AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Strange Activities [Privado]
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Re: Strange Activities [Privado]
Cosas mucho más extrañas han visto mis ojos
y han deleitado mis oídos.
—Rafael Ábalos.
y han deleitado mis oídos.
—Rafael Ábalos.
Estar feliz, triste... incluso, enojada, eran cuestiones casi incomprensibles para Katia. Escuchaba hablar a las demás chicas sobre aquellas situaciones y por más que intentara entender a lo que se referían, era inútil. Tampoco era que se liaba mucho por hacerlo, siempre terminaba ignorando todo aquel alboroto y prefería centrarse en lo más importante; recordar los pasos que había practicado, cada escena de la obra y hasta lo que debían hacer los demás, era algo que de cierta manera la relajaba, asociando dicha paz con una respiración equilibrada y con la temperatura normal de su cuerpo. Quizás, era una forma de poder avanzar poco a poco en su estado, y le estaba yendo bien. Su instructora se había encargado de ayudarla, pues, ella misma estuvo en la misma condición durante su juventud y sabía perfectamente lo que padecía Katia.
A pesar de su falta de interés por las emociones ajenas, o siquiera el querer entablar amistades, Katia era una muchacha muy disciplinada en el ballet; con el tiempo había logrado obtener papeles importantes en diferentes obras y progresivamente estaba aprendiendo a ser un poco más espontánea detrás del escenario. No era tarea sencilla, pero, al ser una joven sumamente detallista, habilidad que había aprendido con el tiempo, le daba bastante ventaja en la mejoría de su carácter.
Esa noche no estaría siendo protagonista de la obra que se llevaría cabo, sino, que había sido una invitada especial junto con su profesora de ballet. Les reservaron lugares privilegiados en el teatro y también acceso a los camerinos, pues, ambas conocían al mismísimo director de la presentación. Por lo que, minutos antes de que todo iniciara, Katia estaba deambulando por los pasillos, esperando a Antonina, su instructora. Se quedó rato largo viendo las luces y el colorido de la escenografía, cuando alguien, de manera repentina, la golpeó por un costado. Volteó de inmediato y observó como un gato asustado al muchacho culpable de arrastrarla bruscamente a la realidad. En ese instante, con la vista fija en el hombre, sintió como su corazón se aceleró en su pecho, mientras sus mejillas se volvían más calientes. Tal vez era enojo, espanto, nervios o cualquier otra cosa, pero era obvio que Katia no alcanzaba a descrifrarlo.
—Descuide... —Murmuró, respirando luego de manera pausada para calmar su malestar físico—. A cualquiera le podría pasar. —Respondió a los pocos segundos, mientras detallaba el rostro del muchacho, intentando hallar a alguien conocido en él, pero no fue así—. ¿Quién eres? ¿También participarás en la obra o eres algún conocido de los actores? —Inquirió de inmediato, ignorando si a aquel le molestaba o no—. Pero ya empezó el primer acto y eso podría ser malo para ti, si eres uno de los actores. Ven, te llevaré hasta los camerinos...
Lo tomó de la mano y lo jaló, como si se tratara de algún conocido suyo, pecando completamente de ingenua.
Katia Plisétskaya1- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/12/2014
Re: Strange Activities [Privado]
Era bastante probable que su manera tan brusca de actuar y su desespero de esa noche (el que no era para nada característico de él) se debiera sobre todo a los cambios en su vida personal. Dylan solía ser un investigador cauto que se movía con naturalidad por cualquier ambiente y aunque aquella noche parecía normal desde su punto de vista, su pequeña incursión en los pasillos tras bambalinas sufría la inminente amenaza de terminar de manera brusca. Pasar lo más desapercibido posible era una parte fundamental del trabajo como investigador, algo que no fue precisamente lo que hizo cuando golpeo con brusquedad a una fémina que se hallaba tras el telón. Laurent se reprendió a si mismo no solo de la fuerza empleada en el golpe contra la muchacha de cabellera castaña, sino también de haberla golpeado en primer lugar, pues de haber avanzado con calma, pudo haberla rodeado sin tener que provocar alguna clase de contacto y ella hubiese pensado entonces que era o un actor más o un trabajador, ahora, podía ser expuesto como un intruso y no dar con su objetivo de la noche.
Deseando fervientemente que la muchacha lo dejase continuar con su camino sin notar nada fuera de lo común en él, Dylan le sonrió con naturalidad, como si su presencia tras bambalinas fuera normal.
– No me di cuenta de su presencia, realmente lo lamento – volvió a disculparse, llevando su mano derecha a su pecho en una muestra visual de lo mucho que lamentaba no el golpearla, sino el poder ser descubierto. El rostro de la castaña denotaba sorpresa o quizás algo de temor, para Laurent le era difícil identificar el sentimiento que la embargaba en esos momentos, detalle que le parecía normal dadas las circunstancias; sin embargo, el ligero sonrojo que aparecía después en las mejillas de la joven lo llevaron a sonreír aún más y a sentir al menos durante esos segundos, que su plan iría viento en popa.
– En especial cuando se lleva algo de prisa – mencionó aquello en busca de la manera de soltar la excusa para pasar a retirarse y seguir tranquilamente con su camino – Ahora si me disculpa… – realizo una ligera reverencia ante ella y estaba a punto de dar el primer paso que le libraría de aquel encuentro nada conveniente cuando la voz de la castaña termino por interrogarlo. Mientras que Dylan pensaba en que respuesta dar, la muchacha continuo hablando, mencionando al final de todo que lo llevaría a los camerinos – Es que yo… – iba a comenzar a hablar cuando la mano de la joven sujeto la suya. El cuerpo del investigador se movió de manera natural tras de ella, tratando de ser lo menos sospechoso posible y aunque se dejó ser arrastrado durante unos segundos, al ver a lo lejos al hombre que debía encarar, se detuvo en seco y tiró de la joven tras una enorme cortina donde no podrían ser vistos por el individuo. Dylan necesitaba entonces pensar en como no ser visto por el hombre hasta que el susodicho se quedara sin un lugar al cual huir y por otro lado, debía librarse de la muchacha sin que encendiera la alarma entre los actores o trabajadores.
Ocultos detrás de la cortina y más cerca de lo que era pertinente, Laurent suspiro.
– Escucha, no soy actor de la obra. Soy un conocido de una de las actrices – hizo una pausa – bueno, más bien soy su prometido – mintió – y no creo que ella se sienta muy cómoda al verme llegar de la mano de otra mujer – al decir aquello miro las manos de ambos que aun seguían aferradas – mucho menos de una tan atractiva – generalmente aquella actuación le daba excelentes resultados, desafortunadamente, Laurent no se enfrentaba a una mujer como todas y eso estaba por descubrirlo.
Deseando fervientemente que la muchacha lo dejase continuar con su camino sin notar nada fuera de lo común en él, Dylan le sonrió con naturalidad, como si su presencia tras bambalinas fuera normal.
– No me di cuenta de su presencia, realmente lo lamento – volvió a disculparse, llevando su mano derecha a su pecho en una muestra visual de lo mucho que lamentaba no el golpearla, sino el poder ser descubierto. El rostro de la castaña denotaba sorpresa o quizás algo de temor, para Laurent le era difícil identificar el sentimiento que la embargaba en esos momentos, detalle que le parecía normal dadas las circunstancias; sin embargo, el ligero sonrojo que aparecía después en las mejillas de la joven lo llevaron a sonreír aún más y a sentir al menos durante esos segundos, que su plan iría viento en popa.
– En especial cuando se lleva algo de prisa – mencionó aquello en busca de la manera de soltar la excusa para pasar a retirarse y seguir tranquilamente con su camino – Ahora si me disculpa… – realizo una ligera reverencia ante ella y estaba a punto de dar el primer paso que le libraría de aquel encuentro nada conveniente cuando la voz de la castaña termino por interrogarlo. Mientras que Dylan pensaba en que respuesta dar, la muchacha continuo hablando, mencionando al final de todo que lo llevaría a los camerinos – Es que yo… – iba a comenzar a hablar cuando la mano de la joven sujeto la suya. El cuerpo del investigador se movió de manera natural tras de ella, tratando de ser lo menos sospechoso posible y aunque se dejó ser arrastrado durante unos segundos, al ver a lo lejos al hombre que debía encarar, se detuvo en seco y tiró de la joven tras una enorme cortina donde no podrían ser vistos por el individuo. Dylan necesitaba entonces pensar en como no ser visto por el hombre hasta que el susodicho se quedara sin un lugar al cual huir y por otro lado, debía librarse de la muchacha sin que encendiera la alarma entre los actores o trabajadores.
Ocultos detrás de la cortina y más cerca de lo que era pertinente, Laurent suspiro.
– Escucha, no soy actor de la obra. Soy un conocido de una de las actrices – hizo una pausa – bueno, más bien soy su prometido – mintió – y no creo que ella se sienta muy cómoda al verme llegar de la mano de otra mujer – al decir aquello miro las manos de ambos que aun seguían aferradas – mucho menos de una tan atractiva – generalmente aquella actuación le daba excelentes resultados, desafortunadamente, Laurent no se enfrentaba a una mujer como todas y eso estaba por descubrirlo.
Fabrice Laurent- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 25/02/2013
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Re: Strange Activities [Privado]
Algunos podrían pensar que Katia no tenía malicia alguna, que era una persona completamente transparente e ingenua, pero, la verdad, era mucho más que eso. Ella poseía una personalidad particular, una que se fue volviendo de esa manera desde su infancia. No es que actuaba como una muchacha quedada, es que, sencillamente, no comprendía del todo las reacciones de las personas; no lograba descifrar porque tenían que actuar de determinadas maneras, ¿por qué no sólo se quedaban quietos y dejaban todo como estaba? Aquel desinterés la convertía en una mujer distante, fría; una que no gozaba de sentimientos, según los demás. Sin embargo, no era así. Katia había reprimido sus emociones para no causar problemas. Lo había hecho a un extremo tal, que, sin siquiera notarlo, terminó causándose un profundo daño. Al menos ahora, y gracias al apoyo de Antonina, todo empezaba a mejorar. Ella estaba explorando un mundo que le había sido oculto durante sus primeros años de vida. En el ballet obtuvo una seguridad importante; y poco a poco iba descubriéndose a sí misma.
Pero lo que ahora le ocurría superaba todo eso. Fue demasiado brusco e inesperado; también, muy confuso. Ella había accedido amablemente a llevar al joven hacia los camerinos para ayudarlo en lo que pudiera. No obstante, él se negó. ¿Por qué lo hizo? Una alerta silenciosa se activó en Katia, sólo que ella no lograba descifrarla del todo. Quizás la sorpresa de haber sido jalada sorpresivamente, o el contacto con las manos de él; tal vez los ojos que la miraban fijamente. No comprendía nada.
—¿Y por qué habría de molestarse? No estamos haciendo algo malo, ¿o sí? —Inquirió, sin apartar su mirada del hombre, sintiendo como su respiración iba acelerándose nuevamente—. Yo… no lo entiendo. ¿Quién eres? Todo esto es extraño. —Se llevó una mano a la frente queriendo callar las dudas que surgían, una tras otra—. Sólo quería ayudarte.
Soltó las manos del joven de manera brusca y bajó la mirada, era incapaz de poder sostenerla en ese momento. ¿Qué había hecho mal? ¿Qué diablos pasaba por la mente de ese sujeto? De alguna manera, ese incidente inesperado, revivió memorias de su infancia, que consideraba marchitas. Siendo otro tipo de persona, quizá hubiera actuado altiva e histérica; pero ella no era así, ni siquiera sabía qué decir. Los ojos se le cristalizaron, y fue cuando recordó las palabras de Antonina, las mismas que le decía cuando le solían atacar los nervios en el escenario. ¡Tenía que buscarla! Ella la calmaría y volvería a estar bien. Alzó la mirada con el ceño fruncido, estaba a punto de huir del lado de aquel hombre, pero sus piernas no respondieron, juraba que estaban temblando.
—Antonina… —Su voz salió tan frágil, justo cuando quería gritar. Ese hombre empezaba a asustarla, aunque ella no estuviera consciente de ello—. Tengo que ir con ella y pronto. Lo siento, debo irme.
El corazón se le iba a salir del pecho; las últimas palabras que salieron de su boca fueron formuladas con una voz temblorosa. Pocas personas la habían dejado en ese estado en toda su vida. Apenas recordaba los rostros de ellos, pero lo más seguro es que, el de aquel sujeto, si se iba a grabar a fuego en su mente.
Pero lo que ahora le ocurría superaba todo eso. Fue demasiado brusco e inesperado; también, muy confuso. Ella había accedido amablemente a llevar al joven hacia los camerinos para ayudarlo en lo que pudiera. No obstante, él se negó. ¿Por qué lo hizo? Una alerta silenciosa se activó en Katia, sólo que ella no lograba descifrarla del todo. Quizás la sorpresa de haber sido jalada sorpresivamente, o el contacto con las manos de él; tal vez los ojos que la miraban fijamente. No comprendía nada.
—¿Y por qué habría de molestarse? No estamos haciendo algo malo, ¿o sí? —Inquirió, sin apartar su mirada del hombre, sintiendo como su respiración iba acelerándose nuevamente—. Yo… no lo entiendo. ¿Quién eres? Todo esto es extraño. —Se llevó una mano a la frente queriendo callar las dudas que surgían, una tras otra—. Sólo quería ayudarte.
Soltó las manos del joven de manera brusca y bajó la mirada, era incapaz de poder sostenerla en ese momento. ¿Qué había hecho mal? ¿Qué diablos pasaba por la mente de ese sujeto? De alguna manera, ese incidente inesperado, revivió memorias de su infancia, que consideraba marchitas. Siendo otro tipo de persona, quizá hubiera actuado altiva e histérica; pero ella no era así, ni siquiera sabía qué decir. Los ojos se le cristalizaron, y fue cuando recordó las palabras de Antonina, las mismas que le decía cuando le solían atacar los nervios en el escenario. ¡Tenía que buscarla! Ella la calmaría y volvería a estar bien. Alzó la mirada con el ceño fruncido, estaba a punto de huir del lado de aquel hombre, pero sus piernas no respondieron, juraba que estaban temblando.
—Antonina… —Su voz salió tan frágil, justo cuando quería gritar. Ese hombre empezaba a asustarla, aunque ella no estuviera consciente de ello—. Tengo que ir con ella y pronto. Lo siento, debo irme.
El corazón se le iba a salir del pecho; las últimas palabras que salieron de su boca fueron formuladas con una voz temblorosa. Pocas personas la habían dejado en ese estado en toda su vida. Apenas recordaba los rostros de ellos, pero lo más seguro es que, el de aquel sujeto, si se iba a grabar a fuego en su mente.
Katia Plisétskaya1- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/12/2014
Re: Strange Activities [Privado]
Todo lo que podía salirle mal ese día, estaba pasando. El hombre a quien debía citar se daba a la fuga, él tenía que ir mintiendo por ahí para lograr entrar a las zonas exclusivas para actores del teatro y ahora se encontraba frente a una mujer que podía volver las cosas peores de lo que ya eran. Usando entonces una carta infalible, Dylan tomó las manos de la muchacha y con total seriedad le expuso el motivo que le llevaba detrás de escena, aunque claro, su motivo era una completa mentira, una que trato de ocultar un poco más elogiando la belleza de la muchacha aunque en eso no estaba mintiendo para nada. La muchacha que se encontraba prisionera entre una pared y él era sumamente bella, aunque sus ojos mostraban una curiosidad o confusión diferente a la que Laurent alguna vez hubiera visto en alguien.
Los ojos de ambos se mantuvieron fijos en los ajenos. Una ligera sensación de victoria comenzó a cosquillear en Dylan, quien ya se veía a si mismo finalmente en libertad de la presencia de aquella muchacha para así, poder finalmente cumplir con su cometido, sin embargo, las palabras que surgieron de aquellos labios femeninos le desconcertaron. Los labios del investigador se entreabrieron pero las palabras no salieron de ellos y debió cerrar nuevamente la boca. Aquella muchacha tenía razón, no hacían nada malo y de hecho, de hacerlo no había nadie a su alrededor que los viese. Pensamientos sin sentido útil comenzaban a inundar la mente de Dylan quien sacudió ligeramente la cabeza de un lado a otro antes de sonreír de manera encantadora a la chica.
– Tienes razón, ella no debería molestarse para nada y… – sus palabras fueron interrumpidas. En los ojos ajenos apareció la duda y el temor, una confusión que el investigador no podía descifrar – Ya… ya te lo he dicho, vine a ver a mi prometida. Baila para esta compañía así que quise darle una sorpresa – los ojos del francés se mantenían fijos en la muchacha, quien aseguro solo haber tratado de ayudarlo – Y te lo agradezco mucho – trató de hacer que la mirada de ambos se encontrará una vez más – Es solo que no quiero molestarte más, seguro que puedo encontrar a mi prometida por mi cuenta, solo no le digas a nadie que has visto un hombre o podría arruinar mi sorpresa – para ese momento, él creía que aquella muchacha era simplemente una persona de buenas intenciones pero de mente que se confundía muy fácil, algo que no tenía que ver para nada con la realidad que enfrentaba la muchacha.
Las manos hasta ese momento entrelazadas se soltaron y la chica pareció sumirse en un lugar lejano donde Dylan no podía alcanzarla. El investigador levanto ambas manos y las puso a la altura de sus hombros, observando a la muchacha sin saber que hacer.
– ¿Te encuentras bien? – preguntó en lo que se mantenía completamente inmóvil – ¿Me oyes? – como respuesta, recibió una mirada que lo desconcertó. La muchacha parecía sumamente molesta, pero su ojos lucían extraños y entonces un nombre salió de los labios de la muchacha – Descuida… Puedes ir a donde creas mejor – aseguró, esperando que ella se encaminará para hacerlo él también. Una vez que ella se apartara de él, no estaba seguro de cuanto tiempo tendría en lo que daba alerta y lo seguían para pedirle que abandonara el teatro. Tenía que actuar y tenía que hacerlo pronto.
Laurent dio un paso en retroceso, dando espacio para que la muchacha caminara pero ella no se movió ni un ápice. Parte de la mente de Dylan le decía que la dejará ahí y siguiera su camino, pero otra parte se maldijo por hacer algo que no debía y dejar a una muchacha inocente al borde de lo que parecía ser un colapso nervioso.
– Hey, ¿Quieres que te acompañe con Antonina? – dijo estirando el brazo en dirección a ella – puedes sujetarte de mi brazo si es que no te sientes segura para andar por tu cuenta. Y no te lo dije antes, mi nombre es Dylan, ¿Cómo te llamas tú? – preguntó en un intento de hacerla reaccionar.
Los ojos de ambos se mantuvieron fijos en los ajenos. Una ligera sensación de victoria comenzó a cosquillear en Dylan, quien ya se veía a si mismo finalmente en libertad de la presencia de aquella muchacha para así, poder finalmente cumplir con su cometido, sin embargo, las palabras que surgieron de aquellos labios femeninos le desconcertaron. Los labios del investigador se entreabrieron pero las palabras no salieron de ellos y debió cerrar nuevamente la boca. Aquella muchacha tenía razón, no hacían nada malo y de hecho, de hacerlo no había nadie a su alrededor que los viese. Pensamientos sin sentido útil comenzaban a inundar la mente de Dylan quien sacudió ligeramente la cabeza de un lado a otro antes de sonreír de manera encantadora a la chica.
– Tienes razón, ella no debería molestarse para nada y… – sus palabras fueron interrumpidas. En los ojos ajenos apareció la duda y el temor, una confusión que el investigador no podía descifrar – Ya… ya te lo he dicho, vine a ver a mi prometida. Baila para esta compañía así que quise darle una sorpresa – los ojos del francés se mantenían fijos en la muchacha, quien aseguro solo haber tratado de ayudarlo – Y te lo agradezco mucho – trató de hacer que la mirada de ambos se encontrará una vez más – Es solo que no quiero molestarte más, seguro que puedo encontrar a mi prometida por mi cuenta, solo no le digas a nadie que has visto un hombre o podría arruinar mi sorpresa – para ese momento, él creía que aquella muchacha era simplemente una persona de buenas intenciones pero de mente que se confundía muy fácil, algo que no tenía que ver para nada con la realidad que enfrentaba la muchacha.
Las manos hasta ese momento entrelazadas se soltaron y la chica pareció sumirse en un lugar lejano donde Dylan no podía alcanzarla. El investigador levanto ambas manos y las puso a la altura de sus hombros, observando a la muchacha sin saber que hacer.
– ¿Te encuentras bien? – preguntó en lo que se mantenía completamente inmóvil – ¿Me oyes? – como respuesta, recibió una mirada que lo desconcertó. La muchacha parecía sumamente molesta, pero su ojos lucían extraños y entonces un nombre salió de los labios de la muchacha – Descuida… Puedes ir a donde creas mejor – aseguró, esperando que ella se encaminará para hacerlo él también. Una vez que ella se apartara de él, no estaba seguro de cuanto tiempo tendría en lo que daba alerta y lo seguían para pedirle que abandonara el teatro. Tenía que actuar y tenía que hacerlo pronto.
Laurent dio un paso en retroceso, dando espacio para que la muchacha caminara pero ella no se movió ni un ápice. Parte de la mente de Dylan le decía que la dejará ahí y siguiera su camino, pero otra parte se maldijo por hacer algo que no debía y dejar a una muchacha inocente al borde de lo que parecía ser un colapso nervioso.
– Hey, ¿Quieres que te acompañe con Antonina? – dijo estirando el brazo en dirección a ella – puedes sujetarte de mi brazo si es que no te sientes segura para andar por tu cuenta. Y no te lo dije antes, mi nombre es Dylan, ¿Cómo te llamas tú? – preguntó en un intento de hacerla reaccionar.
Fabrice Laurent- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 25/02/2013
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Re: Strange Activities [Privado]
La mente de Katia se vio atacada por la confusión, y el malestar físico que padecía en ese momento, no estaba cooperando. De un momento a otro su cuerpo había dejado de reaccionar, desobedeciendo por completo a las órdenes de su cerebro. Su condición se prestaba para causarle esos problemas; sentía deseos de llorar sin saber perfectamente porque quería hacerlo. No hallaba una explicación clara a lo que sentía, su falta de reconocimiento de las emociones se había desbordado, a un punto, que hizo que entrara en un ligero estado de negación y de rechazo. Precisamente por eso necesitaba a Antonina, la única persona que podía prestarle apoyo hasta que recobrara la calma. Sin embargo, e ignorando la presencia del hombre causante de todo aquel sufrimiento, intentó recordar alguna palabra de su instructora, algo que pudiera ayudarla. Katia no era idiota, al contrario, ese don para fijarse en detalles minuciosos le era beneficioso; era una suerte de arma que usaba para cuando el desconocimiento le atacaban. Ella, aunque pensaran lo contrario, no era ninguna idiota. Tomar decisiones de manera práctica era su fuerte.
Inhaló y exhaló, mientras se centraba en los latidos de su corazón. Aquello era un ejercicio al que solía recurrir cuando debía presentarse ante un público numeroso. Y fue cuando recordó que Antonina le había dicho que sólo eran los nervios. ¡Cómo podía olvidar aquello! Y fue ahí cuando se fijó en un detalle importante.
—Pero, ¿cómo puede ella bailar en una compañía que es sólo de actores? En esta obra no hay ningún baile; me he leído el guión —dijo, casi por inercia. Su cerebro le recalcaba aquello una y otra vez. Era una alerta que ella apenas reconoció—. ¿Quién eres realmente? No has venido aquí por otra persona, sino, ya hubieras entrado por otro lado. Las personas cercanas a los actores hacen eso. Tú no, ¿verdad?
Quizás, su reacción sorprendería por completo al hombre. Katia era una caja de sorpresas, en especial por su estado psicológico, el cual se había agravado por la falta de contacto con el mundo exterior. La única que le hizo ver una cura fue Antonina; no todo estaba perdido, pero el esfuerzo debía ser mayor.
—¿Dylan qué? No sé si dejar que me acompañes sea bueno. Has actuado extraño, incluso pareciera que me evadieras todo el rato. —Encogió los hombros, como si buscara de zafarse de las manos de él—. Antonina debe de estar en los palcos —respondió finalmente—, pero no estará bien que me vea contigo.
Katia se apegó más a la pared, queriendo apartarse más de aquel hombre. Le sudaban las manos, y muy probablemente tendría las mejillas enrojecidas. Aun así, tuvo el valor de encararlo, porque, a pesar de su estado lamentable, sentía curiosidad. Pocas personas lograban hacerla sentirse de ese modo.
—Es mentira lo de tu prometida, ¿cierto? —susurró, como si delatarlo fuera un delito—. Lo siento.
Los ejercicios de respiración habían logrado serenarla un poco, pero bastó que algo inesperado ocurriera para echar todo a perder. Al fondo, justo en el lugar en donde se encontraban los actores y demás allegados, se escucharon unos disparos. Fueron exactamente tres y las personas que ahí se encontraban perdieron la razón. Corrían hacia la salida con gran escándalo. Y desde luego, eso generó ansiedad en Katia.
—¿Qué fue eso? —Preguntó en un hilo de voz—. ¿Q-qué está p-pasando?
Katia Plisétskaya1- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/12/2014
Re: Strange Activities [Privado]
Su plan era infalible. Dylan era un hombre seductor y de fácil acceso por naturaleza, capaz de convencer de cualquier cosa a quienes le rodeaban, y es que debía ser de esa manera, porque para ser detective, su padre le había dicho que no solo se necesitaban contactos en todos los estratos sociales sino además, tenía que tener la capacidad de engañar a aquellos que necesitara para sus fines. En aquel momento creía entonces que convencía a una inocente chica que encontraba tras bambalinas, aunque para su desgracia, la inocente muchacha no parecía caer del todo en sus mentiras, mismas que un momento que a él le resultaba bastante extraño eran descubiertas por la joven.
Laurent contuvo la respiración cuando la chica frente a él preguntó algo que echaba abajo la mentira que segundos atrás hubiera formulado solo para ella. Aquella compañía era solo de actores y la obra no tenía acto musical alguno.
– ¿No estarás equivocándote? – preguntó antes de escuchar como ella aseguraba haber leído el guión, detalle que terminaba por derrumbar del todo, la en deleble mentira del investigador – Pues es lo que mi prometida me ha dicho, que ella estaría aquí. Por eso es que he venido y si no entre por el lado que esperabas es porque es la primera vez que vengo detrás de escena – volvió a mentir – así que por favor, ayúdame que de verdad necesito encontrarla.
Y entonces el caos. La muchacha entraba en un estado que Dylan no podía controlar. Su manera de actuar era demasiado extraña y aunque ese era el momento de dejarla y lanzarse él a seguir a su objetivo, no lo hizo, porque en su interior existía algo de culpabilidad que lo orillo a permanecer al lado de ella.
– Dylan Laurent – respondió dando su nombre real y permaneciendo con la mirada fija en ella sin saber realmente que hacer. No sabía si tocarla o dejar que se apartara más de él – y no es el momento para que estés pensando esas cosas, te ves terrible, así que aunque sea malo que la tal Antonina me vea contigo, voy a llevarte hasta los palcos – pero justo cuando Laurent iba a llevársela, fue entonces que la situación cambio. De los labios femeninos salió una pregunta que llevo a Dylan a suspirar y mirarla fijamente. Ya no tenía caso mentirle más a aquella pobre muchacha y la única manera de asegurarse que no le arruinara toda la misión de la noche, era darle detalles a grandes rasgos o en ultima instancia amenazarle para que se mantuviera en silencio.
– Tienes razón, lo de mi prometida es mentira pero si necesito encontrar a alguien – se acercó entonces más a ella, acorándola cada vez más contra la pare – es un asunto de vida o muerte – y tras decir aquellas palabras, hasta los oídos de ambos llegó el sonido de tres disparos, mismos que provocaron el caos pues al segundo siguiente ya se escuchan los gritos y se veía a los actores correr – ¡Demonios! – Dylan intuía perfectamente que era lo que estaba ocurriendo y sabía que lo mejor era salir de ese lugar pronto antes de que alguien aparte de la muchacha notara su extraña presencia y fuera culpado de algo que no había hecho… al menos no de manera directa. Antes de hacer cualquier cosa, volvió a mirar a la muchacha acorralada, quien en esta ocasión se veía mucho más confundida y afectada que antes, motivo que llevó a Dylan a no pensar más y tomarla de la mano – Son disparos genio y tenemos que salir de aquí antes de que quienes los hayan hecho también traten de salir y asesinen a quienes se les metan en el camino – justo advertía aquello cuando más disparos acompañados de gritos se escucharon – ahora, corre – y tiro entonces de la chica, arrastrándola sin saber exactamente que camino seguir para llegar a una salida en la que no fuera tan evidente su presencia.
Laurent contuvo la respiración cuando la chica frente a él preguntó algo que echaba abajo la mentira que segundos atrás hubiera formulado solo para ella. Aquella compañía era solo de actores y la obra no tenía acto musical alguno.
– ¿No estarás equivocándote? – preguntó antes de escuchar como ella aseguraba haber leído el guión, detalle que terminaba por derrumbar del todo, la en deleble mentira del investigador – Pues es lo que mi prometida me ha dicho, que ella estaría aquí. Por eso es que he venido y si no entre por el lado que esperabas es porque es la primera vez que vengo detrás de escena – volvió a mentir – así que por favor, ayúdame que de verdad necesito encontrarla.
Y entonces el caos. La muchacha entraba en un estado que Dylan no podía controlar. Su manera de actuar era demasiado extraña y aunque ese era el momento de dejarla y lanzarse él a seguir a su objetivo, no lo hizo, porque en su interior existía algo de culpabilidad que lo orillo a permanecer al lado de ella.
– Dylan Laurent – respondió dando su nombre real y permaneciendo con la mirada fija en ella sin saber realmente que hacer. No sabía si tocarla o dejar que se apartara más de él – y no es el momento para que estés pensando esas cosas, te ves terrible, así que aunque sea malo que la tal Antonina me vea contigo, voy a llevarte hasta los palcos – pero justo cuando Laurent iba a llevársela, fue entonces que la situación cambio. De los labios femeninos salió una pregunta que llevo a Dylan a suspirar y mirarla fijamente. Ya no tenía caso mentirle más a aquella pobre muchacha y la única manera de asegurarse que no le arruinara toda la misión de la noche, era darle detalles a grandes rasgos o en ultima instancia amenazarle para que se mantuviera en silencio.
– Tienes razón, lo de mi prometida es mentira pero si necesito encontrar a alguien – se acercó entonces más a ella, acorándola cada vez más contra la pare – es un asunto de vida o muerte – y tras decir aquellas palabras, hasta los oídos de ambos llegó el sonido de tres disparos, mismos que provocaron el caos pues al segundo siguiente ya se escuchan los gritos y se veía a los actores correr – ¡Demonios! – Dylan intuía perfectamente que era lo que estaba ocurriendo y sabía que lo mejor era salir de ese lugar pronto antes de que alguien aparte de la muchacha notara su extraña presencia y fuera culpado de algo que no había hecho… al menos no de manera directa. Antes de hacer cualquier cosa, volvió a mirar a la muchacha acorralada, quien en esta ocasión se veía mucho más confundida y afectada que antes, motivo que llevó a Dylan a no pensar más y tomarla de la mano – Son disparos genio y tenemos que salir de aquí antes de que quienes los hayan hecho también traten de salir y asesinen a quienes se les metan en el camino – justo advertía aquello cuando más disparos acompañados de gritos se escucharon – ahora, corre – y tiro entonces de la chica, arrastrándola sin saber exactamente que camino seguir para llegar a una salida en la que no fuera tan evidente su presencia.
Fabrice Laurent- Humano Clase Media
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Re: Strange Activities [Privado]
La duda, el miedo y la confusión golpeaban en la mente de Katia como abejas intentando escapar de su panal. No podía hallar las palabras adecuadas para expresar todo lo que sentía en ese momento, porque no había en ella esa habilidad común para poder expresarse con naturalidad. Toda su vida se resumió en no poder ser sincera con los demás con respecto a sus emociones, se obligó a sí misma a encerrarse en una burbuja en donde estaría segura, y de la cual, no quería escapar nunca. Pero se equivocó, como lo haría cualquier ser humano, sólo que, en su condición, era difícil darse cuenta de semejante verdad, ni siquiera por encontrarse en una situación complicada, una que nunca antes había experimentado. Incluso, podían tomarla por una ingenua, sin embargo, el mismo hombre, que ahora huía con ella entre la multitud, no logró engañarla, muy para su sorpresa, la jovencita consiguió desentrañar su mentira.
Katia siempre estaba atenta a los detalles, quizá porque quería hallar respuestas lógicas en cosas que los demás ignoraban. Ella prefería ser práctica y dar por zanjado un tema sin entrar en cuestiones que escapaban de su comprensión. Quizá era porque estaba aprendiendo a vivir con la alexitimia; quizá era porque aún no estaba preparada para el mundo real, pero ahora tenía que estarlo, sin importar su estado psicológico. Era una oportunidad para escapar del abismo, por muy aterrador que se mostrara el camino.
—¿Disparos? Nunca antes había escuchado algo... así —dijo, apenas cuando logró salir de su aparente conmoción. No sabía cómo describir todo aquel remolino de sensaciones que estaba padeciendo; podía incluso asociarlo a miles de cosas y aun así no hallaba nada que la pudiera ayudar a controlarse—. ¿Esto tiene que ver contigo? —preguntó de manera repentina, sin saber si era correcto sacar conclusiones a prisa—. Todavía no entiendo una cosa...
Y sus palabras se quedaron en el aire cuando escuchó otro disparo más, incluso estrechó con más fuerza la mano de Dylan, mientras apretaba los parpados. Por primera vez estaba experimentando miedo, y por alguna razón, supo que se trataba de eso; era lo mismo que sentía cuando sus padres peleaban al punto de herirse mutuamente.
—¿Por qué me mentiste? —Logró mencionar cuando recuperó aire suficiente. Sus pies no se detenían, aunque buscara con la mirada a Antonina, seguía tras los pasos del hombre—. No es justo, yo no te he hecho nada para que me mientas, sólo quería ayudarte. —Era un reproche evidentemente, algo que dejó salir sin pensárselo mucho, si cuestionarse demasiado qué significaba—. Sea lo que hagas, está mal... Esto es un desastre.
¡Lo culpaba! Y sin saber el porqué, sólo dejó que sus instintos surgieran de la nada. Aunque la gran mayoría de las veces no lograba conectar su razón con sus emociones, esa vez, por muy extraño que pareciera, lo estaba consiguiendo.
—¡Ya basta! ¿Podemos parar? Necesito encontrar a mi tutora antes. Por favor —le pidió, en el momento en que detenía sus pasos y lo obligaba a él a hacer lo mismo—. Haz algo bueno por una vez. Ayúdame a encontrarla y luego podrás marcharte a donde quieras. Por favor.
Katia siempre estaba atenta a los detalles, quizá porque quería hallar respuestas lógicas en cosas que los demás ignoraban. Ella prefería ser práctica y dar por zanjado un tema sin entrar en cuestiones que escapaban de su comprensión. Quizá era porque estaba aprendiendo a vivir con la alexitimia; quizá era porque aún no estaba preparada para el mundo real, pero ahora tenía que estarlo, sin importar su estado psicológico. Era una oportunidad para escapar del abismo, por muy aterrador que se mostrara el camino.
—¿Disparos? Nunca antes había escuchado algo... así —dijo, apenas cuando logró salir de su aparente conmoción. No sabía cómo describir todo aquel remolino de sensaciones que estaba padeciendo; podía incluso asociarlo a miles de cosas y aun así no hallaba nada que la pudiera ayudar a controlarse—. ¿Esto tiene que ver contigo? —preguntó de manera repentina, sin saber si era correcto sacar conclusiones a prisa—. Todavía no entiendo una cosa...
Y sus palabras se quedaron en el aire cuando escuchó otro disparo más, incluso estrechó con más fuerza la mano de Dylan, mientras apretaba los parpados. Por primera vez estaba experimentando miedo, y por alguna razón, supo que se trataba de eso; era lo mismo que sentía cuando sus padres peleaban al punto de herirse mutuamente.
—¿Por qué me mentiste? —Logró mencionar cuando recuperó aire suficiente. Sus pies no se detenían, aunque buscara con la mirada a Antonina, seguía tras los pasos del hombre—. No es justo, yo no te he hecho nada para que me mientas, sólo quería ayudarte. —Era un reproche evidentemente, algo que dejó salir sin pensárselo mucho, si cuestionarse demasiado qué significaba—. Sea lo que hagas, está mal... Esto es un desastre.
¡Lo culpaba! Y sin saber el porqué, sólo dejó que sus instintos surgieran de la nada. Aunque la gran mayoría de las veces no lograba conectar su razón con sus emociones, esa vez, por muy extraño que pareciera, lo estaba consiguiendo.
—¡Ya basta! ¿Podemos parar? Necesito encontrar a mi tutora antes. Por favor —le pidió, en el momento en que detenía sus pasos y lo obligaba a él a hacer lo mismo—. Haz algo bueno por una vez. Ayúdame a encontrarla y luego podrás marcharte a donde quieras. Por favor.
Katia Plisétskaya1- Humano Clase Alta
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Re: Strange Activities [Privado]
Su plan se desmoronaba como un castillo de arena al que las olas han golpeado ya demasiadas veces. Primero había permitido que el hombre al que seguía se escabullera tras bambalinas, después había encontrado a una joven que no sabía si era demasiado torpe o demasiado lista para su propio bien, con esa joven se demoró más de la cuenta y los disparos que provenían del final del pasillo donde se hallaban eran la prueba final de que su misión fracasaba. Dylan no podía ser encontrado ahí, era demasiado peligroso quedarse no solo para él sino para cualquiera, fue por eso que con decisión observo a la joven y le dijo que debían huir, acto seguido, ambos corrían entre los pasillos de aquel lugar.
– Hay una primera vez para todo guapa y esta – giro el rostro para verla – es tu primera ocasión con los disparos, pero tranquila que saldremos de aquí. Vamos a estar bien – Laurent ya conocía los riesgos de su profesión y por eso estaba dispuesto a aceptarlos, lo que no era capaz de aceptar era que esos riesgos pusieran en peligro a terceras personas, personas como la muchacha que sujetaba de manera firme su mano y a quien no podía seguirle mintiendo – Tiene y no tiene que ver conmigo – respondió mientras llegaban al final de un pasillo y giraban en otro – Es algo complicado de explicar, en especial cuando estas corriendo y – un nuevo disparo se escucho, seguido de más gritos – tienes que huir antes de que te de una bala.
Escapar de aquel lugar era más complicado de lo que esperaba, cada vez que giraba en los pasillos sentía estarse internando más en el teatro en lugar de estar saliendo de él y por si fuera poco, no veía ninguna de esas salidas de emergencia que solían poner para los actores.
– Ya te dije que es algo complicado de explicar – giro el rostro para ver la confusión en los ojos de la muchacha – Pero no es que haya querido mentirte, tenía que hacerlo porque mentir y obtener información es mi trabajo – y por primera vez creía estar describiendo a la perfección su trabajo… claro que omitía el peligro en el que se ponía al hacerlo.
Dylan planeaba correr hasta encontrar una salida pero su plan sufrió una vez más de la interferencia de aquella muchacha, quien en esa ocasión se detuvo de manera brusca para pedirle que la ayudase a encontrar a su tutora. Un suspiro salió de los labios del investigador, que enfrentó la mirada de la joven.
– Escucha… – hizo una pausa al darse cuenta de que no sabía su nombre aún pero casi enseguida carraspeo y continuo – Voy a ayudarte a encontrar a tu tutora pero para poder hacer eso necesitamos salir del teatro. Los hombres que están disparando no nos buscan pero van a disparar a quienes se atraviesen en su camino o a quienes puedan delatarlos con las autoridades. Ya sé que te mentí pero te lo repito hacerlo es parte de mi trabajo, no es algo personal pero si te sirve para que confíes en mi, prometo no volver a mentirte y explicarte toda la situación – sonrió – pero eso después de que salgamos y encontremos a Antonina, ¿Esta bien?.
– Hay una primera vez para todo guapa y esta – giro el rostro para verla – es tu primera ocasión con los disparos, pero tranquila que saldremos de aquí. Vamos a estar bien – Laurent ya conocía los riesgos de su profesión y por eso estaba dispuesto a aceptarlos, lo que no era capaz de aceptar era que esos riesgos pusieran en peligro a terceras personas, personas como la muchacha que sujetaba de manera firme su mano y a quien no podía seguirle mintiendo – Tiene y no tiene que ver conmigo – respondió mientras llegaban al final de un pasillo y giraban en otro – Es algo complicado de explicar, en especial cuando estas corriendo y – un nuevo disparo se escucho, seguido de más gritos – tienes que huir antes de que te de una bala.
Escapar de aquel lugar era más complicado de lo que esperaba, cada vez que giraba en los pasillos sentía estarse internando más en el teatro en lugar de estar saliendo de él y por si fuera poco, no veía ninguna de esas salidas de emergencia que solían poner para los actores.
– Ya te dije que es algo complicado de explicar – giro el rostro para ver la confusión en los ojos de la muchacha – Pero no es que haya querido mentirte, tenía que hacerlo porque mentir y obtener información es mi trabajo – y por primera vez creía estar describiendo a la perfección su trabajo… claro que omitía el peligro en el que se ponía al hacerlo.
Dylan planeaba correr hasta encontrar una salida pero su plan sufrió una vez más de la interferencia de aquella muchacha, quien en esa ocasión se detuvo de manera brusca para pedirle que la ayudase a encontrar a su tutora. Un suspiro salió de los labios del investigador, que enfrentó la mirada de la joven.
– Escucha… – hizo una pausa al darse cuenta de que no sabía su nombre aún pero casi enseguida carraspeo y continuo – Voy a ayudarte a encontrar a tu tutora pero para poder hacer eso necesitamos salir del teatro. Los hombres que están disparando no nos buscan pero van a disparar a quienes se atraviesen en su camino o a quienes puedan delatarlos con las autoridades. Ya sé que te mentí pero te lo repito hacerlo es parte de mi trabajo, no es algo personal pero si te sirve para que confíes en mi, prometo no volver a mentirte y explicarte toda la situación – sonrió – pero eso después de que salgamos y encontremos a Antonina, ¿Esta bien?.
Fabrice Laurent- Humano Clase Media
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Re: Strange Activities [Privado]
¿Una primera vez? ¿De qué exactamente? Katia empezaba a cuestionarse demasiadas cosas, y lo peor, es que era incapaz de expresarlas adecuadamente. El corazón le daba tumbos en el pecho y las manos les sudaban más de lo que llegó a imaginar, incluso, hasta sintió que las piernas le flaquearon un par de veces, pero esa necesidad de tener que huir, sin saber el porqué, la guió a seguir con aquel escape junto con ese hombre. Dylan Laurent había causado en ella lo que ninguna otra persona consiguió, ni siquiera ese joven suspicaz que conoció en la Plaza Tertre; Dylan distaba muchísimo de Hugo, o al menos es consideró, ahondando en detalles meramente superficiales, como siempre había hecho.
Por escasos segundos, intentar conseguir diferencias entre ambos le robó la concentración, ahorrándose la inminente sensación de peligro. Sólo respondía a un movimiento mecánico, el mismo que la obligaba a seguir una dirección cualquiera, a pesar de todo el alboroto del lugar. Las personas corrían de un lado a otro, se tropezaban entre sí, gritaban con euforia, pero las detonaciones no se detuvieron. Y ese malestar en ella, por hallarse metida en ese meollo, se hizo mucho más fuerte cuando él le respondió algo que la descolocó. ¿Cómo era eso de que tenía que ver y a la vez no? Por un momento la cabeza le dio vueltas; esa respuesta no atendía a su verdadera duda. Sintió los deseos de llorar, de aislarse como lo hacía cuando era una niña y esperar a que todo volviera a la normalidad. No obstante, recordar a Antonina, la obligó a seguir de pie. Tampoco quiso separarse de él. ¿Qué era lo que hacía realmente? Katia pudo darse cuenta de que siempre había estado viviendo en una burbuja y no supo cómo reaccionar a ese descubrimiento.
—Espero que esta vez no me estés mintiendo —dijo en un hilo de voz. No le había dado demasiadas vueltas a sus palabras, sólo las dejó salir—. ¿Siempre te pasan estas cosas? ¡Dios mío! Pobre de ti —no se estaba excusando. Solía ser muy transparente, a pesar de no tener cierta facultad sobre el reconocimiento de sus emociones—. Nunca escuché sobre un trabajo así; en realidad, desconozco muchas cosas —confesó—. Por eso necesito a Antonina. Ella tiene que estar bien.
En ese momento, Katia parecía tan frágil como las alas de una mariposa intentando sobrevivir a la tempestad. Le miró fijamente cuando logró detenerlo; sus rasgos, hasta ese entonces ignorados, le resultaron encantadores, incluso hasta pudo sentir como la temperatura de sus mejillas aumentaba más. Aquella sensación la obligó a desviar la vista hacia otro lado.
—Katia, puedes llamarme Katia —agregó, como si hubiera tenido esa capacidad de percibir la necesidad de tener que darle su nombre. Aunque las palabras de Dylan le hayan dejado uno extraño alivio, no se atrevía a mirarlo directamente—. Está bien. Gracias y disculpa por todo. —¿Por qué se estaba disculpando? No lo comprendía, pero quiso hacerlo; debía confiar en él, algo así se lo decía—. Ya quiero salir de este lugar... Lo antes posible.
Respiró hondo, aunque sabía que podía estar a salvo al lado de ese desconocido, el revuelo en el teatro le generaba ansiedad y unas ganas inmensas de escapar. Sólo Dylan era su guía en ese instante. Por Antonina no le quedaba más alternativa que orar para que estuviera bien.
Por escasos segundos, intentar conseguir diferencias entre ambos le robó la concentración, ahorrándose la inminente sensación de peligro. Sólo respondía a un movimiento mecánico, el mismo que la obligaba a seguir una dirección cualquiera, a pesar de todo el alboroto del lugar. Las personas corrían de un lado a otro, se tropezaban entre sí, gritaban con euforia, pero las detonaciones no se detuvieron. Y ese malestar en ella, por hallarse metida en ese meollo, se hizo mucho más fuerte cuando él le respondió algo que la descolocó. ¿Cómo era eso de que tenía que ver y a la vez no? Por un momento la cabeza le dio vueltas; esa respuesta no atendía a su verdadera duda. Sintió los deseos de llorar, de aislarse como lo hacía cuando era una niña y esperar a que todo volviera a la normalidad. No obstante, recordar a Antonina, la obligó a seguir de pie. Tampoco quiso separarse de él. ¿Qué era lo que hacía realmente? Katia pudo darse cuenta de que siempre había estado viviendo en una burbuja y no supo cómo reaccionar a ese descubrimiento.
—Espero que esta vez no me estés mintiendo —dijo en un hilo de voz. No le había dado demasiadas vueltas a sus palabras, sólo las dejó salir—. ¿Siempre te pasan estas cosas? ¡Dios mío! Pobre de ti —no se estaba excusando. Solía ser muy transparente, a pesar de no tener cierta facultad sobre el reconocimiento de sus emociones—. Nunca escuché sobre un trabajo así; en realidad, desconozco muchas cosas —confesó—. Por eso necesito a Antonina. Ella tiene que estar bien.
En ese momento, Katia parecía tan frágil como las alas de una mariposa intentando sobrevivir a la tempestad. Le miró fijamente cuando logró detenerlo; sus rasgos, hasta ese entonces ignorados, le resultaron encantadores, incluso hasta pudo sentir como la temperatura de sus mejillas aumentaba más. Aquella sensación la obligó a desviar la vista hacia otro lado.
—Katia, puedes llamarme Katia —agregó, como si hubiera tenido esa capacidad de percibir la necesidad de tener que darle su nombre. Aunque las palabras de Dylan le hayan dejado uno extraño alivio, no se atrevía a mirarlo directamente—. Está bien. Gracias y disculpa por todo. —¿Por qué se estaba disculpando? No lo comprendía, pero quiso hacerlo; debía confiar en él, algo así se lo decía—. Ya quiero salir de este lugar... Lo antes posible.
Respiró hondo, aunque sabía que podía estar a salvo al lado de ese desconocido, el revuelo en el teatro le generaba ansiedad y unas ganas inmensas de escapar. Sólo Dylan era su guía en ese instante. Por Antonina no le quedaba más alternativa que orar para que estuviera bien.
Katia Plisétskaya1- Humano Clase Alta
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Re: Strange Activities [Privado]
Detestaba poner en peligro a personas inocentes por descuidos, lo había odiado desde que ayudara a su padre en sus investigaciones y seguramente lo seguiría detestando en el futuro, eso aunque siempre hubiera sido y siguiera siendo imposible, que el investigador supiera lo que iba a pasar a cada segundo. Dylan no podía predecir el futuro; no tenía forma de saber como es que afectaría a los sucesos futuros lo que hiciera o dejara de hacer, sin embargo, pese a estar eso claro, él no podía evitar sentirse responsable cuando se encontraba en situaciones como la que ahora enfrentaba pues, cada vez que giraba el rostro para observar a la bailarina a quien guiaba, el miedo y la confusión en el rostro de ella, se convertían en miedo y dolor en la propia cabeza del investigador.
– No te estoy mintiendo, dejare de mentirte desde este momento. Así que confía en mi – sonrió a pesar de que el sudor provocado por el nerviosismo y la carrera comenzaran a perlar su frente. Escuchar después de sus palabras, lo que la bailarina tenía para preguntarle, le hizo reír – No siempre me pasan esta clase de cosas – pensó en todas las investigaciones que fueron bien, para después pasar a aquellas que no fueron tan bien, todo para darse cuenta de que era en los últimos tiempos que parecía estar atravesando una mala racha – aunque ahora me pasan un tanto más seguido que antes – confeso después de percatarse de la mala suerte que últimamente le perseguía – pero no es nada de lo cual preocuparse, siempre he salido bien librado de todas y cada una de esas malas situaciones. Veras que también salimos bien librados de esta – avanzaban entre los corredores sin encontrar realmente una salida o una señal de que estuvieran andando por el camino adecuado. Dylan comenzaba a desesperarse, a no saber que hacer a continuación pero trataba de ocultar su nerviosismo para no alterar más a la muchacha que con confusión admitía desconocer mucho del mundo – Es que esta clase de trabajo no es algo de lo que la mayoría se enorgullece, aunque a mi, si que me enorgullece – y si era de esa manera, se debía al hecho de que aquella profesión fuera lo que le unía a su difunto y bondadoso padre – ya te contare de lo que hago, después, ahora no temas – miró de reojo el rostro de la bailarina – Encontraremos a Antonina.
– Katia… – susurró aquel nombre y sonrió después. Le agradaba la sensación de aquel nombre siendo pronunciado por sus labios, aunque quizás no fuera nada más que los nervios por encontrarse en una situación de crisis que debía ser manejada rápidamente. Volviendo entonces a la misión de sacar a la muchacha de aquella situación donde de manera inesperada acabo metiéndola, Dylan la guió una vez más entre los pasillos, completamente dispuesto a encontrar la salida – No debes darme las gracias y quien debería disculparse soy yo – carraspeo – Fui yo quien te metió en esto con mis mentiras, pero así como te metí, voy a sacarte – giraba entonces en un pequeño pasillo para dar entonces con una pequeña señal que indicaba una salida de emergencia del teatro, una que seguramente nunca esperaron usar y que estaba designada exclusivamente para los actores – Tu deseo de salir de aquí esta por cumplirse princesa – sonrió de manera triunfal antes de tirar de la muchacha y llegar rápidamente hasta la puerta de salida – Pronto estarás con Antonina – aseguró mientras que tomaba el picaporte para hacerlo girar, sin embargo, fue el sonido de un disparo demasiado cerca de donde se encontraban lo que lo llevó a detenerse en seco y desear tener suficiente tiempo como para sacar a Katia de ahí.
– No te estoy mintiendo, dejare de mentirte desde este momento. Así que confía en mi – sonrió a pesar de que el sudor provocado por el nerviosismo y la carrera comenzaran a perlar su frente. Escuchar después de sus palabras, lo que la bailarina tenía para preguntarle, le hizo reír – No siempre me pasan esta clase de cosas – pensó en todas las investigaciones que fueron bien, para después pasar a aquellas que no fueron tan bien, todo para darse cuenta de que era en los últimos tiempos que parecía estar atravesando una mala racha – aunque ahora me pasan un tanto más seguido que antes – confeso después de percatarse de la mala suerte que últimamente le perseguía – pero no es nada de lo cual preocuparse, siempre he salido bien librado de todas y cada una de esas malas situaciones. Veras que también salimos bien librados de esta – avanzaban entre los corredores sin encontrar realmente una salida o una señal de que estuvieran andando por el camino adecuado. Dylan comenzaba a desesperarse, a no saber que hacer a continuación pero trataba de ocultar su nerviosismo para no alterar más a la muchacha que con confusión admitía desconocer mucho del mundo – Es que esta clase de trabajo no es algo de lo que la mayoría se enorgullece, aunque a mi, si que me enorgullece – y si era de esa manera, se debía al hecho de que aquella profesión fuera lo que le unía a su difunto y bondadoso padre – ya te contare de lo que hago, después, ahora no temas – miró de reojo el rostro de la bailarina – Encontraremos a Antonina.
– Katia… – susurró aquel nombre y sonrió después. Le agradaba la sensación de aquel nombre siendo pronunciado por sus labios, aunque quizás no fuera nada más que los nervios por encontrarse en una situación de crisis que debía ser manejada rápidamente. Volviendo entonces a la misión de sacar a la muchacha de aquella situación donde de manera inesperada acabo metiéndola, Dylan la guió una vez más entre los pasillos, completamente dispuesto a encontrar la salida – No debes darme las gracias y quien debería disculparse soy yo – carraspeo – Fui yo quien te metió en esto con mis mentiras, pero así como te metí, voy a sacarte – giraba entonces en un pequeño pasillo para dar entonces con una pequeña señal que indicaba una salida de emergencia del teatro, una que seguramente nunca esperaron usar y que estaba designada exclusivamente para los actores – Tu deseo de salir de aquí esta por cumplirse princesa – sonrió de manera triunfal antes de tirar de la muchacha y llegar rápidamente hasta la puerta de salida – Pronto estarás con Antonina – aseguró mientras que tomaba el picaporte para hacerlo girar, sin embargo, fue el sonido de un disparo demasiado cerca de donde se encontraban lo que lo llevó a detenerse en seco y desear tener suficiente tiempo como para sacar a Katia de ahí.
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Re: Strange Activities [Privado]
No le quedaba más alternativa que seguir los pasos de ese hombre, aunque algo en ella, muy desconocido en ese momento, intentaba ponerla en alerta, de que algo, obviamente, no iba bien. Y no, no se trataba de todo lo que estaba ocurriendo; se trataba de la implicación de Dylan con los acontecimientos. Claro, tal vez él pensaba que Katia era una persona extraña y aislada de la realidad, y en partes tendría razón. Sin embargo, la situación de la muchacha iba más allá que simple aislamiento; sus condiciones psicológicas resultaban ser diferentes a las de alguien corriente, y las consecuencias eran precisamente que no lograra congeniar con sus emociones, ni con las de los demás. Por eso, no se podía esperar otros tipos de reacciones de su parte, y menos con todo lo que estaba ocurriendo.
Estaba completamente confundida y la cabeza empezaba a dolerle, eso sumado a la debilidad de sus piernas y manos. El aire comenzaba a fallarle, y aunque las lágrimas estuvieran a punto de resbalar por sus mejillas, sólo cerró los ojos, luchando con su respiración, tal y como se lo podía Antonina cuando estaba a punto de salir al escenario. ¡Oh! ¿Entonces eran nervios? Aunque no podía negar que esa vez resultaron ser mucho más fuertes, casi al punto de derrumbarla. Además, el hecho de estar separada de su tutora no era tan buena señal. Esperaba que nada le ocurriera; por primera vez podía experimentar el miedo terrible de tener la idea de perder a un ser querido, a pesar de no lograr definir bien ese estado de su propia mente.
—¿Trabajo? —preguntó intrigada—. ¿De qué trabajas? ¿Esto lo has ocasionado tú o tienes que ver? Si estás en algo que ponga en peligro tu vida, no debería ser bueno. O no sé, no es como si entendiera muchas cosas. —Encogió los hombros con indiferencia—. ¿Sí? Oh, no es nada...
Bajó la mirada como respuesta a su vergüenza, una que, por supuesto, no asociaba con ello, sólo con una acción inesperada de su parte. Las palabras de Dylan aún le revolvían la cabeza. No supo a cuál contestar primero o qué decir después. Prefirió guardar silencio, al menos mientras se dirigían a la salida, pues sabía que no podía desconcentrarlo, y justo cuando se percató de que él en serio intentaba sacarla de ahí. Tal vez, y con un poco de suerte, regresaría por Antonina, que debía estar en alguna parte del teatro, entre todo el alboroto.
Describir la sensación de su cuerpo cuando vio la salida de emergencia era toda una odisea, pero si sintió como si le quitaran un peso de encima. O comparándolo mejor con algo que haya experimentado, eso se parecía a cuando terminaba una presentación y los espectadores se ponían de pie, aplaudiendo con efusividad, mientras detrás del telón todos compartían sonrisas y abrazos. Tal vez sí era tan parecido a eso. Sin embargo, la paz se le borró de la mente cuando escuchó otro disparo más, justo al momento en que Dylan paraba en seco.
—¡No te detengas! Mejor salgamos cuanto antes de aquí —le alertó, estrechando su mano con fuerza, como queriendo transmitirle las pocas fuerzas que le quedaban a ella—. Ya estamos cerca, no puedes detenerte ahora, Dylan. No ahora... por favor.
Estaba completamente confundida y la cabeza empezaba a dolerle, eso sumado a la debilidad de sus piernas y manos. El aire comenzaba a fallarle, y aunque las lágrimas estuvieran a punto de resbalar por sus mejillas, sólo cerró los ojos, luchando con su respiración, tal y como se lo podía Antonina cuando estaba a punto de salir al escenario. ¡Oh! ¿Entonces eran nervios? Aunque no podía negar que esa vez resultaron ser mucho más fuertes, casi al punto de derrumbarla. Además, el hecho de estar separada de su tutora no era tan buena señal. Esperaba que nada le ocurriera; por primera vez podía experimentar el miedo terrible de tener la idea de perder a un ser querido, a pesar de no lograr definir bien ese estado de su propia mente.
—¿Trabajo? —preguntó intrigada—. ¿De qué trabajas? ¿Esto lo has ocasionado tú o tienes que ver? Si estás en algo que ponga en peligro tu vida, no debería ser bueno. O no sé, no es como si entendiera muchas cosas. —Encogió los hombros con indiferencia—. ¿Sí? Oh, no es nada...
Bajó la mirada como respuesta a su vergüenza, una que, por supuesto, no asociaba con ello, sólo con una acción inesperada de su parte. Las palabras de Dylan aún le revolvían la cabeza. No supo a cuál contestar primero o qué decir después. Prefirió guardar silencio, al menos mientras se dirigían a la salida, pues sabía que no podía desconcentrarlo, y justo cuando se percató de que él en serio intentaba sacarla de ahí. Tal vez, y con un poco de suerte, regresaría por Antonina, que debía estar en alguna parte del teatro, entre todo el alboroto.
Describir la sensación de su cuerpo cuando vio la salida de emergencia era toda una odisea, pero si sintió como si le quitaran un peso de encima. O comparándolo mejor con algo que haya experimentado, eso se parecía a cuando terminaba una presentación y los espectadores se ponían de pie, aplaudiendo con efusividad, mientras detrás del telón todos compartían sonrisas y abrazos. Tal vez sí era tan parecido a eso. Sin embargo, la paz se le borró de la mente cuando escuchó otro disparo más, justo al momento en que Dylan paraba en seco.
—¡No te detengas! Mejor salgamos cuanto antes de aquí —le alertó, estrechando su mano con fuerza, como queriendo transmitirle las pocas fuerzas que le quedaban a ella—. Ya estamos cerca, no puedes detenerte ahora, Dylan. No ahora... por favor.
Katia Plisétskaya1- Humano Clase Alta
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