AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Presagio [Privado]
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Presagio [Privado]
Diabólico como soy, condenado a la desgracia;
Áspero, terco, irrecuperable villano,
Mi corazón todavía se funde en la miseria;
—Robert Burns.
Áspero, terco, irrecuperable villano,
Mi corazón todavía se funde en la miseria;
—Robert Burns.
— ¿Y ese? ¿Y por qué tengo que soportarlo yo? —Interrogó con evidente molestia—. No es como si yo haya pedido ayudantes en esta misión. Es completamente innecesario y esto no le gustará a mi señor y no me interesa. Pueden meterse sus órdenes por… ¿El Papa? Ah, eh, claro. De acuerdo.
Tras media hora de refunfuñar y largar al aire algunos insultos en su lengua natal, terminó resignándose a los mandatos de sus superiores. Brünhilde no era nada social y cuando una misión poseía un peso importante para ella, odiaba que otros tuvieran que acompañarla. Pero esta vez, era diferente. Sus líderes dentro de la Inquisición prácticamente le exigieron que debiera estar acompañada en esta misión y ella, como siempre, lo tomó personal. ¿Qué parte de “quiero estar sola en esto” no entendían? O más bien, alguien quería fastidiarla. Seguro se estaría vengando de ella por ser tan insoportablemente odiosa.
Obviamente, la cambiante era la que tenía más detalles sobre la misión que le encomendaron a ella y a otro condenado. Un hechicero que no le resultaba nada conocido. Es más, era la primera vez que se toparía con aquel hombre y la idea menos le agradaba. Sin embargo, Brünhilde adoraba sobresalir, pero en esta ocasión se trataba de algo más que hacerse la importante.
A diferencia de otros inquisidores, Brünhilde, pertenecía a una logia que era liderada por el Papa y era precisamente por eso que algunas misiones eran más importantes que otras. No estaba en la Inquisición por pura casualidad. En realidad, odiaba tener que servirles a esas personas, pero la venganza hacia otros enemigos, más interesantes que cualquier hereje que persiguiera la Iglesia, era lo que la motivaba a continuar. Con el tiempo había aprendido de Cagnazzo que si algo estorbaba en su camino, debía sacarlo de ahí. Pero debía hacerlo de forma estratégica, ya que los impulsos podrían traer resultados nada favorables y eso complicaría la situación.
Estaba consciente de que si quería tener éxito, debía adelantarle los pasos a su nuevo compañero. La cambiante lo había tomado como una competencia y siendo tan astutamente maliciosa, terminó llevando al otro inqusidor por el camino incorrecto. Así lograría despistarlo del objetivo principal, del cual ella estaba perfectamente enterada.
—Te juro por mi difunta hermana que era por aquí —alzó sus hombros con desinterés—. Quizás no dieron mal la dirección de la casa de la bruja. Esto parece una de las historias de esas que le cuentan a los niños para asus… ¿Podrías dejar de poner mala cara? —Objetó a la vez que viraba los ojos—. No es mi culpa. Yo sólo hago mi trabajo y tampoco me pagan por eso.
Respiró hondo y decidió internarse más en la aldea de la que le habían hablado, sintiendo una extraña opresión en el pecho, como si presintiera que algo revelador estuviera a punto de suceder.
Tras media hora de refunfuñar y largar al aire algunos insultos en su lengua natal, terminó resignándose a los mandatos de sus superiores. Brünhilde no era nada social y cuando una misión poseía un peso importante para ella, odiaba que otros tuvieran que acompañarla. Pero esta vez, era diferente. Sus líderes dentro de la Inquisición prácticamente le exigieron que debiera estar acompañada en esta misión y ella, como siempre, lo tomó personal. ¿Qué parte de “quiero estar sola en esto” no entendían? O más bien, alguien quería fastidiarla. Seguro se estaría vengando de ella por ser tan insoportablemente odiosa.
Obviamente, la cambiante era la que tenía más detalles sobre la misión que le encomendaron a ella y a otro condenado. Un hechicero que no le resultaba nada conocido. Es más, era la primera vez que se toparía con aquel hombre y la idea menos le agradaba. Sin embargo, Brünhilde adoraba sobresalir, pero en esta ocasión se trataba de algo más que hacerse la importante.
A diferencia de otros inquisidores, Brünhilde, pertenecía a una logia que era liderada por el Papa y era precisamente por eso que algunas misiones eran más importantes que otras. No estaba en la Inquisición por pura casualidad. En realidad, odiaba tener que servirles a esas personas, pero la venganza hacia otros enemigos, más interesantes que cualquier hereje que persiguiera la Iglesia, era lo que la motivaba a continuar. Con el tiempo había aprendido de Cagnazzo que si algo estorbaba en su camino, debía sacarlo de ahí. Pero debía hacerlo de forma estratégica, ya que los impulsos podrían traer resultados nada favorables y eso complicaría la situación.
Estaba consciente de que si quería tener éxito, debía adelantarle los pasos a su nuevo compañero. La cambiante lo había tomado como una competencia y siendo tan astutamente maliciosa, terminó llevando al otro inqusidor por el camino incorrecto. Así lograría despistarlo del objetivo principal, del cual ella estaba perfectamente enterada.
—Te juro por mi difunta hermana que era por aquí —alzó sus hombros con desinterés—. Quizás no dieron mal la dirección de la casa de la bruja. Esto parece una de las historias de esas que le cuentan a los niños para asus… ¿Podrías dejar de poner mala cara? —Objetó a la vez que viraba los ojos—. No es mi culpa. Yo sólo hago mi trabajo y tampoco me pagan por eso.
Respiró hondo y decidió internarse más en la aldea de la que le habían hablado, sintiendo una extraña opresión en el pecho, como si presintiera que algo revelador estuviera a punto de suceder.
Brünhilde Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 04/03/2015
Re: Presagio [Privado]
Existían días como aquel que pese a ser tranquilos para la manada, llevaban al alma de la canina una ansiedad inexplicable, así como una necesidad imperiosa de salir corriendo con rumbo desconocido, en un intento de huir de algo que no comprendía del todo y cómo comprenderlo si todo marchaba viento en popa para ella y para toda Agartha.
Su estancia en tierras parisinas iba mucho mejor de lo que espero al poner un pie en aquella ciudad que hasta hacía unos meses, le era completamente desconocida. Chantry había llegado dispuesta a servir a la manada que formaba parte de Agartha, manada a la que jurará lealtad desde hacía mucho años, manada que se convirtió en su única familia, al igual que es resto de los pertenecientes a Agartha, brindando a la cambiante un apoyo necesario cuando se hermana se fue.
Su hermana Brünhilde y ella fueron polos opuestos siempre. Chantry, alejada de las batallas y de los entrenamientos intensivos, creció viendo el mejor lado de Agartha mientras que Brünhilde, siempre al lado de su padre, vivió experiencias completamente diferentes a las de la menor que terminaron por quebrarla desde dentro. Chantry observó lentamente la manera en que su hermana cambio, volviéndose más distante y más desinteresada por sus labores, algo que para la joven cambiante era complicado comprender. La madre de ambas siempre le había dicho que la misión de todos era proteger a los altos rangos de Agartha, que su misión era complicada y dolorosa pero que no debía ser abandonada bajo ninguna circunstancia porque de ellos dependían cosas mayores que sus propias existencias. Fueron aquellas palabras que se grabaron en ella a fuego desde su infancia, junto con la aparición de un cambiante felino, lo que llevaron a la menor de las Vilhjalmsdottir a rechazar la petición de su hermana porque la siguiera y buscara a su lado una nueva vida. A pesar de los años transcurridos desde aquel día en que vio partir a Brün, Chantry aún recordaba con dolor la manera en que su hermana mayor la miraba. Brünhilde le había dedicado una mirada no solo dolida sino también ofendida, como si al quedarse en Agartha, traicionara todo lo que alguna vez fue importante.
La deserción de Brünhilde fue sumamente hablada por los miembros de la manada, quienes criticaban a la mayor de las Vilhjalmsdottir sin importar que Chantry estuviese presente y fue en parte tratando de limpiar el apellido manchado por su hermana, que la menor comenzó un duró entrenamiento para volverse parte de la manada. Las cosas no le fueron sencillas, abrirse un lugar por su propia cuenta le costó tiempo y mucho esfuerzo pero finalmente, al llegar a París, se dio cuenta de que todo había valido la pena. Su vida en general tomaba su curso y lo único que necesitaba para sentirse completa era ver una vez más a su hermana, saberla bien y de ser posible limar las asperezas entre ambas, claro que ese era un simple sueño y más que vivir en sueños era necesario enfrentar la realidad.
– Chantry, quieres dar un paseo por la aldea – la voz de uno de sus superiores le arrancó de ese mundo interno donde se encontraba, pero no arrancarón sus preocupaciones.
– ¿Qué? – sus ojos se posaron sobre Mark, uno de los mejores lobos parte de la manada que sonrió al ver la expresión perdida de la muchacha.
– Que si damos un paseo para ver la aldea, es que veo que no te gas movido de tu lugar desde que llegamos a esta taberna y tampoco has pedido nada ¿Te encuentras bien? – preguntó aquel hombre de cabellos castaños y ojos azules.
– Si – respondió la cambiante con falso entusiasmo, levantándose de donde se encontraba y dedicando una enorme sonrisa a Mark – Solo estoy un poco distraída y más que dar un paseo, solo necesito tomar algo de aire – aseguró mientras que sus pasos comenzaban a guiarla a la entrada de aquella taberna – pero gracias por preocuparte – susurró al pasar al lado de aquel hombre, quien inclino su cabeza antes de sentarse en el lugar que antes ocupara Chantry.
Ya fuera del lugar se dijo a si misma que era necesario logrará concentrarse en estar presente, no perdida en un pasado que no le ayudaría para nada. Observando por encima de su hombro, Chantry pudo ver a través de la ventana de la taberna a todo el resto de la manada charlar de manera animada. Un suspiro salió de sus labios y alejando la mirada del grupo dentro de la taberna, comenzó a caminar.
Con cada paso que daba la ansiedad que sintiera anteriormente se acrecentó en lugar de disminuir. Nerviosa y un tanto asustada al desconocer que era lo que sucedía, la canina llevó una mano a su pecho, detuvo su andar, cerró los ojos y respiró profundo; siendo el momento en que abrió los ojos cuando sintió el mundo girar a su alrededor. Frente a ella, caminando de manera despreocupada y aún sin darse cuenta de su presencia se encontraba su hermana.
– Brün… – susurró, dando solo dos pasos hacía atrás antes de que sus pies dejaran de responderle. Aquello debía ser una jugarreta de su mente que no se encontraba en buen estado, así que necesitaba regresar con la manada a la taberna y debía hacerlo rápido.
Su estancia en tierras parisinas iba mucho mejor de lo que espero al poner un pie en aquella ciudad que hasta hacía unos meses, le era completamente desconocida. Chantry había llegado dispuesta a servir a la manada que formaba parte de Agartha, manada a la que jurará lealtad desde hacía mucho años, manada que se convirtió en su única familia, al igual que es resto de los pertenecientes a Agartha, brindando a la cambiante un apoyo necesario cuando se hermana se fue.
Su hermana Brünhilde y ella fueron polos opuestos siempre. Chantry, alejada de las batallas y de los entrenamientos intensivos, creció viendo el mejor lado de Agartha mientras que Brünhilde, siempre al lado de su padre, vivió experiencias completamente diferentes a las de la menor que terminaron por quebrarla desde dentro. Chantry observó lentamente la manera en que su hermana cambio, volviéndose más distante y más desinteresada por sus labores, algo que para la joven cambiante era complicado comprender. La madre de ambas siempre le había dicho que la misión de todos era proteger a los altos rangos de Agartha, que su misión era complicada y dolorosa pero que no debía ser abandonada bajo ninguna circunstancia porque de ellos dependían cosas mayores que sus propias existencias. Fueron aquellas palabras que se grabaron en ella a fuego desde su infancia, junto con la aparición de un cambiante felino, lo que llevaron a la menor de las Vilhjalmsdottir a rechazar la petición de su hermana porque la siguiera y buscara a su lado una nueva vida. A pesar de los años transcurridos desde aquel día en que vio partir a Brün, Chantry aún recordaba con dolor la manera en que su hermana mayor la miraba. Brünhilde le había dedicado una mirada no solo dolida sino también ofendida, como si al quedarse en Agartha, traicionara todo lo que alguna vez fue importante.
La deserción de Brünhilde fue sumamente hablada por los miembros de la manada, quienes criticaban a la mayor de las Vilhjalmsdottir sin importar que Chantry estuviese presente y fue en parte tratando de limpiar el apellido manchado por su hermana, que la menor comenzó un duró entrenamiento para volverse parte de la manada. Las cosas no le fueron sencillas, abrirse un lugar por su propia cuenta le costó tiempo y mucho esfuerzo pero finalmente, al llegar a París, se dio cuenta de que todo había valido la pena. Su vida en general tomaba su curso y lo único que necesitaba para sentirse completa era ver una vez más a su hermana, saberla bien y de ser posible limar las asperezas entre ambas, claro que ese era un simple sueño y más que vivir en sueños era necesario enfrentar la realidad.
– Chantry, quieres dar un paseo por la aldea – la voz de uno de sus superiores le arrancó de ese mundo interno donde se encontraba, pero no arrancarón sus preocupaciones.
– ¿Qué? – sus ojos se posaron sobre Mark, uno de los mejores lobos parte de la manada que sonrió al ver la expresión perdida de la muchacha.
– Que si damos un paseo para ver la aldea, es que veo que no te gas movido de tu lugar desde que llegamos a esta taberna y tampoco has pedido nada ¿Te encuentras bien? – preguntó aquel hombre de cabellos castaños y ojos azules.
– Si – respondió la cambiante con falso entusiasmo, levantándose de donde se encontraba y dedicando una enorme sonrisa a Mark – Solo estoy un poco distraída y más que dar un paseo, solo necesito tomar algo de aire – aseguró mientras que sus pasos comenzaban a guiarla a la entrada de aquella taberna – pero gracias por preocuparte – susurró al pasar al lado de aquel hombre, quien inclino su cabeza antes de sentarse en el lugar que antes ocupara Chantry.
Ya fuera del lugar se dijo a si misma que era necesario logrará concentrarse en estar presente, no perdida en un pasado que no le ayudaría para nada. Observando por encima de su hombro, Chantry pudo ver a través de la ventana de la taberna a todo el resto de la manada charlar de manera animada. Un suspiro salió de sus labios y alejando la mirada del grupo dentro de la taberna, comenzó a caminar.
Con cada paso que daba la ansiedad que sintiera anteriormente se acrecentó en lugar de disminuir. Nerviosa y un tanto asustada al desconocer que era lo que sucedía, la canina llevó una mano a su pecho, detuvo su andar, cerró los ojos y respiró profundo; siendo el momento en que abrió los ojos cuando sintió el mundo girar a su alrededor. Frente a ella, caminando de manera despreocupada y aún sin darse cuenta de su presencia se encontraba su hermana.
– Brün… – susurró, dando solo dos pasos hacía atrás antes de que sus pies dejaran de responderle. Aquello debía ser una jugarreta de su mente que no se encontraba en buen estado, así que necesitaba regresar con la manada a la taberna y debía hacerlo rápido.
Chantry Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/10/2013
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Re: Presagio [Privado]
Si todo salía como lo había planeado tiempo atrás, se saldría con la suya y se desharía fácilmente de aquel idiota que tenía como compañero. Aunque, tiempo atrás, Brünhilde salía a cazar con su clan, cuando su padre todavía vivía, las cosas ahora resultaban muy diferentes. Su corazón se había endurecido y la poca nobleza que había heredado de sus padres, se fue al abismo. En su mente se hizo una idea terrible, que a pesar de ser errónea, para la cambiante era del modo en que la concebía. Culpaba a Agartha de la muerte de su progenitor; los acusaba de traidores y demás. Por eso decidió abandonar el clan y unirse al bando contrario, pues era una manera de consumar su venganza. Tal parece que Brünhilde había nacido para eso y quizá debía retornar a aquellos lacayos del averno, porque así estaba escrito en su destino.
Se había encargado de guiar al nuevo inquisidor hacia la aldea, despistándolo del objetivo principal. Ella se había hecho con todos los detalles, pues, su condición de espía así se lo permitía. Recorrió con la mirada todos los rincones del lugar, guardando silencio, queriendo evitar todo contacto con su nuevo compañero de faena. Pero él terminó rompiendo el silencio y eso hizo que Brünhilde largara una exhalación. Intentó calmar su mal humor y le miró con una sonrisa.
—No te impacientes, estas cosas suelen ser así. Tampoco podemos actuar tan de prisa; sólo nos enviaron a corroborar las cosas —respondió con toda la paciencia que fue capaz de demostrar—. Debemos examinar el lugar.
Mintió descaradamente. Sabía que ahí no iba a encontrar nada, o al menos esa era la idea que se hacía la inquisidora, desconociendo que el destino suele ser caprichoso y que nadie puede escapar de sus designios.
Brünhilde siguió avanzando, un tanto despreocupada, pero con la certeza de que algo continuaba fastidiándola y no era su acompañante. Tenía un mal presagio, a pesar de no ser tan creyenta de estas cosas, ese algo estaba ahí, clavado en su pecho, causando que los latidos de su corazón se fueran acelerando lentamente. No vio conveniente que el otro inquisidor se diera cuenta de lo que estaba ocurriendo, así que le sugirió un plan: Cada quien echaría un vistazo por cada zona de la aldea y se encontrarían en la entrada de la taberna. Sin embargo, ella no cumpliría con su parte del trato; no se sentía de ánimos para hacer algo. De un momento a otro, su mente se había oscurecido a causa de la extraña sensación que le invadía. Se fue hacia la taberna para esperar a su compañero y fue ahí en donde la vio. Era Chantry.
—No puede ser —murmuró, debatiéndose si seguirla o no. Había pasado demasiado tiempo, quizá muchos años, desde que abandonó su hogar y ahora, ahí estaba alguien ligado a éste; pero no cualquier persona.
Inhaló y exhaló varias veces, cerrando los ojos y apretando los ojos ante la repentina aparición de Chantry. La reconocía perfectamente, tenía que ser ella. ¿Sería prudente intercambiar palabras con la joven o no? Brünhilde se mordió el labio por no saber cuál decisión tomar ante aquella situación. Pero motivada por algo que creyó que había matado para siempre al abandonar Noruega, siguió los pasos de su hermana menor, deteniéndose a un par de pasos de ella.
—Chantry...
Se había encargado de guiar al nuevo inquisidor hacia la aldea, despistándolo del objetivo principal. Ella se había hecho con todos los detalles, pues, su condición de espía así se lo permitía. Recorrió con la mirada todos los rincones del lugar, guardando silencio, queriendo evitar todo contacto con su nuevo compañero de faena. Pero él terminó rompiendo el silencio y eso hizo que Brünhilde largara una exhalación. Intentó calmar su mal humor y le miró con una sonrisa.
—No te impacientes, estas cosas suelen ser así. Tampoco podemos actuar tan de prisa; sólo nos enviaron a corroborar las cosas —respondió con toda la paciencia que fue capaz de demostrar—. Debemos examinar el lugar.
Mintió descaradamente. Sabía que ahí no iba a encontrar nada, o al menos esa era la idea que se hacía la inquisidora, desconociendo que el destino suele ser caprichoso y que nadie puede escapar de sus designios.
Brünhilde siguió avanzando, un tanto despreocupada, pero con la certeza de que algo continuaba fastidiándola y no era su acompañante. Tenía un mal presagio, a pesar de no ser tan creyenta de estas cosas, ese algo estaba ahí, clavado en su pecho, causando que los latidos de su corazón se fueran acelerando lentamente. No vio conveniente que el otro inquisidor se diera cuenta de lo que estaba ocurriendo, así que le sugirió un plan: Cada quien echaría un vistazo por cada zona de la aldea y se encontrarían en la entrada de la taberna. Sin embargo, ella no cumpliría con su parte del trato; no se sentía de ánimos para hacer algo. De un momento a otro, su mente se había oscurecido a causa de la extraña sensación que le invadía. Se fue hacia la taberna para esperar a su compañero y fue ahí en donde la vio. Era Chantry.
—No puede ser —murmuró, debatiéndose si seguirla o no. Había pasado demasiado tiempo, quizá muchos años, desde que abandonó su hogar y ahora, ahí estaba alguien ligado a éste; pero no cualquier persona.
Inhaló y exhaló varias veces, cerrando los ojos y apretando los ojos ante la repentina aparición de Chantry. La reconocía perfectamente, tenía que ser ella. ¿Sería prudente intercambiar palabras con la joven o no? Brünhilde se mordió el labio por no saber cuál decisión tomar ante aquella situación. Pero motivada por algo que creyó que había matado para siempre al abandonar Noruega, siguió los pasos de su hermana menor, deteniéndose a un par de pasos de ella.
—Chantry...
Brünhilde Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 04/03/2015
Re: Presagio [Privado]
Embarcarse en un viaje al pasado no le estaba haciendo ningún bien a Chantry. La cambiante tenía que pensar en el presente, en que ahora era un miembro activo de la manada y de Agartha, así como desviar su atención de vez en cuando a lo que cierto gato debía estar haciendo; por eso era que trataba de buscar la manera de obligarse a si misma a estar en el presente, con todo y que tuviera un terrible presentimiento de que algo malo estaba por suceder.
– Estas delirando, perdiendo la cabeza de una buena vez – se dijo a si misma una vez que salió de la taberna donde se encontraban sus demás compañeros.
En el exterior de la taberna su presentimiento aumento, provocando incluso que las piernas le cosquillearan como en un intento de su propio cuerpo de pedirle que saliera de ese lugar. Aún así, terca en querer demostrase que era lo suficientemente fuerte y que nada malo iba a pasar, se obligo a si misma a andar descubriendo no muy lejos de la taberna una figura conocida, una que creía muy lejana e inalcanzable. La canina apenas y dio dos pasos hacía atrás antes de quedarse quieta, notando entonces la mirada de su hermana sobre ella. El corazón de Chantry comenzó a latir desbocado en su pecho y tratando de evitar un contacto más directo con su hermana mayor, se giro para andar de regreso a la taberna, repitiéndose una y otra vez que aquello no debía de haber sucedido así como deseando que su hermana no le hubiera reconocido.
Apenas había sido capaz de dar un par de pasos de escape cuando la voz de Brünhilde la llevó a detenerse en seco. Su hermana le reconoció, justo como ella misma la reconoció así que huir ya no era una opción. Tomando aire y armándose de todo el valor del que era capaz, Chantry giró sobre sus talones para enfrentarse más de cerca de la figura de la hermana a la que siempre trató de igualar. Exhalando suavemente, la muchacha tomó la resolución de saludar cortésmente, como si los años no hubieran pasado entre ellas y fueran más bien unas conocidas casuales que unas hermanas.
– Brün… que… que grata sorpresa poder verte – los ojos de la canina fueron de arriba a abajo en la figura de la mayor de las Vilhjalmsdottir. Seguía tan linda y al parecer fuerte como Chantry la recordaba, detalle que la llevó a sonreír – Parece que estas muy bien, me alegró por ello – y lo decía de manera sincera. Muchas cosas pasaron en la familia y podía verse ella misma un tanto desinteresada en la hermana que repentinamente aparecía frente a ella, sin embargo, en sus pensamientos siempre estaba presente Brün y el deseo de que su vida fuera maravillosa.
– Estas delirando, perdiendo la cabeza de una buena vez – se dijo a si misma una vez que salió de la taberna donde se encontraban sus demás compañeros.
En el exterior de la taberna su presentimiento aumento, provocando incluso que las piernas le cosquillearan como en un intento de su propio cuerpo de pedirle que saliera de ese lugar. Aún así, terca en querer demostrase que era lo suficientemente fuerte y que nada malo iba a pasar, se obligo a si misma a andar descubriendo no muy lejos de la taberna una figura conocida, una que creía muy lejana e inalcanzable. La canina apenas y dio dos pasos hacía atrás antes de quedarse quieta, notando entonces la mirada de su hermana sobre ella. El corazón de Chantry comenzó a latir desbocado en su pecho y tratando de evitar un contacto más directo con su hermana mayor, se giro para andar de regreso a la taberna, repitiéndose una y otra vez que aquello no debía de haber sucedido así como deseando que su hermana no le hubiera reconocido.
Apenas había sido capaz de dar un par de pasos de escape cuando la voz de Brünhilde la llevó a detenerse en seco. Su hermana le reconoció, justo como ella misma la reconoció así que huir ya no era una opción. Tomando aire y armándose de todo el valor del que era capaz, Chantry giró sobre sus talones para enfrentarse más de cerca de la figura de la hermana a la que siempre trató de igualar. Exhalando suavemente, la muchacha tomó la resolución de saludar cortésmente, como si los años no hubieran pasado entre ellas y fueran más bien unas conocidas casuales que unas hermanas.
– Brün… que… que grata sorpresa poder verte – los ojos de la canina fueron de arriba a abajo en la figura de la mayor de las Vilhjalmsdottir. Seguía tan linda y al parecer fuerte como Chantry la recordaba, detalle que la llevó a sonreír – Parece que estas muy bien, me alegró por ello – y lo decía de manera sincera. Muchas cosas pasaron en la familia y podía verse ella misma un tanto desinteresada en la hermana que repentinamente aparecía frente a ella, sin embargo, en sus pensamientos siempre estaba presente Brün y el deseo de que su vida fuera maravillosa.
Chantry Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/10/2013
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Re: Presagio [Privado]
¿Cuánto tiempo había transcurrido desde que dejó Noruega? No lo sabía con exactitud. Ya en mucho tiempo le restó importancia a todos esos años; lo único que seguía latente era el recuerdo de la persona que más admiraba en el mundo: su padre. Él era su ejemplo a seguir, alguien a quien defendía a toda costa. Ella era la viva imagen de ese hombre. Pero ahora no estaba tan segura de poder poseer aquella similitud; Brünhilde había cambiado mucho, quizás para mal, no lo sabía muy bien. Su manera de buscar justicia era una absurda venganza sin fin alguno. Cedió su alma al caprichoso can del octavo círculo y terminó uniéndose a la Inquisición. Si su progenitor estuviera vivo, de seguro estaría decepcionado de ella. Sin embargo, fue precisamente su muerte la que hizo que Brünhilde tomara una decisión apresurada e inapropiada, dejando atrás sus raíces y costumbres; abandonando a su madre y hermana.
Pero el destino es un sabio pícaro; son tres hermanas caprichosas y un verdugo sin misericordia. Y por eso es que causó que ambas hermanas se encontraran esa noche; porque así tenía que ser. Ninguna podía escapar ni huir de la otra. Compartían la misma sangre, aunque sus pensamientos fueran diferentes, y sus caminos llevaban a destinos contrarios.
Brünhilde no hallaba qué pensar, ni sentir. Ni siquiera estaba segura si el encuentro era bueno, si había sido adecuado permitir que Chantry la viera, que supiera que estaba viva. Eran teorías contradictorias, las mismas que demostraban que todavía sentía un poco de estima por su hermana menor, a quien veía como una muchacha noble y dispuesta a dar lo mejor de sí; no como ella, que causaba malestar y obtenía las cosas de las peores maneras. La punzada de la verdad fue dolorosa, aunque no demostró arrepentimiento alguno. Ya era tarde para su propio espíritu.
Así que se aseguró de dar el primer paso. Avanzó hacia la menor y la confrontó.
—No creo que sea una grata sorpresa. No cuando soy una traidora para todos —espetó, aún con el semblante inexpresivo. Recordar aquello no era precisamente grato—. Ellos siempre han sabido que no estaba muerta —aseguró—. ¿Qué haces por este lugar? Deberías estar en Noruega; esta ciudad es peligrosa. No pueden arrastrarte a los problemas así nada más. Siempre han sido tan insensatos. —Y aquello parecía más un regaño que una advertencia, no tenía la menor idea de porque lo decía.
Se sintió un poco tosca, aunque siempre lo había sido. Pero eso no acababa ahí. Notó la actitud de evasión de Chantry y eso le causó cierto desagrado.
—¿Qué te ocurre? ¿Estás bien? —Inquirió—. Ya sé que no estás cómoda por verme, Chantry. Pero no es necesario todo este teatro. ¿Qué esperas para sacarme en cara todo lo que he hecho? Porque no, no he sido una buena persona; tampoco me arrepiento. Nos quitaron a nuestro padre y pretendían que continuáramos con naturalidad. Eso es algo que nunca pude perdonar, y tampoco perdonaré.
Y ahí estaba de nuevo todo ese rencor acumulado por los años; aquel mismo rencor que la hacía sentir más humana. No tenía necesidad de compartirlo con su hermana, pero fue algo que escapó de su propia conciencia.
Pero el destino es un sabio pícaro; son tres hermanas caprichosas y un verdugo sin misericordia. Y por eso es que causó que ambas hermanas se encontraran esa noche; porque así tenía que ser. Ninguna podía escapar ni huir de la otra. Compartían la misma sangre, aunque sus pensamientos fueran diferentes, y sus caminos llevaban a destinos contrarios.
Brünhilde no hallaba qué pensar, ni sentir. Ni siquiera estaba segura si el encuentro era bueno, si había sido adecuado permitir que Chantry la viera, que supiera que estaba viva. Eran teorías contradictorias, las mismas que demostraban que todavía sentía un poco de estima por su hermana menor, a quien veía como una muchacha noble y dispuesta a dar lo mejor de sí; no como ella, que causaba malestar y obtenía las cosas de las peores maneras. La punzada de la verdad fue dolorosa, aunque no demostró arrepentimiento alguno. Ya era tarde para su propio espíritu.
Así que se aseguró de dar el primer paso. Avanzó hacia la menor y la confrontó.
—No creo que sea una grata sorpresa. No cuando soy una traidora para todos —espetó, aún con el semblante inexpresivo. Recordar aquello no era precisamente grato—. Ellos siempre han sabido que no estaba muerta —aseguró—. ¿Qué haces por este lugar? Deberías estar en Noruega; esta ciudad es peligrosa. No pueden arrastrarte a los problemas así nada más. Siempre han sido tan insensatos. —Y aquello parecía más un regaño que una advertencia, no tenía la menor idea de porque lo decía.
Se sintió un poco tosca, aunque siempre lo había sido. Pero eso no acababa ahí. Notó la actitud de evasión de Chantry y eso le causó cierto desagrado.
—¿Qué te ocurre? ¿Estás bien? —Inquirió—. Ya sé que no estás cómoda por verme, Chantry. Pero no es necesario todo este teatro. ¿Qué esperas para sacarme en cara todo lo que he hecho? Porque no, no he sido una buena persona; tampoco me arrepiento. Nos quitaron a nuestro padre y pretendían que continuáramos con naturalidad. Eso es algo que nunca pude perdonar, y tampoco perdonaré.
Y ahí estaba de nuevo todo ese rencor acumulado por los años; aquel mismo rencor que la hacía sentir más humana. No tenía necesidad de compartirlo con su hermana, pero fue algo que escapó de su propia conciencia.
Brünhilde Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Re: Presagio [Privado]
¿No era ella suficiente? ¿Su amor y su deseo de ser como su hermana tampoco lo fueron? Esas preguntas rondaban regularmente la mente de Chantry al pensar en su hermana. Ella, que siempre había visto en Brün un modelo a seguir, debió tomar una decisión muy complicada al quedarse en la manada y de manera muy inocente, había creído que si se quedaba su hermana tarde o temprano regresaría a su lado, solo que eso nunca sucedió. Los días se convirtieron en meses y esos en años, pero las noticias de Brün no llegaron y mucho menos lo hizo ella. Los demás miembros de la manada e incluso su madre le dijeron que lo mejor era olvidarse de su hermana y ella fingió hacerlo, dejo de hablar de Brün, dejo de preguntar por noticias de ella y encontrarla una vez más se volvió en un deseo dentro del fondo de su corazón, un deseo del que nadie más que ella misma sabía.
Encontrar entonces esa noche a su hermana era un gran golpe para ella. Para empezar, estaba viva, parecía sana y a simple vista, lucía como la hermana que le pidió que se fueran juntas varios años atrás. Los ojos de Chantry, temerosos de encontrarse con el pasado se desviaron de la figura de su hermana. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Qué iba a decirle? La verdad es que pensó durante tanto tiempo en eso que ahora que se le presentaba la oportunidad se quedaba en blanco, volviendo la mejor opción el huir, después de todo, con saber que Brün estaba viva debía bastarle.
Caminaba a paso regular, tratando de no llamar la atención de la mayor de las Vilhjalmsdottir cuando una voz que tan bien reconocía la llamó. Era momento de enfrentarse al pasado, con el peligro de que el presente las llevara a ambas a un camino indeseado.
Su hermana era una traidora, eso era verdad y aún así, Chantry no podía odiarla. Estaba resentida por el abandono, claro que si, pero de eso a odiarla, existía un largo camino. Brün era su adorada hermana mayor, la fuerte, la valiente, la parecida a papá y para la menor de las hermanas, siempre sería su figura a seguir.
– Eres mi hermana antes que cualquier otra cosa – respondió a las aseveraciones de su hermana mayor pero siempre manteniendo la distancia, como si acercarse más pudiera hacer que de un momento a otro Brün se desvaneciera. La noticia de que Agartha siempre supo que ella estaba viva la hizo soltar una risita nerviosa – Claro que no, ellos dijeron que no sabían nada de ti. Mamá dijo que no sabía que fue de ti – era imposible que le mintieran, no aquellos en quienes más confiaba – No me arrastraron – respondió, aún algo turbada por la revelación que acababa de recibir – Yo pedí venir a la ciudad, vine con la manada. Ocupo tu lugar y soy capaz de cuidarme sola – habría querido sonar más orgullosa al contarle aquello a su hermana, pero entre ambas existía una barrera formada por años.
Resultaba imposible que no se sintiera la tensión en el ambiente. Chantry podía sentirla. Ella se mantenía distante porque no sabía como reaccionar, pero escuchar las palabras de su hermana mayor la hicieron sentir de lo peor.
– Estoy bien, solo me ha tomado por sorpresa encontrarte. No he sabido nada de ti en años y entonces solo apareces. No sé que hacer – confesó recibiendo entonces un nuevo golpe. La mayor de las Vilhjalmsdottir esperaba gritos, reclamos o solo ella sabía qué pero lo que recibió de parte de Chantry fue solo un suspiro – Yo hace mucho tiempo ya que deje ir a papá – sonrió con melancolía – pero veo que tú aún no – en su pecho pudo sentir una punzada de dolor. Una vez más, perdía contra su padre. Una vez más ella no era suficiente como para que su hermana le mirase – Y si – la mirada de la menor se volvió más dura – Debías dejar ir a papá y continuar la vida con naturalidad, justo como todos lo hacen cuando pierden a alguien. Debiste aferrarte a nosotros Brünhilde – la señaló, notando entonces como la figura parada frente a ella se tornaba ligeramente borrosa – Papá no estaba, pero aún quedaba mamá… aún quedaba yo – soltó antes de quedarse callada porque ya no importaba que su hermana estuviera lejos o cerca, ya nunca podría alcanzarla.
Encontrar entonces esa noche a su hermana era un gran golpe para ella. Para empezar, estaba viva, parecía sana y a simple vista, lucía como la hermana que le pidió que se fueran juntas varios años atrás. Los ojos de Chantry, temerosos de encontrarse con el pasado se desviaron de la figura de su hermana. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Qué iba a decirle? La verdad es que pensó durante tanto tiempo en eso que ahora que se le presentaba la oportunidad se quedaba en blanco, volviendo la mejor opción el huir, después de todo, con saber que Brün estaba viva debía bastarle.
Caminaba a paso regular, tratando de no llamar la atención de la mayor de las Vilhjalmsdottir cuando una voz que tan bien reconocía la llamó. Era momento de enfrentarse al pasado, con el peligro de que el presente las llevara a ambas a un camino indeseado.
Su hermana era una traidora, eso era verdad y aún así, Chantry no podía odiarla. Estaba resentida por el abandono, claro que si, pero de eso a odiarla, existía un largo camino. Brün era su adorada hermana mayor, la fuerte, la valiente, la parecida a papá y para la menor de las hermanas, siempre sería su figura a seguir.
– Eres mi hermana antes que cualquier otra cosa – respondió a las aseveraciones de su hermana mayor pero siempre manteniendo la distancia, como si acercarse más pudiera hacer que de un momento a otro Brün se desvaneciera. La noticia de que Agartha siempre supo que ella estaba viva la hizo soltar una risita nerviosa – Claro que no, ellos dijeron que no sabían nada de ti. Mamá dijo que no sabía que fue de ti – era imposible que le mintieran, no aquellos en quienes más confiaba – No me arrastraron – respondió, aún algo turbada por la revelación que acababa de recibir – Yo pedí venir a la ciudad, vine con la manada. Ocupo tu lugar y soy capaz de cuidarme sola – habría querido sonar más orgullosa al contarle aquello a su hermana, pero entre ambas existía una barrera formada por años.
Resultaba imposible que no se sintiera la tensión en el ambiente. Chantry podía sentirla. Ella se mantenía distante porque no sabía como reaccionar, pero escuchar las palabras de su hermana mayor la hicieron sentir de lo peor.
– Estoy bien, solo me ha tomado por sorpresa encontrarte. No he sabido nada de ti en años y entonces solo apareces. No sé que hacer – confesó recibiendo entonces un nuevo golpe. La mayor de las Vilhjalmsdottir esperaba gritos, reclamos o solo ella sabía qué pero lo que recibió de parte de Chantry fue solo un suspiro – Yo hace mucho tiempo ya que deje ir a papá – sonrió con melancolía – pero veo que tú aún no – en su pecho pudo sentir una punzada de dolor. Una vez más, perdía contra su padre. Una vez más ella no era suficiente como para que su hermana le mirase – Y si – la mirada de la menor se volvió más dura – Debías dejar ir a papá y continuar la vida con naturalidad, justo como todos lo hacen cuando pierden a alguien. Debiste aferrarte a nosotros Brünhilde – la señaló, notando entonces como la figura parada frente a ella se tornaba ligeramente borrosa – Papá no estaba, pero aún quedaba mamá… aún quedaba yo – soltó antes de quedarse callada porque ya no importaba que su hermana estuviera lejos o cerca, ya nunca podría alcanzarla.
Chantry Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Re: Presagio [Privado]
Habían recuerdos que jamás se desvanecían en el pensamiento, ni heridas que nunca cicatrizaban. Aunque Brünhilde siempre mostraba una actitud altanera y frívola, estaba marchita por dentro; las memorias aún le dolían, y volver a rememorar su infancia y parte de su vida en Noruega, no era nada grato. No demostraba su pesadumbre, ni su malestar, en lo absoluto; ella se reservaba todo aquello para no sentirse débil, para no mostrarle al mundo una excusa para dañarla aún más. Fue por eso que fue llenándose de rencor, el mismo que le envenenaba el alma día tras días, y la presencia de Chantry no hizo sino empeorar todo. Entre todas las personas en el mundo, a las menos que quería ver eran a su madre y a ella, sin embargo, no siempre se puede dictar las reglas, sólo queda esperar pacientes los dictámenes del destino. Y fue por eso que Brünhilde aprovechó para dejar salir gran parte de su frustración, aunque, las respuestas recibidas por parte de la menor, no fueron las más amables. Le dolieron, como dagas hundiéndose en su pecho.
Exhaló, incapaz de mantener la mirada fija en ella. Sintió que la vista se le nubló y no soportó el tormentoso silencio que invadió la escena por un par de minutos.
—Hipócrita —dijo finalmente, apretando los puños—. ¿Es lo que siempre quisiste no? Mi lugar... ser como yo. Pero no, ¿sabes por qué? Porque te falta carácter, sólo servías para ser la niña bonita de mamá —balbuceó, dejando salir todo ese rencor que llevaba acumulado desde hacía mucho—. Ellos terminarán sacrificándote. Tarde o temprano así será; no les importa más nada, salvo su pútrida hermandad.
Había odio en sus palabras, en sus ojos... en su propia aura. No podía simplemente aceptar con una sonrisa lo que le decía Chantry, después de todo, ambos se encontraban en polos opuestos, y el mismo Cagnazzo se lo había hecho ver desde un principio. Brünhilde seguiría siendo una traidora, y aunque decidiera regresar arrepentida, los demás siempre la iban a señalar. ¡Todos eran incluso más falsos que ella!
—Y sí, es obvio, lo dejaste ir porque nunca te importó —le refutó—. Esto es más decepcionante de lo que he hecho yo, ¿sabes? Te creí más considerada, Chantry, pero no, veo que eres igual que todos ellos. Quizá si hice bien en irme, porque sí, no te engaño, estoy mejor de este lado... La persona más importante para mí ha sido mi padre, ¿crees que me voy a olvidar? Jah, sigues siendo la niña de las flores, siempre viendo todo de color de rosa. Te falta madurar, y cuando lo hagas, te darás cuenta que la vida no es tan hermosa como piensas.
Fue hostil, pero, la verdad no se hizo esperar. Si le dijo todo aquello a su hermana era para fortalecer sus emociones, porque todavía la estimaba a pesar de todo, y quería que, por primera vez, dejara esa burbuja que la mantenía aislada de la horrible realidad. Ella misma había pasado por situaciones horribles mucho antes de unirse a la Inquisición, y fue, precisamente, por estar atada a sus emociones. Desde ese momento se juró a sí misma cambiar, y sí que lo había hecho.
Exhaló, incapaz de mantener la mirada fija en ella. Sintió que la vista se le nubló y no soportó el tormentoso silencio que invadió la escena por un par de minutos.
—Hipócrita —dijo finalmente, apretando los puños—. ¿Es lo que siempre quisiste no? Mi lugar... ser como yo. Pero no, ¿sabes por qué? Porque te falta carácter, sólo servías para ser la niña bonita de mamá —balbuceó, dejando salir todo ese rencor que llevaba acumulado desde hacía mucho—. Ellos terminarán sacrificándote. Tarde o temprano así será; no les importa más nada, salvo su pútrida hermandad.
Había odio en sus palabras, en sus ojos... en su propia aura. No podía simplemente aceptar con una sonrisa lo que le decía Chantry, después de todo, ambos se encontraban en polos opuestos, y el mismo Cagnazzo se lo había hecho ver desde un principio. Brünhilde seguiría siendo una traidora, y aunque decidiera regresar arrepentida, los demás siempre la iban a señalar. ¡Todos eran incluso más falsos que ella!
—Y sí, es obvio, lo dejaste ir porque nunca te importó —le refutó—. Esto es más decepcionante de lo que he hecho yo, ¿sabes? Te creí más considerada, Chantry, pero no, veo que eres igual que todos ellos. Quizá si hice bien en irme, porque sí, no te engaño, estoy mejor de este lado... La persona más importante para mí ha sido mi padre, ¿crees que me voy a olvidar? Jah, sigues siendo la niña de las flores, siempre viendo todo de color de rosa. Te falta madurar, y cuando lo hagas, te darás cuenta que la vida no es tan hermosa como piensas.
Fue hostil, pero, la verdad no se hizo esperar. Si le dijo todo aquello a su hermana era para fortalecer sus emociones, porque todavía la estimaba a pesar de todo, y quería que, por primera vez, dejara esa burbuja que la mantenía aislada de la horrible realidad. Ella misma había pasado por situaciones horribles mucho antes de unirse a la Inquisición, y fue, precisamente, por estar atada a sus emociones. Desde ese momento se juró a sí misma cambiar, y sí que lo había hecho.
Brünhilde Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Re: Presagio [Privado]
El gran deseo de ver a su hermana, ese que se cumplía de manera tan inesperada como repentina, dejaba en Chantry un sentimiento agridulce. A simple vista, Brünhilde seguía siendo la misma, pero por dentro, era una mujer completamente diferente, decidida y cruel que no tenía reparo alguno en hacerle ver a la menor de las Vilhjalmsdottir sus errores al elegir quedarse con Agartha, con su madre y todo lo que para ella era importante.
La palabra “hipócrita” resonó un mente como una de las mayores ofensas que recibiera en su vida. En la manada recibía criticas por su hermana la traidora, golpes durante los entrenamientos y hasta en las misiones salía herida o raspada, pero solo la muerte de su progenitor y la partida de su hermana podían equiparar el dolor que experimentaba en ese momento. La mayor de Vilhjalmsdottir se dirigía a ella con desprecio, la miraba como si fuera la peor traidora del mundo y eso era algo que Chantry no podía comprender del todo. Ella, que lo único que quiso siempre fue ser tan buena como su hermana, era juzgada por la misma como una usurpadora, aún a pesar de que esa nunca fue su intención. Herida y molesta, Chantry llevó la mano hasta su pecho en un intento de darse fuerza, de la misma manera en que se obligo a sonreír de medio lado, en una mueca que simulaba un desprecio que verdaderamente no sentía.
– Claro que siempre quise ser como tu, que estuvieras orgullosa de mi. Siempre quise ser alguien real para ti, no la niña mimada que tu siempre te esforzaste en ver pero que no soy más y si estoy en tu puesto es porque te fuiste, dejaste todo y no tuve más opción que ocupar tu sitio – con decisión levantó el mentón – Si acabo muriendo por lo que creo me sentiré bien, de la misma manera en que seguramente murió papá, defendiendo aquello en que creía.
Su padre parecía ser el principal punto de conflicto entre las hermanas y eso, no era de extrañar. Chantry lo amaba con todo el corazón, al igual que amaba a su hermana y a su madre, sin embargo, siempre quiso ser tan importante como Brün para él o él para Brün, algo que no fue capaz de conseguir nunca. La mayor de las hermanas no sabía lo que decía, para ella era conveniente juzgar a Chantry, verla como la hipócrita, la desinteresada cuando eso y más, resultaba ser ella misma.
Cada una de las palabras que Brünhilde le dirigió estuvo cargada con veneno. El reencuentro de las hermanas se volvía entonces más una lucha que nada. Brün escupía todo su dolor a la única persona que nunca le deseo el mal, que se preocupo por su situación pero ya no más. Si su hermana estaba dispuesta a herirla, a juzgarla, a luchar por sus oscuros ideales y escudarse tras la muerte de su padre; Chantry no le permitiría herirla, respondería de la misma manera porque aunque la mayor de las Vilhjalmsdottir no lo creyera, de la niña soñadora que veía el mundo color de rosa solo quedaba el amor que sentía por Vladmiri y nada más.
– No te equivoques. Mi padre me importo tanto como a ti pero lo deje ir porque acepte la clase de hombre que era, con sus defectos y virtudes, con lo que me amaba y lo que no; tanto lo acepte que no me encontraba dispuesta a mancillar su recuerdo dándole responsabilidades por decisiones que no le correspondían. Yo no voy a ser como tu, que te excusas en su muerte para sacar a la mujer despreciable que seguramente siempre llevaste dentro y que ocultaste muy bien de nosotros – cruzo los brazos a la altura del pecho – Ya he madurado lo suficiente, créeme… de hecho he madurado tanto como para notar cosas que antes no – hizo una pausa – Dime Brünhilde, ¿Qué es lo que más te duele? – y al decir eso sonrió intuyendo que lo que estaba por decir dañaría a su hermana más de lo que un ataque físico podría hacer – ¿Qué papá murió? ¿O qué no le importaste ni siquiera un poco como para tratar de sobrevivir? Porque ese es el problema ¿no? Que amo más a Agartha de lo que alguna vez te amo a ti, a mi o a mamá, y no… no vayas a tratar de negarlo porque sabes que es cierto.
La palabra “hipócrita” resonó un mente como una de las mayores ofensas que recibiera en su vida. En la manada recibía criticas por su hermana la traidora, golpes durante los entrenamientos y hasta en las misiones salía herida o raspada, pero solo la muerte de su progenitor y la partida de su hermana podían equiparar el dolor que experimentaba en ese momento. La mayor de Vilhjalmsdottir se dirigía a ella con desprecio, la miraba como si fuera la peor traidora del mundo y eso era algo que Chantry no podía comprender del todo. Ella, que lo único que quiso siempre fue ser tan buena como su hermana, era juzgada por la misma como una usurpadora, aún a pesar de que esa nunca fue su intención. Herida y molesta, Chantry llevó la mano hasta su pecho en un intento de darse fuerza, de la misma manera en que se obligo a sonreír de medio lado, en una mueca que simulaba un desprecio que verdaderamente no sentía.
– Claro que siempre quise ser como tu, que estuvieras orgullosa de mi. Siempre quise ser alguien real para ti, no la niña mimada que tu siempre te esforzaste en ver pero que no soy más y si estoy en tu puesto es porque te fuiste, dejaste todo y no tuve más opción que ocupar tu sitio – con decisión levantó el mentón – Si acabo muriendo por lo que creo me sentiré bien, de la misma manera en que seguramente murió papá, defendiendo aquello en que creía.
Su padre parecía ser el principal punto de conflicto entre las hermanas y eso, no era de extrañar. Chantry lo amaba con todo el corazón, al igual que amaba a su hermana y a su madre, sin embargo, siempre quiso ser tan importante como Brün para él o él para Brün, algo que no fue capaz de conseguir nunca. La mayor de las hermanas no sabía lo que decía, para ella era conveniente juzgar a Chantry, verla como la hipócrita, la desinteresada cuando eso y más, resultaba ser ella misma.
Cada una de las palabras que Brünhilde le dirigió estuvo cargada con veneno. El reencuentro de las hermanas se volvía entonces más una lucha que nada. Brün escupía todo su dolor a la única persona que nunca le deseo el mal, que se preocupo por su situación pero ya no más. Si su hermana estaba dispuesta a herirla, a juzgarla, a luchar por sus oscuros ideales y escudarse tras la muerte de su padre; Chantry no le permitiría herirla, respondería de la misma manera porque aunque la mayor de las Vilhjalmsdottir no lo creyera, de la niña soñadora que veía el mundo color de rosa solo quedaba el amor que sentía por Vladmiri y nada más.
– No te equivoques. Mi padre me importo tanto como a ti pero lo deje ir porque acepte la clase de hombre que era, con sus defectos y virtudes, con lo que me amaba y lo que no; tanto lo acepte que no me encontraba dispuesta a mancillar su recuerdo dándole responsabilidades por decisiones que no le correspondían. Yo no voy a ser como tu, que te excusas en su muerte para sacar a la mujer despreciable que seguramente siempre llevaste dentro y que ocultaste muy bien de nosotros – cruzo los brazos a la altura del pecho – Ya he madurado lo suficiente, créeme… de hecho he madurado tanto como para notar cosas que antes no – hizo una pausa – Dime Brünhilde, ¿Qué es lo que más te duele? – y al decir eso sonrió intuyendo que lo que estaba por decir dañaría a su hermana más de lo que un ataque físico podría hacer – ¿Qué papá murió? ¿O qué no le importaste ni siquiera un poco como para tratar de sobrevivir? Porque ese es el problema ¿no? Que amo más a Agartha de lo que alguna vez te amo a ti, a mi o a mamá, y no… no vayas a tratar de negarlo porque sabes que es cierto.
Chantry Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Re: Presagio [Privado]
Muy dentro de sí se alegraba por el bienestar de su hermana, porque, al fin y al cabo, compartian la misma sangre. Pero por otro lado, no podía simplemente aceptar reconciliarse con la familia, y menos cuando todos la consideraban una traidora. ¿Y ellos qué sabían por las vejaciones por las cuales tuvo que pasar? ¡No tenían ni idea! Y aquello era suficiente motivo para que Brünhilde los detestara. El único que le tendió la mano, en todo ese caos, fue Cagnazzo. ¡Sí! Justamente ese demonio, de quien desconfiaba, a pesar de sentir que había algo más que los unía; algo más que simple trabajo. Sin embargo, eso era una cuestión que trataría para otro momento, porque ese no pretendía ser el indicado.
Chantry tampoco tenía que enterarse de lo mal que le fue a su hermana mayor antes de considerarse una traidora. Ella no pretendía contarle nada de eso, ¿para qué? Si ya la menor había demostrado, con creces, que le importaba más Agartha que su propia sangre. ¿Decepcionante? Sí, un poco. No pudo siquiera apartar ese sentimiento, pero, ¿qué más daba? Así habían resultado las cosas, y no era quien para detener el curso del destino, uno que sabía que cambiaría aún más, porque algo muy en su interior así se lo quería hacer saber.
También, toda esa verborrea que había dejado salir, tenía una razón de peso. Brünhilde siempre había considerado a su hermana demasiado ingenua, y sabía que debía madurar, de algún modo debería hacerlo. Lo mejor que podía hacer por ella, como último recurso, era destruirle las ilusiones, demostrarle que podría fortalecerse, por muy doloroso que fuera el proceso. Quizá lo había conseguido...
—Somos diferentes, Chantry, ¿qué no lo ves? No puedes ser como yo, porque no hay malicia en ti, ¿ahora lo entiendes? No se trata de demostrar quién es mejor. Mi osadía me ha llevado a estar en esta posición, a cambio de muchas cosas, que jamás comprenderías —explicó, tosca, como solía serlo con todos, sin excepción—. ¿Morir y dejar todo a medias te hará sentir bien? Mira, te hace falta crecer, me parece... Sólo la experiencia y las caídas te ayudan a hacerlo. Y no te has caído lo suficiente, ¿verdad?
Y hablaba su experiencia, porque ella, a diferencia de todos ellos, sí que había llevado una vida complicada luego de haberse largado. Pero, ¿a quién le importaba la traidora? ¡A quién!
—¿Quieres saber lo que me duele? Nada, ya lo que supuse debió molestarme, se esfumó hace un tiempo. Y no, nena, no eres diferente a la de antes, sólo finges ser más, ¿qué? Sigues encerrada en tu burbuja, Chantry —soltó, sin ningún atisbo de empatía. Había algo diferente esta vez—. ¿Qué quieres que negue? Uh, resultaste ser tan egoísta como yo, me parece. Pero sabes... no eres un demonio como tu hermana. Esa es la abismal diferencia entre ambas. Sigues siendo una mortal demasiado ingenua, con deseos de una utopía que jamás va a existir.
Y hubo algo más... algo indescriptible en aquellas palabras. Brünhilde no pudo simplemente evitarlo, porque una parte de ella parecía tener voluntad propia, y empezaba a acabar con lo poco que quedaba de su supuesta existencia; de su supuesto pasado ficticio.
Chantry tampoco tenía que enterarse de lo mal que le fue a su hermana mayor antes de considerarse una traidora. Ella no pretendía contarle nada de eso, ¿para qué? Si ya la menor había demostrado, con creces, que le importaba más Agartha que su propia sangre. ¿Decepcionante? Sí, un poco. No pudo siquiera apartar ese sentimiento, pero, ¿qué más daba? Así habían resultado las cosas, y no era quien para detener el curso del destino, uno que sabía que cambiaría aún más, porque algo muy en su interior así se lo quería hacer saber.
También, toda esa verborrea que había dejado salir, tenía una razón de peso. Brünhilde siempre había considerado a su hermana demasiado ingenua, y sabía que debía madurar, de algún modo debería hacerlo. Lo mejor que podía hacer por ella, como último recurso, era destruirle las ilusiones, demostrarle que podría fortalecerse, por muy doloroso que fuera el proceso. Quizá lo había conseguido...
—Somos diferentes, Chantry, ¿qué no lo ves? No puedes ser como yo, porque no hay malicia en ti, ¿ahora lo entiendes? No se trata de demostrar quién es mejor. Mi osadía me ha llevado a estar en esta posición, a cambio de muchas cosas, que jamás comprenderías —explicó, tosca, como solía serlo con todos, sin excepción—. ¿Morir y dejar todo a medias te hará sentir bien? Mira, te hace falta crecer, me parece... Sólo la experiencia y las caídas te ayudan a hacerlo. Y no te has caído lo suficiente, ¿verdad?
Y hablaba su experiencia, porque ella, a diferencia de todos ellos, sí que había llevado una vida complicada luego de haberse largado. Pero, ¿a quién le importaba la traidora? ¡A quién!
—¿Quieres saber lo que me duele? Nada, ya lo que supuse debió molestarme, se esfumó hace un tiempo. Y no, nena, no eres diferente a la de antes, sólo finges ser más, ¿qué? Sigues encerrada en tu burbuja, Chantry —soltó, sin ningún atisbo de empatía. Había algo diferente esta vez—. ¿Qué quieres que negue? Uh, resultaste ser tan egoísta como yo, me parece. Pero sabes... no eres un demonio como tu hermana. Esa es la abismal diferencia entre ambas. Sigues siendo una mortal demasiado ingenua, con deseos de una utopía que jamás va a existir.
Y hubo algo más... algo indescriptible en aquellas palabras. Brünhilde no pudo simplemente evitarlo, porque una parte de ella parecía tener voluntad propia, y empezaba a acabar con lo poco que quedaba de su supuesta existencia; de su supuesto pasado ficticio.
Brünhilde Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Re: Presagio [Privado]
Todo había cambiado. Desde el instante en que rechazo la propuesta de Brünhilde de irse con ella, Chantry supo que nada sería igual, aun así, se aferró a la ingenua idea de que su hermana solo estaba atravesando una fase, que el dolor por la perdida de su padre era lo que la llevara a maldecir Agartha y todo lo que simbolizaba. ¡QUE INGENUA QUE FUE!. La mayor de las hermanas no estaba para nada interesada en volver al lado de los suyos y todo lo que tenía para decir era veneno puro, mismo que era inyectado en Chantry y que corría por su cuerpo, gritándole que aquella que estaba frente a si no era más que una vasija con apariencia de Brünhilde.
Las palabras continuaban fluyendo de labios de ambas, abriendo más la grieta que las dividía y dejando en su lugar un abismo que ya nunca serían capaces de atravesar. Si Brün estaba decepcionada de ella, que lo estuviera pues el sentimiento era mutuo. Nada tenían en común más que la sangre que corría por sus venas, sin embargo, a partir de ese momento, la mayor de las Vilhjalmsdottir estaría muerta para Chantry, al igual que lo estaba su padre.
– De verdad que me crees muy buena, aún quieres verme como la chiquilla que se negó a seguirte pero no es así – los ojos de ambas se encontraron – Ya no conoces nada de mi, no sabes de lo que soy capaz aunque tienes razón en algo, ya no se trata de demostrar quien es mejor, ese fue un sueño ridículo que tuve hace años, cuando mi hermana aún vivía y no era solamente un ser llenó de oscuridad – se encogió de hombros – No comprendería lo que has vivido pero tampoco podrías comprender lo que yo he vivido – sonrió entonces – pero que no seamos capaces de comprendernos no importa, lo que realmente se vuelve preponderante es que no nos interesa llegar a eso – sonrió – Si me he caído o no, es cosa que poco te incumbe, o no comprendiste lo que dije, no me interesas y yo tampoco te intereso así que deja de tratarme como si alguna vez hubieras sido hermanas porque no somos más que desconocidas.
Palabras iban a venían y no parecía haber oportunidad próxima de una tregua. Ambas trataban de herirse con lo que sabían alguna vez fue la debilidad de la otra pero ¿Estaría realmente funcionando? ¿No sería todo aquello simplemente una forma de sacar la frustración y la ira?.
– Que creas que sigo en mi burbuja me demuestra que tus supuestas caídas no te han enseñado nada, eres engreída, crees saberlo todo pero eso no es así. ¿Qué nada te duele? – soltó una carcajada – Que gran mentira Brünhilde, tan grande que es imposible comprarla, sabes el por qué… – hizo una pausa y puso cara de pena por la mayor – Porque si nada te doliera no estarías testa de veneno y maldad, todo te hiere y tratas de hacerte la fuerte, escudarte en la oscuridad para no destrozarte a ti misma.
Asentía con desinterés a las palabras de Brünhilde, casi pareciendo que realmente no le importaba aunque quizás fuera así, porque algo en ese encuentro fracturaba a Chantry.
– Cierto, tú eres un demonio y yo no – egoísta eso si lo era, lo demostraba hasta cuando estaba al lado de Vladmiri y lo quería solo para ella, por siempre, pero en aquellos momentos, el felino pasaba a un segundo termino – No tengo problema alguno en creer en lo que llamas utopía, la prefiero y la preferiría mil veces a estar tan carente de motivación como tú, que solo tiene la venganza como motor, siendo que ese es un motivo bastante insignificante, pero allá tú y tus insignificantes creencias y acciones – era mejor que la que alguna vez fue su hermana, o al menos eso deseaba creer.
Las palabras continuaban fluyendo de labios de ambas, abriendo más la grieta que las dividía y dejando en su lugar un abismo que ya nunca serían capaces de atravesar. Si Brün estaba decepcionada de ella, que lo estuviera pues el sentimiento era mutuo. Nada tenían en común más que la sangre que corría por sus venas, sin embargo, a partir de ese momento, la mayor de las Vilhjalmsdottir estaría muerta para Chantry, al igual que lo estaba su padre.
– De verdad que me crees muy buena, aún quieres verme como la chiquilla que se negó a seguirte pero no es así – los ojos de ambas se encontraron – Ya no conoces nada de mi, no sabes de lo que soy capaz aunque tienes razón en algo, ya no se trata de demostrar quien es mejor, ese fue un sueño ridículo que tuve hace años, cuando mi hermana aún vivía y no era solamente un ser llenó de oscuridad – se encogió de hombros – No comprendería lo que has vivido pero tampoco podrías comprender lo que yo he vivido – sonrió entonces – pero que no seamos capaces de comprendernos no importa, lo que realmente se vuelve preponderante es que no nos interesa llegar a eso – sonrió – Si me he caído o no, es cosa que poco te incumbe, o no comprendiste lo que dije, no me interesas y yo tampoco te intereso así que deja de tratarme como si alguna vez hubieras sido hermanas porque no somos más que desconocidas.
Palabras iban a venían y no parecía haber oportunidad próxima de una tregua. Ambas trataban de herirse con lo que sabían alguna vez fue la debilidad de la otra pero ¿Estaría realmente funcionando? ¿No sería todo aquello simplemente una forma de sacar la frustración y la ira?.
– Que creas que sigo en mi burbuja me demuestra que tus supuestas caídas no te han enseñado nada, eres engreída, crees saberlo todo pero eso no es así. ¿Qué nada te duele? – soltó una carcajada – Que gran mentira Brünhilde, tan grande que es imposible comprarla, sabes el por qué… – hizo una pausa y puso cara de pena por la mayor – Porque si nada te doliera no estarías testa de veneno y maldad, todo te hiere y tratas de hacerte la fuerte, escudarte en la oscuridad para no destrozarte a ti misma.
Asentía con desinterés a las palabras de Brünhilde, casi pareciendo que realmente no le importaba aunque quizás fuera así, porque algo en ese encuentro fracturaba a Chantry.
– Cierto, tú eres un demonio y yo no – egoísta eso si lo era, lo demostraba hasta cuando estaba al lado de Vladmiri y lo quería solo para ella, por siempre, pero en aquellos momentos, el felino pasaba a un segundo termino – No tengo problema alguno en creer en lo que llamas utopía, la prefiero y la preferiría mil veces a estar tan carente de motivación como tú, que solo tiene la venganza como motor, siendo que ese es un motivo bastante insignificante, pero allá tú y tus insignificantes creencias y acciones – era mejor que la que alguna vez fue su hermana, o al menos eso deseaba creer.
Chantry Vilhjalmsdottir- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/10/2013
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