Una noche más (privado +18)

por **Enya Steve** Lun Abr 23, 2012 6:31 am

Sábado 10.30pm
ROL: Steve y Aemon

El día empezaba para mi, como siempre, me levantaba en una cama desconocida, con 10 horas por delante para matar, despojarme, entrenar y definitivamente, tener sexo.
Salí de la cama nupcial, envuelta en un camisón de seda, con todo tipo de idioteces de las que se pone la otra parte de mi para dormir. Qué ilusa.. Ella no sabe nada, no sabe que yo existo.. Pero todas las noches, día tras día me apodero de su cuerpo y mente, utilizando su cuerpo como medio para acometer mis crímenes.. Pero claro, yo tengo cuidado, no como ella...

Dejé que mis pies descalzos tocar el sulo de madera, demasiado caliente para mi gusto, todo culpa de la chimenea central de la mansión que mantenía toda la casa así... Me levanté de la cama, despojándome de la ropa para agacharme y sacar de las tablas del suelo, justo en la esquina de la habitación mis ropas de entrenamiento. Unos pantalones de hombre, algo ajustados para mi curvilíneo trasero, negros como la noche. Una camisa de seda, tan ligera que no sentía llevar nada, de un tono beis claro, lo suficiente airoso como para dejarme efectuar todo movimiento. En mis pies, unos zapatos de los sirvientes, tan finos que casi sentía las piedras bajo ellos. Silenciosos..

Salí por la ventana, sin dejar nada que pudiera perjudicar a la portadora real de mi cuerpo, con el pelo recogido en una trenza, con mis ojos más azules de lo normal, buscando el sitio idóneo para ir. Qué me apetecía hacer hoy? Quizás.. solamente sexo? Si..
Caminé por la calle, ignorando a mi paso a todo idiota que me hablase, que intentara decir algo, por que en el momento de acercarse, lo mataría... Si.. quería matar también... Una sonrisa macabra se apoderó de mi rostro. Tranquila, primero saciaremos otro hambre.. primero.. lo carnal.. La vocecilla en mi cabeza resonaba tan melodiosa que incluso me atolondraba, dejando que un escalofrío me recorriese la espalda desnuda. Torcí a la derecha, andube más calles y me metí en un coche, dejando inconsciente al idiota que iba adentro. Nadie me reconocería con aquel sombrero de ala caída, con las ropas de un niño de clase baja...
Llegué a una taberna, una a la que iba a ir el idiota del coche y bajé antes de que el sirviente abriese la puerta a su señor. Salté sin que nadie me escuchara y fui directamente a la habitación que quería ir. Aemon estaría allí, estaba segura.

por **Aemon** Miér Abr 25, 2012 10:37 am

La camisa que me acababa de quitar descansaba en la percha mientras la observaba balancearse por la inercia. Era una habitación pequeña. Una cama doble, una mesilla de noche a cada lado con una vela y un cajón. Un ventanal en una de las paredes con una pequeña balconada y al otro lado, como flanqueando la cama, el armario. Me dejé caer a un lado de la cama, con los pies en el suelo y los brazos en cruz. A mi mano izquierda la cabecera de la cama y sobre esta un cristo, no me molestaba ni me gustaba, simplemente estaba ahí y no le podía hacer nada. A mi mano derecha la puerta, hoy había sido un día duro y deseaba un cuerpo cálido a mi lado pero al parecer no iba a ser así. Cerré los ojos y suspiré mirando el techo.

Me reincorporé despacio y rodee la cama para acercarme el ventanal, abrí y casi me quedo pajarito, solo decir que podría haber tallado diamante con los pezones, pero aun así salí un poco a la balconada a ver que había. Me pareció reconocer a una amiga, si se la podía llamar así, entrar en la taberna, justo bajo el balcón, pero deberían ser cosas del cansancio. Entré y cerré dispuesto a desnudarme para ir a dormir cuando escuché unos pasos fuera que venían directos y seguros a esta habitación. Si venían aquí no perdía nada, y sino siempre me podría reir del susto de la otra persona o conseguir compañía, así que abrí la puerta de golpe, me apoyé en el marco solo con los pantalones puestos y dando mi mejor sonrisa. Entonces la reconocí y la mirada se me volvió más pícara.

- "¿Se ha perdido, señorita?"

por **Enya Steve** Miér Abr 25, 2012 11:07 am

La camisa holgada dejaba ver mi cuerpo con facilidad si no fuera por el protector, más parecido a un corsé que otra cosa, los pantalones remarcaban demasiado mis musculadas piernas, nada normales en una mujer de clase alta. Por suerte, al ser viuda nadie tocaría las piernas de Enya hasta que se lo permitiera. Una suerte que siguiese pensando quedebía de ser devota a su marido.. No, nunda debió olvidarse de que él la maltrataba, pero si no lo hubiese hecho, yo tampoco estaría aquí no?

Una sonrisa macabra se instaló en mi boca, dejando que mis ojos azules brillaran con más frialdad de la normal al ver a las viejas putas que se paseaban por la taberna, como si sus cuerpos rollizos fueran algo digno de ver. Y qué decir de los viejos y asquerosos hombres que había por allí? Diablos, no solo era repugnante, si no, vomitivo. Sin embargo, no haría nada por quitar de enmedio aquellos inútiles, no era mi problema, no me afectaba, así que, me daba igual. Caminé a largos pasos, siempre con andares felinos, movimientos demasiado ágiles para que un idiota de aquellos los mirara. Subí las escaleras y me dirigí directamente a la alcoba de Aemon, para cuando lo vi, ya estaba en la puerta, esperando. Intuición o más bien sospecha?
Me daba de lo mismo, cualquiera de las dos cosas conducía a lo mismo.
Miré su rostro, tan risueño que me daba arcadas, aún así, una risotada salió de mis labios, aquellos que fueron a parar a los suyos para robar un beso pasional. Coloqué ambas manos sobre su pecho y lo empujé casi bruscamente cerrando la puerta a mis espaldas. Le miré de arriba a abajo, siempre tan perfecto, siempre con la ropa justa en el momento justo.

- No, he encontrado lo que buscaba..- respondí pasando las manos perezosamente por su cintura, rodenado su espalda con el brazo para atraerlo a mi, pasando los labios por su cuello en un ascenso a su oído - No me digas que esperabas a alguien...- murmuré dejando caer el sombrero a la vez que desabrochaba la camisa.

por **Aemon** Miér Abr 25, 2012 11:27 am

Allí estaba ella, tan directa como siempre. A pesar de que siempre que nos veíamos era para lo mismo, follar, hablar lo justo, picarnos un poco y despedirnos, era algo que disfrutábamos, no me parecía la clase de persona que repetía por complacer al otro, sino más bien que si repetía era porque realmente le gustaba lo que había probado. Era extraña para la media de la población, pero no se me podría catalogar a mí tampoco dentro de esa media, así que seguramente ahí residia la compenetración entre ambos.

Sus manos se apropiaron de mis pectorales como sus labios de los míos. Como ya era costumbre el beso no fue algo apto para cardiacos, yo diría que ni para la mayoría de las personas. Hubieron algunos mordiscos, lamidas y juegos, rápidos, lascivos, pero bien posicionados para caldear más el ambiente. Entré de espaldas cogiéndola por la cintura para que no le fuese fácil cerrar la puerta mientras la acercaba. La solté un poco para que me mirase como quería y se volviese a acercar. Me cogió como si fuese un hombre y no puedo negar que eso me excitaba en una mujer. -"¿Acaso importa si esperaba o no a alguien? Cuantos más mejor, ¿no?" -Le di un manotazo cuando trataba de desabrocharse la camisa y comencé a desabrochársela yo. Siempre iba tan provocativa que cuando fue a respirar no me esperé a inclinar la cabeza y mientras desabrochaba el corsé le mordí un pecho con excitación para después lamer la marca -"Deliciosa..."

por **Enya Steve** Miér Abr 25, 2012 1:29 pm

Moví las manos por su espalda, atrapando sus dorsales con la mano, bajandola por la línea que los definían, llegando hasta su trasero, donde con un fuerte manotazo excité la zona, calentándola con un sencillo "plas!". Sonreí casi de manera pícara, inciciando el momento. Quería sentirle y me daba exáctamente igual como se sintiera él, desde luego, no necesitaría más que un par de indicios, y como todo hombre que era se excitaría hasta tenerme en la cama abierta de piernas. Pero simplemente, yo era la que lo buscaba, por lo tanto, que más daba?

Coloqué su cuerpo pegado al mío, aun que el ayudara en el asunto, mis actos eran quizás demasiado toscos, así que le dejaba hacer. Diablos, tenía sed de eso, necesitaba ahora mismo su cuerpo sobre el mío
Ah si? Ahora nos dejaremos llevar por tu cuerpo hambriento Enya? Esto mañana.. lo notarás... Una sonrisa cruel se apoderaba de mi rostro, mis ojos azules se aclararían más y más cuanto más odio recorriese el cuerpo de Enya, si no saciaba mi hambre lo antes posible me empezaría a consumir, y no, no me apetecía matar a aquel cortesano, particularmente, me servía de mucho.
Tranquila Steve.. Solamente déjate llevar, pégale si hace falta, excítale, continúa su juego.. y te saciará..

Torcí una mueca cuando habló, más mejor? NO! no queremos más Steve La sonrisa volvió de nuevo, casi inocente comparada con la mueca anterior, ladeando la cabeza para cuando apartó mi mano con una palmada brusca. La sangre me hirvió en el cuerpo, cada vez que alguien hacía eso tenía ganas de destriparle vivo.. Mordí el labio, siempre provocando, siempre seduciendo con la mirada, aun que fuera a veces dura o demasiado bruta, acababa complaciendo a los ojos de los demás. Tiró de las finas tiras del corsé colocando la cabeza sobre mis pechos para morderlos y lamerlos, la tortura empezaba a verse, se iba a aproximando a medida que pasaban los segundos, al tiempo que eliminaba mi ropa. Pero mi paciencia era sumamente etérea, por lo que de un golpe lo aparté, tirándolo sobre la cama de espaldas para hacer uso de mi agilidad y colocarme a horcajadas sobre su cadera. Debórale Steve.. ahora es todo tuyo Volví a dibujar una sonrisa y literalmente, comí su boca con un mordisco atroz. Le dolería un par de segundos, por que luego le besaría hasta que pidiera aire. Tiré de su pantalón y evitando discutir por quien mandaría esta vez en la cama, me deshice de sus pantalones para volver a besarle con ansia.

off. si no te gusta que sea tan brusca o te cueste postear de esta manera, avísame y lo modifico (L

por **Aemon** Jue Abr 26, 2012 10:38 am

Estaba a mitad de desabrochar el corsé que ocultaba el cuerpo de tan lujuriosa chica cuando una mano se apoyó en mi pecho y, al no esperarlo, me hizo tropezar y caer de espaldas en la cama. Sonreí, sabía que con ella todo era así, por lo que me daba un poco igual que fuera brusca y pasase de mimos, la verdad es que sabía como éramos los hombres y cuando estaba con ella dejaba que mi cuerpo reaccionase como los de los hombres primitivos y se excitara con el simple olor a hembra de la habitación. Al momento ella ya estaba encima de mí y yo puse las manos en sus caderas mordiéndome el labio deseando ver sus preciosos pechos en los que me gustaba tanto enterrar la cara. Me besó pero no con un simple beso sino mordiendo, no podía quejarme, sabía que si aceptaba que entrase tenía que acatar ciertas órdenes suyas y ser desobediente en otras para que no le bajase la líbido así que continué el beso y acabé por morderla a ella para enfadarla. Sus besos eran tan pasionales que parecían querer quitarte la vida.

Moví las piernas y la cintura lo justo para que pudiese quitar el pantalón como dos adolescentes efervescentes de hormonas y con las manos empecé a quitarle lo que quedaba de corsé para lanzarlo lejos. Allí estaban sus pecho y aquí mi boca. No lo dudé y me lancé a atraparlos con las manos mientras nos besábamos. Me gustaba esa forma con la que me decía que la poseyera haciendo creer que era ella la que llevaba las riendas. Mi lengua buscaba la suya en su boca mientras con las manos trataba de quitarle el pantalón tan ajustado, empezando por desabrocharlo de la cintura. Mi miembro apuntaba al techo entre las piernas de la chica y palpitaba por los torrentes de sangre que llegaban por culpa de quien estaba encima. A mitad de desabrocharle el pantalón me impulsé para rodar y quedar sobre ella y así poder quitarle el pantalón por completo, a todo esto, siguiendo un beso largo y húmedo. Mis piernas entre las suyas y mi miembro tan erecto que tenía miedo de que explotase en cualquier momento.

por **Enya Steve** Vie Abr 27, 2012 3:58 am

La sonrisa del muchacho era suficientemente traviesa para continuar, para alentarme a que le dejara probar el cuerpo de Enya.. Si.. no nos molestaría a ninguna de las dos, principalmente por que ella no se enteraría, y yo me encargaría de no tener ninguna marca de chupones, no los soportaba. Sus manos en mi cadera me hicieron alzar una ceja, tan grandes y viriles que prácticamente rodeaban todo mi hueso, con casi gracia, observé como su boca volvía a la mía, con eses movimientos que deliciosamente me hacían enloquecer todavía más, dejándome en un estado de éxtasis lujurioso, que por suerte, aun no se me descontrolaba. Sus manos agarraron mi pecho sin cuidado alguno, amasándolos de forma medianamente lenta, quitándo las últimas prendas, el beso mejoró sin lugar a dudas, pero al parecer, no le parecía bien estar bajo mía, por que con una vuelta inesperada, yo ya esta debajo. Se acomodó entre mis piernas, de nuevo con aquella sonrisa para eliminar mi pantalón y besar mi boca. Tranquila Steve, no le chilles, déjale hacer, que sea él el que sude..

Curvé mis labios entre beso y beso, deslizando mis manos por su dorso hasta llegar a su cadera, donde su polla resultaba más juguetona que el resto de su cuerpo. Tortúrale.. Pasé los dedos bajo su miembro, rodeando con los dedos la bolsa que colgaba complemente endurecida. Apreté y solté, para de nuevo jugar con ellas como si fueran bolas chinas, acariciando de vez en cuando la base de su miembro, rozándolo con las uñas sin nada de compasión por el posible daño. Moví mi cuerpo y aparté mis labios de los suyos, mordisqueando un segundo en su oreja mientras bajaba por su cuello para apoderarme de las cosquillas de la piel de su clavícula derecha, mordisquando el brazo a la par que apretaba mis muslos a ambos lados de su cadera, subiendo de vez en cuando la mía para dar un toque a su polla hinchada y lista para entrar, pero no quería todavía, aun que mi cuerpo empezara a temblar y necesitara algo más de contacto. Me gustaba jugar, aun que me doliera el cuerpo, palpitante y necesitado, dilatado y algo contraído, dependiendo de las zonas.

-Te molesta si te hago esto? - pregunté, aun que más por jugar con su mente que por otra cosa, con un gesto de crueldad infinita, maldad saliendo por todos mis poros, rozando la punta de su polla con el pulgar, rodeando la rendija con suaves movimientos circulares, ayudada por la propia lubricación que el empezaba a expulsar. Adoraba hacer daño a la gente, de todas las formas posibles, aun que esta no hiciera daño físico, seguía siendo un dolor, por que su miembro necesitaba entrar en el único lugar acogedor y cálido de mi cuerpo.

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