Promesa cumplida- Privado Jesse

por **Abbey Appleby** Vie Jun 10, 2016 4:03 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Cumplo cada promesa, la tuya…es para siempre.

Desde el encuentro con Jesse en la heladería, pasaron unas dos semanas. Antes de ir a por él al orfanato, lo dejaría todo en orden para que no hubiese problemas y le dejasen adoptarlo. ¿Si lo pensó? No hacía falta, el rato que estuvo con el pequeño fue suficiente para decidir el futuro de ambos , estar juntos el uno con el otro. Él necesitaba una familia y ella, ¿qué necesitaba realmente? Hasta ese instante no se lo había preguntado y tampoco tenía respuesta para ello, solo el objetivo de sacarle de allí de…¿cuidarlo? No sabía ni hacerlo consigo misma ¿estaría bien a su cargo y cuidado?

Mandó a llevar la cantidad de dinero a la señorita Mirttle, más de lo que Jesse debía en el orfanato, por así decirlo. Abbey fue generosa por el simple hecho de que lo trataron bien y el pequeño, era feliz en el mundo donde se había criado. Las personas que adoptaban, no solían ir a aquel lugar pues ¿cómo personas de clase alta pisaban un lugar como ese? Abbey junto con el señor Milles se presentaron sobre las doce del medio día, el barullo de los niños y su alegría pese a donde estaban, arrebató a la joven una sonrisa de lo más divertida.

-Señorita Appleby, pase por favor -la mujer les dio paso y Abbey , buscó con sus ojos azules a Jesse sin hallarle. La señora Mirtle carraspeó para captar su atención -Todo está en orden, pagó la cantidad e incluso más y…¿está segura que no quiere uno más pequeño? Los bebés… ¿no es mejor uno? -la joven Appleby, parpadeó negando con la cabeza y las manos, ¿para qué quería ella un bebé? -NO!, diablos ¿para qué querría yo a un bebé que no para de llorar? Jesse, está decidido. No se preocupe, no le faltará de nada…además traje un presente para los niños del orfanato. -

El señor Milles, dejó una cesta repleta de chocolatinas en el suelo, esperando ser asaltada por los niños que no tardaron en asaltarla. Abbey se apartó dando un par de pasos hacia atrás y ser ella misma quien buscase a Jesse, con el revuelo la mujer ya tendría más que suficiente. Su objetivo no era otro que descubrir dónde se había criado el muchacho. Se perdió por algún que otro pasillo, observándolo todo con minuciosidad. No era un lugar muy limpio, ni ordenado, tenía lo necesario y faltaban cosas indispensables, más con tanto niño allí.

-¿Jesse? Vamos, no me hagas de rogar que sé que me estás viendo y oyendo. Ven aquí ahora mismo o no habrá más helado con golosinas nunca más -con las manos en la cintura, acababa de parecer una madre llamando a su pequeño. Sonrió divertida ante ese mismo pensamiento y suspiró, ¿y si ella se hubiese criado en un sitio como ese? Todo habría sido tan diferente. Se acordó de su amigo de la infancia, de todas las travesuras que hicieron juntos y…lo en falta que le hacía, cada día más ¿cómo era posible?

Quizás ese niño, era aquella persona que necesitaba en este momento crucial de su vida en donde nada…absolutamente nada…tenía sentido.

-Jesse, he venido a por ti. He cumplido mi promesa, ahora te toca a ti aceptarla… o pensarte quedar

por **Abbey Appleby** Mar Oct 11, 2016 9:15 am

Intentó mostrar su lado fuerte y no quebrar. El recuerdo de Frederik la torturaba cada día, a cada segundo y es que perder a tu mejor amigo, era algo de lo que nunca podrías recuperarte. Jesse era muy joven para comprenderlo, con su edad llegó a perder a su amigo de juegos, aquel que cuidaba de ella y sus peluches. No se arrepintió nunca de que él tuviese aquel conejito, al menos… estuvo con él en los últimos momentos de su vida.

-Está lejos, sí. Unos días pero no descarto en que podamos ir de visita unos días si te apetece. Debes estar seguro de ello porque Londres no es como Paris. -su amada Londres no tenía comparación, eso era cierto. Le encantaban los días lluviosos, el clima húmedo y frío, el olor a tierra mojada. Lo anhelaba, pero allí se encontraba su familia, una gran parte… así que deseaba estar en cualquier ciudad por el simple hecho de no encontrarse con ellos, no tener nada que ver después de todo lo que estaban tratando de intentar conseguir.

-¿Londres? Una ciudad con edificios muy altos, largas calles. El clima húmedo, casi siempre está nublado pero cuando sale el sol parece que los edificios y demás brillen. Te gustaría pero más Paris para vivir, siempre regresaríamos a tu edad pues como bien dice “Nunca olvidas de donde vienes , aunque eches tus raíces en otro lugar - se le olvidó un gran detalle, el cual le hizo negar con la cabeza -En Londres están las tiendas de golosinas y juguetes más grandes que hayas podido ver en tu vida, ya solo por eso, merece la pena ir -

Volvieron la residencia, ya era tarde y la señora Gilbert los divisó por la ventana. Abbey, le tomó de la mano para que corriesen al interior y pudiesen volver a las habitaciones antes de que aquella mujer les soltase la reprimenda del siglo.

-Mañana después de desayunar daremos un paseo por la ciudad y serás tú quien me guíe en los lugares que más te gusten y yo no conozca…espero que me sorprendas y ahora corre… el señor Milles te espera -le guiñó un ojo, el día siguiente sería de lo más divertido por hoy ..

por **Jesse Downey** Dom Oct 16, 2016 11:27 am

Por las cosas que le contaba Abbey sobre la ciudad llamada Londres, parecía un lugar de lo más guay, aunque estuviera nublado muchos días. Y lo último que dijo Abbey acerca de las tiendas de golosinas y juguetes ya fue la guinda del pastel. Al saber eso ya quería ir con todas sus fuerzas, costase lo que costase el muchacho ya quería ir a probar todas y cada unas de esas tiendas. ― Prometeme que un día iremos... Por mi cumpleaños o por el tuyo.― Río un poco, era un buen regalo de cumpleaños.

De camino a la residencia, pudimos ver por la ventana a la señora Gilbert. Por lo que había contado Abbey de ella esa mujer tenía muy mala leche. Corrieron al interior juntos de la mano, antes de que la señora pudiera llegar hasta donde estaban para reñirles por su pequeña escapada nocturna. Escuchó a Abbey, la idea la parecía muy buena. ― Vale, y por la tarde o otro día me llevas tú a tus lugares favoritos. ¿Vale?― Dejó un besito en la mejilla de la rubia y comenzó a correr por los pasillos en busca de su habitación, aquella que compartía con el señor Milles.

La encontró al cabo de unos pocos minutos y entró, el señor Milles estaba esperándole con la ropa de cama puesta y otra en la mano para el pequeño. El niño se desnudó y se la puso, era un pijama de lo más calentito. Sonrío al señor Milles y junto con Timmy, se metió en la cama, no sin antes dejar el bote de las luciérnagas encima de la mesilla. Seguían desprendiendo esa luz que lo había cautivado. Cerró los ojos entonces para dormir y poder soñar cosas bonitas en su nueva vida.

por **Abbey Appleby** Miér Oct 19, 2016 4:43 am

No sería difícil pero sí de lo más complicado llevar a Jesse a su Londres, su tierra natal. Esperaba volver algún día, antes pensaba en no volver pero en Paris había experimentado sensaciones y conocido a personas ahora importantes en su vida, se le iba a hacer imposible abandonar la ciudad. Ahora sería incapaz de irse, dejar las raíces de Jesse, dejar a aquel joven que había sido como una de esas luciérnagas…alumbrando su vida.

-Te lo prometo, y lo celebraremos en la tienda de golosinas y la de juguetes -rió, sonriendo de medio lado antes de volver a la residencia. No esperó aquel beso, esa muestra de cariño a la que no estaba acostumbrada. Sus ojos azules se aseguraron de que el pequeño Jesse entrase en la habitación compartida para volver ella a la suya.

Una noche más en vela, una más que no podría dejarse vencer en los brazos de Morfeo. Envidiaba a todas las personas bajo su techo. Y el alba la sorprendió, con los ojos abiertos como platos, pensando en demasiadas cosas y en nada a la vez. ¿Cuándo cambiaría su vida? Los golpes en la puerta le sobresaltaron, los conocía a la perfección era la señora Gilbert que como un huracán entró en la habitación, obligándola a levantarse.

-Ya voy…sé que tengo que ir de compras absurdas con todas -suspiró largamente, dejando escapar un suspiro y comenzar a vestirse…iban a la ciudad pero no sola , tendrían que ir con esas estúpidas jovencitas. Una vez lista, fue en busca de Jesse, desayunarían y tendrían un largo día en la ciudad..al menos él les acompañaría.

-Espero estés preparado, te toca ir de compras con todas estas jovencitas… pero tranquilo, nos escaparemos e iremos al parque donde te prometí -sonrió suspirando largamente antes de apreciar el olor a café recién hecho-Desayuna bien porque te tocará correr

Y ante ellos una enorme mesa, tenían de todo y más…aunque a Abbey no le apetecía demasiado, últimamente estaba muy desganada. Sus fantasmas seguían acechándola… sin poder dejarla avanzar.

por **Jesse Downey** Miér Oct 19, 2016 6:11 am

Aquella noche, soñó que estaba con Abbey en un sitio que él no conocía, había mucha circulación de carros con caballos, caballos grandes, pequeños e incluso de colorines. El pequeño se agarraba con fuerza a la mano de Abbey, no tenía miedo del lugar, si estaba Abbey a su lado nada malo le podía pasar. La mujer rubia le llevó a una tienda en la que todo era de chocolate, incluso las paredes. Al pequeño se le iluminó todo... Pero eso duró poco, porque alguien le acababa de despertar.

El señor Milles le despertó con unos leves empujones, exactamente como hacían en el orfanato. El pequeño abrió los ojos plagados de legañas, y se las quitó con los dedos, así pudo abrir los ojos y poder vestirse con unas ropas nuevas e incluso unos zapatos. Miró su nuevo vestuario y sonrió al chico del espejo, una versión mejorada de sí mismo. Escuchó unos golpes en la puerta y fue corriendo a abrir, sabía que era Abbey. Y no se equivocó, Abbey estaba esperándolo para ir a desayunar.

Abbey le contó lo que iban a hacer hoy. ¿Porqué tenía que ir él? Odiaba ir de compras y más con todo chicas, era aburrido verlas probarse miles de vestidos para que luego no se compraran ninguno. Era una tortura para su pequeño cerebro y su poca paciencia. Entraron en el comedor y tomó asiento al lado de la rubia, siempre solían estar solos, era algo que había aprendido. Se sirvió un croissant con mermelada y mantequilla, un vaso de leche fresca y un poco de queso. Masticó despacio el croissant, mojándolo de vez en cuando en la leche. ―No me gusta ir de compras. ¿Tu te vas a comprar cosas? Seguro que me aburro. ¿Puedo llevarme a Timmy?― Se terminó el pequeño croissant y mordió un poco el queso, lo comía igual que un ratón.

por **Abbey Appleby** Miér Oct 26, 2016 3:02 am

El pequeño Jesse odiaba las compras justo como ella misma. Por eso, en toda la noche pudo trazar un plan para no solo no ir a ese plan aburrido si no poder ellos dos caminar libremente por las calles de Paris. Esperaba que se quejase, le suplicase incluso que por favor no le dejase ir. Y ella, no pensaba ni tan siquiera plantearse el hecho de ir con esas petardas de compras, menos pasar el día en su aburrida compañía.

Conocía de sus escapadas, distintos lugares a los que estaba segura que a Jesse le encantaría visitar. Rió de lo más divertida al ver de reojo como desayunaba y el oso no andaba muy lejos. Sus ojos azules se clavaron en el pequeño antes de que dijese más, no respondió a su pregunta solo le revolvió el cabello. En una media hora aquellas mujeres se irían en distintos carruajes pero ellos… no, quedarían los últimos… el plan solo había que llevarlo a cabo.

-Si me preguntas eso, es que estás muy equivocado. Tú déjame a mí. Tengo un plan -murmuró terminando su taza y dejarla en la mesa, todas ya estaban dispuestas y listas para ir a esa gran aventura que era ir de compras y que a ambos aburría. Abbey, esperó a que todas hubiesen salido y fuese su turno.

Bajaban las escaleras, los vestidos apenas dejaban ver el calzado y… con sus dotes de actriz, se agarró al pasamano, soltando un quejido… como si acabase de hacerse la peor de las torceduras.

-Maldita sea! Me duele…Jesse por favor, ven… deja que me apoye en ti -le guiñó un ojo al pequeño, sentándose en uno de los escalones y llevarse la mano al tobillo. La señorita Gilbert torció el gesto, negando con la cabeza… si se quedaban allí mejor…menos que preocuparse de ellos. -Espero que repose y no se pierda el té de las cuatro -miró a ambos de manera… un tanto desafiante y cerró la puerta.

Nada más que ésta se cerró Abbey se puso en pie, ofreciéndole la mano a Jesse, solo tendrían que esperar unos minutos para salir. Lo primero sería salir de la residencia, luego ya verían donde iban además él mejor que nadie le mostraría ese “mundo” del que venía y a ella tanto le atraía, más que el de clase alta.

-Quiero que primero tú me lleves donde quieras, qué es lo que más echas de menos ¿cuál es tu sitio favorito? Quiero conocerlo… ¿me llevas? ¿Aceptas? -solo quería salir de allí, olvidar y relajarse… ese sitio la estaba consumiendo poco a poco.

por **Jesse Downey** Vie Nov 11, 2016 6:00 am

El mejor hecho de que Abbey le dijera que tenía un plan, hizo al pequeño niño ratón sonreír. Eso significaba que no iban a ir de compras, que iban a ir a recorrer las calles de París a sus anchas, sin tener mucho que hacer y sin tener que estar mirando ropa de mujer por culpa de las hermanas de la señorita Abbey. El niño se terminó el trozo de queso y la leche, ya estaba lleno del desayuno. Se quedó mirando a la rubia, ella aún no se levantaba, así que él permaneció a su lado, hasta que ella decidió que eran los últimos en salir del comedor.

Bajaban las escaleras despacio, Jesse iba un poco más adelantado que ella, pero se giró cuando escuchó el quejido de Abbey y dejó que se apoyase, había "sufrido una torcedura". El pequeño sonrió a Abbey, este debía de ser su plan para evitar el ir de compras. La señorita Milles les miró con cara de perro. Seguro que no se había creído la farsa de Abbey, pero si fue así, no lo dijo. Solamente que a las cuatro estuviesen para la hora del té. El pequeño asintió y miró a Abbey una vez que se fue el carro con todas las mujeres que querían comprarse ropa.

Se montaron en un carro y el cochero tuvo que esperar unos instantes, porque Jesse no sabía donde llevar a Abbey. ―Puede llevarnos a... el paseo del río?― El coche de caballos comenzó a moverse, había dado una dirección correcta. ―Ese paseo me gusta mucho Abbey, pero sé un lugar secreto, desde el cual se ve todo muy bonito, ya verás, seguro que te gusta. En otoño ese paseo es más bonito aún, porque las hojas de colores naranjas, marrones y rojas cubren el suelo.― Pegó su cara al cristal para poder ver todo el camino. ¿A donde le llevaría Abbey?

Al cabo de un rato, el coche se paró y bajaron los dos. El pequeño sujetó con fuerza la mano de su acompañante y caminó, metiéndose entre los callejones de las casas, solo así podían llegar exactamente a donde él quería. Siguió el camino de piedra, a su izquierda estaba el río, que bajaba lleno de agua y con fuerza. Lo miró de reojo con algo de temor, él no sabía nadar. Siguió tirando de Abbey, hasta que llegaron a una pequeña casa que se veía desvalijada. Le hizo el gesto de que estuvieran en silencio y pasaron dentro, e incluso subieron unas viejas escaleras que había, para llegar a la azotea. Desde allí, se podía ver todo París, y como el río recorría sus calles. ―Este es mi lugar favorito. ¿Lo conocías?―

por **Abbey Appleby** Lun Nov 21, 2016 4:23 pm

De menuda se habían librado, ambos. Ella tampoco deseaba acompañar a esas víboras a ir de compras. Muy aburrido, para ambos tenía un plan mucho mejor que ese. Quería conocerle aún más, saber los lugares favoritos del pequeño, lo que le gustaba y sus sueños. Mirarle, le recordaba mucho a Frederik y a ella a su edad, cuando tan solo eran unos niños incapaces de imaginarse lo que terminaría sucediendo con ambos y… tener que madurar de golpe.

El carruaje estaba dispuesto para ambos, siempre y cuando el de las señoritas se hubiese ido antes. Abbey pensaba en todo, hacía frío y si terminaban en la calle hasta altas horas. Tomó dos mantas, con las que se bajó apoyándolas en el regazo. Con Jesse, siempre volvía a ser esa niña aventurera…la que contaba con el mejor amigo del mundo pero ya no era así.

-Jesse, me gustaría que me prometieras algo pero… ten en cuenta que las promesas son para siempre ¿de acuerdo? -medio sonrió, inclinándose hacia adelante, alzar su mano libre y ofrecerle su dedo meñique, ese dedo de las promesas… unas que no se deben en absoluto quebrantar pasase lo que pasase -¿Prometes que serás mi amigo para siempre? es una tontería pero necesito hacer esa promesa, puedes hacerla con tu oso si quieres, una promesa de los tres -

Sonrió esperando su reacción y seguir sus pequeños pasos. Nunca había estado en aquella parte de la ciudad, sí más en el del centro que se sabía como propia palma de su mano. No era un lugar en el que los buscasen, así que sería el lugar perfecto. Sonrió, riendo finalmente al notar como si pierde el equilibrio al subir por las escaleras. Resopló cuando por fin logró llegar a donde él quería y el resultado…. Fue simplemente impresionante.

Sus orbes azules, se abrieron de golpe, era increíble el paisaje que se extendía ante ellos. Negó con la cabeza, ¿cómo podía conocer ese lugar? Se acercó hasta el pequeño para ponerle la manta sobre los hombros, allí la temperatura era más fría. Tomó asiento, indicándole al pequeño que se sentase.

-Si tuviésemos una taza de chocolate caliente….ah espera si… -bajo su propia manta, llevaba una pequeña cesta, a escondidas había pedido que se la preparasen… le encantaría -Coge una de las tazas, tú me has traído, yo te apremio -en la pequeña cesta, un recipiente con chocolate caliente. Echó a Jesse y a sí misma, soplando antes de darle un trago y suspirar…era un momento muy cercano, tenía pocos…

-Es el mejor lugar al que me han llevado nunca. Yo conozco otros pero no te gustarían… la mayoría son tabernas, es un sitio muy bonito…me gustaría traer a alguien algún día aquí, siempre cuando tú me lo permitas -le dio un sorbo a su taza y miró hacia el paisaje…era impresionante -¿Cómo te ves en diez años , Jesse? Porque yo no en la residencia, ni teniendo hijos… no sería buena madre, estaría todo el tiempo gritando… o terminaría encerrándome en cualquier sitio antes que cuidarlos, no se me dan bien-

por **Jesse Downey** Lun Dic 05, 2016 5:42 am

El dedo meñique de Jesse se cruzó con el de Abbey, poniendo así por válida la promesa que la rubia le había dicho. Amigos para siempre. Así iba a ser o al menos eso es lo que el pequeño quería. Ella era para él lo más parecido a una hermana o a una madre que había conocido, ella le había sacado del oscuro agujero en el que estaba sin pedir nada a cambio salvo su amistad y su ayuda para trazar los planes en contra de las hermanas de Abbey. ―Siempre seré tu amigo.― El pequeño sonrió y soltó el dedo meñique para así, bajar del carruaje y llevarle a su sitio favorito.

Las vistas que ambos veían desde la azotea, eran increíbles. París en todo su esplendor. Unas vistas que Jesse nunca se cansaba de admirar. Al menos, había nacido en una ciudad tan bonita como esa. Miró a Abbey cuando esta le colocó la manta en los hombros y se sentaron para poder admirar el cielo y alguno de los edificios más altos. Se pasó la lengua por la boca y se imaginó a ambos tomando un chocolate. Eso hubiera sido lo mejor.

Abbey sacó una pequeña cesta con chocolate dentro, al pequeño se le iluminaron los ojos, el chocolate era lo que más le gustaba en el mundo. Cogió ambas tazas y las sujetó para que la rubia pudiera llenarlas hasta casi el borde. Dio un sorbo y siguió mirándola. ―Puedes traer a quien quieras, pero que te mantenga el secreto del lugar, no quiero que venga mucha gente y al final lo cierren. Este lugar es solamente para amigos y familia, pero amigos solamente de verdad.― Le dijo, era un sitio muy suyo, pero ahora lo de él, también era de Abbey.

No dijo nada acerca de los lugares que Abbey le mencionaba, no quería conocerlos. Él quería conocer Londres. ―Siempre podemos ir a Londres.― Dijo con una sonrisa pilla en la cara. Bebió más de la taza hasta dejarla por la mitad. La escuchó con atención, toda la que le permitía ese pájaro que estaba posado en el alféizar. ―No sé. ¿Por qué haces esas preguntas Abbey? Yo no sé como me veré, pero sé que seguire a tu lado. Siempre a tu lado.― Se terminó el chocolate y la miró, ahora tenía sed de agua.

por **Abbey Appleby** Miér Dic 21, 2016 5:06 am

Compartir ese momento al lado del pequeño, se le hacía todo mucho más llevadero. En ese instante, no pensaba. Se relajó frente al paisaje, la compañía del pequeño, el olor y el sabor del chocolate, la brisa que acariciaba sus rostros. Un momento irrepetible que esperaba se repitiese todas las veces posibles. Era tan fácil tal como lo veía los ojos de un niño. Le encantaba estar a su lado, conocer otra faceta de ella desconocida. La promesa de “siempre seré tu amigo”, le llegó al mismo alma. Ella desde lo de su mejor amigo, nadie fue tan importante y la promesa de cuidar de Jesse, la cumpliría hasta el último instante de su existencia.

-Así lo haré. Traeré a quien lo merezca, seguramente a mí misma. Necesito en determinadas ocasiones ese momento de paz que nada puede darte, solo la soledad. Lo entiendes porque si este es tu lugar favorito…es el mismo motivo -le dedicó una sonrisa al pequeño mientras bebía de su taza de chocolate, uno de los placeres de la vida. Ese y la tarta de manzana por supuesto. Como no, trajo unos trozos recién hechos. Pidió expresamente que fuese manzana caramelizada, más dulce , quedaba jugosa y deliciosa.

Dejó la taza a un lado, tomando una de las porciones para ofrecérsela al pequeño y disfrutase aún más de la tarde. Ella no tardó en darle un bocado a su tarta de manzana, cerrando los ojos, en completo silencio. Cuando se trataba de ese maravilloso dulce… todo lo demás carecía de sentido, estaba tan ensimismada en la tarta que al oír la voz de Jesse, sonrió ampliamente.

-Sí, te llevaré a Londres. Así conocerás esos días sin sol, la lluvia constante y esas tiendas en las que no paras de pensar -se encogió de hombros, quizás no debió preguntarle tal cosa pero tuvo curiosidad, su respuesta era importante de algún modo para ella -Y yo al tuyo, sea en Paris o Londres… dará igual.-ladeó la cabeza, sin tener ni idea de lo que deseaba ahora mismo ¿más chocolate? ¿más tarta? Esperó a que él le dijese y se echó a reír al ver la insistencia del niño por un poco de agua.

-De eso no he traído así que tendrás que guiarme hasta algún arroyo o parecido, no conozco esta zona, el centro sí pero los alrededores no. Podemos dar un paseo, buscar bichos raros y setas, si encontramos setas…podemos comerlas en el jardín esta noche cuando nos encontremos con las luciérnagas ¿qué me dices? -esperó a que decidiese, por ella se quedaba un rato más allí pero si su sed era más importante, caminar les vendría bien… para alejarse de la realidad y despejar las mentes.

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Promesa cumplida- Privado Jesse

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