AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The Big Deal [Eveline Marchessault]
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The Big Deal [Eveline Marchessault]
Marchessault. Ese era el nombre de la última piedra con la que la familia de Lucien se había tropezado. Su madre había apostado por un viejo perro francés orgulloso y bondadoso. Un hombre de buena familia y éxitos militares que resuenan en muchos salones de parís, pero que a Lucien poco le importaba. Sin embargo aquel viejo perro solo tuvo hijas con su difunta mujer y ahora, toda la ciudad está pendiente de ellas, incluso en la página de sociedad se prestaba atención a los compromisos ventajosos de la familia con otros infelices.
Lucien miró el periódico mientras esperaba en la habitación de una de sus futuras “hermanastras”, sin que ella lo supiera claro. Aún tenía unas pequeñas plumas, más bien parecidas a plumones pequeños que volaban en la cama cuando este se movía o las pocas que quedaban en el suelo que a nada de aire se desplazaban en silencio. Era inevitable para él no dejar aquel rastro. Se llevó la copa de vino a la boca y dio un sorbo mientras se divertía de aquellos anuncios de matrimonios. Cuando la puerta de ese dormitorio se abrió y apareció la mediana de los Marchessault, Eveline. Aquella jovencita, no era como las demás. Si cada una tenía alguna cualidad, Lucien no había reparado en ellas por ser soberanamente aburridas, pero Eveline. Eveline era coqueta, se agasajar por los hombres para que la adularan, recibía invitaciones para sentarse al lado de innumerables pretendientes. Era caprichosa y algo engreída porque podía serlo. Pero a pesar de que entre ellos dos no había ninguna relación, el don de Lucien era la infiltración y el espionaje. Jugaba con ventaja.
Se llevó el índice a los labios para que no se alarmara y dejó a un lado el periódico, había estado incordiándola varios días atrás desde que su madre le informó de que su nueva presa era el Sr. Marchessault, así que el joven Danmark no desperdició la oportunidad de divertirse con ello- Debe ser tedioso aparecer todos los días en las páginas de sociedad- comentó con una sonrisa impertinente. Sabía que ella le replicaría por volver a su habitación, por colarse y por su incansable falta de respeto e intimidad. Pero Lucien era así- ¿Sabes dónde está tu padre?- preguntó y fue más una pregunta retórica que una pregunta directa, descansó sus manos sobre su vientre entrelazándolos- Yo te diré dónde está. Está cenando en el Mirage, con una mujer que no es tu madre. Y lo llevan haciendo largo tiempo. Lo que me parece extraño es que no lo sepas tú, y parece que nadie- dijo señalando con la mirada al periódico-Por lo que veo tu padre paga bien para lo que le interesa- calumnió a su padre sabiendo que eso le despertaría aquella sangre caliente que había escuchado que tenía- Bueno, te informo, porque creo que ambos podríamos tener un mismo objetivo. Y porque sería divertido ver a donde lleva esta tierna amistad - dijo ahora señalando el espacio que había entre ambos. Ella aún continuaba cerca de la entrada de la habitación y él tumbado en la cama de aquella mujer- Por cierto, ahí tienes bombones de chocolate suizo. Tu favorito, considéralo una ofrenda de paz. Y de buenas intenciones contigo.- señaló una caja de color bermellón con un lazo grueso y negro de tela, en la planta del paquete se encontraba la serigrafía de la mejor bombonería de parís- Es una detalle, para ti- “hermanita” pensó en llamárselo pero quizá era demasiado pronto para descubrir el pastel y quería ver cuál era su interés y que pensaba de que una mujer, mayor y viuda. Estuviera saliendo con alguien como su padre- No sé si el viejo podrá aguantar a una mujer como esa, es mucha mujer. Así que vengo a ofrecerte un trato. Quiero separar a tu padre de esa mujer- se incorporó en la cama y se acercó hasta ella con una sonrisa de oreja a oreja- Freya Venälaina- concluyó con el nombre por si aquello era el último empujón que necesitaba para lanzarse al vacío junto a él.
Lucien miró el periódico mientras esperaba en la habitación de una de sus futuras “hermanastras”, sin que ella lo supiera claro. Aún tenía unas pequeñas plumas, más bien parecidas a plumones pequeños que volaban en la cama cuando este se movía o las pocas que quedaban en el suelo que a nada de aire se desplazaban en silencio. Era inevitable para él no dejar aquel rastro. Se llevó la copa de vino a la boca y dio un sorbo mientras se divertía de aquellos anuncios de matrimonios. Cuando la puerta de ese dormitorio se abrió y apareció la mediana de los Marchessault, Eveline. Aquella jovencita, no era como las demás. Si cada una tenía alguna cualidad, Lucien no había reparado en ellas por ser soberanamente aburridas, pero Eveline. Eveline era coqueta, se agasajar por los hombres para que la adularan, recibía invitaciones para sentarse al lado de innumerables pretendientes. Era caprichosa y algo engreída porque podía serlo. Pero a pesar de que entre ellos dos no había ninguna relación, el don de Lucien era la infiltración y el espionaje. Jugaba con ventaja.
Se llevó el índice a los labios para que no se alarmara y dejó a un lado el periódico, había estado incordiándola varios días atrás desde que su madre le informó de que su nueva presa era el Sr. Marchessault, así que el joven Danmark no desperdició la oportunidad de divertirse con ello- Debe ser tedioso aparecer todos los días en las páginas de sociedad- comentó con una sonrisa impertinente. Sabía que ella le replicaría por volver a su habitación, por colarse y por su incansable falta de respeto e intimidad. Pero Lucien era así- ¿Sabes dónde está tu padre?- preguntó y fue más una pregunta retórica que una pregunta directa, descansó sus manos sobre su vientre entrelazándolos- Yo te diré dónde está. Está cenando en el Mirage, con una mujer que no es tu madre. Y lo llevan haciendo largo tiempo. Lo que me parece extraño es que no lo sepas tú, y parece que nadie- dijo señalando con la mirada al periódico-Por lo que veo tu padre paga bien para lo que le interesa- calumnió a su padre sabiendo que eso le despertaría aquella sangre caliente que había escuchado que tenía- Bueno, te informo, porque creo que ambos podríamos tener un mismo objetivo. Y porque sería divertido ver a donde lleva esta tierna amistad - dijo ahora señalando el espacio que había entre ambos. Ella aún continuaba cerca de la entrada de la habitación y él tumbado en la cama de aquella mujer- Por cierto, ahí tienes bombones de chocolate suizo. Tu favorito, considéralo una ofrenda de paz. Y de buenas intenciones contigo.- señaló una caja de color bermellón con un lazo grueso y negro de tela, en la planta del paquete se encontraba la serigrafía de la mejor bombonería de parís- Es una detalle, para ti- “hermanita” pensó en llamárselo pero quizá era demasiado pronto para descubrir el pastel y quería ver cuál era su interés y que pensaba de que una mujer, mayor y viuda. Estuviera saliendo con alguien como su padre- No sé si el viejo podrá aguantar a una mujer como esa, es mucha mujer. Así que vengo a ofrecerte un trato. Quiero separar a tu padre de esa mujer- se incorporó en la cama y se acercó hasta ella con una sonrisa de oreja a oreja- Freya Venälaina- concluyó con el nombre por si aquello era el último empujón que necesitaba para lanzarse al vacío junto a él.
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Lucien Danmark- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2016
Localización : París actualmente.
Re: The Big Deal [Eveline Marchessault]
Tras el agotador día que había tenido una cena con todas sus hermanas era lo que menos deseaba pero aun así hizo el esfuerzo de escuchar como todas revoloteaban como pajarillos a los lados de la gran mesa del comedor principal. En otra ocasión seguramente se habría entretenido picando a las pequeñas y fastidiando a las mayores pero por esa vez se mantuvo más bien callada y distante, el baile al que había asistido no le quitó ese horrible dolor de cabeza que llevaba arrastrando desde esa misma mañana por lo que nada más acabar de cenar se excusó y subió las escaleras hasta su alcoba. En el trayecto fue deshaciendo el recogido que había llevado durante horas y agradeció notar su larga melena libre de atadura. Nada más entrar en su cuarto soltó las horquillas y se llevó las manos a la boca para ahogar un grito al encontrarse de nuevo allí a aquel individuo. -¿Voy a tener que llamar a la policía? Te dejé claro el último día que no quería verte más por aquí- soltó cerrando la puerta tras ella y echando el pestillo. Si alguna de sus hermanas descubría aquella escena el problema no lo tendría el joven sino ella con su padre. -Sea tedioso o no, no es de tu incumbencia-, soltó altiva ya recuperada del primer susto. Recogió las horquillas del suelo y las dejó en un cajón de su tocador, en el que se sentó a peinarse el pelo como si tal cosa, aunque realmente no dejaba de controlar los movimientos de Lucien por el espejo. No comprendía el motivo que le llevaba día tras día a visitarla de aquella manera pero muy equivocado estaba si pensaba que así conseguiría lo que otros habían tratado de lograr durante meses.
Su idea al subir las escaleras era quitarse aquel opulento vestido y meterse en la cama a descansar pero el cambiante no le daba tregua alguna por lo que tuvo que permanecer frente a él con las manos apoyadas en las caderas. -¿Vas a decirme de una vez qué es lo que quieres de mi?-, espetó recibiendo otra pregunta por respuesta, -¿cómo que dónde está mi padre?¿eso a ti en qué te incumbe?-, no le gustaba el rumbo que estaba tomando esa conversación y se notaba en la falta de fuerza de sus palabras. Eveline siempre hablaba de manera segura, altiva y rozando lo desquiciante; pero en esa ocasión parecía estar más atenta a Lucien que a ella misma por raro que eso fuera. -Mi padre puede cenar con quien desee, no tiene que pagar a nadie para esas tonterías-, soltó malhumorada sin poder reprimir un tono más elevado de voz que dejaba claro que no estaba precisamente tranquila. Las salidas de su padre habían aumentado y eso era un hecho, así como que no daba explicación alguna a sus hijas al respecto, pero jamás se planteó Eve que fuera una mujer la razón de tal evento. Como hombre suponía que tendría relaciones esporádicas con alguna mujer, todos lo hacían al fin y al cabo, pero el Mirage no era precisamente un restaurante para llevar a una mujerzuela sin importancia a cenar. -¿Por qué habría de creerte? No sé quién eres, no tienes prueba alguna y aún si lo que dices fuera cierto… Es una cena.- No podía dejar que un total desconocido la desestabilizara pues le estaría dado el total control de la situación.
Como si tal cosa caminó hacia la caja que le había señalado y se metió un bombón en la boca, -sin duda lo mejor de tu visita-, murmuró una vez tragó el dulce. Sacudió las plumas que quedaban sobre los hombros de Lucien y señaló la ventana, -la próxima vez que aparezcas por aquí acabarás en una jaula pajarillo-, se divertía con sus discusiones, con las visitas furtivas y todo lo demás, la tensión era palpable entre ambos pero así era Eveline, tozuda y caprichosa; no dejaría ver –o al menos lo intentaría- nada positivo de su opinión sobre Lucien. -En el caso en que mi padre piense por un segundo en comenzar algo con esa tal Venälaina, nos lo dirá y dudo que aprobemos dicha unión. Deberá elegir entre todas sus hijas y su amante.- Bastante segura, demasiado quizás, estaba de que León nunca antepondría a una mujerzuela -fuera quien fuera- al bienestar y felicidad de sus hijas. En el caso de que se equivocara y de nuevo abandonara a las jóvenes por el favor de una nueva esposa jamás volvería a escuchar palabra alguna por parte de Eveline hacia él. Bastante le había costado perdonarle sus ausencias durante toda su infancia, no le pasaría por alto una actitud mediocre como la que el cambiaformas anunciaba que tendría.
Su idea al subir las escaleras era quitarse aquel opulento vestido y meterse en la cama a descansar pero el cambiante no le daba tregua alguna por lo que tuvo que permanecer frente a él con las manos apoyadas en las caderas. -¿Vas a decirme de una vez qué es lo que quieres de mi?-, espetó recibiendo otra pregunta por respuesta, -¿cómo que dónde está mi padre?¿eso a ti en qué te incumbe?-, no le gustaba el rumbo que estaba tomando esa conversación y se notaba en la falta de fuerza de sus palabras. Eveline siempre hablaba de manera segura, altiva y rozando lo desquiciante; pero en esa ocasión parecía estar más atenta a Lucien que a ella misma por raro que eso fuera. -Mi padre puede cenar con quien desee, no tiene que pagar a nadie para esas tonterías-, soltó malhumorada sin poder reprimir un tono más elevado de voz que dejaba claro que no estaba precisamente tranquila. Las salidas de su padre habían aumentado y eso era un hecho, así como que no daba explicación alguna a sus hijas al respecto, pero jamás se planteó Eve que fuera una mujer la razón de tal evento. Como hombre suponía que tendría relaciones esporádicas con alguna mujer, todos lo hacían al fin y al cabo, pero el Mirage no era precisamente un restaurante para llevar a una mujerzuela sin importancia a cenar. -¿Por qué habría de creerte? No sé quién eres, no tienes prueba alguna y aún si lo que dices fuera cierto… Es una cena.- No podía dejar que un total desconocido la desestabilizara pues le estaría dado el total control de la situación.
Como si tal cosa caminó hacia la caja que le había señalado y se metió un bombón en la boca, -sin duda lo mejor de tu visita-, murmuró una vez tragó el dulce. Sacudió las plumas que quedaban sobre los hombros de Lucien y señaló la ventana, -la próxima vez que aparezcas por aquí acabarás en una jaula pajarillo-, se divertía con sus discusiones, con las visitas furtivas y todo lo demás, la tensión era palpable entre ambos pero así era Eveline, tozuda y caprichosa; no dejaría ver –o al menos lo intentaría- nada positivo de su opinión sobre Lucien. -En el caso en que mi padre piense por un segundo en comenzar algo con esa tal Venälaina, nos lo dirá y dudo que aprobemos dicha unión. Deberá elegir entre todas sus hijas y su amante.- Bastante segura, demasiado quizás, estaba de que León nunca antepondría a una mujerzuela -fuera quien fuera- al bienestar y felicidad de sus hijas. En el caso de que se equivocara y de nuevo abandonara a las jóvenes por el favor de una nueva esposa jamás volvería a escuchar palabra alguna por parte de Eveline hacia él. Bastante le había costado perdonarle sus ausencias durante toda su infancia, no le pasaría por alto una actitud mediocre como la que el cambiaformas anunciaba que tendría.
Eveline Marchessault- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/05/2016
Re: The Big Deal [Eveline Marchessault]
Muy segura de sí misma parecía aquella joven caprichosa, aquella Marchessault, al contrario que las demás era muy temeraria en sus palabras y de lengua afilada. No tardó en aflorar su verdadera naturaleza entre las amenazas al cuervo, para que Lucien dedicara una de sus sonrisas más siniestras y pintorescas que tenía entre su repertorio. Era especialista en sacar de quicio a todo aquel que le brindara la mínima atención, de hecho se regodeaba muchas veces en ello. Pero por mucho que aquella mujer intentara restarle importancia, algo tan jugoso como aquella noticia, había despertado su interés. Lucien como buen cazador que era, había usado el cebo perfecto para que aquella joven comiera de su mano- Bueno, no tendría motivo para mentirte- respondió el pajarraco aun estando a sus anchas por la habitación- De hecho tienes razón, puede cenar con quien guste y eso está haciendo, pero no sólo es una cena, llevan meses y meses haciéndolo- y suspiró encogiéndose de hombros ante la inminente noticia, como si fuera algo normal- Y en lo referente a que tu padre debería elegir entre sus hijas y su próxima mujer…- elevó las cejas de forma fingida, pero había elegido bien cada palabra- bueno, a lo que iba. Tu padre no debería rendir cuentas con nadie, de hecho sois vosotras las que debéis rendiros a él. Además no me extraña que el hombre no de abasto está buscando desesperadamente que sus hijas acaben bien paradas- y dicho aquello se abalanzó sobre el periódico del que momentos antes había hablado y se lo lanzó a Eveline, abierto por la página de sociedad en la que aparecía el titular de la boda de su hermana- Yo también buscaría desesperadamente buenas familias para mis hijas, si tuviera tantas como él- puso los ojos en blanco, además del tono insufrible y después esperó a que sus palabras hicieran efecto en la muchacha.
Sabía que Eveline no se lo iba a tomar a bien, sobre todo porque era la más caprichosa, impertinente y más suya de todas sus hermanas, y por supuesto, ante tales circunstancias pensaba que todo el mundo giraba a su alrededor, al menos el de su familia. Pero tras la llegada de Freya, estaba muy equivocada pues la reina de infierno había decidido usurpar aquel trono de atención y había desplazado a cualquiera a un segundo plano- Verás, no conozco a tu padre, pero si conozco a la mujer con la que está. Y te aseguro que antes terminarías durmiendo bajo un puente y desposada con cualquier gordo de taberna, que apartarla de tu camino o del de tu padre- le añadió y se rascó la cabeza, mientras hablaba. Algún plumón negro se le había quedado entre el pelo y hacía que le picara- Pero bueno, a diferencia de otras noches, esta no es tan solo de incordio, sino que es una ofrenda de paz. O más bien de guerra…- susurró meditabundo- Bueno, en cualquier caso estoy aquí para ofrecerte la alianza que ambos necesitamos para acabar con esa unión. Mi madre no puede estar con un viejo como tu padre- le dijo como si fuera escandaloso- Y no te ofendas, princesa. No es sólo por tu padre, no hay nadie en el mundo tan bueno para mi padre, que se la merezca. Es solo eso.- Dictaminó ahora más seguro que nunca- Así que tu dirás. ¿Hay trato o no?
Sabía que Eveline no se lo iba a tomar a bien, sobre todo porque era la más caprichosa, impertinente y más suya de todas sus hermanas, y por supuesto, ante tales circunstancias pensaba que todo el mundo giraba a su alrededor, al menos el de su familia. Pero tras la llegada de Freya, estaba muy equivocada pues la reina de infierno había decidido usurpar aquel trono de atención y había desplazado a cualquiera a un segundo plano- Verás, no conozco a tu padre, pero si conozco a la mujer con la que está. Y te aseguro que antes terminarías durmiendo bajo un puente y desposada con cualquier gordo de taberna, que apartarla de tu camino o del de tu padre- le añadió y se rascó la cabeza, mientras hablaba. Algún plumón negro se le había quedado entre el pelo y hacía que le picara- Pero bueno, a diferencia de otras noches, esta no es tan solo de incordio, sino que es una ofrenda de paz. O más bien de guerra…- susurró meditabundo- Bueno, en cualquier caso estoy aquí para ofrecerte la alianza que ambos necesitamos para acabar con esa unión. Mi madre no puede estar con un viejo como tu padre- le dijo como si fuera escandaloso- Y no te ofendas, princesa. No es sólo por tu padre, no hay nadie en el mundo tan bueno para mi padre, que se la merezca. Es solo eso.- Dictaminó ahora más seguro que nunca- Así que tu dirás. ¿Hay trato o no?
Lucien Danmark- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2016
Localización : París actualmente.
Re: The Big Deal [Eveline Marchessault]
Apretó la mandíbula, no estaba acostumbrada a que nadie jugara con ella sino todo lo contrario, siempre era Eveline la joven caprichosa que se salía con la suya y hacía que los demás bailaran a su son; mas Lucien parecía conocer bien los puntos débiles de la castaña. Mientras pudo se mantuvo seria sin intención de mostrar el nerviosismo que en realidad sentía, algo le decía que las palabras del cuervo eran ciertas, su padre no había estado centrado en los últimos meses y sus salidas eran más habituales cada día, jamás decía a dónde iba y siempre regresaba feliz. Se dejó caer a los pies de la cama y retiró el periódico con la diestra haciendo que este cayera al suelo de manera desordenada. Si estaba viéndose con una mujer y no las había dicho nada no podía ser bueno, nadie escondería el amor por una mujer como fue su madre, pura, leal y con una moral intachable… Aún desconociendo a la nueva conquista de su padre ya la caía pesada, ya deseaba eliminarla de su camino y el de su familia. Sus hermanas aún no habían tenido que soportar la mera idea de tener en casa una madrastra por lo que dependía de ella esa vez alejar la amenaza de las hermanas Marchessault.
Miró a Lucien que parecía encontrarse tan a gusto como en su propia casa y asintió a su última pregunta, -hay trato-. No prestó especial atención a aquel descubrimiento que Lucien le acababa de hacer pues estaba demasiado concentrada en la manera de alejar a la pareja. -Tu madre es cosa tuya y mi padre es cosa mía. Será viejo como tú dices pero no le subestimes, todos en mi familia somos más de lo que parecemos-. Si bien iba a hacer un pacto de ese calibre con él, no iba a tolerarle faltas de respeto hacia nadie de su familia. Podría ser prepotente, egocéntrica y orgullosa, pero daría su vida por cada uno de los Marchessault.
-Necesito saber qué crees que ha visto tu madre en León-, el punto débil de su padre lo tenía claro pero debía atinar también con aquella arpía a la que se enfrentaba y nadie mejor que Lucien para ello. Confiar en él no se le hacía tarea fácil, de hecho no lo hacía y dudaba mucho que este le fuera más leal a ella que a su propia madre pero era la mejor baza que tenía por el momento y lo mismo debía pensar él. -Si tienes ya alguna idea es el momento de decirla-, le instó para comenzar a trazar el plan de ataque. -Mi padre jamás ha tolerado mi manera de divertirme en fiestas y eventos, tener a jóvenes a mi alrededor el crispa sobremanera, por lo que si fingimos tener una relación sin su consentimiento prestará mucha más atención a nuestros pasos que a tu bendita madre-. Conociendo a León, este jamás permitiría que Eve se relacionara con un joven como Lucien; le parecería prepotente, maleducado y soberbio, todos los adjetivos que su padre más detestaba en los demás. Hacerle enfadar y rabiar parecía para Eveline el único medio para llamar su atención, ya lo hacía de pequeña cuando se escondía durante días para que este no pudiera encontrarla cuando regresaba a casa o bien permanecía sin hablarle cuando alguna de sus hermanas mayores la obligaba a permanecer en la mesa en las comidas familiares. Siempre había optado por castigarle cuando no aceptaba sus decisiones, muchos podrían verlo como algo poco usual pues siempre era el padre quien educaba y reprendía pero nada de usual tenía esa familia y prefería perder su afecto a que sus hermanas sufrieran la llegada de una desconocida.
Miró a Lucien que parecía encontrarse tan a gusto como en su propia casa y asintió a su última pregunta, -hay trato-. No prestó especial atención a aquel descubrimiento que Lucien le acababa de hacer pues estaba demasiado concentrada en la manera de alejar a la pareja. -Tu madre es cosa tuya y mi padre es cosa mía. Será viejo como tú dices pero no le subestimes, todos en mi familia somos más de lo que parecemos-. Si bien iba a hacer un pacto de ese calibre con él, no iba a tolerarle faltas de respeto hacia nadie de su familia. Podría ser prepotente, egocéntrica y orgullosa, pero daría su vida por cada uno de los Marchessault.
-Necesito saber qué crees que ha visto tu madre en León-, el punto débil de su padre lo tenía claro pero debía atinar también con aquella arpía a la que se enfrentaba y nadie mejor que Lucien para ello. Confiar en él no se le hacía tarea fácil, de hecho no lo hacía y dudaba mucho que este le fuera más leal a ella que a su propia madre pero era la mejor baza que tenía por el momento y lo mismo debía pensar él. -Si tienes ya alguna idea es el momento de decirla-, le instó para comenzar a trazar el plan de ataque. -Mi padre jamás ha tolerado mi manera de divertirme en fiestas y eventos, tener a jóvenes a mi alrededor el crispa sobremanera, por lo que si fingimos tener una relación sin su consentimiento prestará mucha más atención a nuestros pasos que a tu bendita madre-. Conociendo a León, este jamás permitiría que Eve se relacionara con un joven como Lucien; le parecería prepotente, maleducado y soberbio, todos los adjetivos que su padre más detestaba en los demás. Hacerle enfadar y rabiar parecía para Eveline el único medio para llamar su atención, ya lo hacía de pequeña cuando se escondía durante días para que este no pudiera encontrarla cuando regresaba a casa o bien permanecía sin hablarle cuando alguna de sus hermanas mayores la obligaba a permanecer en la mesa en las comidas familiares. Siempre había optado por castigarle cuando no aceptaba sus decisiones, muchos podrían verlo como algo poco usual pues siempre era el padre quien educaba y reprendía pero nada de usual tenía esa familia y prefería perder su afecto a que sus hermanas sufrieran la llegada de una desconocida.
Eveline Marchessault- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/05/2016
Re: The Big Deal [Eveline Marchessault]
¿Qué qué ha visto mi madre en su padre? Lucien resopló y sonrió bobaliconamente a la chica que parecía no enterarse- No princesita, mi madre no ha visto nada en tu padre, son los hombres lo que caen embaucados por la belleza de mi madre, más luego el carácter que se suma, dócil y con un halo que hace que su presencia se note en cualquier salón- dijo cruzándose de brazos ahora, mientras buscaba la silla del tocador y se balanceaba con un equilibrio imposible- Piénsalo, una mujer guapa, poderosa y señorial, descubre a un hombre viudo, mayor y mortal- enumeró no solo las peores características de León, sino que enumeró también las diferencias entre ambos- Sin ningún heredero varón en la familia ni nieto al que cederla la herencia- elevó las cejas varias veces- ¿Entiendes por donde voy, princesa?- dijo en una pregunta retórica, mientras observaba cómo la joven castaña, crispada por la actitud de Lucien también analizaba con detenimiento la descripción y el objetivo que era León para cualquier viuda que hubiera.
Había dado su brazo a torcer la chica, si una mujer era capaz de arrinconar el odio visceral que podía despertar Lucien en ellas, para unirse y proteger a su padre, era una chica muy valiente y digna de que se le prestase el reconocimiento que se merecía. Lucien entonces se quedó pensativo, no tenía ningún plan, pero ella le había sembrado la semilla de una idea tan retorcida como exitosa- Puede que si empezamos a tener un cortejo, un par de citas y lo alargamos lo suficiente, aparezcamos en las hojas de sociedad. Mi apellido es el de mi padre, Danmark, no es relación directa con mi madre y estoy bien posicionado, a pesar de que mis modales no lo parezcan- la guiñó un ojo con picardía- Puedo pasar por un caballero, aunque no lo creas. Pero antes de seguir con esto, tenemos que hacer un plan. No involucrarnos sentimentalmente, puesto que esto es un trato, viene a ser como un negocio. Y porque el negocio nunca hay que mezclarlo con los sentimientos- dijo acercándose a ella y clavando su mirada- No se por qué pero a las mujeres os gustan los canallas- dijo sonriendo, dejando ver esa fila de dientes perfectos y una mirada que se estrechaba ligeramente hacia ella. Corrosivamente encantador.
No era un mal plan, hacerse pasar por una jóven pareja de enamorados, bien posicionados, de buena posición social. Cuando se descubra que Lucien es el hijo de Freya y que la susodicha es una de las tantas hijas de Marchessault, sería suficiente para que empezaran las malas lenguas a dilapidar no solo la unión de los jóvenes, que por pacto, poco les interesaba, e indirectamente la de sus padres, puesto que la recepción social necesitaba del prestigio social de un apellido y una buena familia.
Las expectativas eran lapidarias, y Lucien sonrió ante la perspectiva de futuro que se les ponía delante-Nos odiarán. Va a ser divertido.
Había dado su brazo a torcer la chica, si una mujer era capaz de arrinconar el odio visceral que podía despertar Lucien en ellas, para unirse y proteger a su padre, era una chica muy valiente y digna de que se le prestase el reconocimiento que se merecía. Lucien entonces se quedó pensativo, no tenía ningún plan, pero ella le había sembrado la semilla de una idea tan retorcida como exitosa- Puede que si empezamos a tener un cortejo, un par de citas y lo alargamos lo suficiente, aparezcamos en las hojas de sociedad. Mi apellido es el de mi padre, Danmark, no es relación directa con mi madre y estoy bien posicionado, a pesar de que mis modales no lo parezcan- la guiñó un ojo con picardía- Puedo pasar por un caballero, aunque no lo creas. Pero antes de seguir con esto, tenemos que hacer un plan. No involucrarnos sentimentalmente, puesto que esto es un trato, viene a ser como un negocio. Y porque el negocio nunca hay que mezclarlo con los sentimientos- dijo acercándose a ella y clavando su mirada- No se por qué pero a las mujeres os gustan los canallas- dijo sonriendo, dejando ver esa fila de dientes perfectos y una mirada que se estrechaba ligeramente hacia ella. Corrosivamente encantador.
No era un mal plan, hacerse pasar por una jóven pareja de enamorados, bien posicionados, de buena posición social. Cuando se descubra que Lucien es el hijo de Freya y que la susodicha es una de las tantas hijas de Marchessault, sería suficiente para que empezaran las malas lenguas a dilapidar no solo la unión de los jóvenes, que por pacto, poco les interesaba, e indirectamente la de sus padres, puesto que la recepción social necesitaba del prestigio social de un apellido y una buena familia.
Las expectativas eran lapidarias, y Lucien sonrió ante la perspectiva de futuro que se les ponía delante-Nos odiarán. Va a ser divertido.
Lucien Danmark- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2016
Localización : París actualmente.
Re: The Big Deal [Eveline Marchessault]
Que Lucien repitiera la que era su idea fue un tanto aburrido para la joven pero se limitó a asentir, al menos estaban de acuerdo en cómo debían actuar para separar a sus respectivos padres. Al final fue tentador echarse a reír pero hizo todo lo contrario, recorrió la poca distancia que este había dejado entre ambos cuerpos y analizó la mirada que la dedicaba. El que corría riesgo de enamorarse, o al menos así lo creía Eveline, era Lucien. Con lentitud fue subiendo ambas manos desde rozar las ajenas, por el vientre y el pecho de este; fingiendo nerviosismo y mayor atracción y deseo del existente. -No sé si eso que me pides será posible Lucien…-, dijo en apenas un susurro contra los labios ajenos, sentía su respiración e incluso el calor que emanaba su cuerpo, posó las manos entre el cuello y la parte posterior de su cabeza, entrelazando los dedos en el pelo. -Porque acabarás pidiéndome que me case contigo-, soltó cortando todo el contacto con él y, ahora sí, riéndose de su estúpida norma. No la conocía de nada y estaba claro que no debía haber escuchado los rumores continuos sobre casamiento que rondaban a Eve. Cada vez que asistía a una fiesta algún joven aprovechaba para rondarla, al ser conocida por todos la dificultad de cortejarla, parecía que los hombres de la ciudad se habían propuesto llevarse a casa el trofeo más anhelado de París. Y según Lucien, el peligro radicaba en que ella se enamorara de él, irónico.
-Ahora que está todo claro, voy a descansar-, dijo mientras se cepillaba el cabello para meterse en la cama. -Recógeme mañana a las ocho, iremos a cenar y dar un paseo-, estableció el plan a llevar a cabo al día siguiente. Si no estaba mal informada se celebraría una fiesta en una de las casas más influyentes de París y si pasaban por allí, el romance comenzaría a dar que hablar en menos tiempo de que Lucien había previsto. Se despidió del pajarraco y cerró bien la puerta del balcón cuando salió volando, tuvo que reír por la forma de ser de aquel hombre y momentáneamente olvidó el motivo que les había unido…
Se arregló a conciencia ese día, se lo iba a poner difícil a Lucien y quería divertirse esa noche. Sabía que era hermosa, que su rostro angelical llamaba la atención y confundía a los del sexo opuesto. El vestido de azul celeste hacía que resaltase el propio de sus ojos, el pelo rubio recogido con una fina tiara coronaba a la joven. Pero para contrarrestar la “dulzura” el escote era bastante pronunciado para lo que estaba bien visto en las jóvenes solteras. Cuando una de las jóvenes del servicio subió a su habitación para decirla que un caballero la esperaba en la biblioteca notó la sorpresa en sus ojos, jamás un solo hombre había llegado tan lejos… Parecía que la señorita Marchessault tenía novio. Se pellizcó las mejillas antes de bajar la gran escalinata principal y esperó a que abrieran la puerta corredera de la biblioteca, ante ella apareció el pajarraco nuevamente, con esa sonrisa del demonio y el aire de hombre irresistible que tanto la hacía rabiar. -Monsieur Danmark-, saludó con una educada reverencia ciñéndose a su papel de mujer ilusionada y sutil. No tardaron en salir de casa, pasó el brazo por el de Lucien y caminaron hasta el restaurante que habían decidido para esa noche. -Esta noche se celebra una fiesta en la casa Lasserre, deberíamos ir-, le comentó una vez estuvo ya sentada en la mesa junto al ventanal con vistas al Sena.
-Ahora que está todo claro, voy a descansar-, dijo mientras se cepillaba el cabello para meterse en la cama. -Recógeme mañana a las ocho, iremos a cenar y dar un paseo-, estableció el plan a llevar a cabo al día siguiente. Si no estaba mal informada se celebraría una fiesta en una de las casas más influyentes de París y si pasaban por allí, el romance comenzaría a dar que hablar en menos tiempo de que Lucien había previsto. Se despidió del pajarraco y cerró bien la puerta del balcón cuando salió volando, tuvo que reír por la forma de ser de aquel hombre y momentáneamente olvidó el motivo que les había unido…
*Al día siguiente. 20:00*
Se arregló a conciencia ese día, se lo iba a poner difícil a Lucien y quería divertirse esa noche. Sabía que era hermosa, que su rostro angelical llamaba la atención y confundía a los del sexo opuesto. El vestido de azul celeste hacía que resaltase el propio de sus ojos, el pelo rubio recogido con una fina tiara coronaba a la joven. Pero para contrarrestar la “dulzura” el escote era bastante pronunciado para lo que estaba bien visto en las jóvenes solteras. Cuando una de las jóvenes del servicio subió a su habitación para decirla que un caballero la esperaba en la biblioteca notó la sorpresa en sus ojos, jamás un solo hombre había llegado tan lejos… Parecía que la señorita Marchessault tenía novio. Se pellizcó las mejillas antes de bajar la gran escalinata principal y esperó a que abrieran la puerta corredera de la biblioteca, ante ella apareció el pajarraco nuevamente, con esa sonrisa del demonio y el aire de hombre irresistible que tanto la hacía rabiar. -Monsieur Danmark-, saludó con una educada reverencia ciñéndose a su papel de mujer ilusionada y sutil. No tardaron en salir de casa, pasó el brazo por el de Lucien y caminaron hasta el restaurante que habían decidido para esa noche. -Esta noche se celebra una fiesta en la casa Lasserre, deberíamos ir-, le comentó una vez estuvo ya sentada en la mesa junto al ventanal con vistas al Sena.
Eveline Marchessault- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/05/2016
Re: The Big Deal [Eveline Marchessault]
Al contrario de otras noches, hubiera apostado por la ropa de colores tradicionales. Pero aquella tarde era especial. Se aseó, se vistió con una camisa roja bermellón llamativo que se disimulaba bajo su mejor traje negro. Acudió a las 8 de la tarde a la residencia Marchessault, con intención de poner en práctica los maquiavélicos planes tramados junto a su nueva socia, Eveline. Lo cierto era que Lucien había estado algunas chicas, pero ninguna de sus citas fue tan interesante y le había puesto tan nervioso como aquel complot junto a la princesa. El vestido azul que había elegido y el rojo del traje Lucien eran totalmente antagónicos, cómo ellos. Aunque en el su interior ambos tenían un infierno particular que les hacía moverse al son de sus propias reglas.
La presentación en sociedad juntos iba a ser un momento que marcaría un antes y un después en las relaciones familiares de ambos pero era el juego más gratificante que habían tenido en mucho tiempo, al menos Lucien. Cuando ofreció su brazo para Eveline, el pájaro la escoltó sana y salva hasta el carruaje que les esperaba fuera y juntos abandonaron la residencia sin mirar atrás. La tensión era palpable entre ambos y no era de cobardes admitir que podían estar nerviosos por el desafío a las unas de las dos personas más importantes de la ciudad y quizá de su década.
En cuanto llegaron a la mansión de los Laserre, pasó la recepción de los sirvientes y dejó que cogieran su abrigo, y lo mismo hizo con el de Eveline. Al destaparse dejó a la vista de todos el vestido que había escogido y más de una boca se quedó abierta y otras tantas mudas – Creo que tu sola has desafiado a la sociedad parisina con ese vestido- le susurró cerca de su oído y después saludó con la mano a alguno de los presentes- Que por cierto… me encanta- le dijo mientras la empujaba por la espalda al interior cuando un pequeño grupo formado por dos hombres y dos mujeres de mediana edad les intentaron atraer- Srta. Marchessault, enhorabuena por su hermana y su familia. Dicen que ha sido una boda magnífica- dijo una de las señoras, mientras Lucien aburrido de tanta boda y celebración así que su atención se fijó en un camarero cargado de pequeñas copas alargadas y llenas de espumoso con fresas en su interior. Tomó dos de ellas y le ofreció una a Evelina. Al ver el gesto una de las mujeres sonrió- Veo que la galantería aún no ha muerto, es usted una reminiscencia de él Señor….- dijo mientras el joven pájaro le dedicó una sonrisa abierta- Sr. Danmark, una chica como la joven Eveline Marchessault bien lo merece- dijo haciendo una reverencia a la mujer y centrando su atención a su cita de esa noche- Oh, el amor juvenil- dijo uno de los caballeros al notar la mirada de Lucien hacia Eve. A lo que Lucien respondió rodeando la cintura de esta y besó su mejilla con una sonrisa abierta llena de orgullo- No sé si será amor, pero jóvenes somos para averiguarlo, Señor- dijo el joven de forma inocente. Era muy bueno actuando y aquella noche quería impresionar a Eveline, aunque fuera de forma inconsciente.
La presentación en sociedad juntos iba a ser un momento que marcaría un antes y un después en las relaciones familiares de ambos pero era el juego más gratificante que habían tenido en mucho tiempo, al menos Lucien. Cuando ofreció su brazo para Eveline, el pájaro la escoltó sana y salva hasta el carruaje que les esperaba fuera y juntos abandonaron la residencia sin mirar atrás. La tensión era palpable entre ambos y no era de cobardes admitir que podían estar nerviosos por el desafío a las unas de las dos personas más importantes de la ciudad y quizá de su década.
En cuanto llegaron a la mansión de los Laserre, pasó la recepción de los sirvientes y dejó que cogieran su abrigo, y lo mismo hizo con el de Eveline. Al destaparse dejó a la vista de todos el vestido que había escogido y más de una boca se quedó abierta y otras tantas mudas – Creo que tu sola has desafiado a la sociedad parisina con ese vestido- le susurró cerca de su oído y después saludó con la mano a alguno de los presentes- Que por cierto… me encanta- le dijo mientras la empujaba por la espalda al interior cuando un pequeño grupo formado por dos hombres y dos mujeres de mediana edad les intentaron atraer- Srta. Marchessault, enhorabuena por su hermana y su familia. Dicen que ha sido una boda magnífica- dijo una de las señoras, mientras Lucien aburrido de tanta boda y celebración así que su atención se fijó en un camarero cargado de pequeñas copas alargadas y llenas de espumoso con fresas en su interior. Tomó dos de ellas y le ofreció una a Evelina. Al ver el gesto una de las mujeres sonrió- Veo que la galantería aún no ha muerto, es usted una reminiscencia de él Señor….- dijo mientras el joven pájaro le dedicó una sonrisa abierta- Sr. Danmark, una chica como la joven Eveline Marchessault bien lo merece- dijo haciendo una reverencia a la mujer y centrando su atención a su cita de esa noche- Oh, el amor juvenil- dijo uno de los caballeros al notar la mirada de Lucien hacia Eve. A lo que Lucien respondió rodeando la cintura de esta y besó su mejilla con una sonrisa abierta llena de orgullo- No sé si será amor, pero jóvenes somos para averiguarlo, Señor- dijo el joven de forma inocente. Era muy bueno actuando y aquella noche quería impresionar a Eveline, aunque fuera de forma inconsciente.
Lucien Danmark- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2016
Localización : París actualmente.
Re: The Big Deal [Eveline Marchessault]
La cena transcurrió de manera más discreta y tranquila de lo que ellos esperaban por lo que, tal y como Eve había planeado, deberían asistir a la fiesta de los Laserre. La entrada a aquella casa sí fue triunfal, los ojos de los presentes se posaron en los recién llegados nada más cruzar la puerta principal. En los murmullos se atisbaban las dudas sobre qué hacían juntos, ¿es que acaso había nueva pareja en la ciudad y no lo sabían? Eveline sonrió a Lucien con aire de superioridad sabiendo que él estaría pensando lo mismo, como mucho en una semana sus respectivos progenitores sabrían que estaban juntos y sería la hora de jugar sus cartas. -Cogi lo primero que vi en el armario…-, comentó con superficialidad pasando ante Lucien al interior, ahora sí con una sonrisa encantadora, la que siempre lucía en ese tipo de eventos cuando debía impresionar a alguien.
-¡Oh! Muchas gracias… Sí, fue una ceremonia preciosa. Una pena que no saliera todo como estaba previsto y aun así se sigue hablando de ello-, odiaba ese día sobre todas las cosas. Su padre, a ese que estaba tratando de proteger de una unión desaconsejable, había dado su mano y la de sus hermanas. No había esperando a consultarlas o a estar en privado para hacerlo… no, él prefirió demostrar a todos los invitados que tenía el poder de la familia en la mano y que lo usaría. Ahora todas las Marchessault estaban atadas a un hombre a quien no conocían, unas se rendirían ante tal acto. No sería Eveline.
Aún no había dado la noticia al pajarraco y seguramente esa noche debería hacerlo, ambos estaban metidos en esa historia y debería compartir toda la información con él. Por el momento estaba tratando de hacer ver a sus acompañantes que la encantaba la compañía del cambiante, que era una pareja joven enamorada. -Lucien es un encanto, ¿quién iba a decirme que conocería a alguien que supiera como tratarme?-, bromeó con los demás mientras se recostaba levemente en el pecho de su acompañante. -Tengo ganas de bailar y deduzco que ahora mi lo iba a proponer, por lo que si nos disculpan…-. Aquello no podía estar saliendo mejor, ambos parecían estar salidos de una novela rómantica, todo el mundo se creía ese falso noviazgo, incluso ella empezaba a tener dudas sobre si le gustaba solo en fachada o Lucien tenía algo en concreto con ella.
-Hay una parte de la historia que no sé si sabes-, le comentó en voz baja mientras avanzaban hacia la zona habilitada para que las parejas pudieran bailar. -Quizás te lo haya contado tu madre, pero en la boda de mi hermana, en el banquete mi padre anunció algo-, Lucien estaba del todo serio, tan solo cambiaba el gesto cuando notaba la mirada de alguien sobre ellos. -Dio la mano de todas sus hijas a algún hombre con quien ya había cerrado el trato-, agradeció estar bailando y no a solas con él porque la mirada que puso fue lo siguiente a gélida. -Estoy prometida pero no significa nada para mi, nunca lo aceptaré y lo saben tanto mi padre como él-. Era muy posible que eso fastidiara la noche para ambos pues ahora tendrían que ponerse a imaginar la repercusión de su salida nocturna, ¿negar Eveline que estuviera prometida si la preguntaban? ¿admitir que lo estaba pero no le amaba? Necesitaba, aunque la repateara admitirlo, la opinión de Lucien respecto a ese tema y por ello en cuanto paró la música caminó con él hacia la inmensa terraza abalconada.
-¡Oh! Muchas gracias… Sí, fue una ceremonia preciosa. Una pena que no saliera todo como estaba previsto y aun así se sigue hablando de ello-, odiaba ese día sobre todas las cosas. Su padre, a ese que estaba tratando de proteger de una unión desaconsejable, había dado su mano y la de sus hermanas. No había esperando a consultarlas o a estar en privado para hacerlo… no, él prefirió demostrar a todos los invitados que tenía el poder de la familia en la mano y que lo usaría. Ahora todas las Marchessault estaban atadas a un hombre a quien no conocían, unas se rendirían ante tal acto. No sería Eveline.
Aún no había dado la noticia al pajarraco y seguramente esa noche debería hacerlo, ambos estaban metidos en esa historia y debería compartir toda la información con él. Por el momento estaba tratando de hacer ver a sus acompañantes que la encantaba la compañía del cambiante, que era una pareja joven enamorada. -Lucien es un encanto, ¿quién iba a decirme que conocería a alguien que supiera como tratarme?-, bromeó con los demás mientras se recostaba levemente en el pecho de su acompañante. -Tengo ganas de bailar y deduzco que ahora mi lo iba a proponer, por lo que si nos disculpan…-. Aquello no podía estar saliendo mejor, ambos parecían estar salidos de una novela rómantica, todo el mundo se creía ese falso noviazgo, incluso ella empezaba a tener dudas sobre si le gustaba solo en fachada o Lucien tenía algo en concreto con ella.
-Hay una parte de la historia que no sé si sabes-, le comentó en voz baja mientras avanzaban hacia la zona habilitada para que las parejas pudieran bailar. -Quizás te lo haya contado tu madre, pero en la boda de mi hermana, en el banquete mi padre anunció algo-, Lucien estaba del todo serio, tan solo cambiaba el gesto cuando notaba la mirada de alguien sobre ellos. -Dio la mano de todas sus hijas a algún hombre con quien ya había cerrado el trato-, agradeció estar bailando y no a solas con él porque la mirada que puso fue lo siguiente a gélida. -Estoy prometida pero no significa nada para mi, nunca lo aceptaré y lo saben tanto mi padre como él-. Era muy posible que eso fastidiara la noche para ambos pues ahora tendrían que ponerse a imaginar la repercusión de su salida nocturna, ¿negar Eveline que estuviera prometida si la preguntaban? ¿admitir que lo estaba pero no le amaba? Necesitaba, aunque la repateara admitirlo, la opinión de Lucien respecto a ese tema y por ello en cuanto paró la música caminó con él hacia la inmensa terraza abalconada.
Eveline Marchessault- Humano Clase Alta
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 31/05/2016
Re: The Big Deal [Eveline Marchessault]
El baile había resultado vigorizante, Lucien había conectado aún más con Eveline en ese tiempo que habían podido pasar a solas, pero al contrario que la cercanía, las palabras de la joven fueron un chaparrón de agua helada para el polluelo. Habían salido a la gran balconada, a un lado de la gente, intentó asimilar y poner en orden sus sentimientos y sus preferencias. No es que estuviera enamorado de Eveline, ni mucho menos, pero era una chica que le gustaba y con quien podía ser él mismo. Simplemente la sensación de que otro hombre rondara algo que a él le gustaba despertaba en él un sentimiento resentido y lleno de envidia, que no sana. Lucien era temperamental, una persona que carecía de escrúpulos y que asesinaba por dinero, por tanto no tenía muy claro los límites de lo que era correcto y lo que no, de ahí que sus modales distaran demasiado de lo que un joven de su posición debía hacer y decir. Una vez hubo puesto en orden sus sentimientos procedió a organizar el plan de nuevo, aquello cambiaba drásticamente su relación, que aunque fuera ficticia, la química era palpable- Un hombre recto- dijo mirando al frente y no a ella, pues esa frase evidenciaba sus sentimientos, algo que siempre se negaba incluso a sí mismo- Tu padre es de la vieja escuela, sin consideración alguna por los deseos de sus hijas- metió las manos en los bolsillos de su pantalón y después la miró- Tranquila esto puede ser ventajoso para ambos, por una parte, el que te vean conmigo en sociedad es una clara declaración de rebeldía contra los dogmas que tu padre intenta imponerte a ti y a tus hermanas. Que sin duda, es lo más ruin y te hará la más desdichada por casarte por conveniencia y no por amor- sabía que en la última frase se había sobrepasado, pero aquello era un dardo cargado de veneno que buscaba manipular la concepción que Eveline tenía por su padre.
-Seguiremos como hasta ahora, además parece ser que te aburrirás. El matrimonio siempre aburre y más si es una persona a la que no te apetece ni ver- dijo él ahora buscando una reacción en el rostro ajeno- Por eso nuestra relación es tan especial, porque no nos aguantamos. Yo soy un engreído hijo de puta. Y tu eres una caprichosa manipuladora- sonrió de forma jactanciosa. Maldito- Pero bueno eso cambia los planes de esta noche…- añadió- Tendremos que celebrar tu despedida de soltera, disfrutar de estas noches de júbilo antes de que sea demasaido tarde y tengas que pasar los días tejiendo en un salón rodeada de mujeres mayores que representarán tu aburrido y denso futuro entre pastas y tazas de té- la pinchó un poco más. Eran sus celos los que hablaban pero sin dejar de ser él miró a Eveline- Creo que deberíamos ir a la zona más apartada de París, donde nadie nos conozca y hacer todo lo que quieras- dijo tomando sin pudor la mano de Eveline y obligando a abandonar el baile hacia la calesa que les esperaba fuera.
Pocas instrucciones le había dado Lucien al cochero que les llevó a una taberna de las afueras, el olor a tabaco exótico, la música y las luces encendidas a esas horas de la noche, respondían a los estímulos de ambos jóvenes en búsqueda de una fiesta de verdad, lejos de la prepotencia de la clase alta y los eufemismos de la sociedad.
Cuando entraron se acercaron a duras penas, entre el gentío y el baile caótico a la barra y Lucien pidió dos vasos de cerveza. Era irlandesa, oscura y tenía poca fermentación, además de costar medio franco. Una ganga- Ten, la más barata y rica cerveza que probarás en tu vida. Elevó el vaso para brindar- Por las malas influencias. Porque siempre somos las mejores- dijo sonriendo y se llevó el vaso a los labios con la intención de dar un sorbo. Intención porque una vez dieron un sorbo se miraron a los ojos y empezaron ambos a tomar la copa como si fuera una competición de a ver quién bebía más. Solo el destino sabía cómo podía acabar la noche para esos dos. Como dicen, la noche es joven.
-Seguiremos como hasta ahora, además parece ser que te aburrirás. El matrimonio siempre aburre y más si es una persona a la que no te apetece ni ver- dijo él ahora buscando una reacción en el rostro ajeno- Por eso nuestra relación es tan especial, porque no nos aguantamos. Yo soy un engreído hijo de puta. Y tu eres una caprichosa manipuladora- sonrió de forma jactanciosa. Maldito- Pero bueno eso cambia los planes de esta noche…- añadió- Tendremos que celebrar tu despedida de soltera, disfrutar de estas noches de júbilo antes de que sea demasaido tarde y tengas que pasar los días tejiendo en un salón rodeada de mujeres mayores que representarán tu aburrido y denso futuro entre pastas y tazas de té- la pinchó un poco más. Eran sus celos los que hablaban pero sin dejar de ser él miró a Eveline- Creo que deberíamos ir a la zona más apartada de París, donde nadie nos conozca y hacer todo lo que quieras- dijo tomando sin pudor la mano de Eveline y obligando a abandonar el baile hacia la calesa que les esperaba fuera.
Pocas instrucciones le había dado Lucien al cochero que les llevó a una taberna de las afueras, el olor a tabaco exótico, la música y las luces encendidas a esas horas de la noche, respondían a los estímulos de ambos jóvenes en búsqueda de una fiesta de verdad, lejos de la prepotencia de la clase alta y los eufemismos de la sociedad.
Cuando entraron se acercaron a duras penas, entre el gentío y el baile caótico a la barra y Lucien pidió dos vasos de cerveza. Era irlandesa, oscura y tenía poca fermentación, además de costar medio franco. Una ganga- Ten, la más barata y rica cerveza que probarás en tu vida. Elevó el vaso para brindar- Por las malas influencias. Porque siempre somos las mejores- dijo sonriendo y se llevó el vaso a los labios con la intención de dar un sorbo. Intención porque una vez dieron un sorbo se miraron a los ojos y empezaron ambos a tomar la copa como si fuera una competición de a ver quién bebía más. Solo el destino sabía cómo podía acabar la noche para esos dos. Como dicen, la noche es joven.
Lucien Danmark- Cambiante Clase Alta
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