Poison [Privado]

por **Patrice Lesauvage** Miér Mayo 11, 2016 3:59 pm

Aún no me convencía del todo tener que hablar francés, si bien mi educación me había brindado muchas opciones de cultura, era un poco testarudo aún al momento de aceptar la idea de hablar un idioma que no fuera el mío. Mi acentuación, marcada al final de las oraciones delataba inmediatamente mi origen, para un escucha con experiencia. Mi cabeza era un torbellino de ideas, propias y ajenas sentimientos que se entrelazaban jugaban bromas de muy mal gusto. Proseguí hasta toparme frente a la puerta de una taberna, dudé un par de segundos antes de internarme en sus fauces, sabía lo que ahí encontraría, ese demonio que había vencido tiempo atrás, me estaba llamando nuevamente a pasar un rato a su lado.

Me dirigí directamente hacia donde el camarero y pedí una botella, no reparé en el costo, al menos no por esa noche, simplemente quería rendirme por única ocasión a su sabor, agradecí y me dirigí a la mesa del fondo, mis sentidos me alertaron de las miradas que caían sobre mi silueta debido a mi indumentaria, sin embargo hice caso omiso y tome asiento, suspiré antes de iniciar este ritual. Seguí observando la botella. Mi mano izquierda jugó un par de segundos con el vaso haciendo que este girara. Me preguntaba si este mismo efecto era causado sobre nosotros por algún ser superior aquel a quien yo rendía ahora pleitesía, si de este modo fuera, yo era un vaso vacío.

Pocos transeúntes habían ya para esa hora que se había convertido en mi predilecta, pues la atmosfera taciturna me brindaba cierta calma al dejarme engullir por sus sonidos. Las farolas apenas iniciaban a encenderse una por una indicando los senderos a seguir a las afueras del lugar. Saludé cortésmente a un par de jóvenes que cruzaron su mirada con la mía, no lograba entender del todo que había de agradable en mí, sobre todo por el contexto que se manejaba en aquella atmosfera. Asentí simplemente y por fin pude verter un poco del líquido en el vaso. Con mesura saboreé su textura al atravesar mi garganta.

Aunque las misiones habían disminuido considerablemente, no podíamos salir demasiado y por tanto tiempo. Yo estaba consciente de lo que demandaba un lugar dentro de la organización, no obstante el lastre del apellido Haugen aún significaba un obstáculo en mis propósitos. ¿Habría sido la elección correcta? Suspiré y mis ojos cabizbajos contemplaron tan singular lienzo. Sin importar edades, razas o clases sociales, todos los ahí congregados íbamos en busca de una sola cosa, olvidar por una noche lo que realmente éramos. Hermanados por el veneno de ese elixir que brindaba una paz momentánea, etérea.

por **Lucifer Morningstar** Miér Mayo 11, 2016 6:10 pm

Escuchó una vez decir que cada copo de nieve caído del cielo era distinto a los demás y no podía estar más intrigado. Pensaba en aquellos lugares gélidos donde nevaba a diario, en los miles y miles de copos que caían a cada hora. ¿Realmente eran todos ellos distintos entre sí? Resultaba asombroso incluso para aquel al que llamaban "Creador". No era más que una metáfora poético-filosófica -otra más dentro del gran abanico de explicaciones que trataban de buscarle a todo, a cada cual más retorcida- sobre los humanos y la identidad individual, una idea que derivaba en la misma conclusión: no importaba qué tan distintos se creyeran entre sí, todos terminaban del mismo modo. La ley de la naturaleza no hacía distinciones, cuando la muerte llegaba todos los copos de nieve se convertían en agua.

En París no nevaba mucho, pero sí llegaban gentes de todos lados todo el tiempo. Cada noche resultaba un nuevo paseo por el intrínseco mundo del ser humano y su funcionamiento mental. Las tabernas e iglesias eran su mirador favorito, una ventana abierta al conocimiento. El alcohol y la religión tenían el curioso poder de hacer confesar al más duro de todos, por lo que una noche más, y enfundado en ropas negras que no hablaran mucho de él, se deslizó al amparo de la noche con sed de conocimiento.

El oído afinado y los pasos cortos, escuchando el latir de los corazones hasta dar con aquellos cuyo ritmo era tan irregular como oscuros podrían ser sus pensamientos. El sonido le llevó hasta una oscura taberna cuyo olor a alcohol era suficiente para hacer tambalear a una dama, pero la escena que se encontraba en el interior era un buen paisaje en el que descansar. Entró con sombría serenidad y una sonrisa en bailando en el rostro, quitándose el sombrero una vez llegó a la barra. - Vin, s'il vous plaît - pidió en un perfecto francés, y una vez le fue servido se giró mirando alrededor.

Observó los pocos copos de nieve que se congregaban aquella noche allí decidiendo de cuál de ellos sería más beneficioso absorber conocimiento. Se decantó por el más joven, sus ojos taciturnos le llamaron la atención, así que con la amabilidad del que no quiere ser rechazado se sentó a su lado y le ofreció su mano. - ¿Le molesta que tome este lugar? No me gusta beber solo - dijo en nuevamente con perfecto acento, aunque en esta ocasión fue en alemán. No esperó respuesta, antes de que el inquisidor pudiera siquiera abrir la boca, Lucifer ya se había sentado a su lado mirándole fijamente a los ojos. - Mi nombre es Lucifer, un placer.

Poison [Privado]

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