AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The quiet || Privado
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The quiet || Privado
“It's quiet now. So quiet that can almost hear other people's dreams.”
― Gayle Forman, If I Stay
― Gayle Forman, If I Stay
El reencuentro con Zìu la había dejado mas desencajada que tranquila, ¡claro! se alegraba de verlo, aunque no era la definición de amor, era su prometido, su amigo, alguien que había estad allí para ella y se había interesado. Aunque no pudiera contestarle con la misma moneda.
Los pensamientos se enredaban en una cabeza que se encontraba mas caliente por las noticias que serena por el entrenamiento y años de autocontrol ¿cómo había sido posible? ella llegó a confiar en ellos, en él; si, Zíu no había tenido que ver con la muerte de su tía y estaba dispuesto a ayudarle, pero su familia, su propia sangre había sido juez y verdugo ¿cómo esperaba el cazador que reaccionara?
Se había quedado en casa por las últimas semanas, ni siquiera había salido en sus recorridos y cabalgatas diarias, no había tomado espada y cuchillos para practicar, no le había pedido a Geoffrey que entrenara con ella. Dejó de ser Rahel, aquella denodada y temeraria cazadora, para solo ser una mujer que era un manojo de nervios apenas capaz de controlarse a si misma.
Pero aquella marea de sentimientos debía ser apaciguada, Rahel no era capaz de permanecer inerte y temerosa, aquello iba en contra de su naturaleza. Tomó el breton gris con cintilla morada que era juego de aquel vestido del mismo tono del sombrero, y salió dispuesta a recobrar la cordura.
Sus pies la guiaron sin tener un rumbo fijo, no se había propuesto un destino hasta que este se irguió delante de sus ojos invitándola a disfrutar de su contenido. El invernadero, tan colorido, tan fresco, tan lleno de la vitalidad que en este momento necesitaba. Recorrió uno de los pasillos tomandose su tiempo, hasta quedarse recargada en la baranda de aquel pequeño puente que invitaba a asomarse, un pequeño lago sintético en el centro, rodeado de las mas majestuosas plantas con hojas anchas y de verde encendido, entre toda aquella monocromía, una sola flor colgante, del ancho de su mano y con un color naranja que invitaba a ser observada. La cazadora aceptó gustosa, pudiendo por primera vez en dos semanas, recuperar el control y la calma.
Los pensamientos se enredaban en una cabeza que se encontraba mas caliente por las noticias que serena por el entrenamiento y años de autocontrol ¿cómo había sido posible? ella llegó a confiar en ellos, en él; si, Zíu no había tenido que ver con la muerte de su tía y estaba dispuesto a ayudarle, pero su familia, su propia sangre había sido juez y verdugo ¿cómo esperaba el cazador que reaccionara?
Se había quedado en casa por las últimas semanas, ni siquiera había salido en sus recorridos y cabalgatas diarias, no había tomado espada y cuchillos para practicar, no le había pedido a Geoffrey que entrenara con ella. Dejó de ser Rahel, aquella denodada y temeraria cazadora, para solo ser una mujer que era un manojo de nervios apenas capaz de controlarse a si misma.
Pero aquella marea de sentimientos debía ser apaciguada, Rahel no era capaz de permanecer inerte y temerosa, aquello iba en contra de su naturaleza. Tomó el breton gris con cintilla morada que era juego de aquel vestido del mismo tono del sombrero, y salió dispuesta a recobrar la cordura.
Sus pies la guiaron sin tener un rumbo fijo, no se había propuesto un destino hasta que este se irguió delante de sus ojos invitándola a disfrutar de su contenido. El invernadero, tan colorido, tan fresco, tan lleno de la vitalidad que en este momento necesitaba. Recorrió uno de los pasillos tomandose su tiempo, hasta quedarse recargada en la baranda de aquel pequeño puente que invitaba a asomarse, un pequeño lago sintético en el centro, rodeado de las mas majestuosas plantas con hojas anchas y de verde encendido, entre toda aquella monocromía, una sola flor colgante, del ancho de su mano y con un color naranja que invitaba a ser observada. La cazadora aceptó gustosa, pudiendo por primera vez en dos semanas, recuperar el control y la calma.
Última edición por Rahel Marszalek el Dom Jul 17, 2016 10:53 pm, editado 2 veces
Rahel Marszalek- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/02/2016
Re: The quiet || Privado
El abismo visceral de las bestias del infierno que ascienden a la tierra, los demonios en sus formas buscan hacerse de las almas inocentes hasta llevarlas a la perdición eterna. Fuego eterno que se mece entre las garras de la bestia guardiana de la entrada al infierno que es el dulce paraíso para aquellos seres cuyas almas están más que marchitas por la corrupción y la maldición de la desesperación. El hijo de la bestia milenaria ha despertado en este momento devorando mundo tras mundo inundándolo desde el centro de la decadencia humana, arruinando los principios del mundo solo para su propio entretenimiento.
La mansión queda sumida en el completo silencio, uno placentero, y eso es lo más molesto el tener que esperar por alguien que sabe que no vendrá si no en los venideros meses, aun contra su propia voluntad acepta aquella unión con el favor que desempeña esa unión; la cabeza le carcome por su odio con las personas pero aun así decide mejor dar una vuelta por la ciudad, más nada le satisface y la parece igual de aburrido, incluso las pocas prostitutas que aun rondan por las calles. Sus pasos sin rumbo fijo lo llevan por callejones y caminos desconocidos llegando incluso a aquel lugar al que jamás había estado, uno lleno de flores y colores que le recuerdan a la única persona a la que no odió.
Con una sonrisa de adentra al lugar, metiéndose por los laberintos indescifrables de aquel rincón dejándose llevar por ojos cerrados confiando solo en sus sentidos al menos así puede dejarse seducir por la misma naturaleza que hace el eco de donde es oriundo, más el aroma ajeno llega tan cerca como fuerte, abre los ojos y encuentra a la dueña de aquel perfume que observa una flor, una que lleva la mirada del hombre sin encontrarle sentido quedándose observando a la mujer y la flor en silencio.
Su odio profundo por los demás se muestra con aquel silencio, con sus ojos que no dan crédito a lo que ve y lo que tenía de concepto.
La partida esta iniciada.
La mansión queda sumida en el completo silencio, uno placentero, y eso es lo más molesto el tener que esperar por alguien que sabe que no vendrá si no en los venideros meses, aun contra su propia voluntad acepta aquella unión con el favor que desempeña esa unión; la cabeza le carcome por su odio con las personas pero aun así decide mejor dar una vuelta por la ciudad, más nada le satisface y la parece igual de aburrido, incluso las pocas prostitutas que aun rondan por las calles. Sus pasos sin rumbo fijo lo llevan por callejones y caminos desconocidos llegando incluso a aquel lugar al que jamás había estado, uno lleno de flores y colores que le recuerdan a la única persona a la que no odió.
Con una sonrisa de adentra al lugar, metiéndose por los laberintos indescifrables de aquel rincón dejándose llevar por ojos cerrados confiando solo en sus sentidos al menos así puede dejarse seducir por la misma naturaleza que hace el eco de donde es oriundo, más el aroma ajeno llega tan cerca como fuerte, abre los ojos y encuentra a la dueña de aquel perfume que observa una flor, una que lleva la mirada del hombre sin encontrarle sentido quedándose observando a la mujer y la flor en silencio.
Su odio profundo por los demás se muestra con aquel silencio, con sus ojos que no dan crédito a lo que ve y lo que tenía de concepto.
Última edición por Lusian D'Aramitz el Dom Abr 02, 2017 10:39 pm, editado 1 vez
Lusian D'Aramitz- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/09/2015
Re: The quiet || Privado
“It's calm under the waves
in the blue of my oblivion.”
― Fiona Apple
in the blue of my oblivion.”
― Fiona Apple
Por un momento, no exitio nada mas, ni siquiera aquella flor que captó su mirada y atención en primer lugar, únicamente fue un medio de escape, la llave que necesitaba su mente para desconectarse y poder ponerse en blanco. Sus hombros se relajaron, su cuerpo dejó de estar a la defensiva, expectante, su respiración se calmó… se dejó llevar.
Pero la calma siempre es aparente, no existe nada que dure por siempre y el ejemplo era vívido ahora. Sintió una mirada pesada, un escalofrío la hizo regresar a la realidad, ella no solía ir por el mundo de una forma despreocupada, aunque pareciera distraída, en realidad estaba mas que consciente de lo que pasaba en su entorno. Aquel momento fue un lapso donde quedo descubierta, indefensa, y aquello solo la hizo sentirse nerviosa.
Se enderezó, irguió la espalda y sus ojos comenzaron a moverse por el lugar, no se movió bruscamente, ni siquiera se giró sobre sus talones para alejarse de allí. Su mirada recorrió el lugar, brincando con tranquilidad de las hojas al pequeño arroyo hasta legar a ¿la miraba a ella? Frunció ligeramente el ceño y ladeó la cabeza, su mirada ahora tenía un punto fijo.
Volvió a recargarse en la baranda, su espalda se tensó, entrecerró los ojos solo para verificar, si, la estaba viendo a ella. Torció ligeramente la boca y se mordió el labio inferior a la par que nuevamente se enderezaba, cual animal que sopesa la idea de huir o enfrentar a su depredador.
Respiró profundo, se llevó una mano a la altura de la boca de su estómago y caminó. Se dirigió al hombre en cuestión ¿qué le diría? Oh, aquello hubiera sido un buen punto a definir, pero el lado racional de Rahel se quedó de lado, salió el impulsivo, el atrevido, el temerario ―Bonsoir monsieur - una sonrisa cordial apareció en sus labios, aunque pronto fue consciente de la ímpetu de sus actos ―Perdone mi atrevimiento, es solo que no pude discernir el momento en el que su mirada se dirigía a la excentricidad de la planta, o a mi persona… - hizo una pausa llevándose la mano a la frente para después eliminar el pensamiento que al parecer brotaba como humo de su cabeza, ya que su mano se agitó en el aire levemente ―Aunque lo mas probable es que haya confundido la dirección, si, lo mas probable. Lamento la intromisión y la invasión a su privacidad - y sin mas que una ligera inclinación de cabeza, se dispuso a girar sobre sus talones y alejarse de allí.
Pero la calma siempre es aparente, no existe nada que dure por siempre y el ejemplo era vívido ahora. Sintió una mirada pesada, un escalofrío la hizo regresar a la realidad, ella no solía ir por el mundo de una forma despreocupada, aunque pareciera distraída, en realidad estaba mas que consciente de lo que pasaba en su entorno. Aquel momento fue un lapso donde quedo descubierta, indefensa, y aquello solo la hizo sentirse nerviosa.
Se enderezó, irguió la espalda y sus ojos comenzaron a moverse por el lugar, no se movió bruscamente, ni siquiera se giró sobre sus talones para alejarse de allí. Su mirada recorrió el lugar, brincando con tranquilidad de las hojas al pequeño arroyo hasta legar a ¿la miraba a ella? Frunció ligeramente el ceño y ladeó la cabeza, su mirada ahora tenía un punto fijo.
Volvió a recargarse en la baranda, su espalda se tensó, entrecerró los ojos solo para verificar, si, la estaba viendo a ella. Torció ligeramente la boca y se mordió el labio inferior a la par que nuevamente se enderezaba, cual animal que sopesa la idea de huir o enfrentar a su depredador.
Respiró profundo, se llevó una mano a la altura de la boca de su estómago y caminó. Se dirigió al hombre en cuestión ¿qué le diría? Oh, aquello hubiera sido un buen punto a definir, pero el lado racional de Rahel se quedó de lado, salió el impulsivo, el atrevido, el temerario ―Bonsoir monsieur - una sonrisa cordial apareció en sus labios, aunque pronto fue consciente de la ímpetu de sus actos ―Perdone mi atrevimiento, es solo que no pude discernir el momento en el que su mirada se dirigía a la excentricidad de la planta, o a mi persona… - hizo una pausa llevándose la mano a la frente para después eliminar el pensamiento que al parecer brotaba como humo de su cabeza, ya que su mano se agitó en el aire levemente ―Aunque lo mas probable es que haya confundido la dirección, si, lo mas probable. Lamento la intromisión y la invasión a su privacidad - y sin mas que una ligera inclinación de cabeza, se dispuso a girar sobre sus talones y alejarse de allí.
Rahel Marszalek- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/02/2016
Re: The quiet || Privado
Los enfrentamientos vienen como las grandes brisas de viento que azotan toda la ciudad encontrándose en cada esquina, en cada oportunidad que se les brinde creando con ello una batalla única cuyos afectados es todo lo que a su paso estén, así mismo son los seres humanos cuando se encuentran de manera arbitraria y sorpresa, son como vientos de huracanes que solo buscan una cosa, quitarse eso que los carcome por dentro ya sea en una fiera batalla o en una silencio y engañosa, al final el resultado es el mismo, pura mentira..
El viento soplaba lento subiendo a cada segundo que pasaba, se arremolinaba bruscamente y desaparecía como algo sin sentido, pero que más podía ser si no el juego macabro de la vida. El hombre observa el ambiente y a la otra persona que estaba en ese lugar el conjunto que hace en concreto con todo y lo repugnante que le parece al final. Sus recuerdos se van al lugar al que pertenecía, a ese lugar más allá de las colinas muy diferente a la apestada ciudad parisina. Observó con cuidado todo y por segundos se dejó la mirada clavada en la rosa y la mujer abstrayendo en sus recuerdos e ilusiones pensando que nadie le notaría, de por si odiaba tener contacto con alguien más que no fuera aceptable para él.
No recobró el conocimiento hasta que la interrupción fue completa con el aroma de aquella fragancia que para su sentido era tan vulgar o quizás era el hecho de que le recordaba a otra persona, a esa persona que lo destruyó. Soltó una sonrisa ante el comentario final de la dama —Miraba el ambiente en si y usted estaba en él lo que le hacia parte como un adorno nada más, no tiene usted nada de especial, por ahora, para mí, es como cualquier mujer que vea pasar en el calle o mejor dicho como cualquier persona de esas aburridas y sin sentido propio de vida— mira hacia otro lado, realmente él no era bueno con la sociabilización y terminaba soltando todo lo que pensaba sin reparo algo en sus palabras.
La cruda realidad es que el acercamiento de la joven dama lo ponía tenso y nervioso porque él realmente odia tener que sociabilizar con otras personas a menos que sea para algo que lo beneficie en cualquier ámbito, así que por ello sus mandíbula se tensó, sus puños se cerraron y temblaban lentamente, porque no soportaba la cercanía de otra persona en realidad. Por ello desvía la mirada completamente sin ver a la dama a quien le dirigió con antelación aquellas palabras duras, ni siquiera se presentó como lo haría cualquier caballero.
Es que su caballerosidad murió cuando era niño.
El viento soplaba lento subiendo a cada segundo que pasaba, se arremolinaba bruscamente y desaparecía como algo sin sentido, pero que más podía ser si no el juego macabro de la vida. El hombre observa el ambiente y a la otra persona que estaba en ese lugar el conjunto que hace en concreto con todo y lo repugnante que le parece al final. Sus recuerdos se van al lugar al que pertenecía, a ese lugar más allá de las colinas muy diferente a la apestada ciudad parisina. Observó con cuidado todo y por segundos se dejó la mirada clavada en la rosa y la mujer abstrayendo en sus recuerdos e ilusiones pensando que nadie le notaría, de por si odiaba tener contacto con alguien más que no fuera aceptable para él.
No recobró el conocimiento hasta que la interrupción fue completa con el aroma de aquella fragancia que para su sentido era tan vulgar o quizás era el hecho de que le recordaba a otra persona, a esa persona que lo destruyó. Soltó una sonrisa ante el comentario final de la dama —Miraba el ambiente en si y usted estaba en él lo que le hacia parte como un adorno nada más, no tiene usted nada de especial, por ahora, para mí, es como cualquier mujer que vea pasar en el calle o mejor dicho como cualquier persona de esas aburridas y sin sentido propio de vida— mira hacia otro lado, realmente él no era bueno con la sociabilización y terminaba soltando todo lo que pensaba sin reparo algo en sus palabras.
La cruda realidad es que el acercamiento de la joven dama lo ponía tenso y nervioso porque él realmente odia tener que sociabilizar con otras personas a menos que sea para algo que lo beneficie en cualquier ámbito, así que por ello sus mandíbula se tensó, sus puños se cerraron y temblaban lentamente, porque no soportaba la cercanía de otra persona en realidad. Por ello desvía la mirada completamente sin ver a la dama a quien le dirigió con antelación aquellas palabras duras, ni siquiera se presentó como lo haría cualquier caballero.
Es que su caballerosidad murió cuando era niño.
Lusian D'Aramitz- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/09/2015
Re: The quiet || Privado
“He that can have patience can have what he will.”
― Benjamin Franklin
― Benjamin Franklin
Estaba dispuesta a irse, a caminar de regreso al punto donde estaba originalmente, pero es que Rahel no puede contenerse, no cuando las palabras que obtiene son dichas con tal descuido ―¿Di-disculpe? - se detuvo en seco y lo miró confundida ¿ofendida? ¡claro! Rahel no se sentía superior, no buscaba reconocimiento ni miradas pero ¡vaya! es mujer, ¡claro que espera un poco de atención! a parte de eso ¿sin sentido propio de vida? ¿¡pues la vida de quien creía aquel sujeto que vivía Rowan?!
Se quedó de pie frente a él, con una clara muestra de confusión en el rostro, ladeó la cabeza mientras su mirada buscaba la ajena, aquella que se refugiaba fuera del contacto visual ―Creo, monsieur, que no debería hacer dichas afirmaciones sin conocimiento de causa - cruzó los brazos sobre el pecho, si, estaba ofendida.
Resopló por lo bajo y rodó los ojos en blanco, así no se comportaba ella, pero el hecho de que alguien llegara afirmando que básicamente era... bueno, que no era nada mas que un adorno aquello logró sacarla de quicio y puesto que no se encontraba en el mejor de los momentos, bueno, algo tendría que hacer.
Inhaló profundo y exhaló despacio, cerró los ojos y se tranquilizó ―Bueno, claramente empezamos con el pie izquierdo - soltó los hombros, sin darse cuenta se había tensado ―Rahel Marszalek - no ofreció su mano para que la estrechara, pudo leer que aquello no resultaría y que solo lo haría sentir incómodo y por ende, ella se sentiría de igual manera.
Se quedó de pie frente a él, con una clara muestra de confusión en el rostro, ladeó la cabeza mientras su mirada buscaba la ajena, aquella que se refugiaba fuera del contacto visual ―Creo, monsieur, que no debería hacer dichas afirmaciones sin conocimiento de causa - cruzó los brazos sobre el pecho, si, estaba ofendida.
Resopló por lo bajo y rodó los ojos en blanco, así no se comportaba ella, pero el hecho de que alguien llegara afirmando que básicamente era... bueno, que no era nada mas que un adorno aquello logró sacarla de quicio y puesto que no se encontraba en el mejor de los momentos, bueno, algo tendría que hacer.
Inhaló profundo y exhaló despacio, cerró los ojos y se tranquilizó ―Bueno, claramente empezamos con el pie izquierdo - soltó los hombros, sin darse cuenta se había tensado ―Rahel Marszalek - no ofreció su mano para que la estrechara, pudo leer que aquello no resultaría y que solo lo haría sentir incómodo y por ende, ella se sentiría de igual manera.
Rahel Marszalek- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/02/2016
Re: The quiet || Privado
La voz de la mujer volvía como el eco a golpearlo, su ceño se frunció al ver que sus palabras no la habían alejado al contrario solo la habían ¿molestado?, soltó una bufido por ello calmando el entrecejo hasta ponerse de pie con la mayor parsimonia que jamás en su vida había tenido, dio dos pasos, los suficientes para mantener su espacio alejado del de la mujer a la que inspeccionó de pies a cabeza tres veces seguidas para terminar con una sonrisa de autosatisfacción.
Una pequeña corriente helada golpeó los sentidos pero no se amínalo, su postura erguida cual presencia arrogante se tratase, pero era su forma habitual de andar o estar de pie frente a alguien. Desvió la mirada de la mujer al árbol, jamás hablaba con nadie que conoce a simple vista mirándole a los ojos porque no son importantes para él, a menos que le demuestren lo contrario —Si está esperando que me incline a usted, tome su mano y bese su dorso puede olvidarlo Rahel, y tampoco pienso darle el trato de señorita, como dije no es otra que como cualquier persona aburrida de esta sociedad— sonríe de lado cruzando junto a la mujer para queda a espalda de ella —Lusian D'Aramitz, no diré que es un gusto porque es claro que para ambos no lo es, así como tampoco estaremos disposición del otro y claro menos espero que me responda con los elaborados modales habituales que tienen las personas, es ahí donde caen en lo aburrido y sin vida—.
Alza aquel rostro hacia el cielo sintiendo el golpe frío de la temporada sonriendo por ello —Difiero de sus palabras, de todas ella, no es hablar sin conocimiento si no porque sé que no sé todo pero trato de saber, mientras que usted o la mayoría no sabe que no saben y hacen nada por saber; además, no empezamos con el pie izquierdo simplemente que ambos teníamos expectativas diferentes, altas o bajas de cada uno— sin el mayor remordimiento o modulación de sus palabras ha soltado aquello que más ha molestado a muchas de las personas con las que suele encontrarse.
Una pequeña corriente helada golpeó los sentidos pero no se amínalo, su postura erguida cual presencia arrogante se tratase, pero era su forma habitual de andar o estar de pie frente a alguien. Desvió la mirada de la mujer al árbol, jamás hablaba con nadie que conoce a simple vista mirándole a los ojos porque no son importantes para él, a menos que le demuestren lo contrario —Si está esperando que me incline a usted, tome su mano y bese su dorso puede olvidarlo Rahel, y tampoco pienso darle el trato de señorita, como dije no es otra que como cualquier persona aburrida de esta sociedad— sonríe de lado cruzando junto a la mujer para queda a espalda de ella —Lusian D'Aramitz, no diré que es un gusto porque es claro que para ambos no lo es, así como tampoco estaremos disposición del otro y claro menos espero que me responda con los elaborados modales habituales que tienen las personas, es ahí donde caen en lo aburrido y sin vida—.
Alza aquel rostro hacia el cielo sintiendo el golpe frío de la temporada sonriendo por ello —Difiero de sus palabras, de todas ella, no es hablar sin conocimiento si no porque sé que no sé todo pero trato de saber, mientras que usted o la mayoría no sabe que no saben y hacen nada por saber; además, no empezamos con el pie izquierdo simplemente que ambos teníamos expectativas diferentes, altas o bajas de cada uno— sin el mayor remordimiento o modulación de sus palabras ha soltado aquello que más ha molestado a muchas de las personas con las que suele encontrarse.
Lusian D'Aramitz- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/09/2015
Re: The quiet || Privado
“An eye for an eye will only make the whole world blind.”
― Mahatma Gandhi
― Mahatma Gandhi
Cruzó los brazos sobre su pecho, entrecerrando los ojos al darse cuenta de la mirada que la analizaba, no pedía modales, pero al menos, no tal descaro ―Claramente eso no estoy esperando desde el momento en que ni siquiera he intentado repetir esa sosa rutina de un pie adelante, otro atrás, puntilla e inclina ¿o si? - el tono sarcástico y poco amable ahora era notorio en su voz.
―Pft - rodó los ojos en blanco y resopló por entre los labios provocando que el delgado mechón de cabello que estaba sobre su rostro, se moviera, dando a aquella imagen un toque de acidez juvenil, como la escena de un adolescente cualquiera que retoba ante el mas sencillo de los castigos; y es que Rahel era madura, centrada, pero tenía un nervio que era demasiado fácil de testerear, era poco tolerante a personas tan arrogantes.
Descruzo los brazos manteniendo los codos flexionados a la altura de su pecho, las palmas abiertas y esa expresión corporal que denota desesperación y hastío ―¡Me acaba de dar la razón con sus palabras! juzga a todos creyendo conocerlos y eso solo lo pone en una posición de arrogancia ilimitada y estupidez sobrehumana - bajó los brazos de manera ruidosa, desvió la mirada y respiró profundo ―Afirma que soy como el resto, que creo saber cuando en realidad no tengo la menor idea ¿quien se cree usted como para describirme de esa manera? no sabe ni siquiera el principio de mi historia, y SE que no le interesa saberla ni a mi contársela; así como yo no conozco la suya y, sinceramente, me da pereza si quiera cuestionarme esa parte - volvió a fijar las azules orbes en su interlocutor respirando profundo e intentando calmarse, no que estuviera alterada, pero aquellos días no habías sido de los mejores y la mecha estaba corta, demasiado corta.
―Mire, claramente fue mi error al acercarme a usted sin invitación alguna, mas no ofreceré una disculpa puesto que los modales no son importantes para usted, y para mi... en este momento se me han olvidado - Rahel era una dama solo por obligación, distaba mucho de ser como aquellas mujeres de aristocracia que únicamente se abanican para ocultar su rubor ―Y ahora, el haber venido aca parece muy mala idea "el jardín calmara tus ideas" ¡claro! como si un vaso de cognac no tuviera el mismo efecto - y ahora hablaba sola, ya no iba dirigido a aquel hombre que solo llegó a turbar la poca paz que le quedaba con esa mirada penetrante, no, ahora solo se recriminaba y lo expresaba sin importarle realmente lo que pensara quien fuera.
―Pft - rodó los ojos en blanco y resopló por entre los labios provocando que el delgado mechón de cabello que estaba sobre su rostro, se moviera, dando a aquella imagen un toque de acidez juvenil, como la escena de un adolescente cualquiera que retoba ante el mas sencillo de los castigos; y es que Rahel era madura, centrada, pero tenía un nervio que era demasiado fácil de testerear, era poco tolerante a personas tan arrogantes.
Descruzo los brazos manteniendo los codos flexionados a la altura de su pecho, las palmas abiertas y esa expresión corporal que denota desesperación y hastío ―¡Me acaba de dar la razón con sus palabras! juzga a todos creyendo conocerlos y eso solo lo pone en una posición de arrogancia ilimitada y estupidez sobrehumana - bajó los brazos de manera ruidosa, desvió la mirada y respiró profundo ―Afirma que soy como el resto, que creo saber cuando en realidad no tengo la menor idea ¿quien se cree usted como para describirme de esa manera? no sabe ni siquiera el principio de mi historia, y SE que no le interesa saberla ni a mi contársela; así como yo no conozco la suya y, sinceramente, me da pereza si quiera cuestionarme esa parte - volvió a fijar las azules orbes en su interlocutor respirando profundo e intentando calmarse, no que estuviera alterada, pero aquellos días no habías sido de los mejores y la mecha estaba corta, demasiado corta.
―Mire, claramente fue mi error al acercarme a usted sin invitación alguna, mas no ofreceré una disculpa puesto que los modales no son importantes para usted, y para mi... en este momento se me han olvidado - Rahel era una dama solo por obligación, distaba mucho de ser como aquellas mujeres de aristocracia que únicamente se abanican para ocultar su rubor ―Y ahora, el haber venido aca parece muy mala idea "el jardín calmara tus ideas" ¡claro! como si un vaso de cognac no tuviera el mismo efecto - y ahora hablaba sola, ya no iba dirigido a aquel hombre que solo llegó a turbar la poca paz que le quedaba con esa mirada penetrante, no, ahora solo se recriminaba y lo expresaba sin importarle realmente lo que pensara quien fuera.
Rahel Marszalek- Cazador Clase Alta
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Re: The quiet || Privado
Sus ojos no se alejaron de los de la mujer, incluso siguiéndolos en cada uno de sus gestos o pequeños movimientos que realizaba, al menos en eso mantenía su educación; sus manos estaban a sus costados sin moverse ni un centímetro al igual que su cuerpo que mantenía la postura erguida. ¿Se puede culpar a su adiestramiento? Claro que si, pero no le quedaba más que aceptar en silencio las palabras de la mujer, aunque sea eso podía hacer para darle una razón a la mujer, aun cuando aquella había se equivocaba erróneamente en sus enunciados.
El silencio se instauró en el jardín, que ahora perdía su belleza invernal, la sonrisa en el rostro de él se mostró tan sincera pero de una manea burlona —Igual que usted— no se mueve ni un centímetro, ni siquiera con algún gesto o algo —Me ha juzgado y tachado de arrogante, cuando no lo soy. Siemplemente conozco más que usted por la edad, la experiencia, el trabajo ¿Tiene algún tipo de trabajo? Si es así, siempre nos enseña algo nuevo y nos ayuda a ampliar nuestra visión y conocimiento de las personas que llegamos a conocer. La arrogancia, que según usted me caracteriza solo es producto de lo que ve de mi y mis palabras, pero tampoco me conoce y ha sacado un juicio de valor, mientras que yo no lo he hecho, ¿ve a que me refiero cuando digo que no conoce nada?— suspiró pesadamente.
Camino de regreso a su asiento, con la fresca brisa podía sentir al fría calma que necesitaba su cabeza, había hecho un sobre esfuerzo por hablar con otro humano y consideraba que lo había hecho bien, mejor que nadie —Pérdida de tiempo es todo aquello que se nubla a la razón real de las cosas, incluso la calma se pierde cuando no se la sabe apreciar correctamente, que mundo más mediocre se vuelve al final, con excusas tan vacías y sin sentido que solo rayan en la estupidez, pero no es algo que se pueda corregir fácilmente ¡Ay ay! Cuanto mal se hacen los jóvenes mundanos— elevó la vista a los cielos hablando consigo mismo aunque su tono de voz era alto, normal para él.
A él no le importaba si se ganaba algún golpe o grito de las personas, estaba tan habituado, aunque no los comprendía porque en su habitualidad el había hecho el mayor de los esfuerzos en mostrar sociabilidad, aun cuando lo detesta.
El silencio se instauró en el jardín, que ahora perdía su belleza invernal, la sonrisa en el rostro de él se mostró tan sincera pero de una manea burlona —Igual que usted— no se mueve ni un centímetro, ni siquiera con algún gesto o algo —Me ha juzgado y tachado de arrogante, cuando no lo soy. Siemplemente conozco más que usted por la edad, la experiencia, el trabajo ¿Tiene algún tipo de trabajo? Si es así, siempre nos enseña algo nuevo y nos ayuda a ampliar nuestra visión y conocimiento de las personas que llegamos a conocer. La arrogancia, que según usted me caracteriza solo es producto de lo que ve de mi y mis palabras, pero tampoco me conoce y ha sacado un juicio de valor, mientras que yo no lo he hecho, ¿ve a que me refiero cuando digo que no conoce nada?— suspiró pesadamente.
Camino de regreso a su asiento, con la fresca brisa podía sentir al fría calma que necesitaba su cabeza, había hecho un sobre esfuerzo por hablar con otro humano y consideraba que lo había hecho bien, mejor que nadie —Pérdida de tiempo es todo aquello que se nubla a la razón real de las cosas, incluso la calma se pierde cuando no se la sabe apreciar correctamente, que mundo más mediocre se vuelve al final, con excusas tan vacías y sin sentido que solo rayan en la estupidez, pero no es algo que se pueda corregir fácilmente ¡Ay ay! Cuanto mal se hacen los jóvenes mundanos— elevó la vista a los cielos hablando consigo mismo aunque su tono de voz era alto, normal para él.
A él no le importaba si se ganaba algún golpe o grito de las personas, estaba tan habituado, aunque no los comprendía porque en su habitualidad el había hecho el mayor de los esfuerzos en mostrar sociabilidad, aun cuando lo detesta.
Lusian D'Aramitz- Condenado/Cambiante/Clase Alta
- Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 28/09/2015
Re: The quiet || Privado
“The worst bullies you will ever encounter in your life are your own thoughts.”
― Bryant McGill, Simple Reminders: Inspiration for Living Your Best Life
― Bryant McGill, Simple Reminders: Inspiration for Living Your Best Life
Abrió los ojos con sorpresa ¿era en serio que seguía con aquella necedad? ¡pero si acababa de demostrarle que no la conocía!. Aquel hombre terco comenzaba a exasperarla, cerró las manos en puño cuando le escuchó cuestionar si siquiera tenía trabajo ¿quien creía que era?. Resopló con molestia, estuvo a punto de girarse sobre sus talones y largarse de allí, pero ella también era demasiado obstinada como para dejarle ganar.
―Bueno, usted de verdad me sorprende, ¿que parte de no lo conozco ni usted a mi fue la que no le quedó clara? si yo lo tacho de arrogante y dice no serlo, eso es algo que no me consta puesto que lo único que demuestra es soberbia en sus palabras y en su trato - cruzó nuevamente los brazos sobre su pecho ―¡Ah! ¿no ha sacado juicio de valor dice? claro, en que parte, en donde me dijo que no tengo sentido propio de vida o fue acaso donde afirma que no se nada y no hago nada por remediarlo - le espetó con molestia ―¡Oh no! ya lo sé, fue en donde cuestiona el hecho de que tenga un trabajo, claro juicios de valor es todo lo que usted no da - dijo con sorna.
¿Por que camino hacia donde él iba? por la mera terquedad de no querer perder una discusión ―Me sorprende la facilidad con la que se antepone, ese sentimiento de grandeza y superioridad que, aunque lo niegue en palabras, lo afirma incluso con la manera en que camina - ladeó la cabeza un poco, lo miraba intentando descubrir a que iba todo esto ―Las malas experiencias nos marcan, y eso hace que la convivencia sea casi imposible, lo entiendo, pero no puede ir por la vida creyendo que sabe todo de los demás sin siquiera preguntárselos - de apoco se fue calmando, no servía de nada exasperarse con aquel desconocido.
―Bueno, usted de verdad me sorprende, ¿que parte de no lo conozco ni usted a mi fue la que no le quedó clara? si yo lo tacho de arrogante y dice no serlo, eso es algo que no me consta puesto que lo único que demuestra es soberbia en sus palabras y en su trato - cruzó nuevamente los brazos sobre su pecho ―¡Ah! ¿no ha sacado juicio de valor dice? claro, en que parte, en donde me dijo que no tengo sentido propio de vida o fue acaso donde afirma que no se nada y no hago nada por remediarlo - le espetó con molestia ―¡Oh no! ya lo sé, fue en donde cuestiona el hecho de que tenga un trabajo, claro juicios de valor es todo lo que usted no da - dijo con sorna.
¿Por que camino hacia donde él iba? por la mera terquedad de no querer perder una discusión ―Me sorprende la facilidad con la que se antepone, ese sentimiento de grandeza y superioridad que, aunque lo niegue en palabras, lo afirma incluso con la manera en que camina - ladeó la cabeza un poco, lo miraba intentando descubrir a que iba todo esto ―Las malas experiencias nos marcan, y eso hace que la convivencia sea casi imposible, lo entiendo, pero no puede ir por la vida creyendo que sabe todo de los demás sin siquiera preguntárselos - de apoco se fue calmando, no servía de nada exasperarse con aquel desconocido.
Rahel Marszalek- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 08/02/2016
Re: The quiet || Privado
Silencio, frío y eterno que termina con una mirada tan sería en el rostro de aquel hombre que se clava sobre los ojos de la muchacha, los minutos solo lograban que el ambiente entre ambos se tensara más, tanto que podía sentirse de manera cortante y peligrosa la reacción de cada uno. Soltó un sonoro y fuerte suspiro cual cansancio o derrota, masajeó el puente nasal presionando un poco para evitar algún tipo de malestar, pero solo las palabras eran las que se meditaban.
—Si hiciera un juicio de valor, sobre uste, crea o no, no saldría bien parada en mis palabras, como ha salido hasta ahora, ¿cree que sabe realmente lo que es un juicio de valor? ¿acaso sabe realmente lo que es dar un juicio de valor sobre alguien? Incluso llevándolos a la muerte o vida ¿sabe eso?— sentía aquella que suele en momentos cruciales saltar en su sien, inspiró profundo susurrando las palabras de calma, solo era su nombre seguido de un “cálmate” —Si quiere que lance un juicio de valor como usted lo ha hecho conmigo entonces permítame hacerlo— sonríe observando a la mujer acercándose a escasos centímetros de ella —Por como habla con esa prepotencia solo muestra lo consentida y mimada que ha estado, su seguridad no es más que el hastío propio que siente por verse imposibilitada de lograr aquello que no pudo, busca una calma de la manera más errónea y se sigue dando contra la misma pared una y otra vez pero jamás aceptará que es su error si no de los demás, su orgullo le puede más que el poder agachar la cabeza y ver sus errores, prefiere hacerlos pasar como un tenue y vil mentira, hipócrita consigo misma es lo que es; cree que con su ironía podrá sentirse mejor, pero no, ¿quiere saber cómo realmente es la ironía, chiquilla?— enarcó una ceja sin vacilar en sus palabras —¡Ay niños niños, con sus palabras y arranques creen que son los amos y dueños del mundo, cuando no son más que los esclavos de este!—
El tonó burlón que dejó escapar ante sus últimas palabras.
—Una cosa es “creer que se sabe todo” y otra es saberlo por lo mismo que has mencionado, por la experiencia, por los años, por lo que se ha vivido y se ha marcado, tu tampoco me cones, pero ves solo arrogancia, porque es tu arrogancia la que no te deja ver más allá de lo que en tus narices crees ver, abre los ojos niña, o de lo contrario estarás perdida siempre— suspira mirando a los ojos de la mujer con aquella seriedad y frialdad que caracterizan a todos los zorros endemoniados.
—Si hiciera un juicio de valor, sobre uste, crea o no, no saldría bien parada en mis palabras, como ha salido hasta ahora, ¿cree que sabe realmente lo que es un juicio de valor? ¿acaso sabe realmente lo que es dar un juicio de valor sobre alguien? Incluso llevándolos a la muerte o vida ¿sabe eso?— sentía aquella que suele en momentos cruciales saltar en su sien, inspiró profundo susurrando las palabras de calma, solo era su nombre seguido de un “cálmate” —Si quiere que lance un juicio de valor como usted lo ha hecho conmigo entonces permítame hacerlo— sonríe observando a la mujer acercándose a escasos centímetros de ella —Por como habla con esa prepotencia solo muestra lo consentida y mimada que ha estado, su seguridad no es más que el hastío propio que siente por verse imposibilitada de lograr aquello que no pudo, busca una calma de la manera más errónea y se sigue dando contra la misma pared una y otra vez pero jamás aceptará que es su error si no de los demás, su orgullo le puede más que el poder agachar la cabeza y ver sus errores, prefiere hacerlos pasar como un tenue y vil mentira, hipócrita consigo misma es lo que es; cree que con su ironía podrá sentirse mejor, pero no, ¿quiere saber cómo realmente es la ironía, chiquilla?— enarcó una ceja sin vacilar en sus palabras —¡Ay niños niños, con sus palabras y arranques creen que son los amos y dueños del mundo, cuando no son más que los esclavos de este!—
El tonó burlón que dejó escapar ante sus últimas palabras.
—Una cosa es “creer que se sabe todo” y otra es saberlo por lo mismo que has mencionado, por la experiencia, por los años, por lo que se ha vivido y se ha marcado, tu tampoco me cones, pero ves solo arrogancia, porque es tu arrogancia la que no te deja ver más allá de lo que en tus narices crees ver, abre los ojos niña, o de lo contrario estarás perdida siempre— suspira mirando a los ojos de la mujer con aquella seriedad y frialdad que caracterizan a todos los zorros endemoniados.
Lusian D'Aramitz- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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