AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
2 participantes
Página 3 de 3.
Página 3 de 3. • 1, 2, 3
Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Quien me hubiese dicho a mí que aquella noche del baile de máscaras habría terminado ensangrentada hasta el cuello después de curar a una licántropa al borde de la muerte, y que me ofrecería a cuidar de su hermano que se hallaba inconsciente a mí lado, lo hubiese tachado de loco.
Pero sí, todo aquello había ocurrido momentos antes.
Había sido una noche digna de olvidar; al menos una parte de la misma. Demasiadas emociones, demasiada adrenalina y rabia para poder asimilar en tan poco tiempo.
Apenas unos pocos invitados quedaban ya en la fiesta después de que Damon y sus acompañantes se marchasen con la hermana de éstos al hospital. Todavía estaba atónita con el descubrimiento de aquella noche; un tema que sería sin duda sería la comidilla de aquella clase alta de la que cada vez me sentía más distinta. Aquel lobo con el que había estado gran parte de la noche, escondía un secreto fraternal...Damon era su hermano.
Miré a Reidar cansada. Seguía inconsciente, en parte por mi culpa. Yo había dejado que su nivel de sangre descendiese hasta ese punto, que aunque sabía que no era mortal, si que lo debilitaría lo suficiente como para perder el sentido.
Me senté en la mesa, donde el lobo estaba tumbado. Comencé a acariciarle el brazo, a sabiendas de que no lo sentiría. ¿Cómo era posible que sin apenas conocerlo me hubiese calado tan hondo? Quizás el hecho de haber estado a punto de cruzar tantas veces la línea a la que nuestras naturalezas opuestas nos empujaban aquella noche, me había hecho conocerlo más que nadie en tan poco tiempo.
Acaricié su rostro con dulzura. Debería haber despertado ya. Aún inconsciente era capaz de sentir la fuerza e intensidad de su aura. Sus constantes eran más débiles, pero normales y su respiración había dejado de ser entrecortada.
- Reidar.- susurré mientras seguía acariciándole la mejilla.- Vamos, despierte.
Sus ojos se entreabrieron despacio, y una sonrisa cansada se dibujó en mi rostro. Adoraba esa mirada penetrante que tantas veces se había cruzado con la mía aquella noche.
-Hola, dormilón...-bromeé contenta al verlo de nuevo consciente, aunque seguramente aturdido.- ¿Cómo se encuentra?
Sabía que necesitaría respuestas, y yo me había ofrecido a ocuparme de él. Había prometido llevarlo al hostal y ocuparme de su recuperación. Una promesa que se me antojaba más una recompensa que una obligación, pues no sabía que tenía aquel lobo, pero su presencia me resultaba embriagadora.
Quien me hubiese dicho a mí que aquella noche del baile de máscaras habría terminado ensangrentada hasta el cuello después de curar a una licántropa al borde de la muerte, y que me ofrecería a cuidar de su hermano que se hallaba inconsciente a mí lado, lo hubiese tachado de loco.
Pero sí, todo aquello había ocurrido momentos antes.
Había sido una noche digna de olvidar; al menos una parte de la misma. Demasiadas emociones, demasiada adrenalina y rabia para poder asimilar en tan poco tiempo.
Apenas unos pocos invitados quedaban ya en la fiesta después de que Damon y sus acompañantes se marchasen con la hermana de éstos al hospital. Todavía estaba atónita con el descubrimiento de aquella noche; un tema que sería sin duda sería la comidilla de aquella clase alta de la que cada vez me sentía más distinta. Aquel lobo con el que había estado gran parte de la noche, escondía un secreto fraternal...Damon era su hermano.
Miré a Reidar cansada. Seguía inconsciente, en parte por mi culpa. Yo había dejado que su nivel de sangre descendiese hasta ese punto, que aunque sabía que no era mortal, si que lo debilitaría lo suficiente como para perder el sentido.
Me senté en la mesa, donde el lobo estaba tumbado. Comencé a acariciarle el brazo, a sabiendas de que no lo sentiría. ¿Cómo era posible que sin apenas conocerlo me hubiese calado tan hondo? Quizás el hecho de haber estado a punto de cruzar tantas veces la línea a la que nuestras naturalezas opuestas nos empujaban aquella noche, me había hecho conocerlo más que nadie en tan poco tiempo.
Acaricié su rostro con dulzura. Debería haber despertado ya. Aún inconsciente era capaz de sentir la fuerza e intensidad de su aura. Sus constantes eran más débiles, pero normales y su respiración había dejado de ser entrecortada.
- Reidar.- susurré mientras seguía acariciándole la mejilla.- Vamos, despierte.
Sus ojos se entreabrieron despacio, y una sonrisa cansada se dibujó en mi rostro. Adoraba esa mirada penetrante que tantas veces se había cruzado con la mía aquella noche.
-Hola, dormilón...-bromeé contenta al verlo de nuevo consciente, aunque seguramente aturdido.- ¿Cómo se encuentra?
Sabía que necesitaría respuestas, y yo me había ofrecido a ocuparme de él. Había prometido llevarlo al hostal y ocuparme de su recuperación. Una promesa que se me antojaba más una recompensa que una obligación, pues no sabía que tenía aquel lobo, pero su presencia me resultaba embriagadora.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
No entendía como esa inmortal era tan buena, parecía haber anclado su felicidad a la mía y mientras su cano se paseaba por mi barba sus palabras rozaban mis labios haciéndome sonreír.
-¿Por que Killian?
Tenia curiosidad, desde que Lobbo había llegado así lo había llamado, mas por supuesto ese no era su nombre, imagine que seria un apodo cariñoso, algo que en su lengua natal significaba algo.
Su mano se paseo por mi muslo con serias promesas de que al caer la noche o mejor dicho al dormirse Lobbo entre nosotros podríamos desfogarnos de un modo u otro, no pude evitar sonreír mas mis ojos me delataron pues ese tono ambarino se vislumbro por unos momentos.
Algo que parece hizo feliz a Lobbo que entre carcajadas trataba de tocarlos, o de arrancármelos para jugar, no estoy seguro.
Posiblemente ese y no otro fuera el color que con frecuencia hubiera visto a su madre, posiblemente porque Sanya era una mujer de armas tomar, es mas, ese seria el color que vería en su nacimiento y no otro.
Tenia tantas dudas sobre como había pasado Lobbo ese primer año, dudas que jamas se resolverían.
Al menos sabría como pasaría el resto de sus días.
-Hoy mi hermano me ha dicho que pensaba compara aquí en Paris una residencia para Jade, que creía eso seria bueno para ella, para no romper sus raíces cuando volviera a Italia.
Lo que me lleva a preguntarte ¿donde vives? Apenas se anda de ti.
Tomé una de las toallas que Moira me entrego enrollando con ella al pequeño y depositandolo nuevamente en sus brazos.
Sus deditos se enredaban con su pelo, era una imagen tan hermosa, la dotaba de vida.
-¿Sabes? Creo que ser madre o hacer de ella te queda muy sexy -bromeé poniéndome en pie mientras acariciaba esta vez yo su cintura enredando las cintas de su corsee entre mis dedos con una picara sonrisa.
Finalmente el juego acabo no pudiéndolo llevar mas lejos en presencia de Lobbo, así que ate la toalla a mi cintura y descalzo salí tras ellos.
Moira tomo asiento frente al puré y empezó a alimentar a mi hijo, al que al parecer el puré le parecía tan sumamente rico como a mi.
Estaba hambriento, lo devoraba con ansia al igual que la leche que poco a poco Moira le iba dando para que no se atragantara ni se la tirara por encima.
Podria pasar el resto de mi vida viendo esa imagen.
-El hostal no es lugar para vivir con un niño. Quizás no seria mala idea buscar una casa en el bosque, aunque pretendo volver con mi manada cuanto antes, supongo que tener una residencia en París si mi hermano va a tener una no seria del todo descabellado, seria un modo de juntarnos en ocasiones la familia, y tu tampoco perderías el contacto con una ciudad que te apasiona. ¿cierto?
Ademas, podríais, si mi hermano accede a venir conmigo a combatir al norte, quedaros allí tu, Lobbo, Jade y las niñas junto a oda. Seguro que así mi hermano y yo partiríamos mas tranquilos sabiéndoos a salvo. ¿Aun no me has dicho donde vives?
Algo que me contrariaba ligeramente, algo me estaba ocultando ¿pero que?
-¿Por que Killian?
Tenia curiosidad, desde que Lobbo había llegado así lo había llamado, mas por supuesto ese no era su nombre, imagine que seria un apodo cariñoso, algo que en su lengua natal significaba algo.
Su mano se paseo por mi muslo con serias promesas de que al caer la noche o mejor dicho al dormirse Lobbo entre nosotros podríamos desfogarnos de un modo u otro, no pude evitar sonreír mas mis ojos me delataron pues ese tono ambarino se vislumbro por unos momentos.
Algo que parece hizo feliz a Lobbo que entre carcajadas trataba de tocarlos, o de arrancármelos para jugar, no estoy seguro.
Posiblemente ese y no otro fuera el color que con frecuencia hubiera visto a su madre, posiblemente porque Sanya era una mujer de armas tomar, es mas, ese seria el color que vería en su nacimiento y no otro.
Tenia tantas dudas sobre como había pasado Lobbo ese primer año, dudas que jamas se resolverían.
Al menos sabría como pasaría el resto de sus días.
-Hoy mi hermano me ha dicho que pensaba compara aquí en Paris una residencia para Jade, que creía eso seria bueno para ella, para no romper sus raíces cuando volviera a Italia.
Lo que me lleva a preguntarte ¿donde vives? Apenas se anda de ti.
Tomé una de las toallas que Moira me entrego enrollando con ella al pequeño y depositandolo nuevamente en sus brazos.
Sus deditos se enredaban con su pelo, era una imagen tan hermosa, la dotaba de vida.
-¿Sabes? Creo que ser madre o hacer de ella te queda muy sexy -bromeé poniéndome en pie mientras acariciaba esta vez yo su cintura enredando las cintas de su corsee entre mis dedos con una picara sonrisa.
Finalmente el juego acabo no pudiéndolo llevar mas lejos en presencia de Lobbo, así que ate la toalla a mi cintura y descalzo salí tras ellos.
Moira tomo asiento frente al puré y empezó a alimentar a mi hijo, al que al parecer el puré le parecía tan sumamente rico como a mi.
Estaba hambriento, lo devoraba con ansia al igual que la leche que poco a poco Moira le iba dando para que no se atragantara ni se la tirara por encima.
Podria pasar el resto de mi vida viendo esa imagen.
-El hostal no es lugar para vivir con un niño. Quizás no seria mala idea buscar una casa en el bosque, aunque pretendo volver con mi manada cuanto antes, supongo que tener una residencia en París si mi hermano va a tener una no seria del todo descabellado, seria un modo de juntarnos en ocasiones la familia, y tu tampoco perderías el contacto con una ciudad que te apasiona. ¿cierto?
Ademas, podríais, si mi hermano accede a venir conmigo a combatir al norte, quedaros allí tu, Lobbo, Jade y las niñas junto a oda. Seguro que así mi hermano y yo partiríamos mas tranquilos sabiéndoos a salvo. ¿Aun no me has dicho donde vives?
Algo que me contrariaba ligeramente, algo me estaba ocultando ¿pero que?
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Una especie de melancolía al tiempo que cariño surgió en mí cuando Reidar me preguntó el por qué de llamar a su hijo de esa forma. Aunque habían pasado milenios, añoraba a mi madre y a mi pueblo. Eran gente de paz, y su unión con la naturaleza era inigualable.
- Quillan significa en celta antiguo, "cachorro". Como cuando lo trajeron no sabía como se llamaba, fue lo primero que me salió para referirme a él.- contesté mientras veía como me miraba atento, y traté de descubrir si le molestaba mi invención.- También surge en mi mente la palabra cuando te miro a ti.
Sonreí divertida. Era cierto que en más de una ocasión se me había ocurrido llamarlo cachorro, pero que por respeto a su hombría no lo había hecho. Aunque el hecho de poder llamarlo así me resultaba adorable.
Sus ojos amarillearon cuando mi mano se deslizaba por el interior de su muslo, más sabía que aquel juego de tentación tendríamos que dejarlo para otro momento más íntimo. Me levanté para coger unas toallas, mientras Reidar se ponía de nuevo en pie con el niño en brazos. Así desnudo, estaba increíblemente tentador, aunque el hecho de llevar al pequeño junto a su pecho, me hacía sentir algo que no terminaba de entender. Algo que nacía en el centro de mi pecho y que inundaba todo mi interior. ¿Sería hambre?
Cogió una de las toallas envolviendo al pequeño quillan y pasándomelo a mí, mientras él hacía lo propio con otra toalla, enrollándola alrededor de su cintura. Se acabaron las bonitas vistas, pensé.
Suspiré sacando mis dudas de la cabeza cuando Reidar se acercó a mí, solo con aquella toalla y jugaba con las cintas de mi corsé mientras acariciaba mi cintura, al tiempo que me decía que estaba muy sexy ejerciendo de madre. Su olor me enloquecía y la cercanía de su cuerpo me volvía loca. Más sus palabras me llenaban todavía más. Era cierto que aquel pequeño me había hecho sentir cosas inigualables en el poco tiempo que lo conocía, pero sabía que Reidar se marcharía y con él su hijo.
No debía hacerme ilusiones porque aquello tendría un fin, y ya no solo sufriría con la marcha del lobo, sino también con la del pequeño.
- Adoro a tu hijo. Ambos sois un regalo del cielo.- sonreí mientras besaba el cuello del pequeño haciéndole petorretas y deshaciéndome al verlo reír.
Salimos del cuarto de baño y me senté en una silla alrededor de la mesa donde Reidar había depositado la cena de su hijo, que con un hambre voraz se terminó en pocos minutos. El lobo nos miraba atento, perdido en sus pensamientos, mientras que yo disfrutaba con cada momento regalado con mis dos pequeños quillan. Sonreí divertida ante mi pensamiento, que gracias a los dioses solo yo era consciente.
Me levanté con el niño en brazos y ya alimentado para acercarme a la cama donde Reidar nos observaba, y me dispuse a vestirlo con un cómodo pijama de algodón. Mi lobo comenzó a contarme la intención de su hermano de comprar una casa para su prometida allí en París, para que ella no perdiera el contacto con su hogar. Era algo hermoso y muy romántico, pensé. Jade tenía suerte de haber encontrado a Damon. Pero lo que me dejó sin palabras fue lo que dijo Reidar a continuación. No el hecho de que debería buscar otro sitio que no fuese un hostal para cuidar a Lobbo, sino lo que dijo después. ¿A qué se refería cuándo decía que yo no perdería el contacto con la ciudad? Lo miré de soslayo, tratando de no darle importancia a unas palabras que quizás no tendrían nada que ver con lo que a mí se me pasaba por la cabeza. Pero es que, ¿Acaso no parecía que estuviese haciendo planes de futuro juntos? Rechacé la idea, no quería pasarlo mal cuando después todo terminase; pero una parte de mí era reticente a evitar ser feliz por miedo a sufrir, y de nuevo, aquel lobo consiguió enamorarme con sus palabras.
- Vivo en una modesta cabaña en el bosque. Ahora mismo la comparto con un vampiro gruñón que me salvó la vida, y que se ha convertido en mi mejor amigo.- expliqué mientras el pequeño cogía mis rizos y sonreía mientras los estiraba y estos volvían a su forma habitual.- Está prometido con una licántropa, así que no creo que tenga problemas cuando os conozcais.
Se me había ido la olla. ¿Conocerse? ¿Y cómo lo iba a presentar? Era cierto que para mí era necesario que las dos personas más importantes en mi vida se conociesen, pero...¿qué le decía a Erlend? ¿Qué Reidar era mi amor con fecha de caducidad?
- Quillan significa en celta antiguo, "cachorro". Como cuando lo trajeron no sabía como se llamaba, fue lo primero que me salió para referirme a él.- contesté mientras veía como me miraba atento, y traté de descubrir si le molestaba mi invención.- También surge en mi mente la palabra cuando te miro a ti.
Sonreí divertida. Era cierto que en más de una ocasión se me había ocurrido llamarlo cachorro, pero que por respeto a su hombría no lo había hecho. Aunque el hecho de poder llamarlo así me resultaba adorable.
Sus ojos amarillearon cuando mi mano se deslizaba por el interior de su muslo, más sabía que aquel juego de tentación tendríamos que dejarlo para otro momento más íntimo. Me levanté para coger unas toallas, mientras Reidar se ponía de nuevo en pie con el niño en brazos. Así desnudo, estaba increíblemente tentador, aunque el hecho de llevar al pequeño junto a su pecho, me hacía sentir algo que no terminaba de entender. Algo que nacía en el centro de mi pecho y que inundaba todo mi interior. ¿Sería hambre?
Cogió una de las toallas envolviendo al pequeño quillan y pasándomelo a mí, mientras él hacía lo propio con otra toalla, enrollándola alrededor de su cintura. Se acabaron las bonitas vistas, pensé.
Suspiré sacando mis dudas de la cabeza cuando Reidar se acercó a mí, solo con aquella toalla y jugaba con las cintas de mi corsé mientras acariciaba mi cintura, al tiempo que me decía que estaba muy sexy ejerciendo de madre. Su olor me enloquecía y la cercanía de su cuerpo me volvía loca. Más sus palabras me llenaban todavía más. Era cierto que aquel pequeño me había hecho sentir cosas inigualables en el poco tiempo que lo conocía, pero sabía que Reidar se marcharía y con él su hijo.
No debía hacerme ilusiones porque aquello tendría un fin, y ya no solo sufriría con la marcha del lobo, sino también con la del pequeño.
- Adoro a tu hijo. Ambos sois un regalo del cielo.- sonreí mientras besaba el cuello del pequeño haciéndole petorretas y deshaciéndome al verlo reír.
Salimos del cuarto de baño y me senté en una silla alrededor de la mesa donde Reidar había depositado la cena de su hijo, que con un hambre voraz se terminó en pocos minutos. El lobo nos miraba atento, perdido en sus pensamientos, mientras que yo disfrutaba con cada momento regalado con mis dos pequeños quillan. Sonreí divertida ante mi pensamiento, que gracias a los dioses solo yo era consciente.
Me levanté con el niño en brazos y ya alimentado para acercarme a la cama donde Reidar nos observaba, y me dispuse a vestirlo con un cómodo pijama de algodón. Mi lobo comenzó a contarme la intención de su hermano de comprar una casa para su prometida allí en París, para que ella no perdiera el contacto con su hogar. Era algo hermoso y muy romántico, pensé. Jade tenía suerte de haber encontrado a Damon. Pero lo que me dejó sin palabras fue lo que dijo Reidar a continuación. No el hecho de que debería buscar otro sitio que no fuese un hostal para cuidar a Lobbo, sino lo que dijo después. ¿A qué se refería cuándo decía que yo no perdería el contacto con la ciudad? Lo miré de soslayo, tratando de no darle importancia a unas palabras que quizás no tendrían nada que ver con lo que a mí se me pasaba por la cabeza. Pero es que, ¿Acaso no parecía que estuviese haciendo planes de futuro juntos? Rechacé la idea, no quería pasarlo mal cuando después todo terminase; pero una parte de mí era reticente a evitar ser feliz por miedo a sufrir, y de nuevo, aquel lobo consiguió enamorarme con sus palabras.
- Vivo en una modesta cabaña en el bosque. Ahora mismo la comparto con un vampiro gruñón que me salvó la vida, y que se ha convertido en mi mejor amigo.- expliqué mientras el pequeño cogía mis rizos y sonreía mientras los estiraba y estos volvían a su forma habitual.- Está prometido con una licántropa, así que no creo que tenga problemas cuando os conozcais.
Se me había ido la olla. ¿Conocerse? ¿Y cómo lo iba a presentar? Era cierto que para mí era necesario que las dos personas más importantes en mi vida se conociesen, pero...¿qué le decía a Erlend? ¿Qué Reidar era mi amor con fecha de caducidad?
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Mi respuesta fue respondida y aunque trate de disimular mi desasosiego creo que el ámbar de mis ojos se hizo mas que palpable frente a ella, pestañee un par de veces antes de ponerme en pie y caminar hacia el ventanal abierto para cerrarlo.
Supongo que ha habitación ya había ventilado suficiente,aunque para que mentir fue la escusa que encontré para no enfrentar su mirada.
La presencia de otro inmortal en su vida, alguien que por el modo en el que hablaba parecía sumamente importante para ella me hizo dudar, mas fueron sus ultimas palabras, esas que se apresuraron a decir que estaba prometido lo que inspiro mi mas pura desconfianza.
Ahora un millón de dudas asolaban mi mente, mas como preguntárselas sin parecer un loco celoso.
Tenia que calmarme, apenas la conocía, ambos arrastrábamos un pasado, el mio pendía de sus brazos en esos instantes.
Me acerque al mueble bar sirviéndome una copa, tratando de así ocultar las dudas que aun sin respuesta albergaba mi mente.
Posiblemente era esa parte de lobo, esa que lela desconocía pero que era tremendamente posesiva la que me hacia actuar así, eramos territoriales y de un modo u otro ella había pasado a formar parte de mi vida.
Era una locura, no la conocía y en ese instante supe que tenia que poner freno a aquello.
Omití hacer preguntas sobre ese hombre que decía no le importaría que nos presentase y que yo por el contrario aseguraba un conflicto inminente entre ambos.
Di un sorbo a aquel vaso mientras volvía a mirar hacia Lobbo y Moira tratando de apartar aquella dudas razonables que me nublaban el juicio en aquel instante.
-¿Tenemos que comprar algo mas para lobo? -pregunte cambiando de tema de un modo radical.
La mayoría de los comercios ya estarían cerrados, mas con suerte quizás aun podríamos encontrar alguna tienda de barrio abierta, ademas de que me gustaría dar una vuelta por la zona de los bosques, ver algún lugar bonito que sirviera a mi hermana y a lobo como refugio en París hasta que yo volviera de la guerra.
Pedirle a Moira que se viniera era demasiado aventurado, mas aun si compartía casa con alguien y aunque estaba seguro de que mi hermana y ella se hubieran llevado muy bien decidí no correr demasiado, darnos tiempo, conocernos y ver que podía surgir entre nosotros.
Apenas sabia nada de su vida, ni ella de la mía, ir a ciegas ambos empujados por la presencia de Lobbo era injusto para ambos, sobre todo para ella.
Lobbo era mi responsabilidad y aunque ella decía querer compartirla y yo deseaba que lo hiciera...
-¿por que quieres atar tu vida a un hombre al que apenas conoces? -no pude reprimir esa pregunta que escapo de mis labios de forma absurda -no quiero que te arrepientas.
Lobbo gateaba en mi dirección, así que deje el vaso sobre el mueble para dejarme caer al suelo mirándole como reía entusiasmado con cada paso.
Se sentó frente a mi enredando su mano entre mis dedos que de nuevo se llevo a su boca a modo de mordedor.
Negué con la cabeza dejando que una sonrisa se escapara de mi rostro.
-A mi me muerde y a ti te acaricia -bromee frunciendo fingidamente el ceño.
Saque el cuchillo asegurándome que estaba bien enganchado en la funda y se lo acerque para que jugara. Pronto llevo las correas de piel a sus molestas encías, mientras luchaba por abrir ese cierre que de sobra sabia no se abriría.
-Algún día te lo regalare Lobbo, pero hoy tu padre aun lo necesita, era del abuelo.
Supongo que ha habitación ya había ventilado suficiente,aunque para que mentir fue la escusa que encontré para no enfrentar su mirada.
La presencia de otro inmortal en su vida, alguien que por el modo en el que hablaba parecía sumamente importante para ella me hizo dudar, mas fueron sus ultimas palabras, esas que se apresuraron a decir que estaba prometido lo que inspiro mi mas pura desconfianza.
Ahora un millón de dudas asolaban mi mente, mas como preguntárselas sin parecer un loco celoso.
Tenia que calmarme, apenas la conocía, ambos arrastrábamos un pasado, el mio pendía de sus brazos en esos instantes.
Me acerque al mueble bar sirviéndome una copa, tratando de así ocultar las dudas que aun sin respuesta albergaba mi mente.
Posiblemente era esa parte de lobo, esa que lela desconocía pero que era tremendamente posesiva la que me hacia actuar así, eramos territoriales y de un modo u otro ella había pasado a formar parte de mi vida.
Era una locura, no la conocía y en ese instante supe que tenia que poner freno a aquello.
Omití hacer preguntas sobre ese hombre que decía no le importaría que nos presentase y que yo por el contrario aseguraba un conflicto inminente entre ambos.
Di un sorbo a aquel vaso mientras volvía a mirar hacia Lobbo y Moira tratando de apartar aquella dudas razonables que me nublaban el juicio en aquel instante.
-¿Tenemos que comprar algo mas para lobo? -pregunte cambiando de tema de un modo radical.
La mayoría de los comercios ya estarían cerrados, mas con suerte quizás aun podríamos encontrar alguna tienda de barrio abierta, ademas de que me gustaría dar una vuelta por la zona de los bosques, ver algún lugar bonito que sirviera a mi hermana y a lobo como refugio en París hasta que yo volviera de la guerra.
Pedirle a Moira que se viniera era demasiado aventurado, mas aun si compartía casa con alguien y aunque estaba seguro de que mi hermana y ella se hubieran llevado muy bien decidí no correr demasiado, darnos tiempo, conocernos y ver que podía surgir entre nosotros.
Apenas sabia nada de su vida, ni ella de la mía, ir a ciegas ambos empujados por la presencia de Lobbo era injusto para ambos, sobre todo para ella.
Lobbo era mi responsabilidad y aunque ella decía querer compartirla y yo deseaba que lo hiciera...
-¿por que quieres atar tu vida a un hombre al que apenas conoces? -no pude reprimir esa pregunta que escapo de mis labios de forma absurda -no quiero que te arrepientas.
Lobbo gateaba en mi dirección, así que deje el vaso sobre el mueble para dejarme caer al suelo mirándole como reía entusiasmado con cada paso.
Se sentó frente a mi enredando su mano entre mis dedos que de nuevo se llevo a su boca a modo de mordedor.
Negué con la cabeza dejando que una sonrisa se escapara de mi rostro.
-A mi me muerde y a ti te acaricia -bromee frunciendo fingidamente el ceño.
Saque el cuchillo asegurándome que estaba bien enganchado en la funda y se lo acerque para que jugara. Pronto llevo las correas de piel a sus molestas encías, mientras luchaba por abrir ese cierre que de sobra sabia no se abriría.
-Algún día te lo regalare Lobbo, pero hoy tu padre aun lo necesita, era del abuelo.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Un tono ámbar relampagueo en los ojos de Reidar al hablar sobre presentarle a Erlend. ¿Y qué esperaba? Presentarle a mis conocidos era como dar a entender que entre nosotros podría haber algo más de lo que realmente había.
¿Cómo explicarle que yo necesitaba compartir con Erlend mi felicidad, la alegría de haber conocido a alguien como Reidar? No podía decirle más sin complicar las cosas y tentar a que el lobo saliese corriendo por la puerta.
Se levantó a cerrar la ventana. Empezaba a refrescar y era lo más lógico. Continué vistiendo al pequeño, que ya casi estaba listo, mientras Reidar nos observaba en silencio, bebiendo de una copa de licor que se acababa de servir. Pasaron solo varios minutos, pero se me hicieron eternos. ¿Acaso había hecho algo mal? Sentía su aura distinta, como si le diese vueltas a una idea que no terminaba de encajar. Y aquello me asustaba. Tenía un miedo atroz de perderlo, de tener que separarme de él tan pronto.
- Quizás un carrito para pasearlo y algo con lo que sujetarlo a nosotros cuando vayamos a caballo; para esto tengo una idea.- contesté ante su repentina pregunta.- Supongo que lo demás podremos mirarlo cuando te mudes. De momento con lo que encargué esta mañana tenemos suficiente.
Dejé al pequeño quillan en el suelo mientras miraba a Reidar de soslayo. ¿Le molestaría que hablase en plural? Quizás se estaba replanteando llevarme con él a su nuevo hogar. Yo también pensaba que era una locura, pero era lo que mi corazón me pedía que hiciese. Su pregunta me pilló por sorpresa. ¿Cómo contestarla sin contarle aquello que empezaba a sentir? ¿Eso que no debería estar pasando todavía? Me decidí por dejar a hablar a mi corazón, para bien o para mal, era él quien me guiaba.
- Pensarás que estoy loca.- susurré mientras me acercaba a él con una dulce mirada.- ¿Nunca te ha pasado que conoces a alguien y desde el minuto uno te sientes como si lo conocieses de toda la vida? ¿Cómo si encajaseis de tal manera que asusta? Pues así es como me siento yo. Sé que no nos conocemos, que nuestro tiempo juntos ha sido efímero, pero también sé que no quiero termine ahora. Necesito saber que no me equivoco; que todo lo que siento cuando estoy contigo es real; que tú eres real y no solo un sueño inalcanzable. Jamás me arrepentiría de estar contigo; solo podría arrepentirme de haber tenido esta oportunidad de conocerte y no aprovecharlo.
De perdidos, al río, pensé. Le acababa de poner mi corazón en bandeja junto a una estaca de madera. Pero era lo más justo. Nada de mentiras entre nosotros; la confianza era importante para mí, e imaginaba que también para él.
Suspiré perdida por completo mientras veía como el pequeño trataba de mordisquear los dedos de Reidar, y éste bromeaba sobre ello.
- Vas a ser un padre perfecto.- susurré mientras me colocaba a su lado en el suelo, y le acariciaba el brazo.- El pequeño quillan tiene suerte de tenerte.
Busqué su mirada. Esa mirada que necesitaba sentir de nuevo. Necesitaba que todo iba bien, dentro de todos los problemas que teníamos encima, porque sí, ahora sus preocupaciones eran las mías.
¿Cómo explicarle que yo necesitaba compartir con Erlend mi felicidad, la alegría de haber conocido a alguien como Reidar? No podía decirle más sin complicar las cosas y tentar a que el lobo saliese corriendo por la puerta.
Se levantó a cerrar la ventana. Empezaba a refrescar y era lo más lógico. Continué vistiendo al pequeño, que ya casi estaba listo, mientras Reidar nos observaba en silencio, bebiendo de una copa de licor que se acababa de servir. Pasaron solo varios minutos, pero se me hicieron eternos. ¿Acaso había hecho algo mal? Sentía su aura distinta, como si le diese vueltas a una idea que no terminaba de encajar. Y aquello me asustaba. Tenía un miedo atroz de perderlo, de tener que separarme de él tan pronto.
- Quizás un carrito para pasearlo y algo con lo que sujetarlo a nosotros cuando vayamos a caballo; para esto tengo una idea.- contesté ante su repentina pregunta.- Supongo que lo demás podremos mirarlo cuando te mudes. De momento con lo que encargué esta mañana tenemos suficiente.
Dejé al pequeño quillan en el suelo mientras miraba a Reidar de soslayo. ¿Le molestaría que hablase en plural? Quizás se estaba replanteando llevarme con él a su nuevo hogar. Yo también pensaba que era una locura, pero era lo que mi corazón me pedía que hiciese. Su pregunta me pilló por sorpresa. ¿Cómo contestarla sin contarle aquello que empezaba a sentir? ¿Eso que no debería estar pasando todavía? Me decidí por dejar a hablar a mi corazón, para bien o para mal, era él quien me guiaba.
- Pensarás que estoy loca.- susurré mientras me acercaba a él con una dulce mirada.- ¿Nunca te ha pasado que conoces a alguien y desde el minuto uno te sientes como si lo conocieses de toda la vida? ¿Cómo si encajaseis de tal manera que asusta? Pues así es como me siento yo. Sé que no nos conocemos, que nuestro tiempo juntos ha sido efímero, pero también sé que no quiero termine ahora. Necesito saber que no me equivoco; que todo lo que siento cuando estoy contigo es real; que tú eres real y no solo un sueño inalcanzable. Jamás me arrepentiría de estar contigo; solo podría arrepentirme de haber tenido esta oportunidad de conocerte y no aprovecharlo.
De perdidos, al río, pensé. Le acababa de poner mi corazón en bandeja junto a una estaca de madera. Pero era lo más justo. Nada de mentiras entre nosotros; la confianza era importante para mí, e imaginaba que también para él.
Suspiré perdida por completo mientras veía como el pequeño trataba de mordisquear los dedos de Reidar, y éste bromeaba sobre ello.
- Vas a ser un padre perfecto.- susurré mientras me colocaba a su lado en el suelo, y le acariciaba el brazo.- El pequeño quillan tiene suerte de tenerte.
Busqué su mirada. Esa mirada que necesitaba sentir de nuevo. Necesitaba que todo iba bien, dentro de todos los problemas que teníamos encima, porque sí, ahora sus preocupaciones eran las mías.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Su corazón quedo expuesto frente a mi, le habida pedido sinceridad y no solo me había ofrecido eso si no la promesa de un certero futuro juntos.
¿Estaba preparado para eso? Posiblemente no, posiblemente tampoco para ser padre.
Sonreí al sentir sus caricias sobre mi brazo mientras sus ojos me buscaban en parte preocupados tras haber descubierto su alma para mi.
-Me gustas Moira, mas de lo que deberías posiblemente y no te voy a mentir hasta la llegada de Lobbo mi idea era que esto fuera una relación efímera, que finalizara cuando mi regreso a París fuera inminente no porque no piense que lo nuestro pueda funciones, ni porque no este seguro de que puedo enamorarme de ti.
Guarde silencio por un momento escuchándome a mi mismo pronunciar esas palabras que siempre se me antojaron demasiado para ser pronunciadas.
-Has despertado en mi algo, lo hiciste antes incluso de que Lobbo llegara mas cuando te vi con el entre tus brazos, no se, algo cambio dentro de mi. No voy a prometerte un futuro porque ni yo mismo se si lo tengo. Solo puedo prometerte la idea de empezar algo bonito que puede quedar en todo o en nada.
Apenas te conozco, no se si andabas enredada con ese vampiro con el que vives, no se nada de ti...y quiero saberlo todo. Pero para eso hemos de ir despacio, conocernos...¿lo entiendes?
Relamí mis labios frente a los suyos antes de lanzar una furtiva mirada al pequeño que seguía luchando con mi daga mordisqueando la funda entretenido.
-tengo ganas de ti -afirme con rotundidad -así que cuando el pequeño Lobbo se duerma intuyo que tendrás que darme todos esos besos que mi hijo me ha robado -bromeé antes de alcanzar sus labios con suavidad.
Cerré los ojos dejándome llevar, deslizando mi lengua por el peligroso precipicio de sus labios y enredándome con su lengua de forma apasionada.
Jadee ligeramente al sentir como mi hombría se alzaba al tiempo que mi mano se apoderaba de su nuca guiándola hacia mi.
Mis ojos ámbar indicaron el principio del fin y me separe de ella con lentitud consciente de que ansiaba su cuerpo mas de la cuenta en ese preciso instante.
La situación nos invitaba a comportarnos de un modo muy distinto a como lo hacen dos desconocido que arrastrados por la pasión se buscan sin descanso.
-ve si quieres a ducharte, supongo que necesitaras pasar por tu casa para coger ropa, quizás pueda conocer ahí a ese amigo tuyo con el que vives -mis palabras sonaron afiladas como cuchillos -me llevare una estaca por si acaso -bromeé sonriendo con cierta ironía.
-Otra opción es ir a alguna tienda y que te compres la ropa que necesites, dudo que estés cómoda con ese vestido, aunque sin duda si estas preciosa.
¿Estaba preparado para eso? Posiblemente no, posiblemente tampoco para ser padre.
Sonreí al sentir sus caricias sobre mi brazo mientras sus ojos me buscaban en parte preocupados tras haber descubierto su alma para mi.
-Me gustas Moira, mas de lo que deberías posiblemente y no te voy a mentir hasta la llegada de Lobbo mi idea era que esto fuera una relación efímera, que finalizara cuando mi regreso a París fuera inminente no porque no piense que lo nuestro pueda funciones, ni porque no este seguro de que puedo enamorarme de ti.
Guarde silencio por un momento escuchándome a mi mismo pronunciar esas palabras que siempre se me antojaron demasiado para ser pronunciadas.
-Has despertado en mi algo, lo hiciste antes incluso de que Lobbo llegara mas cuando te vi con el entre tus brazos, no se, algo cambio dentro de mi. No voy a prometerte un futuro porque ni yo mismo se si lo tengo. Solo puedo prometerte la idea de empezar algo bonito que puede quedar en todo o en nada.
Apenas te conozco, no se si andabas enredada con ese vampiro con el que vives, no se nada de ti...y quiero saberlo todo. Pero para eso hemos de ir despacio, conocernos...¿lo entiendes?
Relamí mis labios frente a los suyos antes de lanzar una furtiva mirada al pequeño que seguía luchando con mi daga mordisqueando la funda entretenido.
-tengo ganas de ti -afirme con rotundidad -así que cuando el pequeño Lobbo se duerma intuyo que tendrás que darme todos esos besos que mi hijo me ha robado -bromeé antes de alcanzar sus labios con suavidad.
Cerré los ojos dejándome llevar, deslizando mi lengua por el peligroso precipicio de sus labios y enredándome con su lengua de forma apasionada.
Jadee ligeramente al sentir como mi hombría se alzaba al tiempo que mi mano se apoderaba de su nuca guiándola hacia mi.
Mis ojos ámbar indicaron el principio del fin y me separe de ella con lentitud consciente de que ansiaba su cuerpo mas de la cuenta en ese preciso instante.
La situación nos invitaba a comportarnos de un modo muy distinto a como lo hacen dos desconocido que arrastrados por la pasión se buscan sin descanso.
-ve si quieres a ducharte, supongo que necesitaras pasar por tu casa para coger ropa, quizás pueda conocer ahí a ese amigo tuyo con el que vives -mis palabras sonaron afiladas como cuchillos -me llevare una estaca por si acaso -bromeé sonriendo con cierta ironía.
-Otra opción es ir a alguna tienda y que te compres la ropa que necesites, dudo que estés cómoda con ese vestido, aunque sin duda si estas preciosa.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Miedo. Eso era lo que definía todo mi ser en aquellos momentos. Miedo del rechazo de Reidar al abrirle mi corazón, miedo de haber sido una ilusa pensando que quizás él pudiese sentir lo mismo, y miedo a que con mi insensatez acabase de perder lo poco que tenía en mi vida que merecía la pena.
Sus palabras me daban esperanzas, aunque sabía que nuestra historia era imposible, pero al menos no era una negativa rotunda. Decía de empezar algo, de ir poco a poco y conocernos. Eso si lo entendía, y de hecho era lo más sensato. Debíamos comprobar si no era más que una ilusión o por el contrario afianzábamos nuestra relación. Cuando mencionó no conocer nada de mí, y mencionó a Erlend, no pude evitar sonreír. ¿Eso que atisbaban eran celos?
- Me parece bien tu plan; yo también pienso que lo mejor es conocernos poco a poco, y ver donde nos lleva esto.- sonreí mientras me acercaba a él y la tensión sexual se iba haciendo patente en nosotros.- Y no, no andaba enredada con mi amigo vampiro; solo somos amigos. Hasta que te conocí anoche, mi corazón estaba vacío y libre como el viento.
Quería a Erlend, eso era cierto, pero llevaba tiempo viéndolo como lo que era. Mi mayor apoyo en esta vida; mi mejor amigo. Alguien en quien confiaría mi vida sin pensar. Reidar no debía preocuparse en ese sentido; ambos los teníamos claro, y para Erlend yo era solo su amiga y confidente.
- Luego te daré esos besos multiplicados por cien, no solo en cantidad, sino en magnitud.- susurré junto a su boca tras un dulce beso, donde Reidar aseguraba tener ganas de mí; palabras que me excitaban por momentos mientra rezaba porque Lobbo se durmiese pronto.- Y además, en diferentes partes del cuerpo.
Posó sus labios sobre los míos, y la felicidad inundó mi ser. Llevaba horas anhelando ese beso; necesitando sentir de nuevo su lengua, buscando la mía mientras nuestros cuerpos nos pedían a gritos esas caricias que tendrían que esperar. Comenzamos a jadear, y su hombría comenzó a hacerse patente bajo la toalla.
Cuando se separó de mis labios, conscientes de que aquello tendría que esperar, nuestros ojos nos delataban a ambos.
Sus palabras me hicieron sonreír mientras con un dulce beso me levantaba para ir hacia el cuarto de baño.
- Me parece buena idea que vayamos a mi casa y que conozcas a Erlend, aunque con una sola estaca no tendrías bastante.- sonreí divertida mientras lo miraba con picardía de camino al cuarto de baño,
Deslicé mis dedos sensualmente sobre el corsé del vestido jugando con los lazos que lo mantenían apretado; lo solté justo antes de llegar a la puerta y dejándolo en el suelo continué con la sujección de la falda, mientras deslizaba la misma por mis muslos al tiempo que me inclinaba, dejando una visión más que satisfactoria para el lobo que me observaba desde el suelo.
En ningún momento desvié mi mirada de los ojos de Reidar, que pasaron por todos los tonos de ámbar. Estaba claro que me deseaba del mismo modo que yo lo deseaba a él.
- Quizás puedas tener otro tipo de estaca para mí.- susurré con lascivia antes de guiñarle un ojo y meterme en el baño para darme una ducha rápida, y hacer lo que sin duda sería mi segunda locura de la noche. Presentarle a Erlend.
Sus palabras me daban esperanzas, aunque sabía que nuestra historia era imposible, pero al menos no era una negativa rotunda. Decía de empezar algo, de ir poco a poco y conocernos. Eso si lo entendía, y de hecho era lo más sensato. Debíamos comprobar si no era más que una ilusión o por el contrario afianzábamos nuestra relación. Cuando mencionó no conocer nada de mí, y mencionó a Erlend, no pude evitar sonreír. ¿Eso que atisbaban eran celos?
- Me parece bien tu plan; yo también pienso que lo mejor es conocernos poco a poco, y ver donde nos lleva esto.- sonreí mientras me acercaba a él y la tensión sexual se iba haciendo patente en nosotros.- Y no, no andaba enredada con mi amigo vampiro; solo somos amigos. Hasta que te conocí anoche, mi corazón estaba vacío y libre como el viento.
Quería a Erlend, eso era cierto, pero llevaba tiempo viéndolo como lo que era. Mi mayor apoyo en esta vida; mi mejor amigo. Alguien en quien confiaría mi vida sin pensar. Reidar no debía preocuparse en ese sentido; ambos los teníamos claro, y para Erlend yo era solo su amiga y confidente.
- Luego te daré esos besos multiplicados por cien, no solo en cantidad, sino en magnitud.- susurré junto a su boca tras un dulce beso, donde Reidar aseguraba tener ganas de mí; palabras que me excitaban por momentos mientra rezaba porque Lobbo se durmiese pronto.- Y además, en diferentes partes del cuerpo.
Posó sus labios sobre los míos, y la felicidad inundó mi ser. Llevaba horas anhelando ese beso; necesitando sentir de nuevo su lengua, buscando la mía mientras nuestros cuerpos nos pedían a gritos esas caricias que tendrían que esperar. Comenzamos a jadear, y su hombría comenzó a hacerse patente bajo la toalla.
Cuando se separó de mis labios, conscientes de que aquello tendría que esperar, nuestros ojos nos delataban a ambos.
Sus palabras me hicieron sonreír mientras con un dulce beso me levantaba para ir hacia el cuarto de baño.
- Me parece buena idea que vayamos a mi casa y que conozcas a Erlend, aunque con una sola estaca no tendrías bastante.- sonreí divertida mientras lo miraba con picardía de camino al cuarto de baño,
Deslicé mis dedos sensualmente sobre el corsé del vestido jugando con los lazos que lo mantenían apretado; lo solté justo antes de llegar a la puerta y dejándolo en el suelo continué con la sujección de la falda, mientras deslizaba la misma por mis muslos al tiempo que me inclinaba, dejando una visión más que satisfactoria para el lobo que me observaba desde el suelo.
En ningún momento desvié mi mirada de los ojos de Reidar, que pasaron por todos los tonos de ámbar. Estaba claro que me deseaba del mismo modo que yo lo deseaba a él.
- Quizás puedas tener otro tipo de estaca para mí.- susurré con lascivia antes de guiñarle un ojo y meterme en el baño para darme una ducha rápida, y hacer lo que sin duda sería mi segunda locura de la noche. Presentarle a Erlend.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Sus palabras encendían mi cuerpo, haciendo que mis ojos que sin duda siguieran aquella silueta semidesnuda que me incitaba a acompañarla al baño para dar rienda suelta la mi abultada virilidad.
Aun así me mantuve con la respiración agitada junto a mi hijo que absorto en sus juegos continuaba mordiendo las cintas de aquella funda con ganas.
Pronto oí el agua correr, y aquello me llevo al baño que nos dimos la primera noche que nos conocimos donde nuestros cuerpos habían disfrutado de los placeres prohibidos de nuestras razas.
Mis ojos se tornaron miel al recordar su cuerpo desnudo y como mi hombría la había llenado aquella noche.
No tardo en salir, descubriéndome completamente excitado, supuse que intuyo por donde iban mis pensamientos pues me dedico una picara sonrisa que sin duda logro alterarme bastante mas de l oque ya estaba.
-Mas te vale saciarme a al vuelta -musite frunciendo el ceño ligeramente antes de echarme a reir -estoy muy revuelto.
Pronto vestimos a Lobbo y nos decidimos a con todo lo necesario emprender el camino hacia la cabaña de la playa donde hasta entonces vivía Moira.
Confieso que la idea de conocer a aquel amigo suyo me inquietaba ligeramente, sobre todo porque Lobbo me acompañaba y mis sentidos se mantenían alerta cuando hablábamos de seres traicioneros como lo son los vampiros.
No podía evitar pensar que Moira era una excepción y posiblemente mis aliados inmortales en los bosques solo colaboradores necesarios para mantener nuestros hogares a salvo.
Mas ahora, en aquellas tierras que no eran mías, no sabia como ese inmortal para el que Moira presumía necesitar mas de una estaca, reaccionaria frente a un licantropo, y no uno cualquiera, un alfa.
Tome a mi hijo en brazos mirando con cierta tensión a Moira, creo que noto como mi mirada de nuevo se enturbiaba, mas esta vez no por el motivo de antes si no por la tensión del encuentro que estaba apunto de producirse.
-Moira confió en ti, confió en que ese amigo tuyo se mantendrá en calma, mas te aseguro que si no lo hace no dudare en poner fin a su miserable vida si es que el no pone fin antes a la mía.
Esperaba que la vampiresa fuera capaz de entrar en razón y decirme si aquel encuentro de verdad lo veía necesario, si de verdad pensaba que Lobbo frente a ese chupa sangre estaría a salvo.
No quería dudar de sus amigos, quería tener la mente abierta, mas por el contrario no lograba hacerlo.
Todos mis instintos cosechados durante milenios me advertían de la locura que era ir a una cabaña con mi hijo en presencia de dos vampiros.
Juntos abandonamos ese hostal, esperaba que del mismo modo en el que salíamos regresáramos antes de que el sol diera inicio a un nuevo dia.
Aun así me mantuve con la respiración agitada junto a mi hijo que absorto en sus juegos continuaba mordiendo las cintas de aquella funda con ganas.
Pronto oí el agua correr, y aquello me llevo al baño que nos dimos la primera noche que nos conocimos donde nuestros cuerpos habían disfrutado de los placeres prohibidos de nuestras razas.
Mis ojos se tornaron miel al recordar su cuerpo desnudo y como mi hombría la había llenado aquella noche.
No tardo en salir, descubriéndome completamente excitado, supuse que intuyo por donde iban mis pensamientos pues me dedico una picara sonrisa que sin duda logro alterarme bastante mas de l oque ya estaba.
-Mas te vale saciarme a al vuelta -musite frunciendo el ceño ligeramente antes de echarme a reir -estoy muy revuelto.
Pronto vestimos a Lobbo y nos decidimos a con todo lo necesario emprender el camino hacia la cabaña de la playa donde hasta entonces vivía Moira.
Confieso que la idea de conocer a aquel amigo suyo me inquietaba ligeramente, sobre todo porque Lobbo me acompañaba y mis sentidos se mantenían alerta cuando hablábamos de seres traicioneros como lo son los vampiros.
No podía evitar pensar que Moira era una excepción y posiblemente mis aliados inmortales en los bosques solo colaboradores necesarios para mantener nuestros hogares a salvo.
Mas ahora, en aquellas tierras que no eran mías, no sabia como ese inmortal para el que Moira presumía necesitar mas de una estaca, reaccionaria frente a un licantropo, y no uno cualquiera, un alfa.
Tome a mi hijo en brazos mirando con cierta tensión a Moira, creo que noto como mi mirada de nuevo se enturbiaba, mas esta vez no por el motivo de antes si no por la tensión del encuentro que estaba apunto de producirse.
-Moira confió en ti, confió en que ese amigo tuyo se mantendrá en calma, mas te aseguro que si no lo hace no dudare en poner fin a su miserable vida si es que el no pone fin antes a la mía.
Esperaba que la vampiresa fuera capaz de entrar en razón y decirme si aquel encuentro de verdad lo veía necesario, si de verdad pensaba que Lobbo frente a ese chupa sangre estaría a salvo.
No quería dudar de sus amigos, quería tener la mente abierta, mas por el contrario no lograba hacerlo.
Todos mis instintos cosechados durante milenios me advertían de la locura que era ir a una cabaña con mi hijo en presencia de dos vampiros.
Juntos abandonamos ese hostal, esperaba que del mismo modo en el que salíamos regresáramos antes de que el sol diera inicio a un nuevo dia.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Horas después de nuestra partida del hostal volvíamos allí con el corazón lleno de esperanzas y planes de futuro; todas las dudas y la incertidumbre que me acechaban cuando habíamos abandonado esa habitación, donde en cierto modo nuestros sentimientos habían comenzado a aflorar, desaparecieron durante aquella noche donde nuevas amistades habían surgido y nuestro amor había sido consolidado, muestra de ello lo demostraba el anillo que portaba en el dedo, y que en esos momentos se hallaba entrelazado entre los dedos de Reidar, que cabalgaba a mi espalda.
Hacía poco más de media hora que nos habíamos despedido de Adaline y de Erlend en el bosque, donde ellos también recién casados, convertirían las estrellas en el camino que los guiase. Cuatro personas habían finalizado su noche convirtiéndose en solo dos almas unidas. Y saber que mi amigo sería feliz con su nueva esposa, completaba mi dicha de aquella noche; Erlend se lo merecía, todos nos merecíamos ser felices con las personas a las que amábamos.
Después de haber manipulado la mente del pobre sacerdote para no tener problemas, digamos que Erlend y Reidar no habían sido muy sutiles a la hora de pedirle ayuda, lo monté sobre mi caballo, ordenándole a éste que lo llevase a Nottre Dame y que volviese al hostal. Me gustaría ver la cara de aquel pobre hombre cuando despertase en unas horas y se preguntase porque en su biblia había escrito un rito pagano de matrimonio.
Y compartiendo la montura de Reidar, ambos volvíamos a aquella habitación donde celebrar la noche de bodas con la que confirmar nuestro matrimonio.
Mi espalda descansaba sobre el pecho de mi marido; dios, que maravillosas me sonaban esas palabras, "mi marido"; sintiendo como su cálido cuerpo y su olor salvaje inundaban todos mis sentidos; escuchando su corazón latir con fuerza mientras nuestras manos se enlazaban y los anillos se rozaban, haciéndonos ver que no era un sueño, o quizás si, era un sueño hecho realidad.
Había temido perderlo desde que lo conocí, y ahora sabía que no me abandonaría, que había enlazado su vida a la mía, y lo más importante, que me quería; que me quería de verdad. Y me lo demostraba con creces a pesar de no ser su forma de actuar, pero conmigo se esforzaba.
Ladeé mi cabeza para sentir sus labios sobre mi cuello, la felicidad me colmaba, y recordé su cara cuando le había dejado ver todo lo que me pasaba por la mente.
Sonreí y de nuevo desbloqueé mi mente para compartir mis sentimientos; sabía que aquello le gustaba, que había anhelado repetirlo, y la verdad es que no encontraba un modo más sincero de transmitirle lo que pensaba. Ahora nuestras manos enlazadas eran el contacto que necesitaba, y en pocos minutos supo todo lo que había sentido durante nuestro enlace y en aquellos momentos en los que cabalgando a su lado todo me parecía perfecto.
Llegamos por fin al hostal, y tras dejar el caballo a cargo del mozo de las cuadras, nos encaminamos cogidos por la cintura y prodigándonos besos hasta la entrada del local.
- ¿En el norte también es tradición cruzar el umbral con la novia en brazos?- pregunté risueña mientras tomaba sus labios con pasión; una pasión que deseaba liberar en cuanto la muchacha que cuidaba de nuestro pequeño se despidiese.
Fijé mis ojos en los suyos; no podía haber imaginado la vida de otro modo. Lo quería de una forma indescriptible, y pensaba demostrárselo día a día.
Hacía poco más de media hora que nos habíamos despedido de Adaline y de Erlend en el bosque, donde ellos también recién casados, convertirían las estrellas en el camino que los guiase. Cuatro personas habían finalizado su noche convirtiéndose en solo dos almas unidas. Y saber que mi amigo sería feliz con su nueva esposa, completaba mi dicha de aquella noche; Erlend se lo merecía, todos nos merecíamos ser felices con las personas a las que amábamos.
Después de haber manipulado la mente del pobre sacerdote para no tener problemas, digamos que Erlend y Reidar no habían sido muy sutiles a la hora de pedirle ayuda, lo monté sobre mi caballo, ordenándole a éste que lo llevase a Nottre Dame y que volviese al hostal. Me gustaría ver la cara de aquel pobre hombre cuando despertase en unas horas y se preguntase porque en su biblia había escrito un rito pagano de matrimonio.
Y compartiendo la montura de Reidar, ambos volvíamos a aquella habitación donde celebrar la noche de bodas con la que confirmar nuestro matrimonio.
Mi espalda descansaba sobre el pecho de mi marido; dios, que maravillosas me sonaban esas palabras, "mi marido"; sintiendo como su cálido cuerpo y su olor salvaje inundaban todos mis sentidos; escuchando su corazón latir con fuerza mientras nuestras manos se enlazaban y los anillos se rozaban, haciéndonos ver que no era un sueño, o quizás si, era un sueño hecho realidad.
Había temido perderlo desde que lo conocí, y ahora sabía que no me abandonaría, que había enlazado su vida a la mía, y lo más importante, que me quería; que me quería de verdad. Y me lo demostraba con creces a pesar de no ser su forma de actuar, pero conmigo se esforzaba.
Ladeé mi cabeza para sentir sus labios sobre mi cuello, la felicidad me colmaba, y recordé su cara cuando le había dejado ver todo lo que me pasaba por la mente.
Sonreí y de nuevo desbloqueé mi mente para compartir mis sentimientos; sabía que aquello le gustaba, que había anhelado repetirlo, y la verdad es que no encontraba un modo más sincero de transmitirle lo que pensaba. Ahora nuestras manos enlazadas eran el contacto que necesitaba, y en pocos minutos supo todo lo que había sentido durante nuestro enlace y en aquellos momentos en los que cabalgando a su lado todo me parecía perfecto.
Llegamos por fin al hostal, y tras dejar el caballo a cargo del mozo de las cuadras, nos encaminamos cogidos por la cintura y prodigándonos besos hasta la entrada del local.
- ¿En el norte también es tradición cruzar el umbral con la novia en brazos?- pregunté risueña mientras tomaba sus labios con pasión; una pasión que deseaba liberar en cuanto la muchacha que cuidaba de nuestro pequeño se despidiese.
Fijé mis ojos en los suyos; no podía haber imaginado la vida de otro modo. Lo quería de una forma indescriptible, y pensaba demostrárselo día a día.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Pronto ambos nos encontramos sobre mi montura, nuestros dedos se buscaron de forma instintiva al tiempo que su espalda se dejo suavemente caer sobre mi pecho, la sentía fría, sus dedos que ahora con los míos recorría de arriba a bajo parecían hielo, ese hielo abrasador que quema tu piel a su paso.
Entreabrí mis labios para despacio recorrer sin piedad su cuello, ese que anhelaba desde hace horas, jadeé contra el dejando que mis instintos sobrevolaran traspasando las leyes, así mordí su piel, chupándola despacio, absorbiendo con un gruñido que pronto se torno gemido cuando las imágenes volvieron a sucederse en mi cabeza.
Esas que me descifraban todo lo que Moira había sentido durante nuestro enlace, esas que anulaban los secretos entre nosotros, que abrían su corazón con una sacudida, como una droga que crea dependencia y que laza mis embriagados ánimos de ella.
Pronto su cuello lucio una marca, esa que la hacia mía en cuerpo y alma, esa que enlazaba su vida a la mía del mismo modo que el rito que acabábamos de celebrar.
Mis dedos recorrieron su palma, lentamente, mientras sus risas inundaban el alba.
-Estoy muy excitado, me muero de ganas de ti.
Una realidad que no necesitaba ser expuesta pues mi hombría clavada en su espalda evidenciaba sin imágenes la veracidad de mis palabras.
Alcanzamos el hostal entre besos y promesas, esas de una vida plena. La contemple despacio, como si por primera vez en la vida la viera.
Aun lucia resplandeciente con aquel vestido blanco, su piel de porcelana, igual de brillante que el mismo vestido se fundía en una, dejando solo a la vista unos labios rojos como fresas, deseables, apetitosos, alce la vista hasta sus ojos, esos que brillaban como dos faros.
Faros que a partir de hoy iluminarían el sendero de una vida, nuestra vida.
Porque no volvería a haber un yo, si no un nosotros.
Porque hoy le había jurado a esa mujer frente a sus dioses y los míos era un amor, puro, sincero, lleno de momentos vivos.
Sonreí al escuchar su voz preguntándome si en mis tierras también se tomaba a la novia entre los brazos para cruzar le umbral de la puerta.
Una picara sonrisa antes de alzarla en volandas y apropiarme con ese gesto de su boca, que sabia a frutas maduras, a verdad, a libertad y a ella.
Entre risas me apoye contra la puerta, admito que mi ebriedad hacia que msi pasos se tambalearan, mientras mi boca reía contra la suya que trataba sin éxito de colocar la llave en la puerta.
Pronto la puerta cedió para introducirnos por ella entre besos, caricias y miradas cómplices.
Jadeé contra sus labios, sin apenas percatarme de que la chica que cuidaba a Lobbo estaba al otro lado.
Sonreí de medio lado bajando a mi esposa, mi mujer, a fecha de hoy junto a Lobbo mi todo.
Saque unos billetes de mi bolsillo para pagarle isa sus servicios mientras me acercaba a contemplar a mi hijo que dormía placido en la cuna.
La chica no tardo en cerrar la puerta a nuestras espaldas, casi al tiempo que mi mirada se tornaba ámbar, pasos lentos hacia ella, mi mujer, mi presa, necesidad que a cada paso se acrecentaba de tomar su cuerpo, su esencia.
Hundí mis ojos en ella relamiendo mis labios antes de apresar los suyos con fuerza.
Gruñí contra su boca mientras mis dedos alzaban su vestido sin tregua, caricias intensas sobre su piel que a mi paso se erizaba estremeciéndose suavemente.
Lleve mi mano a los lazos de su corsee que afloje de un tirón seco liberando sus senos que quedaron pronto al aire frente a mis ojos.
Allí lleve mi mano, para presionarlo, alzarlo, llevando su pezón a mi boca, que lamió, mordió y tiro de el entre rápidos jadeos.
-Quiero todo -gruñí contra sus pechos sumergiendo entre ellos mi boca antes de que con mi otra mano dejara caer su falda al suelo.
Entreabrí mis labios para despacio recorrer sin piedad su cuello, ese que anhelaba desde hace horas, jadeé contra el dejando que mis instintos sobrevolaran traspasando las leyes, así mordí su piel, chupándola despacio, absorbiendo con un gruñido que pronto se torno gemido cuando las imágenes volvieron a sucederse en mi cabeza.
Esas que me descifraban todo lo que Moira había sentido durante nuestro enlace, esas que anulaban los secretos entre nosotros, que abrían su corazón con una sacudida, como una droga que crea dependencia y que laza mis embriagados ánimos de ella.
Pronto su cuello lucio una marca, esa que la hacia mía en cuerpo y alma, esa que enlazaba su vida a la mía del mismo modo que el rito que acabábamos de celebrar.
Mis dedos recorrieron su palma, lentamente, mientras sus risas inundaban el alba.
-Estoy muy excitado, me muero de ganas de ti.
Una realidad que no necesitaba ser expuesta pues mi hombría clavada en su espalda evidenciaba sin imágenes la veracidad de mis palabras.
Alcanzamos el hostal entre besos y promesas, esas de una vida plena. La contemple despacio, como si por primera vez en la vida la viera.
Aun lucia resplandeciente con aquel vestido blanco, su piel de porcelana, igual de brillante que el mismo vestido se fundía en una, dejando solo a la vista unos labios rojos como fresas, deseables, apetitosos, alce la vista hasta sus ojos, esos que brillaban como dos faros.
Faros que a partir de hoy iluminarían el sendero de una vida, nuestra vida.
Porque no volvería a haber un yo, si no un nosotros.
Porque hoy le había jurado a esa mujer frente a sus dioses y los míos era un amor, puro, sincero, lleno de momentos vivos.
Sonreí al escuchar su voz preguntándome si en mis tierras también se tomaba a la novia entre los brazos para cruzar le umbral de la puerta.
Una picara sonrisa antes de alzarla en volandas y apropiarme con ese gesto de su boca, que sabia a frutas maduras, a verdad, a libertad y a ella.
Entre risas me apoye contra la puerta, admito que mi ebriedad hacia que msi pasos se tambalearan, mientras mi boca reía contra la suya que trataba sin éxito de colocar la llave en la puerta.
Pronto la puerta cedió para introducirnos por ella entre besos, caricias y miradas cómplices.
Jadeé contra sus labios, sin apenas percatarme de que la chica que cuidaba a Lobbo estaba al otro lado.
Sonreí de medio lado bajando a mi esposa, mi mujer, a fecha de hoy junto a Lobbo mi todo.
Saque unos billetes de mi bolsillo para pagarle isa sus servicios mientras me acercaba a contemplar a mi hijo que dormía placido en la cuna.
La chica no tardo en cerrar la puerta a nuestras espaldas, casi al tiempo que mi mirada se tornaba ámbar, pasos lentos hacia ella, mi mujer, mi presa, necesidad que a cada paso se acrecentaba de tomar su cuerpo, su esencia.
Hundí mis ojos en ella relamiendo mis labios antes de apresar los suyos con fuerza.
Gruñí contra su boca mientras mis dedos alzaban su vestido sin tregua, caricias intensas sobre su piel que a mi paso se erizaba estremeciéndose suavemente.
Lleve mi mano a los lazos de su corsee que afloje de un tirón seco liberando sus senos que quedaron pronto al aire frente a mis ojos.
Allí lleve mi mano, para presionarlo, alzarlo, llevando su pezón a mi boca, que lamió, mordió y tiro de el entre rápidos jadeos.
-Quiero todo -gruñí contra sus pechos sumergiendo entre ellos mi boca antes de que con mi otra mano dejara caer su falda al suelo.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Sus fuertes brazos me levantaron en volandas como si de una pluma me tratase, colocando mis manos alrededor de su cuello para orillar nuestros cuerpos al tiempo que nos fundíamos en un profundo y estremecedor beso.
Un beso que sería el preludio de una magnífica noche de bodas, en las que el amor que nos profesábamos hablaría a través de nuestros cuerpos.
Una noche donde más que nunca daría sentido a aquella marca en el cuello que sobre su montura me había hecho y que me reclamaba como suya, suya para siempre. Una marca que aunque no perteneciésemos a la misma especie para mí tenía el mismo sentido que para él.
Nuestras risas inundaron el descansillo de la escalera mientras sin mucho éxito yo intentaba meter la llave en la cerradura que parecía estar jugando conmigo. Aunque claro que el balanceo de Reidar que todavía me portaba entre sus brazos no ayudaba mucho. Nuestras miradas cómplices se cruzaron de nuevo, esas mismas miradas que la noche anterior habían entrado en esa misma habitación con el mismo deseo pero con otros sentimientos bien distintos. Ahora ya no era solo pasión lo que nuestros ojos se profesaban, ahora era un amor tan hondo y profundo que era imposible no sentir si no fuese porque nuestras almas habían estado predestinadas de un modo u otro.
Finalmente la cerradura dejó de bailar ante mis ojos y conseguimos abrir la puerta, traspasando el umbral entre risas y caricias, entre profundos besos que marcaban el inicio de nuestro momento, un momento que tuvimos que retrasar unos segundos cuando al echar la cabeza hacía atrás para que Reidar saborease mi cuello me percaté de la presencia de la muchacha que había estado cuidando de Lobbo parte de la noche.
Mi marido (dios, todavía no me acostumbraba a esta palabra, pero el simple hecho de pronunciarla me colmaba de felicidad) me dejó despacio en el suelo, sonriendo con picardía mientras se alejaba para comprobar que su hijo permanecía dormido, y la muchacha se acercaba a mí, confirmándome que no se había despertado, y que por ende no dispondríamos de mucho tiempo para darle rienda suelta a nuestra pasión.
Tras darle una propina por los servicios, la muchacha se marchó cerrando la puerta tras de sí, y una sonrisa de medio lado se dibujó en mi rostro cuando la misma situación de la noche anterior se repetía. De nuevo sus ojos ámbar sobre los míos que se oscurecían al ritmo que mi cuerpo se humedecía; de nuevo sus pasos hacía mí, firmes, embriagadores, reflejando en su mirada un voraz deseo, y de nuevo sus labios sobre los míos, donde la suavidad de su tacto dejaba paso a unos mordiscos apasionados.
Sus manos recorrían mi cuerpo, despojándome poco a poco de aquel vestido que había sido testigo de la unión de nuestras vidas, de nuestro futuro y de nuestro amor; mientras mis manos buscaban ansiosas ese botón de su pantalón que liberaría la parte de su anatomía que deseaba que me hiciese suya una y otra vez.
Jadeé junto a su cuello cuando con un hambre voraz apresó mi pecho, succionando y estremeciéndome mientras mis rodillas comenzaban a flojear por el placer de sentirlo en su boca.
- Mi cuerpo es tuyo, solo tuyo. Puedes tomar lo que quieras de él.- susurré junto a sus labios mientras soltaba mi falda y con un ligero movimiento de caderas hacía caer en el suelo.
Mis manos seguían jugueteando con su pantalón hasta que finalmente dí con el dichoso botón y pude deslizar mi mano al interior de sus pantalones, acariciando con suavidad si endurecido falo que sin duda me haría gozar aquella noche como ninguna; porque aquella noche, mientras me penetrase con fuerza podría susurrarle al oído lo que nunca antes me habría atrevido a hacer, podría susurrarle le quería en cada jadeo que me hiciese tocar el cielo con las manos, en cada envestida en la que me proclamase como su mujer, y gemir con su nombre en mis labios, porque él y solo él, había sido capaz de ganarse mi corazón, y hacerse dueño de mi alma.
Un beso que sería el preludio de una magnífica noche de bodas, en las que el amor que nos profesábamos hablaría a través de nuestros cuerpos.
Una noche donde más que nunca daría sentido a aquella marca en el cuello que sobre su montura me había hecho y que me reclamaba como suya, suya para siempre. Una marca que aunque no perteneciésemos a la misma especie para mí tenía el mismo sentido que para él.
Nuestras risas inundaron el descansillo de la escalera mientras sin mucho éxito yo intentaba meter la llave en la cerradura que parecía estar jugando conmigo. Aunque claro que el balanceo de Reidar que todavía me portaba entre sus brazos no ayudaba mucho. Nuestras miradas cómplices se cruzaron de nuevo, esas mismas miradas que la noche anterior habían entrado en esa misma habitación con el mismo deseo pero con otros sentimientos bien distintos. Ahora ya no era solo pasión lo que nuestros ojos se profesaban, ahora era un amor tan hondo y profundo que era imposible no sentir si no fuese porque nuestras almas habían estado predestinadas de un modo u otro.
Finalmente la cerradura dejó de bailar ante mis ojos y conseguimos abrir la puerta, traspasando el umbral entre risas y caricias, entre profundos besos que marcaban el inicio de nuestro momento, un momento que tuvimos que retrasar unos segundos cuando al echar la cabeza hacía atrás para que Reidar saborease mi cuello me percaté de la presencia de la muchacha que había estado cuidando de Lobbo parte de la noche.
Mi marido (dios, todavía no me acostumbraba a esta palabra, pero el simple hecho de pronunciarla me colmaba de felicidad) me dejó despacio en el suelo, sonriendo con picardía mientras se alejaba para comprobar que su hijo permanecía dormido, y la muchacha se acercaba a mí, confirmándome que no se había despertado, y que por ende no dispondríamos de mucho tiempo para darle rienda suelta a nuestra pasión.
Tras darle una propina por los servicios, la muchacha se marchó cerrando la puerta tras de sí, y una sonrisa de medio lado se dibujó en mi rostro cuando la misma situación de la noche anterior se repetía. De nuevo sus ojos ámbar sobre los míos que se oscurecían al ritmo que mi cuerpo se humedecía; de nuevo sus pasos hacía mí, firmes, embriagadores, reflejando en su mirada un voraz deseo, y de nuevo sus labios sobre los míos, donde la suavidad de su tacto dejaba paso a unos mordiscos apasionados.
Sus manos recorrían mi cuerpo, despojándome poco a poco de aquel vestido que había sido testigo de la unión de nuestras vidas, de nuestro futuro y de nuestro amor; mientras mis manos buscaban ansiosas ese botón de su pantalón que liberaría la parte de su anatomía que deseaba que me hiciese suya una y otra vez.
Jadeé junto a su cuello cuando con un hambre voraz apresó mi pecho, succionando y estremeciéndome mientras mis rodillas comenzaban a flojear por el placer de sentirlo en su boca.
- Mi cuerpo es tuyo, solo tuyo. Puedes tomar lo que quieras de él.- susurré junto a sus labios mientras soltaba mi falda y con un ligero movimiento de caderas hacía caer en el suelo.
Mis manos seguían jugueteando con su pantalón hasta que finalmente dí con el dichoso botón y pude deslizar mi mano al interior de sus pantalones, acariciando con suavidad si endurecido falo que sin duda me haría gozar aquella noche como ninguna; porque aquella noche, mientras me penetrase con fuerza podría susurrarle al oído lo que nunca antes me habría atrevido a hacer, podría susurrarle le quería en cada jadeo que me hiciese tocar el cielo con las manos, en cada envestida en la que me proclamase como su mujer, y gemir con su nombre en mis labios, porque él y solo él, había sido capaz de ganarse mi corazón, y hacerse dueño de mi alma.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
De sus labios surgió una promesa de propiedad, una que ya habíamos jurado frente a dioses y elementos y ahora sobre el lecho consumariamos hasta la ultima de las consecuencias.
Gruñí al sentir como su mano se introducía en el interior de mis pantalones para lentamente acariciar con su mano mi pene mientras mis jadeos cada vez se hacían mas patentes.
La alcé de los glúteos tomándola con fuerza, sin separar ni por un instante mi lengua de su lengua que en una batalla de egos, incesantes se arremolinaban saboreándose voraces.
Jadeos que apagaba contra sus labios, excitación mas que patente en ambos.
Aparté de un manotazo todo lo que sobre la mesa de roble maciza había, sin poder dejar de besadla mientras todo lo lanzado golpeaba el suelo con un ruido sordo.
Gruñí empujando con mi mano suavemente su pecho hasta que su espalda quedo a la mesa pegada.
Allí quedo tumbada, expuesta para mi, al tiempo que bajaba mis pantalones con avidez y me deshacía de ellos dejándolos caer al suelo.
Lleve mi mano a su sexo, acariciándolo despacio con la palma, sintiendo como con cada roce se mojaba, sus caderas buscaban mi mano estimulándose, trazando círculos contra esta, la notaba tan excitada, tan caliente que no tardé en meter dos de mis dedos en su interior.
Alcé los ojos para contemplarla, aquella mujer era puro deseo, preciosa, allí estaba jadeando con sus ojos hundidos en los míos. Acerqué mis labios a su pantorrilla, recorriendola con la punta de mi lengua en dirección ascendente, su piel se erizaba a mi paso, sintiendo ese frio que a mi me resultaba excitante, placentero, divino.
Mordí su rodilla sin apartar mis ojos de ella, su mano pronto alcanza mi pelo tirando de el hacia donde ella impaciente me necesitaba.
Casi podía oír sus suplicas enredadas en jadeos por la avidez con la que movía mis dedos en su interior.
Seguí el tortuoso camino de su piel ahora arrastrando mis dientes por su entrepierna, la oia gritar mi nombre, junto a un mas que dejaba claro que estaba a punto de correrse.
Respiración ronca, entrecortada, su espalda arqueada, sus paredes me atrapaban casi vibrando, estaba empapada.
Así que saque los dedos, la oí gruñir tirando de mi cabeza contra su sexo, mas esta vez me deje hacer, hundiendo en su coño mis labios para con mi lengua trazar rápidos movimientos sobre su clítoris.
Paladeé su sabor, ese que me estaba volviendo loco, introduciendo mi lengua entre sus labios cada vez mas rápido, golpeando, trazando círculos sobre su botón, excitándola con cada movimiento de mi lengua.
Un grito fue la respuesta mientras sus uñas se clavaban en la mesa, arqueándose frente a mi, para mi, estaba tan excitado de ver lo fuerte que se había corrido ,que necesita empotrarla, ahora si.
Tiré de su pierna para bajarla, aun jadeaba con la respiración entrecortada y sin darle tregua la gire, ahora con sus pechos contra la mesa y desde atrás, alzando sus glúteos la empale con violencia.
Gruñí contra su cuello, apresándolo con mis dientes, marcándolo con ellos, mordiéndolo entre gruñidos salvajes y jadeos mudos contra su fría piel.
Mis dedos se hundían en sus caderas con cada sacudida que solo amortiguaba aquella mesa testigo de cada brutal embestida.
Gruñí al sentir como su mano se introducía en el interior de mis pantalones para lentamente acariciar con su mano mi pene mientras mis jadeos cada vez se hacían mas patentes.
La alcé de los glúteos tomándola con fuerza, sin separar ni por un instante mi lengua de su lengua que en una batalla de egos, incesantes se arremolinaban saboreándose voraces.
Jadeos que apagaba contra sus labios, excitación mas que patente en ambos.
Aparté de un manotazo todo lo que sobre la mesa de roble maciza había, sin poder dejar de besadla mientras todo lo lanzado golpeaba el suelo con un ruido sordo.
Gruñí empujando con mi mano suavemente su pecho hasta que su espalda quedo a la mesa pegada.
Allí quedo tumbada, expuesta para mi, al tiempo que bajaba mis pantalones con avidez y me deshacía de ellos dejándolos caer al suelo.
Lleve mi mano a su sexo, acariciándolo despacio con la palma, sintiendo como con cada roce se mojaba, sus caderas buscaban mi mano estimulándose, trazando círculos contra esta, la notaba tan excitada, tan caliente que no tardé en meter dos de mis dedos en su interior.
Alcé los ojos para contemplarla, aquella mujer era puro deseo, preciosa, allí estaba jadeando con sus ojos hundidos en los míos. Acerqué mis labios a su pantorrilla, recorriendola con la punta de mi lengua en dirección ascendente, su piel se erizaba a mi paso, sintiendo ese frio que a mi me resultaba excitante, placentero, divino.
Mordí su rodilla sin apartar mis ojos de ella, su mano pronto alcanza mi pelo tirando de el hacia donde ella impaciente me necesitaba.
Casi podía oír sus suplicas enredadas en jadeos por la avidez con la que movía mis dedos en su interior.
Seguí el tortuoso camino de su piel ahora arrastrando mis dientes por su entrepierna, la oia gritar mi nombre, junto a un mas que dejaba claro que estaba a punto de correrse.
Respiración ronca, entrecortada, su espalda arqueada, sus paredes me atrapaban casi vibrando, estaba empapada.
Así que saque los dedos, la oí gruñir tirando de mi cabeza contra su sexo, mas esta vez me deje hacer, hundiendo en su coño mis labios para con mi lengua trazar rápidos movimientos sobre su clítoris.
Paladeé su sabor, ese que me estaba volviendo loco, introduciendo mi lengua entre sus labios cada vez mas rápido, golpeando, trazando círculos sobre su botón, excitándola con cada movimiento de mi lengua.
Un grito fue la respuesta mientras sus uñas se clavaban en la mesa, arqueándose frente a mi, para mi, estaba tan excitado de ver lo fuerte que se había corrido ,que necesita empotrarla, ahora si.
Tiré de su pierna para bajarla, aun jadeaba con la respiración entrecortada y sin darle tregua la gire, ahora con sus pechos contra la mesa y desde atrás, alzando sus glúteos la empale con violencia.
Gruñí contra su cuello, apresándolo con mis dientes, marcándolo con ellos, mordiéndolo entre gruñidos salvajes y jadeos mudos contra su fría piel.
Mis dedos se hundían en sus caderas con cada sacudida que solo amortiguaba aquella mesa testigo de cada brutal embestida.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Mis manos en enredaron en su cuello, al igual que nuestras lenguas seguían bailando a un ritmo frenético y salvaje, demostrando necesidad y lujuria desmedida. Habíamos perdido toda razón en cuanto esa puerta se cerró tras la muchacha, solo la pasión brillaba en nuestras miradas que se buscaban de nuevo.
Con un ligero gesto, mi marido me alzó del trasero, envolviendo su cintura con mis piernas, mientras contorneaba mis caderas hacia su sexo en un movimiento inconsciente, un movimiento que me hacía demostrar cuanto deseaba ser devorada por él, consumar nuestro amor esta vez como marido y mujer.
Mi lengua se arremolinaba contra la suya, saciándome de su sabor, deseando más, jadeando frente a sus labios cuando escuchaba sus salvajes gruñidos, mientras conmigo en brazos Reidar se dirigía hacia la mesa de madera que estaba llena de útiles; útiles que no tardaron en salir despedidos cayendo al suelo cuando mi amor decidió que le molestaban en su propósito.
Cuando decorase nuestra casa debía recordar no poner objetos valiosos sobre cualquier superficie que nos ofreciese dar rienda suelta a nuestra pasión; es decir, que sería una decoración totalmente minimalista.
Sonreí ante mis pensamientos mientras seguíamos devorándonos como si no hubiese un mañana, como si tuviésemos que dar todo de nosotros en una sola noche, como si llevásemos siglos separados cuando realidad no había dejado de estar juntos.
Un gesto pícaro en su rostro y su mano empujándome con cuidado hacia atrás, fue suficiente para saber que mi lobo quería que me tumbase en aquella mesa, cruzando nuestras miradas y confesando sin palabras las ganas que teníamos del otro.
Recosté mi cuerpo sobre la dura tabla abriendo mis piernas para él, mostrándole todo lo que era suyo por derecho y aquello que deseaba ser tomado. Sus ojos ámbar brillaron por la lujuria, por la excitación, deslizando sus pantalones por los muslos mientras se acercaba a mí de forma sensual, acechándome con su mirada; haciéndome gemir nada más que por el simple hecho de sentir su cercanía.
Su palma se posó sobre mi sexo, presionándolo y realizando certeros movimientos en círculo que aumentaban mi excitación y mis jadeos mientras mi espalda se arqueaba y comenzaba a sentir la humedad de mi vagina recorriendo mi entrepierna. No tardó en penetrarme con dos dedos, haciéndome gritar, incitando a mis caderas moverse al ritmo de sus dedos, deseando más velocidad, más fuerza, más posesión.
Pero el lobo estaba decidido a matarme de placer, a hacerme enloquecer con sus caricias que ascendían por mi rodilla mientras yo suplicaba entre gemidos por su boca, por que me empalase con su endurecido falo; entre su lengua y sus dientes recorrieron la parte interior de mi muslo, provocando el principio de ese esperado orgasmo, que aunque todavía no se había presentado, no tardaría en estallar.
Sujeté su pelo dirigiendo su cabeza hacia mi vagina, hacia el centro de mi deseo que necesitaba ser satisfecha con su sensual boca, en una sacudida de excitación que me hacía perder cualquier tipo de vergüenza ante él; sus dedos dieron paso a una húmeda lengua que con su roce y su cálido aliento me hizo alcanzar el orgasmo más salvaje hasta ahora conocido . Arqueé mi espalda cuando aquel remolino de excitación y sentimientos comenzó a sucumbir en mi cuerpo, arqueando mi espalda y contorsionando todo mi cuerpo, dejándome llevar entre gemidos y gritos que eran acompasados por su gruñidos mientras me follaba con la boca. Un último jadeo culminó con mi orgasmo mientras mi cuerpo se relajaba de nuevo y buscaba su mirada con la mía.
Nuestros ojos se encontraron, y supe que había disfrutado de aquel orgasmo tanto como yo. Me bajó de la mesa con un pequeño tirón de mi pierna; era su turno de ser complacido del mismo modo que había hecho conmigo, pero sin apenas poder degustar mi sabor de sus labios, me dio la vuelta mientras mis pechos se apoyaban ahora sobre la mesa.
Una mezcla entre gemido y grito salió de mi boca cuando sin más dilación cogió su polla y me empaló con fuerza, llenándome entera de él, sintiendo como las paredes de mi vagina se estrechaban a su paso, succionándolo, haciéndolo suyo con cada salvaje embestida que mi marido me propinada.
Su pecho se apoyaba sobre mi espalda al tiempo que Reidar buscaba mi cuello, deseando marcarme, queriendo hacerme suya de esa forma en la que lo hacían los lobos y que a mí me excitaba sobremanera; arqueé la espalda para pegarme de nuevo a él cuando sus gruñidos se tornaron roncos, y la lubricación de mi vagina resbalaba por mi muslo.
Giré mi cabeza buscando sus labios; mordiéndolos con cuidado mientras sus embestidas se hacían más fuertes, más rápidas; cuando sus brazos me rodearon pegándome a su pecho devolviéndome aquel beso que nos unía en uno de todas las formas posibles.
Con un ligero gesto, mi marido me alzó del trasero, envolviendo su cintura con mis piernas, mientras contorneaba mis caderas hacia su sexo en un movimiento inconsciente, un movimiento que me hacía demostrar cuanto deseaba ser devorada por él, consumar nuestro amor esta vez como marido y mujer.
Mi lengua se arremolinaba contra la suya, saciándome de su sabor, deseando más, jadeando frente a sus labios cuando escuchaba sus salvajes gruñidos, mientras conmigo en brazos Reidar se dirigía hacia la mesa de madera que estaba llena de útiles; útiles que no tardaron en salir despedidos cayendo al suelo cuando mi amor decidió que le molestaban en su propósito.
Cuando decorase nuestra casa debía recordar no poner objetos valiosos sobre cualquier superficie que nos ofreciese dar rienda suelta a nuestra pasión; es decir, que sería una decoración totalmente minimalista.
Sonreí ante mis pensamientos mientras seguíamos devorándonos como si no hubiese un mañana, como si tuviésemos que dar todo de nosotros en una sola noche, como si llevásemos siglos separados cuando realidad no había dejado de estar juntos.
Un gesto pícaro en su rostro y su mano empujándome con cuidado hacia atrás, fue suficiente para saber que mi lobo quería que me tumbase en aquella mesa, cruzando nuestras miradas y confesando sin palabras las ganas que teníamos del otro.
Recosté mi cuerpo sobre la dura tabla abriendo mis piernas para él, mostrándole todo lo que era suyo por derecho y aquello que deseaba ser tomado. Sus ojos ámbar brillaron por la lujuria, por la excitación, deslizando sus pantalones por los muslos mientras se acercaba a mí de forma sensual, acechándome con su mirada; haciéndome gemir nada más que por el simple hecho de sentir su cercanía.
Su palma se posó sobre mi sexo, presionándolo y realizando certeros movimientos en círculo que aumentaban mi excitación y mis jadeos mientras mi espalda se arqueaba y comenzaba a sentir la humedad de mi vagina recorriendo mi entrepierna. No tardó en penetrarme con dos dedos, haciéndome gritar, incitando a mis caderas moverse al ritmo de sus dedos, deseando más velocidad, más fuerza, más posesión.
Pero el lobo estaba decidido a matarme de placer, a hacerme enloquecer con sus caricias que ascendían por mi rodilla mientras yo suplicaba entre gemidos por su boca, por que me empalase con su endurecido falo; entre su lengua y sus dientes recorrieron la parte interior de mi muslo, provocando el principio de ese esperado orgasmo, que aunque todavía no se había presentado, no tardaría en estallar.
Sujeté su pelo dirigiendo su cabeza hacia mi vagina, hacia el centro de mi deseo que necesitaba ser satisfecha con su sensual boca, en una sacudida de excitación que me hacía perder cualquier tipo de vergüenza ante él; sus dedos dieron paso a una húmeda lengua que con su roce y su cálido aliento me hizo alcanzar el orgasmo más salvaje hasta ahora conocido . Arqueé mi espalda cuando aquel remolino de excitación y sentimientos comenzó a sucumbir en mi cuerpo, arqueando mi espalda y contorsionando todo mi cuerpo, dejándome llevar entre gemidos y gritos que eran acompasados por su gruñidos mientras me follaba con la boca. Un último jadeo culminó con mi orgasmo mientras mi cuerpo se relajaba de nuevo y buscaba su mirada con la mía.
Nuestros ojos se encontraron, y supe que había disfrutado de aquel orgasmo tanto como yo. Me bajó de la mesa con un pequeño tirón de mi pierna; era su turno de ser complacido del mismo modo que había hecho conmigo, pero sin apenas poder degustar mi sabor de sus labios, me dio la vuelta mientras mis pechos se apoyaban ahora sobre la mesa.
Una mezcla entre gemido y grito salió de mi boca cuando sin más dilación cogió su polla y me empaló con fuerza, llenándome entera de él, sintiendo como las paredes de mi vagina se estrechaban a su paso, succionándolo, haciéndolo suyo con cada salvaje embestida que mi marido me propinada.
Su pecho se apoyaba sobre mi espalda al tiempo que Reidar buscaba mi cuello, deseando marcarme, queriendo hacerme suya de esa forma en la que lo hacían los lobos y que a mí me excitaba sobremanera; arqueé la espalda para pegarme de nuevo a él cuando sus gruñidos se tornaron roncos, y la lubricación de mi vagina resbalaba por mi muslo.
Giré mi cabeza buscando sus labios; mordiéndolos con cuidado mientras sus embestidas se hacían más fuertes, más rápidas; cuando sus brazos me rodearon pegándome a su pecho devolviéndome aquel beso que nos unía en uno de todas las formas posibles.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Abrí los ojos con los primeros rayos del sol de la mañana, sin duda no por gusto, la habitación olía a mierda, arrugue la nariz intuyendo que Lobbo lejos de ir al servicio se la había echo encima.
Ademas su llanto era infernal.
Cerré los ojos, la luz me hacia daño, la resaca era inmensa, y los gritos de mi hijo pidiendo yo que se que, no ayudaban en nada a que mis sienes se calmaran un poco de esa presión.
Habría dormido apenas unas horas, la verdad apenas recordaba nada de la noche, algo de haber ido a cenar a un restaurante y a partir de ahí todo oscuridad.
No sabia ni como había llegado aquí, aunque claro, teniendo en cuenta la preciosa inmortal que desnuda dormía en mi lecho, intuía que la noche había sido épica, mi desnudez confirmaba que habíamos dado rienda suelta a una pasión desenfrenada y mi resaca que también habíamos bebido como cosacos.
Me puse en pie arrastrando los pies, creo que aun me sentía ligeramente embriagado, tome a Lobbo en brazos pegándolo a mi pecho.
-Enano, hueles a mierda ¿donde guarda esta mujer eso que te pone en el culo?
Busque por la habitación con la mirada, todo eso que necesitábamos Lobbo y yo para sanear su culo, pero había miles de cosas esparcidas por el suelo, y no tenia ni la menor de las ideas de que eran.
-Que desordenada es esta chica -bromeé susurrando en el oído de Lobbo.
Miré hacia el lecho decidido a despertarla, pero la verdad, estaba tan bella, que no pude evitar dejarla seguir durmiendo.
-Tengo una idea cachorro, preparo el baño, te quito la mierda como pueda y te meto conmigo en el, no le vendrá mal a tu padre para la resaca que lleva.
Dicho y echo, ,me acerqué con mi cachorro al baño para quitarle eso que llevaba en el culo, luego le limpie con papel mientras el agua iba llenando la bañera.
No tardo en estar el baño preparado ,así que me sumergí en el con el pequeño en brazos.
Era gratificante oírlo chapotear con sus manitas mientras yo me recostaba medio adormilado en el agua posando mi cabeza en el borde de la bañera.
Mis recuerdos volvieron a esa cabaña y a lso planes que con Erlend habíamos trazado sobre unos planos, tenia que volver ha hablar con el, tenia que hablar con mi hermano, creo que sus palabras me dieron cierta esperanza, quizás hubiera un modo de salvar a mi manada y no pensaba claudicar en el empeño.
Aquella mañana por suerte era Errol el que se quedaria velando a mi hermana, así que yo tenia la libertad de pasar un día tranquilo, poder ver algunas casas para vivir, el hostal como lugar de paso estaba bien, pero..ahora con un niño, darle un hogar definitivo era lo mas sensato.
Ademas Moira se había ofrecido a cuidarlo durante la guerra, aquí ambos estarían a salvo y yo sin duda mas tranquilo.
Ademas su llanto era infernal.
Cerré los ojos, la luz me hacia daño, la resaca era inmensa, y los gritos de mi hijo pidiendo yo que se que, no ayudaban en nada a que mis sienes se calmaran un poco de esa presión.
Habría dormido apenas unas horas, la verdad apenas recordaba nada de la noche, algo de haber ido a cenar a un restaurante y a partir de ahí todo oscuridad.
No sabia ni como había llegado aquí, aunque claro, teniendo en cuenta la preciosa inmortal que desnuda dormía en mi lecho, intuía que la noche había sido épica, mi desnudez confirmaba que habíamos dado rienda suelta a una pasión desenfrenada y mi resaca que también habíamos bebido como cosacos.
Me puse en pie arrastrando los pies, creo que aun me sentía ligeramente embriagado, tome a Lobbo en brazos pegándolo a mi pecho.
-Enano, hueles a mierda ¿donde guarda esta mujer eso que te pone en el culo?
Busque por la habitación con la mirada, todo eso que necesitábamos Lobbo y yo para sanear su culo, pero había miles de cosas esparcidas por el suelo, y no tenia ni la menor de las ideas de que eran.
-Que desordenada es esta chica -bromeé susurrando en el oído de Lobbo.
Miré hacia el lecho decidido a despertarla, pero la verdad, estaba tan bella, que no pude evitar dejarla seguir durmiendo.
-Tengo una idea cachorro, preparo el baño, te quito la mierda como pueda y te meto conmigo en el, no le vendrá mal a tu padre para la resaca que lleva.
Dicho y echo, ,me acerqué con mi cachorro al baño para quitarle eso que llevaba en el culo, luego le limpie con papel mientras el agua iba llenando la bañera.
No tardo en estar el baño preparado ,así que me sumergí en el con el pequeño en brazos.
Era gratificante oírlo chapotear con sus manitas mientras yo me recostaba medio adormilado en el agua posando mi cabeza en el borde de la bañera.
Mis recuerdos volvieron a esa cabaña y a lso planes que con Erlend habíamos trazado sobre unos planos, tenia que volver ha hablar con el, tenia que hablar con mi hermano, creo que sus palabras me dieron cierta esperanza, quizás hubiera un modo de salvar a mi manada y no pensaba claudicar en el empeño.
Aquella mañana por suerte era Errol el que se quedaria velando a mi hermana, así que yo tenia la libertad de pasar un día tranquilo, poder ver algunas casas para vivir, el hostal como lugar de paso estaba bien, pero..ahora con un niño, darle un hogar definitivo era lo mas sensato.
Ademas Moira se había ofrecido a cuidarlo durante la guerra, aquí ambos estarían a salvo y yo sin duda mas tranquilo.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Fue el sonido del agua llenándose en la bañera lo que me despertó de aquel profundo y reparador sueño en el que me encontraba; eso y la luz que se colaba por las rendijas de los portones de madera que cerraba las ventanas. La noche anterior después de celebrar nuestro enlace estaba claro que ninguno de los dos se había acordado de correr las cortinas para evitar que entrase la luz, de hecho ni siquiera recordaba haberme dormido. Gracias a los dioses la claridad no era peligrosa para mi naturaleza, solo para mi resaca.
Sonreí al recordar la boda, al tocar el anillo en mi dedo anular que me unía al amor de mi vida para siempre, que por cierto no estaba a mi lado, aunque su olor permanecía en la almohada, en las sábanas y en mi piel. Me incorporé despacio, con la cabeza un poco embotada, aunque con la sonrisa todavía en mis labios. A pesar de la resaca que me acompañaría el resto del día, estaba radiantemente feliz.
Mis miedos de perder a Reidar con su marcha habían desaparecido; nuestro efímero amor con fecha de caducidad se había convertido en un amor eterno, y con nuestro enlace, nuestras almas quedarían vinculadas también en el más allá, sabiéndose unidas en la vida terrenal, podrían seguir amándose el resto de la eternidad en su forma etérea; recordando unas vidas llenas de momentos felices y dichosos.
Me levanté de la cama para acercarme a la ventana para cerrar las cortinas, dejando la habitación prácticamente en penumbra, donde solo una tenue luz de la lamparilla de la mesilla de noche dotaba a aquella estancia donde había conocido la felicidad plena de un ambiente acogedor y hogareño. Observé que Lobbo no estaba en su cuna, así que no fue muy difícil deducir donde estaban los dos hombres de mi vida, y el por qué del sonido de la bañera.
No tardé mucho en recoger todo lo que Reidar en un arrebato de pasión había tirado por el suelo la noche anterior, y doblar de nuevo toda la ropa de Lobbo, preparando pañales limpios y ropita para cuando lo sacase del baño; y todavía desnuda, entré en el cuarto de baño con tres toallas, regalándole a mi marido la mejor de mis sonrisas.
- ¿Estáis celebrando una fiesta sin mí?- bromeé después de percatarme por el espejo de la marca en el cuello que Reidar me había hecho por la noche y que me reclamaba como suya. Me acerqué de forma sensual hasta la bañera, manteniendo nuestras miradas que de nuevo se buscaban.- ¿Os importa que me una?
Sin esperar respuesta me introduje en las cálidas aguas, inclinándome sobre mi marido y regalándole un dulce beso.
- Buenos días, mi amor.- susurré junto a sus labios, para después sentarme y coger a Lobbo en brazos, que parecía disfrutar con poder coger mi pelo de nuevo.
Entrelacé mis manos con las de Reidar, uniendo nuestros anillos como la noche anterior sobre su caballo; intentado asimilar que mi sueño se había hecho realidad, algo que todavía no me creía. Buscando su cómplice mirada y deseando que él estuviese igual de feliz que yo.
Sonreí al recordar la boda, al tocar el anillo en mi dedo anular que me unía al amor de mi vida para siempre, que por cierto no estaba a mi lado, aunque su olor permanecía en la almohada, en las sábanas y en mi piel. Me incorporé despacio, con la cabeza un poco embotada, aunque con la sonrisa todavía en mis labios. A pesar de la resaca que me acompañaría el resto del día, estaba radiantemente feliz.
Mis miedos de perder a Reidar con su marcha habían desaparecido; nuestro efímero amor con fecha de caducidad se había convertido en un amor eterno, y con nuestro enlace, nuestras almas quedarían vinculadas también en el más allá, sabiéndose unidas en la vida terrenal, podrían seguir amándose el resto de la eternidad en su forma etérea; recordando unas vidas llenas de momentos felices y dichosos.
Me levanté de la cama para acercarme a la ventana para cerrar las cortinas, dejando la habitación prácticamente en penumbra, donde solo una tenue luz de la lamparilla de la mesilla de noche dotaba a aquella estancia donde había conocido la felicidad plena de un ambiente acogedor y hogareño. Observé que Lobbo no estaba en su cuna, así que no fue muy difícil deducir donde estaban los dos hombres de mi vida, y el por qué del sonido de la bañera.
No tardé mucho en recoger todo lo que Reidar en un arrebato de pasión había tirado por el suelo la noche anterior, y doblar de nuevo toda la ropa de Lobbo, preparando pañales limpios y ropita para cuando lo sacase del baño; y todavía desnuda, entré en el cuarto de baño con tres toallas, regalándole a mi marido la mejor de mis sonrisas.
- ¿Estáis celebrando una fiesta sin mí?- bromeé después de percatarme por el espejo de la marca en el cuello que Reidar me había hecho por la noche y que me reclamaba como suya. Me acerqué de forma sensual hasta la bañera, manteniendo nuestras miradas que de nuevo se buscaban.- ¿Os importa que me una?
Sin esperar respuesta me introduje en las cálidas aguas, inclinándome sobre mi marido y regalándole un dulce beso.
- Buenos días, mi amor.- susurré junto a sus labios, para después sentarme y coger a Lobbo en brazos, que parecía disfrutar con poder coger mi pelo de nuevo.
Entrelacé mis manos con las de Reidar, uniendo nuestros anillos como la noche anterior sobre su caballo; intentado asimilar que mi sueño se había hecho realidad, algo que todavía no me creía. Buscando su cómplice mirada y deseando que él estuviese igual de feliz que yo.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Moira entro en el baño con una radiante sonrisa mientras nuestros ojos se encontraban cargados de deseo, cargados de pasión y porque no llenos de sentimientos.
Mi hijo palmoteaba en el agua lanzandole los brazos, creo que intuyendo que en mi estado de resaca podía escurrirse en cualquier momento.
-Menudo desastre de cuarto tienes -le regañe con una sonrisa a sabiendas de que lo había estado recogiendo, pues la había oído trastear fuera del baño desde hacia ya un buen rato.
Su ceño se frunció ligeramente forzándome a reír con picardia antes de que sus labios se apoderaran de los míos y su piel de porcelana se introdujera en aquella bañera que ahora entre sus cálidas aguas nos acogía a ambos.
-hoy tengo la mañana libre, me gustaría poder ir a ver alguna casa para crear allí un hogar para Lobbo, sabes que pronto partiré a la guerra y necesito saber que ambos estaréis bien.
He pensado ir con Lobbo hasta que caiga el sol, asi le da algo de luz al pobre, que últimamente nuestra vida se ha convertido en nocturna.
Busque su mirada, sabia que estaban doliendole mis palabras, pero...Lobbo necesitaba hacer vida de niño, correr bajo el sol, jugar, pasear y eso, con Moira iba a ser imposible.
Sonreí buscando sus labios para aplacar así su desazón.
-Por ende, yo adoro la vida nocturna a tu lado -sonreí apoderándome de su boca de nuevo.
-Me pasare por el hospital para que mi hermana conozca al pequeño y cuando caiga la noche volveré para que juntos vayamos a ver las casas que mas me hayan gustado antes de tomar una decisión. ¿Te parece?
Tambien he pensado buscar la casa cerca de Damon, supongo que así su futura esposa podrá llevarse a Lobbo por el día, tu, necesitas descansar -susurré contra sus labios.
Hundí mi mirada en la suya, guardaba silencio, algo parecía querer decir, mas sus palabras enmudecían frente a mis ojos al tiempo que Lobbo tironeaba de sus preciosos rizos.
-¿Sabes? Estas preciosa esta mañana.
Era verdad, había venido con un brillo especial en la mirada, aquella mujer, era sin duda todo lo que yo había soñado ,ademas de guapa, siempre estaba pendiente de nosotros, nos quería, nos cuidaba y el sexo era inmejorable a su lado.
-no soy muy expresivo, sabes que a veces me cuesta decir l oque siento, y que posiblemente es demasiado temprano porque apenas te conozco, pero...siento algo fuerte por ti Moira, no puedo prometerte nada, pero te aseguro que no solo es deseo lo que me orilla a tu piel cada día y cada noche.
De nuevo su silencio me mataba, parecía un monologo, alargue la mano y tome la suya.
-¿la resaca preciosa?
Mi hijo palmoteaba en el agua lanzandole los brazos, creo que intuyendo que en mi estado de resaca podía escurrirse en cualquier momento.
-Menudo desastre de cuarto tienes -le regañe con una sonrisa a sabiendas de que lo había estado recogiendo, pues la había oído trastear fuera del baño desde hacia ya un buen rato.
Su ceño se frunció ligeramente forzándome a reír con picardia antes de que sus labios se apoderaran de los míos y su piel de porcelana se introdujera en aquella bañera que ahora entre sus cálidas aguas nos acogía a ambos.
-hoy tengo la mañana libre, me gustaría poder ir a ver alguna casa para crear allí un hogar para Lobbo, sabes que pronto partiré a la guerra y necesito saber que ambos estaréis bien.
He pensado ir con Lobbo hasta que caiga el sol, asi le da algo de luz al pobre, que últimamente nuestra vida se ha convertido en nocturna.
Busque su mirada, sabia que estaban doliendole mis palabras, pero...Lobbo necesitaba hacer vida de niño, correr bajo el sol, jugar, pasear y eso, con Moira iba a ser imposible.
Sonreí buscando sus labios para aplacar así su desazón.
-Por ende, yo adoro la vida nocturna a tu lado -sonreí apoderándome de su boca de nuevo.
-Me pasare por el hospital para que mi hermana conozca al pequeño y cuando caiga la noche volveré para que juntos vayamos a ver las casas que mas me hayan gustado antes de tomar una decisión. ¿Te parece?
Tambien he pensado buscar la casa cerca de Damon, supongo que así su futura esposa podrá llevarse a Lobbo por el día, tu, necesitas descansar -susurré contra sus labios.
Hundí mi mirada en la suya, guardaba silencio, algo parecía querer decir, mas sus palabras enmudecían frente a mis ojos al tiempo que Lobbo tironeaba de sus preciosos rizos.
-¿Sabes? Estas preciosa esta mañana.
Era verdad, había venido con un brillo especial en la mirada, aquella mujer, era sin duda todo lo que yo había soñado ,ademas de guapa, siempre estaba pendiente de nosotros, nos quería, nos cuidaba y el sexo era inmejorable a su lado.
-no soy muy expresivo, sabes que a veces me cuesta decir l oque siento, y que posiblemente es demasiado temprano porque apenas te conozco, pero...siento algo fuerte por ti Moira, no puedo prometerte nada, pero te aseguro que no solo es deseo lo que me orilla a tu piel cada día y cada noche.
De nuevo su silencio me mataba, parecía un monologo, alargue la mano y tome la suya.
-¿la resaca preciosa?
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Reidar, convertido desde anoche en mi marido, me explicó con detalle como había planeado su mañana, su intención de buscar un hogar para el pequeño, para que lo cuidase mientras él estaba defendiendo sus tierras, ¿era cosa mía o estaba hablando en singular? No mentiré diciendo que sus palabras no me dolían, que no se me clavaban como puñales en el corazón, porque eso era lo que me estaba pasando a cada segundo que escuchaba sus razones. Su hermano había elegido sin duda mejor que él; Damon contaría con Jade para cuidar a sus hijos, una mujer que podía estar disponible las 24 horas, y no solo durante la vida nocturna.
Era cierto que yo no podía salir después del ocaso, que eso me limitaba mucho el cuidado de Lobbo, pues como niño que era necesitaba disfrutar de los rayos solares, incluso nuestra relación quedaría relegada al anochecer. Me equivoqué al pensar que podía tener todo lo que Reidar necesitaba, que el hecho de haberle entregado mi alma pudiese ser suficiente.
Una dolorosa presión se instauró en el pecho, y si no fuese porque los vampiros no padecíamos ataques de ansiedad, juraría que estaba sufriendo uno.
Quería a Reidar, lo amaba por encima de todas las cosas, sabía que lo había estado esperando durante más de dos milenios y que solo con él podría ser feliz, pero en ese mismo instante en el que me hablaba de un posible futuro, me di cuenta de que había sido un error casarnos; que yo jamás podría darle todo lo que necesitaba, una vida normal donde el hecho de que fuese de día o de noche no cambiaría nada. Se merecía alguien mejor que yo, una humana, una loba que pudiese pasear junto a su pequeño por la playa a plena luz del día, alguien que no dependiese de las sombras y la sangre para sobrevivir.
Me mordí el labio intentando no ponerme a llorar. Él no tenía la culpa de la desazón que yo sentía, ninguno eramos culpables del amor que nos profesábamos y que quizás no fuese suficiente. Yo no era buena para él, y no había sido capaz de darme cuenta hasta ahora. Había sido una egoísta pensando solo en mí, en lo mucho que lo necesitaba, en lo que solo él me hacía sentir. ¿Pero acaso ello era justo? Solo llenaba una parte de su vida, la parte relegada a los placeres; pero ¿y el resto? Las preguntas y las dudas agolpaban en mi mente, hundiéndome más en un abismo en el no encontraba el fondo, y mucho menos la salida.
Sus labios se apoderaron de los míos mientras yo seguía incapaz de pronunciar una palabra; tenía miedo de hablar, pensando que si deshacía el nudo que tenía en mi garganta las lágrimas escaparían estropeándonos el momento.
- Claro, no te preocupes. Cuando anochezca podemos ir a mirar las casas que tú quieras.- susurré tratando de mostrar que le estaba escuchando, que lo que me decía me parecía lo correcto.
Siguió hablando clavando su mirada en la mía, analizando cada expresión que le hacía ver que algo me pasaba; pero no podía fingir lo contrario, no con él. Me decía que sentía algo fuerte, y que aunque no me prometiese nada, había algo entre nosotros mucho más allá que nuestra atracción. Lo miré confundida, sus palabras no me encajaban con todo lo sucedido la noche anterior. Era cierto que Reidar no era muy expresivo, pero yo adoraba su forma de decir las cosas; sin embargo ahora...y entonces caí en la cuenta, no se acordaba de lo sucedido la noche anterior. Seguramente el coma etílico que habíamos rozado durante y después de la cena hacían mella en sus recuerdos, y por su bien, de momento prefería no hacer incapié en ellos.
Me ahogaba; me mataba no decirle lo que él ahora desconocía, pero si no contárselo lo ayudaba a sopesar los pros y los contras en nuestra relación, aguantaría lo que fuese necesario. Había sido un precioso sueño de una noche; me había casado con el hombre al que amaba, con el dueño de mi corazón, de mi alma y de mi sino; con el hombre al que había entregado mi futuro, y que por desgracia ahora tocaba el momento de despertarse.
No pensaba abandonarlo, no hasta que viese que no me necesitaba a su lado; hasta que fuese él quien decidiese que era mejor separar nuestros caminos, porque yo era incapaz de separarme de él.
- Será la resaca.- contesté con una fingida sonrisa incorporándome en la bañera con el pequeño en brazos.- Voy a secarlo ya para vestirlo mientras le preparan el desayuno.
Le tendí durante unos minutos al pequeño mientras salía de la bañera y me enrollaba en la toalla; después con un dulce beso que me sabía a despedida tomé al pequeño entre mis brazos, rodeándolo con un toalla y saliendo del cuarto de baño con rumbo a la habitación para poder vestirlo sobre la cama.
Esa cama que había sido testigo de nuestra historia, de nuestro intenso amor, y que en cuanto se marchase sería testigo de mis lágrimas.
Era cierto que yo no podía salir después del ocaso, que eso me limitaba mucho el cuidado de Lobbo, pues como niño que era necesitaba disfrutar de los rayos solares, incluso nuestra relación quedaría relegada al anochecer. Me equivoqué al pensar que podía tener todo lo que Reidar necesitaba, que el hecho de haberle entregado mi alma pudiese ser suficiente.
Una dolorosa presión se instauró en el pecho, y si no fuese porque los vampiros no padecíamos ataques de ansiedad, juraría que estaba sufriendo uno.
Quería a Reidar, lo amaba por encima de todas las cosas, sabía que lo había estado esperando durante más de dos milenios y que solo con él podría ser feliz, pero en ese mismo instante en el que me hablaba de un posible futuro, me di cuenta de que había sido un error casarnos; que yo jamás podría darle todo lo que necesitaba, una vida normal donde el hecho de que fuese de día o de noche no cambiaría nada. Se merecía alguien mejor que yo, una humana, una loba que pudiese pasear junto a su pequeño por la playa a plena luz del día, alguien que no dependiese de las sombras y la sangre para sobrevivir.
Me mordí el labio intentando no ponerme a llorar. Él no tenía la culpa de la desazón que yo sentía, ninguno eramos culpables del amor que nos profesábamos y que quizás no fuese suficiente. Yo no era buena para él, y no había sido capaz de darme cuenta hasta ahora. Había sido una egoísta pensando solo en mí, en lo mucho que lo necesitaba, en lo que solo él me hacía sentir. ¿Pero acaso ello era justo? Solo llenaba una parte de su vida, la parte relegada a los placeres; pero ¿y el resto? Las preguntas y las dudas agolpaban en mi mente, hundiéndome más en un abismo en el no encontraba el fondo, y mucho menos la salida.
Sus labios se apoderaron de los míos mientras yo seguía incapaz de pronunciar una palabra; tenía miedo de hablar, pensando que si deshacía el nudo que tenía en mi garganta las lágrimas escaparían estropeándonos el momento.
- Claro, no te preocupes. Cuando anochezca podemos ir a mirar las casas que tú quieras.- susurré tratando de mostrar que le estaba escuchando, que lo que me decía me parecía lo correcto.
Siguió hablando clavando su mirada en la mía, analizando cada expresión que le hacía ver que algo me pasaba; pero no podía fingir lo contrario, no con él. Me decía que sentía algo fuerte, y que aunque no me prometiese nada, había algo entre nosotros mucho más allá que nuestra atracción. Lo miré confundida, sus palabras no me encajaban con todo lo sucedido la noche anterior. Era cierto que Reidar no era muy expresivo, pero yo adoraba su forma de decir las cosas; sin embargo ahora...y entonces caí en la cuenta, no se acordaba de lo sucedido la noche anterior. Seguramente el coma etílico que habíamos rozado durante y después de la cena hacían mella en sus recuerdos, y por su bien, de momento prefería no hacer incapié en ellos.
Me ahogaba; me mataba no decirle lo que él ahora desconocía, pero si no contárselo lo ayudaba a sopesar los pros y los contras en nuestra relación, aguantaría lo que fuese necesario. Había sido un precioso sueño de una noche; me había casado con el hombre al que amaba, con el dueño de mi corazón, de mi alma y de mi sino; con el hombre al que había entregado mi futuro, y que por desgracia ahora tocaba el momento de despertarse.
No pensaba abandonarlo, no hasta que viese que no me necesitaba a su lado; hasta que fuese él quien decidiese que era mejor separar nuestros caminos, porque yo era incapaz de separarme de él.
- Será la resaca.- contesté con una fingida sonrisa incorporándome en la bañera con el pequeño en brazos.- Voy a secarlo ya para vestirlo mientras le preparan el desayuno.
Le tendí durante unos minutos al pequeño mientras salía de la bañera y me enrollaba en la toalla; después con un dulce beso que me sabía a despedida tomé al pequeño entre mis brazos, rodeándolo con un toalla y saliendo del cuarto de baño con rumbo a la habitación para poder vestirlo sobre la cama.
Esa cama que había sido testigo de nuestra historia, de nuestro intenso amor, y que en cuanto se marchase sería testigo de mis lágrimas.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Su rostro lo decía todo, estaba seria, preocupada, creo que busco salir de la tina con mi hijo entre sus brazos para poner distancia entre nosotros.
Evitar mi mirada desconcertada, era lo único que en ese momento parecía necesitar.
Dejé escapar el aire de forma pesada poniéndome en pie, antes de secarme con la toalla por encima y liarla a mi cintura con un simple gesto.
Salí tras ella hasta el lecho donde había empezado con delicadeza a adecentar a Lobbo, la mire pensativo mientras esta ni siquiera se giraba en busca de mi mirada.
-¿que he dicho? -pregunté acercandome a ella para abrazarla por atrás, forzándola así a dejar el talco con el que embadurnaba el culo de mi hijo.
-No he querido decir, si es que eso es l oque has entendido que Lobbo este mal contigo, todo lo contrario, eres perfecta, nos quieres, y creo que ese es uno de los motivos de que poco a poco me este enamorando de ti.
Pero, has de entender que lobbo necesita una vida diurna, con esto no digo que lo nuestro no tenga un futuro.
Sabes que soy un alfa, sabes que las reglas de mi manada son las que son, lo nuestro no es fácil Moira, pero no por Lobbo, por las circunstancias.
Aun así, quiero intentarlo, creo que mereces la pena, ademas, ahora mismo no imagino mi vida sin ti...no se si sera un para siempre, pero se, que es un para hoy.
Sobre Lobbo podemos si lo prefieres buscar una niñera, que por el día en mi ausencia lo pueda pasear.
Mordí con suavidad su cuello desde atrás, recorriendo con mis dientes la marca morada de su cuello, jadeé contra su piel.
-Te deseo, y no imagino mejores noches que las que me ofreces netre tus piernas, pero amor, necesitas descansar de día, y yo también -susurré contra su piel
Eche una fugaz mirada a Lobbo que jugueteaba con el pañal aun con el culo al descubierto
-que te parece si acabas de vestir a Lobbo, y después nos desnudamos nosotros y jugamos un rato en el lecho, no recuerdo el polvo de anoche y la verdad, creo que merece ser rememorado...
Sonreí con picardia girándola para que me mirara antes de presionar sus labios contra los míos, deslizando mi lengua hasta el interior de su boca -te deseo y te necesito -musite entre jadeos.
Evitar mi mirada desconcertada, era lo único que en ese momento parecía necesitar.
Dejé escapar el aire de forma pesada poniéndome en pie, antes de secarme con la toalla por encima y liarla a mi cintura con un simple gesto.
Salí tras ella hasta el lecho donde había empezado con delicadeza a adecentar a Lobbo, la mire pensativo mientras esta ni siquiera se giraba en busca de mi mirada.
-¿que he dicho? -pregunté acercandome a ella para abrazarla por atrás, forzándola así a dejar el talco con el que embadurnaba el culo de mi hijo.
-No he querido decir, si es que eso es l oque has entendido que Lobbo este mal contigo, todo lo contrario, eres perfecta, nos quieres, y creo que ese es uno de los motivos de que poco a poco me este enamorando de ti.
Pero, has de entender que lobbo necesita una vida diurna, con esto no digo que lo nuestro no tenga un futuro.
Sabes que soy un alfa, sabes que las reglas de mi manada son las que son, lo nuestro no es fácil Moira, pero no por Lobbo, por las circunstancias.
Aun así, quiero intentarlo, creo que mereces la pena, ademas, ahora mismo no imagino mi vida sin ti...no se si sera un para siempre, pero se, que es un para hoy.
Sobre Lobbo podemos si lo prefieres buscar una niñera, que por el día en mi ausencia lo pueda pasear.
Mordí con suavidad su cuello desde atrás, recorriendo con mis dientes la marca morada de su cuello, jadeé contra su piel.
-Te deseo, y no imagino mejores noches que las que me ofreces netre tus piernas, pero amor, necesitas descansar de día, y yo también -susurré contra su piel
Eche una fugaz mirada a Lobbo que jugueteaba con el pañal aun con el culo al descubierto
-que te parece si acabas de vestir a Lobbo, y después nos desnudamos nosotros y jugamos un rato en el lecho, no recuerdo el polvo de anoche y la verdad, creo que merece ser rememorado...
Sonreí con picardia girándola para que me mirara antes de presionar sus labios contra los míos, deslizando mi lengua hasta el interior de su boca -te deseo y te necesito -musite entre jadeos.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Sentí la presencia de Reidar tras de mí, rodeándome con sus brazos al tiempo que buscaba una explicación a mi comportamiento. Sabía que se había percatado de mi huida, de que la excusa de secar a su hijo no había sido suficiente para que pasase inadvertida ante sus ojos. Era consciente de que algo me pasaba, y yo era incapaz de explicarle el qué.
Cada una de las palabras que salieron de sus labios fueron quitando las espinas que tenía clavadas en mi corazón, al menos una parte de ellas. La noche anterior había sido tan intensa, tan cargada de sentimientos que ahora solo sentía que retrocedíamos en nuestra relación. Una relación que quizás debería haber sido así, poco a poco, paso a paso; confesando con calma aquello que nos azuzaba por dentro, admitiendo cuando nuestra razón estuviese preparada que nos amábamos de forma irracional.
Pero Reidar no recordaba nada de la noche anterior, cada vez estaba más segura de ello. Sabía que me quería, me lo había dicho infinidad de veces horas antes, al igual que yo se lo había confesado a él. Me había demostrado con hechos, y no solo con palabras, lo mucho que significaba en su vida; pero ahora, en estos momentos, era la razón la que hablaba; el liderazgo de su manada lo que se interponía entre nosotros, y que de nuevo convertía nuestro futuro juntos en un sueño.
El amor que sentía ahora lo demostraba de otra forma, con caricias, con besos sobre mi cuello, con susurros en mi oído que me hacían estremecer. Más yo necesitaba escucharlo de nuevo, oír de sus labios esas dos preciosas palabras que no había tenido pudor de citar la noche de antes, y que se habían convertido en la promesa de una vida juntos.
- Sé que tienes razón, que mi vida nocturna limita mucho el cuidado de Lobbo, pero no me ha molestado que me lo dijeses, sino el hecho de pensar que quizás no sea buena para ti, que mi condición complica mucho un futuro juntos.- contesté mirándolo a los ojos tras haberme dado él la vuelta cogiéndome de la cintura.- Pero no imagino una vida sin estar a tu lado, sin ser tu sonrisa lo último que veo al acostarme, sin volver a sentir tus besos o tus caricias. No sé que lo es que siento (mentira, si lo sé, es amor) solo sé que no quiero dejar de sentirlo, que quiero continuar contigo de la mano por este camino que ha unido nuestras vidas. Que quiero intentarlo, demostrarte a ti y al mundo entero que cuando hay sentimientos tan fuertes no existen diferencias entre especies, y que todo es posible.
Besé sus labios con ternura, disfrutando del roce que sus cálidos labios me regalaban, recordando cada momento que había acaecido la noche pasada y que él por desgracia era incapaz de rememorar. Observé de reojo como Lobbo hacía de las suyas con el bote de talco que había dejado sobre la cama, mordiendo la tela del pañal como si de una galleta se tratase. Sonreí divertida al verlo tan feliz mientras acababa rebozado como una croqueta.
- Puedes bajar a la recepción a por el desayuno del pequeño quillan mientras yo lo visto y lo acuno. Quizá cuando desayune vuelva a dormirse un ratito más, y yo pueda hacerte recordar todo lo que sucedió anoche.- susurré junto a sus labios, deseando de nuevo hacerlos míos, deseando sentir su sabor enredado en mi lengua. Intentaría que recordase al menos una parte de nuestra noche; esa noche en la que habíamos unido nuestros destinos para siempre, pero que no recordaba. Al menos necesitaba volver a escuchar de sus labios que me quería.
Cada una de las palabras que salieron de sus labios fueron quitando las espinas que tenía clavadas en mi corazón, al menos una parte de ellas. La noche anterior había sido tan intensa, tan cargada de sentimientos que ahora solo sentía que retrocedíamos en nuestra relación. Una relación que quizás debería haber sido así, poco a poco, paso a paso; confesando con calma aquello que nos azuzaba por dentro, admitiendo cuando nuestra razón estuviese preparada que nos amábamos de forma irracional.
Pero Reidar no recordaba nada de la noche anterior, cada vez estaba más segura de ello. Sabía que me quería, me lo había dicho infinidad de veces horas antes, al igual que yo se lo había confesado a él. Me había demostrado con hechos, y no solo con palabras, lo mucho que significaba en su vida; pero ahora, en estos momentos, era la razón la que hablaba; el liderazgo de su manada lo que se interponía entre nosotros, y que de nuevo convertía nuestro futuro juntos en un sueño.
El amor que sentía ahora lo demostraba de otra forma, con caricias, con besos sobre mi cuello, con susurros en mi oído que me hacían estremecer. Más yo necesitaba escucharlo de nuevo, oír de sus labios esas dos preciosas palabras que no había tenido pudor de citar la noche de antes, y que se habían convertido en la promesa de una vida juntos.
- Sé que tienes razón, que mi vida nocturna limita mucho el cuidado de Lobbo, pero no me ha molestado que me lo dijeses, sino el hecho de pensar que quizás no sea buena para ti, que mi condición complica mucho un futuro juntos.- contesté mirándolo a los ojos tras haberme dado él la vuelta cogiéndome de la cintura.- Pero no imagino una vida sin estar a tu lado, sin ser tu sonrisa lo último que veo al acostarme, sin volver a sentir tus besos o tus caricias. No sé que lo es que siento (mentira, si lo sé, es amor) solo sé que no quiero dejar de sentirlo, que quiero continuar contigo de la mano por este camino que ha unido nuestras vidas. Que quiero intentarlo, demostrarte a ti y al mundo entero que cuando hay sentimientos tan fuertes no existen diferencias entre especies, y que todo es posible.
Besé sus labios con ternura, disfrutando del roce que sus cálidos labios me regalaban, recordando cada momento que había acaecido la noche pasada y que él por desgracia era incapaz de rememorar. Observé de reojo como Lobbo hacía de las suyas con el bote de talco que había dejado sobre la cama, mordiendo la tela del pañal como si de una galleta se tratase. Sonreí divertida al verlo tan feliz mientras acababa rebozado como una croqueta.
- Puedes bajar a la recepción a por el desayuno del pequeño quillan mientras yo lo visto y lo acuno. Quizá cuando desayune vuelva a dormirse un ratito más, y yo pueda hacerte recordar todo lo que sucedió anoche.- susurré junto a sus labios, deseando de nuevo hacerlos míos, deseando sentir su sabor enredado en mi lengua. Intentaría que recordase al menos una parte de nuestra noche; esa noche en la que habíamos unido nuestros destinos para siempre, pero que no recordaba. Al menos necesitaba volver a escuchar de sus labios que me quería.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Escuché sus palabras mientras mis labios se curvaban en una sonrisa, mas pronto mis ojos se centraron en su boca y deje de escuchar sus palabras, mi boca se abrió contra la suya, me gustaba, me atraía y si pensaba que pensaba dejar escapar a esa mujer, por muy esclava que fuera de la noche y yo del día se equivocaba.
-Moira, creo que aun no eres capaz de entender mi esencia, no te culpo porque acabamos de conocernos. Nací guerrero y moriré guerrero, soy un lobo y créeme rendirme frente a los problemas no esta escrito en mi sino.
Lobbo necesita una madre, tu, lo quieres, se ve en como le miras, le miras del mismo modo que a mi -sonreí de nuevo -bueno, no exactamente del mismo. Se que lo protegerías con tu vida, se que en tus manso siempre estará seguro y no contemplo mejor persona que tu para velar sus noches y proteger sus días.
Lobbo necesita salir por el día, pero tiene dos primas, la mujer de mi hermano puede pasarlo o buscar una niñera que lo haga... eso si no estoy yo.
Busqué de nuevo sus labios con deseo, mientras mis dedos surcaban voraces su piel.
-Yo necesito tu cuerpo, necesito follarte de noche y de día, necesito que sigas mirándome como lo haces, necesito sentir tu apoyo, tus caricias, tus palabras contra mi boca, tu aliento contra mi cuello.
Yo quiero que esto funciones y se que no sera fácil, se que voy a tener que lidiar contra mucho y muchos y no puedo prometerte el final que se que tu también deseas.
Pero juro frente a los dioses que voy a luchar como el mas ferviente guerrero pro tu amor, hasta que se apague mi ultimo aliento, así que deja de preocuparte por le futuro, vive el presente y disfruta de mi, porque la vida es tan efímera para nosotros miseros mortales, que no quiero desaprovechar ni un segundo de tu vida inmortal ¿vale?
Concluí con esas palabras lo que esperaba fuera suficiente para dar seguridad a una mujer preciosa, con la que cualquier hombre hubiera deseado estar, esa que del modo que ella aun no sabia y que posiblemente por los escudos que frente a mi ponía logrando hacerme un ser inexpresivo no sabia que yo también la quería.
Quizás no me atrevía a decirlo, no porque eso hubiera significado demasiado, porque no me sentía seguro para abrir aun así a nadie mi corazón, porque de hacerlo me hubiera pedido dar un paso mas, ese para el que no estaba preparado.
Todo iba muy rápido y yo necesitaba ir despacio, afianzar mis sentimientos, ver que esto funcionaba .
Antes tenia que lidiar una guerra, salvar a mi manada del mal que los asolaba, cumplida esa misión, me centraría en Moira, en nosotros y lucharía por darle un lugar en mi manada, por convertirla en mi esposa si es que eso era posible dentro de mis leyes y si el consejo me lo permitía, si no, seria mi amante, mi amiga...
Sonreí con tibieza antes de perderme tras la puerta en busca de la comanda, eso que Moira necesitaba para mi hijo, después me había prometido un rato de pasión, un rato para nosotros que creo sinceramente que ambos necesitábamos.
Entre por la puerta poco después, con un biberón para el pequeño Lobbo que ya cambiado y seco, jugaba feliz con los rizos de Moira, sonreí al ver aquella imagen consciente de lo absurdas que me parecían ahora sus palabras, esas que decían no ser suficiente para nosotros, ella era mas de lo que esperaba, ella era esa corriente de aire fresco que llego un buen día golpeando mi vida y cambiándola para mejor.
Ella era la esperanza que necesitaba, la serenidad que a veces necesitaba para mi templanza, la vaina de mi espada, ella era mi noche de pasión ,mi día en calma.
-Moira, creo que aun no eres capaz de entender mi esencia, no te culpo porque acabamos de conocernos. Nací guerrero y moriré guerrero, soy un lobo y créeme rendirme frente a los problemas no esta escrito en mi sino.
Lobbo necesita una madre, tu, lo quieres, se ve en como le miras, le miras del mismo modo que a mi -sonreí de nuevo -bueno, no exactamente del mismo. Se que lo protegerías con tu vida, se que en tus manso siempre estará seguro y no contemplo mejor persona que tu para velar sus noches y proteger sus días.
Lobbo necesita salir por el día, pero tiene dos primas, la mujer de mi hermano puede pasarlo o buscar una niñera que lo haga... eso si no estoy yo.
Busqué de nuevo sus labios con deseo, mientras mis dedos surcaban voraces su piel.
-Yo necesito tu cuerpo, necesito follarte de noche y de día, necesito que sigas mirándome como lo haces, necesito sentir tu apoyo, tus caricias, tus palabras contra mi boca, tu aliento contra mi cuello.
Yo quiero que esto funciones y se que no sera fácil, se que voy a tener que lidiar contra mucho y muchos y no puedo prometerte el final que se que tu también deseas.
Pero juro frente a los dioses que voy a luchar como el mas ferviente guerrero pro tu amor, hasta que se apague mi ultimo aliento, así que deja de preocuparte por le futuro, vive el presente y disfruta de mi, porque la vida es tan efímera para nosotros miseros mortales, que no quiero desaprovechar ni un segundo de tu vida inmortal ¿vale?
Concluí con esas palabras lo que esperaba fuera suficiente para dar seguridad a una mujer preciosa, con la que cualquier hombre hubiera deseado estar, esa que del modo que ella aun no sabia y que posiblemente por los escudos que frente a mi ponía logrando hacerme un ser inexpresivo no sabia que yo también la quería.
Quizás no me atrevía a decirlo, no porque eso hubiera significado demasiado, porque no me sentía seguro para abrir aun así a nadie mi corazón, porque de hacerlo me hubiera pedido dar un paso mas, ese para el que no estaba preparado.
Todo iba muy rápido y yo necesitaba ir despacio, afianzar mis sentimientos, ver que esto funcionaba .
Antes tenia que lidiar una guerra, salvar a mi manada del mal que los asolaba, cumplida esa misión, me centraría en Moira, en nosotros y lucharía por darle un lugar en mi manada, por convertirla en mi esposa si es que eso era posible dentro de mis leyes y si el consejo me lo permitía, si no, seria mi amante, mi amiga...
Sonreí con tibieza antes de perderme tras la puerta en busca de la comanda, eso que Moira necesitaba para mi hijo, después me había prometido un rato de pasión, un rato para nosotros que creo sinceramente que ambos necesitábamos.
Entre por la puerta poco después, con un biberón para el pequeño Lobbo que ya cambiado y seco, jugaba feliz con los rizos de Moira, sonreí al ver aquella imagen consciente de lo absurdas que me parecían ahora sus palabras, esas que decían no ser suficiente para nosotros, ella era mas de lo que esperaba, ella era esa corriente de aire fresco que llego un buen día golpeando mi vida y cambiándola para mejor.
Ella era la esperanza que necesitaba, la serenidad que a veces necesitaba para mi templanza, la vaina de mi espada, ella era mi noche de pasión ,mi día en calma.
Reidar Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/07/2016
Localización : En los bosques
Re: Fin de baile inesperado (Reidar Landvik) (+18)
Sus palabras me daban esperanza, me llenaban de vida de nuevo, rebosando ese vacío que había sentido minutos antes al pensar que no era lo suficiente buena para ellos. Demostrando con su sinceridad que nuestro compromiso de la noche anterior no había sido solo fruto del alcohol que había embotado nuestros sentidos, sino de un camino que habíamos comenzado a recorrer juntos, y que fruto de la efusividad del momento habíamos cometido la locura de saltarnos pasos muy importantes. Pero el fin sería el mismo, porque lo sentimientos que nos profesábamos no habían cambiado. Solo era cuestión de tomarnos nuestro tiempo, caminar paso a paso cogidos de la mano, e ir afianzando nuestra relación día a día.
Nos queríamos, eso era evidente, y aunque en aquel momento ambos eramos incapaces de reconocerlo abiertamente como la noche anterior cuando el whisky había bajado nuestras defensas y soltado nuestras lenguas, nuestro amor era verdadero y tan cierto como las promesas de luchar por un un futuro juntos.
Reidar tenía razón, los quería a ambos; a cada uno a su modo. Quería a Lobbo como ese hijo que jamás podría tener porque a fin de cuentas mi cuerpo estaba muerto, un hijo que había sido un regalo de los dioses porque además era una parte del hombre al que amaba y que me había permitido entrar a formar parte de su vida. Y por supuesto, amaba a Reidar; lo quería con mi alma inmortal, esa alma que mantendría encendida la llama de nuestro amor por el resto de los tiempos. Una amor que perduraría para siempre en mi corazón, ahora suyo. Un corazón que ya no tenía miedo de luchar si era a su lado, si el final de nuestra batalla era poder permanecer juntos para siempre; un corazón que no tenía miedo de abrirse al amor y entregarse incondicionalmente como jamás lo había hecho. Un amor que no sería posible sin Reidar.
- Lucharemos juntos por nuestro futuro, por un futuro donde podamos ser felices los tres. Te prometo que no me rendiré, que permaneceré a tu lado cuando más me necesites y que no volveré a dudar de que nuestro destino es compartir nuestras vidas. Eres mi sino, mi estrella del norte, el lucero del alba que guía mis pasos hacía tu corazón.- susurré frente a sus labios, tomándolos después en un cálido beso que nos embriagaba de nuevo, haciéndonos volar como dos cuerpos etéreos, deteniendo el tiempo mientras nuestras lenguas se enredaban en su peculiar danza y el pequeño Lobbo gritaba divertido saltando sobre la cama.
Sonreí junto a su boca; teníamos que dormir al pequeño si queríamos disfrutar de esa pasión que nos envolvía cada vez que la proximidad de nuestros cuerpos nos orillaban a la lujuria, a la muestra de ese amor que se transformaba en placer cuando nuestras pieles desnudas se rozaban. Imagino que a Reidar se le pasó la misma idea por la cabeza, porque no tardó mucho en salir de la habitación en búsqueda del desayuno del pequeño, mientras yo me encargaba de vestirle y calmarlo un poco con la esperanza de que nos diese una par de horas más de intimidad.
Me senté en la mecedora con Lobbo en brazos; susurrándole antiguas nanas en un dialecto que él pequeño desconocía y que mi madre me cantaba cuando era niña; había pasado más de dos milenios desde entonces, pero las recordaba en mi mente como si de ayer se tratase. El pequeño sonreía con dulzura, tirando de mis rizos y tocándome la cara al ritmo que lo acunaba. Parecía más tranquilo después del baño, y atisbaba la esperanza de que nuestro plan tuviese éxito.
Le dediqué a mi marido, aunque esto él no lo recordaba, la mejor de mis sonrisas cuando apareció por la puerta con el biberón que nos supondría una tregua en nuestro papel de padres, y que sin más dilación, di a Lobbo al tiempo que seguía meciéndome y acunándolo entre mis brazos.
Observé al hombre que me había conquistado en una noche; ese hombre por el que sería capaz de entregar mi inmortalidad por una efímera vida a su lado si eso estuviese en mi mano, y que me miraba con una preciosa sonrisa sentado en el borde de la cama.
Me dolía sobremanera no poder compartir mi alegría con él, no poder decirle la locura que habíamos cometido la noche anterior, esa que nos había unido y bendecido ante nuestros dioses, pero sabía que él necesitaba tiempo; que las leyes de su manada eran estrictas, y que quizás eso fuese el menor de sus problemas. No quería mentirle, si recordaba algo yo le confirmaría lo que había sucedido, o al menos, lo que yo recordaba, pero contarle nuestra preciosa boda bajo las estrellas, solo provocaría un desconcierto en él, que era lo que menos necesitaba en esos momentos.
- ¿Qué decías que querías hacerme cuando el pequeño quillan se durmiese?- susurré con picardia para no despertar a Lobbo que había caído en un profundo sueño en mis brazos, mientras lo dejaba en la cuna y me acercaba a su padre, vestida tan solo con unas braguitas y su camisola por encima. Me senté a horcajadas sobre él, y busqué sus labios con deseo; unos labios que calmaban mi sed, que me sustentaban cada día, y me hacían vibrar cada noche.
Nos queríamos, eso era evidente, y aunque en aquel momento ambos eramos incapaces de reconocerlo abiertamente como la noche anterior cuando el whisky había bajado nuestras defensas y soltado nuestras lenguas, nuestro amor era verdadero y tan cierto como las promesas de luchar por un un futuro juntos.
Reidar tenía razón, los quería a ambos; a cada uno a su modo. Quería a Lobbo como ese hijo que jamás podría tener porque a fin de cuentas mi cuerpo estaba muerto, un hijo que había sido un regalo de los dioses porque además era una parte del hombre al que amaba y que me había permitido entrar a formar parte de su vida. Y por supuesto, amaba a Reidar; lo quería con mi alma inmortal, esa alma que mantendría encendida la llama de nuestro amor por el resto de los tiempos. Una amor que perduraría para siempre en mi corazón, ahora suyo. Un corazón que ya no tenía miedo de luchar si era a su lado, si el final de nuestra batalla era poder permanecer juntos para siempre; un corazón que no tenía miedo de abrirse al amor y entregarse incondicionalmente como jamás lo había hecho. Un amor que no sería posible sin Reidar.
- Lucharemos juntos por nuestro futuro, por un futuro donde podamos ser felices los tres. Te prometo que no me rendiré, que permaneceré a tu lado cuando más me necesites y que no volveré a dudar de que nuestro destino es compartir nuestras vidas. Eres mi sino, mi estrella del norte, el lucero del alba que guía mis pasos hacía tu corazón.- susurré frente a sus labios, tomándolos después en un cálido beso que nos embriagaba de nuevo, haciéndonos volar como dos cuerpos etéreos, deteniendo el tiempo mientras nuestras lenguas se enredaban en su peculiar danza y el pequeño Lobbo gritaba divertido saltando sobre la cama.
Sonreí junto a su boca; teníamos que dormir al pequeño si queríamos disfrutar de esa pasión que nos envolvía cada vez que la proximidad de nuestros cuerpos nos orillaban a la lujuria, a la muestra de ese amor que se transformaba en placer cuando nuestras pieles desnudas se rozaban. Imagino que a Reidar se le pasó la misma idea por la cabeza, porque no tardó mucho en salir de la habitación en búsqueda del desayuno del pequeño, mientras yo me encargaba de vestirle y calmarlo un poco con la esperanza de que nos diese una par de horas más de intimidad.
Me senté en la mecedora con Lobbo en brazos; susurrándole antiguas nanas en un dialecto que él pequeño desconocía y que mi madre me cantaba cuando era niña; había pasado más de dos milenios desde entonces, pero las recordaba en mi mente como si de ayer se tratase. El pequeño sonreía con dulzura, tirando de mis rizos y tocándome la cara al ritmo que lo acunaba. Parecía más tranquilo después del baño, y atisbaba la esperanza de que nuestro plan tuviese éxito.
Le dediqué a mi marido, aunque esto él no lo recordaba, la mejor de mis sonrisas cuando apareció por la puerta con el biberón que nos supondría una tregua en nuestro papel de padres, y que sin más dilación, di a Lobbo al tiempo que seguía meciéndome y acunándolo entre mis brazos.
Observé al hombre que me había conquistado en una noche; ese hombre por el que sería capaz de entregar mi inmortalidad por una efímera vida a su lado si eso estuviese en mi mano, y que me miraba con una preciosa sonrisa sentado en el borde de la cama.
Me dolía sobremanera no poder compartir mi alegría con él, no poder decirle la locura que habíamos cometido la noche anterior, esa que nos había unido y bendecido ante nuestros dioses, pero sabía que él necesitaba tiempo; que las leyes de su manada eran estrictas, y que quizás eso fuese el menor de sus problemas. No quería mentirle, si recordaba algo yo le confirmaría lo que había sucedido, o al menos, lo que yo recordaba, pero contarle nuestra preciosa boda bajo las estrellas, solo provocaría un desconcierto en él, que era lo que menos necesitaba en esos momentos.
- ¿Qué decías que querías hacerme cuando el pequeño quillan se durmiese?- susurré con picardia para no despertar a Lobbo que había caído en un profundo sueño en mis brazos, mientras lo dejaba en la cuna y me acercaba a su padre, vestida tan solo con unas braguitas y su camisola por encima. Me senté a horcajadas sobre él, y busqué sus labios con deseo; unos labios que calmaban mi sed, que me sustentaban cada día, y me hacían vibrar cada noche.
Moira Landvik- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/05/2016
Localización : Paris
Página 3 de 3. • 1, 2, 3
Temas similares
» Reidar Landvik
» Un choque inesperado, causa un encuentro inesperado.
» Heridas {Reidar}
» Reidar Drachenblut
» La meg elsker deg [Reidar]
» Un choque inesperado, causa un encuentro inesperado.
» Heridas {Reidar}
» Reidar Drachenblut
» La meg elsker deg [Reidar]
Página 3 de 3.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour