AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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He´s alive! | Scott White
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He´s alive! | Scott White
1814
Londres, Inglaterra
Londres, Inglaterra
El viaje a Londres le pareció largo y aburrido a Hannah, su madre, la actúal líder de los Nottinghams luego de la muerte del que fue su esposo, amante y hermano, era la que llevaba la dirección de la administración del norte. Arley había conseguido reestructurar el imperio y nuevamente volvió hacer lo que era y mucho más. Por supuesto, Hannah no era consciente ni siquiera de la responsabilidad que le tocaría recibir al ser la heredera del imperio una vez que los Yorkshires, en poder de Arley, cediera el control a los Nottinghams. Muchas veces Chelsea observaba a su hija , no sabía como educarla, cómo prepararla para la situación que tendría que enfrentar y suspiraba. Entre tanto Hannah jugaba con sus muñecas y cuando llegaba la noche dormía en el regazo de su madre, en sí el camino les tomó la tarde y noche de un día, aunque ara una niña eso era demasiado. Aunque Hannah no era la única Cisne nacida en época de guerra, era la única morena lo que causó en Hilary, cuando aún vivía, que el padre era otro, sin embargo, conforme la niña crecía las dudas de si era de Scott desaparecieron cuando la niña tomó los rasgos de la abuela. Hannah, la única niña que no era rubia y que en sí no le importaba a su madre que la quería aún más. Cuando Hannah despertó de su sueño ya estaban en la ciudad de Londres, la pequeña se talló los ojos luego de bostezar y se dirigió a su mamá. —Hemos llegado mami —Chelsea le sonrió y le besó la frente, «así es» le contestó y fue la primera en salir, luego, cargó a su hija para depositarla en el empedrado húmedo.
La primavera se acercaba pero una última ventisca asoló Londres, Hannah se retorció del frío y carraspeó, miró a su madre y ésta le puso un abrigo y le puso unos guantes. Hannah le sonrió y la abrazó. —Vamos a tardar mami?, ¿cuánto tiempo estaremos aquí?
—Ya hablamos de eso Hannah, en tanto se arregle el negocio volveremos a casa —Chelsea quizó mantener un semblante serio pero el rostro tierno de su hija le impidió verse con autoridad y de inmediatamente bajó a tomarla en sus brazos—, Íremos de compras en tanto termine, ¿de acuerdo cariño? Ahora sabes que no te puedo llevar a mi reunión así que te quedarás con Charlotte, ¿está bien? —la pequeña Hannah asintió con la cabeza y regresó al carruaje donde Charlotte la esperaba, Chelsea esperó a que el coche avanzara y cuando éste ya se alejaba ya el carruaje que la llevaría a la reunión estaba a su espaldas. Chelsea subió y ambos carruajes tomaron direcciones distintas.
—¿Qué es lo que quieres hacer pequeña —preguntó con dulce voz Charlotte, Hannah pegada al cristal veía el transito londinense.
—¿Vive muy lejos de aquí mi tía Camile? —se volteó a Charlotte y está se encogió de hombros, de los Cisnes Negros sólo conocía a Arley y en su momento a Scott y Hilary antes de su muerte, también a Killian pero no era algo que le gustara a Hannah escuchar, no cuando culpaba a su tío por la muerte de su padre.
—No estoy segura, pero si quieres ir a verla podemos hacerlo, sé que te recibirá muy bien —dijo con una sonrisa, mas el rostro de Hannah se entristeció, comenzó a mover sus pies de atrás hacía adelante sin mirar a Charlotte.
—¿Y si está Killian? —Charlotte se colocó a lado de ella abrazándola, Hannah se aferró a ella pero no lloró realmente tenía rencor sobre aquel que no se atrevía a llamar tío.
—El mar, no quieres ir a ver el puerto londinense —Hannah se alegró y miró a Charlotte, ella misma se levantó y abrió la ventanilla.
—Por favor al puerto más cercano de Londres —el cochero afirmó y cambió la dirección de los caballos.
Cuando llegaron al puerto Hannah salió y evadiendo el brazo de Charlotte corrió hasta el balcón de madera húmeda y se recargó, se tuvo que poner de puntitas para alcanzar a ver. En el mar pudo ver a lo lejos los navíos de la flota de los Londinenses y otros navíos mercantes y de guerra. Ella conocía mucho sobre los barcos, después de todo la causa de la muerte de su padre fue el que su barco se hundiera, de cierta forma era una terapia que le ayudaba a canalizar ese dolor que a pesar de sus ocho años seguía teniendo. Ver a los hijos de sus tíos Arley y Alondra le ponían triste, hasta Killian y su tía Mirella tenían sus propios hijos y eso le molestaba porque Killian le robo a su padre y él si podía disfrutar a sus hijos. Así que allí contemplando la flota de los Londinenses buscó el HMS Force, el barco que hundió el navío de su padre. Sin embargo, no lo ubicaba, seguramente estaba en Italia.
Hannah dejó de mirar los barcos y observó a Charlotte, fue entonces que antes de caminar hacía ella se tropezó con un señor de barba y cabellos rubios, él hombro la observó como si se tratara de una niña cualquiera pero Hannah no lo vio así... Ese hombre esa su padre, los cuadros y la fotografía antes del hundimiento del HMS Black le decían que lo era y su corazón se aceleró, una sonrisa se generó en su rostro y sus labios pronunciaron la palabra — padre.
La primavera se acercaba pero una última ventisca asoló Londres, Hannah se retorció del frío y carraspeó, miró a su madre y ésta le puso un abrigo y le puso unos guantes. Hannah le sonrió y la abrazó. —Vamos a tardar mami?, ¿cuánto tiempo estaremos aquí?
—Ya hablamos de eso Hannah, en tanto se arregle el negocio volveremos a casa —Chelsea quizó mantener un semblante serio pero el rostro tierno de su hija le impidió verse con autoridad y de inmediatamente bajó a tomarla en sus brazos—, Íremos de compras en tanto termine, ¿de acuerdo cariño? Ahora sabes que no te puedo llevar a mi reunión así que te quedarás con Charlotte, ¿está bien? —la pequeña Hannah asintió con la cabeza y regresó al carruaje donde Charlotte la esperaba, Chelsea esperó a que el coche avanzara y cuando éste ya se alejaba ya el carruaje que la llevaría a la reunión estaba a su espaldas. Chelsea subió y ambos carruajes tomaron direcciones distintas.
—¿Qué es lo que quieres hacer pequeña —preguntó con dulce voz Charlotte, Hannah pegada al cristal veía el transito londinense.
—¿Vive muy lejos de aquí mi tía Camile? —se volteó a Charlotte y está se encogió de hombros, de los Cisnes Negros sólo conocía a Arley y en su momento a Scott y Hilary antes de su muerte, también a Killian pero no era algo que le gustara a Hannah escuchar, no cuando culpaba a su tío por la muerte de su padre.
—No estoy segura, pero si quieres ir a verla podemos hacerlo, sé que te recibirá muy bien —dijo con una sonrisa, mas el rostro de Hannah se entristeció, comenzó a mover sus pies de atrás hacía adelante sin mirar a Charlotte.
—¿Y si está Killian? —Charlotte se colocó a lado de ella abrazándola, Hannah se aferró a ella pero no lloró realmente tenía rencor sobre aquel que no se atrevía a llamar tío.
—El mar, no quieres ir a ver el puerto londinense —Hannah se alegró y miró a Charlotte, ella misma se levantó y abrió la ventanilla.
—Por favor al puerto más cercano de Londres —el cochero afirmó y cambió la dirección de los caballos.
Cuando llegaron al puerto Hannah salió y evadiendo el brazo de Charlotte corrió hasta el balcón de madera húmeda y se recargó, se tuvo que poner de puntitas para alcanzar a ver. En el mar pudo ver a lo lejos los navíos de la flota de los Londinenses y otros navíos mercantes y de guerra. Ella conocía mucho sobre los barcos, después de todo la causa de la muerte de su padre fue el que su barco se hundiera, de cierta forma era una terapia que le ayudaba a canalizar ese dolor que a pesar de sus ocho años seguía teniendo. Ver a los hijos de sus tíos Arley y Alondra le ponían triste, hasta Killian y su tía Mirella tenían sus propios hijos y eso le molestaba porque Killian le robo a su padre y él si podía disfrutar a sus hijos. Así que allí contemplando la flota de los Londinenses buscó el HMS Force, el barco que hundió el navío de su padre. Sin embargo, no lo ubicaba, seguramente estaba en Italia.
Hannah dejó de mirar los barcos y observó a Charlotte, fue entonces que antes de caminar hacía ella se tropezó con un señor de barba y cabellos rubios, él hombro la observó como si se tratara de una niña cualquiera pero Hannah no lo vio así... Ese hombre esa su padre, los cuadros y la fotografía antes del hundimiento del HMS Black le decían que lo era y su corazón se aceleró, una sonrisa se generó en su rostro y sus labios pronunciaron la palabra — padre.
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Hannah White- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/01/2015
Re: He´s alive! | Scott White
—Todo a estribor, recarguen los cañones —despertó.
Los sueños eran más frecuentes desde que Scott llegó a Londres, se levantó del suelo, con sus harapos a penas conseguía cubrirse del frío, su barba abundante le ayudaba a mantener sus labios calientes, aunque si nevaba su rostro padecía más frialdad. Para él era difícil generar nuevos recuerdos, había despertado en un pedazo de madera a la que se aferró hasta llegar a una isla de la corona española. «¿Qué había pasado?», no lo sabía, tampoco el tiempo que pasó allí, en el transcurso de los años el nombre de Scott se escuchaba en su cabeza por lo que arguyó que ese era su nombre y los nativos, a tres años de su estancia, comenzaron a llamarlo así en vez de extranjero. Por siete largos años vivió ahí hasta que sintió la necesidad de saber quien era, un nombre no era sufiiente, era algo más y tenía que averigüarlo. Para cuando arribó a Londres a finales de febreo de 1815, el frío a penas era soportable, sus prendas echas para el calor no le eran de ayuda para el invierno de Londres por lo que se tuvo que hacer de prendas que con el tiempo se volvieron harapos. El alguna vez afamado Cisne no era más que un irreconocible vagabundo para la más baja sociedad que no lo reconocería ni siquiera en sus mejores días.
Hacía días que no comía, su estomago así se lo indicaba. Acercándose a gente que consideraba sus iguales pedía comida, en los últimos días era rechazado hasta que un hombre le sugirió ir a los muelles para conseguir al menos un trabajo si quería ganarse un poco de comida. Scott no lo pensó dos veces y en esa mañana de primavera caminó al puerto, vio inumerables navíos, algunos milateres y otros de comercio, en las banderas estaba bordado un cisne negro y las palabras Casa Londinense. —Londinense —repitió somo si significara algo para él, un marinero se acercó a él palmeando su espalda. —Es una majestuosa armada la que tienen los Cisnes Negros, ¿sabes, yo servía en el HMS Fury junto a Lady Chelsea White?, es una dama encantadora, nadie en el mundo podrá igualarla en su generosidad y valía en combate, es una guerrera nata y una líder excepcional —Scott se turbó al escuchar ese nombre, era como si ya lo hubiera escuchado antes y entonces a su mente le llegó una imagen.
Engalonado como un capitán Scott dirigía un ataque naval, frente a él se alzaba una bandera con el emblema de los cisnes negros y en la vela principal bordado el nombre de la casa Yorkshires. Scott sacó su espada y de pronto vio a una enorme flota aparecer detrás de aquel poderoso navío, era una flota abrumadora integrada por varias naciones. —Mi señor debe de abandonar el barco —, Scott lo tomó de la camisa y lo arrojó al suelo. —En tus ojos veo el miedo de morir, márcate de aquí no quiero que contagies a más hombres, el capitán se queda en la nave. Ustedes holgazanes quiero esos cañones preparados, mariscal a estribor —Scott corrió hacía la proa para tomar el mando. —Pero señor, se trata de Chelsea —Scott puso finalmente atención en esas palabras, por lo que sabía combatía contra Oritía, no tenía más información sobre ella. —¿Qué sucede, habla ya y no demores —; sin embargo, la suerte no estaba en su favor y no lo estaría, varios navíos de guerra dispararon toda la artillería, Charles fue despedazado por una enorme bala, pronto el constante ataque no tuvo lugar más que al hundimiento del HMS Black.
La imagen se desvaneció, era la primera vez que tenía un episodio tan largo. —Cuéntame más de Chelsea, por favor, ¿qué sucedió con ella?, ¿sigue con vida? —preguntó con intriga, la visión o lo que fuera que vio lo consternó. —Por supuesto hombre —le tomó por el hombro y comenzaron a caminar alrededor del muelle londinense—. Los White estuvieron en guerra entre sus propia familia, más tarde se unieron para pelear con la amenaza que hizo que uno de los miembros perdiera la vida —Scott se le quedó mirando, pensativo por lo que el hombre le decía. —‚Cómo se llamaba el hombre que perdió la vida. —Scott White, líder de la casa Nottinghams, famoso por ser uno de los mejores estrategas en combate, resistió el avance de su primo Arley apoyado por franceses y españoles; hasta que su primo Killian de la casa Londinense intervino con una armada compuesta por rusos, húngaros, rumanos, prusianos e italianos, Scott era muchas cosas pero no invencible, nadie en este munco podría detener esa flota y ese día el HMS Black fue hundido por el HMS Force de su primo Killian White representante de los Londinenses —Scott tomó asiento en una banca, era demasiada información para procesar, ¿qué era todo eso que acababa de escuchar. Cisnes Negros, White, Nottinghams, Londinenses... le parecían conocidos como si ya los hubiera escuchado pese a que no fuera asi. El hombre se despidió y se fue, Scott quedó ahí y vio a una pequeña niña acercándose al muelle, muy cercano a él.
Scott se reincorporó y empezó a caminar, no en dirección a la niña pues le parecía una cría cualquiera, sus ojos estaban perdidos, meditando en lo que acababa de escuchar. «White, White, White» era algo que no dejaba de pensar, entonces se tropezó con la niña. Scott no la reprendió, no podía hacerlo, parecía ser una niña de clase alta y él aprendió que debía ser sumiso ante ellos aún si fueran niños. Aunque eso no significara que tuviera que disculparse. Pero de pronto pronunció unas palabras que lo confundieron aún más “PADRE”, ¿pero de que hablaba esta niña?, Scott estuvo en una isla, ella claramente lo confundía con otra persona y antes de que ella empezara a delirar él tenía que ponerle un alto. —Me estás confundiendo con otra persona.
Los sueños eran más frecuentes desde que Scott llegó a Londres, se levantó del suelo, con sus harapos a penas conseguía cubrirse del frío, su barba abundante le ayudaba a mantener sus labios calientes, aunque si nevaba su rostro padecía más frialdad. Para él era difícil generar nuevos recuerdos, había despertado en un pedazo de madera a la que se aferró hasta llegar a una isla de la corona española. «¿Qué había pasado?», no lo sabía, tampoco el tiempo que pasó allí, en el transcurso de los años el nombre de Scott se escuchaba en su cabeza por lo que arguyó que ese era su nombre y los nativos, a tres años de su estancia, comenzaron a llamarlo así en vez de extranjero. Por siete largos años vivió ahí hasta que sintió la necesidad de saber quien era, un nombre no era sufiiente, era algo más y tenía que averigüarlo. Para cuando arribó a Londres a finales de febreo de 1815, el frío a penas era soportable, sus prendas echas para el calor no le eran de ayuda para el invierno de Londres por lo que se tuvo que hacer de prendas que con el tiempo se volvieron harapos. El alguna vez afamado Cisne no era más que un irreconocible vagabundo para la más baja sociedad que no lo reconocería ni siquiera en sus mejores días.
Hacía días que no comía, su estomago así se lo indicaba. Acercándose a gente que consideraba sus iguales pedía comida, en los últimos días era rechazado hasta que un hombre le sugirió ir a los muelles para conseguir al menos un trabajo si quería ganarse un poco de comida. Scott no lo pensó dos veces y en esa mañana de primavera caminó al puerto, vio inumerables navíos, algunos milateres y otros de comercio, en las banderas estaba bordado un cisne negro y las palabras Casa Londinense. —Londinense —repitió somo si significara algo para él, un marinero se acercó a él palmeando su espalda. —Es una majestuosa armada la que tienen los Cisnes Negros, ¿sabes, yo servía en el HMS Fury junto a Lady Chelsea White?, es una dama encantadora, nadie en el mundo podrá igualarla en su generosidad y valía en combate, es una guerrera nata y una líder excepcional —Scott se turbó al escuchar ese nombre, era como si ya lo hubiera escuchado antes y entonces a su mente le llegó una imagen.
Engalonado como un capitán Scott dirigía un ataque naval, frente a él se alzaba una bandera con el emblema de los cisnes negros y en la vela principal bordado el nombre de la casa Yorkshires. Scott sacó su espada y de pronto vio a una enorme flota aparecer detrás de aquel poderoso navío, era una flota abrumadora integrada por varias naciones. —Mi señor debe de abandonar el barco —, Scott lo tomó de la camisa y lo arrojó al suelo. —En tus ojos veo el miedo de morir, márcate de aquí no quiero que contagies a más hombres, el capitán se queda en la nave. Ustedes holgazanes quiero esos cañones preparados, mariscal a estribor —Scott corrió hacía la proa para tomar el mando. —Pero señor, se trata de Chelsea —Scott puso finalmente atención en esas palabras, por lo que sabía combatía contra Oritía, no tenía más información sobre ella. —¿Qué sucede, habla ya y no demores —; sin embargo, la suerte no estaba en su favor y no lo estaría, varios navíos de guerra dispararon toda la artillería, Charles fue despedazado por una enorme bala, pronto el constante ataque no tuvo lugar más que al hundimiento del HMS Black.
La imagen se desvaneció, era la primera vez que tenía un episodio tan largo. —Cuéntame más de Chelsea, por favor, ¿qué sucedió con ella?, ¿sigue con vida? —preguntó con intriga, la visión o lo que fuera que vio lo consternó. —Por supuesto hombre —le tomó por el hombro y comenzaron a caminar alrededor del muelle londinense—. Los White estuvieron en guerra entre sus propia familia, más tarde se unieron para pelear con la amenaza que hizo que uno de los miembros perdiera la vida —Scott se le quedó mirando, pensativo por lo que el hombre le decía. —‚Cómo se llamaba el hombre que perdió la vida. —Scott White, líder de la casa Nottinghams, famoso por ser uno de los mejores estrategas en combate, resistió el avance de su primo Arley apoyado por franceses y españoles; hasta que su primo Killian de la casa Londinense intervino con una armada compuesta por rusos, húngaros, rumanos, prusianos e italianos, Scott era muchas cosas pero no invencible, nadie en este munco podría detener esa flota y ese día el HMS Black fue hundido por el HMS Force de su primo Killian White representante de los Londinenses —Scott tomó asiento en una banca, era demasiada información para procesar, ¿qué era todo eso que acababa de escuchar. Cisnes Negros, White, Nottinghams, Londinenses... le parecían conocidos como si ya los hubiera escuchado pese a que no fuera asi. El hombre se despidió y se fue, Scott quedó ahí y vio a una pequeña niña acercándose al muelle, muy cercano a él.
Scott se reincorporó y empezó a caminar, no en dirección a la niña pues le parecía una cría cualquiera, sus ojos estaban perdidos, meditando en lo que acababa de escuchar. «White, White, White» era algo que no dejaba de pensar, entonces se tropezó con la niña. Scott no la reprendió, no podía hacerlo, parecía ser una niña de clase alta y él aprendió que debía ser sumiso ante ellos aún si fueran niños. Aunque eso no significara que tuviera que disculparse. Pero de pronto pronunció unas palabras que lo confundieron aún más “PADRE”, ¿pero de que hablaba esta niña?, Scott estuvo en una isla, ella claramente lo confundía con otra persona y antes de que ella empezara a delirar él tenía que ponerle un alto. —Me estás confundiendo con otra persona.
Re: He´s alive! | Scott White
Hannah retrocedió unos pasos sin dejar de ver al hombre que no mudaba de rostro. La niña era inteligente, una prodigio pero eso no significaba que pudiera comprender la naturaleza de lo que estaba tratando o trataría con aquel hombre que decía no ser quien para ella era. Lo importante, pensó, era mantenerlo cerca de Hannah. No podía dejarlo ir, no hasta que su mamá lo viera y confirmara que ella tenía razón y que él era Scott White. Sin embargo, ¿cómo lo retendría? Sin duda existía una gran gama de posibilidades, ¿cuál era la certera?; no lo sabía y los ojos de ese hombre sobre los suyos la ponían nerviosa. Entonces dudo por un instante, quizá su mente le estaba jugando una broma; así que la pequeña de 8 años se talló los ojos y al volverlos a abrir lo miró dándose cuanta que no estaba equivocada, al menos en la relación de que se parecía a Scott White.
—Chelsea White —comenzó a probarlo, sus reacciones lo que fuera pero aunque hizo un extraño gesto no reaccionó como lo esperaba, ni para bien ni para mal. La pequeña Nottinghams suspiró—. Ese es el nombre de mi mami y mi papi se llama Scott White, pero si usted no es ese hombre... —hizo una pausa desviando su mirada al puerto— mi papi si murió en la guerra de los Cisnes Negros. Disculpe por haberlo molestado señor —su rostro se entristeció y a cortó la distancia entre ella y la balaustrada del mirador del puerto, descansó sus brazos en la madera. No sabía que hacer, de pronto la abordó una desilusión donde empezaba el animo de retenerlo. Pero entonces cuando sintió que se alejaría se dio media vuelta—. ¡Señor! —le tomó de la mano por unos instantes, cuando se dio cuenta de que era inapropiado lo soltó; sin embargo, en ese momento del contacto Hannah sintió un escalofríos que le recorrió la piel—, Lo siento, pero estoy sola, ¿puede hacerme compañía?, estoy segura que mi mami le pagará con gran generosidad si se queda un rato conmigo —sonrió.
—Mi nombre es Hannah White, usted parece un marinero, apuesto a que ha ido a muchos lugares, ¿no es así? Cuando eran niños mi mami me contó que él y mi papi viajaban mucho, yo no he tenido esa suerte, no he dejado Inglaterra bajo ninguna circunstancia. ¿Cómo se siente estar en la mar? —la niña comenzó a abrirse al extraño, el creerlo padre ya no le importaba y aunque era un extraño de cierta forma le generaba confianza. Lo que Chelsea reprimiría de verla en ese momento con un hombre cualquiera. Pero los principios inculcados en Hannah habían sido abandonados por la presencia del sujeto—. ¿Cómo se llama? —preguntó con curiosidad; mas palideció cuando él le respondió. Se llamaba como su papá y nuevamente la certeza de que él era su padre la cobijó.
Lágrimas aparecieron en sus ojos y se arrojó a él, trató de abrazarlo pero sus bracitos no alcanzaban a rodear su cintura, la niña lloró en el torso de Scott y aunque éste vestía como un mendigo y no olía bien, bajo la primera impresión de Hannha, él era su padre y nada más que su padre. Su cuerpecito se aferró más al de él como si éste tratara de separarla, el corazón de la pequeña lloraba y el sentimiento doblegó al hombre que no hizo más que abrazarla como consuelo. ¿Aceptaba ser Scott White?, Hannah no lo sabía aún pero cuando se sintió reconfortada suspiró lánguidamente hasta que sólo se escuchaban sollozos en vez de llanto. —Papi, no nos dejes. Yo te extraño mucho y mi mami también, la guerra terminó mi tío Arley y el señor Killian derrotaron a los enemigos, todo terminó cuando fue asesinada mi tía Hilary. Mis primos tienen a su papi, yo también quiero tenerlo —se separó de él, sus ojos nobles, infantiles e inocentes lo miraban con esperanza y amor.
—Chelsea White —comenzó a probarlo, sus reacciones lo que fuera pero aunque hizo un extraño gesto no reaccionó como lo esperaba, ni para bien ni para mal. La pequeña Nottinghams suspiró—. Ese es el nombre de mi mami y mi papi se llama Scott White, pero si usted no es ese hombre... —hizo una pausa desviando su mirada al puerto— mi papi si murió en la guerra de los Cisnes Negros. Disculpe por haberlo molestado señor —su rostro se entristeció y a cortó la distancia entre ella y la balaustrada del mirador del puerto, descansó sus brazos en la madera. No sabía que hacer, de pronto la abordó una desilusión donde empezaba el animo de retenerlo. Pero entonces cuando sintió que se alejaría se dio media vuelta—. ¡Señor! —le tomó de la mano por unos instantes, cuando se dio cuenta de que era inapropiado lo soltó; sin embargo, en ese momento del contacto Hannah sintió un escalofríos que le recorrió la piel—, Lo siento, pero estoy sola, ¿puede hacerme compañía?, estoy segura que mi mami le pagará con gran generosidad si se queda un rato conmigo —sonrió.
—Mi nombre es Hannah White, usted parece un marinero, apuesto a que ha ido a muchos lugares, ¿no es así? Cuando eran niños mi mami me contó que él y mi papi viajaban mucho, yo no he tenido esa suerte, no he dejado Inglaterra bajo ninguna circunstancia. ¿Cómo se siente estar en la mar? —la niña comenzó a abrirse al extraño, el creerlo padre ya no le importaba y aunque era un extraño de cierta forma le generaba confianza. Lo que Chelsea reprimiría de verla en ese momento con un hombre cualquiera. Pero los principios inculcados en Hannah habían sido abandonados por la presencia del sujeto—. ¿Cómo se llama? —preguntó con curiosidad; mas palideció cuando él le respondió. Se llamaba como su papá y nuevamente la certeza de que él era su padre la cobijó.
Lágrimas aparecieron en sus ojos y se arrojó a él, trató de abrazarlo pero sus bracitos no alcanzaban a rodear su cintura, la niña lloró en el torso de Scott y aunque éste vestía como un mendigo y no olía bien, bajo la primera impresión de Hannha, él era su padre y nada más que su padre. Su cuerpecito se aferró más al de él como si éste tratara de separarla, el corazón de la pequeña lloraba y el sentimiento doblegó al hombre que no hizo más que abrazarla como consuelo. ¿Aceptaba ser Scott White?, Hannah no lo sabía aún pero cuando se sintió reconfortada suspiró lánguidamente hasta que sólo se escuchaban sollozos en vez de llanto. —Papi, no nos dejes. Yo te extraño mucho y mi mami también, la guerra terminó mi tío Arley y el señor Killian derrotaron a los enemigos, todo terminó cuando fue asesinada mi tía Hilary. Mis primos tienen a su papi, yo también quiero tenerlo —se separó de él, sus ojos nobles, infantiles e inocentes lo miraban con esperanza y amor.
Última edición por Hannah White el Jue Jul 14, 2016 5:55 pm, editado 1 vez
Hannah White- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 19/01/2015
Re: He´s alive! | Scott White
Scott retrocedió un paso, no para alejarse de la niña; más bien por el temor de que se pusiera a llorar. «¿Dónde estaría su madre?» le quedaba claro que no tenía a su padre, pero «¿y su madre?», la niña vestía muy elegante por lo que significaba que no era pobre ni estaba sola; quizá, si no estaba su madre cerca sí debía de estarlo su dama de compañía, porque debería de tener una. Pero entonces llegó una revelación, una asociación a lo que había escuchado... “Chelsea White”, ese era el nombre de su madre y el nombre que había escuchado mencionar por parte de un marinero y en aquella visión que tenía en sueños. «¿Podría ser realmente Scott White, el padre de esta niña?» por fin se cuestionó con incertidumbre, el relato del marinero asoló su mente y de pronto se sintió mareado aunque no lo demostró.
De pronto la niña le dio la espalda y camino a la balaustrada del muelle, observó el mar y Scott caviló entre irse o quedarse. Por supuesto que tenía dudas y quería saber más sobre Chelsea y también de la niña, una pequeña Cisne. La niña presintió las dudas de Scott, era como si lo hubiera visto titubear y dándose vuelta se aferró a su mano; después, la soltó mostrando la clase que tenía ya que en su infantil rostro se vislumbró la vergüenza de haber hecho lo que hizo. Llegó la propuesta de la niña, Scott se sintió sorprendido por la astucia y la confianza que tenía la niña. —Claro —y no habló más. Hannah White se dijo llamar la niña, Scott pensó que era un nombre realmente hermoso, aceptando que si tuviera una hija ese hubiera sido el nombre que le pondría, no sabía porque pensaba en ello, quizá se debía a ese temor de ser quien Hannah afirmaba que era. Pero no se quedó en el nombre, siguió la conversación, «¿marinero?» bien es cierto que llegó a Inglaterra como uno pero desde que recobró el sentido en la isla, vivió como pescador en ella, no estaba seguro de que responder así que al principio sólo afirmó—. El agua mese el barco, reconozco que es una aventura navegar en naves de velas, ahora veo barcos de metal.
Se tuvo que detener, Hannah preguntó su nombre y eso volvió a generarle un conflicto. ¿Cómo reaccionaría la niña diciéndole su nombre, un nombre que ella reconocería como el de su padre? —Scott —susurró mirando a los ojos a la niña y pasó lo que pensó, primero vio la lágrimas salir, luego en acto reflejo abrió sus brazos para recibirla. El sentimiento de Hannah lo conmovió y como si fuera su padre la abrazó hasta que el llanto fue desapareciendo. Hannah volvió a hablar y volver a escuchar los nombres de Arley y Killian ahora en voz de la niña le trajeron a la mano la imagen de una mujer delgada, de fino rostro, con largo y lacio cabello dorado; «¿quién era?» no estaba seguro pero sentía que la conocía, su corazón así se lo decía, sintió muchos deseos de ser quien la niña quería ser; la niña le transmitía mucho sentimiento y un calor que su memoria le decía sintió alguna vez «¿seré Scott White?» y el también soltó lágrimas, lloró e hincándose abrazó a la niña.
—Me gustaría ser la persona que quieres que sea, pero no lo soy. Mi nombre es Scott sufrí un accidente en una isla y perdí la memoria, si fuera Scott White no lo sabría. Mejor dime ¿dónde está tu dama de compañía?, tienes que estar con ella yo ya no me puedo quedar aquí contigo. Lo siento Hannah, te reitero no soy quien piensas que soy.
Scott se levantó y la soltó con la intenciones de irse pero Hannah seguía aferrado a él. Un nuevo calor lo abordó, se sentía bien, era muy reconfortante, parecía que era un calor suyo; sintió en ella su energía, «¿seré Scott White?» se volvió a preguntar; «¿será mi hija?» caviló.
De pronto la niña le dio la espalda y camino a la balaustrada del muelle, observó el mar y Scott caviló entre irse o quedarse. Por supuesto que tenía dudas y quería saber más sobre Chelsea y también de la niña, una pequeña Cisne. La niña presintió las dudas de Scott, era como si lo hubiera visto titubear y dándose vuelta se aferró a su mano; después, la soltó mostrando la clase que tenía ya que en su infantil rostro se vislumbró la vergüenza de haber hecho lo que hizo. Llegó la propuesta de la niña, Scott se sintió sorprendido por la astucia y la confianza que tenía la niña. —Claro —y no habló más. Hannah White se dijo llamar la niña, Scott pensó que era un nombre realmente hermoso, aceptando que si tuviera una hija ese hubiera sido el nombre que le pondría, no sabía porque pensaba en ello, quizá se debía a ese temor de ser quien Hannah afirmaba que era. Pero no se quedó en el nombre, siguió la conversación, «¿marinero?» bien es cierto que llegó a Inglaterra como uno pero desde que recobró el sentido en la isla, vivió como pescador en ella, no estaba seguro de que responder así que al principio sólo afirmó—. El agua mese el barco, reconozco que es una aventura navegar en naves de velas, ahora veo barcos de metal.
Se tuvo que detener, Hannah preguntó su nombre y eso volvió a generarle un conflicto. ¿Cómo reaccionaría la niña diciéndole su nombre, un nombre que ella reconocería como el de su padre? —Scott —susurró mirando a los ojos a la niña y pasó lo que pensó, primero vio la lágrimas salir, luego en acto reflejo abrió sus brazos para recibirla. El sentimiento de Hannah lo conmovió y como si fuera su padre la abrazó hasta que el llanto fue desapareciendo. Hannah volvió a hablar y volver a escuchar los nombres de Arley y Killian ahora en voz de la niña le trajeron a la mano la imagen de una mujer delgada, de fino rostro, con largo y lacio cabello dorado; «¿quién era?» no estaba seguro pero sentía que la conocía, su corazón así se lo decía, sintió muchos deseos de ser quien la niña quería ser; la niña le transmitía mucho sentimiento y un calor que su memoria le decía sintió alguna vez «¿seré Scott White?» y el también soltó lágrimas, lloró e hincándose abrazó a la niña.
—Me gustaría ser la persona que quieres que sea, pero no lo soy. Mi nombre es Scott sufrí un accidente en una isla y perdí la memoria, si fuera Scott White no lo sabría. Mejor dime ¿dónde está tu dama de compañía?, tienes que estar con ella yo ya no me puedo quedar aquí contigo. Lo siento Hannah, te reitero no soy quien piensas que soy.
Scott se levantó y la soltó con la intenciones de irse pero Hannah seguía aferrado a él. Un nuevo calor lo abordó, se sentía bien, era muy reconfortante, parecía que era un calor suyo; sintió en ella su energía, «¿seré Scott White?» se volvió a preguntar; «¿será mi hija?» caviló.
Re: He´s alive! | Scott White
Hannah sonrió y soltó un suspiro de alivio y conforte cuando él la abrazó. La Cisne recargó su cabeza en el torso de que para ella era su padre, su corazón se aceleró, es tu padre, es tu padre; parecía que cada latido le gritaba eso, escuchó el estómago de Scott y era como si el órgano dijera, es tu hija, es tu hija. Pero entonces volvió la negación en labios de Scott, la pequeña Hannah bajó la mirada, no podía ver los ojos de ese hombre, le había rogado y era como si un temor estuviera obligándolo a irse, mas Hannah no se rindió, quizá su padre naufragó y llegó a una isla, tal vez había perdido la memoria y no recordaba que era un White y mucho menos su padre; pero aunque supiera que era efectivamente Scott White, ¿sabía que tenía una hija?; según Charlotte, en una platica que tuvieron años atrás, cuando Hannah nació, su padre ya estaba muerto mucho antes de que él lo supiera, un informante llevó la información pero perdió la vida. «Sí Scott, tu padre, supo que tu mamá estaba embarazada, nadie lo sabe» dijo aquel entonces.
La heredera de los Nottinghams sabía que tanto padre como madre eran hermanos, pero la ausencia del padre hacían que ella no pensara en el escándalo que eso representaba, además de que al estar en casa no se percataba de la critica que envolvía a Chelsea al haber declaro no solamente que Hannah era hija de Scott, si no también que había enviudado pues celebraron una boda privada, Charlotte también se había encargado de que Hannah viera esa relación única, como la de los cuentos de hadas, una relación sana y que luchó contra la adversidad, en este caso; la critica social y que con llevó al cierre de muchos tratados ahora pertenecientes a la casa Yorkshires actual administrador general, el cuento de los Halcones Peregrinos se había perdido muchos años atrás, muriendo con Scott White en el HMS Liberty.
Pero Hannah no se dio por vencida, él era su padre; haría caso a su corazón y si ella no era capaz de convencerlo su madre sí lo haría, si ella no se equivocaba Chelsea se reuniría con ella dentro de una hora. Con la ayuda de Charlotte entretendría a Scott el tiempo suficiente para que su madre viera a Scott y lo hiciera entrar en razón. La niña comprendió que la única forma de que su obstinación terminara era si su madre afirmaba que ese hombre no era Scott White, padre de Hannah y esposo suyo. —Permita entonces que mi madre Chelsea le pague por haber estado conmigo, en efecto tengo una dama de compañía, su nombre es Charlotte lléveme con ella y podrá marcharse, por favor se lo pido, no me deje ahora —habló la niña de nuevo con seguridad, se había tranquilizado y no pretendía discutir con él de nuevo en que era su padre. Ahora quedaría en manos de su madre.
—Sígame por aquí, no está muy lejos el carruaje y discúlpeme por mi acto, espero sepa disculpar a una niña sin padre. No volveré a molestarlo con eso. Sólo quiero llegar con mami y regresar a Nottingham —Hannah le volvió a sonreír, luego, bostezó llevándose la mano a la boca con clase y tras otra sonrisa señaló la dirección por donde vino, «espero que me siga» pensó porque de no hacerlo no tendría oportunidad para retenerlo, ya no. Hannah se puso a un lado de él y marcando un ritmo lento comenzó a caminar—. ¿No le gustaría comer con nosotras?, se ve que tiene hambre —soltó una risilla mientras observaba el perfil de Scott—, lo siento es que escuché a su estómago.
La pequeña cruzó sus manos en la espalda y empezó a silbar la canción de cuna que su madre le cantaba antes de dormir y que contó era la canción de la familia Nottinghams, o al menos la que sus padres le cantaron y a ellos sus padres, una cuna francesa que perduró con los Cisnes ingleses y que sería responsabilidad de Hannah que continuara por más generaciones si su madre llegara a faltarle.
La heredera de los Nottinghams sabía que tanto padre como madre eran hermanos, pero la ausencia del padre hacían que ella no pensara en el escándalo que eso representaba, además de que al estar en casa no se percataba de la critica que envolvía a Chelsea al haber declaro no solamente que Hannah era hija de Scott, si no también que había enviudado pues celebraron una boda privada, Charlotte también se había encargado de que Hannah viera esa relación única, como la de los cuentos de hadas, una relación sana y que luchó contra la adversidad, en este caso; la critica social y que con llevó al cierre de muchos tratados ahora pertenecientes a la casa Yorkshires actual administrador general, el cuento de los Halcones Peregrinos se había perdido muchos años atrás, muriendo con Scott White en el HMS Liberty.
Pero Hannah no se dio por vencida, él era su padre; haría caso a su corazón y si ella no era capaz de convencerlo su madre sí lo haría, si ella no se equivocaba Chelsea se reuniría con ella dentro de una hora. Con la ayuda de Charlotte entretendría a Scott el tiempo suficiente para que su madre viera a Scott y lo hiciera entrar en razón. La niña comprendió que la única forma de que su obstinación terminara era si su madre afirmaba que ese hombre no era Scott White, padre de Hannah y esposo suyo. —Permita entonces que mi madre Chelsea le pague por haber estado conmigo, en efecto tengo una dama de compañía, su nombre es Charlotte lléveme con ella y podrá marcharse, por favor se lo pido, no me deje ahora —habló la niña de nuevo con seguridad, se había tranquilizado y no pretendía discutir con él de nuevo en que era su padre. Ahora quedaría en manos de su madre.
—Sígame por aquí, no está muy lejos el carruaje y discúlpeme por mi acto, espero sepa disculpar a una niña sin padre. No volveré a molestarlo con eso. Sólo quiero llegar con mami y regresar a Nottingham —Hannah le volvió a sonreír, luego, bostezó llevándose la mano a la boca con clase y tras otra sonrisa señaló la dirección por donde vino, «espero que me siga» pensó porque de no hacerlo no tendría oportunidad para retenerlo, ya no. Hannah se puso a un lado de él y marcando un ritmo lento comenzó a caminar—. ¿No le gustaría comer con nosotras?, se ve que tiene hambre —soltó una risilla mientras observaba el perfil de Scott—, lo siento es que escuché a su estómago.
La pequeña cruzó sus manos en la espalda y empezó a silbar la canción de cuna que su madre le cantaba antes de dormir y que contó era la canción de la familia Nottinghams, o al menos la que sus padres le cantaron y a ellos sus padres, una cuna francesa que perduró con los Cisnes ingleses y que sería responsabilidad de Hannah que continuara por más generaciones si su madre llegara a faltarle.
Hannah White- Humano Clase Alta
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