AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Bebamos hasta no tenernos en pie y cacemos hasta que no quede en pie ninguno de ellos. [Nathan, Kaia, Ninue]
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Bebamos hasta no tenernos en pie y cacemos hasta que no quede en pie ninguno de ellos. [Nathan, Kaia, Ninue]
Recuerdo del primer mensaje :
Aquella noche la herida me estaba dando menos tregua que nunca, las visiones se solapaban una tras otra incapacitando mi sueño y aumentando la desesperación que las noches en vela provocaban en mi ser.
Hundí las manos en la sien incorporándome del lecho mientras un bufido de ira escapaba de mis labios.
Esa maldita mujer me torturaba día y noche, podía casi sentir su maldito y asqueroso aliento en mi nuca deseando alcanzarme, poseerme, mas podía estar segura de que no le pondría las cosas nada fáciles.
Me alcé colocándome los pantalones y la blanca camisola que sonae al parecer había lavado y dejado plegada en la silla de mi alcoba.
Sonreí mientras negaba consciente de que parecía mas mi madre que una amiga, algún día nuestros caminos se separarían y tendría que abandonar a su cachorro como ella en mas de una ocasión me llamaba.
Coloque los cuchillos entre mis ropas, y el ultimo en mi bota dejando las dos gemelas en la casa, a fin de cuentas, aquella noche solo pensaba ir a ala taberna a beber unas cuantas copas, a ver si el sopor del alcohol me ayudaba a conciliar el sueño aquella noche estrellada donde la luna menguante no presagiaba ataques de licántropos ni otro tipo de eventos inesperados.
No tarde en llegar frente a la concurrida taberna que frente al burdel daba cobijo a los hombres nocturnos que o bien solteros iban a disfrutar de las damas y del alcohol o bien casados hacían lo propio siendo infieles a las mujeres que en casa esperaban pacientes a sus maridos incapaces de ofrecerles los placeres que aquellas experimentadas damas podían darnos.
Mire la taberna encaminándome hacia ella, sin duda, con alcohol me bastaría, yo no era muy partidario de pagar para tener sexo y mucho menos tener que escuchar gemir de forma fingida a una mujer mientras me colaba entre sus piernas.
Eso por no contar que mi cuerpo todavía estaba lo suficientemente maltrecho como para que cualquier movimiento brusco acabara abriendo mi herida.
El interior estaba repleto de gente, hombres en su mayoría, el olor a alcohol, tabaco y otras sustancias se difuminaba por el aire, impregnado también de sudor.
Camine hacia la barra y me senté en uno de los taburetes esperando no ser molestado.
Pedí al mesonero un vaso de whisky irlandés que no tardo en servirme dejándome la botella al lado, creo que mi rostro y que sisee varias veces por el dolor de la herida indicaba que esa botella iría cediendo entre mis labios sin remedio.
Tome el primer vaso de golpe antes de servirme el segundo mientras hundía nuevamente mis labios en su vidriosos cristal para hacer lo propio con la segunda copa que abrasaba como la primera mi garganta a su paso.
Aquella noche la herida me estaba dando menos tregua que nunca, las visiones se solapaban una tras otra incapacitando mi sueño y aumentando la desesperación que las noches en vela provocaban en mi ser.
Hundí las manos en la sien incorporándome del lecho mientras un bufido de ira escapaba de mis labios.
Esa maldita mujer me torturaba día y noche, podía casi sentir su maldito y asqueroso aliento en mi nuca deseando alcanzarme, poseerme, mas podía estar segura de que no le pondría las cosas nada fáciles.
Me alcé colocándome los pantalones y la blanca camisola que sonae al parecer había lavado y dejado plegada en la silla de mi alcoba.
Sonreí mientras negaba consciente de que parecía mas mi madre que una amiga, algún día nuestros caminos se separarían y tendría que abandonar a su cachorro como ella en mas de una ocasión me llamaba.
Coloque los cuchillos entre mis ropas, y el ultimo en mi bota dejando las dos gemelas en la casa, a fin de cuentas, aquella noche solo pensaba ir a ala taberna a beber unas cuantas copas, a ver si el sopor del alcohol me ayudaba a conciliar el sueño aquella noche estrellada donde la luna menguante no presagiaba ataques de licántropos ni otro tipo de eventos inesperados.
No tarde en llegar frente a la concurrida taberna que frente al burdel daba cobijo a los hombres nocturnos que o bien solteros iban a disfrutar de las damas y del alcohol o bien casados hacían lo propio siendo infieles a las mujeres que en casa esperaban pacientes a sus maridos incapaces de ofrecerles los placeres que aquellas experimentadas damas podían darnos.
Mire la taberna encaminándome hacia ella, sin duda, con alcohol me bastaría, yo no era muy partidario de pagar para tener sexo y mucho menos tener que escuchar gemir de forma fingida a una mujer mientras me colaba entre sus piernas.
Eso por no contar que mi cuerpo todavía estaba lo suficientemente maltrecho como para que cualquier movimiento brusco acabara abriendo mi herida.
El interior estaba repleto de gente, hombres en su mayoría, el olor a alcohol, tabaco y otras sustancias se difuminaba por el aire, impregnado también de sudor.
Camine hacia la barra y me senté en uno de los taburetes esperando no ser molestado.
Pedí al mesonero un vaso de whisky irlandés que no tardo en servirme dejándome la botella al lado, creo que mi rostro y que sisee varias veces por el dolor de la herida indicaba que esa botella iría cediendo entre mis labios sin remedio.
Tome el primer vaso de golpe antes de servirme el segundo mientras hundía nuevamente mis labios en su vidriosos cristal para hacer lo propio con la segunda copa que abrasaba como la primera mi garganta a su paso.
Última edición por Agarwaen el Lun Ago 01, 2016 1:11 am, editado 1 vez
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: Bebamos hasta no tenernos en pie y cacemos hasta que no quede en pie ninguno de ellos. [Nathan, Kaia, Ninue]
Sin apartar mi mirada asustada de Nathan, que se levantó en cuanto nuestros ojos se encontraron, sentí como la hoja de un cuchillo pasaba volando mientras sesgaba la ropa de aquel hombre que me retenía contra mi voluntad, dejando su camisa clavada junto al cuchillo en la mesa. Busqué al dueño de aquel certero tiro, encontrando que era el otro cazador que tenía a la dama rubia sobre él, el que había intervenido de aquella manera tan sorprendente.
Observé como Nathan se acercaba a mí con un paso poco equilibrado, pero con los ojos llenos de rabia. ¿Por qué le resultaba tan insultante que otro hombre quisiera algo de mí si apenas nos conocíamos? Reconozco que aquello era lo que buscaba, que aquel cazador de ojos azules saliese en mi auxilio, aún a sabiendas de que sería capaz de cogerlos a ambos por el cuello y estamparlos contra la pared. Pero no era el caso; Nathan se acercaba y mi deseo por él aumentaba con cada paso que daba.
Fueron sus palabras las que me dejaron un poco confundida cuando llegó hasta mí, enarqué una ceja sin comprender muy bien el significado de aquello que decía; "Págate una ramera", le escupió al hombre que me sujetaba todavía con fuerza antes de asestarle un puñetazo certero contra la nariz de aquel pobre desgraciado, que dejó de zafarme la muñeca para tocarse la nariz sangrante con ambas manos, mientras caía al suelo vociferando improperios.
Sin un momento de premura cuando me sentí liberada de mi captor, me coloqué entre Nathan y aquel hombre que dudaba que fuese un peligro para nadie; coloqué mis manos sobre su pecho mientras con delicadeza empujaba de él para apartarlo de la pelea, y mis labios se acercaban a los suyos.
-Gracias por ayudarme, no sé que hubiera hecho sin vos.- susurré con una melodiosa voz, sintiendo bajo mi mano el palpitar de su acelerado corazón. Seguramente si él no hubiese estado allí los dientes de aquel hombre estarían esparcidos por el suelo, pero seguro que el final de la noche no hubiese sido el mismo.
Llegamos a una de las paredes de la taberna, mientras nuestros cuerpos se mantenían juntos, sin hablarnos, solo manteniéndonos la mirada a escasos centímetros uno de otro. Mientras nuestra respiración se entremezclaba y en esos momentos no había nadie más en aquella taberna.
Observé como Nathan se acercaba a mí con un paso poco equilibrado, pero con los ojos llenos de rabia. ¿Por qué le resultaba tan insultante que otro hombre quisiera algo de mí si apenas nos conocíamos? Reconozco que aquello era lo que buscaba, que aquel cazador de ojos azules saliese en mi auxilio, aún a sabiendas de que sería capaz de cogerlos a ambos por el cuello y estamparlos contra la pared. Pero no era el caso; Nathan se acercaba y mi deseo por él aumentaba con cada paso que daba.
Fueron sus palabras las que me dejaron un poco confundida cuando llegó hasta mí, enarqué una ceja sin comprender muy bien el significado de aquello que decía; "Págate una ramera", le escupió al hombre que me sujetaba todavía con fuerza antes de asestarle un puñetazo certero contra la nariz de aquel pobre desgraciado, que dejó de zafarme la muñeca para tocarse la nariz sangrante con ambas manos, mientras caía al suelo vociferando improperios.
Sin un momento de premura cuando me sentí liberada de mi captor, me coloqué entre Nathan y aquel hombre que dudaba que fuese un peligro para nadie; coloqué mis manos sobre su pecho mientras con delicadeza empujaba de él para apartarlo de la pelea, y mis labios se acercaban a los suyos.
-Gracias por ayudarme, no sé que hubiera hecho sin vos.- susurré con una melodiosa voz, sintiendo bajo mi mano el palpitar de su acelerado corazón. Seguramente si él no hubiese estado allí los dientes de aquel hombre estarían esparcidos por el suelo, pero seguro que el final de la noche no hubiese sido el mismo.
Llegamos a una de las paredes de la taberna, mientras nuestros cuerpos se mantenían juntos, sin hablarnos, solo manteniéndonos la mirada a escasos centímetros uno de otro. Mientras nuestra respiración se entremezclaba y en esos momentos no había nadie más en aquella taberna.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 75
Fecha de inscripción : 29/07/2016
Localización : Paris
Re: Bebamos hasta no tenernos en pie y cacemos hasta que no quede en pie ninguno de ellos. [Nathan, Kaia, Ninue]
Nuestros labios incapaces de separarse, mas tampoco de juntarse se mantuvieron en con esa abrasadora distancia, mientras sus susurros sobre mi boca me hacían enloquecer.
-entonces, si no es miedo lo que te provoco ¿que es? Pregunte divertido, mas bien sabia la respuesta, me deseaba, como yo deseaba su cuerpo en ese preciso instante en que la cordura no alimentaba mi cuerpo, mas bien todo lo contrario.
El sonido del puñetazo de mi amigo el cazador reson0o en la taberna, que por unos minutos se quedo en tétrico silencio, mientras el alarido perturbador del gordo daba el pistoletazo de salida para el resto de contiendas.
Vi de reojo como dos hombres se ponían en pie, tense el gesto, algo que obviamente percibió la cazadora, uno llevo su mano a la cintura, no tarde en vislumbrar escondido un arma de fuego, no alcanzaba a ver con exactitud de cual se trataba, mas sin duda ese acero pertenecía a un cañón, en mi opinión pequeño, posiblemente una pistola de corto alcance.
-Métete bajo de la mesa -le susurre contra sus labios mientras la empujaba hacia abajo.
Dude si por un momento y en mi ebrio estado dudaría de que lo que yo esperaba de ella era eso que tenia que haberle pedido a las otras dos damas que nos acompañaban, que sin duda eran de vida alegre.
El otro llevaba una ballesta, que dejo ver sacándola del abrigo sin contemplaciones y dirigiéndola hacia mi compañero, que arrastrado por la dama pelirroja se metía en una zona oscura.
Tome una de las dagas que aun me quedaba y la lance al tiempo que me ponía en pie, fui lo suficientemente rápido como para impactar con su brazo desviando así el primer virote que sin duda hubiera acertado de lleno en Nathan.
Corrí hacia allí, saltando por encima de una de las mesas, lanzándome sobre el segundo hombre, que sacaba su arma de fuego mas sin tiempo de dispararla, ambos caímos rodando sobre el cementado suelo.
Posiblemente este no era le mejor estado para una pelea, herido y borracho tenia las de perder, mas, llevaba en el campo de batalla desde antes que mi mente pudiera recordar que hizo otra cosa en su infancia, así que, una pelea en un bar, ni me asustaba ni me preocupaba.
Forcejeamos durante unos minutos hasta que la pistola se perdió por debajo de una de las mesas que entre el griterío de la gente quedo desalojada.
Pronto empezaron los puñetazos, sentía la herida abrasando mi interior, como si la violencia ejercida la encendiera, como si la ira de mi cuerpo la alimentara.
Pronto me vi como un animal sobre ese tipo pegándole puñetazos sin parar, no se en que punto perdí la razón, solo se que mis puños estaban llenos de sangre y su rostro desfigurado.
Abrí los ojos como si la cordura me hubiera invadido en ese preciso instante, o quizás fueron las manos de alguien que me tomaban por el pecho apartándome de aquel hombre casi muerto.
No se bien como pero poco a poco fui recuperando la calma, tomando aire mientras las visiones volvían a mi cabeza, aquella nigromante encapuchada reía repitiendo esas palabras que yo tanto odiaba.
Cerré los ojos perdido, ¿que me había pasado? Era como si no fuera dueño de mi mismo, como si algo se hubiera apoderado de mi voluntad no permitiéndome parar de pegarle aun cuando sentia que estaba medio muerto.
-Necesito salir fuera -apunté mirando mis manos ensangrentadas.
-entonces, si no es miedo lo que te provoco ¿que es? Pregunte divertido, mas bien sabia la respuesta, me deseaba, como yo deseaba su cuerpo en ese preciso instante en que la cordura no alimentaba mi cuerpo, mas bien todo lo contrario.
El sonido del puñetazo de mi amigo el cazador reson0o en la taberna, que por unos minutos se quedo en tétrico silencio, mientras el alarido perturbador del gordo daba el pistoletazo de salida para el resto de contiendas.
Vi de reojo como dos hombres se ponían en pie, tense el gesto, algo que obviamente percibió la cazadora, uno llevo su mano a la cintura, no tarde en vislumbrar escondido un arma de fuego, no alcanzaba a ver con exactitud de cual se trataba, mas sin duda ese acero pertenecía a un cañón, en mi opinión pequeño, posiblemente una pistola de corto alcance.
-Métete bajo de la mesa -le susurre contra sus labios mientras la empujaba hacia abajo.
Dude si por un momento y en mi ebrio estado dudaría de que lo que yo esperaba de ella era eso que tenia que haberle pedido a las otras dos damas que nos acompañaban, que sin duda eran de vida alegre.
El otro llevaba una ballesta, que dejo ver sacándola del abrigo sin contemplaciones y dirigiéndola hacia mi compañero, que arrastrado por la dama pelirroja se metía en una zona oscura.
Tome una de las dagas que aun me quedaba y la lance al tiempo que me ponía en pie, fui lo suficientemente rápido como para impactar con su brazo desviando así el primer virote que sin duda hubiera acertado de lleno en Nathan.
Corrí hacia allí, saltando por encima de una de las mesas, lanzándome sobre el segundo hombre, que sacaba su arma de fuego mas sin tiempo de dispararla, ambos caímos rodando sobre el cementado suelo.
Posiblemente este no era le mejor estado para una pelea, herido y borracho tenia las de perder, mas, llevaba en el campo de batalla desde antes que mi mente pudiera recordar que hizo otra cosa en su infancia, así que, una pelea en un bar, ni me asustaba ni me preocupaba.
Forcejeamos durante unos minutos hasta que la pistola se perdió por debajo de una de las mesas que entre el griterío de la gente quedo desalojada.
Pronto empezaron los puñetazos, sentía la herida abrasando mi interior, como si la violencia ejercida la encendiera, como si la ira de mi cuerpo la alimentara.
Pronto me vi como un animal sobre ese tipo pegándole puñetazos sin parar, no se en que punto perdí la razón, solo se que mis puños estaban llenos de sangre y su rostro desfigurado.
Abrí los ojos como si la cordura me hubiera invadido en ese preciso instante, o quizás fueron las manos de alguien que me tomaban por el pecho apartándome de aquel hombre casi muerto.
No se bien como pero poco a poco fui recuperando la calma, tomando aire mientras las visiones volvían a mi cabeza, aquella nigromante encapuchada reía repitiendo esas palabras que yo tanto odiaba.
Cerré los ojos perdido, ¿que me había pasado? Era como si no fuera dueño de mi mismo, como si algo se hubiera apoderado de mi voluntad no permitiéndome parar de pegarle aun cuando sentia que estaba medio muerto.
-Necesito salir fuera -apunté mirando mis manos ensangrentadas.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: Bebamos hasta no tenernos en pie y cacemos hasta que no quede en pie ninguno de ellos. [Nathan, Kaia, Ninue]
El encuentro con el grupo de hombres no terminó bien, no al menos para ellos, pues Nathan también acabó con las manos manchadas de sangre. Alguna que otra herida, pero nada grave. La peor parte se la llevó el resto, claramente.
No tenía muy claro cómo había transcurrido todo, ni cómo volvió todo a la normalidad poco a poco. El cazador se había cegado por la rabia de un momento a otro y no lograba recordar en esos momentos cómo había empezado ni cómo había llegado hasta ese punto. Sin embargo, le daba un poco igual en esos momentos. Prefería centrarse en la chica de antes, así que se acercó a ella una vez tuvo oportunidad.
- No tenéis que darme las gracias - susurró él también una vez pudieron quedarse a solas Nimue y él. El cazador no perdió la oportunidad y aprovechó el momento, juntando sus labios con los de ella, de golpe, completamente de improvisto. Él no era de los que se quedaban con las ganas de hacer algo. Y por eso la besó. Procuró alargar el beso lo máximo posible, todo lo que ella quisiera permitirle, para finalmente separarse - Debo marcharme, os esperaré al final de vuestro turno si podéis, en la callejuela de al lado - fue lo último que dijo antes de desaparecer de aquella taberna.
No tenía muy claro cómo había transcurrido todo, ni cómo volvió todo a la normalidad poco a poco. El cazador se había cegado por la rabia de un momento a otro y no lograba recordar en esos momentos cómo había empezado ni cómo había llegado hasta ese punto. Sin embargo, le daba un poco igual en esos momentos. Prefería centrarse en la chica de antes, así que se acercó a ella una vez tuvo oportunidad.
- No tenéis que darme las gracias - susurró él también una vez pudieron quedarse a solas Nimue y él. El cazador no perdió la oportunidad y aprovechó el momento, juntando sus labios con los de ella, de golpe, completamente de improvisto. Él no era de los que se quedaban con las ganas de hacer algo. Y por eso la besó. Procuró alargar el beso lo máximo posible, todo lo que ella quisiera permitirle, para finalmente separarse - Debo marcharme, os esperaré al final de vuestro turno si podéis, en la callejuela de al lado - fue lo último que dijo antes de desaparecer de aquella taberna.
Nathan Beckett- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 26/07/2016
Re: Bebamos hasta no tenernos en pie y cacemos hasta que no quede en pie ninguno de ellos. [Nathan, Kaia, Ninue]
Agarwaen reía sin moverse un ápice, manteniendo aquella posición en la que ambos deseábamos besar y ser besados, pero que ninguno osaba a dar el primer paso. De sus labios salió aquella comprometedora pregunta que no sabía como contestar. Era incapaz de decirle que provocaba en mí porque ni yo misma lo sabía.
El gesto del cazador se tensó de golpe, instándome a esconderme debajo de la mesa como si en ello fuera mi vida. Obedecí mientras él mismo me bajaba de su regazo, metiéndome entre sus piernas, desconcertada y cohibida por su acción.
Se puso de pie como un resorte, y salió disparado hacia la zona donde minutos antes había comenzado aquella contienda que yo había dado por finalizada cuando el otro cazador le había propinado un golpe en la nariz de aquel indeseable, para desaparecer poco después con aquella mesonera agradecida por su heroica acción.
Escuché asustada el sonido de un cuchillo cortar el aire, una flecha impactando en la pared y cayendo al suelo, los gritos de los clientes que ahuyentados por la pelea salían del local despavoridos, pero cuando más se me encogió el corazón fue al no escuchar la varonil voz de Agarwaen por ningún lado.
Asomé la cabeza de debajo de la mesa; necesitaba comprobar que se encontraba bien. Con el alma en vilo y una fuerte presión en el pecho, me puse en pie, mientras inconscientemente desenvainaba la katana que portaba en la espalda. No permitiría que nadie le hiciese daño, aunque con mi inexperiencia fuese lo último que hiciese en aquella taberna.
Dirigí mi mirada hacia el lado opuesto de donde salía la gente corriendo, y volviendo a guardar la espada en su funda, salí corriendo hacía él. Agarwaen se encontraba sobre un hombre medio muerto al que no paraba de golpear, como si dejarlo inconsciente no fuese bastante para él. El que suponía que era el compañero de éste, miraba incrédulo incapaz de mover ni un dedo.
Lo miré con rabia y dirigiendo la mirada hacia la empuñadura de mi katana, conseguí que saliese corriendo con el resto de clientes que quedaban en el local.
Me arrodillé al lado de Agarwaen, colocando mis manos sobre su pecho para hacerle reaccionar. Su ropa y sus manos estaban cubiertas de sangre; aunque para mi alivio, la sangre no era suya si no de aquel hombre inconsciente.
- Agarwaen, vamos.- susurré mientras trataba de buscar su mirada perdida en algún lugar de su interior. Sujeté su brazo con ambas manos para tirar de él y ponerlo en pie, mientras escuchaba su ruego.- Te sacaré de aquí, confía en mí.
Necesitaba ahora más que nunca volver a verlo como minutos antes, sonriendo, provocandome con esa sonrisa tan cautivadora que poseía; sentir sus labios de nuevo cerca de los míos. Asustada y perdida otra vez, conseguí levantarlo mientras comprobaba con mis manos temblorosas que no lo habían herido por ninguna parte.
El gesto del cazador se tensó de golpe, instándome a esconderme debajo de la mesa como si en ello fuera mi vida. Obedecí mientras él mismo me bajaba de su regazo, metiéndome entre sus piernas, desconcertada y cohibida por su acción.
Se puso de pie como un resorte, y salió disparado hacia la zona donde minutos antes había comenzado aquella contienda que yo había dado por finalizada cuando el otro cazador le había propinado un golpe en la nariz de aquel indeseable, para desaparecer poco después con aquella mesonera agradecida por su heroica acción.
Escuché asustada el sonido de un cuchillo cortar el aire, una flecha impactando en la pared y cayendo al suelo, los gritos de los clientes que ahuyentados por la pelea salían del local despavoridos, pero cuando más se me encogió el corazón fue al no escuchar la varonil voz de Agarwaen por ningún lado.
Asomé la cabeza de debajo de la mesa; necesitaba comprobar que se encontraba bien. Con el alma en vilo y una fuerte presión en el pecho, me puse en pie, mientras inconscientemente desenvainaba la katana que portaba en la espalda. No permitiría que nadie le hiciese daño, aunque con mi inexperiencia fuese lo último que hiciese en aquella taberna.
Dirigí mi mirada hacia el lado opuesto de donde salía la gente corriendo, y volviendo a guardar la espada en su funda, salí corriendo hacía él. Agarwaen se encontraba sobre un hombre medio muerto al que no paraba de golpear, como si dejarlo inconsciente no fuese bastante para él. El que suponía que era el compañero de éste, miraba incrédulo incapaz de mover ni un dedo.
Lo miré con rabia y dirigiendo la mirada hacia la empuñadura de mi katana, conseguí que saliese corriendo con el resto de clientes que quedaban en el local.
Me arrodillé al lado de Agarwaen, colocando mis manos sobre su pecho para hacerle reaccionar. Su ropa y sus manos estaban cubiertas de sangre; aunque para mi alivio, la sangre no era suya si no de aquel hombre inconsciente.
- Agarwaen, vamos.- susurré mientras trataba de buscar su mirada perdida en algún lugar de su interior. Sujeté su brazo con ambas manos para tirar de él y ponerlo en pie, mientras escuchaba su ruego.- Te sacaré de aquí, confía en mí.
Necesitaba ahora más que nunca volver a verlo como minutos antes, sonriendo, provocandome con esa sonrisa tan cautivadora que poseía; sentir sus labios de nuevo cerca de los míos. Asustada y perdida otra vez, conseguí levantarlo mientras comprobaba con mis manos temblorosas que no lo habían herido por ninguna parte.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
Re: Bebamos hasta no tenernos en pie y cacemos hasta que no quede en pie ninguno de ellos. [Nathan, Kaia, Ninue]
Los hechos se sucedieron con rapidez; el otro cazador que se encontraba en la mesa no dudó en enfrentarse a uno de los asaltantes que portaba un arma. La taberna se sumió de pronto en el caos más absoluto, donde los gritos, las copas cayendo al suelo y la sangre se esparcían por doquier. Los cazadores se entregaron con saña a aquellos hombres que no olvidarían el resto de sus vidas como tratar a una dama. Menudo primer día de trabajo, si no me echaban sería un milagro; eso o que nadie en su sano juicio trabajaría en aquella mugrosa taberna, pensé.
Nathan se acercó de nuevo a mí, orillando su cuerpo al mío como si nada hubiese pasado; como si el tiempo se hubiese parado durante unos instantes, y pudiese retomar la situación allá donde la había dejado.
Sentí como su aliento golpeaba mis labios, como su cercanía dejaba ver sus intenciones, y como su boca se hacía con la mía después de quitarle importancia al asunto. Un cálido beso fue aquello que me contradijo durante unos segundos, un beso que sabía a despedida, y que si no llega a ser por todo lo acaecido durante la noche, hubiese terminado con la palma de mi mano marcada en su rostro.
Se separó si más dilación, planeando un encuentro conmigo al final de mi turno que jamás se llevaría a cabo. Con aquel beso sin reprimenda Nathan se había llevado todo el agradecimiento que estaba dispuesta a darle, y con su marcha de la taberna, el fin a una breve historia que había terminado con varios heridos y una larga noche de limpieza del local tras el desastre organizado.
Nathan se acercó de nuevo a mí, orillando su cuerpo al mío como si nada hubiese pasado; como si el tiempo se hubiese parado durante unos instantes, y pudiese retomar la situación allá donde la había dejado.
Sentí como su aliento golpeaba mis labios, como su cercanía dejaba ver sus intenciones, y como su boca se hacía con la mía después de quitarle importancia al asunto. Un cálido beso fue aquello que me contradijo durante unos segundos, un beso que sabía a despedida, y que si no llega a ser por todo lo acaecido durante la noche, hubiese terminado con la palma de mi mano marcada en su rostro.
Se separó si más dilación, planeando un encuentro conmigo al final de mi turno que jamás se llevaría a cabo. Con aquel beso sin reprimenda Nathan se había llevado todo el agradecimiento que estaba dispuesta a darle, y con su marcha de la taberna, el fin a una breve historia que había terminado con varios heridos y una larga noche de limpieza del local tras el desastre organizado.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 75
Fecha de inscripción : 29/07/2016
Localización : Paris
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