AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
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Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Quien me hubiese dicho a mí que aquella noche del baile de máscaras habría terminado ensangrentada hasta el cuello después de curar a una licántropa al borde de la muerte, y que me ofrecería a cuidar de su hermano que se hallaba inconsciente a mí lado, lo hubiese tachado de loco.
Pero sí, todo aquello había ocurrido momentos antes.
Había sido una noche digna de olvidar; al menos una parte de la misma. Demasiadas emociones, demasiada adrenalina y rabia para poder asimilar en tan poco tiempo.
Apenas unos pocos invitados quedaban ya en la fiesta después de que Damon y sus acompañantes se marchasen con la hermana de éstos al hospital. Todavía estaba atónita con el descubrimiento de aquella noche; un tema que sería sin duda sería la comidilla de aquella clase alta de la que cada vez me sentía más distinta. Aquel lobo con el que había estado gran parte de la noche, escondía un secreto fraternal...Damon era su hermano.
Miré a Reidar cansada. Seguía inconsciente, en parte por mi culpa. Yo había dejado que su nivel de sangre descendiese hasta ese punto, que aunque sabía que no era mortal, si que lo debilitaría lo suficiente como para perder el sentido.
Me senté en la mesa, donde el lobo estaba tumbado. Comencé a acariciarle el brazo, a sabiendas de que no lo sentiría. ¿Cómo era posible que sin apenas conocerlo me hubiese calado tan hondo? Quizás el hecho de haber estado a punto de cruzar tantas veces la línea a la que nuestras naturalezas opuestas nos empujaban aquella noche, me había hecho conocerlo más que nadie en tan poco tiempo.
Acaricié su rostro con dulzura. Debería haber despertado ya. Aún inconsciente era capaz de sentir la fuerza e intensidad de su aura. Sus constantes eran más débiles, pero normales y su respiración había dejado de ser entrecortada.
- Reidar.- susurré mientras seguía acariciándole la mejilla.- Vamos, despierte.
Sus ojos se entreabrieron despacio, y una sonrisa cansada se dibujó en mi rostro. Adoraba esa mirada penetrante que tantas veces se había cruzado con la mía aquella noche.
-Hola, dormilón...-bromeé contenta al verlo de nuevo consciente, aunque seguramente aturdido.- ¿Cómo se encuentra?
Sabía que necesitaría respuestas, y yo me había ofrecido a ocuparme de él. Había prometido llevarlo al hostal y ocuparme de su recuperación. Una promesa que se me antojaba más una recompensa que una obligación, pues no sabía que tenía aquel lobo, pero su presencia me resultaba embriagadora.
Quien me hubiese dicho a mí que aquella noche del baile de máscaras habría terminado ensangrentada hasta el cuello después de curar a una licántropa al borde de la muerte, y que me ofrecería a cuidar de su hermano que se hallaba inconsciente a mí lado, lo hubiese tachado de loco.
Pero sí, todo aquello había ocurrido momentos antes.
Había sido una noche digna de olvidar; al menos una parte de la misma. Demasiadas emociones, demasiada adrenalina y rabia para poder asimilar en tan poco tiempo.
Apenas unos pocos invitados quedaban ya en la fiesta después de que Damon y sus acompañantes se marchasen con la hermana de éstos al hospital. Todavía estaba atónita con el descubrimiento de aquella noche; un tema que sería sin duda sería la comidilla de aquella clase alta de la que cada vez me sentía más distinta. Aquel lobo con el que había estado gran parte de la noche, escondía un secreto fraternal...Damon era su hermano.
Miré a Reidar cansada. Seguía inconsciente, en parte por mi culpa. Yo había dejado que su nivel de sangre descendiese hasta ese punto, que aunque sabía que no era mortal, si que lo debilitaría lo suficiente como para perder el sentido.
Me senté en la mesa, donde el lobo estaba tumbado. Comencé a acariciarle el brazo, a sabiendas de que no lo sentiría. ¿Cómo era posible que sin apenas conocerlo me hubiese calado tan hondo? Quizás el hecho de haber estado a punto de cruzar tantas veces la línea a la que nuestras naturalezas opuestas nos empujaban aquella noche, me había hecho conocerlo más que nadie en tan poco tiempo.
Acaricié su rostro con dulzura. Debería haber despertado ya. Aún inconsciente era capaz de sentir la fuerza e intensidad de su aura. Sus constantes eran más débiles, pero normales y su respiración había dejado de ser entrecortada.
- Reidar.- susurré mientras seguía acariciándole la mejilla.- Vamos, despierte.
Sus ojos se entreabrieron despacio, y una sonrisa cansada se dibujó en mi rostro. Adoraba esa mirada penetrante que tantas veces se había cruzado con la mía aquella noche.
-Hola, dormilón...-bromeé contenta al verlo de nuevo consciente, aunque seguramente aturdido.- ¿Cómo se encuentra?
Sabía que necesitaría respuestas, y yo me había ofrecido a ocuparme de él. Había prometido llevarlo al hostal y ocuparme de su recuperación. Una promesa que se me antojaba más una recompensa que una obligación, pues no sabía que tenía aquel lobo, pero su presencia me resultaba embriagadora.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Contrariada al escuchar a Reidar disculparse levanté levemente la cabeza, esperaba que me dijese que no me quería en su habitación, que no quería volver a verme en la vida.
Pensaba que estaría furioso y cabreado conmigo, pero contra todo pronóstico, se arrodilló junto a mí, apoyándose en mis brazos donde todavía escondía mi rostro, acercando el suyo en un gesto de que rompió todos los esquemas. Buscando de nuevo mis labios como habíamos hecho minutos antes. Los recuerdos de lo sucedido entre nosotros agolparon en mi mente; relajando mi cuerpo y clamando de nuevo estar entre sus brazos. Sintiendo sus caricias, sus besos..y eso que me hacía sentir tan especial a su lado.
Además, para qué negarlo, era incapaz de resistirme a él, aunque todavía sus duras palabras resonaban en mi mente. Pero tenía razón, debíamos olvidar lo sucedido y seguir disfrutando del poco tiempo que nos quedaba juntos. No podía enfadarme por haber dudado de mí, tenía razón en que los de mi especie mataban si compasión, y todavía no me conocía como para saber que yo era diferente.
Levanté la cara, buscando con mi mirada sus ojos; esperando ver el brillo que había visto en ellos toda la noche cada vez que nuestras furtivas miradas se encontraban, anhelando continuar nuestra velada como la habíamos dejado minutos antes, y entonces los encontré, mirándome fijamente mientras se inclinaba hacia mí para obsequiarme con un suave beso.
Sonreí con dulzura, devolviéndole el beso esta vez de una forma un poco más pasional. Quería demostrarle que todo estaba bien, que aceptaba sus disculpas de la misma forma que él parecía aceptarme a mí.
- Vayamos a cenar algo, estoy hambrienta.- susurré junto a sus labios sonriendo con picardía por el doble sentido de mis palabras.- Y acepto esa copa de vino.
Nos levantamos del suelo mientras nuestras miradas volvían a ser cómplices la una de la otra. Aunque un sentimiento de tristeza comenzó a surgir en mí cuando fui consciente de que aquella reconciliación no podía alargarse mucho; en breve sería de día y yo tenía que ponerme bajo techo antes de que eso ocurriese. Le di un rápido beso en los labios, uniendo sin darme cuenta mi mano con la suya.
Pensaba que estaría furioso y cabreado conmigo, pero contra todo pronóstico, se arrodilló junto a mí, apoyándose en mis brazos donde todavía escondía mi rostro, acercando el suyo en un gesto de que rompió todos los esquemas. Buscando de nuevo mis labios como habíamos hecho minutos antes. Los recuerdos de lo sucedido entre nosotros agolparon en mi mente; relajando mi cuerpo y clamando de nuevo estar entre sus brazos. Sintiendo sus caricias, sus besos..y eso que me hacía sentir tan especial a su lado.
Además, para qué negarlo, era incapaz de resistirme a él, aunque todavía sus duras palabras resonaban en mi mente. Pero tenía razón, debíamos olvidar lo sucedido y seguir disfrutando del poco tiempo que nos quedaba juntos. No podía enfadarme por haber dudado de mí, tenía razón en que los de mi especie mataban si compasión, y todavía no me conocía como para saber que yo era diferente.
Levanté la cara, buscando con mi mirada sus ojos; esperando ver el brillo que había visto en ellos toda la noche cada vez que nuestras furtivas miradas se encontraban, anhelando continuar nuestra velada como la habíamos dejado minutos antes, y entonces los encontré, mirándome fijamente mientras se inclinaba hacia mí para obsequiarme con un suave beso.
Sonreí con dulzura, devolviéndole el beso esta vez de una forma un poco más pasional. Quería demostrarle que todo estaba bien, que aceptaba sus disculpas de la misma forma que él parecía aceptarme a mí.
- Vayamos a cenar algo, estoy hambrienta.- susurré junto a sus labios sonriendo con picardía por el doble sentido de mis palabras.- Y acepto esa copa de vino.
Nos levantamos del suelo mientras nuestras miradas volvían a ser cómplices la una de la otra. Aunque un sentimiento de tristeza comenzó a surgir en mí cuando fui consciente de que aquella reconciliación no podía alargarse mucho; en breve sería de día y yo tenía que ponerme bajo techo antes de que eso ocurriese. Le di un rápido beso en los labios, uniendo sin darme cuenta mi mano con la suya.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Sonreí de medio lado cuando su mano se enlazo la mía camino hacia aquella pequeña mesita de madera noble donde me esperaba mi ansiada cena.
La mire guiñándole un ojo dejando atrás lo sucedido hacia escasos minutos.
Tome el bocadillo entre mis manos y lo lleve a mi boca dándole el primer mordisco.
-UMMM -mi cara de placer era evidente y por suerte la discursion con Mooira no había durado tanto como para que se enfriara.
Allí estaba la vampiresa mirándome bien no se como sin poder dejar de sonreír al verme comer ese bocadillo como si llevara meses sin llevar nada a mi boca.
-No te lo creerás, o si -reí -mas estaba hambriento, ademas de que me encanta comer, si quieres conquistarme lo harás por el estomago -bromeé de forma cómplice -aunque claro el sexo es mi otro talón de Aquiles y sin duda en eso tienes matricula de honor -volví a bromear haciendo gala de mi buen humor.
Seguí comiendo el bocadillo mientras ambos conversamos de forma animada, las copas de vino fueron cayendo poco a poco entre nuestros labios.
Era increíble como entre ambos reinaba ese buen rollo, eso que te conecta a alguien sin saber bien porque. Ahora solo eramos Moira y yo, había olvidado nuestras razas enfrentadas, todo aquello que nos separaba parecía efímero frente a mis ojos, pues yo, solo la veía a ella.
-Quédate -ni siquiera se porque lo dije, mas esa palabra y no otra escapo de mis labios no solo sorprendiéndola a ella si no a mi mismo.
Mas era cierto, me apetecía dormir con ella, pasar un poco mas de mi tiempo con alguien que me hacia sentir sumamente bien y no negare, que el alcohol y mis ganas de mas de ella también ayudaban.
Era consciente de que pronto volvería Noruega, sabia sobradamente que esta relación no iba a ninguna parte y que mi futuro era acabar con una alfa que junto a mi liderara la manada, mas ahora estaba en París, junto a ella, y la verdad, el tiempo que tuviéramos antes del adiós quería aprovecharlo sin pensar mas allá que en el ahora.
-Esta a punto de amanecer, quédate, para que exponerte a convertirte en polvo cuando yo puedo echarte los polvos que quieras -bromeé divertido -mañana por la noche puedes irte si quieres, mas hoy a sido un día duro y la verdad, agradecería tu compañía.
Esperé hundiendo mis ojos en ella su respuesta, parecía tener miedo, posiblemente porque igual que yo ella sabia que esto no nos llevaría a ninguna parte, mas solo era una noche, no íbamos a enamoramos en una misera noche.
La mire guiñándole un ojo dejando atrás lo sucedido hacia escasos minutos.
Tome el bocadillo entre mis manos y lo lleve a mi boca dándole el primer mordisco.
-UMMM -mi cara de placer era evidente y por suerte la discursion con Mooira no había durado tanto como para que se enfriara.
Allí estaba la vampiresa mirándome bien no se como sin poder dejar de sonreír al verme comer ese bocadillo como si llevara meses sin llevar nada a mi boca.
-No te lo creerás, o si -reí -mas estaba hambriento, ademas de que me encanta comer, si quieres conquistarme lo harás por el estomago -bromeé de forma cómplice -aunque claro el sexo es mi otro talón de Aquiles y sin duda en eso tienes matricula de honor -volví a bromear haciendo gala de mi buen humor.
Seguí comiendo el bocadillo mientras ambos conversamos de forma animada, las copas de vino fueron cayendo poco a poco entre nuestros labios.
Era increíble como entre ambos reinaba ese buen rollo, eso que te conecta a alguien sin saber bien porque. Ahora solo eramos Moira y yo, había olvidado nuestras razas enfrentadas, todo aquello que nos separaba parecía efímero frente a mis ojos, pues yo, solo la veía a ella.
-Quédate -ni siquiera se porque lo dije, mas esa palabra y no otra escapo de mis labios no solo sorprendiéndola a ella si no a mi mismo.
Mas era cierto, me apetecía dormir con ella, pasar un poco mas de mi tiempo con alguien que me hacia sentir sumamente bien y no negare, que el alcohol y mis ganas de mas de ella también ayudaban.
Era consciente de que pronto volvería Noruega, sabia sobradamente que esta relación no iba a ninguna parte y que mi futuro era acabar con una alfa que junto a mi liderara la manada, mas ahora estaba en París, junto a ella, y la verdad, el tiempo que tuviéramos antes del adiós quería aprovecharlo sin pensar mas allá que en el ahora.
-Esta a punto de amanecer, quédate, para que exponerte a convertirte en polvo cuando yo puedo echarte los polvos que quieras -bromeé divertido -mañana por la noche puedes irte si quieres, mas hoy a sido un día duro y la verdad, agradecería tu compañía.
Esperé hundiendo mis ojos en ella su respuesta, parecía tener miedo, posiblemente porque igual que yo ella sabia que esto no nos llevaría a ninguna parte, mas solo era una noche, no íbamos a enamoramos en una misera noche.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Cuando fui consciente de que íbamos cogidos de la mano, sonreí para mis adentros. Creo que jamás había ido de la mano de otro hombre, y decir jamás con mi edad, era mucho pero que mucho tiempo. Por su expresión supe que no le importaba, y yo necesitaba sentir su tacto de nuevo.
Caminamos hacia la mesa donde esperaban nuestras cenas, esperaba que ambas todavía calientes. No pude evitar reír cuando vi al lobo devorar aquel bocadillo como si llevase días sin probar bocado, y aquella cara de placer, me hizo excitarme por momentos. Era hermoso hasta verle comer; me mordí el labio divertida mientras daba pequeños tragos a la botella donde había guardado la sangre de aquella muchacha.
Fue su comentario dándome pistas de cómo conquistarlo lo que me hizo reír a carcajadas. Ambos sabíamos que no podía hacerlo, que él se marcharía y que cumpliría las leyes de su manada. Pero soñar era gratis, y desde que lo había conocido todo parecía un sueño haciéndose realidad.
- Tomaré nota sobre esa forma tan peculiar de conquistarlo; quizás pueda sacar también matrícula de honor como cocinera.- sonreí mientras nuestras miradas volvieron a hacer mella de esa complicidad que juraría que no me había pasado con nadie; otra cosa nueva que solo me había sucedido con él.- Deberíamos repetir el examen en su otro talón de Aquiles para cercionarnos de mi puntuación.
Reímos ambos, divirtiéndonos y compartiendo aquella noche que se evaporaba al mismo tiempo que el vino de nuestras copas. Me sentía a gusto con él; a su lado no tenía que ocultar quien era, y aquella sensación de conocerlo de toda la vida y no solo de una noche se quedó en el centro de mi pecho. Sentados en la cama los roces y los juegos iban y venían sin parar; ojalá hubiese sido hechicera para poder parar el tiempo eternamente en aquella noche; porque el amanecer se acercaba, y con él nuestra despedida.
-Quédate.- susurró de pronto, quedando mi mirada perpleja clavada en la suya.
Quería decirle que sí, que me quedaría a su lado el resto de mi vida si así me lo pidiese, pero sabía que aquello era imposible. Sabía poco de lobos, pero lo suficiente para comprender que él tenía unas obligaciones que cumplir como lobo alfa, y que yo no podía entrar en sus planes.
Mi mente me decía que lo mejor era marcharme, que era inútil alargar lo inevitable, pero mi corazón me pedía que me quedase; que aprovechase cada segundo que me regalase el destino a su lado, porque cuando volviese a Noruega, no volvería a sentirme así jamás con nadie.
Más fueron sus palabras las que me hicieron decidir; el hecho de que insistiese llenaron mi alma que creía perdida; no sólo el que me prometiese poder repetir lo sucedido al llegar al hostal, que por supuesto estaría encantada de repetir una y otra vez, sino por el hecho de que deseaba mi compañía.
Una sonrisa picarona se dibujó en mi rostro, mientras me ponía en pie, soltándome la falda que cayó al suelo, dejando mi parte inferior solo con aquellas braguitas de encaje que esperaba no durasen mucho en su sitio.
- Espero que no te importe que me ponga cómoda si me voy a quedar a dormir.- susurré mientras mis ojos se oscurecían al mismo tiempo que comenzaba a desabrochar los lazos de mi corsé, y buscaba su mirada con la intención de hacerle saber que agradecía su gesto al invitarme.
Sonrió con deseo mientras me miraba sentado todavía en la cama, y de un salto me coloqué sobre él para hacer mía esa boca que tanto me excitaba y que quería recorrer con mi lengua para no olvidarlo jamás.
Quizás fuese una locura: sí, desde luego ambos estábamos locos de atar, pero no iba a pasar nada por alargar un poco más aquella noche que se me había pasado demasiado rápido a su lado. "Carpe Diem", pensé.
Caminamos hacia la mesa donde esperaban nuestras cenas, esperaba que ambas todavía calientes. No pude evitar reír cuando vi al lobo devorar aquel bocadillo como si llevase días sin probar bocado, y aquella cara de placer, me hizo excitarme por momentos. Era hermoso hasta verle comer; me mordí el labio divertida mientras daba pequeños tragos a la botella donde había guardado la sangre de aquella muchacha.
Fue su comentario dándome pistas de cómo conquistarlo lo que me hizo reír a carcajadas. Ambos sabíamos que no podía hacerlo, que él se marcharía y que cumpliría las leyes de su manada. Pero soñar era gratis, y desde que lo había conocido todo parecía un sueño haciéndose realidad.
- Tomaré nota sobre esa forma tan peculiar de conquistarlo; quizás pueda sacar también matrícula de honor como cocinera.- sonreí mientras nuestras miradas volvieron a hacer mella de esa complicidad que juraría que no me había pasado con nadie; otra cosa nueva que solo me había sucedido con él.- Deberíamos repetir el examen en su otro talón de Aquiles para cercionarnos de mi puntuación.
Reímos ambos, divirtiéndonos y compartiendo aquella noche que se evaporaba al mismo tiempo que el vino de nuestras copas. Me sentía a gusto con él; a su lado no tenía que ocultar quien era, y aquella sensación de conocerlo de toda la vida y no solo de una noche se quedó en el centro de mi pecho. Sentados en la cama los roces y los juegos iban y venían sin parar; ojalá hubiese sido hechicera para poder parar el tiempo eternamente en aquella noche; porque el amanecer se acercaba, y con él nuestra despedida.
-Quédate.- susurró de pronto, quedando mi mirada perpleja clavada en la suya.
Quería decirle que sí, que me quedaría a su lado el resto de mi vida si así me lo pidiese, pero sabía que aquello era imposible. Sabía poco de lobos, pero lo suficiente para comprender que él tenía unas obligaciones que cumplir como lobo alfa, y que yo no podía entrar en sus planes.
Mi mente me decía que lo mejor era marcharme, que era inútil alargar lo inevitable, pero mi corazón me pedía que me quedase; que aprovechase cada segundo que me regalase el destino a su lado, porque cuando volviese a Noruega, no volvería a sentirme así jamás con nadie.
Más fueron sus palabras las que me hicieron decidir; el hecho de que insistiese llenaron mi alma que creía perdida; no sólo el que me prometiese poder repetir lo sucedido al llegar al hostal, que por supuesto estaría encantada de repetir una y otra vez, sino por el hecho de que deseaba mi compañía.
Una sonrisa picarona se dibujó en mi rostro, mientras me ponía en pie, soltándome la falda que cayó al suelo, dejando mi parte inferior solo con aquellas braguitas de encaje que esperaba no durasen mucho en su sitio.
- Espero que no te importe que me ponga cómoda si me voy a quedar a dormir.- susurré mientras mis ojos se oscurecían al mismo tiempo que comenzaba a desabrochar los lazos de mi corsé, y buscaba su mirada con la intención de hacerle saber que agradecía su gesto al invitarme.
Sonrió con deseo mientras me miraba sentado todavía en la cama, y de un salto me coloqué sobre él para hacer mía esa boca que tanto me excitaba y que quería recorrer con mi lengua para no olvidarlo jamás.
Quizás fuese una locura: sí, desde luego ambos estábamos locos de atar, pero no iba a pasar nada por alargar un poco más aquella noche que se me había pasado demasiado rápido a su lado. "Carpe Diem", pensé.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Sonreí de medio lado cuando escuche que se quedaría conmigo, mas mi sonrisa se amplio muchísimo mas cuando sus labios buscaron los míos y su cuerpo cincelado por los dioses trepo por el mio dispuesta a enredarnos de nuevo en uno solo.
Una azote con suavidad en su desnudo trasero fue la respuesta, eso y tomarla como si fuera un saco caminando ambos entre risas rumbo al baño.
-¿Que le parece si nos damos un baño, y lo que surja -apunte alzando mis cejas poniendo especial énfasis en ese y lo que surja.
La baje sobre las baldosas al tiempo que abría el grifo y taponaba la bañera para que esta se llenara dejando así el agua correr.
-Tienes ahí un cepillo de dientes de esos que deja el hostal -dije mientras buscaba el mio en el neceser.
Nos miramos nuevamente entre risas, si, era obvio que mas que un rollo de una noche ambos parecíamos algo mas.
De normal lo de limpiarme los dientes lo hacia solo y no con la mujer con la que acababa de acostarme presenciando mis rituales de higiene.
Ella me resultaba especial como si nuestras almas hubieran conectado de un modo u otro.
La mire con el cepillo en la boca mientras, sus ojos me observaban atenta, algo que provoco en mi una carcajada con la que casi me atraganto.
Enjuague el cepillo, mi boca y me acerque a ella entre risas.
-creo que no imaginabas asi este encuentro -apunté mirándola fijamente a los ojos -si algo te incomoda dímelo y …
Mis palabras se vieron interrumpidas por el ruido del agua contra el suelo.
-Joder! -grite de nuevo riéndome mientras corría a cerrar el agua.
Estaba tan ensimismado en la mujer que tenia en frente que no me había ni dado cuanta de que la bañera nos esperaba a rebosar. Tomé su mano sin apartar mis ojos de ella y guie su cuerpo desnudo hacia la porcelanosa bañera que acogió su preciosa figura acariciándola con esas aguas cristalinas.
-Uffff, me pones demasiado ¿sabes? -susurré frente a sus labios admirando esa delirante escena.
Me quiete la camisola haciéndola a un lado del baño e hice lo propio con los pantalones antes de acercarme a esa bañera colocándome tras ella y sumergiéndome allí.
Acaricie su cuerpo al paso que el resbaladizo jabón la llenaba de espuma blanca, deleitándome en cada curva de su piel
-¡Me vuelves loco!
Su agitada respiración, pronto se encontró con la mía, para nuestras húmedas bocas perderse en un rastro de pasión sin fin.
Jadeamos cuando nuestros sexos se encontraron, dejándonos llevar muy despacio, sintiéndola, esta vez nada tenia que ver con el arranque pasional de hacia unas horas.
Era diferente, las caricias acompañaban a los besos, lentos sentidos. El ritmo aumento de intensidad llenando el habitáculo de gemidos bruscos y roncos que pronto delimitaron el fin de una consecución de salvajes embestidas que nos hizo a ambos tocar el cielo con las yemas de los dedos.
Hundí mi cabeza entre su pelo aspirando aquel aroma a vainilla, a jabón y a mi, una mezcla perfecta.
Pronto volvimos a la sala principal, donde el lecho presidia la estancia, mire a Moira que parecía insegura buscando otro sitio donde quedarse, no pude evitar sonreír de medio lado mientras recogía mi ropa del suelo.
-Después de lo que hoy ha pasado entre nosotros no me dirás que estas planteándote dormir en otro sitio que no sea ese lecho, y que no sea conmigo.
Esa mujer parecía estar tan poco acostumbrada a que la quisieran, a que las relaciones fueran forzadas y que una vez acabadas quedaran en nada.
-déjame enseñarte a que hay otro modo de vida, tu sabes que me iré a Noruega cuando todo esto acabe, mas hasta entonces ¿porque comportarnos como extraños si no lo somos. Simplemente no te enamores de mi -bromee dejando escapar una carcajada -mas podemos ser amigos, amantes y confidentes hasta entonces.
Me acerque a ella deslizando mi camisola por su cuello para colocársela como si de una niña pequeña se tratase.
-Olvida tus miedos, mientras yo este aquí, nada va ha doler.
Un beso en sus labios, una promesa y una caricia de lo que la llevo de mi mano al lecho donde ambos nos sumergimos encontrándonos de nuevo en un sinfín de caricias que pronto darían paso al nuevo día.
Una azote con suavidad en su desnudo trasero fue la respuesta, eso y tomarla como si fuera un saco caminando ambos entre risas rumbo al baño.
-¿Que le parece si nos damos un baño, y lo que surja -apunte alzando mis cejas poniendo especial énfasis en ese y lo que surja.
La baje sobre las baldosas al tiempo que abría el grifo y taponaba la bañera para que esta se llenara dejando así el agua correr.
-Tienes ahí un cepillo de dientes de esos que deja el hostal -dije mientras buscaba el mio en el neceser.
Nos miramos nuevamente entre risas, si, era obvio que mas que un rollo de una noche ambos parecíamos algo mas.
De normal lo de limpiarme los dientes lo hacia solo y no con la mujer con la que acababa de acostarme presenciando mis rituales de higiene.
Ella me resultaba especial como si nuestras almas hubieran conectado de un modo u otro.
La mire con el cepillo en la boca mientras, sus ojos me observaban atenta, algo que provoco en mi una carcajada con la que casi me atraganto.
Enjuague el cepillo, mi boca y me acerque a ella entre risas.
-creo que no imaginabas asi este encuentro -apunté mirándola fijamente a los ojos -si algo te incomoda dímelo y …
Mis palabras se vieron interrumpidas por el ruido del agua contra el suelo.
-Joder! -grite de nuevo riéndome mientras corría a cerrar el agua.
Estaba tan ensimismado en la mujer que tenia en frente que no me había ni dado cuanta de que la bañera nos esperaba a rebosar. Tomé su mano sin apartar mis ojos de ella y guie su cuerpo desnudo hacia la porcelanosa bañera que acogió su preciosa figura acariciándola con esas aguas cristalinas.
-Uffff, me pones demasiado ¿sabes? -susurré frente a sus labios admirando esa delirante escena.
Me quiete la camisola haciéndola a un lado del baño e hice lo propio con los pantalones antes de acercarme a esa bañera colocándome tras ella y sumergiéndome allí.
Acaricie su cuerpo al paso que el resbaladizo jabón la llenaba de espuma blanca, deleitándome en cada curva de su piel
-¡Me vuelves loco!
Su agitada respiración, pronto se encontró con la mía, para nuestras húmedas bocas perderse en un rastro de pasión sin fin.
Jadeamos cuando nuestros sexos se encontraron, dejándonos llevar muy despacio, sintiéndola, esta vez nada tenia que ver con el arranque pasional de hacia unas horas.
Era diferente, las caricias acompañaban a los besos, lentos sentidos. El ritmo aumento de intensidad llenando el habitáculo de gemidos bruscos y roncos que pronto delimitaron el fin de una consecución de salvajes embestidas que nos hizo a ambos tocar el cielo con las yemas de los dedos.
Hundí mi cabeza entre su pelo aspirando aquel aroma a vainilla, a jabón y a mi, una mezcla perfecta.
Pronto volvimos a la sala principal, donde el lecho presidia la estancia, mire a Moira que parecía insegura buscando otro sitio donde quedarse, no pude evitar sonreír de medio lado mientras recogía mi ropa del suelo.
-Después de lo que hoy ha pasado entre nosotros no me dirás que estas planteándote dormir en otro sitio que no sea ese lecho, y que no sea conmigo.
Esa mujer parecía estar tan poco acostumbrada a que la quisieran, a que las relaciones fueran forzadas y que una vez acabadas quedaran en nada.
-déjame enseñarte a que hay otro modo de vida, tu sabes que me iré a Noruega cuando todo esto acabe, mas hasta entonces ¿porque comportarnos como extraños si no lo somos. Simplemente no te enamores de mi -bromee dejando escapar una carcajada -mas podemos ser amigos, amantes y confidentes hasta entonces.
Me acerque a ella deslizando mi camisola por su cuello para colocársela como si de una niña pequeña se tratase.
-Olvida tus miedos, mientras yo este aquí, nada va ha doler.
Un beso en sus labios, una promesa y una caricia de lo que la llevo de mi mano al lecho donde ambos nos sumergimos encontrándonos de nuevo en un sinfín de caricias que pronto darían paso al nuevo día.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
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Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Una carcajada salió de mi boca cuando Reidar me dio un azote juguetón en el trasero para después alzarme como una pluma y llevarme al aseo mientras ambos reíamos como niños. Jamás había tenido esa sensación de felicidad con nadie, me hacía reír con sus gestos y con ese buen humor que parecía hacer eco en él desde que habíamos llegado al hostal. Su forma de ser desenfadada y alegre me relajaba y me hacía sentir bien.
Sonreí mientras giraba la cabeza de medio lado cuando el lobo me indicó el cepillo de dientes que que podía utilizar, y que obediente cogí, mientras el buscaba el suyo, y comenzaba a llenar la bañera donde meternos los dos en un relajante baño. Aquello me estaba empezando a resultar subrealista al mismo tiempo que abrumador. Jamás había imaginado compartir un acto tan íntimo con nadie, no solo el darnos un baño, sino el hecho de cepillarnos los dientes mientras nuestras miradas se encontraban de nuevo y me hacían sonreír con el cepillo en la boca. Y por extraño que pareciese, no me sentía incómoda. Era como si hubiésemos hecho aquello cada noche durante toda nuestra vida. Reidar comenzó a reírse ante mi atenta mirada y me embaucó por completo con sus palabras, preocupándose sobre mi estado ante todos los acontecimientos que estaba segura de que ninguno de los dos había imaginado así.
- Todo está perfecto.- dije divertida mientras veía a Reidar correr para cerrar el grifo de la bañera que rebosaba llegando en ese momento el agua hasta nosotros. Él era perfecto, pensé.- ¿Cómo puedes estar tan sexy hasta lavándote los dientes?
Cogiendo mi mano, mientras todo mi cuerpo se estremecía con aquel contacto, me dirigió a la bañera, donde las cálidas agua envolvieron mi cuerpo mientras él se desvestía ante mi atenta mirada. ¿Qué me sucedía que no podía apartar mis ojos de él? Pero no sólo era su cuerpo digno de un dios, era su sonrisa, su mirada, su voz...cada poro de su piel me envolvía en una especie de felicidad desconocida para mí hasta entonces. Más lo que sucedió a continuación tampoco me lo esperaba; Reidar se metió en la bañera conmigo, colocándose a mi espalda y envolviéndome con su cuerpo. Mientras sus manos recorrían el mío enjabonándome con delicadeza. Otra cosa nueva para mí, y que me excitaba por momentos.
Giré la cabeza buscando su boca, deseando esos besos que me hacían volar, porque con Reidar cada momento era lo mismo que tocar el cielo. Nuestras caricias recorrían nuestros cuerpos mientras yo me daba la vuelta para colocarme a horcajadas sobre él, jadeando ante el roce de nuestros sexos bajo el agua, mientras nuestros besos eran lentos y dulces. Se introdujo en mí mientras un gemido se ahogo en su boca. Sus movimientos asiéndome de las caderas era pausados, con calma; como si ninguno de los dos tuviese prisa por terminar.
Nuestras lenguas enredadas se agitaron al mismo tiempo que sus embestidas, y el clímax nos llegó a los dos al mismo tiempo mientras nos fundíamos en una abrazo lleno de cariño y ternura, mientras hundía su rostro en mi pelo, haciéndome que cada partícula de mi ser se estremeciera con su dulzura.
Salimos de la bañera mientras nos secábamos el uno al otro, en silencio, donde solo nuestras miradas hablaban de nuevo. Donde no nos hacía falta nada más que la presencia del otro para estar bien. No tardamos en dirigirnos a la habitación desnudos, mientras yo miraba perdida mientras Reidar recogía su ropa. Suponía que dormiríamos juntos, pero se me hacía extraño pasar la noche junto a alguien en el momento en el que más vulnerable me sentía. Jamás había compartido lecho con un hombre, al menos para dormir, aunque claro, aquella era la noche de las primeras veces, donde una y otra vez me encontraba haciendo cosas con aquel lobo que era nuevas para mí. Me hallaba totalmente perdida.
Reidar se acercó a mí con su camisola en la mano, que me colocó por la cabeza mientras me hablaba como si fuese capaz de leer mis pensamientos, más sabía que eso era imposible. Sus palabras llenas de sentimiento calaron en lo más profundo de mi ser, mientras un extraño sentimiento nacía en mi interior. Quería seguir viéndonos mientras estuviese en París; no solo aquella noche, si no hacerlo hasta su marcha. Deseaba compartir su estancia conmigo y yo el resto de mi existencia con él. Aunque sabía que era imposible.
- A mí también me gustaría poder compartir contigo los días que sigas en París; esta noche se me ha pasado demasiado rápido.- susurré mientras me cogía de la mano con la intención de acostarnos en el lecho mientras mi corazón me decía que cómo conseguir no enamorarse de él si cada gesto suyo me llenaba por completo en todos los aspectos.
Me pedía que no tuviese miedo, que no iba a doler; aunque yo sabía de sobra que me dolería cuando se marchase, porque ya me dolía el saber que lo iba a perder. Pero debía aprovechar de nuevo ese tiempo extra que nos daba el destino. Ambos nos acostamos en la cama, recorriendo nuestros cuerpos de caricias y dulces besos entre los que me dormí sin darme cuenta abrazada por sus fuertes brazos. Caí en los brazos de Morfeo mientras aquel maravilloso había roto todos mis esquemas y había liberado mi alma de aquel dolor constante que tenía al pensar que jamás podría amar o ser amada. Con él todo era distinto, y aquello me llenaba de paz.
Sonreí mientras giraba la cabeza de medio lado cuando el lobo me indicó el cepillo de dientes que que podía utilizar, y que obediente cogí, mientras el buscaba el suyo, y comenzaba a llenar la bañera donde meternos los dos en un relajante baño. Aquello me estaba empezando a resultar subrealista al mismo tiempo que abrumador. Jamás había imaginado compartir un acto tan íntimo con nadie, no solo el darnos un baño, sino el hecho de cepillarnos los dientes mientras nuestras miradas se encontraban de nuevo y me hacían sonreír con el cepillo en la boca. Y por extraño que pareciese, no me sentía incómoda. Era como si hubiésemos hecho aquello cada noche durante toda nuestra vida. Reidar comenzó a reírse ante mi atenta mirada y me embaucó por completo con sus palabras, preocupándose sobre mi estado ante todos los acontecimientos que estaba segura de que ninguno de los dos había imaginado así.
- Todo está perfecto.- dije divertida mientras veía a Reidar correr para cerrar el grifo de la bañera que rebosaba llegando en ese momento el agua hasta nosotros. Él era perfecto, pensé.- ¿Cómo puedes estar tan sexy hasta lavándote los dientes?
Cogiendo mi mano, mientras todo mi cuerpo se estremecía con aquel contacto, me dirigió a la bañera, donde las cálidas agua envolvieron mi cuerpo mientras él se desvestía ante mi atenta mirada. ¿Qué me sucedía que no podía apartar mis ojos de él? Pero no sólo era su cuerpo digno de un dios, era su sonrisa, su mirada, su voz...cada poro de su piel me envolvía en una especie de felicidad desconocida para mí hasta entonces. Más lo que sucedió a continuación tampoco me lo esperaba; Reidar se metió en la bañera conmigo, colocándose a mi espalda y envolviéndome con su cuerpo. Mientras sus manos recorrían el mío enjabonándome con delicadeza. Otra cosa nueva para mí, y que me excitaba por momentos.
Giré la cabeza buscando su boca, deseando esos besos que me hacían volar, porque con Reidar cada momento era lo mismo que tocar el cielo. Nuestras caricias recorrían nuestros cuerpos mientras yo me daba la vuelta para colocarme a horcajadas sobre él, jadeando ante el roce de nuestros sexos bajo el agua, mientras nuestros besos eran lentos y dulces. Se introdujo en mí mientras un gemido se ahogo en su boca. Sus movimientos asiéndome de las caderas era pausados, con calma; como si ninguno de los dos tuviese prisa por terminar.
Nuestras lenguas enredadas se agitaron al mismo tiempo que sus embestidas, y el clímax nos llegó a los dos al mismo tiempo mientras nos fundíamos en una abrazo lleno de cariño y ternura, mientras hundía su rostro en mi pelo, haciéndome que cada partícula de mi ser se estremeciera con su dulzura.
Salimos de la bañera mientras nos secábamos el uno al otro, en silencio, donde solo nuestras miradas hablaban de nuevo. Donde no nos hacía falta nada más que la presencia del otro para estar bien. No tardamos en dirigirnos a la habitación desnudos, mientras yo miraba perdida mientras Reidar recogía su ropa. Suponía que dormiríamos juntos, pero se me hacía extraño pasar la noche junto a alguien en el momento en el que más vulnerable me sentía. Jamás había compartido lecho con un hombre, al menos para dormir, aunque claro, aquella era la noche de las primeras veces, donde una y otra vez me encontraba haciendo cosas con aquel lobo que era nuevas para mí. Me hallaba totalmente perdida.
Reidar se acercó a mí con su camisola en la mano, que me colocó por la cabeza mientras me hablaba como si fuese capaz de leer mis pensamientos, más sabía que eso era imposible. Sus palabras llenas de sentimiento calaron en lo más profundo de mi ser, mientras un extraño sentimiento nacía en mi interior. Quería seguir viéndonos mientras estuviese en París; no solo aquella noche, si no hacerlo hasta su marcha. Deseaba compartir su estancia conmigo y yo el resto de mi existencia con él. Aunque sabía que era imposible.
- A mí también me gustaría poder compartir contigo los días que sigas en París; esta noche se me ha pasado demasiado rápido.- susurré mientras me cogía de la mano con la intención de acostarnos en el lecho mientras mi corazón me decía que cómo conseguir no enamorarse de él si cada gesto suyo me llenaba por completo en todos los aspectos.
Me pedía que no tuviese miedo, que no iba a doler; aunque yo sabía de sobra que me dolería cuando se marchase, porque ya me dolía el saber que lo iba a perder. Pero debía aprovechar de nuevo ese tiempo extra que nos daba el destino. Ambos nos acostamos en la cama, recorriendo nuestros cuerpos de caricias y dulces besos entre los que me dormí sin darme cuenta abrazada por sus fuertes brazos. Caí en los brazos de Morfeo mientras aquel maravilloso había roto todos mis esquemas y había liberado mi alma de aquel dolor constante que tenía al pensar que jamás podría amar o ser amada. Con él todo era distinto, y aquello me llenaba de paz.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Abrí los ojos cuando los primeros rayos de sol se adentraban por el ventanuco de aquella cámara modesta de paredes blancas.
Sonreí hundiendo mi cabeza en el pelo de aquella vampira que junto a mi había compartido lecho y que enredada en mis brazos se me antojaba el ser mas maravillosos del mundo.
Me alce despacio con la firme intención de no trastocar su sueño y apostille bien el ventanal para que ningún furtivo ápice de luz pudiera rozarla.
Tras esto y como todos los días desde mi llegada a París me lave, cepille mis dientes, me puse ropa limpia y coloque cada uno de los cuchillos en sus lugares correspondientes.
Aquella mañana la esperaba con franca impaciencia y un nerviosismo extraño atenazaba no solo mi cuerpo si no también mi alma.
Hundí mis dedos en el pelo mirando mi imagen en aquel espejo, había pasado mucho tiempo desde que como respuesta no veía a un muchacho feliz y carente de preocupaciones.
Ahora la imagen me mostraba un hombre que tras sus mil escudos tenia miedo, miedo de muchas cosas, mas sin duda la idea de que la manada estuviera atravesando por la peor etapa conocida en mi vida me aterraba, no sabia si seria capaz de poner fin a aquella guerra y sabia que necesitaba la ayuda de mi hermano para salvarnos.
Mas aquel hombre que frente a mi se aparecía como un autentico desconocido no parecía ser de esos que dan su brazo a torcer, mas bien todo lo contrario, era de esos que cuando toma una decisión firme, nada ni nadie logra trastocársela.
Además mi hermana ingresada en ese hospital se debatía entre la vida y la muerte y mi estado se demacraba frente a ese espejo cargándose de preocupaciones.
Salí del baño con el firme propósito de no irme de ese hospital hasta que Damon al menos cediera a escucharme y por supuesto hasta no saber algo sobre la recuperación de mi hermana, me daba igual lo que los médicos tuvieran que hacer por salvarla, pues nada en este mundo se me antojaba demasiado, descendería a los infiernos por ella si eso era necesario para poder volver a verla en pie.
Me aproxime al lecho depositando un beso en la frente de aquella preciosa dama que pronto me inundo con aquel aroma a canela, olor que forzó mi segunda sonrisa del día y que pegado a mi piel me acompañaría por el resto del día.
Baje las escaleras hasta alcanzar la recepción, habían hecho ya el cambio de turno y ahora la silla era ocupada por una mujer de mejillas sonrosadas y amplia sonrisa en los labios, que al igual que su marido parecía completamente servicial.
-Agradecería que no entraran hoy a limpiar mi habitación, una mujer se ha quedado a dormir en ella, anoche estuvimos despiertos hasta prácticamente el alba y ..-susurre con picardia.
Mi sonrisa picara y triunfal lo dijo todo, aquella mujer entendió mas que de sobra que nuestra noche había sido muy movida y que esa mujer dormiría por el resto del día.
-Una cosa mas, en ese encuentro tuve la soberana desfachatez de romper su vestido -añadí con un gesto travieso en mi rostro -entienda la situación, ¿me podría hacer el favor de comprar uno a su gusto, junto con algún colgante engarzado a piedras preciosas? No veo mejor modo de compensar que me haya dedicado una maravillosa noche.
También me gustaría que junto a ese obsequio le subieran un ramo de flores, rosas rojas por favor, y una blanca.
Además me gustaría saber si conoce o habría posibilidad de...
Acerque mis labios a su oído mientras contaba mi plan para aquella noche que esperaba que con creces sirviera no solo para que ambos pasáramos una bonita velada si no también para resarcir la mala noche que yo y mi familia le habíamos hecho pasar.
-Súbale junto a la comanda una botella de champagne y esta nota..por favor -apunte finalmente
Querida Moira:
Hubiera deseado despertar a tu lado, mas como bien sabes las obligaciones familiares me empujan a no poder hacerlo, deseo que esa botella de champan te haga animar la noche hasta que yo llegue, permítame obsequiarla con ese vestido que sin duda resaltara vuestra belleza.
Quiero que se lo ponga, junto con el colgante y los zapatos y me espere vestida para compartir conmigo una sencilla velada que acompañada de champan y flores espero sirva mínimamente para hacerla sonreír.
Siempre suyo.
Reidar
Salí de aquel hostal con el trabajo bien hecho y tras tomar mi pertrechada montura de las cuadras puse rumbo al hospital.
Sonreí hundiendo mi cabeza en el pelo de aquella vampira que junto a mi había compartido lecho y que enredada en mis brazos se me antojaba el ser mas maravillosos del mundo.
Me alce despacio con la firme intención de no trastocar su sueño y apostille bien el ventanal para que ningún furtivo ápice de luz pudiera rozarla.
Tras esto y como todos los días desde mi llegada a París me lave, cepille mis dientes, me puse ropa limpia y coloque cada uno de los cuchillos en sus lugares correspondientes.
Aquella mañana la esperaba con franca impaciencia y un nerviosismo extraño atenazaba no solo mi cuerpo si no también mi alma.
Hundí mis dedos en el pelo mirando mi imagen en aquel espejo, había pasado mucho tiempo desde que como respuesta no veía a un muchacho feliz y carente de preocupaciones.
Ahora la imagen me mostraba un hombre que tras sus mil escudos tenia miedo, miedo de muchas cosas, mas sin duda la idea de que la manada estuviera atravesando por la peor etapa conocida en mi vida me aterraba, no sabia si seria capaz de poner fin a aquella guerra y sabia que necesitaba la ayuda de mi hermano para salvarnos.
Mas aquel hombre que frente a mi se aparecía como un autentico desconocido no parecía ser de esos que dan su brazo a torcer, mas bien todo lo contrario, era de esos que cuando toma una decisión firme, nada ni nadie logra trastocársela.
Además mi hermana ingresada en ese hospital se debatía entre la vida y la muerte y mi estado se demacraba frente a ese espejo cargándose de preocupaciones.
Salí del baño con el firme propósito de no irme de ese hospital hasta que Damon al menos cediera a escucharme y por supuesto hasta no saber algo sobre la recuperación de mi hermana, me daba igual lo que los médicos tuvieran que hacer por salvarla, pues nada en este mundo se me antojaba demasiado, descendería a los infiernos por ella si eso era necesario para poder volver a verla en pie.
Me aproxime al lecho depositando un beso en la frente de aquella preciosa dama que pronto me inundo con aquel aroma a canela, olor que forzó mi segunda sonrisa del día y que pegado a mi piel me acompañaría por el resto del día.
Baje las escaleras hasta alcanzar la recepción, habían hecho ya el cambio de turno y ahora la silla era ocupada por una mujer de mejillas sonrosadas y amplia sonrisa en los labios, que al igual que su marido parecía completamente servicial.
-Agradecería que no entraran hoy a limpiar mi habitación, una mujer se ha quedado a dormir en ella, anoche estuvimos despiertos hasta prácticamente el alba y ..-susurre con picardia.
Mi sonrisa picara y triunfal lo dijo todo, aquella mujer entendió mas que de sobra que nuestra noche había sido muy movida y que esa mujer dormiría por el resto del día.
-Una cosa mas, en ese encuentro tuve la soberana desfachatez de romper su vestido -añadí con un gesto travieso en mi rostro -entienda la situación, ¿me podría hacer el favor de comprar uno a su gusto, junto con algún colgante engarzado a piedras preciosas? No veo mejor modo de compensar que me haya dedicado una maravillosa noche.
También me gustaría que junto a ese obsequio le subieran un ramo de flores, rosas rojas por favor, y una blanca.
Además me gustaría saber si conoce o habría posibilidad de...
Acerque mis labios a su oído mientras contaba mi plan para aquella noche que esperaba que con creces sirviera no solo para que ambos pasáramos una bonita velada si no también para resarcir la mala noche que yo y mi familia le habíamos hecho pasar.
-Súbale junto a la comanda una botella de champagne y esta nota..por favor -apunte finalmente
Querida Moira:
Hubiera deseado despertar a tu lado, mas como bien sabes las obligaciones familiares me empujan a no poder hacerlo, deseo que esa botella de champan te haga animar la noche hasta que yo llegue, permítame obsequiarla con ese vestido que sin duda resaltara vuestra belleza.
Quiero que se lo ponga, junto con el colgante y los zapatos y me espere vestida para compartir conmigo una sencilla velada que acompañada de champan y flores espero sirva mínimamente para hacerla sonreír.
Siempre suyo.
Reidar
Salí de aquel hostal con el trabajo bien hecho y tras tomar mi pertrechada montura de las cuadras puse rumbo al hospital.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Dormía plácidamente cuando sentí a Reidar moverse y levantarse de la cama, aunque fui incapaz de moverme siquiera; estaba exhausta después de aquella noche y necesitaba descansar unas horas más. El pequeño picor que sentía en la nuca me decía que ya era de día, y probablemente el lobo estaba impaciente por acudir al hospital y comprobar el estado de sus hermanos. Sabía que Damon estaría bien, más esperaba de corazón que hubiesen podido estabilizar a su hermana.
Pasados unos minutos, Reidar me regaló un beso en la frente que me hizo sonreír en sueños. Un beso que guardaría durante el resto del día impaciente por su regreso. Y aquel olor a él, a grandes bosques y a naturaleza salvaje que desprendía, inundó la habitación. No tardé en volver a caer en los brazos de Morfeo, mientras abrazaba su almohada buscando la cercanía de su olor.
No sé cuanto tiempo había pasado desde entonces, pero cuando llamaron a la puerta me percaté de que todavía faltaban algunas horas para el anochecer. Me levanté un tanto desorientada mientras me acercaba a abrir a quien quiera que fuese; era extraño, Reidar tenía la llave para entrar y yo no le había dicho a nadie donde estaba.
Sonreí cuando al abrir la puerta encontré a la misma muchacha que nos había traido la cena la noche anterior, que venía cargada de..¿flores?, además de otras cajas que me dejaron igual de perpleja.
- Esto lo ha encargado el Señor Landvik para vos; espero que sea de su agrado.- dijo con timidez mientras se adentraba en la habitación y colocaba sobre la mesa un montón de cosas que me pillaban desprevenida.
- Gracias.- le contesté mientras le recompensé todo aquello con una propina más que sustanciosa y sonreía embobada.- Seguro que es todo perfecto.
La muchacha se marchó y yo me aventuré hacia la sorpresa que acababa de recibir por parte de Reidar. Sonreí cuando vi el ramo de rosas rojas y una blanca que la muchacha había tenido el detalle de colocarme dentro de un jarrón. Había un sobre que cogí impaciente, como una chiquilla nerviosa el día de Navidad. Una lágrima resbaló por mi mejilla al leer la nota que el lobo había escrito con su puño y letra. ¿Así era como pensaba conseguir que no me enamorase de él? Porque estaba consiguiendo el efecto contrario. Nadie había hecho nada así por mí jamas; nunca había recibido flores ni me habían sorprendido de aquella forma. Di un saltito divertida mientras habría el resto de las cajas y encontré un precioso vestido azul oscuro de jade con bordados en plata, y un colgante plateado con la forma de una mariposa a juego con el vestido. La botella de champagne que descansaba en la cubitera prometía una noche llena de promesas. El corazón se me cayó a los pies cuando pensé que me estaba haciendo ilusiones con un hombre que jamás podría ser mío; quizás unas cuantas noches podría compartirlas con él, pero luego se marcharía. Quizás debería desaparecer ahora, antes de que empezase a sentir algo por él que me destrozase con su marcha.
Miré de nuevo su nota, la releí innumerables veces y por fin me di cuenta de que era tarde. Ya sentía algo por él que me destrozaría con su marcha, así que ¿por qué perderme cada segundo que pudiese pasar a su lado? Reidar era lo mejor que me había pasado en la vida, y hasta que él no me dijese lo contrario, me entregaría en cuerpo y alma a aquel lobo que me había hecho sentir felicidad plena.
Terminaba de ponerme el vestido cuando llamaron a la puerta de nuevo. Salí dando saltos pensando que sería mi lobo o quizás la muchacha que había olvidado algo. Más cuan fue mi sorpresa, cuando al abrir me encontré con un licantropo ensangrentado que portaba un niño precioso en brazos.
- ¿Reidar Landvik?- preguntó en un tono no muy amable al percatarse de que yo era vampiresa.
- No creo que tarde en volver. ¿Quiere que le dé algún recado?- pregunté nerviosa por el cambio de rumbo que estaba tomando todo aquello.
- Esperaré.- esputó el lobo antes de caerse redondo al suelo, dándome solo tiempo a reaccionar para coger al niño antes de que cayese con él y que asustado me miraba fijamente.
Pero, ¿qué era aquello?¿alguna broma macabra?Me asomé al pasillo cercionándome de que nadie lo había visto y de que el niño solo estaba sucio y no herido, cogí al lobo de la chaqueta que llevaba y lo arrastré al interior de la habitación, mientras cerraba la puerta con el pie y consolaba al niño que se había puesto a llorar. Al mecerlo pareció calmarse un poco y solo un pequeño hipo quedaba de aquel llanto aterrado.
Vale..poco a poco, me dije a mí misma dándome ánimos y paciencia en partes iguales. Le di la vuelta al lobo que yacía en el suelo, los latidos de su corazón eran imperceptibles, pero aún así me arrodillé para buscar su pulso en el cuello. Nada. Estaba muerto. Las heridas eran parecidas a las que había visto la noche anterior en la hermana de Reidar. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Observé como un pergamino amarillento y enrollado sobresalía del interior de la chaqueta y me hice con él, mientras me sentaba en la cama con aquel pequeño de ojos azules que me recordaba muchísimo a alguien.
- No llores corazón.- le susurré en un tono dulzón mientras acariciaba sus mejillas y un mechón de pelo que le caía por la frente.- Cuidaré de ti hasta que sepamos como arreglarlo, ¿vale?
El niño me miraba anonadado, aunque había dejado de llorar. Lo senté en mi regazo, y mientras el pequeño jugaba con mis rizos despeinados desenvolví parte de aquella misiva que portaba el licántropo, y que tenía que ver con Reidar. Leí.
"Querido Reidar. Si estás leyendo esta carta con tu hijo en brazos es porque yo y toda mi manada hemos muerto.."
No pude leer más. Aquello era muy personal y no tenía derecho a hurgar en su vida. Creo que en ese momento entré en un estado de shock parcial, y bloqueé mi mente para no pensar más. Tenía que hablar con Reidar primero. Me levanté con el pequeño en brazos y dejé la misiva sobre la mesa de madera noble.
¿Y ahora qué? El niño me miraba como si se preguntase lo mismo. Apenas tendría un año, y había visto demasiada sangre y muerte. Por todos los dioses, Reidar tenía un hijo. ¿Lo sabría? Tenía unas ganas enormes de ponerme a llorar, no por el niño, sino por pensar que podía estar casado y ser yo solo una aventura, pero sabía que tenía que ser fuerte por aquel niño que debía estar pasándolo fatal. Si el mensajero había llegado así, nada bueno había ocurrido con sus familiares.
Lo senté sobre la cama mientras cogía la sábana superior y enrollaba al lobo fallecido para quitarlo de su inocente visión. Después lo escondí debajo de la cama, esperando no recibir más visitas, pero siendo cautelosa en el caso de que se presentasen. Cuando me quise dar cuenta el niño se tambaleaba dando pequeños pasos hacia el cuarto de baño, y con miedo de que se hiciese daño, corrí tras él para tomarlo en brazos y hacerle cosquillas en el cuello con mi nariz. Comenzó a reir a carcajadas y aquello me alivió de la tensión que todo mi ser albergaba en ese momento.
Tenía que hacer algo, no podía quedarme de brazos cruzados, así que me decidí por hacer lo que mejor sabía, cuidar de los demás. Asomé la cabeza al pasillo con la esperanza de encontrar a alguna muchacha que pudiese hacer algunos recados por mí, al menos hasta que se ocultase el sol. Tuve la suerte de que no esperar muchos minutos, pues apareció una joven atareada con sábanas a la que llamé desde el umbral de la habitación, con precaución de que no me alcanzase la luz del pasillo.
- Disculpe, ¿podría hacerme un favor?.- sonreí con dulzura mientras miraba a aquella joven de forma angelical, sabiendo que así no podría negarse.- Necesito algunas cosas para..mi bebé. Su padre aún no ha vuelto, y es urgente. ¿Podría vos hacerme el favor de traerme pañales, comida y una cuna para él?
Le ofrecí un saquito que saqué del bolso con dinero. Aquello pagaría sin duda todo lo que le había encargado.
-Quédese con lo que sobre por la molestia causada.- sonreí mientras la muchacha asentía con la cabeza y desaparecía como un rayo agradecida por la parte que le tocaría después de servirme.
Miré al pequeño que ahora estaba entretenido con mi colgante de mariposa y que no daba trabajo alguno. Lo miré con dulzura. Ojalá yo hubiese podido tener hijos, más sabía que mi vientre estaba igual de muerto que yo. Me senté en el sillón junto a la ventana, mientras recostaba al niño sobre mi regazo y comencé a cantarle las nanas que recordaba de cuando era pequeña y que me cantaba mi madre.
-Descansa, pequeño Quillan.- susurré depositando un beso en su frente. Sonreí al recordar aquel nombre de mi lengua materna que significaba cachorro. La misma palabra que aparecía en mi mente cuando besaba con dulzura a Reidar; en esos momentos en los que nuestras miradas se hablaban y sabíamos perfectamente lo que deseaba el otro.
El pequeño se durmió al poco tiempo, cogiendo un mechón de mi pelo entre sus diminutas manos. Y yo comencé a pensar como contarle a Reidar todo lo sucedido en cuanto entrase por esa puerta. No estaba enfadada ni decepcionada; sabía que Reidar había tenido su vida antes de conocerme al igual que yo la mía, solo esperaba que no me hubiese mentido, porque todo lo que nos había unido, una mentira lo rompería.
Pequeño Quillan
Pasados unos minutos, Reidar me regaló un beso en la frente que me hizo sonreír en sueños. Un beso que guardaría durante el resto del día impaciente por su regreso. Y aquel olor a él, a grandes bosques y a naturaleza salvaje que desprendía, inundó la habitación. No tardé en volver a caer en los brazos de Morfeo, mientras abrazaba su almohada buscando la cercanía de su olor.
No sé cuanto tiempo había pasado desde entonces, pero cuando llamaron a la puerta me percaté de que todavía faltaban algunas horas para el anochecer. Me levanté un tanto desorientada mientras me acercaba a abrir a quien quiera que fuese; era extraño, Reidar tenía la llave para entrar y yo no le había dicho a nadie donde estaba.
Sonreí cuando al abrir la puerta encontré a la misma muchacha que nos había traido la cena la noche anterior, que venía cargada de..¿flores?, además de otras cajas que me dejaron igual de perpleja.
- Esto lo ha encargado el Señor Landvik para vos; espero que sea de su agrado.- dijo con timidez mientras se adentraba en la habitación y colocaba sobre la mesa un montón de cosas que me pillaban desprevenida.
- Gracias.- le contesté mientras le recompensé todo aquello con una propina más que sustanciosa y sonreía embobada.- Seguro que es todo perfecto.
La muchacha se marchó y yo me aventuré hacia la sorpresa que acababa de recibir por parte de Reidar. Sonreí cuando vi el ramo de rosas rojas y una blanca que la muchacha había tenido el detalle de colocarme dentro de un jarrón. Había un sobre que cogí impaciente, como una chiquilla nerviosa el día de Navidad. Una lágrima resbaló por mi mejilla al leer la nota que el lobo había escrito con su puño y letra. ¿Así era como pensaba conseguir que no me enamorase de él? Porque estaba consiguiendo el efecto contrario. Nadie había hecho nada así por mí jamas; nunca había recibido flores ni me habían sorprendido de aquella forma. Di un saltito divertida mientras habría el resto de las cajas y encontré un precioso vestido azul oscuro de jade con bordados en plata, y un colgante plateado con la forma de una mariposa a juego con el vestido. La botella de champagne que descansaba en la cubitera prometía una noche llena de promesas. El corazón se me cayó a los pies cuando pensé que me estaba haciendo ilusiones con un hombre que jamás podría ser mío; quizás unas cuantas noches podría compartirlas con él, pero luego se marcharía. Quizás debería desaparecer ahora, antes de que empezase a sentir algo por él que me destrozase con su marcha.
Miré de nuevo su nota, la releí innumerables veces y por fin me di cuenta de que era tarde. Ya sentía algo por él que me destrozaría con su marcha, así que ¿por qué perderme cada segundo que pudiese pasar a su lado? Reidar era lo mejor que me había pasado en la vida, y hasta que él no me dijese lo contrario, me entregaría en cuerpo y alma a aquel lobo que me había hecho sentir felicidad plena.
Terminaba de ponerme el vestido cuando llamaron a la puerta de nuevo. Salí dando saltos pensando que sería mi lobo o quizás la muchacha que había olvidado algo. Más cuan fue mi sorpresa, cuando al abrir me encontré con un licantropo ensangrentado que portaba un niño precioso en brazos.
- ¿Reidar Landvik?- preguntó en un tono no muy amable al percatarse de que yo era vampiresa.
- No creo que tarde en volver. ¿Quiere que le dé algún recado?- pregunté nerviosa por el cambio de rumbo que estaba tomando todo aquello.
- Esperaré.- esputó el lobo antes de caerse redondo al suelo, dándome solo tiempo a reaccionar para coger al niño antes de que cayese con él y que asustado me miraba fijamente.
Pero, ¿qué era aquello?¿alguna broma macabra?Me asomé al pasillo cercionándome de que nadie lo había visto y de que el niño solo estaba sucio y no herido, cogí al lobo de la chaqueta que llevaba y lo arrastré al interior de la habitación, mientras cerraba la puerta con el pie y consolaba al niño que se había puesto a llorar. Al mecerlo pareció calmarse un poco y solo un pequeño hipo quedaba de aquel llanto aterrado.
Vale..poco a poco, me dije a mí misma dándome ánimos y paciencia en partes iguales. Le di la vuelta al lobo que yacía en el suelo, los latidos de su corazón eran imperceptibles, pero aún así me arrodillé para buscar su pulso en el cuello. Nada. Estaba muerto. Las heridas eran parecidas a las que había visto la noche anterior en la hermana de Reidar. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Observé como un pergamino amarillento y enrollado sobresalía del interior de la chaqueta y me hice con él, mientras me sentaba en la cama con aquel pequeño de ojos azules que me recordaba muchísimo a alguien.
- No llores corazón.- le susurré en un tono dulzón mientras acariciaba sus mejillas y un mechón de pelo que le caía por la frente.- Cuidaré de ti hasta que sepamos como arreglarlo, ¿vale?
El niño me miraba anonadado, aunque había dejado de llorar. Lo senté en mi regazo, y mientras el pequeño jugaba con mis rizos despeinados desenvolví parte de aquella misiva que portaba el licántropo, y que tenía que ver con Reidar. Leí.
"Querido Reidar. Si estás leyendo esta carta con tu hijo en brazos es porque yo y toda mi manada hemos muerto.."
No pude leer más. Aquello era muy personal y no tenía derecho a hurgar en su vida. Creo que en ese momento entré en un estado de shock parcial, y bloqueé mi mente para no pensar más. Tenía que hablar con Reidar primero. Me levanté con el pequeño en brazos y dejé la misiva sobre la mesa de madera noble.
¿Y ahora qué? El niño me miraba como si se preguntase lo mismo. Apenas tendría un año, y había visto demasiada sangre y muerte. Por todos los dioses, Reidar tenía un hijo. ¿Lo sabría? Tenía unas ganas enormes de ponerme a llorar, no por el niño, sino por pensar que podía estar casado y ser yo solo una aventura, pero sabía que tenía que ser fuerte por aquel niño que debía estar pasándolo fatal. Si el mensajero había llegado así, nada bueno había ocurrido con sus familiares.
Lo senté sobre la cama mientras cogía la sábana superior y enrollaba al lobo fallecido para quitarlo de su inocente visión. Después lo escondí debajo de la cama, esperando no recibir más visitas, pero siendo cautelosa en el caso de que se presentasen. Cuando me quise dar cuenta el niño se tambaleaba dando pequeños pasos hacia el cuarto de baño, y con miedo de que se hiciese daño, corrí tras él para tomarlo en brazos y hacerle cosquillas en el cuello con mi nariz. Comenzó a reir a carcajadas y aquello me alivió de la tensión que todo mi ser albergaba en ese momento.
Tenía que hacer algo, no podía quedarme de brazos cruzados, así que me decidí por hacer lo que mejor sabía, cuidar de los demás. Asomé la cabeza al pasillo con la esperanza de encontrar a alguna muchacha que pudiese hacer algunos recados por mí, al menos hasta que se ocultase el sol. Tuve la suerte de que no esperar muchos minutos, pues apareció una joven atareada con sábanas a la que llamé desde el umbral de la habitación, con precaución de que no me alcanzase la luz del pasillo.
- Disculpe, ¿podría hacerme un favor?.- sonreí con dulzura mientras miraba a aquella joven de forma angelical, sabiendo que así no podría negarse.- Necesito algunas cosas para..mi bebé. Su padre aún no ha vuelto, y es urgente. ¿Podría vos hacerme el favor de traerme pañales, comida y una cuna para él?
Le ofrecí un saquito que saqué del bolso con dinero. Aquello pagaría sin duda todo lo que le había encargado.
-Quédese con lo que sobre por la molestia causada.- sonreí mientras la muchacha asentía con la cabeza y desaparecía como un rayo agradecida por la parte que le tocaría después de servirme.
Miré al pequeño que ahora estaba entretenido con mi colgante de mariposa y que no daba trabajo alguno. Lo miré con dulzura. Ojalá yo hubiese podido tener hijos, más sabía que mi vientre estaba igual de muerto que yo. Me senté en el sillón junto a la ventana, mientras recostaba al niño sobre mi regazo y comencé a cantarle las nanas que recordaba de cuando era pequeña y que me cantaba mi madre.
-Descansa, pequeño Quillan.- susurré depositando un beso en su frente. Sonreí al recordar aquel nombre de mi lengua materna que significaba cachorro. La misma palabra que aparecía en mi mente cuando besaba con dulzura a Reidar; en esos momentos en los que nuestras miradas se hablaban y sabíamos perfectamente lo que deseaba el otro.
El pequeño se durmió al poco tiempo, cogiendo un mechón de mi pelo entre sus diminutas manos. Y yo comencé a pensar como contarle a Reidar todo lo sucedido en cuanto entrase por esa puerta. No estaba enfadada ni decepcionada; sabía que Reidar había tenido su vida antes de conocerme al igual que yo la mía, solo esperaba que no me hubiese mentido, porque todo lo que nos había unido, una mentira lo rompería.
Pequeño Quillan
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Las ramas de los frondosos arboles pasaban frente a mis ojos con suavidad, el sol había caído y en su lugar la hermosa madre luna engalardonaba el cielo presagiando un día glorioso.
No pude evitar sonreír al recordar aquello que esa misma mañana había pedido preparar para Moira y como no también para mi, estaba deseando verla, ver la cara que pondría al ver un barco lleno de velas y flores que bajo la luna nos brindaría una cena de ensueño acunados por el mar.
Ademas el día había ido muy bien, mi hermana se recuperaba de las heridas, los médicos habían asegurado que no entendían como era posible que hubiera sobrevivido, mas que ahora, sus heridas cerraban a buen ritmo, ella estaba fuera de peligro y con esas palabras mi felicidad se hizo plena.
También me advirtieron del tosco carácter de mi hermano, al parecer tratar con el les resulto...complicado, seria la palabra correcta a emplear.
No pude evitar echarme a reír yo solo frente a aquello que los propios médicos me contaron y que estaba seguro que Moira se moriría por escuchar al fin y al cabo al parecer ellos eran amigos o algún suceso les había unido antaño.
Solo los cascos del caballo contra la tierra me alentaban a seguir meditando en silencio. Damon había aceptado tener un encuentro con nosotros, dijo que cuando nuestra hermana saliera del hospital, quizás, y remarco el quizás pues parecía reticente a ello, mas apuesto que su futura esposa es la que había intercedido para que eso pudiera ser posible. Quizás podríamos tener una cena bajo las estrellas en algún lugar apartado y sosegado para todos donde poder hablar e intercambiar impresiones.
Cuando hablaba con mi hermano notaba que entre nosotros había una lejanía mas que impuesta por nuestra condición de alfas, mas sin duda esa mujer que se encontraba en la cama le importaba, pues al igual que a mi, parecía costarle despegarse de ese lecho.
Había intercambiado algunas palabras con su prometida, me había parecido una mujer encantadora, quizás bastante terca, mas creo que eso era en el fondo lo que mas le gustaba a mi hermano, una mujer a al que domar, que no siempre le bailara el agua.
Ambos se miraban de un modo especial y aunque se esforzaban por disimularlo, creo que sentía mas de lo que decían el uno por el otro.
No tarde en llegar frente al hostal, subí las escaleras de dos en dos, mi impaciencia por ver a aquella vampiresa con el vestido puesto y lista para la sorpresa no tenia fin.
Estaba deseando contemplar de nuevo aquel rostro perfecto y como no dejarme embriagar por su perfume de vainilla.
Aquella noche todo apuntaba a ser perfecto, el día había sido bueno, y ahora gracias a ella mi familia estaba a salvo, esperaba que esa sorpresa recompensara en parte todo lo que había hecho por mi, estaba en deuda con ella.
Ademas de que me moría por volver a besadla, por rozar de nuevo su piel, necesitaba enredarme en aquel cuerpo, el deseo era tan patente entre nosotros como la misma complicidad que juntos alcanzábamos.
Abrí la puerta incrustando la llave en la cerradura con una sonrisa dibujada en los labios, sonrisa que quedo apagada, pues en sus brazos había un bebe ¿era madre? Nada me cuadraban ademas olía a cadáver. ¿había sido capaz de matar a alguien y robarle su hijo? ¿que monstruo era esa mujer con la que me había acostado?
Mi cuerpo se tenso mientras me adentraba en la habitación alzando los brazos.
-Moira suelta a ese bebe …
No acabe la frase cuando el olor a mi linaje me invadió, ese niño, ese niño era mio.
Perdido, mi rostro reflejaba la mas absoluta desesperación, sorpresa y angustia.
-¿que ha pasado Moira? ¿ese bebe es mi hijo verdad? -pregunté caminando con paso lento hacia ella.
Jamas había estado tan aterrado como en aquel preciso instante en el que mi vida pendía de los brazos de esa mujer a la que apenas conocía y que ahora con mi hijo en brazos iba a cambiarme para siempre.
-¿Donde esta su madre? -sentía el olor a ella en la piel del bebe, la reconocía, mas en la habitación no quedaba mas que eso, el residuo de aquel olor familiar, no estaba allí.
Por ende bajo la cama había un muerto ¿pero quien? ¿por que estaba allí ese niño? ¿por que jamas supe de su existencia? Las preguntas se agolpaban en mi cabeza haciéndome enloquecer mientras mis pasos seguían un ritmo pausado hasta alcanzar el lecho donde Moira descansaba con el pequeño en brazos.
Pose mi mano en su pelo, acariciando ese pelo castaño que revuelto caía sobre su dulce rostro.
-Moira...
Ni siquiera sabia que decir, las ideas no llegaban en ese momento con claridad a mi mente, solo el miedo y las preguntas se agolpaban en ella.
No pude evitar sonreír al recordar aquello que esa misma mañana había pedido preparar para Moira y como no también para mi, estaba deseando verla, ver la cara que pondría al ver un barco lleno de velas y flores que bajo la luna nos brindaría una cena de ensueño acunados por el mar.
Ademas el día había ido muy bien, mi hermana se recuperaba de las heridas, los médicos habían asegurado que no entendían como era posible que hubiera sobrevivido, mas que ahora, sus heridas cerraban a buen ritmo, ella estaba fuera de peligro y con esas palabras mi felicidad se hizo plena.
También me advirtieron del tosco carácter de mi hermano, al parecer tratar con el les resulto...complicado, seria la palabra correcta a emplear.
No pude evitar echarme a reír yo solo frente a aquello que los propios médicos me contaron y que estaba seguro que Moira se moriría por escuchar al fin y al cabo al parecer ellos eran amigos o algún suceso les había unido antaño.
Solo los cascos del caballo contra la tierra me alentaban a seguir meditando en silencio. Damon había aceptado tener un encuentro con nosotros, dijo que cuando nuestra hermana saliera del hospital, quizás, y remarco el quizás pues parecía reticente a ello, mas apuesto que su futura esposa es la que había intercedido para que eso pudiera ser posible. Quizás podríamos tener una cena bajo las estrellas en algún lugar apartado y sosegado para todos donde poder hablar e intercambiar impresiones.
Cuando hablaba con mi hermano notaba que entre nosotros había una lejanía mas que impuesta por nuestra condición de alfas, mas sin duda esa mujer que se encontraba en la cama le importaba, pues al igual que a mi, parecía costarle despegarse de ese lecho.
Había intercambiado algunas palabras con su prometida, me había parecido una mujer encantadora, quizás bastante terca, mas creo que eso era en el fondo lo que mas le gustaba a mi hermano, una mujer a al que domar, que no siempre le bailara el agua.
Ambos se miraban de un modo especial y aunque se esforzaban por disimularlo, creo que sentía mas de lo que decían el uno por el otro.
No tarde en llegar frente al hostal, subí las escaleras de dos en dos, mi impaciencia por ver a aquella vampiresa con el vestido puesto y lista para la sorpresa no tenia fin.
Estaba deseando contemplar de nuevo aquel rostro perfecto y como no dejarme embriagar por su perfume de vainilla.
Aquella noche todo apuntaba a ser perfecto, el día había sido bueno, y ahora gracias a ella mi familia estaba a salvo, esperaba que esa sorpresa recompensara en parte todo lo que había hecho por mi, estaba en deuda con ella.
Ademas de que me moría por volver a besadla, por rozar de nuevo su piel, necesitaba enredarme en aquel cuerpo, el deseo era tan patente entre nosotros como la misma complicidad que juntos alcanzábamos.
Abrí la puerta incrustando la llave en la cerradura con una sonrisa dibujada en los labios, sonrisa que quedo apagada, pues en sus brazos había un bebe ¿era madre? Nada me cuadraban ademas olía a cadáver. ¿había sido capaz de matar a alguien y robarle su hijo? ¿que monstruo era esa mujer con la que me había acostado?
Mi cuerpo se tenso mientras me adentraba en la habitación alzando los brazos.
-Moira suelta a ese bebe …
No acabe la frase cuando el olor a mi linaje me invadió, ese niño, ese niño era mio.
Perdido, mi rostro reflejaba la mas absoluta desesperación, sorpresa y angustia.
-¿que ha pasado Moira? ¿ese bebe es mi hijo verdad? -pregunté caminando con paso lento hacia ella.
Jamas había estado tan aterrado como en aquel preciso instante en el que mi vida pendía de los brazos de esa mujer a la que apenas conocía y que ahora con mi hijo en brazos iba a cambiarme para siempre.
-¿Donde esta su madre? -sentía el olor a ella en la piel del bebe, la reconocía, mas en la habitación no quedaba mas que eso, el residuo de aquel olor familiar, no estaba allí.
Por ende bajo la cama había un muerto ¿pero quien? ¿por que estaba allí ese niño? ¿por que jamas supe de su existencia? Las preguntas se agolpaban en mi cabeza haciéndome enloquecer mientras mis pasos seguían un ritmo pausado hasta alcanzar el lecho donde Moira descansaba con el pequeño en brazos.
Pose mi mano en su pelo, acariciando ese pelo castaño que revuelto caía sobre su dulce rostro.
-Moira...
Ni siquiera sabia que decir, las ideas no llegaban en ese momento con claridad a mi mente, solo el miedo y las preguntas se agolpaban en ella.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Escuché los pasos de Reidar por el pasillo y una sonrisa temerosa invadió mi cara. Estaba contenta por verlo de nuevo, pero la sorpresa que le tenía preparada no era ni mucho menos parecida a lo que él había planeado con las rosas y el champagne.
La cara del lobo estaba iluminada por una sonrisa, supuse que todo en el hospital había ido bien , hasta que me vio con su hijo en manos, y tensándose como cuando me había visto antes de alimentarme, dijo las palabras que más me podían doler en ese momento, exigiendo que dejase al niño. Sus palabras junto con su mirada de asco hacia mí se me clavaron en el alma. Qué estúpida había sido al pensar que el lobo podría sentir algo por mí. Pero, ¿qué se pensaba que era? ¿un monstruo? Creía que aquello había quedado claro entre los dos, pero al parecer estaba equivocada. Reidar seguía viéndome como lo que era, o por lo menos, como eran otros de mi especie. Los ojos se me llenaron de lágrimas al verle actuar así, pero de pronto enmudeció.
- Jamás haría daño a nadie.- susurré para no despertar a la criatura que todavía tenía entre mis brazos, mis palabras no revelaban enfado, sino dolor.- No soy un monstruo, y te lo dije.
Cuando preguntó si era su hijo, supe que no estaba casado, pues parecía tan sorprendido como yo; al menos no me había mentido, aunque su promesa de no hacerme daño la acababa de incumplir.
Reidar se acercó a mí, hambriento de información, con la mirada confundida, aunque parecía no estar tan tenso como antes. Traté de relajarme, merecía una explicación, y de nuevo yo era la encargada de sacarlo de su estupefacción. Suspiré cuando su mano se posó sobre la cabeza del bebe; en esos momentos estaba tan dolida, que me dieron ganas de salir corriendo y huir.
Me levanté con cuidado, mientras dejaba al pequeño con delicadeza en la cama, tapándolo con la manta, y dándole un suave beso en la frente al tiempo que acariciaba su pequeña cabecita.
- Ven Reidar, sentémonos para hablar.- dije mientras me acercaba a la mesa para coger la misiva y sentarme a los pies de la cama, dejando espacio para que se sentase él.- Como bien has dicho, el niño es hijo tuyo.
Pude ver en sus ojos una infinidad de emociones encontradas. Desde luego desconocía su existencia, pues su rostro palideció por momentos. Parecía asustado, y tan perdido como yo; aunque por lo menos yo no lo había acusado de ser un monstruo.
- Hace unas horas, después de recibir tus regalos -miré mi vestido mientras suspiraba tratando de que no percibiese mi dolor- vino un licantropo malherido con el niño en brazos. Venía buscándote a ti, pero se desplomó muerto en el umbral de la entrada. Lo metí en la habitación para evitar que nadie se enterase de lo ocurrido, y lo envolví en una sábana para que tu hijo no viese aquella imagen, además que tampoco sabía si la muchacha del hostal podría volver de nuevo. Ahora está bajo la cama.
Me levanté nerviosa mientras me miraba las manos y observaba aquel papel que le explicaría toda la verdad.
- Llevaba esto en su chaqueta, imagino que explicándote los detalles de esta situación.- me acerqué de nuevo a él, y le tendí el pergamino, mientras nuestros dedos se rozaban y nuestras miradas se buscaban de nuevo, más esta vez en la suya solo había perplejidad, y en la mía dolor. Me coloqué de espaldas a él para darle intimidad mientras leía.- ¿Sabes? Sé que nunca seré madre porque mi cuerpo está muerto, pero jamás se me pasaría por la cabeza hacer daño a nadie para tener un bebé.
Llamaron a la puerta y mientras me acercaba a ella me limpiaba las lágrimas traicioneras que resbalaban por mis mejillas. La muchacha a quien había encargado los útiles para él bebé apareció contenta cargada de paquetes y bolsas metidas en la cuna que también le había pedido, ante la atenta mirada de Reidar, que traté de esquivar. Le di de nuevo unas monedas y ella feliz se marchó, sabiendo que cuando necesitase más ayuda, estaría encantada de servirme.
Metí la cuna y la dejé al lado de la cama, sacando de dentro las bolsas y dejándolas sobre la mesa.
- He comprado algunas cosas para tu hijo que he pensado que te harían falta, espero que no te importe.- dije con un hilo de voz y me acercaba hacia la ventana para abrirla un poco y ventilar la habitación.
Había anochecido, y los olores de la ciudad me embargaron. Sentía una ansiedad en mi pecho que no podía describir. Quizás miedo, miedo a perderlo, aunque nunca había sido mío. Había creído que de verdad no le importaban nuestras diferencias, pero lo único que había hecho era engañarme a mí misma. Aún así, necesitaba hablar con él y saber que estaba bien antes de irme.
La cara del lobo estaba iluminada por una sonrisa, supuse que todo en el hospital había ido bien , hasta que me vio con su hijo en manos, y tensándose como cuando me había visto antes de alimentarme, dijo las palabras que más me podían doler en ese momento, exigiendo que dejase al niño. Sus palabras junto con su mirada de asco hacia mí se me clavaron en el alma. Qué estúpida había sido al pensar que el lobo podría sentir algo por mí. Pero, ¿qué se pensaba que era? ¿un monstruo? Creía que aquello había quedado claro entre los dos, pero al parecer estaba equivocada. Reidar seguía viéndome como lo que era, o por lo menos, como eran otros de mi especie. Los ojos se me llenaron de lágrimas al verle actuar así, pero de pronto enmudeció.
- Jamás haría daño a nadie.- susurré para no despertar a la criatura que todavía tenía entre mis brazos, mis palabras no revelaban enfado, sino dolor.- No soy un monstruo, y te lo dije.
Cuando preguntó si era su hijo, supe que no estaba casado, pues parecía tan sorprendido como yo; al menos no me había mentido, aunque su promesa de no hacerme daño la acababa de incumplir.
Reidar se acercó a mí, hambriento de información, con la mirada confundida, aunque parecía no estar tan tenso como antes. Traté de relajarme, merecía una explicación, y de nuevo yo era la encargada de sacarlo de su estupefacción. Suspiré cuando su mano se posó sobre la cabeza del bebe; en esos momentos estaba tan dolida, que me dieron ganas de salir corriendo y huir.
Me levanté con cuidado, mientras dejaba al pequeño con delicadeza en la cama, tapándolo con la manta, y dándole un suave beso en la frente al tiempo que acariciaba su pequeña cabecita.
- Ven Reidar, sentémonos para hablar.- dije mientras me acercaba a la mesa para coger la misiva y sentarme a los pies de la cama, dejando espacio para que se sentase él.- Como bien has dicho, el niño es hijo tuyo.
Pude ver en sus ojos una infinidad de emociones encontradas. Desde luego desconocía su existencia, pues su rostro palideció por momentos. Parecía asustado, y tan perdido como yo; aunque por lo menos yo no lo había acusado de ser un monstruo.
- Hace unas horas, después de recibir tus regalos -miré mi vestido mientras suspiraba tratando de que no percibiese mi dolor- vino un licantropo malherido con el niño en brazos. Venía buscándote a ti, pero se desplomó muerto en el umbral de la entrada. Lo metí en la habitación para evitar que nadie se enterase de lo ocurrido, y lo envolví en una sábana para que tu hijo no viese aquella imagen, además que tampoco sabía si la muchacha del hostal podría volver de nuevo. Ahora está bajo la cama.
Me levanté nerviosa mientras me miraba las manos y observaba aquel papel que le explicaría toda la verdad.
- Llevaba esto en su chaqueta, imagino que explicándote los detalles de esta situación.- me acerqué de nuevo a él, y le tendí el pergamino, mientras nuestros dedos se rozaban y nuestras miradas se buscaban de nuevo, más esta vez en la suya solo había perplejidad, y en la mía dolor. Me coloqué de espaldas a él para darle intimidad mientras leía.- ¿Sabes? Sé que nunca seré madre porque mi cuerpo está muerto, pero jamás se me pasaría por la cabeza hacer daño a nadie para tener un bebé.
Llamaron a la puerta y mientras me acercaba a ella me limpiaba las lágrimas traicioneras que resbalaban por mis mejillas. La muchacha a quien había encargado los útiles para él bebé apareció contenta cargada de paquetes y bolsas metidas en la cuna que también le había pedido, ante la atenta mirada de Reidar, que traté de esquivar. Le di de nuevo unas monedas y ella feliz se marchó, sabiendo que cuando necesitase más ayuda, estaría encantada de servirme.
Metí la cuna y la dejé al lado de la cama, sacando de dentro las bolsas y dejándolas sobre la mesa.
- He comprado algunas cosas para tu hijo que he pensado que te harían falta, espero que no te importe.- dije con un hilo de voz y me acercaba hacia la ventana para abrirla un poco y ventilar la habitación.
Había anochecido, y los olores de la ciudad me embargaron. Sentía una ansiedad en mi pecho que no podía describir. Quizás miedo, miedo a perderlo, aunque nunca había sido mío. Había creído que de verdad no le importaban nuestras diferencias, pero lo único que había hecho era engañarme a mí misma. Aún así, necesitaba hablar con él y saber que estaba bien antes de irme.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Moira Behaviour escribió:Escuché los pasos de Reidar por el pasillo y una sonrisa temerosa invadió mi cara. Estaba contenta por verlo de nuevo, pero la sorpresa que le tenía preparada no era ni mucho menos parecida a lo que él había planeado con las rosas y el champagne.
La cara del lobo estaba iluminada por una sonrisa, supuse que todo en el hospital había ido bien , hasta que me vio con su hijo en brazos, y tensándose como cuando me había visto antes de alimentarme, dijo las palabras que más me podían doler en ese momento, exigiendo que dejase al niño. Sus palabras junto con su mirada de asco hacia mí se me clavaron en el alma. Qué estúpida había sido al pensar que el lobo podría sentir algo por mí. Pero, ¿qué se pensaba que era? ¿un monstruo? Creía que aquello había quedado claro entre los dos, pero al parecer estaba equivocada. Reidar seguía viéndome como lo que era, o por lo menos, como eran otros de mi especie. Los ojos se me llenaron de lágrimas al verle actuar así, pero de pronto enmudeció.
- Jamás haría daño a nadie.- susurré para no despertar a la criatura que todavía tenía entre mis brazos, mis palabras no revelaban enfado, sino dolor.- No soy un monstruo, y te lo dije.
Cuando preguntó si era su hijo, supe que no estaba casado, pues parecía tan sorprendido como yo; al menos no me había mentido, aunque su promesa de no hacerme daño la acababa de incumplir.
Reidar se acercó a mí, hambriento de información, con la mirada confundida, aunque parecía no estar tan tenso como antes. Traté de relajarme, merecía una explicación, y de nuevo yo era la encargada de sacarlo de su estupefacción. Suspiré cuando su mano se posó sobre la cabeza del bebe; en esos momentos estaba tan dolida, que me dieron ganas de salir corriendo y huir.
Me levanté con cuidado, mientras dejaba al pequeño con delicadeza en la cama, tapándolo con la manta, y dándole un suave beso en la frente al tiempo que acariciaba su pequeña cabecita.
- Ven Reidar, sentémonos para hablar.- dije mientras me acercaba a la mesa para coger la misiva y sentarme a los pies de la cama, dejando espacio para que se sentase él.- Como bien has dicho, el niño es hijo tuyo.
Pude ver en sus ojos una infinidad de emociones encontradas. Desde luego desconocía su existencia, pues su rostro palideció por momentos. Parecía asustado, y tan perdido como yo; aunque por lo menos yo no lo había acusado de ser un monstruo.
- Hace unas horas, después de recibir tus regalos -miré mi vestido mientras suspiraba tratando de que no percibiese mi dolor- vino un licantropo malherido con el niño en brazos. Venía buscándote a ti, pero se desplomó muerto en el umbral de la entrada. Lo metí en la habitación para evitar que nadie se enterase de lo ocurrido, y lo envolví en una sábana para que tu hijo no viese aquella imagen, además que tampoco sabía si la muchacha del hostal podría volver de nuevo. Ahora está bajo la cama.
Me levanté nerviosa mientras me miraba las manos y observaba aquel papel que le explicaría toda la verdad.
- Llevaba esto en su chaqueta, imagino que explicándote los detalles de esta situación.- me acerqué de nuevo a él, y le tendí el pergamino, mientras nuestros dedos se rozaban y nuestras miradas se buscaban de nuevo, más esta vez en la suya solo había perplejidad, y en la mía dolor. Me coloqué de espaldas a él para darle intimidad mientras leía.- ¿Sabes? Sé que nunca seré madre porque mi cuerpo está muerto, pero jamás se me pasaría por la cabeza hacer daño a nadie para tener un bebé.
Llamaron a la puerta y mientras me acercaba a ella me limpiaba las lágrimas traicioneras que resbalaban por mis mejillas. La muchacha a quien había encargado los útiles para él bebé apareció contenta cargada de paquetes y bolsas metidas en la cuna que también le había pedido, ante la atenta mirada de Reidar, que traté de esquivar. Le di de nuevo unas monedas y ella feliz se marchó, sabiendo que cuando necesitase más ayuda, estaría encantada de servirme.
Metí la cuna y la dejé al lado de la cama, sacando de dentro las bolsas y dejándolas sobre la mesa.
- He comprado algunas cosas para tu hijo que he pensado que te harían falta, espero que no te importe.- dije con un hilo de voz y me acercaba hacia la ventana para abrirla un poco y ventilar la habitación.
Había anochecido, y los olores de la ciudad me embargaron. Sentía una ansiedad en mi pecho que no podía describir. Quizás miedo, miedo a perderlo, aunque nunca había sido mío. Había creído que de verdad no le importaban nuestras diferencias, pero lo único que había hecho era engañarme a mí misma. Aún así, necesitaba hablar con él y saber que estaba bien antes de irme.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Dolor eso había en sus ojos, de nuevo la había fastidiado con ella, mas ¿que esperaba? Puede que ella fuera la excepción que marcara la regla, mas el resto de seres inmortales que yo había conocido eran así, asesinos despiadados que no dudaban en tomare de los mortales todo cuanto ansiaban.
Vale que habíamos trabajado juntos para erradicar un mal común que asolaba nuestros hogares, algo incluso peor que ellos. Pero eso no había hecho que cientos de siglos de enfrentamientos, que la confianza reinara entre estas dos razas que eramos enemigas naturales desde el principio de los tiempos.
-Lo siento, he dudado de ti y no debía, se que no eres como ellos, me lo has explicado y te juro que quiero confiar en ti mas de lo que nunca he deseado creer en nadie, mas te pido paciencia, pues soy un lobo, mi instinto grita mas fuerte que mi razón y apenas te conozco de una noche. Noche inolvidable, noche que deseaba repetir, juro que no venia con la idea de hacerte sentir como un monstruo si no de pasar una velada mágica a tu lado. Entiendo que estés enfadada, es mas entiendo que lo que era sexo, y diversión se ha convertido en una carga , puedes irte si así lo quieres. Yo me ocupare del niño.
Tome la misiva de sus manos desviando mis ojos solo por un instante hacia el pequeño que dormía plácidamente sobre el lecho.
-Gracias por cuidar de el -asegure sin ser capaz de buscar su mirada, pese a que estaba tan perdido que admito solo necesitaba que me abrazara.
Supongo que era ese orgullo de lobo, ese que frente a mi había vuelto a colocar todos y cada uno de sus muros, muros que esperaba no traspasaran el dolor de la despedida, mas esto iba a pasar tarde o temprano, ella lo sabia y yo tambien. Cuanto antes mejor para todos.
Desenrolle el pergamino en silencio sepulcral esperando que el portazo se produjera a mis espaldas.
No porque eso fuera lo que quisiera, no porque eso fuera lo que en necesitara si no porque eso era lo que pasaría.
Miso jos se centraron en aquellas letras medio emborronadas que olían a sangre, bosque y a ella.
Deje escapar el aire al leer las primeras lineas:
Querido Reidar: si estas leyendo estas lineas con tu hijo en brazos es porque yo y toda la manada hemos muerto.
Siento ser tan escueta, se que por tu cabeza pasaran mil preguntas, preguntas que por desgracia no tengo tiempo a responder. Se que haberte ocultado la existencia de nuestro pequeño Lobbo, que así se llama, ha sido el mayor error de mi vida. Error con el que cargare incluso en próximas vidas, solo te pido que lo cuides, lo eduques como lo que es, nuestro pequeño alfa.
Mis bosques están siendo asolados por los nosferatu, no podremos aguantar mucho, las fronteras han caído, nos hemos replegado, mas apenas quedan unos cuantos soldados y yo.
Lucharemos hasta la muerte, mas el mejor de nuestros rastreadores llevara a Lobbo contigo.
Nunca he dejado de quererte y nunca he yacido con otro hombre, se que eso a estas alturas ya no importa, mas deseaba que lo supieras.
Siempre tuya
Sanya
Deje la hoja sobre la mesa, las lagrimas escurrían por mis ojos incapaz de controlarlas, mas la verdad fue el repiqueteo de la puerta la que me forzó a secarlas con rapidez, no dejando que me desahogara ni por un momento.
De nuevo el orgullo de lobo, de alfa que no permitía que nadie lograra ver mi dolor a través de mi alma.
Moira, que al parecer aun no se había ido, abrió esa maldita puerta dándome esa tregua que necesitaba, pues me sentía incapaz de ponerme en pie.
Era la joven de la otra noche que traía un arsenal de utiles para el pequeño Lobbo. Sonreí agradecido mirando a Moira, sin duda no solo había cuidado de mi hijo, si no que se había encargado de facilitarme muchísimo las cosas para su cuidado.
La puerta se cerró y pronto nuestras miradas se encontraron, aunque esta desvió sus ojos hacia la ventana acercándose a ella para abrirla y ventilar, en definitiva para escapar de mi.
Me puse en pie hasta alcanzarla y tire de su brazo para pegarla contra mi piel.
-Lo siento -respire hondo, ya no solo olía a canela, ahora el olor del pequeño invadía casi cada resquicio de su piel, era tan sumamente agradable, la dotaba de vida, eso que le faltaba.
-no quiero que te vayas, estoy perdido, por favor, quédate, aunque solo sea esta noche.
Deseaba con todas mis fuerzas que aceptara, que no me dejara allí solo con un bebe, estaba tan atusado en ese momento que creo que de no haber sido un alfa hubiera suplicado como un niño que no me abandonara.
Vale que habíamos trabajado juntos para erradicar un mal común que asolaba nuestros hogares, algo incluso peor que ellos. Pero eso no había hecho que cientos de siglos de enfrentamientos, que la confianza reinara entre estas dos razas que eramos enemigas naturales desde el principio de los tiempos.
-Lo siento, he dudado de ti y no debía, se que no eres como ellos, me lo has explicado y te juro que quiero confiar en ti mas de lo que nunca he deseado creer en nadie, mas te pido paciencia, pues soy un lobo, mi instinto grita mas fuerte que mi razón y apenas te conozco de una noche. Noche inolvidable, noche que deseaba repetir, juro que no venia con la idea de hacerte sentir como un monstruo si no de pasar una velada mágica a tu lado. Entiendo que estés enfadada, es mas entiendo que lo que era sexo, y diversión se ha convertido en una carga , puedes irte si así lo quieres. Yo me ocupare del niño.
Tome la misiva de sus manos desviando mis ojos solo por un instante hacia el pequeño que dormía plácidamente sobre el lecho.
-Gracias por cuidar de el -asegure sin ser capaz de buscar su mirada, pese a que estaba tan perdido que admito solo necesitaba que me abrazara.
Supongo que era ese orgullo de lobo, ese que frente a mi había vuelto a colocar todos y cada uno de sus muros, muros que esperaba no traspasaran el dolor de la despedida, mas esto iba a pasar tarde o temprano, ella lo sabia y yo tambien. Cuanto antes mejor para todos.
Desenrolle el pergamino en silencio sepulcral esperando que el portazo se produjera a mis espaldas.
No porque eso fuera lo que quisiera, no porque eso fuera lo que en necesitara si no porque eso era lo que pasaría.
Miso jos se centraron en aquellas letras medio emborronadas que olían a sangre, bosque y a ella.
Deje escapar el aire al leer las primeras lineas:
Querido Reidar: si estas leyendo estas lineas con tu hijo en brazos es porque yo y toda la manada hemos muerto.
Siento ser tan escueta, se que por tu cabeza pasaran mil preguntas, preguntas que por desgracia no tengo tiempo a responder. Se que haberte ocultado la existencia de nuestro pequeño Lobbo, que así se llama, ha sido el mayor error de mi vida. Error con el que cargare incluso en próximas vidas, solo te pido que lo cuides, lo eduques como lo que es, nuestro pequeño alfa.
Mis bosques están siendo asolados por los nosferatu, no podremos aguantar mucho, las fronteras han caído, nos hemos replegado, mas apenas quedan unos cuantos soldados y yo.
Lucharemos hasta la muerte, mas el mejor de nuestros rastreadores llevara a Lobbo contigo.
Nunca he dejado de quererte y nunca he yacido con otro hombre, se que eso a estas alturas ya no importa, mas deseaba que lo supieras.
Siempre tuya
Sanya
Deje la hoja sobre la mesa, las lagrimas escurrían por mis ojos incapaz de controlarlas, mas la verdad fue el repiqueteo de la puerta la que me forzó a secarlas con rapidez, no dejando que me desahogara ni por un momento.
De nuevo el orgullo de lobo, de alfa que no permitía que nadie lograra ver mi dolor a través de mi alma.
Moira, que al parecer aun no se había ido, abrió esa maldita puerta dándome esa tregua que necesitaba, pues me sentía incapaz de ponerme en pie.
Era la joven de la otra noche que traía un arsenal de utiles para el pequeño Lobbo. Sonreí agradecido mirando a Moira, sin duda no solo había cuidado de mi hijo, si no que se había encargado de facilitarme muchísimo las cosas para su cuidado.
La puerta se cerró y pronto nuestras miradas se encontraron, aunque esta desvió sus ojos hacia la ventana acercándose a ella para abrirla y ventilar, en definitiva para escapar de mi.
Me puse en pie hasta alcanzarla y tire de su brazo para pegarla contra mi piel.
-Lo siento -respire hondo, ya no solo olía a canela, ahora el olor del pequeño invadía casi cada resquicio de su piel, era tan sumamente agradable, la dotaba de vida, eso que le faltaba.
-no quiero que te vayas, estoy perdido, por favor, quédate, aunque solo sea esta noche.
Deseaba con todas mis fuerzas que aceptara, que no me dejara allí solo con un bebe, estaba tan atusado en ese momento que creo que de no haber sido un alfa hubiera suplicado como un niño que no me abandonara.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
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Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Fueron sus palabras de arrepentimiento por haber dudado de mí lo que quitaron mi dolor casi al instante. Odiaba ser tan voluble ante aquel lobo que era capaz de llevarme de un abismo a otro solo con su voz y sus caricias.
Pero tenía razón, nuestras especies estaban encontradas desde hacía milenios, y aunque le dijese que yo no era como los demás inmortales debía comprobarlo con sus propios ojos.
- Reidar, no estoy enfadada, quizás un poco dolida, pero se me pasará.- susurré todavía de espaldas a él.-. Entiendo que te cueste entender que puedo ser diferente a los demás inmortales que conoces, y si tiempo es lo que necesitas para convencerte de ello, tiempo es lo que te concederé.
Deseé correr hacia el para abrazarlo, para buscar de nuevo sus labios y hacerlos míos, pero sabía que él necesitaría su espacio para asimilar aquella carta que había hecho palpitar su corazón de forma diferente; aquella misiva que sabía que lo había dejado tocado por dentro, y que en cierto modo provocó una especie de celos en mí. ¿Sería capaz de sentir por mí alguna vez aquello que sentía por la responsable de la misiva? Traté de borrar todo pensamiento de esperanza entre nosotros; sabía que jamás podría ser mío de ese modo, y no tenía sentido martirizarme más. Me había ofrecido ser libre de nuevo, evitando tener que quedarme y soportar una carga. ¿a qué carga se refería? Asumo que otras mujeres habrían saliendo corriendo si a mitad del plan de una noche desenfrenada se les plantease cambiar todo por el cuidado de un niño, pero para mí Reidar importaba mucho más que eso; él era para mí mucho más que sexo y diversión. Para mí era aquel hombre que había esperado toda mi vida, y que aunque nuestra relación tuviese fin, no pensaba rechazar.
Más fueron sus manos las que buscando el contacto con mi piel me abrasaron por dentro. Sus gestos, y no solo sus palabras me decían que me quedase. Sin percatarme de ello, se había acercado hasta el ventanal en mi búsqueda, y sentí que yo tenía ganas de él tanto como él de mí. ¿Cómo negarme a ser feliz si lo tenía al alcance de mi mano?
Tirando de mi brazo me pegó a su cuerpo, que anhelaba abrazar y que así hice, rodeando su cintura con mis manos y hundiendo mi nariz en su pecho, aspirando aquel olor que había echado tanto de menos durante todo el día.
- No he cambiado de opinión sobre lo que dije anoche. Deseo quedarme a tu lado y aprovechar todo lo que pueda tu efímera estancia en París. Para mí el pequeño Quillan no es una carga, sino una maravillosa experiencia más que compartir a tu lado. Y mientras tú lo desees, no me separaré de ti.- susurré mientras buscaba con mi mirada la suya, deseando ver en ella su aceptación hacia mí.
Mis palabras eran sinceras, al igual que mi mirada. Deseaba tanto a aquel hombre que por si por mí fuera podría estar toda la eternidad a su lado. Interpreté su sonrisa como buena señal, y sin pensármelo dos veces, acerqué mis labios a los suyos con suavidad. Buscando ese remanso de paz que ambos necesitábamos en ese momento.
Pero tenía razón, nuestras especies estaban encontradas desde hacía milenios, y aunque le dijese que yo no era como los demás inmortales debía comprobarlo con sus propios ojos.
- Reidar, no estoy enfadada, quizás un poco dolida, pero se me pasará.- susurré todavía de espaldas a él.-. Entiendo que te cueste entender que puedo ser diferente a los demás inmortales que conoces, y si tiempo es lo que necesitas para convencerte de ello, tiempo es lo que te concederé.
Deseé correr hacia el para abrazarlo, para buscar de nuevo sus labios y hacerlos míos, pero sabía que él necesitaría su espacio para asimilar aquella carta que había hecho palpitar su corazón de forma diferente; aquella misiva que sabía que lo había dejado tocado por dentro, y que en cierto modo provocó una especie de celos en mí. ¿Sería capaz de sentir por mí alguna vez aquello que sentía por la responsable de la misiva? Traté de borrar todo pensamiento de esperanza entre nosotros; sabía que jamás podría ser mío de ese modo, y no tenía sentido martirizarme más. Me había ofrecido ser libre de nuevo, evitando tener que quedarme y soportar una carga. ¿a qué carga se refería? Asumo que otras mujeres habrían saliendo corriendo si a mitad del plan de una noche desenfrenada se les plantease cambiar todo por el cuidado de un niño, pero para mí Reidar importaba mucho más que eso; él era para mí mucho más que sexo y diversión. Para mí era aquel hombre que había esperado toda mi vida, y que aunque nuestra relación tuviese fin, no pensaba rechazar.
Más fueron sus manos las que buscando el contacto con mi piel me abrasaron por dentro. Sus gestos, y no solo sus palabras me decían que me quedase. Sin percatarme de ello, se había acercado hasta el ventanal en mi búsqueda, y sentí que yo tenía ganas de él tanto como él de mí. ¿Cómo negarme a ser feliz si lo tenía al alcance de mi mano?
Tirando de mi brazo me pegó a su cuerpo, que anhelaba abrazar y que así hice, rodeando su cintura con mis manos y hundiendo mi nariz en su pecho, aspirando aquel olor que había echado tanto de menos durante todo el día.
- No he cambiado de opinión sobre lo que dije anoche. Deseo quedarme a tu lado y aprovechar todo lo que pueda tu efímera estancia en París. Para mí el pequeño Quillan no es una carga, sino una maravillosa experiencia más que compartir a tu lado. Y mientras tú lo desees, no me separaré de ti.- susurré mientras buscaba con mi mirada la suya, deseando ver en ella su aceptación hacia mí.
Mis palabras eran sinceras, al igual que mi mirada. Deseaba tanto a aquel hombre que por si por mí fuera podría estar toda la eternidad a su lado. Interpreté su sonrisa como buena señal, y sin pensármelo dos veces, acerqué mis labios a los suyos con suavidad. Buscando ese remanso de paz que ambos necesitábamos en ese momento.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
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Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Sus palabras susurradas con suavidad sobre mi oído reconfortaron todo mi ser, era agradable no sentirme solo en aquella situación que juro me superaba con creces.
Mis ojos se encontraron con los de ella, si no era capaz de leer el agradecimiento en ellos era porque estaba ciega.
-No se por donde empezar -susurre contra sus labios antes de tomarlos con deseo -tenia preparada una cena en un barco para nosotros, te habia comprado el vestido...todo iba a ser perfecto. Si lo llego a saber te compro un conjunto de lenceria porque parece que de esta habitación no saldremos al menos no por esta noche.
Me acerque al lecho separándome despacio de ella para tomar asiento al lado del agotado bebe que ahora se había convertido no solo en mi responsabilidad si no también en mi prioridad.
Acaricie su cabello sintiendo bajo mi mano su calor, su pesada respiración, dormía plácidamente mas demasiadas cosas había tenido que vivir a tan temprana infancia.
-Su madre era una alfa que conocía desde niña, nuestros padres siempre se llevaron bien, se puede decir que eramos vecinos, pues sus bosques colindaban con los nuestros.
Lobbo debió nacer de uno de los múltiples encuentros furtivos que ambos hemos tenido durante estos años.
Le pedí infinidad de veces que se convirtiera en mi alfa, que junto a mi liderara la manada de mi padre, creo que tantas como ella me pidió lo contrario.
Ambos estábamos atados a nuestras respectivas manadas, pues ella era hija única con lo cual única heredera de su clan.
Hacia casi dos años que no la veia, supongo que por eso rechazo todas las misivas que le envié para volver a vernos, porque en su vientre se gestaba Lobbo y luego porque no seria capaz de mirarme a los ojos y ocultarme su existencia.
Deje escapar el aire pesado, sin poder desviar mis ojos de aquel pequeño que dormía bajo el abrigo de mi mano.
-Tiene sus ojos -añadí con dolor. -me pide que lo eduque como el alfa que es ¿mas como puedo hacer eso? El siempre sera un bastardo, un bebe nacido fuera del matrimonio, mi alfa nunca aceptara que mi primogénito sea el líder de nuestra manada cuando yo caiga, ella querrá que lo sea nuestro primer hijo como marca la ley. ¿Como educarlo como alfa sin saltarme las leyes de la manda? Sanya me pide un imposible.
Los problemas se agolpaban y multiplicaban en mi cabeza con pesadez extendí la mano para tomar la de Moira y acercarla hasta mi para sentarla sobre mis piernas.
Rodee su cintura hundiendo mi cabeza en su piel.
-Tengo una manada en el norte que esta siendo arrasada por los nosferatu y si tardo mucho mas en convencer a mi hermano de que venga a ayudarme la suerte que los míos correrán sera la misma que la de la manada de Sanya. ¿que hago? Como convenzo a mí hermano de que la sangre que corre por mis venas, por las de mi manada también es en parte sangre suya. ¿Como le pido apoyos a un hombre que se siente abandonado por mi padre desde antes de nacer? Como suplicar siendo un alfa a otro alfa que me ayude, que sin el estamos perdidos.
A eso he de unirle que mi hermana esta en el hospital, que la gravedad de sus heridas no le permiten abandonar París y que mi manada corre a la deriva desbocada y sin alfa que la lidere. ¿que hago Moira? Estoy tan perdido, me han educado para tomar las decisiones mas duras en los momentos mas desastrosos, a llevar el peso sobre mis hombros y siento que estoy defraudando a todosa porque las decisiones pesan demasiado.
Estoy aquí como un niño asustado mientras los míos mueren. Se que debo volver ya, me necesitan en el campo de batalla, mas también se que si mi hermano no me acompaña estoy tan muerto como Sanya, sera un enfrentamiento suicida.
No puedo dejar a Lobbo sin padre, no puedo dejar a mi manada sin líder ¿que hago? ¿cual es la decisión correcta?
Mis ojos se encontraron con los de ella, si no era capaz de leer el agradecimiento en ellos era porque estaba ciega.
-No se por donde empezar -susurre contra sus labios antes de tomarlos con deseo -tenia preparada una cena en un barco para nosotros, te habia comprado el vestido...todo iba a ser perfecto. Si lo llego a saber te compro un conjunto de lenceria porque parece que de esta habitación no saldremos al menos no por esta noche.
Me acerque al lecho separándome despacio de ella para tomar asiento al lado del agotado bebe que ahora se había convertido no solo en mi responsabilidad si no también en mi prioridad.
Acaricie su cabello sintiendo bajo mi mano su calor, su pesada respiración, dormía plácidamente mas demasiadas cosas había tenido que vivir a tan temprana infancia.
-Su madre era una alfa que conocía desde niña, nuestros padres siempre se llevaron bien, se puede decir que eramos vecinos, pues sus bosques colindaban con los nuestros.
Lobbo debió nacer de uno de los múltiples encuentros furtivos que ambos hemos tenido durante estos años.
Le pedí infinidad de veces que se convirtiera en mi alfa, que junto a mi liderara la manada de mi padre, creo que tantas como ella me pidió lo contrario.
Ambos estábamos atados a nuestras respectivas manadas, pues ella era hija única con lo cual única heredera de su clan.
Hacia casi dos años que no la veia, supongo que por eso rechazo todas las misivas que le envié para volver a vernos, porque en su vientre se gestaba Lobbo y luego porque no seria capaz de mirarme a los ojos y ocultarme su existencia.
Deje escapar el aire pesado, sin poder desviar mis ojos de aquel pequeño que dormía bajo el abrigo de mi mano.
-Tiene sus ojos -añadí con dolor. -me pide que lo eduque como el alfa que es ¿mas como puedo hacer eso? El siempre sera un bastardo, un bebe nacido fuera del matrimonio, mi alfa nunca aceptara que mi primogénito sea el líder de nuestra manada cuando yo caiga, ella querrá que lo sea nuestro primer hijo como marca la ley. ¿Como educarlo como alfa sin saltarme las leyes de la manda? Sanya me pide un imposible.
Los problemas se agolpaban y multiplicaban en mi cabeza con pesadez extendí la mano para tomar la de Moira y acercarla hasta mi para sentarla sobre mis piernas.
Rodee su cintura hundiendo mi cabeza en su piel.
-Tengo una manada en el norte que esta siendo arrasada por los nosferatu y si tardo mucho mas en convencer a mi hermano de que venga a ayudarme la suerte que los míos correrán sera la misma que la de la manada de Sanya. ¿que hago? Como convenzo a mí hermano de que la sangre que corre por mis venas, por las de mi manada también es en parte sangre suya. ¿Como le pido apoyos a un hombre que se siente abandonado por mi padre desde antes de nacer? Como suplicar siendo un alfa a otro alfa que me ayude, que sin el estamos perdidos.
A eso he de unirle que mi hermana esta en el hospital, que la gravedad de sus heridas no le permiten abandonar París y que mi manada corre a la deriva desbocada y sin alfa que la lidere. ¿que hago Moira? Estoy tan perdido, me han educado para tomar las decisiones mas duras en los momentos mas desastrosos, a llevar el peso sobre mis hombros y siento que estoy defraudando a todosa porque las decisiones pesan demasiado.
Estoy aquí como un niño asustado mientras los míos mueren. Se que debo volver ya, me necesitan en el campo de batalla, mas también se que si mi hermano no me acompaña estoy tan muerto como Sanya, sera un enfrentamiento suicida.
No puedo dejar a Lobbo sin padre, no puedo dejar a mi manada sin líder ¿que hago? ¿cual es la decisión correcta?
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
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Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Sonreí cuando Reidar me contó la sorpresa que tenía preparada para nosotros aquella noche. Demasiado si lo que no deseaba era que me enamorara de él. La expresión de sus ojos había cambiado, ahora parecía un poco más tranquilo y menos perdido que momentos antes.
- No importa Reidar.- susurré mientras mi mano acariciaba su rostro.- A mí me vale con estar contigo; y si ahora es con el pequeño quillan con quien tenemos que estar, pues bienvenido sea. Ya tendremos tiempo para otros planes. Gracias por los regalos; no te había dicho nada y me han encantado sorprendido y encantado a partes iguales.
No quería que se sintiese culpable o que pensase que a mí se me antojaba una carga pasar las próximas noches con su hijo, en lugar de pasar románticas veladas con él. Lo importante para mí era permanecer a su lado, fuese como fuese.
Se acercó despacio hacia la cama, separándose de mí. Debía entender que ahora el niño era lo más importante, y que nuestra pasión se había quedado en un segundo plano. Pero no me importaba. Lo entendía. Fueron sus palabras cuando comenzó a explicarme la relación que tenía con la madre del pequeño las que se me clavaron en el corazón cual estacas afiladas. ¿Y qué esperaba? Imaginaba que Reidar había tenido relaciones, pero mi alma suplicaba porque no hubiese sentido por ellas más de lo que ahora sentía por mí. Deseo desenfrenado. Saber que la madre del pequeño había sido tan importante para él, y que le había pedido unir sus vidas, me hundió por dentro. Tenía que concienciarme que jamás tendría con Reidar una relación así; que el jamás me podría pedir unir nuestras vidas, y que aquello era algo pasajero. O lo hacía, o lo que empezaba a sentir en mi pecho me mataría desde dentro.
Alargó su mano pasa sujetar la mía y sentarme sobre sus rodillas. Ahi estabamos los dos, observando el sueño de aquel dulce niño que había entrado a nuestras vidas como un huracán, poniendo no solo la de Reidar, sino también la mía patas arriba. Apoyé la cabeza en su pecho, y me abracé a él, sintiendo su calor, aunque de nuevo con tristeza.
Me dolían cada una de las palabras que Reidar decía recordando a la madre del pequeño, pero cuando abrió su corazón y me contó todo lo que le preocupaba no pude más que sucumbir a aquel encanto que me llevaba loca desde la noche anterior. ¿Estaba confiando en mí hasta tal punto de que me estaba contando sus miedos? No quería defraudarle, más tampoco sabía si sería buena consejera.
- Reidar, no entiendo mucho de lobos ni de manadas, pero ¿por qué no iba a aceptar la mujer con la que elijas casarte a tu hijo como alfa? Es tu hijo; su sangre corre por sus venas..y ella lo podrá criar como suyo.- le dije mientras levantaba la cabeza buscando de nuevo sus ojos.- Yo lo querría del mismo modo que te quie...querría a ti, aunque no fuese mi hijo.
Desvié la mirada hacia el niño, tratando de disimular mi metedura de pata. Con un poco de suerte, y el estado de estrés en el que se encontraba, solo lo vería como un error al expresar el tiempo verbal.
- Imagino que es difícil estar en tu situación, más no desesperes. Sé que no es tiempo de lo que dispones, pero sí lo que necesitas ahora. Tu hermana se recuperará, de eso estoy segura. Quizás le lleve unos días, pero todo saldrá bien. Saldrá del hospital y podrás volver junto a los tuyos.- dije tratando de transmitirle calma. Sus ojos me miraban fijamente mientras escuchaba mis palabras con atención. Esperaba que aquello no resultase en balde, y conseguir infundarle fuerzas.- Y con Damon, no lo conozco en demasía, pero es un buen hombre con un gran corazón. Quizás solo necesite tiempo, al igual que tu hermana, para poder entender que lo necesitas. Tú llevas más tiempo sabiendo que sois hermanos, él se enteró anoche. Tiene que asimilarlo. Y aunque no aceptase liderar tu manada, estoy segura que si te ayudaría a luchar contra tus enemigos. Vi el miedo en su cara cuando tu hermana apareció herida en el baile; no permitirá que os pase nada. No dejes que la incertidumbre y el miedo se apoderen de ti; lo único que el miedo consigue es evitar que tomes las decisiones con el corazón, sin miedo a equivocarte. Escucha tu corazón.
De corazón esperaba no equivocarme. Estaba tan perdida como él en esos momentos. Pero sabía que si Reidar había sido capaz de contarme como se sentía, yo debía luchar contra viento y marea para no defraudarle.
- Y aunque sé que no es mucho lo que puedo ofrecerte, marcharé contigo al Norte para luchar junto a ti contra los Nosferatu. Aunque me cueste la vida no permitiré que te dañen ni a ti ni a tu manada.- añadí con firmeza en la voz.- Cuando todo se solucione, me marcharé y podrás formar una familia junto a tu hijo sin temer por su seguridad.
No quería que pensase que lo estaba acosando. Solo quería que supiese que me mantendría firme a su lado mientras me necesitase. Reconocía que mis palabras escondían mucho más de lo que quería decir, pero no era momento de hablar de sentimientos. No tan pronto. Ni siquiera entendía por qué en tan poco tiempo aquel lobo conseguía hacerme sentir cosas tan puras como mi corazón comenzaba a hacerlo.
- No importa Reidar.- susurré mientras mi mano acariciaba su rostro.- A mí me vale con estar contigo; y si ahora es con el pequeño quillan con quien tenemos que estar, pues bienvenido sea. Ya tendremos tiempo para otros planes. Gracias por los regalos; no te había dicho nada y me han encantado sorprendido y encantado a partes iguales.
No quería que se sintiese culpable o que pensase que a mí se me antojaba una carga pasar las próximas noches con su hijo, en lugar de pasar románticas veladas con él. Lo importante para mí era permanecer a su lado, fuese como fuese.
Se acercó despacio hacia la cama, separándose de mí. Debía entender que ahora el niño era lo más importante, y que nuestra pasión se había quedado en un segundo plano. Pero no me importaba. Lo entendía. Fueron sus palabras cuando comenzó a explicarme la relación que tenía con la madre del pequeño las que se me clavaron en el corazón cual estacas afiladas. ¿Y qué esperaba? Imaginaba que Reidar había tenido relaciones, pero mi alma suplicaba porque no hubiese sentido por ellas más de lo que ahora sentía por mí. Deseo desenfrenado. Saber que la madre del pequeño había sido tan importante para él, y que le había pedido unir sus vidas, me hundió por dentro. Tenía que concienciarme que jamás tendría con Reidar una relación así; que el jamás me podría pedir unir nuestras vidas, y que aquello era algo pasajero. O lo hacía, o lo que empezaba a sentir en mi pecho me mataría desde dentro.
Alargó su mano pasa sujetar la mía y sentarme sobre sus rodillas. Ahi estabamos los dos, observando el sueño de aquel dulce niño que había entrado a nuestras vidas como un huracán, poniendo no solo la de Reidar, sino también la mía patas arriba. Apoyé la cabeza en su pecho, y me abracé a él, sintiendo su calor, aunque de nuevo con tristeza.
Me dolían cada una de las palabras que Reidar decía recordando a la madre del pequeño, pero cuando abrió su corazón y me contó todo lo que le preocupaba no pude más que sucumbir a aquel encanto que me llevaba loca desde la noche anterior. ¿Estaba confiando en mí hasta tal punto de que me estaba contando sus miedos? No quería defraudarle, más tampoco sabía si sería buena consejera.
- Reidar, no entiendo mucho de lobos ni de manadas, pero ¿por qué no iba a aceptar la mujer con la que elijas casarte a tu hijo como alfa? Es tu hijo; su sangre corre por sus venas..y ella lo podrá criar como suyo.- le dije mientras levantaba la cabeza buscando de nuevo sus ojos.- Yo lo querría del mismo modo que te quie...querría a ti, aunque no fuese mi hijo.
Desvié la mirada hacia el niño, tratando de disimular mi metedura de pata. Con un poco de suerte, y el estado de estrés en el que se encontraba, solo lo vería como un error al expresar el tiempo verbal.
- Imagino que es difícil estar en tu situación, más no desesperes. Sé que no es tiempo de lo que dispones, pero sí lo que necesitas ahora. Tu hermana se recuperará, de eso estoy segura. Quizás le lleve unos días, pero todo saldrá bien. Saldrá del hospital y podrás volver junto a los tuyos.- dije tratando de transmitirle calma. Sus ojos me miraban fijamente mientras escuchaba mis palabras con atención. Esperaba que aquello no resultase en balde, y conseguir infundarle fuerzas.- Y con Damon, no lo conozco en demasía, pero es un buen hombre con un gran corazón. Quizás solo necesite tiempo, al igual que tu hermana, para poder entender que lo necesitas. Tú llevas más tiempo sabiendo que sois hermanos, él se enteró anoche. Tiene que asimilarlo. Y aunque no aceptase liderar tu manada, estoy segura que si te ayudaría a luchar contra tus enemigos. Vi el miedo en su cara cuando tu hermana apareció herida en el baile; no permitirá que os pase nada. No dejes que la incertidumbre y el miedo se apoderen de ti; lo único que el miedo consigue es evitar que tomes las decisiones con el corazón, sin miedo a equivocarte. Escucha tu corazón.
De corazón esperaba no equivocarme. Estaba tan perdida como él en esos momentos. Pero sabía que si Reidar había sido capaz de contarme como se sentía, yo debía luchar contra viento y marea para no defraudarle.
- Y aunque sé que no es mucho lo que puedo ofrecerte, marcharé contigo al Norte para luchar junto a ti contra los Nosferatu. Aunque me cueste la vida no permitiré que te dañen ni a ti ni a tu manada.- añadí con firmeza en la voz.- Cuando todo se solucione, me marcharé y podrás formar una familia junto a tu hijo sin temer por su seguridad.
No quería que pensase que lo estaba acosando. Solo quería que supiese que me mantendría firme a su lado mientras me necesitase. Reconocía que mis palabras escondían mucho más de lo que quería decir, pero no era momento de hablar de sentimientos. No tan pronto. Ni siquiera entendía por qué en tan poco tiempo aquel lobo conseguía hacerme sentir cosas tan puras como mi corazón comenzaba a hacerlo.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
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Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Escuché a Moira que todavía sentada sobre mis piernas y rodeada por mis brazos trataba de infundirme fuerzas y coraje.
No pude evitar que una sonrisa de medio lado se dibujara en mi rostro apaciguando posiblemente así sus miedos.
Era hermoso ver como en la mente de una mejer las cosas se veían de otro modo, como si mis problemas dichos por sus labios pasaran a ser solo ínfimas preocupaciones.
Era divertido ver como lo que para mi se me antojaba el fin de la manada, para ella solo era algo que se solucionaría sin mas.
Supongo que porque sobre mis hombros recaía el peso de la misma los problemas eran mas duros, la carga mas pesada y el dolor mas profundo.
Sabia que en parte tenia razón sobre Damon, yo también había visto en sus ojos la preocupación por Odalyn, nuestra hermana, mas ¿estaría dispuesto no solo a poner su vida en juego si no la de los suyos por unos extraños? Como bien decía apenas hacia una noche que se había enterado de que tenia hermanos, es mas, también de que la manada de su padre moría irremediablemente.
Yo no temía la muerte, no era esa mi preocupación, lucharía como lo había echo Sanya junto a los míos hasta expirar mi ultimo aliento si ese era mi sino.
Mas deseaba con todas mis fuerzas ser el vencedor, que mi manada no acabara siendo un efímero recuerdo si no el fuerte legado de Lobbo.
Hundí mi cabeza nuevamente en su piel depositando besos en su cuello en silencio, supongo que sobraban las palabras, ella creía que viniendo al norte conmigo todo se solucionaría, hablaba de volver después de la victoria, y por un momento envidie sus ojos y su modo de ver las cosas.
Quizás porque yo si había luchado ya contra los nosferatu, supongo que porque las heridas también surcaban mi piel era consciente de que su visión dulce de las cosas era errónea.
Deje escapar el aire sobre su cuello de forma pesada, engullendo mis propios pensamientos, no era ella quien tenia que solucionar mis problemas, ya me había desahogado bastante a su lado, ahora era el momento de pasar a la acción, momento de echos y no de palabras.
No podía aguardar en París que el milagro sucediese sin mas, había venido aquí para algo, para lograr que mi hermano me acompañara a l Norte, y sin duda eso es l oque iba ha hacer.
Tenia que tener ya la respuesta, pues en caso de no restarme su ayuda, mi viaje había sido en balde y tenia que partir cuanto antes para comandar a mi ejercito posiblemente hasta la muerte, mas si allí es a donde íbamos, pensaba cenar con todos ellos en el infierno.
Me puse en pie regalandole un dulce beso en los labios antes de agacharme y sacar el cadáver de debajo del lecho.
-voy a deshacerme del cuerpo, viste a Lobbo, tengo que hablar con mi hermano, esto no se puede retrasar mas, si el no viene le pediré que cuide de Oda. He de volver al norte, mi estirpe allí me espera. Lobbo se quedara aquí contigo hasta mi regreso y si no vuelvo, dile a mi hermana que lo cuide como si fuera suyo, que esa es mi ultima voluntad.
Aferre mis armas con decisión colocandolas en sus correspondientes lugares y cargue el inerte cuerpo como si de un saco se tratara sobre mi hombro.
-Cambia esa cara Moira, según lo que has dicho parece que todo es pan comido, estoy seguro de que ganaremos y de que Damon me acompañara -mentí como un bellaco mas no deseaba preocuparla.
No pude evitar que una sonrisa de medio lado se dibujara en mi rostro apaciguando posiblemente así sus miedos.
Era hermoso ver como en la mente de una mejer las cosas se veían de otro modo, como si mis problemas dichos por sus labios pasaran a ser solo ínfimas preocupaciones.
Era divertido ver como lo que para mi se me antojaba el fin de la manada, para ella solo era algo que se solucionaría sin mas.
Supongo que porque sobre mis hombros recaía el peso de la misma los problemas eran mas duros, la carga mas pesada y el dolor mas profundo.
Sabia que en parte tenia razón sobre Damon, yo también había visto en sus ojos la preocupación por Odalyn, nuestra hermana, mas ¿estaría dispuesto no solo a poner su vida en juego si no la de los suyos por unos extraños? Como bien decía apenas hacia una noche que se había enterado de que tenia hermanos, es mas, también de que la manada de su padre moría irremediablemente.
Yo no temía la muerte, no era esa mi preocupación, lucharía como lo había echo Sanya junto a los míos hasta expirar mi ultimo aliento si ese era mi sino.
Mas deseaba con todas mis fuerzas ser el vencedor, que mi manada no acabara siendo un efímero recuerdo si no el fuerte legado de Lobbo.
Hundí mi cabeza nuevamente en su piel depositando besos en su cuello en silencio, supongo que sobraban las palabras, ella creía que viniendo al norte conmigo todo se solucionaría, hablaba de volver después de la victoria, y por un momento envidie sus ojos y su modo de ver las cosas.
Quizás porque yo si había luchado ya contra los nosferatu, supongo que porque las heridas también surcaban mi piel era consciente de que su visión dulce de las cosas era errónea.
Deje escapar el aire sobre su cuello de forma pesada, engullendo mis propios pensamientos, no era ella quien tenia que solucionar mis problemas, ya me había desahogado bastante a su lado, ahora era el momento de pasar a la acción, momento de echos y no de palabras.
No podía aguardar en París que el milagro sucediese sin mas, había venido aquí para algo, para lograr que mi hermano me acompañara a l Norte, y sin duda eso es l oque iba ha hacer.
Tenia que tener ya la respuesta, pues en caso de no restarme su ayuda, mi viaje había sido en balde y tenia que partir cuanto antes para comandar a mi ejercito posiblemente hasta la muerte, mas si allí es a donde íbamos, pensaba cenar con todos ellos en el infierno.
Me puse en pie regalandole un dulce beso en los labios antes de agacharme y sacar el cadáver de debajo del lecho.
-voy a deshacerme del cuerpo, viste a Lobbo, tengo que hablar con mi hermano, esto no se puede retrasar mas, si el no viene le pediré que cuide de Oda. He de volver al norte, mi estirpe allí me espera. Lobbo se quedara aquí contigo hasta mi regreso y si no vuelvo, dile a mi hermana que lo cuide como si fuera suyo, que esa es mi ultima voluntad.
Aferre mis armas con decisión colocandolas en sus correspondientes lugares y cargue el inerte cuerpo como si de un saco se tratara sobre mi hombro.
-Cambia esa cara Moira, según lo que has dicho parece que todo es pan comido, estoy seguro de que ganaremos y de que Damon me acompañara -mentí como un bellaco mas no deseaba preocuparla.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
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Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Me reconfortaba la sensación que me producían los dulces besos de Reidar depositados sobre mi cuello. Me hacía sentir cosas inimaginables con el simple tacto de su piel, y esperaba no tener que separarme de él en mucho tiempo.
Más ¿quien dijo que una vampiresa pudiese soñar con estar con el hombre perfecto? Estaba maldita, y por si no era ya bastante con llevar aquella carga, la vida una y otra vez se ensañaba conmigo quitándome de mi lado a quien más quería. Reidar se levantó decidido, parecía que tuviese prisa por ir a alguna parte. Un beso dulce pero fugaz fue lo último que pude sentir de él. Lo miré incrédula mientras sacaba el cuerpo amortajado del lobo que había traído al pequeño quillan de debajo de la cama y me indicaba lo que tenía pensado, mientras yo seguía mirándolo incrédula y asustada.
¿Se había vuelto loco? Hablaba de su muerte como si no le importase, como si volver después de luchar contra su enemigo no fuese su única opción. Quise morirme en ese mismo momento y no tener que pasar con el sufrimiento de su marcha, y posiblemente de su muerte.
Las ideas se agolpaban en mi mente mientras los veía prepararse con sus armas, repitiendo mis ideas sobre que Damon lo acompañaría y todo sería fácil. ¿Es que acaso se estaba burlando de mí?
Me acerqué a él con decisión, pensando dejarle al lobo las cosas claras.
- Yo no te he dicho en ningún momento que todo sea pan comido, solo te he dicho que las cosas no son siempre tan malas como las podamos ver. Que siempre hay soluciones, pero no que sean fáciles de conseguir.- dije consternada por todo lo que me había dicho; sentía impotencia.- La vida no es fácil, debemos estar siempre luchando por conseguir lo que queremos y soñamos. Y sí, yo también creo que la muerte es una de las opciones que hay frente a los nosferatus.
Sabía que por mucho que luchase, por mucho que le dijese, a Reidar le daría igual como me sentía como yo. ¿Para que engañarnos? Para él solo había sido un polvo de una noche; una inmortal en la que al parecer ahora confiaba para cuidar a su hijo; pero no había nada más.
- No puedes marcharte; no así. Espera a que Damon entre en razón y tu hermana se recupere y pueda ayudarte. Si no quieres que yo vaya contigo, no lo haré, pero por favor no marches hacia una muerte segura sin pensar bien lo que dejas atrás.- mis voz se quebró y de mis ojos salieron lágrimas como nunca lo habían hecho, miré a su hijo; quizás por mí no fuese capaz de quedarse, pero por el niño aún podía tener esperanzas.- Míralo, ¿no crees que bastante tiene con haber perdido a su madre, como para que tener que perder también a su padre? No te digo que no luches, pero no te precipites. Piensas que no tienes tiempo, y eso te hará cometer imprudencias. Recapacita antes de...
No aguantaba más. Me desmoroné y caí de rodillas ante sus pies mientras lloraba sin consuelo. Acababa de encontrar a la única persona con la que había tocado el cielo y que me hacía sentir bien, e iba a perderlo sin haber podido conocerlo. Sentí que los sollozos me ahogaban; me costaba respirar con aquella presión en el pecho que habría jurado que era ansiedad de no saber que los vampiros no sufríamos de ella. Sabía que me dolería la despedida, pero ¿tanto? Esto y mucho más, escuché que contestaba mi conciencia.
Más ¿quien dijo que una vampiresa pudiese soñar con estar con el hombre perfecto? Estaba maldita, y por si no era ya bastante con llevar aquella carga, la vida una y otra vez se ensañaba conmigo quitándome de mi lado a quien más quería. Reidar se levantó decidido, parecía que tuviese prisa por ir a alguna parte. Un beso dulce pero fugaz fue lo último que pude sentir de él. Lo miré incrédula mientras sacaba el cuerpo amortajado del lobo que había traído al pequeño quillan de debajo de la cama y me indicaba lo que tenía pensado, mientras yo seguía mirándolo incrédula y asustada.
¿Se había vuelto loco? Hablaba de su muerte como si no le importase, como si volver después de luchar contra su enemigo no fuese su única opción. Quise morirme en ese mismo momento y no tener que pasar con el sufrimiento de su marcha, y posiblemente de su muerte.
Las ideas se agolpaban en mi mente mientras los veía prepararse con sus armas, repitiendo mis ideas sobre que Damon lo acompañaría y todo sería fácil. ¿Es que acaso se estaba burlando de mí?
Me acerqué a él con decisión, pensando dejarle al lobo las cosas claras.
- Yo no te he dicho en ningún momento que todo sea pan comido, solo te he dicho que las cosas no son siempre tan malas como las podamos ver. Que siempre hay soluciones, pero no que sean fáciles de conseguir.- dije consternada por todo lo que me había dicho; sentía impotencia.- La vida no es fácil, debemos estar siempre luchando por conseguir lo que queremos y soñamos. Y sí, yo también creo que la muerte es una de las opciones que hay frente a los nosferatus.
Sabía que por mucho que luchase, por mucho que le dijese, a Reidar le daría igual como me sentía como yo. ¿Para que engañarnos? Para él solo había sido un polvo de una noche; una inmortal en la que al parecer ahora confiaba para cuidar a su hijo; pero no había nada más.
- No puedes marcharte; no así. Espera a que Damon entre en razón y tu hermana se recupere y pueda ayudarte. Si no quieres que yo vaya contigo, no lo haré, pero por favor no marches hacia una muerte segura sin pensar bien lo que dejas atrás.- mis voz se quebró y de mis ojos salieron lágrimas como nunca lo habían hecho, miré a su hijo; quizás por mí no fuese capaz de quedarse, pero por el niño aún podía tener esperanzas.- Míralo, ¿no crees que bastante tiene con haber perdido a su madre, como para que tener que perder también a su padre? No te digo que no luches, pero no te precipites. Piensas que no tienes tiempo, y eso te hará cometer imprudencias. Recapacita antes de...
No aguantaba más. Me desmoroné y caí de rodillas ante sus pies mientras lloraba sin consuelo. Acababa de encontrar a la única persona con la que había tocado el cielo y que me hacía sentir bien, e iba a perderlo sin haber podido conocerlo. Sentí que los sollozos me ahogaban; me costaba respirar con aquella presión en el pecho que habría jurado que era ansiedad de no saber que los vampiros no sufríamos de ella. Sabía que me dolería la despedida, pero ¿tanto? Esto y mucho más, escuché que contestaba mi conciencia.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Abrí los ojos consternado cuando aquella mujer se derrumbo frente a mi, no me habia percatado hasta ese preciso instante de lo que yo significaba para ella.
Me arrodille a su lado tirando de ella para arroparla con un abrazo mientras mis labios jugueteaban sobre su pelo secando con suavidad las lagrimas que escurrían por sus mejillas.
-Moira, apenas nos conocemos, no voy a mentirte, no voy a decirte que era un simple polvo, dejaste de ser eso el día que te pedí que te quedaras, mas dame tiempo...necesito tiempo para asentar mi vida.
Una vida como ves muy, muy complicada.
Ahora mismo no puedo centrarme en una historia de amor, tengo muchas cosas en la cabeza, es mas ¿sabes lo que me ha pedido Sanya?
De sobra sabia que no, pues ella no conocía las reglas de la manada, mas yo si sabia el porque de esas estudiadas palabras, el porque de esa nota donde no solo me presentaba a mi hijo si no que me imploraba que lo que ella había tomado como única opción se tornara también la mía.
-Sanya cuando quedo en cinta renuncio a un alfa en su vida, al menos uno que no fuera yo, legitimo padre del niño, el único que no hubiera tratado a Lobbo como un bastardo. Lo que Sanya me pide es que renuncie al amor, que no exista alfa en mi vida pues de existir esa mujer desearía que nuestro primogénito ocupara su lugar relegando a Lobbo, un niño que ha nacido para ser alfa a la nada ¿entiendes? Lo que me pide es que me quede solo y que eduque a nuestro hijo como el próximo líder.
Confieso que hasta ahora lo nuestro lo tenia claro, necesitaba descendencia, necesitaba una alfa que junto a mi gobernara la manada y me diera un heredero, mas ahora, aquí esta Lobbo y con el...el fin de esa idea.
No se si era capaz de entender mis palabras, mas ahora lo que era una relación abocada al fracaso podía convertirse de algún modo en una realidad, claro que aun así tendríamos que lidiar con otros problemas, como que la manda aceptara que tuviera una amante.
Deje escapar el aire de forma pesada.
-Lo importante ahora es salvar mi manada, hablar de nosotros es algo que el tiempo determinara. Necesito conversar con Damon, convencerle de que no tengo tiempo...
Me puse en pie depositando un dulce beso en sus labios antes de volver a cargar el cadáver que había dejado en el suelo cuando me arrodille y tras una ultima mirada hacia el interior de la habitación desaparecí por el umbral de la puerta dispuesto a dar entierro y sepultura digna a aquel lobo que había arriesgado su vida por poner a salvo la de mi hijo.
Siempre le estaría agradecido.
Era algo extraño como un ser tan pequeño del que ni tan siquiera conocías su existencia pudiera convertirse en tu mayor prioridad, como dejabas de pensar en ti para convertirte en nosotros, mas ahora, parte de mi corazón se había quedado en esa habitación dormido de forma placida sobre el mismo lecho en el que pensaba compartir con Moira noches de lujuria. La vida acababa de darme un vuelco y Moira quería compartir ese giro conmigo ¿por que?
Me arrodille a su lado tirando de ella para arroparla con un abrazo mientras mis labios jugueteaban sobre su pelo secando con suavidad las lagrimas que escurrían por sus mejillas.
-Moira, apenas nos conocemos, no voy a mentirte, no voy a decirte que era un simple polvo, dejaste de ser eso el día que te pedí que te quedaras, mas dame tiempo...necesito tiempo para asentar mi vida.
Una vida como ves muy, muy complicada.
Ahora mismo no puedo centrarme en una historia de amor, tengo muchas cosas en la cabeza, es mas ¿sabes lo que me ha pedido Sanya?
De sobra sabia que no, pues ella no conocía las reglas de la manada, mas yo si sabia el porque de esas estudiadas palabras, el porque de esa nota donde no solo me presentaba a mi hijo si no que me imploraba que lo que ella había tomado como única opción se tornara también la mía.
-Sanya cuando quedo en cinta renuncio a un alfa en su vida, al menos uno que no fuera yo, legitimo padre del niño, el único que no hubiera tratado a Lobbo como un bastardo. Lo que Sanya me pide es que renuncie al amor, que no exista alfa en mi vida pues de existir esa mujer desearía que nuestro primogénito ocupara su lugar relegando a Lobbo, un niño que ha nacido para ser alfa a la nada ¿entiendes? Lo que me pide es que me quede solo y que eduque a nuestro hijo como el próximo líder.
Confieso que hasta ahora lo nuestro lo tenia claro, necesitaba descendencia, necesitaba una alfa que junto a mi gobernara la manada y me diera un heredero, mas ahora, aquí esta Lobbo y con el...el fin de esa idea.
No se si era capaz de entender mis palabras, mas ahora lo que era una relación abocada al fracaso podía convertirse de algún modo en una realidad, claro que aun así tendríamos que lidiar con otros problemas, como que la manda aceptara que tuviera una amante.
Deje escapar el aire de forma pesada.
-Lo importante ahora es salvar mi manada, hablar de nosotros es algo que el tiempo determinara. Necesito conversar con Damon, convencerle de que no tengo tiempo...
Me puse en pie depositando un dulce beso en sus labios antes de volver a cargar el cadáver que había dejado en el suelo cuando me arrodille y tras una ultima mirada hacia el interior de la habitación desaparecí por el umbral de la puerta dispuesto a dar entierro y sepultura digna a aquel lobo que había arriesgado su vida por poner a salvo la de mi hijo.
Siempre le estaría agradecido.
Era algo extraño como un ser tan pequeño del que ni tan siquiera conocías su existencia pudiera convertirse en tu mayor prioridad, como dejabas de pensar en ti para convertirte en nosotros, mas ahora, parte de mi corazón se había quedado en esa habitación dormido de forma placida sobre el mismo lecho en el que pensaba compartir con Moira noches de lujuria. La vida acababa de darme un vuelco y Moira quería compartir ese giro conmigo ¿por que?
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Seguía llorando en el suelo cuando Reidar se arrodilló junto a mí y me envolvió con esos fuertes brazos que se me antojaban el cielo. No quería derrumbarme, juraba que no quería que me viese así, pero yo también me sentía perdida mientras él enjugaba mis lágrimas con dulzura.
Estaba desconcertada sobre lo que sentía; como bien decía él mientras me abrazada, apenas nos conocíamos, pero entonces, ¿por qué me dolía tanto la idea de pensar perderlo? ¿Por qué me sentía capaz de hacer cualquier cosa por él con tal de verlo feliz?
Para mí también había mucho más que una noche de placer, y el hecho de que permaneciese a su lado pese a las adversidades que se nos seguían planteando, dejaba claro lo que sentía hacia él. Como si no tuviésemos bastante con ser enemigos naturales, pensé para mí soltando un suspiro.
- Reidar, como te he dicho antes no entiendo mucho de manadas y leyes licántropas, pero te prometo que mientras pueda ayudarte aquí estaré; para lo que necesites.- aseguré mientras mis lágrimas cesaban, y yo buscaba de nuevo esa fuerza que me hacía tirar hacia delante pese a todo.- Me quedaré con el pequeño quillan mientras tú buscas las soluciones para tu manada, pero quiero que sepas que mientras me necesites, nunca estarás solo.
Mientras me necesitase, jamás lo abandonaría. Y mi peor duda ¿me necesitaría de la misma forma en la que yo lo necesitaba a él?. La explicación que me daba sobre la madre del pequeño todavía me resultaba algo confusa; no entendía porque no podía tener una historia de amor con alguien, por el hecho de que el niño fuese de otra mujer. Los lobos tienen cosas muy raras, pensé. Menos mal que luego en la cama son bestiales. Me reí para mis adentros por el rumbo que habían tomado mis pensamientos
Reidar se puso en pie, y yo con él. Ambos teníamos cosas que hacer, y para mi desgracia, no iban a ser ni juntos ni desnudos sobre la cama. Me depositó un dulce beso sobre los labios antes de coger de nuevo la mortaja del lobo que había dejado en el suelo, y alejarse hacia el umbral.
- Reidar.- lo llamé antes de que se marchase de nuevo.- ¿Puedes pedir abajo antes de marcharte que preparen comida para el pequeño y que hiervan leche? Supongo que se despertará con hambre.
Sonreí mientras el lobo asentía y cerraba la puerta tras de sí. De nuevo sola en aquella habitación que ahora se me antojaba triste y vacía.
El pequeño quillan todavía dormía, y opté por ordenar todos los útiles que había traído la muchacha del hostal, y prepararlo todo para empezar a cuidar de aquella criatura que bajo mis ojos era un regalo de los dioses.
No tardó mucho en despertarse, y por extraño que fuese, no le sorprendió que fuese yo quien lo cogiese en brazos para acunarlo y llenarlo de besos cariñosos mientras se reía a carcajadas, de la misma forma en la que se reía Reidar. Sonreí mientras pensaba en que ya lo echaba de menos.
- Vamos a darte un baño caliente, ¿vale?- pregunté divertida al pequeño aún a sabiendas de que no me entendía.- Y a cambiarte los pañales..que me parece a mí que pesas más que antes.
Lo peor de ser un ser sobrenatural es que tienes los sentidos más desarrollados, incluido el olfato. En fin, compraríamos pinzas para la nariz. Desnudé al pequeño y lo limpié mientras se llenaba la bañera que horas antes habíamos compartido su padre y yo.
Juraría que no había asimilado todavía lo que me había pasado las últimas horas; era de locos. Pero allí estaba yo, bañando a un pequeño lobo que se convertiría en alfa, y que ajeno a todo lo que sucedía chapoteaba entusiasmado mientras yo le hacía pompas con un tubito de plástico.
Estaba desconcertada sobre lo que sentía; como bien decía él mientras me abrazada, apenas nos conocíamos, pero entonces, ¿por qué me dolía tanto la idea de pensar perderlo? ¿Por qué me sentía capaz de hacer cualquier cosa por él con tal de verlo feliz?
Para mí también había mucho más que una noche de placer, y el hecho de que permaneciese a su lado pese a las adversidades que se nos seguían planteando, dejaba claro lo que sentía hacia él. Como si no tuviésemos bastante con ser enemigos naturales, pensé para mí soltando un suspiro.
- Reidar, como te he dicho antes no entiendo mucho de manadas y leyes licántropas, pero te prometo que mientras pueda ayudarte aquí estaré; para lo que necesites.- aseguré mientras mis lágrimas cesaban, y yo buscaba de nuevo esa fuerza que me hacía tirar hacia delante pese a todo.- Me quedaré con el pequeño quillan mientras tú buscas las soluciones para tu manada, pero quiero que sepas que mientras me necesites, nunca estarás solo.
Mientras me necesitase, jamás lo abandonaría. Y mi peor duda ¿me necesitaría de la misma forma en la que yo lo necesitaba a él?. La explicación que me daba sobre la madre del pequeño todavía me resultaba algo confusa; no entendía porque no podía tener una historia de amor con alguien, por el hecho de que el niño fuese de otra mujer. Los lobos tienen cosas muy raras, pensé. Menos mal que luego en la cama son bestiales. Me reí para mis adentros por el rumbo que habían tomado mis pensamientos
Reidar se puso en pie, y yo con él. Ambos teníamos cosas que hacer, y para mi desgracia, no iban a ser ni juntos ni desnudos sobre la cama. Me depositó un dulce beso sobre los labios antes de coger de nuevo la mortaja del lobo que había dejado en el suelo, y alejarse hacia el umbral.
- Reidar.- lo llamé antes de que se marchase de nuevo.- ¿Puedes pedir abajo antes de marcharte que preparen comida para el pequeño y que hiervan leche? Supongo que se despertará con hambre.
Sonreí mientras el lobo asentía y cerraba la puerta tras de sí. De nuevo sola en aquella habitación que ahora se me antojaba triste y vacía.
El pequeño quillan todavía dormía, y opté por ordenar todos los útiles que había traído la muchacha del hostal, y prepararlo todo para empezar a cuidar de aquella criatura que bajo mis ojos era un regalo de los dioses.
No tardó mucho en despertarse, y por extraño que fuese, no le sorprendió que fuese yo quien lo cogiese en brazos para acunarlo y llenarlo de besos cariñosos mientras se reía a carcajadas, de la misma forma en la que se reía Reidar. Sonreí mientras pensaba en que ya lo echaba de menos.
- Vamos a darte un baño caliente, ¿vale?- pregunté divertida al pequeño aún a sabiendas de que no me entendía.- Y a cambiarte los pañales..que me parece a mí que pesas más que antes.
Lo peor de ser un ser sobrenatural es que tienes los sentidos más desarrollados, incluido el olfato. En fin, compraríamos pinzas para la nariz. Desnudé al pequeño y lo limpié mientras se llenaba la bañera que horas antes habíamos compartido su padre y yo.
Juraría que no había asimilado todavía lo que me había pasado las últimas horas; era de locos. Pero allí estaba yo, bañando a un pequeño lobo que se convertiría en alfa, y que ajeno a todo lo que sucedía chapoteaba entusiasmado mientras yo le hacía pompas con un tubito de plástico.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Di de la mejor forma que pude sepultura a aquel valiente guerrero en el lago. Sobre un lecho de paja y unos cuantos troncos que uní con cuerdas, lance su cuerpo agasajado con las armas que portaba sobre ese improvisado lecho mortuorio que acunado por las frías aguas prendió con una de mis flechas.
Pronto ardió con vigor frente a mis ojos mientras daba los últimos tragos de la botella de vodka que había usado para que la paja prendiera con facilidad.
Me hubiera bebido una entera, mas intuía que volver completamente borracho al hostal con un niño al que cuidar no era ni de lejos al mejor de las ideas.
Cuando regrese, la señora del hostal ya tenia preparada la cena del pequeño Lobbo, así que con una sonrisa y algo de dinero agradecí el gesto y subí a la habitación en busca de las dos personas que junto a mi manada y mis hermanos componían mi vida en un puzzle a piezas imposible de dar forma en aquello precisos momentos.
Abrí la puerta y deposite sobre la mesa de madera noble la leche y el plato de puré que la mujer me había preparado, la verdad es que olía de maravilla, quizás era porque Lobbo no era el único hambriento de aquella habitación.
Oí las risas del pequeño en el baño así que hacia allí dirigí mis cansados pasos, todo el día en el hospital, la noche anterior sin pegar ojo y esta que iba de camino al obtener el mismo descanso empezaban ha hacer mella en mi.
Sonreí de medio lado al ver al pequeño chapotear con los ojso abiertos ajeno a toda realidad, su risa era contagiosa, y no pude evitar sonreír frente a ambos y por unos segundos olvidarme del mundo exterior a esa cámara, a esa bañera y a ese baño.
-Parece que lo pasáis bien sin mi -bromeé mirándolos -siempre puedo ir a comerme ese puré caliente que he dejado sobre la mesa -dije entre risas como si mi hijo pudiera entender a tan corta edad mis bromas.
Me quite la camisola, después los pantalones, los calzoncillos y junto al niño me cole en la bañera mirando a la vampiresa que no se bien si aprobaba o desaprobaba mi actuación, mas supongo era el modo que yo veía mas lógico, mi padre se habia bañado conmigo infinidad de veces, claro todas ellas en los ríos y no en bañeras parisinas.
-Hijo no te acostumbres a esto, tu lugar esta en el bosque, bañándote entre aguas frías y cristalinas -susurre en su oído antes de sumergirme completamente en el agua para lavar mi rostro y mi pelo.
Salí para enfrentar la mirada de Moira mientras le sonreía divertido.
-No estoy loco, se que no me entiende, pero algún día lo hará -bromeé guiñándole un ojo mientras acariciaba al pequeño Lobbo que se aferraba con fuerza a mis dedos tratando de llevárselos a la boca posiblemente porque le dolían las encías.
-Hay algo que aun no te he dicho -dije mirando a esa mujer que estaba dándomelo todo a cambio de nada -gracias. Siento que la noche no sea exactamente como la esperabas, siento que ese vestido se ente echando a perder con el agua de la bañera y siento que no podamos estar retozando en esa cama como me gustaría. Se que soy un egoísta, que desde que he entrado en esta habitación no he echo mas que pensar en mi, en todo el peso que llevo a mi espalda y ni siquiera te he preguntado ¿como te sientes tu?
Sonríe de medio lado mirándola
-Quizás aun podamos aprovechar parte de la noche, puedo pedir una botella de champagne y cuando Lobbo se duerma, no se, hablar de nuestras cosas...me gustaría conocerte mejor ¿quieres?
Pronto ardió con vigor frente a mis ojos mientras daba los últimos tragos de la botella de vodka que había usado para que la paja prendiera con facilidad.
Me hubiera bebido una entera, mas intuía que volver completamente borracho al hostal con un niño al que cuidar no era ni de lejos al mejor de las ideas.
Cuando regrese, la señora del hostal ya tenia preparada la cena del pequeño Lobbo, así que con una sonrisa y algo de dinero agradecí el gesto y subí a la habitación en busca de las dos personas que junto a mi manada y mis hermanos componían mi vida en un puzzle a piezas imposible de dar forma en aquello precisos momentos.
Abrí la puerta y deposite sobre la mesa de madera noble la leche y el plato de puré que la mujer me había preparado, la verdad es que olía de maravilla, quizás era porque Lobbo no era el único hambriento de aquella habitación.
Oí las risas del pequeño en el baño así que hacia allí dirigí mis cansados pasos, todo el día en el hospital, la noche anterior sin pegar ojo y esta que iba de camino al obtener el mismo descanso empezaban ha hacer mella en mi.
Sonreí de medio lado al ver al pequeño chapotear con los ojso abiertos ajeno a toda realidad, su risa era contagiosa, y no pude evitar sonreír frente a ambos y por unos segundos olvidarme del mundo exterior a esa cámara, a esa bañera y a ese baño.
-Parece que lo pasáis bien sin mi -bromeé mirándolos -siempre puedo ir a comerme ese puré caliente que he dejado sobre la mesa -dije entre risas como si mi hijo pudiera entender a tan corta edad mis bromas.
Me quite la camisola, después los pantalones, los calzoncillos y junto al niño me cole en la bañera mirando a la vampiresa que no se bien si aprobaba o desaprobaba mi actuación, mas supongo era el modo que yo veía mas lógico, mi padre se habia bañado conmigo infinidad de veces, claro todas ellas en los ríos y no en bañeras parisinas.
-Hijo no te acostumbres a esto, tu lugar esta en el bosque, bañándote entre aguas frías y cristalinas -susurre en su oído antes de sumergirme completamente en el agua para lavar mi rostro y mi pelo.
Salí para enfrentar la mirada de Moira mientras le sonreía divertido.
-No estoy loco, se que no me entiende, pero algún día lo hará -bromeé guiñándole un ojo mientras acariciaba al pequeño Lobbo que se aferraba con fuerza a mis dedos tratando de llevárselos a la boca posiblemente porque le dolían las encías.
-Hay algo que aun no te he dicho -dije mirando a esa mujer que estaba dándomelo todo a cambio de nada -gracias. Siento que la noche no sea exactamente como la esperabas, siento que ese vestido se ente echando a perder con el agua de la bañera y siento que no podamos estar retozando en esa cama como me gustaría. Se que soy un egoísta, que desde que he entrado en esta habitación no he echo mas que pensar en mi, en todo el peso que llevo a mi espalda y ni siquiera te he preguntado ¿como te sientes tu?
Sonríe de medio lado mirándola
-Quizás aun podamos aprovechar parte de la noche, puedo pedir una botella de champagne y cuando Lobbo se duerma, no se, hablar de nuestras cosas...me gustaría conocerte mejor ¿quieres?
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
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Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
El sonido de la puerta al cerrarse me indicó que Reidar había vuelto mucho más rápido de lo que había previsto, y un sentimiento de tranquilidad se apoderó de mí mientras escuchaba sus pasos acercarse hasta nosotros.
Parecía menos tenso que cuando se fue, quizás el ligero olor a vodka que notaba había conseguido relajarlo de la forma que mis palabras no habían conseguido. Bien por el vodka.
Bromeó sobre el baño y sobre el puré, cuyo aroma llegaba deliciosamente hasta allí. Más de pronto comenzó a desnudarse ante mi lujuriosa mirada que no entendía el por qué de aquello, aunque debía de reconocer que lo estaba disfrutando con creces. Juraría que mis ojos se oscurecían al ver de nuevo aquel cuerpo escultural de tan cerca; tan apetecible que me costaba controlar las ganas de darle un mordisquito. Sacudí la cabeza para centrarme de nuevo en aquellos dos, que ahora como padre e hijo compartían bañera, ante mi incesante excitación. Aquel lobo acabaría volviéndome loca. Pero la escena de ver como su hijo lo cogía de las manos, divertido por compartir su baño, me llegó al alma y una tonta sonrisa apareció en mi rostro.
- No creo que estés loco por hablarle al pequeño quillan, yo también le hablo como si me entendiese. Quizás estemos locos los dos.- sonreí divertida mientras acariciaba el pelo del pequeño sin desviar la mirada de su padre, buscando esa complicidad que habíamos mantenido durante la noche anterior.- Y creo que nos faltabas tú para que este baño fuese perfecto.
Me incliné sobre la bañera para depositar un beso en los labios de Reidar. Esos labios que tanto añoraba y que deseaba hacer míos de nuevo. Más sabía que no era el momento. Ahora nuestro prioridad era el bienestar del pequeño, y después el nuestro.
- De nada, aunque no tienes porque dármelas.- susurré mientras sonreía con cariño y acariciaba su incipiente barba con mi mano.- Para mí es un placer compartir mi tiempo contigo y con el pequeño quillan. No importa que las cosas no salgan como habíamos planeado, porque de todas formas voy a pasar mi tiempo contigo, sea una forma u otra. Y no te preocupes por mí, mientras tú estés bien, yo estaré bien.
El por qué su felicidad estaba vinculada a la mía, lo desconocía. Solo sabía que era cierto, pues verle más relajado hacía que yo también me relajase. Y verlo preocupado, me ahogaba.
- ¿Quieres que vaya a por vuestras toallas antes de que la cena se enfríe o...- sumergí la mano deslizándola por el muslo de Reidar mientras lo miraba con picardía.- ... prefieres que te enjabone antes?
Reconozco que aquello un farol más que otra cosa. Debíamos atender al niño antes que continuar con nuestros juegos, pero después de tanta tensión acumulada a lo largo del día, necesitaba reírme un rato. Y la cara de Reidar era todo un poema.
Parecía menos tenso que cuando se fue, quizás el ligero olor a vodka que notaba había conseguido relajarlo de la forma que mis palabras no habían conseguido. Bien por el vodka.
Bromeó sobre el baño y sobre el puré, cuyo aroma llegaba deliciosamente hasta allí. Más de pronto comenzó a desnudarse ante mi lujuriosa mirada que no entendía el por qué de aquello, aunque debía de reconocer que lo estaba disfrutando con creces. Juraría que mis ojos se oscurecían al ver de nuevo aquel cuerpo escultural de tan cerca; tan apetecible que me costaba controlar las ganas de darle un mordisquito. Sacudí la cabeza para centrarme de nuevo en aquellos dos, que ahora como padre e hijo compartían bañera, ante mi incesante excitación. Aquel lobo acabaría volviéndome loca. Pero la escena de ver como su hijo lo cogía de las manos, divertido por compartir su baño, me llegó al alma y una tonta sonrisa apareció en mi rostro.
- No creo que estés loco por hablarle al pequeño quillan, yo también le hablo como si me entendiese. Quizás estemos locos los dos.- sonreí divertida mientras acariciaba el pelo del pequeño sin desviar la mirada de su padre, buscando esa complicidad que habíamos mantenido durante la noche anterior.- Y creo que nos faltabas tú para que este baño fuese perfecto.
Me incliné sobre la bañera para depositar un beso en los labios de Reidar. Esos labios que tanto añoraba y que deseaba hacer míos de nuevo. Más sabía que no era el momento. Ahora nuestro prioridad era el bienestar del pequeño, y después el nuestro.
- De nada, aunque no tienes porque dármelas.- susurré mientras sonreía con cariño y acariciaba su incipiente barba con mi mano.- Para mí es un placer compartir mi tiempo contigo y con el pequeño quillan. No importa que las cosas no salgan como habíamos planeado, porque de todas formas voy a pasar mi tiempo contigo, sea una forma u otra. Y no te preocupes por mí, mientras tú estés bien, yo estaré bien.
El por qué su felicidad estaba vinculada a la mía, lo desconocía. Solo sabía que era cierto, pues verle más relajado hacía que yo también me relajase. Y verlo preocupado, me ahogaba.
- ¿Quieres que vaya a por vuestras toallas antes de que la cena se enfríe o...- sumergí la mano deslizándola por el muslo de Reidar mientras lo miraba con picardía.- ... prefieres que te enjabone antes?
Reconozco que aquello un farol más que otra cosa. Debíamos atender al niño antes que continuar con nuestros juegos, pero después de tanta tensión acumulada a lo largo del día, necesitaba reírme un rato. Y la cara de Reidar era todo un poema.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
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