ella, lo sabía sin duda y lamentaba el no poder complacerlo como él deseaba. Su corazón actuaba extraño desde hacía unos días y no estaba preparada para aceptar a cualquiera.

-Claro, París es un pañuelo, no sería novedad que nos topáramos por ahí.

Escuchó nuevamente su voz prometerle acompañarla a su carruaje, así el cómo deseaba volverla a ver, prosiguió a avanzar por la tienda y esperarla expectante en la puerta.

-Muchas gracias...me he topado con un hombre muy cortés.

Ofreció su mano enguantada, que él cogió de forma protectora sobre la suya.