AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Noches de Champagne y sorpresas [Joe Black +18]
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Noches de Champagne y sorpresas [Joe Black +18]
Recuerdo del primer mensaje :
Las noches de París nunca eran monótonas, normalmente estaban aderezadas de bailes, fastuosidad y desenfreno oculto en las alcobas recónditas de aquella mansión en la que se celebrara la fiesta. Todas estas emociones estaban reservada para la clase alta y la nobleza de la ciudad francesa... Aún recordaba los nervios y la inquietud de vivir mi primera fiesta en la sociedad parisina, la emoción de llevar vestidos nuevos dignos de las princesas de los cuentos infantiles, los nervios al entrar en aquel salón inmenso lleno de gente y la inquietud porque alguien, a poder ser de buen porte y apariencia, te sacara a bailar una de las numerosas piezas que se tocarían hasta rozar el alba.
Esos años de primeras emociones habían quedado ya atrás y ahora, los bailes de sociedad no eran sino rutina para mí; una rutina exquisitamente deliciosa en ocasiones, sobre todo en aquellas en las que mi padre no estaba presente. Pero también un baile de sociedad podía tornarse en odioso si mi padre decidía que sería la velada perfecta para exponerme como un trozo de carne en venta delante de cada uno de los jóvenes con una buena fortuna o posición nobiliaria... En estas noches, sólo podía esperar que algunos de los pretendientes fueran galantes y me alegraran la vista, para así enfundarme la máscara de atrevimiento y coquetear, flirtear, bailar o incluso insinuarme a todos ellos para sacar de quicio a mi padre y destrozar todos aquellos planes que él había confeccionado como la araña que teje su red para atrapar a su presa.
No sabía bien si esa noche sería un acierto o un fracaso pero, como de costumbre, me atavié con mis mejores galas. Un vestido color crema que realzara mi cuerpo pero que no fuera ni atrevido en exceso ni comedido para hacer pensar que era una beata parisina que se escandaliza con un tobillo descubierto. Y mi cabello, recogido en una trenza adornada con pequeñas flores frescas y algún que otro mechón suelto. Comprobé mi aspecto en el espejo del recibidor antes de salir hacia la fiesta y me di a mi misma el visto bueno. La suerte estaba echada y sólo el destino decidiría si sería una noche para el recuerdo o para el olvido.
Dicen que la suerte es caprichosa y nos dispone el porvenir, y que venga como venga lo tenemos que asumir... Y mi porvenir aquella noche estaba resultando de lo más odioso. Ni una cara conocida en aquel baile, nadie con quién reír o hablar sobre temas interesantes, sólo mujeres discutiendo sobre temas banales y compitiendo por ver quién resultaba tener menos cerebro de entre todas ellas. Resoplé bebiendo de mi tercera copa de champagne mientras deslizaba mis ojos por la compañía masculina de la sala. ¿Acaso era tanto pedir alguien interesante en aquella fiesta?
- Si me disculpan Mademoiselles me temo que saldré al balcón a tomar el aire y contemplar los jazmines de la Contesse de La Croix- me levanté olvidando mi abanico en la butaca y caminé lentamente hasta llegar al balcón. Arranqué con suavidad una de las flores de jazmín que colgaban de la fachada e inhalé su dulce aroma embriagador. - Mmm sin duda las flores son mejor compañía que cualquiera de ahí dentro
Las noches de París nunca eran monótonas, normalmente estaban aderezadas de bailes, fastuosidad y desenfreno oculto en las alcobas recónditas de aquella mansión en la que se celebrara la fiesta. Todas estas emociones estaban reservada para la clase alta y la nobleza de la ciudad francesa... Aún recordaba los nervios y la inquietud de vivir mi primera fiesta en la sociedad parisina, la emoción de llevar vestidos nuevos dignos de las princesas de los cuentos infantiles, los nervios al entrar en aquel salón inmenso lleno de gente y la inquietud porque alguien, a poder ser de buen porte y apariencia, te sacara a bailar una de las numerosas piezas que se tocarían hasta rozar el alba.
Esos años de primeras emociones habían quedado ya atrás y ahora, los bailes de sociedad no eran sino rutina para mí; una rutina exquisitamente deliciosa en ocasiones, sobre todo en aquellas en las que mi padre no estaba presente. Pero también un baile de sociedad podía tornarse en odioso si mi padre decidía que sería la velada perfecta para exponerme como un trozo de carne en venta delante de cada uno de los jóvenes con una buena fortuna o posición nobiliaria... En estas noches, sólo podía esperar que algunos de los pretendientes fueran galantes y me alegraran la vista, para así enfundarme la máscara de atrevimiento y coquetear, flirtear, bailar o incluso insinuarme a todos ellos para sacar de quicio a mi padre y destrozar todos aquellos planes que él había confeccionado como la araña que teje su red para atrapar a su presa.
No sabía bien si esa noche sería un acierto o un fracaso pero, como de costumbre, me atavié con mis mejores galas. Un vestido color crema que realzara mi cuerpo pero que no fuera ni atrevido en exceso ni comedido para hacer pensar que era una beata parisina que se escandaliza con un tobillo descubierto. Y mi cabello, recogido en una trenza adornada con pequeñas flores frescas y algún que otro mechón suelto. Comprobé mi aspecto en el espejo del recibidor antes de salir hacia la fiesta y me di a mi misma el visto bueno. La suerte estaba echada y sólo el destino decidiría si sería una noche para el recuerdo o para el olvido.
Dicen que la suerte es caprichosa y nos dispone el porvenir, y que venga como venga lo tenemos que asumir... Y mi porvenir aquella noche estaba resultando de lo más odioso. Ni una cara conocida en aquel baile, nadie con quién reír o hablar sobre temas interesantes, sólo mujeres discutiendo sobre temas banales y compitiendo por ver quién resultaba tener menos cerebro de entre todas ellas. Resoplé bebiendo de mi tercera copa de champagne mientras deslizaba mis ojos por la compañía masculina de la sala. ¿Acaso era tanto pedir alguien interesante en aquella fiesta?
- Si me disculpan Mademoiselles me temo que saldré al balcón a tomar el aire y contemplar los jazmines de la Contesse de La Croix- me levanté olvidando mi abanico en la butaca y caminé lentamente hasta llegar al balcón. Arranqué con suavidad una de las flores de jazmín que colgaban de la fachada e inhalé su dulce aroma embriagador. - Mmm sin duda las flores son mejor compañía que cualquiera de ahí dentro
Última edición por Cèline Dampierre el Vie Jun 24, 2016 8:53 am, editado 1 vez
Cèline Dampierre- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/06/2016
Re: Noches de Champagne y sorpresas [Joe Black +18]
Escuché sus palabras mientras mis manos seguían enredadas en su cuerpo, trazando formas imaginarias en su piel. ¿Habían entrados más hombres en mi jaula de cristal? Reí por el propio doble sentido de la pregunta. Claro que habían pasado más hombres, pero como le había dicho, ninguno me había hecho enloquecer de aquella manera, y ninguno había conseguido hacerme sentir ni la tercera parte de lo que Joe había conseguido hacerme sentir con un roce de sus labios sobre mi piel. Era cierto que quizá toda esa lujuria desmedida y esas sensaciones aumentadas se debieran a la pelea anterior, el haber excitado a nuestra rabia antes que a nuestra sexualidad y... como resultado, ambos habíamos explotado de manera salvaje.
¿Estaba dispuesta a tomar su mano y bajar al mismo infierno? ¿Acaso no lo había hecho al entregarle mi cuerpo esa noche?¿Acaso no bajaba al infierno cada vez que sus manos recorrían mi piel desnuda? Sí, aquello debía ser como bajar al infierno pues mi piel y mi imaginación ardían en su presencia y tanto placer entre sus brazos tenía que ser por fuerza el mayor pecado... aquel fruto prohibido que yo estaría dispuesta a tomar una y otra vez con tal de sentir aquella libertad que sentía con él.
-¿Acaso no me has llevado hace un rato al mismo infierno con tus caricias?-susurré mientras mis dedos recorrían su torso, descendiendo lentamente hacia su entrepierna. -¿Acaso no ardíamos cada vez que me embestías...?- dije en un lento susurro con mis labios sobre su cuello.
-La cuestión quizá es si tú estarías dispuesto a bajar a mi propio infierno Joe Black o si estarías dispuesto a enseñarme el tuyo... O, por el contrario, esto quedará en una mera anécdota que ambos recordaremos en un futuro, cuando a mi un desgraciado al que habrá elegido mi padre me abra de piernas cada noche y yo, añore a ese hombre que me hizo gemir. O la recordarás tú en un burdel riéndote de aquella joven tonta, desatada y luego avergonzada de haber extasiado en los brazos de un desconocido...- De nuevo, piel contra piel y mis labios rozando los suyos con cada palabra y con cada susurro -Perdóname, ha aflorado en mí la vena poética y melancólica...-
Me levanté de aquella húmeda hierba que momentos atrás había sido nuestro lecho y caminé hacia aquel tonto y artificial lago con mi melena despeinada por el viento. Adoraba sentir el agua fría sobre mi piel, aquella sensación refrescante y relajante a la vez. Tomé aire y giré mi rostro para contemplar el cuerpo desnudo de Joe, de nuevo aquel acto reflejo de morder mis labios al verle. -¿Os váis a quedar ahí parado toda la noche o vais a robar una botella de champagne a la contesse? Podemos beberla juntos en el lago... con el agua mojando nuestros cuerpos y el champagne nuestras gargantas... Quien sabe, quizá vos acabéis mojando otras cosas-
No esperé a su respuesta aunque esperé que accediera a mi proposición. Me zambullí en el agua y salí segundos después con la piel brillante por la humedad, los pezones de mis pechos endurecidos por la temperatura del agua y mis ojos buscando los de Joe, ansiando saber su respuesta-Si accedéis, no estaría mal que robaráis un vestido que me hiciera justicia ya que habéis hecho el mío trizas-
¿Estaba dispuesta a tomar su mano y bajar al mismo infierno? ¿Acaso no lo había hecho al entregarle mi cuerpo esa noche?¿Acaso no bajaba al infierno cada vez que sus manos recorrían mi piel desnuda? Sí, aquello debía ser como bajar al infierno pues mi piel y mi imaginación ardían en su presencia y tanto placer entre sus brazos tenía que ser por fuerza el mayor pecado... aquel fruto prohibido que yo estaría dispuesta a tomar una y otra vez con tal de sentir aquella libertad que sentía con él.
-¿Acaso no me has llevado hace un rato al mismo infierno con tus caricias?-susurré mientras mis dedos recorrían su torso, descendiendo lentamente hacia su entrepierna. -¿Acaso no ardíamos cada vez que me embestías...?- dije en un lento susurro con mis labios sobre su cuello.
-La cuestión quizá es si tú estarías dispuesto a bajar a mi propio infierno Joe Black o si estarías dispuesto a enseñarme el tuyo... O, por el contrario, esto quedará en una mera anécdota que ambos recordaremos en un futuro, cuando a mi un desgraciado al que habrá elegido mi padre me abra de piernas cada noche y yo, añore a ese hombre que me hizo gemir. O la recordarás tú en un burdel riéndote de aquella joven tonta, desatada y luego avergonzada de haber extasiado en los brazos de un desconocido...- De nuevo, piel contra piel y mis labios rozando los suyos con cada palabra y con cada susurro -Perdóname, ha aflorado en mí la vena poética y melancólica...-
Me levanté de aquella húmeda hierba que momentos atrás había sido nuestro lecho y caminé hacia aquel tonto y artificial lago con mi melena despeinada por el viento. Adoraba sentir el agua fría sobre mi piel, aquella sensación refrescante y relajante a la vez. Tomé aire y giré mi rostro para contemplar el cuerpo desnudo de Joe, de nuevo aquel acto reflejo de morder mis labios al verle. -¿Os váis a quedar ahí parado toda la noche o vais a robar una botella de champagne a la contesse? Podemos beberla juntos en el lago... con el agua mojando nuestros cuerpos y el champagne nuestras gargantas... Quien sabe, quizá vos acabéis mojando otras cosas-
No esperé a su respuesta aunque esperé que accediera a mi proposición. Me zambullí en el agua y salí segundos después con la piel brillante por la humedad, los pezones de mis pechos endurecidos por la temperatura del agua y mis ojos buscando los de Joe, ansiando saber su respuesta-Si accedéis, no estaría mal que robaráis un vestido que me hiciera justicia ya que habéis hecho el mío trizas-
Cèline Dampierre- Humano Clase Alta
- Mensajes : 119
Fecha de inscripción : 19/06/2016
Re: Noches de Champagne y sorpresas [Joe Black +18]
Sus manos seguían surcando mi cuerpo mientras nuestros labios aun parecian anhelarse una y otra vez, no negare que me gustaba aquel roce de su piel, cada una de sus bajadas de pestañas, cada provocación que salia por su boca.
-¿Acaso no me has llevado hace un rato al mismo infierno con tus caricias?-susurró descendiendo por mi entrepierna con suavidad -¿Acaso no ardíamos cada vez que me embestías...?
Entreabrí mis labios observando como sus dedos volvían a alzar mi virilidad frente a ella, y una lasciva mirada acompaño a su gesto.
-La cuestión quizá es si tú estarías dispuesto a bajar a mi propio infierno Joe Black o si estarías dispuesto a enseñarme el tuyo... O, por el contrario, esto quedará en una mera anécdota que ambos recordaremos en un futuro, cuando a mi un desgraciado al que habrá elegido mi padre me abra de piernas cada noche y yo, añore a ese hombre que me hizo gemir. O la recordarás tú en un burdel riéndote de aquella joven tonta, desatada y luego avergonzada de haber extasiado en los brazos de un desconocido...- De nuevo, su piel contra mi piel. Volvía ha hacerme enloquecer una y otra vez, mis labios acortaron las distancias deseando que aquel roce de labios se convirtiera en mucho mas -Perdóname, ha aflorado en mí la vena poética y melancólica
Negué con la cabeza rozando con cada movimiento sus labios húmedos y carnosos, delineados a fuego por los mismos dioses.
-Has despertado mucho mas -añadí contra su aliento.
-Mi señora no puedo bajar a ese infierno del que presume pues yo soy el demonio que habita en el, mas le aseguro que si me acompaña en mi cruzada no volverá a pasar frio ninguna noche, me gusta echar leños a la lumbre.
Mas si, le aseguro que me acostare con fulanas, ¿quizás deseéis acompañarme a hacerlo?
Mis palabras estaban cargadas de intención, quería ponerla a prueba, molestarla quizás, no se bien porque pero deseaba nuevamente hacerla mía bajo el manto de aquella noche estrellada.
Mas esta vez fue la dama la que tomo la iniciativa poniéndose en pie y dejándome allí sobre la húmeda hierba anhelando mas de si.
Acercose al ficticio lago para humedecer su cuerpo y como no, para mostrarme aquella tez de porcelana que se esmeraba en mover frente a mis ojos despertando en mi el deseo mas absoluto.
-¿Os vais a quedar ahí parado toda la noche o vais a robar una botella de champagne a la contesse? Podemos beberla juntos en el lago... con el agua mojando nuestros cuerpos y el champagne nuestras gargantas... Quien sabe, quizá vos acabéis mojando otras cosas
Sonreí con picarda frente a la implícita invitación de la dama, poniéndome en pie y acercándome a ella aun con mi arma dispuesta a entablar batalla.
Deslice mi dedo por su cuerpo mojado, siguiendo las gotas que resbalaban por su piel muriendo en su culo.
-¿Y porque no hacemos otra cosa? -murmuré contra su oído antes de morder su lóbulo respirando entrecortado sobre el.
-¿Vamos al burdel? -propuse -cojamos otra dama y bajemos juntos al infierno.
Mis palabras casi eran un jadeo -allí podemos beber algo mas que champagne.
Era mas que consciente de que mi petición era excesiva, al menos por ahora, pero quería ver hasta donde esa dama era capaz de llegar.
-¿Acaso no me has llevado hace un rato al mismo infierno con tus caricias?-susurró descendiendo por mi entrepierna con suavidad -¿Acaso no ardíamos cada vez que me embestías...?
Entreabrí mis labios observando como sus dedos volvían a alzar mi virilidad frente a ella, y una lasciva mirada acompaño a su gesto.
-La cuestión quizá es si tú estarías dispuesto a bajar a mi propio infierno Joe Black o si estarías dispuesto a enseñarme el tuyo... O, por el contrario, esto quedará en una mera anécdota que ambos recordaremos en un futuro, cuando a mi un desgraciado al que habrá elegido mi padre me abra de piernas cada noche y yo, añore a ese hombre que me hizo gemir. O la recordarás tú en un burdel riéndote de aquella joven tonta, desatada y luego avergonzada de haber extasiado en los brazos de un desconocido...- De nuevo, su piel contra mi piel. Volvía ha hacerme enloquecer una y otra vez, mis labios acortaron las distancias deseando que aquel roce de labios se convirtiera en mucho mas -Perdóname, ha aflorado en mí la vena poética y melancólica
Negué con la cabeza rozando con cada movimiento sus labios húmedos y carnosos, delineados a fuego por los mismos dioses.
-Has despertado mucho mas -añadí contra su aliento.
-Mi señora no puedo bajar a ese infierno del que presume pues yo soy el demonio que habita en el, mas le aseguro que si me acompaña en mi cruzada no volverá a pasar frio ninguna noche, me gusta echar leños a la lumbre.
Mas si, le aseguro que me acostare con fulanas, ¿quizás deseéis acompañarme a hacerlo?
Mis palabras estaban cargadas de intención, quería ponerla a prueba, molestarla quizás, no se bien porque pero deseaba nuevamente hacerla mía bajo el manto de aquella noche estrellada.
Mas esta vez fue la dama la que tomo la iniciativa poniéndose en pie y dejándome allí sobre la húmeda hierba anhelando mas de si.
Acercose al ficticio lago para humedecer su cuerpo y como no, para mostrarme aquella tez de porcelana que se esmeraba en mover frente a mis ojos despertando en mi el deseo mas absoluto.
-¿Os vais a quedar ahí parado toda la noche o vais a robar una botella de champagne a la contesse? Podemos beberla juntos en el lago... con el agua mojando nuestros cuerpos y el champagne nuestras gargantas... Quien sabe, quizá vos acabéis mojando otras cosas
Sonreí con picarda frente a la implícita invitación de la dama, poniéndome en pie y acercándome a ella aun con mi arma dispuesta a entablar batalla.
Deslice mi dedo por su cuerpo mojado, siguiendo las gotas que resbalaban por su piel muriendo en su culo.
-¿Y porque no hacemos otra cosa? -murmuré contra su oído antes de morder su lóbulo respirando entrecortado sobre el.
-¿Vamos al burdel? -propuse -cojamos otra dama y bajemos juntos al infierno.
Mis palabras casi eran un jadeo -allí podemos beber algo mas que champagne.
Era mas que consciente de que mi petición era excesiva, al menos por ahora, pero quería ver hasta donde esa dama era capaz de llegar.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Noches de Champagne y sorpresas [Joe Black +18]
En mi rostro apareció una chispa de enfado al escuchar sus palabras. Presumía ser el mismo demonio y calentar mi cama cuando deseara, pero quizá mi cama se hallaría caliente porque seríamos más de dos personas en ella y eso, no me gustaba.
No era como muchas chicas tontas de la alta sociedad que con ver a un hombre apuesto afirmaban estar ya perdidamente enamoradas de él. No, claro que yo esperaba enamorarme algún día y encontrar a la persona que completara mi vida y mis días, no obstante aquel no era el caso de Joe, o al menos, ahora era demasiado pronto como para afirmar aquellas cosas.
Joe y yo nos habíamos dejado llevar por la pasión del momento y de nuestras personas y, por lo que él afirmaba, deseaba seguir explorando mi cama y mi cuerpo. A cambio yo debía aceptar que él explorara el de otras y,no sólo eso, sino que observara como otras saboreaban lo que momentos atrás era solo mío, cómo gozaban de placeres que antes sólo me había brindado a mi. ¿Acaso esperaba en serio que accediera a aquello?
Quizás sí, quizá su perversión sexual llegara mucho más allá de lo que mi mente podía llegar a imaginar. O quizás, de nuevo había reanudado su juego del cazador y la presa, pues bien, comprobaríamos ahora si el cazador era cazado por mi.
Le dejé hacer, haciéndole creer que me tenía, que estaba rendida a sus pies. Traté de no gemir cuando sus labios rozaron mi piel, el lóbulo de mi oreja. Mas mi cuerpo rebelde no obedeció las órdenes de mi cerebro y mi piel se erizó sin remedio ante tal placentero contacto físico. Cuando terminó de hablar llevé mi mano derecha a su miembro, comenzando a acariciarlo mientras mis labios habían lo propio con los de Joe. Apenas un roce imperceptible, pero excitante.
-¿Sabes? Desde pequeña tengo un pequeño problema...-susurré frente a sus labios para, a continuación, mordérselos con suavidad. -Detesto compartir mis juguetes con otras personas y más si en el camino puedo contraer una enfermedad venérea- Mi mano que antes acariciaba lentamente su miembro lo tomó con más fuerza mientras en mis labios se dibujaba una sonrisa socarrona.
-No obstante... quizá podamos llegar a un acuerdo. Un burdel, tú, yo, champagne caro, una puta para ti y otro hombre que recorra mi cuerpo desnudo y me haga gemir y gritar de puro placer...- Me aparté de su cuerpo, recorriendo el mío lentamente con mis manos y cerrando los ojos. -Tengo entendido que hay hombres que con sólo caricias pueden provocar un orgasmo... o varios si son expertos...- Cerré mis ojos y llevé un dedo a mis labios,lo mordí con suavidad y solté un pequeño jadeo al imaginar la situación.-
-Así comprobaremos si realmente eres tan único como dices ser o, si en realidad, yo he tenido malos amantes hasta ahora y tú... - Le miré de arriba a abajo con ánimo de provocarle, encenderle y enfadarle -Bueno ya sabes, si tú solo eres un amante del montón, corriente y nada insuperable...-
¿Quería jugar? Jugaríamos pero si yo tenía que acceder a todos sus caprichos para bajar a su infierno, él tampoco lo tendría fácil. Podía ser dulce e inocente, pero no era tonta ni mucho menos.
No era como muchas chicas tontas de la alta sociedad que con ver a un hombre apuesto afirmaban estar ya perdidamente enamoradas de él. No, claro que yo esperaba enamorarme algún día y encontrar a la persona que completara mi vida y mis días, no obstante aquel no era el caso de Joe, o al menos, ahora era demasiado pronto como para afirmar aquellas cosas.
Joe y yo nos habíamos dejado llevar por la pasión del momento y de nuestras personas y, por lo que él afirmaba, deseaba seguir explorando mi cama y mi cuerpo. A cambio yo debía aceptar que él explorara el de otras y,no sólo eso, sino que observara como otras saboreaban lo que momentos atrás era solo mío, cómo gozaban de placeres que antes sólo me había brindado a mi. ¿Acaso esperaba en serio que accediera a aquello?
Quizás sí, quizá su perversión sexual llegara mucho más allá de lo que mi mente podía llegar a imaginar. O quizás, de nuevo había reanudado su juego del cazador y la presa, pues bien, comprobaríamos ahora si el cazador era cazado por mi.
Le dejé hacer, haciéndole creer que me tenía, que estaba rendida a sus pies. Traté de no gemir cuando sus labios rozaron mi piel, el lóbulo de mi oreja. Mas mi cuerpo rebelde no obedeció las órdenes de mi cerebro y mi piel se erizó sin remedio ante tal placentero contacto físico. Cuando terminó de hablar llevé mi mano derecha a su miembro, comenzando a acariciarlo mientras mis labios habían lo propio con los de Joe. Apenas un roce imperceptible, pero excitante.
-¿Sabes? Desde pequeña tengo un pequeño problema...-susurré frente a sus labios para, a continuación, mordérselos con suavidad. -Detesto compartir mis juguetes con otras personas y más si en el camino puedo contraer una enfermedad venérea- Mi mano que antes acariciaba lentamente su miembro lo tomó con más fuerza mientras en mis labios se dibujaba una sonrisa socarrona.
-No obstante... quizá podamos llegar a un acuerdo. Un burdel, tú, yo, champagne caro, una puta para ti y otro hombre que recorra mi cuerpo desnudo y me haga gemir y gritar de puro placer...- Me aparté de su cuerpo, recorriendo el mío lentamente con mis manos y cerrando los ojos. -Tengo entendido que hay hombres que con sólo caricias pueden provocar un orgasmo... o varios si son expertos...- Cerré mis ojos y llevé un dedo a mis labios,lo mordí con suavidad y solté un pequeño jadeo al imaginar la situación.-
-Así comprobaremos si realmente eres tan único como dices ser o, si en realidad, yo he tenido malos amantes hasta ahora y tú... - Le miré de arriba a abajo con ánimo de provocarle, encenderle y enfadarle -Bueno ya sabes, si tú solo eres un amante del montón, corriente y nada insuperable...-
¿Quería jugar? Jugaríamos pero si yo tenía que acceder a todos sus caprichos para bajar a su infierno, él tampoco lo tendría fácil. Podía ser dulce e inocente, pero no era tonta ni mucho menos.
Cèline Dampierre- Humano Clase Alta
- Mensajes : 119
Fecha de inscripción : 19/06/2016
Re: Noches de Champagne y sorpresas [Joe Black +18]
Su cuerpo reaccionaba frente al mio, cada roce de mis dedos erizaba su piel, estaba en mis manos, lo notaba, casi podía oler aun lo húmeda que nuevamente estaba poniéndose y no me equivoque cuando su mano tomo mi miembro para sacudirlo con suavidad.
Entreabrí mis labios expulsando el tórrido aire parecido a un jadeo sintiendo el placer de sus caricias moviendo mi piel.
-¿Sabes? Desde pequeña tengo un pequeño problema...-susurró antes de morder mis labios -Detesto compartir mis juguetes con otras personas y más si en el camino puedo contraer una enfermedad venérea
Ahora agarro mi falo con fuerza, aumentando el movimiento y haciéndome nuevamente enloquecer
-No obstante... quizá podamos llegar a un acuerdo. Un burdel, tú, yo, champagne caro, una puta para ti y otro hombre que recorra mi cuerpo desnudo y me haga gemir y gritar de puro placer...- soltó mi miembro para alejarse de mi, recorriendo su cuerpo lentamente con las manos y cerrando los ojos. -Tengo entendido que hay hombres que con sólo caricias pueden provocar un orgasmo... o varios si son expertos.-
Aquella mujer era puras llamas, claro que iba a arder en el infierno junto a mi, sus palabras me arrastraban a épocas ya vividas, a placeres ya probados y mis ojos adquirieron frente a su cuerpo desnudo aquella tonalidad roja de la que solo hacia gala cuando mi excitación era máxima.
Claro que iríamos al burdel, montaríamos esa orgía, pensaba enseñarle los placeres carnales mas extremos, era como un lienzo en blanco y pensaba rellenarlo en rojas tonalidades de sangre.
-Así comprobaremos si realmente eres tan único como dices ser o, si en realidad, yo he tenido malos amantes hasta ahora y tú... - Añadió mirándome de arriba a bajo -Bueno ya sabes, si tú solo eres un amante del montón, corriente y nada insuperable...-
Sonreí descarado frente a tan absurda idea y nuevamente acorte distancias acercándome a ella, pero esta vez tan solo abrace su cuerpo, se sentía cálido, aquello no me evoco a ningún recuerdo, ciertamente me tense, ni tan siquiera se que me llevo a abrazarla, así que la solté dubitativo, por primara vez perdiendo las formas y quedando desubicado por aquel acto mas humano que demoníaco.
Tarde una milésima de segundo en reaccionar y activar nuevamente todos mis muros deslizando mi dedo indice por su piel hasta llegar a su caliente entrepierna.
-No hay mejor amante que yo -musite adentrando mi dedo entre sus labios bajos sin dejar de mirarla.
-Divina tortura -susurré cuando el segundo siguió al primero para hundirse en ella muy despacio.
Jadeé contra su piel restregando contra ella mi endurecido sexo, acercándolo a su trasero, metiendolo entre sus piernas y humedeciendo mi punta con el movimiento de mis dedos sobre ella.
Entreabrí mis labios expulsando el tórrido aire parecido a un jadeo sintiendo el placer de sus caricias moviendo mi piel.
-¿Sabes? Desde pequeña tengo un pequeño problema...-susurró antes de morder mis labios -Detesto compartir mis juguetes con otras personas y más si en el camino puedo contraer una enfermedad venérea
Ahora agarro mi falo con fuerza, aumentando el movimiento y haciéndome nuevamente enloquecer
-No obstante... quizá podamos llegar a un acuerdo. Un burdel, tú, yo, champagne caro, una puta para ti y otro hombre que recorra mi cuerpo desnudo y me haga gemir y gritar de puro placer...- soltó mi miembro para alejarse de mi, recorriendo su cuerpo lentamente con las manos y cerrando los ojos. -Tengo entendido que hay hombres que con sólo caricias pueden provocar un orgasmo... o varios si son expertos.-
Aquella mujer era puras llamas, claro que iba a arder en el infierno junto a mi, sus palabras me arrastraban a épocas ya vividas, a placeres ya probados y mis ojos adquirieron frente a su cuerpo desnudo aquella tonalidad roja de la que solo hacia gala cuando mi excitación era máxima.
Claro que iríamos al burdel, montaríamos esa orgía, pensaba enseñarle los placeres carnales mas extremos, era como un lienzo en blanco y pensaba rellenarlo en rojas tonalidades de sangre.
-Así comprobaremos si realmente eres tan único como dices ser o, si en realidad, yo he tenido malos amantes hasta ahora y tú... - Añadió mirándome de arriba a bajo -Bueno ya sabes, si tú solo eres un amante del montón, corriente y nada insuperable...-
Sonreí descarado frente a tan absurda idea y nuevamente acorte distancias acercándome a ella, pero esta vez tan solo abrace su cuerpo, se sentía cálido, aquello no me evoco a ningún recuerdo, ciertamente me tense, ni tan siquiera se que me llevo a abrazarla, así que la solté dubitativo, por primara vez perdiendo las formas y quedando desubicado por aquel acto mas humano que demoníaco.
Tarde una milésima de segundo en reaccionar y activar nuevamente todos mis muros deslizando mi dedo indice por su piel hasta llegar a su caliente entrepierna.
-No hay mejor amante que yo -musite adentrando mi dedo entre sus labios bajos sin dejar de mirarla.
-Divina tortura -susurré cuando el segundo siguió al primero para hundirse en ella muy despacio.
Jadeé contra su piel restregando contra ella mi endurecido sexo, acercándolo a su trasero, metiendolo entre sus piernas y humedeciendo mi punta con el movimiento de mis dedos sobre ella.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Noches de Champagne y sorpresas [Joe Black +18]
Al parecer me había hecho una idea equivocada de Joe. Pensé que sería un hombre al que le gustaría compartir su cuerpo con dos mujeres pugnando por sus placeres pero que, jamás accedería a compartir un trofeo como yo con otro hombre. Pensé que como yo, sería celoso de sus juguetes y, no le gustaría ver como otro hombre tocaba y disfrutaba de mi cuerpo, como mis gemidos los provocaba otro que no fuera él.
Fruncí mi ceño,mas éste se relajó al sentir su cálida piel sobre la mía ¿acababa de abrazarme? Aquello no encajaba con su naturaleza, despreocupada y nada sentimental pero... Debía reconocer que había disfrutado con aquel breve contacto de su piel contra la mía sin otra intención más que la de estar piel con piel...
Pronto finalizó aquella agradable sensación para dejar paso de nuevo al torrente sexual que caracterizaba a aquel complejo y atractivo caballero. Tanto daba pues sus caricias me erizaban la piel tanto como lo hacía sus gestos de lujuria.
Quizá no había conseguido disuadirle de ir al burdel, pero lo que sí había conseguido era "herir" su altísimo ego. Allí estaba de nuevo, acercándose a mi hinchando el pecho como lo haría un gallo en un corral, dispuesto a demostrarme que mi piel y mi cuerpo no conocería jamás un amante como él.
De nuevo sus dedos dentro de mí, de nuevo mis piernas mojadas no solo por el agua, y de nuevo su miembro erecto, apuntándome, deseoso de hacerme suya una y otra vez hasta que me cuerpo muriera extasiado de placer. Mis uñas se clavaron en su espalda, sin contemplar si podía o no dejarle marcas pues, sólo me preocupaba que me hiciera suya, allí mismo, y profanar juntos cada rincón de aquella mansión.
-Joe...-dije entre gemidos - A riesgo de sonar vulgar, fóllate a quien quieras pero... si estás conmigo... me follarás sólo a mi y sólo yo gemiré en tu oído y clavaré mis uñas en tu espalda- Le miré unos instantes a los ojos antes de devorar sus labios con ansia, le deseaba y le deseaba ya. Aparté su mano de mi, cogí su miembro y me lo introduje sin contemplaciones...
-Fólladme ahora, y más tarde, y al alba... hacedlo cómo, cuándo y dónde queráis pero esta noche sois solo mío y no tengo intención de compartiros con nadie más, ni de compartir mi cuerpo con otro que no seais vos. Tomadlo, o dejadlo, queda en vuestra mano.
Fruncí mi ceño,mas éste se relajó al sentir su cálida piel sobre la mía ¿acababa de abrazarme? Aquello no encajaba con su naturaleza, despreocupada y nada sentimental pero... Debía reconocer que había disfrutado con aquel breve contacto de su piel contra la mía sin otra intención más que la de estar piel con piel...
Pronto finalizó aquella agradable sensación para dejar paso de nuevo al torrente sexual que caracterizaba a aquel complejo y atractivo caballero. Tanto daba pues sus caricias me erizaban la piel tanto como lo hacía sus gestos de lujuria.
Quizá no había conseguido disuadirle de ir al burdel, pero lo que sí había conseguido era "herir" su altísimo ego. Allí estaba de nuevo, acercándose a mi hinchando el pecho como lo haría un gallo en un corral, dispuesto a demostrarme que mi piel y mi cuerpo no conocería jamás un amante como él.
De nuevo sus dedos dentro de mí, de nuevo mis piernas mojadas no solo por el agua, y de nuevo su miembro erecto, apuntándome, deseoso de hacerme suya una y otra vez hasta que me cuerpo muriera extasiado de placer. Mis uñas se clavaron en su espalda, sin contemplar si podía o no dejarle marcas pues, sólo me preocupaba que me hiciera suya, allí mismo, y profanar juntos cada rincón de aquella mansión.
-Joe...-dije entre gemidos - A riesgo de sonar vulgar, fóllate a quien quieras pero... si estás conmigo... me follarás sólo a mi y sólo yo gemiré en tu oído y clavaré mis uñas en tu espalda- Le miré unos instantes a los ojos antes de devorar sus labios con ansia, le deseaba y le deseaba ya. Aparté su mano de mi, cogí su miembro y me lo introduje sin contemplaciones...
-Fólladme ahora, y más tarde, y al alba... hacedlo cómo, cuándo y dónde queráis pero esta noche sois solo mío y no tengo intención de compartiros con nadie más, ni de compartir mi cuerpo con otro que no seais vos. Tomadlo, o dejadlo, queda en vuestra mano.
Cèline Dampierre- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/06/2016
Re: Noches de Champagne y sorpresas [Joe Black +18]
Aquella mujer no parecía dispuesta a perder en aquel juego del cazador y la presa, lejos de ofenderse con mis palabras, de irse haciéndose la ofendida, siguió jugando conmigo, entre jadeos me hundió dentro de si, apartando mi mano de ella, esta vez parecía ser yo quien pactaba con el diablo, y para ser sincero me gustaba.
Sacudiendo sus caderas contra mi falo y envolviendolo de una calor y una humedad que me hacia gemir con cada movimiento me propuso que por aquella noche fuera suyo, solo suyo y nada mas que suyo.
Quizás mi espíritu libre se oponía a gritos a aquella oferta que escapaba entrecortada de sus labios, sumida en jadeos de pasión, mas mis deseos iban por libre y cuando mis manos aferraron sus cadera para embestirla sin control, entrando hasta lo mas hondo de su vagina y mi boca busco la suya para acallar nuestros jadeos con mordiscos, supe que estaba perdido. Hubiera aceptado hasta un paseo por el cielo si me lo hubiera pedido en ese preciso instante en que mi fiero falo pugnaba nuevamente por sacudirse en su interior con braveza.
Una de mis manos busco sus pechos, que roce con mis dedos tomando su duro pezón entre ellos para tirar de si.
Como se arqueaba pegada a mi cuerpo me indicaba que estaba casi apunto de rozar el cielo, nuestras respiraciones cada vez eran mas y mas roncas.
Gruñí contra sus labios consciente de que el final se me antojaba cercano.
-No puedo mas -rugí tirando de sus caderas contra las mías introduciéndome al completo en ella con brusquedad una y otra vez.
Tire su espalda hacia delante, esta vez quedando a cuatro patas y yo de rodillas hundiéndome en ella una y otra vez, sonreí de medio lado al sentir su disposición, mordí su espalda cuando alcance la cumbre nuevamente entre sus piernas y me deje caer con suavidad sobre ella entre jadeos haciéndome a un lado agotado mientras el agua mojaba mi descubierto cuerpo.
La deseaba, y aun no imaginaba cuanto.
Sacudiendo sus caderas contra mi falo y envolviendolo de una calor y una humedad que me hacia gemir con cada movimiento me propuso que por aquella noche fuera suyo, solo suyo y nada mas que suyo.
Quizás mi espíritu libre se oponía a gritos a aquella oferta que escapaba entrecortada de sus labios, sumida en jadeos de pasión, mas mis deseos iban por libre y cuando mis manos aferraron sus cadera para embestirla sin control, entrando hasta lo mas hondo de su vagina y mi boca busco la suya para acallar nuestros jadeos con mordiscos, supe que estaba perdido. Hubiera aceptado hasta un paseo por el cielo si me lo hubiera pedido en ese preciso instante en que mi fiero falo pugnaba nuevamente por sacudirse en su interior con braveza.
Una de mis manos busco sus pechos, que roce con mis dedos tomando su duro pezón entre ellos para tirar de si.
Como se arqueaba pegada a mi cuerpo me indicaba que estaba casi apunto de rozar el cielo, nuestras respiraciones cada vez eran mas y mas roncas.
Gruñí contra sus labios consciente de que el final se me antojaba cercano.
-No puedo mas -rugí tirando de sus caderas contra las mías introduciéndome al completo en ella con brusquedad una y otra vez.
Tire su espalda hacia delante, esta vez quedando a cuatro patas y yo de rodillas hundiéndome en ella una y otra vez, sonreí de medio lado al sentir su disposición, mordí su espalda cuando alcance la cumbre nuevamente entre sus piernas y me deje caer con suavidad sobre ella entre jadeos haciéndome a un lado agotado mientras el agua mojaba mi descubierto cuerpo.
La deseaba, y aun no imaginaba cuanto.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Noches de Champagne y sorpresas [Joe Black +18]
En todo juego había siempre un ganador y un perdedor y, normalmente adoraba esa sensación de saberme ganadora y mis nervios se crispaban cuando observaba que mi batalla estaba perdida. Con Joe parecía que ganar o perder quedaba en un segundo lugar, pues poco me importaba si yo caía ante sus provocaciones o él caía en las mías pues disfrutaba de igual manera cediendo o no a sus encantos.
Me estaba acostumbrando a nuestros juegos,nuestros tiras y afloja que no hacían sino divertirme y encenderme. Pero lo que no me esperaba era aquel arranque de... ¿cómo llamarlo? Sin venir a cuento, y como un gesto totalmente inesperado, sus brazos y todo su cuerpo,habían rodeado al mío sin más objeto que el de estar piel con piel.
Mis ojos se cerraron ante tal placentero contacto. Extraño sí, pero no podía negar que me gustaba descubrir otras cosas de él en pequeños gestos, retazos de su vida que podían pasar incluso desapercibidos. El contacto fue breve, pero suficiente para dibujar una sonrisa en mis rosados labios.
La ternura de momentos atrás fue sustituida de nuevo por aquella lujuria desmedida y, mi cuerpo, lejos de rechazarla la recibió con los brazos abiertos,gimiendo y estremeciéndome con el contacto de su piel. Breve pero intenso, así fue nuestra segunda acometida.
Parecía que el agotamiento por semejante intensidad de ejercicio comenzaba a hacer mella en nosotros. Él se sumergía en el agua y yo, yo jadeaba luchando por controlar mi respiración agitada. Le imité sumergiéndome en el agua y segundos después salí hacia la orilla, escurrí mis cabellos y cogí mi vestido.
Mi vestido, o lo que quedaba de él estaba rasgado de arriba a abajo y era imposible que pudiera volver a entrar en la mansión de la contesse de semejante guisa. Bastante atención iba a llamar mi ausencia como para encima presentarme de nuevo en la fiesta con un vestido rajado de arriba a abajo y el cabello alborotado.
Ya decidiría qué hacer más adelante. Me alejé de la orilla y me senté en la hierba para ponerme la ropa interior,las medias y los zapatos mientras mis ojos se deleitaban con la vista del agua. Sonreí y procedí a ponerme la prenda más tediosa de mi vestimenta: el corset.
Aquella prenda sí que era una tortura y no las de las mazmorras de las prisiones. Lo coloqué y até las primeras cintas de la espalda, mas las que estaba más abajo me era imposible hacerlo sola. Suspiré y caminé hacia la orilla.
-Monsieur Black...- Dije sin saber bien si tras tan tórrido encuentro querría o no que le tuteara. -Me temo que no puedo abrocharme sola el corset. ¿Os importaría ayudarme?- Giré mi cuerpo quedando de espaldas a él, sintiendo la brisa sobre mi espalda mojada. Me trencé el pelo mientras él salía del agua y me anudaba el corset, apretándolo bien para realzar mi anatomía.
Cuando acabó volví a girarme para quedar frente a él. Contemplé sus ojos ya sin aquel rastro rojo que creía haber visto momentos atrás y sonreí. -Me temo que mi ropa interior no es el único problema que tenemos... Adoro que no podáis resistir el verme vestida en vuestra presencia pero... El vestido ha quedado arruinado y no puedo volver así a la fiesta sin que vos y yo no aparezcamos mañana en todos los periódicos y seamos denunciados por escándalo público- reí ligeramente -¿Accederíais a prestarme vuestra camisa? Podemos caminar hasta mi casa y... una vez allí puedo cambiarme e ir a donde a vos os plazca... Y mientras podéis descubrirme los oscuros secretos que guarda este corazón endemoniado...-
Mi mano se posó sobre su pecho, y una sonrisa volvió a aparecer en mis labios. -Y bien? ¿Qué decís?-
Me estaba acostumbrando a nuestros juegos,nuestros tiras y afloja que no hacían sino divertirme y encenderme. Pero lo que no me esperaba era aquel arranque de... ¿cómo llamarlo? Sin venir a cuento, y como un gesto totalmente inesperado, sus brazos y todo su cuerpo,habían rodeado al mío sin más objeto que el de estar piel con piel.
Mis ojos se cerraron ante tal placentero contacto. Extraño sí, pero no podía negar que me gustaba descubrir otras cosas de él en pequeños gestos, retazos de su vida que podían pasar incluso desapercibidos. El contacto fue breve, pero suficiente para dibujar una sonrisa en mis rosados labios.
La ternura de momentos atrás fue sustituida de nuevo por aquella lujuria desmedida y, mi cuerpo, lejos de rechazarla la recibió con los brazos abiertos,gimiendo y estremeciéndome con el contacto de su piel. Breve pero intenso, así fue nuestra segunda acometida.
Parecía que el agotamiento por semejante intensidad de ejercicio comenzaba a hacer mella en nosotros. Él se sumergía en el agua y yo, yo jadeaba luchando por controlar mi respiración agitada. Le imité sumergiéndome en el agua y segundos después salí hacia la orilla, escurrí mis cabellos y cogí mi vestido.
Mi vestido, o lo que quedaba de él estaba rasgado de arriba a abajo y era imposible que pudiera volver a entrar en la mansión de la contesse de semejante guisa. Bastante atención iba a llamar mi ausencia como para encima presentarme de nuevo en la fiesta con un vestido rajado de arriba a abajo y el cabello alborotado.
Ya decidiría qué hacer más adelante. Me alejé de la orilla y me senté en la hierba para ponerme la ropa interior,las medias y los zapatos mientras mis ojos se deleitaban con la vista del agua. Sonreí y procedí a ponerme la prenda más tediosa de mi vestimenta: el corset.
Aquella prenda sí que era una tortura y no las de las mazmorras de las prisiones. Lo coloqué y até las primeras cintas de la espalda, mas las que estaba más abajo me era imposible hacerlo sola. Suspiré y caminé hacia la orilla.
-Monsieur Black...- Dije sin saber bien si tras tan tórrido encuentro querría o no que le tuteara. -Me temo que no puedo abrocharme sola el corset. ¿Os importaría ayudarme?- Giré mi cuerpo quedando de espaldas a él, sintiendo la brisa sobre mi espalda mojada. Me trencé el pelo mientras él salía del agua y me anudaba el corset, apretándolo bien para realzar mi anatomía.
Cuando acabó volví a girarme para quedar frente a él. Contemplé sus ojos ya sin aquel rastro rojo que creía haber visto momentos atrás y sonreí. -Me temo que mi ropa interior no es el único problema que tenemos... Adoro que no podáis resistir el verme vestida en vuestra presencia pero... El vestido ha quedado arruinado y no puedo volver así a la fiesta sin que vos y yo no aparezcamos mañana en todos los periódicos y seamos denunciados por escándalo público- reí ligeramente -¿Accederíais a prestarme vuestra camisa? Podemos caminar hasta mi casa y... una vez allí puedo cambiarme e ir a donde a vos os plazca... Y mientras podéis descubrirme los oscuros secretos que guarda este corazón endemoniado...-
Mi mano se posó sobre su pecho, y una sonrisa volvió a aparecer en mis labios. -Y bien? ¿Qué decís?-
Cèline Dampierre- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/06/2016
Re: Noches de Champagne y sorpresas [Joe Black +18]
Deje escapar el aire extenuado por el éxtasis dos veces culminado mientras el agua de aquel artificial lago mojaba la mitad de mi cuerpo. Cerré por un momento los ojos, dejándome arrastrar a épocas pasadas, donde bajo la luz de la luna y sumergido en aguas bravas jugaba con mis hermanos bajo la atenta mirada de mi amada madre.
No puedo decir que esta fuera una persona de bien, mas bien era un demonio vestido de gala, atroz e insensible que nos enseño a los siete a sobrevivir y que con el tiempo nos trasformo uno a uno en los inmortales que ahora somos, nos condeno a una vida eterna de lujuria, miedo y desenfreno.
No le reprochaba nada, pues tras perder a su primogénito enfermo de peste y hambruna entre sus brazos, impotente y con lagrimas en sus ojos hizo cuanto pudo, maldiciendo a los cielos e infiernos por que aquello jamas le volviera a pasar.
Fue entonces cuando encontró a aquel inmortal maldito que admito fue como un padre para mi , hijo de Cain y Lilith, este la acogió en su seno trasformándola a una vida nueva, plena, llena de riquezas y de poder, donde su belleza jamas se marchitaría, donde el sufrimiento jamas la alcanzaría. Así crecimos nosotros, bajo su ala protectora, dispuestos a convertirnos en bestias sedientas de sangre algún día.
Fue entonces cuando las palabras de aquella mujer me sacaron de mi ensoñación y alzándome lentamente dejando el agua resbalar por mi cuerpo aun desnudo me acerque a ella.
Deslice mis dedos con suavidad entre las cintas de aquella prenda que como el resto de las cosas de su misera vida la hacían presa, prisionera de un vestido que la oprimía, de un padre que no había elegido, de un marido que no deseaba, mas de ella solo salían quejas. Tire de ellas casi dejándola sin aliento, mas mi cuerpo se pego al suyo cuando sus pecho se dibujaban por la parte superior del corsee.
-¿Como podéis respirar así mi señora? -mis palabras iban cargadas de intención. Se cubría volviendo a convertirse en la dama que era, enjaulada en aquella prisión. Por mas puerta que yo le abría, ella corría de nuevo hacia su interior asustada cual pájaro cantor.
Sonreí de medio lado anudando aquellas sogas, que se me antojaban mas cadenas que las que yo le hubiera puesto en mis mazmorras y negué con la cabeza incrédulo. Había pasado siglos de encierro, quizás la esclavitud durante ellos, ya había sido abolida, mas en esta época, algo permanecía inalterable, el papel de la mujer era exactamente el mismo, ninguno, condenadas a abrirse y cerrarse de piernas a voluntad y criar hijos, ese seria su papel, ese y sonreír cogida del brazo de un mujeriego que visitaría el burdel cada noche, mas que a diferencia de mi, no se lo diría al llegar al lecho.
-Me temo que mi ropa interior no es el único problema que tenemos... Adoro que no podáis resistir el verme vestida en vuestra presencia pero... El vestido ha quedado arruinado y no puedo volver así a la fiesta sin que vos y yo no aparezcamos mañana en todos los periódicos y seamos denunciados por escándalo público- rio ligeramente y su risa contagio a la mía.
Acaso pensaba por un momento que guardaba algún perjuicio a salir en ese tal periódico por escándalo publico.
Que me importaba a mi escandalizar a nadie, si eso era lo que mas adoraba de mi existencia, yo era libre, libre para matar, moralmente libre para torturar, follar..esclavizar.
-¿Accederíais a prestarme vuestra camisa? Podemos caminar hasta mi casa y... una vez allí puedo cambiarme e ir a donde a vos os plazca... Y mientras podéis descubrirme los oscuros secretos que guarda este corazón endemoniado...
Camina hasta la ropa que se encuentra seca sobre la hierba lanzandole con delicadeza su camisa, y la mira descaradamente de arriba a bajo
-¿queréis también mis pantalones? -apunta divertido- ¿quizás por esta noche podríais ser un hombre? Experimentar lo que uno de nosotros siente -bromea guiñándole un ojo mientras camina hacia ella depositando sobre su pelo el sombrero de copa con gracia y entregándole los pantalones mientras roza sus manos erizando nuevamente su piel.
-Vamos al burdel -propone con la voz ronca frente a ella -prometo que no subiremos a habitación alguna, solo seremos dos hombres dispuestos a beber hasta no tenernos en pie -bromea de nuevo tentando a la dama
No puedo decir que esta fuera una persona de bien, mas bien era un demonio vestido de gala, atroz e insensible que nos enseño a los siete a sobrevivir y que con el tiempo nos trasformo uno a uno en los inmortales que ahora somos, nos condeno a una vida eterna de lujuria, miedo y desenfreno.
No le reprochaba nada, pues tras perder a su primogénito enfermo de peste y hambruna entre sus brazos, impotente y con lagrimas en sus ojos hizo cuanto pudo, maldiciendo a los cielos e infiernos por que aquello jamas le volviera a pasar.
Fue entonces cuando encontró a aquel inmortal maldito que admito fue como un padre para mi , hijo de Cain y Lilith, este la acogió en su seno trasformándola a una vida nueva, plena, llena de riquezas y de poder, donde su belleza jamas se marchitaría, donde el sufrimiento jamas la alcanzaría. Así crecimos nosotros, bajo su ala protectora, dispuestos a convertirnos en bestias sedientas de sangre algún día.
Fue entonces cuando las palabras de aquella mujer me sacaron de mi ensoñación y alzándome lentamente dejando el agua resbalar por mi cuerpo aun desnudo me acerque a ella.
Deslice mis dedos con suavidad entre las cintas de aquella prenda que como el resto de las cosas de su misera vida la hacían presa, prisionera de un vestido que la oprimía, de un padre que no había elegido, de un marido que no deseaba, mas de ella solo salían quejas. Tire de ellas casi dejándola sin aliento, mas mi cuerpo se pego al suyo cuando sus pecho se dibujaban por la parte superior del corsee.
-¿Como podéis respirar así mi señora? -mis palabras iban cargadas de intención. Se cubría volviendo a convertirse en la dama que era, enjaulada en aquella prisión. Por mas puerta que yo le abría, ella corría de nuevo hacia su interior asustada cual pájaro cantor.
Sonreí de medio lado anudando aquellas sogas, que se me antojaban mas cadenas que las que yo le hubiera puesto en mis mazmorras y negué con la cabeza incrédulo. Había pasado siglos de encierro, quizás la esclavitud durante ellos, ya había sido abolida, mas en esta época, algo permanecía inalterable, el papel de la mujer era exactamente el mismo, ninguno, condenadas a abrirse y cerrarse de piernas a voluntad y criar hijos, ese seria su papel, ese y sonreír cogida del brazo de un mujeriego que visitaría el burdel cada noche, mas que a diferencia de mi, no se lo diría al llegar al lecho.
-Me temo que mi ropa interior no es el único problema que tenemos... Adoro que no podáis resistir el verme vestida en vuestra presencia pero... El vestido ha quedado arruinado y no puedo volver así a la fiesta sin que vos y yo no aparezcamos mañana en todos los periódicos y seamos denunciados por escándalo público- rio ligeramente y su risa contagio a la mía.
Acaso pensaba por un momento que guardaba algún perjuicio a salir en ese tal periódico por escándalo publico.
Que me importaba a mi escandalizar a nadie, si eso era lo que mas adoraba de mi existencia, yo era libre, libre para matar, moralmente libre para torturar, follar..esclavizar.
-¿Accederíais a prestarme vuestra camisa? Podemos caminar hasta mi casa y... una vez allí puedo cambiarme e ir a donde a vos os plazca... Y mientras podéis descubrirme los oscuros secretos que guarda este corazón endemoniado...
Camina hasta la ropa que se encuentra seca sobre la hierba lanzandole con delicadeza su camisa, y la mira descaradamente de arriba a bajo
-¿queréis también mis pantalones? -apunta divertido- ¿quizás por esta noche podríais ser un hombre? Experimentar lo que uno de nosotros siente -bromea guiñándole un ojo mientras camina hacia ella depositando sobre su pelo el sombrero de copa con gracia y entregándole los pantalones mientras roza sus manos erizando nuevamente su piel.
-Vamos al burdel -propone con la voz ronca frente a ella -prometo que no subiremos a habitación alguna, solo seremos dos hombres dispuestos a beber hasta no tenernos en pie -bromea de nuevo tentando a la dama
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Re: Noches de Champagne y sorpresas [Joe Black +18]
Era curioso observar como tras esa máscara de salvajismo, de lujuria y pasión, podía esconderse también un hombre de manos fuertes para abrochar las cintas de mi corset, manos fuertes pero delicadas en sus intenciones. Aunque claro, no sé de qué me extrañaba, durante años creí como una necia que mi padre adoraba a mi madre y que la trataba bien y al morir ella, descubría cuán engañada había estado...
Desde su muerte iban cobrando sentido muchos de los recuerdos vagos y difusos que en mi infancia había olvidado. Gritos por las noches en la habitación de mi madre, moratones en brazos que ella había tratado de esconder y que, si yo notaba justificaba con cualquier tonta excusa... Si un monstruo así podía haberse escondido durante tantos años tras la máscara de un caballero de brillante armadura ¿por qué no podría hacer Joe lo mismo?
Su personalidad y su pasado me inquietaban a partes iguales. Quería saber qué oscuros secretos guardaba tan celosamente su alma ennegrecida, hasta tal punto que él mismo afirmaba que era el propio diablo... Su mente me intrigaba y la mía se preguntaba si algún día aquel hombre de cuerpo cincelado por un auténtico artista, sería capaz de confesarme sus secretos y su pasado en alguna ocasión.
Mi mente salió de aquel debate interior cuando posó su sombrero de copa sobre mis cabellos. Con tal gracia y naturalidad que un saonrisa se escapó de mis labios para regalársela a él. Sin duda, Joe Black era toda una caja de sorpresas; tan pronto te devoraba con los ojos y otras partes de su anatomía como trataba de liberarme de aquella prisión en la que me hallaba prisionera...
Cogí al vuelo su camisa y sus pantalones. Lentamente deslicé su camisa sobre mi torso y sonreí al comprobar lo larga y ancha que me quedaba... Solté una pequeña risa y remangué las mangas para tener mejor aspecto -Seguro que acabo de perder todo mi encanto al ponerme vuestra ropa... Acepto vuestra petición, será gracioso ver como tratáis de apartaros a tantas mujeres como os acecharán mientras bebemos hasta perder el sentido...- Caminé a su alrededor mordiéndome los labios, contemplando aún su desnudez...
-No obstante, esperad aquí, no puedo apropiarme de toda vuestra ropa y dejaros asistir a un burdel casi desnudo, sería una proposición que ninguna prostituta y... Francamente, que ninguna mujer se atrevería a rechazar- deposité un rápido beso en sus labios y caminé bordeando el lago.
No era la primera vez que acudía a una fiesta en casa de la Contesse y tampoco era la primera vez que empleaba la suave y fresca hierba como lecho con algún hombre. Por este motivo, sabía que el rosal al otro lado del tonto lago artificial era el lugar escogido por cualquiera que quisiera un poco de diversión. Al acercarme a él confirmé mis sospechas, allí había una pareja probando los placeres prohibidos de la carne como momentos atrás habíamos hecho Joe y yo.
La única diferencia era que a aquella mujer no se la veía gozar ni una décima parte de lo que yo había gozado en brazos de Joe... Me acerqué con sigilo hasta donde estaban las ropas de los amantes y cogí el pantalón y la camisa del hombre.
Volví tras mis pasos hasta llegar a donde Joe me aguardaba sin saber bien a dónde había ido. -No falla, siempre hay alguien disfrutando de placeres prohibidos tras la rosaleda...- Le lancé la camisa y los pantalones -No puedo permitir que vayáis desnudo. Por la complexión del hombre que estaba fornicando, creo que os servirá la ropa, si no siempre podemos cambiarla de nuevo entre vos y yo-
Cogí mis medias con el liguero y acto seguido me puse los pantalones de Joe. Me quedaban algo anchos... Miré hacia el vestido destrozado y lo cogí entre mis manos. Rasgué un pedazo de tela de él, volví a tirarlo sobre la hierba y usé aquel pedazo de tela como cinturón. -¿Y bien? ¿Estáis listo ya? ¿O váis a ser un quejica y decirme que no os he dado suficiente tiempo para acicalaros?
Desde su muerte iban cobrando sentido muchos de los recuerdos vagos y difusos que en mi infancia había olvidado. Gritos por las noches en la habitación de mi madre, moratones en brazos que ella había tratado de esconder y que, si yo notaba justificaba con cualquier tonta excusa... Si un monstruo así podía haberse escondido durante tantos años tras la máscara de un caballero de brillante armadura ¿por qué no podría hacer Joe lo mismo?
Su personalidad y su pasado me inquietaban a partes iguales. Quería saber qué oscuros secretos guardaba tan celosamente su alma ennegrecida, hasta tal punto que él mismo afirmaba que era el propio diablo... Su mente me intrigaba y la mía se preguntaba si algún día aquel hombre de cuerpo cincelado por un auténtico artista, sería capaz de confesarme sus secretos y su pasado en alguna ocasión.
Mi mente salió de aquel debate interior cuando posó su sombrero de copa sobre mis cabellos. Con tal gracia y naturalidad que un saonrisa se escapó de mis labios para regalársela a él. Sin duda, Joe Black era toda una caja de sorpresas; tan pronto te devoraba con los ojos y otras partes de su anatomía como trataba de liberarme de aquella prisión en la que me hallaba prisionera...
Cogí al vuelo su camisa y sus pantalones. Lentamente deslicé su camisa sobre mi torso y sonreí al comprobar lo larga y ancha que me quedaba... Solté una pequeña risa y remangué las mangas para tener mejor aspecto -Seguro que acabo de perder todo mi encanto al ponerme vuestra ropa... Acepto vuestra petición, será gracioso ver como tratáis de apartaros a tantas mujeres como os acecharán mientras bebemos hasta perder el sentido...- Caminé a su alrededor mordiéndome los labios, contemplando aún su desnudez...
-No obstante, esperad aquí, no puedo apropiarme de toda vuestra ropa y dejaros asistir a un burdel casi desnudo, sería una proposición que ninguna prostituta y... Francamente, que ninguna mujer se atrevería a rechazar- deposité un rápido beso en sus labios y caminé bordeando el lago.
No era la primera vez que acudía a una fiesta en casa de la Contesse y tampoco era la primera vez que empleaba la suave y fresca hierba como lecho con algún hombre. Por este motivo, sabía que el rosal al otro lado del tonto lago artificial era el lugar escogido por cualquiera que quisiera un poco de diversión. Al acercarme a él confirmé mis sospechas, allí había una pareja probando los placeres prohibidos de la carne como momentos atrás habíamos hecho Joe y yo.
La única diferencia era que a aquella mujer no se la veía gozar ni una décima parte de lo que yo había gozado en brazos de Joe... Me acerqué con sigilo hasta donde estaban las ropas de los amantes y cogí el pantalón y la camisa del hombre.
Volví tras mis pasos hasta llegar a donde Joe me aguardaba sin saber bien a dónde había ido. -No falla, siempre hay alguien disfrutando de placeres prohibidos tras la rosaleda...- Le lancé la camisa y los pantalones -No puedo permitir que vayáis desnudo. Por la complexión del hombre que estaba fornicando, creo que os servirá la ropa, si no siempre podemos cambiarla de nuevo entre vos y yo-
Cogí mis medias con el liguero y acto seguido me puse los pantalones de Joe. Me quedaban algo anchos... Miré hacia el vestido destrozado y lo cogí entre mis manos. Rasgué un pedazo de tela de él, volví a tirarlo sobre la hierba y usé aquel pedazo de tela como cinturón. -¿Y bien? ¿Estáis listo ya? ¿O váis a ser un quejica y decirme que no os he dado suficiente tiempo para acicalaros?
Cèline Dampierre- Humano Clase Alta
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