AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
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Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Con la sangre reseca en la piel y las magulladuras en el cuerpo emprendí aquel nuevo viaje que me esperaba. El último ataque de los nosferatu sobre la manada y el pueblo de humanos al que nosotros protegíamos había sido brutal. Sangre por todos lados y los gritos de niños y niñas inocentes repiqueteaban en mi cabeza cada vez que cerraba mis ojos. Todo por culpa de aquel hermano al que yo aún no conocía y del que cada día que pasaba tenía menos ganas de conocer. Por culpa de Damon, Reidar había abandonado la manada que le correspondía por mértios propios y derechos para buscar a aquel hermano mayor que nosotros al que, según las leyes de sangre, le correspondía todo aquello por lo que mi hermano había luchado toda su vida.
Cerré los ojos sintiendo la fría brisa sobre la cara, empujando mis cabellos castaños hacia atrás y purificando mis heridas, del cuerpo y del alma. Debía viajar a París para enfrentarme a la persona que más me importaba en el mundo, Reidar. Debía enfrentarme a él y obligarle a volver con los suyos, a ocupar el lugar que le correspondía y dejar los juegos de familia feliz para más adelante. Debía volver pues los nosferatu me veían como una líder débil y por ello habían aprovechado mi breve mandato para atacar con todas sus armas disponibles y todos sus efectivos a los míos. La búsqueda de un lobo no justificaba el exterminio de una manada, y mucho menos si esa búsqueda era para darle un lugar que él no merecía.
Había dejado al cargo de la manada al único miembro de nuestra familia que aún quedaba vivo al margen de mis hermanos y yo y, bajo el abrigo y el amparo de la oscura noche había cabalgado sin tregua hasta el puerto más cercano. Temía que algun nosferatu hubiera seguido mis huellas, pero tampoco podía perder mucho tiempo en esconderlas y hacerme imperceptible, debía apurar el tiempo al máximo y traer cuanto antes a mi hermano a casa, esa era mi única prioridad. Los recelos del barco atracado en el puerto sobre llevar a una mujer a bordo, se vieron aplacados con un generoso soborno en oro y joyas; la lealtad de los humanos hacia sus convicciones, volátil y cambiante no tenía nada que ver con la nuestra pero gracias a aquello ahora viajaba en aquel barco rumbo a París.
El frío viento del norte de Noruega pronto dio paso a la inexistente brisa del verano de París. Pronto me sobraron las pieles que adornaban mi espalda y tuve que sustituir mis vestidos de manga larga por vestidos de tirantes o sin ellos. Aquel calor era asfixiante y el aire de aquella ciudad estaba viciado, nada que ver con nuestros verdes y vírgenes bosques. Mis ojos se cerraron, evocando la imagen y el olor de mi hermano, estaba lejos del puerto en el que me hallaba en esos instantes. Calé mi capucha sobre mi rostro y miré a ambos lados antes de bajar del barco. Todas las auras que detectaba eran de humanos o hechiceros pero, aparentemente, no había ningún nosferatu en las inmediaciones aunque no podía estar del todo segura, había demasiada gente, demasiadas auras que se solapaban unas con otras levantándome incluso dolor de cabeza.
Cogí uno de los coches de caballos y cerré los ojos una vez estuve dentro. Necesitaba dormir sobre un colchón en condiciones, posar mis entumecidos huesos y coger fuerzas para rastrear a mi hermano por las calles de aquella ciudad. Quería un lugar cómodo, sin cucarachas que pudieran anidar en mi piel o mi ropa, pero tampoco deseaba alojarme en un lugar ostentoso. Las personas de la alta sociedad tendían a hablar demasiado y, dado que aún no conocía al círculo de la alta sociedad de París, no podía arriesgarme a que mi presencia quedara desvelada a la mínima de cambio a mis enemigos. Un hotel acomodado y alejado del centro de París fue mi opción escogida aunque me temía que pudiera tener problemas para alojarme allí llegando a tales horas de la noche, sola y sin ningún hombre o doncella que me acompañara.
Esperaba que no fuera así pues, aunque el resto de mis heridas habían sanado días tras gracias a la larga travesía, mi herida más grave, en mi muslo derecho aún no se había cerrado y seguía sangrando y supurándome pese a los cuidados diarios que la brindaba. Posé mi mano con delicadeza sobre ella y un dolor terrible recorrió mi pierna haciéndome temblar. Necesitaba descansar y recuperar fuerzas si no quería que aquella herida me pasara factura. Cubrí con la capa la zona del vestido que comenzaba a mancharse de nuevo de mi propia sangre y salí de aquella carroza para dirgirme a la recepción del hotel.
Mis temores se vieron confirmados ante la negativa del recepcionista de darme una habitación si no iba acompañada de algún familiar, una doncella o un prometido o marido que no tirara por los suelos mi "honorable" reputación. Gruñí en voz apenas audible, reprimiendo a la loba que llevaba dentro y que ansiaba salir para arrancar la cabeza de aquel hombre que me menospreciaba y me trataba de manera diferente por mi sexo. Podía escuchar las gotas de sangre resbalando por mi muslo con lentitud para, finalmente, caer sobre el frío suelo de mármol. -Mire Monsieur le aconsejo que me de una habitación de inmediato o de lo contrario...-
Mis palabras se vieron interrumpidas por la caricia de una piel desconocida. Un hombre que me cogía la mano con delicadeza, un hombre que no era humano. Mis sentidos se agudizaron y mi cuerpo se tensó; giré mi rostro con lentitud, llevando mi otra mano al cuchillo que siempre escondía bajo mi ropa mas mis sentidos y mis barreras se relajaron al observar el aura de aquel hombre, un lobo como yo
Cerré los ojos sintiendo la fría brisa sobre la cara, empujando mis cabellos castaños hacia atrás y purificando mis heridas, del cuerpo y del alma. Debía viajar a París para enfrentarme a la persona que más me importaba en el mundo, Reidar. Debía enfrentarme a él y obligarle a volver con los suyos, a ocupar el lugar que le correspondía y dejar los juegos de familia feliz para más adelante. Debía volver pues los nosferatu me veían como una líder débil y por ello habían aprovechado mi breve mandato para atacar con todas sus armas disponibles y todos sus efectivos a los míos. La búsqueda de un lobo no justificaba el exterminio de una manada, y mucho menos si esa búsqueda era para darle un lugar que él no merecía.
Había dejado al cargo de la manada al único miembro de nuestra familia que aún quedaba vivo al margen de mis hermanos y yo y, bajo el abrigo y el amparo de la oscura noche había cabalgado sin tregua hasta el puerto más cercano. Temía que algun nosferatu hubiera seguido mis huellas, pero tampoco podía perder mucho tiempo en esconderlas y hacerme imperceptible, debía apurar el tiempo al máximo y traer cuanto antes a mi hermano a casa, esa era mi única prioridad. Los recelos del barco atracado en el puerto sobre llevar a una mujer a bordo, se vieron aplacados con un generoso soborno en oro y joyas; la lealtad de los humanos hacia sus convicciones, volátil y cambiante no tenía nada que ver con la nuestra pero gracias a aquello ahora viajaba en aquel barco rumbo a París.
El frío viento del norte de Noruega pronto dio paso a la inexistente brisa del verano de París. Pronto me sobraron las pieles que adornaban mi espalda y tuve que sustituir mis vestidos de manga larga por vestidos de tirantes o sin ellos. Aquel calor era asfixiante y el aire de aquella ciudad estaba viciado, nada que ver con nuestros verdes y vírgenes bosques. Mis ojos se cerraron, evocando la imagen y el olor de mi hermano, estaba lejos del puerto en el que me hallaba en esos instantes. Calé mi capucha sobre mi rostro y miré a ambos lados antes de bajar del barco. Todas las auras que detectaba eran de humanos o hechiceros pero, aparentemente, no había ningún nosferatu en las inmediaciones aunque no podía estar del todo segura, había demasiada gente, demasiadas auras que se solapaban unas con otras levantándome incluso dolor de cabeza.
Cogí uno de los coches de caballos y cerré los ojos una vez estuve dentro. Necesitaba dormir sobre un colchón en condiciones, posar mis entumecidos huesos y coger fuerzas para rastrear a mi hermano por las calles de aquella ciudad. Quería un lugar cómodo, sin cucarachas que pudieran anidar en mi piel o mi ropa, pero tampoco deseaba alojarme en un lugar ostentoso. Las personas de la alta sociedad tendían a hablar demasiado y, dado que aún no conocía al círculo de la alta sociedad de París, no podía arriesgarme a que mi presencia quedara desvelada a la mínima de cambio a mis enemigos. Un hotel acomodado y alejado del centro de París fue mi opción escogida aunque me temía que pudiera tener problemas para alojarme allí llegando a tales horas de la noche, sola y sin ningún hombre o doncella que me acompañara.
Esperaba que no fuera así pues, aunque el resto de mis heridas habían sanado días tras gracias a la larga travesía, mi herida más grave, en mi muslo derecho aún no se había cerrado y seguía sangrando y supurándome pese a los cuidados diarios que la brindaba. Posé mi mano con delicadeza sobre ella y un dolor terrible recorrió mi pierna haciéndome temblar. Necesitaba descansar y recuperar fuerzas si no quería que aquella herida me pasara factura. Cubrí con la capa la zona del vestido que comenzaba a mancharse de nuevo de mi propia sangre y salí de aquella carroza para dirgirme a la recepción del hotel.
Mis temores se vieron confirmados ante la negativa del recepcionista de darme una habitación si no iba acompañada de algún familiar, una doncella o un prometido o marido que no tirara por los suelos mi "honorable" reputación. Gruñí en voz apenas audible, reprimiendo a la loba que llevaba dentro y que ansiaba salir para arrancar la cabeza de aquel hombre que me menospreciaba y me trataba de manera diferente por mi sexo. Podía escuchar las gotas de sangre resbalando por mi muslo con lentitud para, finalmente, caer sobre el frío suelo de mármol. -Mire Monsieur le aconsejo que me de una habitación de inmediato o de lo contrario...-
Mis palabras se vieron interrumpidas por la caricia de una piel desconocida. Un hombre que me cogía la mano con delicadeza, un hombre que no era humano. Mis sentidos se agudizaron y mi cuerpo se tensó; giré mi rostro con lentitud, llevando mi otra mano al cuchillo que siempre escondía bajo mi ropa mas mis sentidos y mis barreras se relajaron al observar el aura de aquel hombre, un lobo como yo
Última edición por Odalyn Landvik el Sáb Sep 03, 2016 10:53 am, editado 1 vez
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 72
Fecha de inscripción : 15/07/2016
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Hacia apenas unos días que el rastro de mi hermana me había llevado a París, pese a todo pronostico este y no otro había sido el lugar elegido por una mujer que yo creía conocer pero que tal y como pasaban los días veía mas como una presa que como sangre de mi sangre.
Me sorprendió que una ciudad llena de bullicio como esta y no una cercada por frondosos bosques y largos acantilados fuera su lugar predilecto para empezar una nueva vida.
Lo que tampoco entendía es que fuera tan tonta como para imaginar que mis padres y yo mismo nos daríamos por vencidos tras su afrenta.
Intuía que el compromiso de dar su mano a un alfa amigo de nuestro padre era el motivo que la había forzado a salir corriendo, mas eso no era escusa para deshonrarnos a todos nosotros, a fin de cuentas padre nunca buscaría su mal y estaba seguro de que si ese y no otro era el hombre que habían elegido para ella, era porque madre también había dado su consentimiento pensando solo en su bien.
Puede que hubiera esquivado a los otros rastreadores, mas conmigo la suerte no la acompañaría y juro ante los dioses que la llevaría de la oreja si era necesario, mas que volvería junto a mi a nuestros bosques para dar frente a mis padres las escusas que ella creyera necesarias.
No se merecía ni una sola de las lagrimas que había echo derramar con su maldita actitud a mi madre.
Ensimismado en mis pensamientos llegue frente a la recepción del hotel donde una mujer, que no me costo en absoluto leer su aura e identificarla como una loba, discutía acalorada con el hombre que le indicaba que no había habitaciones libres principalmente porque no venia acompañada por varón.
Me acerque con una picara sonrisa y tome con suavidad su mano.
-Querida ¿hay algún problema? -me limite a preguntar antes de hundir mis ojos en el recepcionista que ahora si se apresuro a darnos la llave de una habitación doble.
Bese la mejilla de la dama, mientras rodeaba con mi brazo su cintura tirando ligeramente de ella para encaminarnos a las escaleras.
-Subamos por favor una botella de vodka -añadí mientras ayudaba a la mujer a subir las escaleras.
Era obvio que estaba herida de una pierna, el olor a sangre era inconfundible por mas que trataba de disimularlo con su mano.
-Tranquila, se que estas herida, disimula -la tome en brazos bajo la mirada del recepcionista que seguro pensó eramos un par de recién casados en su viaje de luna de miel.
Observe sus ojos pardos mientras su brazo rodeaba mi cuello y no pude evitar sonreír frente a sus carnosos labios hechos para enredarse en los míos sin duda.
-¿Y bien? ¿que hace aquí en París una loba herida? ¿Acaso vuestro alfa no os cuida bien? Porque yo no me separar de vuestro lado si tuviera la suerte de poseeros.
No tardamos en llegar frente a la puerta del habitáculo, que tras hacer rodar la llave sin soltar a la preciosa loba que portaba entre mis brazos cedió con un leve chirrido frente a nosotros.
Entramos en una cámara grande, de paredes recién pintadas completamente pulcras y blancas.
Con unas cortinas beis que cubrían unos amplios ventanales que daban unas inmensas vistas de las estrellas que coronaban el cielo junto a aquella luna menguante.
El lecho también arropado de sabanas de seda blancas presidia la habitación con sendas mesitas de noche lacadas en blanco a cada parte de este.
Acaricie su cintura antes de depositarla sobre la cama con suavidad.
-No te preocupes, en cuanto nos traigan el vodka coseré tu herida -añadí alzando la falda para ahora si fijarme bien no solo en la tersa piel y en esa infinita pierna que reconozco por un momento torno mis ojos ámbar si no en la herida que no dejaba de supurar sangre y que posiblemente se hallaba infectada.
Tomé una toalla y la pose sobre su herida.
-Presiona ahi -le dije mientras caminaba hacia mi petate para sacar aguja e hilo.
Tome unas cuantas hierbas de una bolsita y las deshice entre mis dedos para acercarme nuevamente a ella.
-Es opio, te lo pondré en la bebida, te notaras ligeramente...colocada, peor te ayudara a sobre llevar el dolor ¿de acuerdo? He de desinfectar uy coser esa herida, no tiene buena pinta ¿entiendes lo que te digo?
Me sorprendió que una ciudad llena de bullicio como esta y no una cercada por frondosos bosques y largos acantilados fuera su lugar predilecto para empezar una nueva vida.
Lo que tampoco entendía es que fuera tan tonta como para imaginar que mis padres y yo mismo nos daríamos por vencidos tras su afrenta.
Intuía que el compromiso de dar su mano a un alfa amigo de nuestro padre era el motivo que la había forzado a salir corriendo, mas eso no era escusa para deshonrarnos a todos nosotros, a fin de cuentas padre nunca buscaría su mal y estaba seguro de que si ese y no otro era el hombre que habían elegido para ella, era porque madre también había dado su consentimiento pensando solo en su bien.
Puede que hubiera esquivado a los otros rastreadores, mas conmigo la suerte no la acompañaría y juro ante los dioses que la llevaría de la oreja si era necesario, mas que volvería junto a mi a nuestros bosques para dar frente a mis padres las escusas que ella creyera necesarias.
No se merecía ni una sola de las lagrimas que había echo derramar con su maldita actitud a mi madre.
Ensimismado en mis pensamientos llegue frente a la recepción del hotel donde una mujer, que no me costo en absoluto leer su aura e identificarla como una loba, discutía acalorada con el hombre que le indicaba que no había habitaciones libres principalmente porque no venia acompañada por varón.
Me acerque con una picara sonrisa y tome con suavidad su mano.
-Querida ¿hay algún problema? -me limite a preguntar antes de hundir mis ojos en el recepcionista que ahora si se apresuro a darnos la llave de una habitación doble.
Bese la mejilla de la dama, mientras rodeaba con mi brazo su cintura tirando ligeramente de ella para encaminarnos a las escaleras.
-Subamos por favor una botella de vodka -añadí mientras ayudaba a la mujer a subir las escaleras.
Era obvio que estaba herida de una pierna, el olor a sangre era inconfundible por mas que trataba de disimularlo con su mano.
-Tranquila, se que estas herida, disimula -la tome en brazos bajo la mirada del recepcionista que seguro pensó eramos un par de recién casados en su viaje de luna de miel.
Observe sus ojos pardos mientras su brazo rodeaba mi cuello y no pude evitar sonreír frente a sus carnosos labios hechos para enredarse en los míos sin duda.
-¿Y bien? ¿que hace aquí en París una loba herida? ¿Acaso vuestro alfa no os cuida bien? Porque yo no me separar de vuestro lado si tuviera la suerte de poseeros.
No tardamos en llegar frente a la puerta del habitáculo, que tras hacer rodar la llave sin soltar a la preciosa loba que portaba entre mis brazos cedió con un leve chirrido frente a nosotros.
Entramos en una cámara grande, de paredes recién pintadas completamente pulcras y blancas.
Con unas cortinas beis que cubrían unos amplios ventanales que daban unas inmensas vistas de las estrellas que coronaban el cielo junto a aquella luna menguante.
El lecho también arropado de sabanas de seda blancas presidia la habitación con sendas mesitas de noche lacadas en blanco a cada parte de este.
Acaricie su cintura antes de depositarla sobre la cama con suavidad.
-No te preocupes, en cuanto nos traigan el vodka coseré tu herida -añadí alzando la falda para ahora si fijarme bien no solo en la tersa piel y en esa infinita pierna que reconozco por un momento torno mis ojos ámbar si no en la herida que no dejaba de supurar sangre y que posiblemente se hallaba infectada.
Tomé una toalla y la pose sobre su herida.
-Presiona ahi -le dije mientras caminaba hacia mi petate para sacar aguja e hilo.
Tome unas cuantas hierbas de una bolsita y las deshice entre mis dedos para acercarme nuevamente a ella.
-Es opio, te lo pondré en la bebida, te notaras ligeramente...colocada, peor te ayudara a sobre llevar el dolor ¿de acuerdo? He de desinfectar uy coser esa herida, no tiene buena pinta ¿entiendes lo que te digo?
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 27/07/2016
Localización : Paris
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Aquel licántropo parecía ser mi salvación. Todas las puertas se abrieron ante mis ojos pues, al fingir ser mi prometido o mi marido, no recordaba bien qué era lo que habia afirmado ser, el recepcionista se apresuró en darnos la mejor habitación del hotel en compensación por las molestias ocasionadas. Su mano buscó la mía para ayudarme a caminar más mis fuerzas disminuían por momentos por causa de esa herida que quemaba mi piel.
Él pareció darse cuenta pues no tardó en tomarme en brazos entre risas como si fuéramos dos recién casados que querían disfrutar de las mieles de aquella primera vez. Rodee con mis brazos su cuello esforzándome por esbozar una sonrisa mas aquel movimiento me había provocado un dolor desmedido. -¿Acaso necesito tener un dueño para viajar a París?- clavé mis ojos en los suyos con cierto desdén y dejé escapar una exhalación profunda de mis labios -Disculpadme... Esta herida me agria el carácter. El único alfa que manda sobre mi es mi hermano, Reidar Landvik y él es el motivo mismo de mi viaje a esta ciudad ahogada por el humo y la gente. He de rastrearle y llevarle de nuevo a Noruega-
Al fin llegamos a aquella habitación que, de haber estado completamente restablecida hubiera disfrutado como una niña tras tantos días durmiendo sobre un camastro en el barco. Elegante, refinada y con un buen colchón de plumas que bien parecía ser una nube sobre la que dormían los ángeles en el firmamento.
Sus manos me dejaron con delicadeza sobre el lecho pero aquel delicado gesto hizo que de nuevo un latigazo recorriera toda mi pierna y de mis labios escapó por primera vez un alarido. El sudor perlaba mi frente y llevé mi mano a ella para comprobar la temperatura; tenía fiebre, la herida obviamente se había infectado.
Sus manos, callosas por el manejo de las armas levantaron la falda de mi vestido dejando al descubierto el vendaje de la herida que atormentaba mi noche y mis días. Sus ojos se tornaron ambarinos y de mis labios se escapó una pequeña risa -¿Acaso sois el único alfa virgen sobre la tierra que vuestros ojos se tornan ámbar por ver los muslos de una mujer?- dije para relajar aquel ambiente.
-Olvídate del opio, eso embotará mis sentidos y si puedo sentir dolor será que sigo entre los vivos. Tengo fiebre, la herida está infectada y tendrás que descoser mis costuras, procura no rozar mi piel cuando lo hagas o no sé si podré contener a mi loba interior y saltar sobre ti-
Incorporé mi cuerpo con dificultad observando como las blancas e impolutas sabanas comenzaban a mancharse con mi líquido carmesí, por suerte las camareras del hotel lo interpretarían como la pérdida de mi honrosa virginidad que por ahora seguía intacta. Rasgué la tela del bajo de mi vestido e hice una bola con ella para usarla más tarde. Necesitaría morder aquella tela para aplacar mis gritos de dolor pues sabía que aquello dolería, dolería mucho pero necesitaba estar despierta al día siguiente para reemprender la búsqueda de mi hermano.
Sus ojos buscaron los míos con cierto desconcierto y los míos se deslizaron a la puerta. Se escuchaban a lo lejos los pasos de alguien y el repiqueteo del cristal sobre algo metálico, nuestra botella de vodka. Aquellos golpes sobre la puerta no tardaron en escucharse anunciando lo que nuestros oídos ya habían percibido momentos atrás.
Tapé mis piernas de nuevo con el vestido sin poder reprimir un gruñido cuando la tela del vestido rozó de nuevo mi herida y, aquel lobo de oscuros ojos se apresuró a abrir la puerta para coger el alcohol y dar una generosa propina con una falsa sonrisa socarrona para que no nos molestaran en toda la noche.
Desconocía por qué me había prestado su ayuda sin dudarlo, sin hacerme preguntas, y fingiendo ser yo su compañera cuando seguramente él ya tendría una loba que se pondría celosa si sabía que había visto la piel desnuda de otra mujer. Tomé con cierta brusquedad la botella que él llevaba en sus manos y la llevé a mis labios para dar un buen trago y, de nuevo se la tendí.
Sus manos alzaron de nuevo con sumo cuidado la falda de mi vestido y yo, ante aquel dolor y quemazón, decidí meter ya en mi boca aquella bola de tela que había hecho momentos atrás. El verdadero dolor vino cuando tuvo que despegar la venda de la carne sangrante y supurante, traté de mantener mi fortaleza pero con el último tirón de la venda un aullido escapó de mis labios y las lágrimas comenzaron a resbalar por mis ojos.
Mi pecho subía y bajaba, empapado en sudor por el dolor, el esfuerzo, la fiebre y, aunque no quisiera reconocerlo, el miedo. -Malditos nosferatus...- fue lo único que pude gruñir entre dientes mientras trataba de no perder la consciencia con las curas de aquel lobo.
Él pareció darse cuenta pues no tardó en tomarme en brazos entre risas como si fuéramos dos recién casados que querían disfrutar de las mieles de aquella primera vez. Rodee con mis brazos su cuello esforzándome por esbozar una sonrisa mas aquel movimiento me había provocado un dolor desmedido. -¿Acaso necesito tener un dueño para viajar a París?- clavé mis ojos en los suyos con cierto desdén y dejé escapar una exhalación profunda de mis labios -Disculpadme... Esta herida me agria el carácter. El único alfa que manda sobre mi es mi hermano, Reidar Landvik y él es el motivo mismo de mi viaje a esta ciudad ahogada por el humo y la gente. He de rastrearle y llevarle de nuevo a Noruega-
Al fin llegamos a aquella habitación que, de haber estado completamente restablecida hubiera disfrutado como una niña tras tantos días durmiendo sobre un camastro en el barco. Elegante, refinada y con un buen colchón de plumas que bien parecía ser una nube sobre la que dormían los ángeles en el firmamento.
Sus manos me dejaron con delicadeza sobre el lecho pero aquel delicado gesto hizo que de nuevo un latigazo recorriera toda mi pierna y de mis labios escapó por primera vez un alarido. El sudor perlaba mi frente y llevé mi mano a ella para comprobar la temperatura; tenía fiebre, la herida obviamente se había infectado.
Sus manos, callosas por el manejo de las armas levantaron la falda de mi vestido dejando al descubierto el vendaje de la herida que atormentaba mi noche y mis días. Sus ojos se tornaron ambarinos y de mis labios se escapó una pequeña risa -¿Acaso sois el único alfa virgen sobre la tierra que vuestros ojos se tornan ámbar por ver los muslos de una mujer?- dije para relajar aquel ambiente.
-Olvídate del opio, eso embotará mis sentidos y si puedo sentir dolor será que sigo entre los vivos. Tengo fiebre, la herida está infectada y tendrás que descoser mis costuras, procura no rozar mi piel cuando lo hagas o no sé si podré contener a mi loba interior y saltar sobre ti-
Incorporé mi cuerpo con dificultad observando como las blancas e impolutas sabanas comenzaban a mancharse con mi líquido carmesí, por suerte las camareras del hotel lo interpretarían como la pérdida de mi honrosa virginidad que por ahora seguía intacta. Rasgué la tela del bajo de mi vestido e hice una bola con ella para usarla más tarde. Necesitaría morder aquella tela para aplacar mis gritos de dolor pues sabía que aquello dolería, dolería mucho pero necesitaba estar despierta al día siguiente para reemprender la búsqueda de mi hermano.
Sus ojos buscaron los míos con cierto desconcierto y los míos se deslizaron a la puerta. Se escuchaban a lo lejos los pasos de alguien y el repiqueteo del cristal sobre algo metálico, nuestra botella de vodka. Aquellos golpes sobre la puerta no tardaron en escucharse anunciando lo que nuestros oídos ya habían percibido momentos atrás.
Tapé mis piernas de nuevo con el vestido sin poder reprimir un gruñido cuando la tela del vestido rozó de nuevo mi herida y, aquel lobo de oscuros ojos se apresuró a abrir la puerta para coger el alcohol y dar una generosa propina con una falsa sonrisa socarrona para que no nos molestaran en toda la noche.
Desconocía por qué me había prestado su ayuda sin dudarlo, sin hacerme preguntas, y fingiendo ser yo su compañera cuando seguramente él ya tendría una loba que se pondría celosa si sabía que había visto la piel desnuda de otra mujer. Tomé con cierta brusquedad la botella que él llevaba en sus manos y la llevé a mis labios para dar un buen trago y, de nuevo se la tendí.
Sus manos alzaron de nuevo con sumo cuidado la falda de mi vestido y yo, ante aquel dolor y quemazón, decidí meter ya en mi boca aquella bola de tela que había hecho momentos atrás. El verdadero dolor vino cuando tuvo que despegar la venda de la carne sangrante y supurante, traté de mantener mi fortaleza pero con el último tirón de la venda un aullido escapó de mis labios y las lágrimas comenzaron a resbalar por mis ojos.
Mi pecho subía y bajaba, empapado en sudor por el dolor, el esfuerzo, la fiebre y, aunque no quisiera reconocerlo, el miedo. -Malditos nosferatus...- fue lo único que pude gruñir entre dientes mientras trataba de no perder la consciencia con las curas de aquel lobo.
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/07/2016
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
No pude evitar reír frente a aquel comentario de la loba sobre si era el único alfa virgen que quedaba sobre la faz de la tierra, la verdad es que me pareció un modo sutil de preguntar sobre mi dotes amatorias, así como para burlarse de la traición que mis ojos por un instante me habían otorgado.
-No mi señora, no soy virgen como podéis imaginar, mas llevo varios meses a caballo para llegar hasta París, apenas he hecho altos en el camino pues el tiempo apremiaba, y en esas pequeñas paradas no he tenido tiempo de descargar mi hombría entre ningunas piernas -apunte alzando los ojos hasta encontrarme con los suyos, que sin duda apreciarían el descaro en mis palabras.
Las sabanas pronto se mancharon de carmesí mientras esta de forma salvaje rasgaba su vestido dispuesto a morderlo y rechazaba el opio que yo antes le había ofrecido.
Ladee la cabeza escuchando su absurda explicación sobre sentir para estar vivos, la verdad es que le hubiera debatido cada una de sus palabras, mas conocía a las futuras alfas y si algo tenían en común era que no se podía ni negociar con ellas, ni mucho menos discutir, así que me limite a guardar silencio para mas tarde hacer como siempre lo que me viniera en gana.
De nuevo parecía con aquel carácter fuerte del que hacia gala, darme ordenes y enseñarme como debía tratar una herida infectaba mientras me amenazaba con lanzarse sobre mi yugular si la lastimaba.
-Pero no decías que querías... -enmudecí mis palabras, tonto de mi, iba a caer en su juego, ese que solo nos llevaría a discutir sin alcanzar acuerdo u objetivo alguno, así que sonreí con picardia mientras seguía desvendando su muslo. A cada tirón de la venda la mujer soltaba un alarido tremendo, estaba sufriendo mas su cabezoneria era infinita y eso que aun no había lanzado el alcohol sobre su piel.
Deje escapar el aire sobre su muslo al dar el ultimo tiron del avenada, que hizo que las lagrimas cubrieran aquel provocativo rostro.
-Ya esta casi, lo peor a pasado -mentí, mas trataba solamente de que se relajara lo suficiente para que me dejara hacer, y el movimiento de su muslo sobre mis manos, aparte de excitarme, no lograba en absoluto ayudarme a concentrarme en nada.
Mientras deliberaba por donde empezar oí los pasos del botones que servicial nos traía la botella, así que me puse en pie y la tome dedicándole una sonrisa de estar disfrutando como en mi vida lo había hecho y como no, le ofrecí una sustanciosa suma de dinero como propina para no volver a ser molestado.
Antes de girarme vertí sobre la botella una buena cantidad de opio, poco me importaba lo que la dama hubiera dicho minutos antes, la necesitaba relajada y el dolor no iba a ayudarla a estar quieta, el opio por el contrario si,
Me acerque oc la botella que arranco d mis manos con necesidad dándole un profundo trago, sonreí ante la idea de que pronto estaría tan colocada que no sabría ni donde se encontraba, así que alce la falda con cuidado devolviendole la botella para que continuara bebiendo un poco mas.
-Con que me dejes la mitad tengo suficiente, así que bebe, ya que no quieres opio, al menos esto te relajara un poco, aunque lo sentirás todo -mentí.
Saque mi cuchillo de la bota, y lo acerque al fuego de la chimenea para deshinfectarlo mientras esperaba que a mis espaldas la dama empezara a dar signos no solo de ir embriagada si no también completamente drogada.
Tras pasar varias veces el filo de acero por las llamas me acerque a ella nuevamente mirando sus ojos con una picara sonrisa y tome la botella que había bajado considerablemente para derramar un poco de alcohol sobre el incandescente filo.
No tarde en devolvérsela y esta a llevarla hasta sus labios de nuevo ,obediente a mis indicaciones.
-Así pequeña, un poco mas y empezaremos -asegure hundiendo mis ojos en los ajenos.
Prepare mientras el resto del instrumental, aguja e hilo, unas cuantas toallas mas, así como una cofaina con agua tibia.
Relamí mis labios observando los suyos por los que se derramaba parte del alcohol que bebía.
-¿Como te sientes? -pregunté llevando mi mano a su rostro para acariciarlo con suavidad esperando su respuesta para empezar a trabajar con aquella herida que necesitaba atención inmediata.
-No mi señora, no soy virgen como podéis imaginar, mas llevo varios meses a caballo para llegar hasta París, apenas he hecho altos en el camino pues el tiempo apremiaba, y en esas pequeñas paradas no he tenido tiempo de descargar mi hombría entre ningunas piernas -apunte alzando los ojos hasta encontrarme con los suyos, que sin duda apreciarían el descaro en mis palabras.
Las sabanas pronto se mancharon de carmesí mientras esta de forma salvaje rasgaba su vestido dispuesto a morderlo y rechazaba el opio que yo antes le había ofrecido.
Ladee la cabeza escuchando su absurda explicación sobre sentir para estar vivos, la verdad es que le hubiera debatido cada una de sus palabras, mas conocía a las futuras alfas y si algo tenían en común era que no se podía ni negociar con ellas, ni mucho menos discutir, así que me limite a guardar silencio para mas tarde hacer como siempre lo que me viniera en gana.
De nuevo parecía con aquel carácter fuerte del que hacia gala, darme ordenes y enseñarme como debía tratar una herida infectaba mientras me amenazaba con lanzarse sobre mi yugular si la lastimaba.
-Pero no decías que querías... -enmudecí mis palabras, tonto de mi, iba a caer en su juego, ese que solo nos llevaría a discutir sin alcanzar acuerdo u objetivo alguno, así que sonreí con picardia mientras seguía desvendando su muslo. A cada tirón de la venda la mujer soltaba un alarido tremendo, estaba sufriendo mas su cabezoneria era infinita y eso que aun no había lanzado el alcohol sobre su piel.
Deje escapar el aire sobre su muslo al dar el ultimo tiron del avenada, que hizo que las lagrimas cubrieran aquel provocativo rostro.
-Ya esta casi, lo peor a pasado -mentí, mas trataba solamente de que se relajara lo suficiente para que me dejara hacer, y el movimiento de su muslo sobre mis manos, aparte de excitarme, no lograba en absoluto ayudarme a concentrarme en nada.
Mientras deliberaba por donde empezar oí los pasos del botones que servicial nos traía la botella, así que me puse en pie y la tome dedicándole una sonrisa de estar disfrutando como en mi vida lo había hecho y como no, le ofrecí una sustanciosa suma de dinero como propina para no volver a ser molestado.
Antes de girarme vertí sobre la botella una buena cantidad de opio, poco me importaba lo que la dama hubiera dicho minutos antes, la necesitaba relajada y el dolor no iba a ayudarla a estar quieta, el opio por el contrario si,
Me acerque oc la botella que arranco d mis manos con necesidad dándole un profundo trago, sonreí ante la idea de que pronto estaría tan colocada que no sabría ni donde se encontraba, así que alce la falda con cuidado devolviendole la botella para que continuara bebiendo un poco mas.
-Con que me dejes la mitad tengo suficiente, así que bebe, ya que no quieres opio, al menos esto te relajara un poco, aunque lo sentirás todo -mentí.
Saque mi cuchillo de la bota, y lo acerque al fuego de la chimenea para deshinfectarlo mientras esperaba que a mis espaldas la dama empezara a dar signos no solo de ir embriagada si no también completamente drogada.
Tras pasar varias veces el filo de acero por las llamas me acerque a ella nuevamente mirando sus ojos con una picara sonrisa y tome la botella que había bajado considerablemente para derramar un poco de alcohol sobre el incandescente filo.
No tarde en devolvérsela y esta a llevarla hasta sus labios de nuevo ,obediente a mis indicaciones.
-Así pequeña, un poco mas y empezaremos -asegure hundiendo mis ojos en los ajenos.
Prepare mientras el resto del instrumental, aguja e hilo, unas cuantas toallas mas, así como una cofaina con agua tibia.
Relamí mis labios observando los suyos por los que se derramaba parte del alcohol que bebía.
-¿Como te sientes? -pregunté llevando mi mano a su rostro para acariciarlo con suavidad esperando su respuesta para empezar a trabajar con aquella herida que necesitaba atención inmediata.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
¿Cómo me sentía? Me sentía adormecida, relajada y sentía como poco a poco,con cada instante que pasaba mi herida parecía pasar a un plano más lejano cada vez, siendo su dolor algo secundario y casi inexistente. Aquello no era normal ¿qué había ocurrido? Traté de concentrarme en aquel dolor, en la herida, pero por más que lo intentaba mi mente estaba embotada, bloqueada y mi cuerpo parecía estarlo también pues apenas tenía fuerza y ganas de incorporarme de aquel lecho que tenía bajo mi cuerpo y que cada vez era más carmesí por la sangre que perdía.
-¿Se puede... se puede saber qué demonios me has hecho?- dije con esfuerzo y sin articular bien las palabras. No sabía cómo lo había hecho ese lobo pero estaba claro que me había drogado con aquel opio que yo me había negado a tomar. Los minutos corrían y mientras él trataba de averiguar cómo comenzar con aquella delicada tarea, yo perdía la consciencia por momentos.
Me hallaba en un constante duermevela en el que los flashes de lucidez eran más bien escasos. Un chorro de alcohol sobre mi piel, un escozor sobre la herida, el metal y el hilo perforándola, sus manos sobre mi frente perlada de sudor para comprobar mi temperatura corporal y el último recuerdo de sus manos aflojando las cintas de mi corset para librarme de él y que así mi pesada respiración fuera más fluida al no poseer sobre mi camisola la prisión de aquel artefacto.
Tras eso todo en mi mente era oscuridad. Me desperté sobresaltada horas más tarde incorporándome en la cama con violencia y con el rostro empapado por el sudor, sólo que en esta ocasión no era el de la fiebre sino el de un mal sueño -¡Reidar!- musité.
Tardé unos minutos en ubicar todos mis recuerdos. Estaba en un hotel, sobre una cama confortable y cuyas sábanas tenían restos de sangre seca sobre ellas. Busqué con la mirada a aquel hombre que me había salvado la vida pero que había retrasado la búsqueda de mi hermano por aquel opio que me había hecho ingerir en contra de mi voluntad.
La habitación estaba a oscuras pero la luz del alba se colaba por las rendijas de las pesadas cortinas que cubrían los ventanales del balcón. allí estaba él, con su aura brillante y dominante, como si desde aquel balcón pudiera planear como poner el mundo a sus pies. Me levanté de la cama con cierto esfuerzo y con una ligera mueca de dolor en el rostro.
La herida estaba cerrada, ya no supuraba y mostraba signos evidentes de estar curándose. Caminé hasta el balcón con aquella camisola que me cubría la piel hasta el muslo herido y llevé mis manos a mis brazos para protegerme de la suave brisa del alba. -Seguramente esté viva gracias a ti y tus cuidados... Pero no vuelvas a engañarme, me drogaste con el opio-
Caminé descalza por aquel balcón de suelos de piedra hasta llegar frente a él, con la larga y ondulada melena castaña ondeando bajo el capricho del viento -No nos hemos presentado, soy Odalyn Landvik y he venido a París en busca de mi hermano Reidar... ¿quién sois vos?-
-¿Se puede... se puede saber qué demonios me has hecho?- dije con esfuerzo y sin articular bien las palabras. No sabía cómo lo había hecho ese lobo pero estaba claro que me había drogado con aquel opio que yo me había negado a tomar. Los minutos corrían y mientras él trataba de averiguar cómo comenzar con aquella delicada tarea, yo perdía la consciencia por momentos.
Me hallaba en un constante duermevela en el que los flashes de lucidez eran más bien escasos. Un chorro de alcohol sobre mi piel, un escozor sobre la herida, el metal y el hilo perforándola, sus manos sobre mi frente perlada de sudor para comprobar mi temperatura corporal y el último recuerdo de sus manos aflojando las cintas de mi corset para librarme de él y que así mi pesada respiración fuera más fluida al no poseer sobre mi camisola la prisión de aquel artefacto.
Tras eso todo en mi mente era oscuridad. Me desperté sobresaltada horas más tarde incorporándome en la cama con violencia y con el rostro empapado por el sudor, sólo que en esta ocasión no era el de la fiebre sino el de un mal sueño -¡Reidar!- musité.
Tardé unos minutos en ubicar todos mis recuerdos. Estaba en un hotel, sobre una cama confortable y cuyas sábanas tenían restos de sangre seca sobre ellas. Busqué con la mirada a aquel hombre que me había salvado la vida pero que había retrasado la búsqueda de mi hermano por aquel opio que me había hecho ingerir en contra de mi voluntad.
La habitación estaba a oscuras pero la luz del alba se colaba por las rendijas de las pesadas cortinas que cubrían los ventanales del balcón. allí estaba él, con su aura brillante y dominante, como si desde aquel balcón pudiera planear como poner el mundo a sus pies. Me levanté de la cama con cierto esfuerzo y con una ligera mueca de dolor en el rostro.
La herida estaba cerrada, ya no supuraba y mostraba signos evidentes de estar curándose. Caminé hasta el balcón con aquella camisola que me cubría la piel hasta el muslo herido y llevé mis manos a mis brazos para protegerme de la suave brisa del alba. -Seguramente esté viva gracias a ti y tus cuidados... Pero no vuelvas a engañarme, me drogaste con el opio-
Caminé descalza por aquel balcón de suelos de piedra hasta llegar frente a él, con la larga y ondulada melena castaña ondeando bajo el capricho del viento -No nos hemos presentado, soy Odalyn Landvik y he venido a París en busca de mi hermano Reidar... ¿quién sois vos?-
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/07/2016
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
No tardo en que su cuerpo cayera hacia atrás dejando sus músculos completamente relajados entre mis manos.
Sonreí de medio lado empezando ahora si con facilidad a curar su herida, con el filo del cuchillo tire de los puntos que ella misma se había aplicado sin demasiado tiento, mientras ella seguía ida sobre el lecho riendo drogada y quejándose con suavidad de vez en cuando.
Afloje el corsee que oprimía su pecho cortando su agitada respiración liberándola así para que sus pulmones pudieran llenarse de aire.
Pose mi mano en su frente acariciándola con suavidad, tenia la fiebre muy alta, no podía perder mas tiempo.
Volví a enredarme entre sus piernas, tomando el muslo entre mis manos, mientras me arrodillaba frente a ellas para trabajar con mas facilidad.
En alguna ocasión tuve que sujetar su pecho contra la cama, cuando trato de incorporarse para observar con curiosidad lo que hacia, la verdad es que en ese estado era hasta graciosa.
Desinfecte la herida con un buen chorro de vodka, que la obligo a sisear sobre el lecho antes de volver a reírse con ganas.
Pronto hundí la aguja en su piel, concentrándome lo mejor que pude en cada trazo, reconozco que la cercanía de su herida con su sexo me descentraba a cada puntada tal y como sentía su calor rozando el dorso de mi mano, que para poder coser lo rozaba sin quererlo.
Mis ojos se tornaron ámbar en mas de una ocasión y respire francamente aliviado cuando el trabajo estuvo echo.
Vende finalmente la herida con una tela limpia de una vieja camisola que portaba en el petate y tras esto baje su falda acomodándola sobre el lecho para permitirle no solo dormir la mona, si no también guardar el reposo que necesitaba para bajar esas fiebres que ahora sin infección tenían que descender considerablemente.
Tome asiento en el sofá junto al lecho, cambiando cada cierto tiempo el agua que empapada sobre un trapo, posee repetidas veces sobre su frente para bajar su calentura.
Tenia que reconocer que era una mujer bella, sus labios carnosos llamaban a los míos sin remedio, como antes el calor de su sexo sobre mi mano había conseguido excitarme mucho mas de la cuenta, mas pronto recordé que esa mujer ya tenia dueño, ese mismo nombre que me había insinuado ser el alfa de su manada y que sin duda llamaba en sueños.
Así que me limite a volver a mi asiento para dormir las pocas horas que aun me quedaban estando atento a sus movimientos.
Estaba seguro de que ese otro alfa estaría desesperado por su preciosa mujer, y entre nosotros teníamos que ayudarnos, yo hubiera esperado lo mismo de otro lobo que encontrara a mi alfa.
Cuando el alba entro por la ventana me alce del sofá, estire mi cuerpo que estaba completamente adormecido mientras camine hacia la dama para tomar su temperatura que sin duda había bajado considerablemente.
Sonreí alzando su falda para ver que no había supurado, mis ojos volvieron a tornarse amarillos, asi que la baje de nuevo y salí al balcón a tomar aire.
No se le tiempo que estuve allí ,mas pronto escuche los pasos descalzos de la loba aproximarse con rapidez.
Me gire para enfrentar su mirada, que como no, parecía ligeramente molesta y tras darme las gracias me echo en cara que la hubiera drogado.
Sonreí de forma socarrona, acercándome mucho mas a ella para lazar mi mano y depositarla en su frente.
-Te ha bajado la temperatura, con un gracias hubiera sobrado -dije apartando un mechón de cabello que tire tras su oreja con picardia.
-Puedes darte una ducha, pero intenta no mojarte el vendaje, los puntos están muy recientes.
-apunté -luego trataremos de dar con tu esposo, ¿dices que esta en París?
Sonreí de medio lado empezando ahora si con facilidad a curar su herida, con el filo del cuchillo tire de los puntos que ella misma se había aplicado sin demasiado tiento, mientras ella seguía ida sobre el lecho riendo drogada y quejándose con suavidad de vez en cuando.
Afloje el corsee que oprimía su pecho cortando su agitada respiración liberándola así para que sus pulmones pudieran llenarse de aire.
Pose mi mano en su frente acariciándola con suavidad, tenia la fiebre muy alta, no podía perder mas tiempo.
Volví a enredarme entre sus piernas, tomando el muslo entre mis manos, mientras me arrodillaba frente a ellas para trabajar con mas facilidad.
En alguna ocasión tuve que sujetar su pecho contra la cama, cuando trato de incorporarse para observar con curiosidad lo que hacia, la verdad es que en ese estado era hasta graciosa.
Desinfecte la herida con un buen chorro de vodka, que la obligo a sisear sobre el lecho antes de volver a reírse con ganas.
Pronto hundí la aguja en su piel, concentrándome lo mejor que pude en cada trazo, reconozco que la cercanía de su herida con su sexo me descentraba a cada puntada tal y como sentía su calor rozando el dorso de mi mano, que para poder coser lo rozaba sin quererlo.
Mis ojos se tornaron ámbar en mas de una ocasión y respire francamente aliviado cuando el trabajo estuvo echo.
Vende finalmente la herida con una tela limpia de una vieja camisola que portaba en el petate y tras esto baje su falda acomodándola sobre el lecho para permitirle no solo dormir la mona, si no también guardar el reposo que necesitaba para bajar esas fiebres que ahora sin infección tenían que descender considerablemente.
Tome asiento en el sofá junto al lecho, cambiando cada cierto tiempo el agua que empapada sobre un trapo, posee repetidas veces sobre su frente para bajar su calentura.
Tenia que reconocer que era una mujer bella, sus labios carnosos llamaban a los míos sin remedio, como antes el calor de su sexo sobre mi mano había conseguido excitarme mucho mas de la cuenta, mas pronto recordé que esa mujer ya tenia dueño, ese mismo nombre que me había insinuado ser el alfa de su manada y que sin duda llamaba en sueños.
Así que me limite a volver a mi asiento para dormir las pocas horas que aun me quedaban estando atento a sus movimientos.
Estaba seguro de que ese otro alfa estaría desesperado por su preciosa mujer, y entre nosotros teníamos que ayudarnos, yo hubiera esperado lo mismo de otro lobo que encontrara a mi alfa.
Cuando el alba entro por la ventana me alce del sofá, estire mi cuerpo que estaba completamente adormecido mientras camine hacia la dama para tomar su temperatura que sin duda había bajado considerablemente.
Sonreí alzando su falda para ver que no había supurado, mis ojos volvieron a tornarse amarillos, asi que la baje de nuevo y salí al balcón a tomar aire.
No se le tiempo que estuve allí ,mas pronto escuche los pasos descalzos de la loba aproximarse con rapidez.
Me gire para enfrentar su mirada, que como no, parecía ligeramente molesta y tras darme las gracias me echo en cara que la hubiera drogado.
Sonreí de forma socarrona, acercándome mucho mas a ella para lazar mi mano y depositarla en su frente.
-Te ha bajado la temperatura, con un gracias hubiera sobrado -dije apartando un mechón de cabello que tire tras su oreja con picardia.
-Puedes darte una ducha, pero intenta no mojarte el vendaje, los puntos están muy recientes.
-apunté -luego trataremos de dar con tu esposo, ¿dices que esta en París?
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Sus ojos se clavaban en mi cuerpo en lugar de hacerlo sobre mis orbes y eso me hizo sonreír. Aquel lobo quería llevarme con mi marido, pero parecía que el estar casada no le impedía disfrutar de las vistas de mi ropa interior que la suave brisa pegaba a mi cuerpo. Haciendo gala de mi equilibrio lobuno salté hasta la barandilla del balcón caminando por el filo de este mirandome los pies con cada paso.
Paré aquella danza de equilibrios al escuchar sus últimas palabras y una gran risotada se escapó mis labios -¿Lo de casada lo decís por Reidar? No podéis estar más equivocado... Reidar Landvik es mi hermano mayor, el alfa de mi manada de origen y, la verdad- apunté en voz más baja como si fuera un secreto -Compadezco a la mujer que un día sea la esposa de mi hermano, es un hombre tozudo y con un genio vivo, alguien con quien es fácil discutir-
Salté de nuevo para quedar ahora frente a él y clavar mis ojos sobre los suyos para vislumbrar de primera mano la reacción que provocaban en él mis palabras -Y hablando de alfas ¿qué pensará tu loba cuando sepa que has pasado la noche en un hotel con una mujer semidesnuda que no era ella?-
Yo también sabía jugar a aquel juego de las preguntas, las trampas y los dobles sentidos pues, desde tiempos inmemoriales la seducción y las indirectas habían sido las únicas armas que las mujeres poseían. Caminé dando vueltas a su alrededor, esperando su respuesta y sintiendo como sus ojos y su cuerpo entero giraban a tesón del mío, buscándome y ansiándome. Detuve mi cuerpo frente a él y con una sonrisa en los labios levanté lo justo la camisola que cubría mi cuerpo para vislumbrar el trabajo que él había hecho con mi herida.
Los puntos eran precisos y limpios, fruto del trabajo de alguien que había tenido que coser sus heridas o las de otros en innumerables ocasiones. Llevé la yema de mis dedos hacia la herida y la acaricié lentamente, notando como el dolor insoportable de horas atrás era ahora tan sólo un leve escozor que pronto no sentiría. -Habéis hecho un gran trabajo, me habéis salvado la vida y, no solo eso sino que habéis demostrado lealtad y buen servicio ofreciendoos a buscar a mi hermano conmigo, de seguro él os recompensará gratamente cuando sepa todo lo que habéis hecho por mi-
Deposité un casto beso en su mejilla a modo de agradecimiento y encaminé mis pasos de nuevo hacia el cuarto que aquella noche habíamos compartido. -Deberíais refrescaros también, os cedo el baño, yo me lavaré con la jofaina para no mojar la herida y así podré cambiar el vestido por unas ropas más cómodas. Espero que no os intáis ofendido de ver una mujer con pantalones lobo-
Paré aquella danza de equilibrios al escuchar sus últimas palabras y una gran risotada se escapó mis labios -¿Lo de casada lo decís por Reidar? No podéis estar más equivocado... Reidar Landvik es mi hermano mayor, el alfa de mi manada de origen y, la verdad- apunté en voz más baja como si fuera un secreto -Compadezco a la mujer que un día sea la esposa de mi hermano, es un hombre tozudo y con un genio vivo, alguien con quien es fácil discutir-
Salté de nuevo para quedar ahora frente a él y clavar mis ojos sobre los suyos para vislumbrar de primera mano la reacción que provocaban en él mis palabras -Y hablando de alfas ¿qué pensará tu loba cuando sepa que has pasado la noche en un hotel con una mujer semidesnuda que no era ella?-
Yo también sabía jugar a aquel juego de las preguntas, las trampas y los dobles sentidos pues, desde tiempos inmemoriales la seducción y las indirectas habían sido las únicas armas que las mujeres poseían. Caminé dando vueltas a su alrededor, esperando su respuesta y sintiendo como sus ojos y su cuerpo entero giraban a tesón del mío, buscándome y ansiándome. Detuve mi cuerpo frente a él y con una sonrisa en los labios levanté lo justo la camisola que cubría mi cuerpo para vislumbrar el trabajo que él había hecho con mi herida.
Los puntos eran precisos y limpios, fruto del trabajo de alguien que había tenido que coser sus heridas o las de otros en innumerables ocasiones. Llevé la yema de mis dedos hacia la herida y la acaricié lentamente, notando como el dolor insoportable de horas atrás era ahora tan sólo un leve escozor que pronto no sentiría. -Habéis hecho un gran trabajo, me habéis salvado la vida y, no solo eso sino que habéis demostrado lealtad y buen servicio ofreciendoos a buscar a mi hermano conmigo, de seguro él os recompensará gratamente cuando sepa todo lo que habéis hecho por mi-
Deposité un casto beso en su mejilla a modo de agradecimiento y encaminé mis pasos de nuevo hacia el cuarto que aquella noche habíamos compartido. -Deberíais refrescaros también, os cedo el baño, yo me lavaré con la jofaina para no mojar la herida y así podré cambiar el vestido por unas ropas más cómodas. Espero que no os intáis ofendido de ver una mujer con pantalones lobo-
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/07/2016
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
La loba salto sobre la barandilla haciendo gala no solo de aquel cuerpo capaz de hacer estremecerse a cualquier hombre si no también del equilibrio y fuerza que nuestra especie le otorgaba.
Hundí mis ojos en los suyos consciente de que ese era nuestro instinto, parte de ese ritual de apareamiento que nos hacia mostrarnos en el caso de los machos fuertes y poderosos, grandes reproductores para perpetuar nuestra especie y en el de ellas, gráciles, elegantes y sumamente femeninas.
Su olor era perturbador, si no estaba en el celo le faltaba muy poco, podía sentir sus hormonas completamente revolucionadas, y para mi, mantenerme cuerdo resultaba casi imposible.
Mis ojos volvieron a tornarse ámbar, mas no me esforcé por disimularlo, ella repartía su olor por la habitación y eso levantaba mi hombría, acaso podía yo culpar a la sabia naturaleza.
Escuche como aseveraba que no existía tal marido, si no solo un hermano que al parecer había viajado a París dejando en guerra su manada del norte.
Me pareció extraño, mas quien era yo para juzgar sus motivos, cuando yo mismo había echo lo propio en busca de la tozuda de mi hermanita.
Deje escapar el aire resignado, mas pronto mis sentidos volvieron a ponerse alerta cuando de un salto quedo frente a mi, mi respiración se agito, golpeando con mi aliento sus labios por la brutal cercanía de nuestros cuerpos.
Sonreí de medio lado al escuchar aquella pregunta que era sin duda el modo de preguntar si ya disponía de hembra alfa que ocupara su puesto en mi manada.
-No os preocupéis por mi esposa mi señora, esa mujer aun no existe. No he de dar mas explicaciones que a mi mismo.
Se alzo la camisola, haciendo que mis ojos se deslizaran por su piel, piel que ahora la recordarla sobre las yemas de mis dedos me abrasaban, mis ojos mantenían aquel color intenso, ese que empezaba a adueñarse de mi juicio.
Sus agradecimientos y aquel casto beso en mi mejilla ofreciéndome una ducha que juro por la diosa Gaia necesitaba me abstrajeron de los delirantes pensamientos de poseerla allí mismo, de montarla sin pausa durante todo el día, hasta que al anochecer la luna nos cobijara bajo su manto en algún bosque cercano.
-Estas en celo, me estas volviendo loco -aseguré tomando su muñeca para detenerla.
Era obvio que ella eso lo sabia, mi cuerpo reaccionaba frente al suyo y aquella camisola lejos de darme tregua despertaba mis sentidos dando paso a la naturaleza de la bestia.
Afloje el agarre para dejarla ir volviendo a girarme hacia le balcón en un vano intento de calmar mi hambre de su cuerpo, respire profundamente tomando el aire de la mañana, dejando que la brisa fresca impactara en mi rostro.
Posiblemente la idea de una ducha era la mejor de las ideas, agua muy muy fría, que bajara los calores que mi cuerpo había almacenado durante la noche al sanar su herida, y ahora, que excitado la miraba.
Hundí mis ojos en los suyos consciente de que ese era nuestro instinto, parte de ese ritual de apareamiento que nos hacia mostrarnos en el caso de los machos fuertes y poderosos, grandes reproductores para perpetuar nuestra especie y en el de ellas, gráciles, elegantes y sumamente femeninas.
Su olor era perturbador, si no estaba en el celo le faltaba muy poco, podía sentir sus hormonas completamente revolucionadas, y para mi, mantenerme cuerdo resultaba casi imposible.
Mis ojos volvieron a tornarse ámbar, mas no me esforcé por disimularlo, ella repartía su olor por la habitación y eso levantaba mi hombría, acaso podía yo culpar a la sabia naturaleza.
Escuche como aseveraba que no existía tal marido, si no solo un hermano que al parecer había viajado a París dejando en guerra su manada del norte.
Me pareció extraño, mas quien era yo para juzgar sus motivos, cuando yo mismo había echo lo propio en busca de la tozuda de mi hermanita.
Deje escapar el aire resignado, mas pronto mis sentidos volvieron a ponerse alerta cuando de un salto quedo frente a mi, mi respiración se agito, golpeando con mi aliento sus labios por la brutal cercanía de nuestros cuerpos.
Sonreí de medio lado al escuchar aquella pregunta que era sin duda el modo de preguntar si ya disponía de hembra alfa que ocupara su puesto en mi manada.
-No os preocupéis por mi esposa mi señora, esa mujer aun no existe. No he de dar mas explicaciones que a mi mismo.
Se alzo la camisola, haciendo que mis ojos se deslizaran por su piel, piel que ahora la recordarla sobre las yemas de mis dedos me abrasaban, mis ojos mantenían aquel color intenso, ese que empezaba a adueñarse de mi juicio.
Sus agradecimientos y aquel casto beso en mi mejilla ofreciéndome una ducha que juro por la diosa Gaia necesitaba me abstrajeron de los delirantes pensamientos de poseerla allí mismo, de montarla sin pausa durante todo el día, hasta que al anochecer la luna nos cobijara bajo su manto en algún bosque cercano.
-Estas en celo, me estas volviendo loco -aseguré tomando su muñeca para detenerla.
Era obvio que ella eso lo sabia, mi cuerpo reaccionaba frente al suyo y aquella camisola lejos de darme tregua despertaba mis sentidos dando paso a la naturaleza de la bestia.
Afloje el agarre para dejarla ir volviendo a girarme hacia le balcón en un vano intento de calmar mi hambre de su cuerpo, respire profundamente tomando el aire de la mañana, dejando que la brisa fresca impactara en mi rostro.
Posiblemente la idea de una ducha era la mejor de las ideas, agua muy muy fría, que bajara los calores que mi cuerpo había almacenado durante la noche al sanar su herida, y ahora, que excitado la miraba.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Sus palabras y sus reacciones no podían hacer otra cosa más que divertirme. Me causaba gracia como nosotras podíamos disimular nuestra excitación mientras que en los hombres lobo era algo evidente y palpable no sólo por el crecimiento de su miembro viril. Sus ojos se habían vuelto del color del oro fundido, sus músculos se habían tensado y podía escuchar desde donde me hallaba su corazón martilleando su pecho con un compás intranquilo, acelerado, desbocado, excitado en definitiva.
Lejos de tratar de ocultarlo como cualquier otro muchacho hubiera hecho, él fanfarroneaba de su hombría y de su excitación como sólo un lobo podría hacerlo. Reí pues parecíamos dos pavos reales hinchando el pecho y mostrando nuestro brillante plumaje cuando nuestra misión en estas tierras debía ser muy diferente.
Se dio la vuelta y me dio la espalda tratando así en vano de desdibujar las líneas sinuosas de mi cuerpo en su mente y yo, recobrada de mis heridas y siendo la misma joven altiva de siempre pegué mi pecho a su espalda recorriendo con mi dedo índice la línea de su espina dorsal -Se nota que no tenéis una alfa a vuestro lado- susurré en su oído con lentitud -Ella os hubiera indicado que no nos gusta esa expresión burda, preferimos llamarlo periodo o menstruación como el resto de los mortales y sí, estáis en lo cierto, entraré en ese periodo en un par de días-
Tan pronto como la calidez de mi cuerpo se había pegado al suyo, ahora se separaba dejando que la suave brisa agitara su espalda e hiciera con ello erizarse la piel de aquel lobo altivo y excitado. Volví sobre mis pasos entrando a aquella habitación que compartíamos y me deshice de la camisola que cubría mi cuerpo. Tomñe agua de la jofaina para refrescar mi cuerpo con cuidado de no mojar la herida.
Quedaría una cicatriz, pero me temía que aquella no sería un recuerdo de un mal momento,sino un recuerdo de aquel lobo altivo que me había salvado la vida. Trencé mis cabellos con delicadeza y acto seguido me vestí con ropas más cómodas, unas calzas de cuero y una camisola, mi ropa de rastreo y caza, una indomentaria no muy femenina pero que, para qué negarlo, me daba un toque salvaje y sensual.
Sonreí de medio lado con cierta diversión. Aquel lobo sin duda parecía necesitar una ducha de agua fría, pues había abandonado el balcón para contemplar como me desnudaba y mojaba mi cuerpo suave con agua -Parece querido desconocido, que mis hormonas no son las únicas que huelen a kilómetros, aunque las tuyas me temo que van acompañadas de una erección-
Giré mi cuerpo clavando su mirada directamente sobre su abultada entrepierna mientras mis manos acababan de bajar la camisola que cubría la mitad superior de mi cuerpo -En efecto, anda date una ducha de agua fría y entonces saldremos a recorrer las calles de París-
Lejos de tratar de ocultarlo como cualquier otro muchacho hubiera hecho, él fanfarroneaba de su hombría y de su excitación como sólo un lobo podría hacerlo. Reí pues parecíamos dos pavos reales hinchando el pecho y mostrando nuestro brillante plumaje cuando nuestra misión en estas tierras debía ser muy diferente.
Se dio la vuelta y me dio la espalda tratando así en vano de desdibujar las líneas sinuosas de mi cuerpo en su mente y yo, recobrada de mis heridas y siendo la misma joven altiva de siempre pegué mi pecho a su espalda recorriendo con mi dedo índice la línea de su espina dorsal -Se nota que no tenéis una alfa a vuestro lado- susurré en su oído con lentitud -Ella os hubiera indicado que no nos gusta esa expresión burda, preferimos llamarlo periodo o menstruación como el resto de los mortales y sí, estáis en lo cierto, entraré en ese periodo en un par de días-
Tan pronto como la calidez de mi cuerpo se había pegado al suyo, ahora se separaba dejando que la suave brisa agitara su espalda e hiciera con ello erizarse la piel de aquel lobo altivo y excitado. Volví sobre mis pasos entrando a aquella habitación que compartíamos y me deshice de la camisola que cubría mi cuerpo. Tomñe agua de la jofaina para refrescar mi cuerpo con cuidado de no mojar la herida.
Quedaría una cicatriz, pero me temía que aquella no sería un recuerdo de un mal momento,sino un recuerdo de aquel lobo altivo que me había salvado la vida. Trencé mis cabellos con delicadeza y acto seguido me vestí con ropas más cómodas, unas calzas de cuero y una camisola, mi ropa de rastreo y caza, una indomentaria no muy femenina pero que, para qué negarlo, me daba un toque salvaje y sensual.
Sonreí de medio lado con cierta diversión. Aquel lobo sin duda parecía necesitar una ducha de agua fría, pues había abandonado el balcón para contemplar como me desnudaba y mojaba mi cuerpo suave con agua -Parece querido desconocido, que mis hormonas no son las únicas que huelen a kilómetros, aunque las tuyas me temo que van acompañadas de una erección-
Giré mi cuerpo clavando su mirada directamente sobre su abultada entrepierna mientras mis manos acababan de bajar la camisola que cubría la mitad superior de mi cuerpo -En efecto, anda date una ducha de agua fría y entonces saldremos a recorrer las calles de París-
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Su dedo se paseo con firmeza por mi espalda dibujando cada uno de mis músculos con su yema, sonreí de medio lado agitado por su cercanía.
-No tengo alfa, mas creerme, el periodo es cuando sangráis, el celo cuando estáis receptiva para ser cubierta, vos estáis muy cerca de esa fecha esa que nos hace enloquecer, esa que nos indica al alfa que nuestras lobas están preparadas para ser montadas una y otra vez, para concebir.
Reí de medio lado buscando sus ojos que ahora se alejaban de mi dejándome completamente acalorado.
-Se nota que vos no tenéis alfa, es mas, que posiblemente habéis sido criada como futura alfa de otro macho de vuestra condición, pues si no esto que os acabo yo de explicar otro lobo hubiera tenido la osadía de decíroslo.
Su cuerpo se adentro en la habitación, dejando su aroma, aquel rastro insufriblemente arrebatados que mantenía mis ojos ámbar y mi falo endurecido.
Pronto me aconsejo tomar esa ducha de agua fría desliando sus ojos por mi entrepierna, mas claro si no dejaba de juguetear con esa camisola, ni una ducha de agua fría cumpliría su propósito.
Camine tras ella, al pasar por su lado roce su piel con suavidad, acariciando ese muslo que ahora por derecho me pertenecía.
-No te equivoques, que me de esa ducha y no te tome aquí y ahora es solo porque respeto las leyes de la manada, mas créeme, estoy deseando que ese olor que desprendes caliente mi lecho todas las noches y como no, alce mi hombría con tu calor.
Reí pasando de largo consciente de que mi sinceridad podría turbarla, mas sin darle tiempo de replica cerré la puerta del baño dispuesto a calmar mis ganas para que al salir pudiéramos ir a buscar a ese desconocido hermano que buscaba.
Deje caer mi ropa al suelo mientras me adentraba en esa bañera de porcelana que recubierta por una sabana me esperaba con el agua ya lo suficientemente fría como para cumplir mi propósito.
Me adentre en ella hundiéndome en sus aguas cabeza incluida para relajarme, necesitaba pensar en otra cosa que no fuera esa mujer de ahí afuera y como no, mi primera preocupación asolo mi mente, mi hermana Ninue ¿que estaría haciendo ahora? ¿donde demonios se escondía?
-No tengo alfa, mas creerme, el periodo es cuando sangráis, el celo cuando estáis receptiva para ser cubierta, vos estáis muy cerca de esa fecha esa que nos hace enloquecer, esa que nos indica al alfa que nuestras lobas están preparadas para ser montadas una y otra vez, para concebir.
Reí de medio lado buscando sus ojos que ahora se alejaban de mi dejándome completamente acalorado.
-Se nota que vos no tenéis alfa, es mas, que posiblemente habéis sido criada como futura alfa de otro macho de vuestra condición, pues si no esto que os acabo yo de explicar otro lobo hubiera tenido la osadía de decíroslo.
Su cuerpo se adentro en la habitación, dejando su aroma, aquel rastro insufriblemente arrebatados que mantenía mis ojos ámbar y mi falo endurecido.
Pronto me aconsejo tomar esa ducha de agua fría desliando sus ojos por mi entrepierna, mas claro si no dejaba de juguetear con esa camisola, ni una ducha de agua fría cumpliría su propósito.
Camine tras ella, al pasar por su lado roce su piel con suavidad, acariciando ese muslo que ahora por derecho me pertenecía.
-No te equivoques, que me de esa ducha y no te tome aquí y ahora es solo porque respeto las leyes de la manada, mas créeme, estoy deseando que ese olor que desprendes caliente mi lecho todas las noches y como no, alce mi hombría con tu calor.
Reí pasando de largo consciente de que mi sinceridad podría turbarla, mas sin darle tiempo de replica cerré la puerta del baño dispuesto a calmar mis ganas para que al salir pudiéramos ir a buscar a ese desconocido hermano que buscaba.
Deje caer mi ropa al suelo mientras me adentraba en esa bañera de porcelana que recubierta por una sabana me esperaba con el agua ya lo suficientemente fría como para cumplir mi propósito.
Me adentre en ella hundiéndome en sus aguas cabeza incluida para relajarme, necesitaba pensar en otra cosa que no fuera esa mujer de ahí afuera y como no, mi primera preocupación asolo mi mente, mi hermana Ninue ¿que estaría haciendo ahora? ¿donde demonios se escondía?
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/07/2016
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Reí ante sus palabras y sus movimientos desesperados por rozar cualquier parte de mi piel con la excusa más burda. Me divertía su actitud osada, su necesidad de mi y de mi cuerpo junto al suyo como si de una polilla que busca irremediablemente la luz se tratase, aunque ésta fuera su misma perdición.
Me divertía, sí, pero mentiría si negara que aquel leve roce de sus manos en mi muslo herido no había hecho que mi piel se estremeciera con su simple contacto. Un portazo, deseaba dejarme con las palabras en los labios y yo, accediendo a sus deseos, los mantuve sellados, reservando las palabras para cuando ambos estuviéramos frente a frente, desafiándonos y devorándonos con la mirada al mismo tiempo.
Daba gusto volver a estar con alguien de mi especie, anhelaba ya el poder hablar sin tapujos, sin tener que esconder qué o quién era y, sobre todo, echaba de menos el no tener que controlar hasta la más mínima de mis emociones para evitar que mis ojos color aceituna cambiaran de color delatando así mi condición de loba. Daba gracias al cielo por aquella herida infecta que me había brindado la oportunidad de conocer al lobo que ahora estaba en el baño, daba gracias porque en estos instantes él era mi ancla, quien me recordaba quién era y el recuerdo de tiempos mejores entre los míos.
Con él, a diferencia de con mi hermano Reidar, podía salirme con la mía, retarle, provocarle y todo ello no acarrearía más consecuencias que las risas cómplices entre nosotros. Estaba bien aquel respiro, aquel remanso de paz y alegría entre la odisea que estaba siendo buscar a mi hermano y alfa de la manada. Debía aprovechar el momento, ahora que el lobo estaba en el baño y que sus hormonas y su olor no inundaban todos mis sentidos, aproveché para centrarme en otro olor, el de mi hermano Reidar.
Cerré mis ojos,evocando su olor y tratando de averiguar la dirección correcta en la que dirigir mis pasos cuando el lobo terminara con su ducha de agua fría. Nada, bufé frustrada, era imposible pues mis sentidos más finos y complejos se encontraban aún nublados por los efectos que Errol me había administrado horas atrás.
-¡No te molestes en vestirte para el rastreo! exclamé lo suficientemente alto para que él me escuchara. Caminé hasta el lecho de sábanas blancas y me dejé caer sobre él aflojando mi camisola y deshaciéndome de las botas de tacón y las dagas repartidas por mi cuerpo. -Mi olfato aún no es capaz de detectar el rastro de mi hermano por culpa de tu maldito opio, pero supongo que no hay mal que por bien no venga-
No tardó en abrir la puerta y aparecer tras ella con la piel brillante, con las gotas del agua fría aún recorriendo su contorneado cuerpo. Era inevitable que mis ojos se deslizaran con lentitud por ese cuerpo forjado por el fragor de las batallas y las dentelladas de otros lobos de su manada. Mis ojos se cerraron, disfrutando de aquel delicioso aroma que él emanaba, a jabón, bosque y retamas, olores que me llevaban a mi tierra, olores que estaban tan impregnados en él que por fuerza debía vivir en un lugar como el mío, rodeado de naturaleza y de bosque, un lugar completamente diferente a esta ciudad llena de gente y olores que aturdían a los sentidos.
-Podemos aprovechar este tiempo juntos para que me cuentes qué otras cosas no se han atrevido a decirme otros lobos... Mi hermano Reidar impone un poco bastante y esto hace que ningún lobo ose fijar sus ojos sobre mi piel- reí con suavidad incorporando mi cuerpo del lecho para quedar a la altura de aquel hombre que poco a poco iba acercándose al lecho e, irremediablemente, a mi cuerpo.
-O si veis que eso es demasiado aburrido para vos, podéis contarme cuántas mujeres han caído en vuestra trampa con esa burda y falsa promesa de "estoy deseando que ese olor que desprendes inunde mi lecho cada noche"- dije con cierto rintintín, buscando de nuevo provocarle, tentarle y sacar al lobo que llevaba dentro-Me pregunto a cuántas más le habéis dicho eso y han sido tan tontas como para creerse especiales ante vuestros ojos-
Sonreí a sabiendas de que aquellas palabras bien podían hacerle reír o bien herir su orgullo de lobo al haber descubierto su táctica. Fuera el resultado que fuere, debía confesar que me gustaba de manera especial picarle y hacerle rabiar; me hacía sentir cómoda, como en casa, como hacía muchas semanas que no me sentía -Y si aún así todo esto sigue siendo muy complicado para un lobo que ahora mismo tiene toda la sangre en su miembro, siempre puedes empezar diciéndome tu nombre, total, tenemos todo el día-
Me divertía, sí, pero mentiría si negara que aquel leve roce de sus manos en mi muslo herido no había hecho que mi piel se estremeciera con su simple contacto. Un portazo, deseaba dejarme con las palabras en los labios y yo, accediendo a sus deseos, los mantuve sellados, reservando las palabras para cuando ambos estuviéramos frente a frente, desafiándonos y devorándonos con la mirada al mismo tiempo.
Daba gusto volver a estar con alguien de mi especie, anhelaba ya el poder hablar sin tapujos, sin tener que esconder qué o quién era y, sobre todo, echaba de menos el no tener que controlar hasta la más mínima de mis emociones para evitar que mis ojos color aceituna cambiaran de color delatando así mi condición de loba. Daba gracias al cielo por aquella herida infecta que me había brindado la oportunidad de conocer al lobo que ahora estaba en el baño, daba gracias porque en estos instantes él era mi ancla, quien me recordaba quién era y el recuerdo de tiempos mejores entre los míos.
Con él, a diferencia de con mi hermano Reidar, podía salirme con la mía, retarle, provocarle y todo ello no acarrearía más consecuencias que las risas cómplices entre nosotros. Estaba bien aquel respiro, aquel remanso de paz y alegría entre la odisea que estaba siendo buscar a mi hermano y alfa de la manada. Debía aprovechar el momento, ahora que el lobo estaba en el baño y que sus hormonas y su olor no inundaban todos mis sentidos, aproveché para centrarme en otro olor, el de mi hermano Reidar.
Cerré mis ojos,evocando su olor y tratando de averiguar la dirección correcta en la que dirigir mis pasos cuando el lobo terminara con su ducha de agua fría. Nada, bufé frustrada, era imposible pues mis sentidos más finos y complejos se encontraban aún nublados por los efectos que Errol me había administrado horas atrás.
-¡No te molestes en vestirte para el rastreo! exclamé lo suficientemente alto para que él me escuchara. Caminé hasta el lecho de sábanas blancas y me dejé caer sobre él aflojando mi camisola y deshaciéndome de las botas de tacón y las dagas repartidas por mi cuerpo. -Mi olfato aún no es capaz de detectar el rastro de mi hermano por culpa de tu maldito opio, pero supongo que no hay mal que por bien no venga-
No tardó en abrir la puerta y aparecer tras ella con la piel brillante, con las gotas del agua fría aún recorriendo su contorneado cuerpo. Era inevitable que mis ojos se deslizaran con lentitud por ese cuerpo forjado por el fragor de las batallas y las dentelladas de otros lobos de su manada. Mis ojos se cerraron, disfrutando de aquel delicioso aroma que él emanaba, a jabón, bosque y retamas, olores que me llevaban a mi tierra, olores que estaban tan impregnados en él que por fuerza debía vivir en un lugar como el mío, rodeado de naturaleza y de bosque, un lugar completamente diferente a esta ciudad llena de gente y olores que aturdían a los sentidos.
-Podemos aprovechar este tiempo juntos para que me cuentes qué otras cosas no se han atrevido a decirme otros lobos... Mi hermano Reidar impone un poco bastante y esto hace que ningún lobo ose fijar sus ojos sobre mi piel- reí con suavidad incorporando mi cuerpo del lecho para quedar a la altura de aquel hombre que poco a poco iba acercándose al lecho e, irremediablemente, a mi cuerpo.
-O si veis que eso es demasiado aburrido para vos, podéis contarme cuántas mujeres han caído en vuestra trampa con esa burda y falsa promesa de "estoy deseando que ese olor que desprendes inunde mi lecho cada noche"- dije con cierto rintintín, buscando de nuevo provocarle, tentarle y sacar al lobo que llevaba dentro-Me pregunto a cuántas más le habéis dicho eso y han sido tan tontas como para creerse especiales ante vuestros ojos-
Sonreí a sabiendas de que aquellas palabras bien podían hacerle reír o bien herir su orgullo de lobo al haber descubierto su táctica. Fuera el resultado que fuere, debía confesar que me gustaba de manera especial picarle y hacerle rabiar; me hacía sentir cómoda, como en casa, como hacía muchas semanas que no me sentía -Y si aún así todo esto sigue siendo muy complicado para un lobo que ahora mismo tiene toda la sangre en su miembro, siempre puedes empezar diciéndome tu nombre, total, tenemos todo el día-
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/07/2016
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Abrí los ojos sacando la cabeza lentamente del agua mientras las gotas resbalaban por mi rostro.
Al parecer había cambiado de opinión y ahora en vez de desear que me vistiera con premura para buscar el rastro de su hermano, deseaba justamente lo contrario.
Sonreí de medio lado apartando con las manos las gotas que surcaban mis ojos y me puse en pie alcanzando una de las toallas que enrolle a mi cintura.
No tarde en salir por esa puerta a sabiendas de que esa mujer y sus hormonas volvería a alterar cada resquicio de mi cuerpo si no salia de esa habitación.
La imagen era demencial ella tumbada sobre el lecho parecía invitarme burdamente a la locura, a saltarme todas y cada una de las leyes escritas a fuego por la manada.
Como si mi voluntad ya no me perteneciera fui acercándome a ella, mas de bestia que de hombre había en mis actos, mas su cuerpo me llamaba y mi razón con esos gritos se evaporaba.
Se alzo para recibirme, allí ambos frente a frente.
Mis ojos se deslizaron por aquel cuerpo esculpido en deseo mientras mi respiración agitada se alzaba como un huracán frente a ella.
Sus palabras me provocaban a decirle aquello que otros lobos callaban.
-Lo que otros lobos no os han dicho es que sois una de las mujeres mas bellas que posiblemente han contemplado -asegure alzando mis ojos hasta los suyos -que es imposible a esta distancia no pensar en besaros. Y que posiblemente de no tener la férrea voluntad que poseo y las infranqueables creencias en la ley de la manada, ahora mismo deslizaría mis manos por esos muslos para alzar la camisola. Tus bragas caerían al suelo acariciando muy despacio por tu piel pues no querría perderme ni una sola cuerva de ese cuerpo que se me antoja un autentico capricho de los dioses.
Mis labios se perderían en los vuestros, mientras despacio mi virilidad se hundiría en la vuestra, húmeda y caliente como debe estar ahora escuchando estas palabras.
Así os desvirgaría, os haría tan mía como las olas lo son del mar...
Jadeé frente a sus labios solo imaginándolo, mas pronto me gire en busca de uno de los pantalones que guardaba en mi petate, caminado así hacia la silla, donde deje caer la toalla, mostrándole como no mi mas que endurecida hombría.
Deslice los pantalones por mis piernas abrochando el botón, antes de volver a alzar los ojos hacia ella escuchando la segunda pregunta.
-Si lo que queréis saber es si soy virgen por supuesto que no, he tomado a muchas lobas, mas ninguna ha sido apta para ser mi futura alfa, hasta ahora...
Volví a caminar hacia ella sin apartar mis ojos de los suyos ni por un instante, la sonrisa volvió a dibujarse en mi rostro frente a aquel comentario donde con certeza aseguraba que mi entrepierna agolpaba gran cantidad de la sangre de mi cuerpo.
-Errol, mi nombre es Errol, y la verdad entiendo que necesita saberlo, pues es todo cuanto desea susurra en estos momentos mientras la embisto.
Dicho todo esto, y dejando claro que se que me deseas como yo a ti ¿Qué quieres que hagamos? Podemos jugar en el lecho o jugar en el bosque...mas no voy a follar con vos hasta que vuestro alfa no me autorice a ello, así funciona las reglas de la manada y a mi me gusta hacer las cosas bien.
Al parecer había cambiado de opinión y ahora en vez de desear que me vistiera con premura para buscar el rastro de su hermano, deseaba justamente lo contrario.
Sonreí de medio lado apartando con las manos las gotas que surcaban mis ojos y me puse en pie alcanzando una de las toallas que enrolle a mi cintura.
No tarde en salir por esa puerta a sabiendas de que esa mujer y sus hormonas volvería a alterar cada resquicio de mi cuerpo si no salia de esa habitación.
La imagen era demencial ella tumbada sobre el lecho parecía invitarme burdamente a la locura, a saltarme todas y cada una de las leyes escritas a fuego por la manada.
Como si mi voluntad ya no me perteneciera fui acercándome a ella, mas de bestia que de hombre había en mis actos, mas su cuerpo me llamaba y mi razón con esos gritos se evaporaba.
Se alzo para recibirme, allí ambos frente a frente.
Mis ojos se deslizaron por aquel cuerpo esculpido en deseo mientras mi respiración agitada se alzaba como un huracán frente a ella.
Sus palabras me provocaban a decirle aquello que otros lobos callaban.
-Lo que otros lobos no os han dicho es que sois una de las mujeres mas bellas que posiblemente han contemplado -asegure alzando mis ojos hasta los suyos -que es imposible a esta distancia no pensar en besaros. Y que posiblemente de no tener la férrea voluntad que poseo y las infranqueables creencias en la ley de la manada, ahora mismo deslizaría mis manos por esos muslos para alzar la camisola. Tus bragas caerían al suelo acariciando muy despacio por tu piel pues no querría perderme ni una sola cuerva de ese cuerpo que se me antoja un autentico capricho de los dioses.
Mis labios se perderían en los vuestros, mientras despacio mi virilidad se hundiría en la vuestra, húmeda y caliente como debe estar ahora escuchando estas palabras.
Así os desvirgaría, os haría tan mía como las olas lo son del mar...
Jadeé frente a sus labios solo imaginándolo, mas pronto me gire en busca de uno de los pantalones que guardaba en mi petate, caminado así hacia la silla, donde deje caer la toalla, mostrándole como no mi mas que endurecida hombría.
Deslice los pantalones por mis piernas abrochando el botón, antes de volver a alzar los ojos hacia ella escuchando la segunda pregunta.
-Si lo que queréis saber es si soy virgen por supuesto que no, he tomado a muchas lobas, mas ninguna ha sido apta para ser mi futura alfa, hasta ahora...
Volví a caminar hacia ella sin apartar mis ojos de los suyos ni por un instante, la sonrisa volvió a dibujarse en mi rostro frente a aquel comentario donde con certeza aseguraba que mi entrepierna agolpaba gran cantidad de la sangre de mi cuerpo.
-Errol, mi nombre es Errol, y la verdad entiendo que necesita saberlo, pues es todo cuanto desea susurra en estos momentos mientras la embisto.
Dicho todo esto, y dejando claro que se que me deseas como yo a ti ¿Qué quieres que hagamos? Podemos jugar en el lecho o jugar en el bosque...mas no voy a follar con vos hasta que vuestro alfa no me autorice a ello, así funciona las reglas de la manada y a mi me gusta hacer las cosas bien.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Sus pasos le llevaron lentamente hasta mi cuerpo, un cuerpo que se estremecía al sentirle cerca, agudizando e intensificando todos mis sentidos y emociones. Él se quejaba de que mi olor le volvía loco, de que mis hormonas revolucionaban todos y cada uno de sus sentidos pero, lo que él parecía ignorar era que su presencia junto a la mía, sin más ropa que la toalla anudada a su cintura y el deseo, revolucionaban todos mis sentidos, enloqueciéndome a mi también.
Sus labios pronto pronunciaron las palabras que otros nunca habían osado pronunciar en mi presencia y menos aún en la de mi hermano. Él no parecía temer la reacción de Reidar, sólo parecía preocuparle el no encontrar la manera de hacerme suya sin quebrantar todas y cada una de las leyes que a ambos nos habían inculcado a fuego desde que éramos tan solo unos cachorros. Sentí mi corazón latir desbocado con cada nueva palabra que escapaba de sus labios carnosos para volverme tan loca como lo hacía yo con él.
Sin pudor ninguno, se deshizo de su toalla mostrándome todo aquello que me perdería por ser una alfa, por tener que aguantar casta y pura para aquel que me desposara mientras él podía hacer gozar a tantas lobas como desease. Mis labios se mordieron irremediablemente al contemplar como de nuevo se acercaba a mi, y mi cuerpo respondió por si solo, incorporándose en aquel lecho y gateando hasta encontrarse de nuevo con el del lobo.
Podía escuchar su corazón y su respiración, ambos desbocados como los míos, ambos sonando formando una única melodía, frenética y sensual -Errol...- dije en un susurro frente a sus labios, sintiendo su aliento entremezclarse con el mío y sus ojos recorrer mi cuerpo, desnudándolo con cada mirada.
-¿Y quién os dice que yo desee ser esa alfa que anheláis? Siento recordaros que para que me toméis y seáis el dueño de mi virginidad no sólo deberá dar Reidar su consentimiento. Es más- apunté interponiendo entre nosotros algo de distancia y de cordura -La aprobación de Reidar sería una mera formalidad pues he de ser yo quien elija con quien voy a pasar mi vida ¿o acaso vais a acostaros también con mi hermano además de conmigo?-
Mis palabras reflejaban la amargura que aquel tema siempre despertaba en mi. Por suerte, Reidar respetaba mis decisiones y me había prometido que jamás entregaría mi mano a alguien que yo no eligiera, no obstante, odiaba el hecho de que él y aquel lobo que tenía frente a mi, pudieran tomar a cuantas lobas desearan antes de desposarse con la definitiva, mientras nosotras debíamos regalar nuestra virginidad únicamente al elegido.
-Quizá Errol, justo lo que yo deseo es un hombre que se entregue a mi de la misma manera que lo haré yo. Virgen y sin experiencia para que entre risas descubramos los placeres de la carne y el sendero para el éxtasis de ambos. Quizá lo que busque no es únicamente a un hombre al que desee nada más verle, sino un hombre que despierte mi deseo pero también mi corazón, un compañero fiel con el que criar cachorros y que no se asuste cuando le aúlle salvaje a la luna o le pida ir de caza... Quizá busque un hombre que no me vea delicada y frágil sino una mujer fuerte con la que liderar la manada... El día que encuentre a ese hombre Errol, me temo que me importará bien poco si mi hermano da su aprobación o no para que me folle como dices tú, me importará bien poco porque robaría la luna si fuera necesario para tenerlo a mi lado...-
Había pasión en mis palabras, casi tanta como lo había en mi carácter. Ese carácter solía encantarle o desquiciarle a los hombres, no era alguien a quien dominar sino una mujer cambiante, de firmes convicciones y, como solía decir mi hermano, un fuego que sería un dolor de cabeza y el mayor de los placeres al loco que quisiera tratar de domarme.
Me levanté con lentitud despojándome de las calzas y quedándome tan solo con la camisola, mucho más resfrescante, que me llegaba a medio muslo cubriendo mi ropa interior negra aunque, era algo tonto pues Errol ya la había visto de sobra al hacerme las curas. Caminé de nuevo hasta el balcón, sintiendo sus ojos clavados en mi cuerpo y pendientes de todos mis movimientos y, una vez fuera, con la luna reflejándose en mi pelo ondulado e iluminando mis ojos, giré mi cuerpo para poder mirar a aquel lobo -Quizás no quiera jugar, quizás sólo desee saber más de vos... Hace meses que no tengo el gusto de coincidir con uno de los nuestros. Oléis a bosque, algo inusual en esta ciudad que sólo huele a polución... ¿De dónde sois y qué hacéis en París?-
Sus labios pronto pronunciaron las palabras que otros nunca habían osado pronunciar en mi presencia y menos aún en la de mi hermano. Él no parecía temer la reacción de Reidar, sólo parecía preocuparle el no encontrar la manera de hacerme suya sin quebrantar todas y cada una de las leyes que a ambos nos habían inculcado a fuego desde que éramos tan solo unos cachorros. Sentí mi corazón latir desbocado con cada nueva palabra que escapaba de sus labios carnosos para volverme tan loca como lo hacía yo con él.
Sin pudor ninguno, se deshizo de su toalla mostrándome todo aquello que me perdería por ser una alfa, por tener que aguantar casta y pura para aquel que me desposara mientras él podía hacer gozar a tantas lobas como desease. Mis labios se mordieron irremediablemente al contemplar como de nuevo se acercaba a mi, y mi cuerpo respondió por si solo, incorporándose en aquel lecho y gateando hasta encontrarse de nuevo con el del lobo.
Podía escuchar su corazón y su respiración, ambos desbocados como los míos, ambos sonando formando una única melodía, frenética y sensual -Errol...- dije en un susurro frente a sus labios, sintiendo su aliento entremezclarse con el mío y sus ojos recorrer mi cuerpo, desnudándolo con cada mirada.
-¿Y quién os dice que yo desee ser esa alfa que anheláis? Siento recordaros que para que me toméis y seáis el dueño de mi virginidad no sólo deberá dar Reidar su consentimiento. Es más- apunté interponiendo entre nosotros algo de distancia y de cordura -La aprobación de Reidar sería una mera formalidad pues he de ser yo quien elija con quien voy a pasar mi vida ¿o acaso vais a acostaros también con mi hermano además de conmigo?-
Mis palabras reflejaban la amargura que aquel tema siempre despertaba en mi. Por suerte, Reidar respetaba mis decisiones y me había prometido que jamás entregaría mi mano a alguien que yo no eligiera, no obstante, odiaba el hecho de que él y aquel lobo que tenía frente a mi, pudieran tomar a cuantas lobas desearan antes de desposarse con la definitiva, mientras nosotras debíamos regalar nuestra virginidad únicamente al elegido.
-Quizá Errol, justo lo que yo deseo es un hombre que se entregue a mi de la misma manera que lo haré yo. Virgen y sin experiencia para que entre risas descubramos los placeres de la carne y el sendero para el éxtasis de ambos. Quizá lo que busque no es únicamente a un hombre al que desee nada más verle, sino un hombre que despierte mi deseo pero también mi corazón, un compañero fiel con el que criar cachorros y que no se asuste cuando le aúlle salvaje a la luna o le pida ir de caza... Quizá busque un hombre que no me vea delicada y frágil sino una mujer fuerte con la que liderar la manada... El día que encuentre a ese hombre Errol, me temo que me importará bien poco si mi hermano da su aprobación o no para que me folle como dices tú, me importará bien poco porque robaría la luna si fuera necesario para tenerlo a mi lado...-
Había pasión en mis palabras, casi tanta como lo había en mi carácter. Ese carácter solía encantarle o desquiciarle a los hombres, no era alguien a quien dominar sino una mujer cambiante, de firmes convicciones y, como solía decir mi hermano, un fuego que sería un dolor de cabeza y el mayor de los placeres al loco que quisiera tratar de domarme.
Me levanté con lentitud despojándome de las calzas y quedándome tan solo con la camisola, mucho más resfrescante, que me llegaba a medio muslo cubriendo mi ropa interior negra aunque, era algo tonto pues Errol ya la había visto de sobra al hacerme las curas. Caminé de nuevo hasta el balcón, sintiendo sus ojos clavados en mi cuerpo y pendientes de todos mis movimientos y, una vez fuera, con la luna reflejándose en mi pelo ondulado e iluminando mis ojos, giré mi cuerpo para poder mirar a aquel lobo -Quizás no quiera jugar, quizás sólo desee saber más de vos... Hace meses que no tengo el gusto de coincidir con uno de los nuestros. Oléis a bosque, algo inusual en esta ciudad que sólo huele a polución... ¿De dónde sois y qué hacéis en París?-
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Escuché a esa loba que ponía distancia entre nuestros cuerpo, algo que confieso no me vino nada mal pues aunque conocía las reglas, sabia de la importancia de las leyes y juro ante los dioses que las respetaba como el que mas, aquel olor, aquella mujer estaba logrando eclipsar mi cordura, esa mujer hacia que mis pilares se tambalearan pensando solo con aquella parte que ahora parecía ser la que mas sangre tenia acumulada de todo mi cuerpo.
Con esa distancia pude escuchar sin interrumpir como se apiadaba de su sino, como pretendía encontrar un hombre inexperto que compartiera con ella el cuidado de esos hijo etc, etc, etc, no se bien cuando desconecte, pues mis propios pensamientos volaron hasta mi hermana.
Posiblemente sus ideas no se alejaran de las de esa mujer que ahora tenia enfrente ¿que pasaba con nuestras alfas? ¿que estábamos haciendo mal con ellas? ¿por que no eran capaces de entender que lejos de sentirse unas desventuradas debían sentirse afortunadas de su suerte?
Mis ojos se tornaron ámbar, mas ahora fue la frustración y no la excitación la que escapo de mi boca.
-Sigue llorando tus desdichas, o pobre chica alfa. Posiblemente os habéis tenido que ganar vuestro lugar a dentelladas como el resto de lobas -dije con cierta ironía en mi voz -habláis sin saber del mundo que os rodea, creo que el error es nuestro por manteneros en una burbuja, no entendéis ya nuestras leyes pues sois egoístas, solo pensáis en vosotras, en el amor en mayúsculas.
Falacias ¿sabes por que tu hermano quiere para ti un alfa? Porque solo uno de nosotros te dará hijos competentes, alfas fuertes que podrán liderar la manada.
Manada ¿sabes lo que significa esa palabra? Familia, tu, yo todos servimos a ese bien común llamado familia, un colectivo mas importante que nosotros mismos.
¿Crees que nosotros no nos sacrificamos? Nacemos para comandar una manada, la responsabilidad cae sobre nuestros hombros en la tierna infancia y nos acompaña hasta nuestra muerte.
Claro, nosotros podemos meternos entre las piernas de muchas lobas, mas vuestro sacrificio es mayor pues regalarais vuestra preciada virginidad.
Negué con la cabeza frustrado, creo que haciéndole pagar los platos rotos de mi hermana.
-¿creéis que para nosotros no es doloroso olvidarnos de algunas de las mujeres propietarias de esas piernas?¿piensas que tu hermano y yo somos monstruos sin corazón? No, claro que alguna vez hemos amado, mas la manada siempre esta por encima, son alfas las que nos dan hijos alfas, ellas son las que nos garantizan la supervivencia de la especie, el por venir de la manada.
¿Por que tenéis que llegar vírgenes y nosotros no? Fácil, por naturaleza, vosotras os quedáis preñadas, nosotros no.
Sus calzas cayeron al suelo casi al mismo ritmo que mis indignadas ideas, la deseaba, me estaba volviendo loco, decía querer conocerme, mas eso intentaba conocerla, respetar las reglas, quizás para ella pedir a su hermano que me permitiera tomarla era un mero formalismo, mas para mi era ley. Ley marcada a fuego desde mi infancia en mi piel, mas por el contrario ella parecía pasarse esa misma ley por el forro de sus calzas.
-He venido a buscar a mi hermana, como tu, parece tener mejores planes para si misma que las de casarse con un alfa y cumplir la ley. Al parecer esta maldita ciudad le aporta mas que los frondosos bosques donde nació y creció.
Con esa distancia pude escuchar sin interrumpir como se apiadaba de su sino, como pretendía encontrar un hombre inexperto que compartiera con ella el cuidado de esos hijo etc, etc, etc, no se bien cuando desconecte, pues mis propios pensamientos volaron hasta mi hermana.
Posiblemente sus ideas no se alejaran de las de esa mujer que ahora tenia enfrente ¿que pasaba con nuestras alfas? ¿que estábamos haciendo mal con ellas? ¿por que no eran capaces de entender que lejos de sentirse unas desventuradas debían sentirse afortunadas de su suerte?
Mis ojos se tornaron ámbar, mas ahora fue la frustración y no la excitación la que escapo de mi boca.
-Sigue llorando tus desdichas, o pobre chica alfa. Posiblemente os habéis tenido que ganar vuestro lugar a dentelladas como el resto de lobas -dije con cierta ironía en mi voz -habláis sin saber del mundo que os rodea, creo que el error es nuestro por manteneros en una burbuja, no entendéis ya nuestras leyes pues sois egoístas, solo pensáis en vosotras, en el amor en mayúsculas.
Falacias ¿sabes por que tu hermano quiere para ti un alfa? Porque solo uno de nosotros te dará hijos competentes, alfas fuertes que podrán liderar la manada.
Manada ¿sabes lo que significa esa palabra? Familia, tu, yo todos servimos a ese bien común llamado familia, un colectivo mas importante que nosotros mismos.
¿Crees que nosotros no nos sacrificamos? Nacemos para comandar una manada, la responsabilidad cae sobre nuestros hombros en la tierna infancia y nos acompaña hasta nuestra muerte.
Claro, nosotros podemos meternos entre las piernas de muchas lobas, mas vuestro sacrificio es mayor pues regalarais vuestra preciada virginidad.
Negué con la cabeza frustrado, creo que haciéndole pagar los platos rotos de mi hermana.
-¿creéis que para nosotros no es doloroso olvidarnos de algunas de las mujeres propietarias de esas piernas?¿piensas que tu hermano y yo somos monstruos sin corazón? No, claro que alguna vez hemos amado, mas la manada siempre esta por encima, son alfas las que nos dan hijos alfas, ellas son las que nos garantizan la supervivencia de la especie, el por venir de la manada.
¿Por que tenéis que llegar vírgenes y nosotros no? Fácil, por naturaleza, vosotras os quedáis preñadas, nosotros no.
Sus calzas cayeron al suelo casi al mismo ritmo que mis indignadas ideas, la deseaba, me estaba volviendo loco, decía querer conocerme, mas eso intentaba conocerla, respetar las reglas, quizás para ella pedir a su hermano que me permitiera tomarla era un mero formalismo, mas para mi era ley. Ley marcada a fuego desde mi infancia en mi piel, mas por el contrario ella parecía pasarse esa misma ley por el forro de sus calzas.
-He venido a buscar a mi hermana, como tu, parece tener mejores planes para si misma que las de casarse con un alfa y cumplir la ley. Al parecer esta maldita ciudad le aporta mas que los frondosos bosques donde nació y creció.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Todas y cada una de sus palabras repiqueteaban en mi mente como pequeñas y dolorosas dagas de plata. Como todos los hombres, y como todos los lobos se creía con la razón en los labios y todo el peso de una manada sobre sus hombros pero poco parecía pensar sobre el peso que debían cargar otros a sus espaldas. Mis ojos se volvieron del color ámbar y mis manos de color blanco por causa de la fuerza que estaba haciendo al apretarlas en puños.
Mi loba interior pugnaba por salir y destrozar a dentelladas a aquel arrogante lobo que, para mi suerte o desgracia, se parecía demasiado a mi. Igual de firme en sus convicciones, igual de testarudo e igual de ignorante de todo lo que sentía y pensaba el otro sexo. -Tienes razón, no he tenido que luchar por un sitio en la manada de mi hermano, igual que tú tampoco has debido luchar pues naciste siendo el futuro alfa; sin embargo yo si que he tenido que luchar, romperme costillas y encallecer mis manos para que mi padre me mirara con orgullo, para ser algo más que su niñita y demostrarle que podía ser tan buena luchando y liderando como lo era mi hermano Reidar.- caminé hasta él para quedar de nuevo cuerpo a cuerpo, con mis ojos ámbar clavados en los suyos, compartiendo ambos la rabia y la impotencia por aquella situación.
-Pobrecito desdichado que debe abandonar un amor para hundirse en las piernas de otra para decidir en un futuro con quién desea liderar su manada. Yo soy afortunada porque mi hermano me permite elegir con quién desposarme aunque requiera su consentimiento pero ¿acaso sabéis la de mujeres que no cuentan con esa suerte? la de lobas que se casan contra su voluntad, con un hombre que les dobla la edad sólo por el bien de la manada? Sí, he dicho manada, y digo familia- golpeé su pecho con las palmas de mis manos empujándole tan sólo unos centímetros hacia atrás -Es ese amor por la manada y ese respeto por nuestras leyes el que nos hace agachar la cabeza y aceptar vuestra decisión. Es ese respeto por las leyes el que no nos hace salir huyendo, es esa ley marcada a fuego desde que naces la que te hace aceptar de buen grado aquel mandato impuesto por un hombre sabiendo que es por el bien de los tuyos, de tu familia-
Mi respiración agitada se reflejaba en mi pecho que subía y bajaba sin descanso asomando por las cintas de aquella camisola. Tomé aire, tratando de controlar mis impulsos que, ahora lejos de ser abalanzarme sobre su cuerpo y besarlo, eran más bien para lanzarme sobre él y descuartizarlo con mis uñas.
-Si el problema es el quedarnos embarazadas Errol, existen múltiples plantas que interrumpen el embarazo, ahora bien ¿me tomarías tu por alfa si yo hubiera yacido con otros hombres y no me hubiera quedado en cinta? Déjame adivinar- hice un falso mohín que era más una burla que una broma- No porque alguien habría estrenado algo que es tuyo "por derecho"- dije remarcando estas últimas palabras con unas falsas comillas hechas con los dedos -y eso heriría tu maldito orgullo de alfa sin tener en cuenta que yo jamás podré disfrutar de la experiencia de ser sólamente tuya, de ser la primera mujer que yace en tu lecho, yo he de luchar con los fantasmas de tu pasado mientras tú estás orgulloso de apoderarte de mi virginidad-
Respiré profundamente al soltar todas aquellas palabras que eran como una losa para mí, todo aquello que siempre me había frustrado y que nunca había contado a mi padre o a Reidar por miedo a su reacción pero, sobre todo, por respeto a ellos y por lo que significaban para mi. Era fácil desahogarse con un extraño, soltar toda la rabia y no temer el hablar sin tapujos, era fácil, extraño y reconfortante. Poco a poco,mis ojos de color ámbar fueron volviendo a su color aceituna habitual y mi respiración, se tornó más pausada también.
-Disculpa mi osadía... Era algo que llevaba mucho tiempo callando para mi misma y he estallado, como habrás podido observar no soy de las que piensa las cosas antes de actuar y eso,en ocasiones me juega malas pasadas, muy malas de hecho... No te imaginas la de noches que me he pasado siendo una niña castigada en el bosque por tratar de hacer algo que no debía- tomé aire de nuevo y clavé mi mirada en la suya que aún destilaba rabia y frustración por la hermana que él había perdido seguramente por las mismas ideas que yo acababa de exponerle -Te ayudaré a buscar a tu hermana, dos hocicos siguen mejor un rastro que uno solo... pero no seas duro con ella y trata de entenderla cuando demos con su paradero, ha de cumplir con la ley como hacemos todas pero no hagas que te odie eligiendo un futuro para ella que no desearías para ti, simplemente trata de... De ponerte en su piel lo más que puedas y sólo así darás con su escondite y conseguirás que vuelva a casa y quién sabe, quizá un tiempo con una mujer a tu lado te enseñe algo más de nuestra naturaleza y te ayude para elegir sabiamente a tu compañera, la madre de tus alfas-
Deslicé mi mano hasta su pecho con una delicada caricia, comprobando como su corazón seguía con aquel frenético ritmo de latidos por causa de la rabia; si deseaba encontrar a su hermana ese no era el camino,debería aprender a controlar sus emociones y ser algo más flexible, de lo contrario me temía que ella escaparía de aquel lobo como arena entre los dedos.
Mi loba interior pugnaba por salir y destrozar a dentelladas a aquel arrogante lobo que, para mi suerte o desgracia, se parecía demasiado a mi. Igual de firme en sus convicciones, igual de testarudo e igual de ignorante de todo lo que sentía y pensaba el otro sexo. -Tienes razón, no he tenido que luchar por un sitio en la manada de mi hermano, igual que tú tampoco has debido luchar pues naciste siendo el futuro alfa; sin embargo yo si que he tenido que luchar, romperme costillas y encallecer mis manos para que mi padre me mirara con orgullo, para ser algo más que su niñita y demostrarle que podía ser tan buena luchando y liderando como lo era mi hermano Reidar.- caminé hasta él para quedar de nuevo cuerpo a cuerpo, con mis ojos ámbar clavados en los suyos, compartiendo ambos la rabia y la impotencia por aquella situación.
-Pobrecito desdichado que debe abandonar un amor para hundirse en las piernas de otra para decidir en un futuro con quién desea liderar su manada. Yo soy afortunada porque mi hermano me permite elegir con quién desposarme aunque requiera su consentimiento pero ¿acaso sabéis la de mujeres que no cuentan con esa suerte? la de lobas que se casan contra su voluntad, con un hombre que les dobla la edad sólo por el bien de la manada? Sí, he dicho manada, y digo familia- golpeé su pecho con las palmas de mis manos empujándole tan sólo unos centímetros hacia atrás -Es ese amor por la manada y ese respeto por nuestras leyes el que nos hace agachar la cabeza y aceptar vuestra decisión. Es ese respeto por las leyes el que no nos hace salir huyendo, es esa ley marcada a fuego desde que naces la que te hace aceptar de buen grado aquel mandato impuesto por un hombre sabiendo que es por el bien de los tuyos, de tu familia-
Mi respiración agitada se reflejaba en mi pecho que subía y bajaba sin descanso asomando por las cintas de aquella camisola. Tomé aire, tratando de controlar mis impulsos que, ahora lejos de ser abalanzarme sobre su cuerpo y besarlo, eran más bien para lanzarme sobre él y descuartizarlo con mis uñas.
-Si el problema es el quedarnos embarazadas Errol, existen múltiples plantas que interrumpen el embarazo, ahora bien ¿me tomarías tu por alfa si yo hubiera yacido con otros hombres y no me hubiera quedado en cinta? Déjame adivinar- hice un falso mohín que era más una burla que una broma- No porque alguien habría estrenado algo que es tuyo "por derecho"- dije remarcando estas últimas palabras con unas falsas comillas hechas con los dedos -y eso heriría tu maldito orgullo de alfa sin tener en cuenta que yo jamás podré disfrutar de la experiencia de ser sólamente tuya, de ser la primera mujer que yace en tu lecho, yo he de luchar con los fantasmas de tu pasado mientras tú estás orgulloso de apoderarte de mi virginidad-
Respiré profundamente al soltar todas aquellas palabras que eran como una losa para mí, todo aquello que siempre me había frustrado y que nunca había contado a mi padre o a Reidar por miedo a su reacción pero, sobre todo, por respeto a ellos y por lo que significaban para mi. Era fácil desahogarse con un extraño, soltar toda la rabia y no temer el hablar sin tapujos, era fácil, extraño y reconfortante. Poco a poco,mis ojos de color ámbar fueron volviendo a su color aceituna habitual y mi respiración, se tornó más pausada también.
-Disculpa mi osadía... Era algo que llevaba mucho tiempo callando para mi misma y he estallado, como habrás podido observar no soy de las que piensa las cosas antes de actuar y eso,en ocasiones me juega malas pasadas, muy malas de hecho... No te imaginas la de noches que me he pasado siendo una niña castigada en el bosque por tratar de hacer algo que no debía- tomé aire de nuevo y clavé mi mirada en la suya que aún destilaba rabia y frustración por la hermana que él había perdido seguramente por las mismas ideas que yo acababa de exponerle -Te ayudaré a buscar a tu hermana, dos hocicos siguen mejor un rastro que uno solo... pero no seas duro con ella y trata de entenderla cuando demos con su paradero, ha de cumplir con la ley como hacemos todas pero no hagas que te odie eligiendo un futuro para ella que no desearías para ti, simplemente trata de... De ponerte en su piel lo más que puedas y sólo así darás con su escondite y conseguirás que vuelva a casa y quién sabe, quizá un tiempo con una mujer a tu lado te enseñe algo más de nuestra naturaleza y te ayude para elegir sabiamente a tu compañera, la madre de tus alfas-
Deslicé mi mano hasta su pecho con una delicada caricia, comprobando como su corazón seguía con aquel frenético ritmo de latidos por causa de la rabia; si deseaba encontrar a su hermana ese no era el camino,debería aprender a controlar sus emociones y ser algo más flexible, de lo contrario me temía que ella escaparía de aquel lobo como arena entre los dedos.
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Su frustración golpeo contra mi pecho en forma de puños así como sus palabras lo hacían hundiéndose en mi piel como dagas afiladas.
No entendía como podía tener una imagen tan equivocada de todo, como podía quejarse de la esencia de lo que durante siglos habíamos sido, mas pronto comprendí que si así pensaban nuestras alfas pronto nos moriríamos, nuestra raza estaba condenada a muerte por nosotros mismos.
No se en que punto fuimos los hombres los que lo hicimos mal, ni en que punto eran ellas las que eran incapaces de sacrificarse por el bien común.
Todas las respuestas a sus palabras se hallaban en mi cabeza, ¿mas hubieran servido de algo?
Mostrarle las cicatrices que surcaban mi cuerpo de las dentelladas de otros alfas para proteger mi terreno, mi manada y a ellas ¿acaso no las portaría también su hermano? ¿no estaría cansada de verlo llegar herido de la batalla? No digo que nuestras lobas no pelearan, por los dioses claro que lo hacia, y eran competentes tanto o mas que nosotros en muchos casos, mas sin duda la peor parte siempre residía en el macho alfa.
¿Que nos metíamos entre las piernas de muchas mujeres? ¿Acaso ese era para ellas un problema? Acaso no nos hizo asi la madre naturaleza.
Cualquier macho de cualquier especie estaba destinado a aparearse en cualquier momento, por el contrario las hembras solo lo hacían en épocas reproductivas ¿teníamos nosotros la culpa también de eso?
Negué con la cabeza bajo la impotencia de saber que mis palabras solo la cabrearían mas, así que decidí guardar silencio, quizás porque el que calla otorga o quizás porque de no hacerlo me embarcaría en una discursion mas que innecesaria con una hembra testaruda que no entendía la ley de la manada.
Poco a poco fue hallando la calma, sus puños que golpeaban mi pecho de forma salvaje fueron apaciguando su dolor y sus ojos volvieron a adquirir aquel color habitual en ella.
La rabia dio paso a la resignación, posiblemente por no haber encontrado en mi batalla. Mas sus palabras pronto me ofendieron como nunca antes lo habían hecho otras.
Hablaba de la calma que debería tener al encontrar a mi desgraciada hermana, esa pobre niña mimada que había abandonado la manada, la familia llevándonos a la deshonra.
¿Que me pusiera en su lugar? ¿Por que demonios no se ponía ella en el mio, en el de mi madre, en el de mi padre?
Esta vez fueron mis ojos los que brillaron con furia contra ella, incapaz de contener mi sombrío y fuerte carácter la acorrale contra la pared con mis brazos hablándole tan cerca del rostro que creo llego a desviarme la vista asustada.
-Esa por la que según tu he de tener compasión ha abandonado a los míos, a dejado a mi madre echa un mas de lagrimas, a mi padre dando explicaciones frente a otro alfa que la iba a desposar y a mi buscándola para llevarla frente al consejo ¿que piedad necesita?
Quiere abrirse de piernas frente a humanos ¿es motivo ese para deshonrarnos? ¿Para hacernos parecer débiles? ¿en que mundo vivís hembras? Creéis que no duelen las cicatrices que surcan nuestros cuerpos, creéis que no duele el alma cuando ese peso del que tu te ríes recae sobre nuestros hombros? No comprendo en que punto logramos que nos odiarais, no entiendo porque las hembras alfas buscáis desafiarnos, porque deseáis otra vida y no la que madre luna os ha otorgado. Yo cumplo las leyes, no todas me gustan, no todas remana a mi favor, mas se lo que soy, soy un lobo, lo digo con orgullo, pues por mis venas corre la maldición de la licantropia que para mi es una bendición.
Nací como alfa, fui educado como alfa y algún día mi destino sera liderar mi manada, espero que ese día a mi lado tenga a una hembra que entienda el sacrificio, que comprenda que ambos estamos destinados a algo grande, que el yo y el ella pase a convertirse en nosotros y que juntos, nosotros sepamos cuidar y proteger a nuestra familia.
Puede que sientas que mis palabras son una utopía, mas yo nací para llevar esa utopía a buen puerto, y no consentiré que ni tu, ni mi hermana ni cien alfas como vosotras llevéis a la ruina a nuestra especie.
No entendía como podía tener una imagen tan equivocada de todo, como podía quejarse de la esencia de lo que durante siglos habíamos sido, mas pronto comprendí que si así pensaban nuestras alfas pronto nos moriríamos, nuestra raza estaba condenada a muerte por nosotros mismos.
No se en que punto fuimos los hombres los que lo hicimos mal, ni en que punto eran ellas las que eran incapaces de sacrificarse por el bien común.
Todas las respuestas a sus palabras se hallaban en mi cabeza, ¿mas hubieran servido de algo?
Mostrarle las cicatrices que surcaban mi cuerpo de las dentelladas de otros alfas para proteger mi terreno, mi manada y a ellas ¿acaso no las portaría también su hermano? ¿no estaría cansada de verlo llegar herido de la batalla? No digo que nuestras lobas no pelearan, por los dioses claro que lo hacia, y eran competentes tanto o mas que nosotros en muchos casos, mas sin duda la peor parte siempre residía en el macho alfa.
¿Que nos metíamos entre las piernas de muchas mujeres? ¿Acaso ese era para ellas un problema? Acaso no nos hizo asi la madre naturaleza.
Cualquier macho de cualquier especie estaba destinado a aparearse en cualquier momento, por el contrario las hembras solo lo hacían en épocas reproductivas ¿teníamos nosotros la culpa también de eso?
Negué con la cabeza bajo la impotencia de saber que mis palabras solo la cabrearían mas, así que decidí guardar silencio, quizás porque el que calla otorga o quizás porque de no hacerlo me embarcaría en una discursion mas que innecesaria con una hembra testaruda que no entendía la ley de la manada.
Poco a poco fue hallando la calma, sus puños que golpeaban mi pecho de forma salvaje fueron apaciguando su dolor y sus ojos volvieron a adquirir aquel color habitual en ella.
La rabia dio paso a la resignación, posiblemente por no haber encontrado en mi batalla. Mas sus palabras pronto me ofendieron como nunca antes lo habían hecho otras.
Hablaba de la calma que debería tener al encontrar a mi desgraciada hermana, esa pobre niña mimada que había abandonado la manada, la familia llevándonos a la deshonra.
¿Que me pusiera en su lugar? ¿Por que demonios no se ponía ella en el mio, en el de mi madre, en el de mi padre?
Esta vez fueron mis ojos los que brillaron con furia contra ella, incapaz de contener mi sombrío y fuerte carácter la acorrale contra la pared con mis brazos hablándole tan cerca del rostro que creo llego a desviarme la vista asustada.
-Esa por la que según tu he de tener compasión ha abandonado a los míos, a dejado a mi madre echa un mas de lagrimas, a mi padre dando explicaciones frente a otro alfa que la iba a desposar y a mi buscándola para llevarla frente al consejo ¿que piedad necesita?
Quiere abrirse de piernas frente a humanos ¿es motivo ese para deshonrarnos? ¿Para hacernos parecer débiles? ¿en que mundo vivís hembras? Creéis que no duelen las cicatrices que surcan nuestros cuerpos, creéis que no duele el alma cuando ese peso del que tu te ríes recae sobre nuestros hombros? No comprendo en que punto logramos que nos odiarais, no entiendo porque las hembras alfas buscáis desafiarnos, porque deseáis otra vida y no la que madre luna os ha otorgado. Yo cumplo las leyes, no todas me gustan, no todas remana a mi favor, mas se lo que soy, soy un lobo, lo digo con orgullo, pues por mis venas corre la maldición de la licantropia que para mi es una bendición.
Nací como alfa, fui educado como alfa y algún día mi destino sera liderar mi manada, espero que ese día a mi lado tenga a una hembra que entienda el sacrificio, que comprenda que ambos estamos destinados a algo grande, que el yo y el ella pase a convertirse en nosotros y que juntos, nosotros sepamos cuidar y proteger a nuestra familia.
Puede que sientas que mis palabras son una utopía, mas yo nací para llevar esa utopía a buen puerto, y no consentiré que ni tu, ni mi hermana ni cien alfas como vosotras llevéis a la ruina a nuestra especie.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Ahora el que destilaba ira y frustración por cada poro de su piel era él; de nuevo sus ojos ámbar sobre los míos, brillantes por la rabia de los actos de su hermana, actos que pagaba conmigo. Me empujó con cierta violencia contra la pared, agarrando mis brazos y pegando su rostro al mío para escupir aquellas palabras acusadoras. Mis ojos se desviaron de los suyos por un instante, no por miedo, sino para reprimir mis ganas de saltar de nuevo sobre él con garras y dientes si era necesario, por sus palabras y por sus actos.
¿Quién se creía que era él para tratarme de aquel modo? Si no hubiera templado mis ánimos momentos atrás, ahora mismo estaría arremetiendo su ataque clavando mis uñas sobre su pecho pero aquello no nos llevaría a ningún lado. Volví mi mirada para clavarla en aquellos ojos que me seducían y enfurecían a partes iguales y, sin poder evitarlo, estallé en carcajadas mientras su enfado se tornaba en una mueca de sorpresa.
Sus manos aflojaron el agarre sobre mis brazos y la confusión se dibujó en su rostro. Debía pensar que estaba loca por reír en un momento así, pero no sabía bien qué hacer. Estaba claro que ninguno convencería al otro de sus ideas pues ninguno conocíamos o entendíamos bien al sexo contrario -¿Te das cuenta de lo inútil de esta situación? Te frustras porque no entiendes a tu hermana y sus decisiones- de nuevo sus labios se abrieron para rebatirme e interrumpirme mas yo posé mi dedo sobre ellos para que callara -Estoy hablando yo, aprende a no interrumpir a una dama cuando habla, es de mala educación y tú eres lobo, pero también de buena familia- aparté con suavidad mi dedo, acariciando antes aquellos labios sintiendo como con aquella caricia una tímida sonrisa se esbozaba en sus labios -No digo que la decisión que ha tomado tu hermana sea la aceptada ni mucho menos; sólo te he dicho que trates de entender su postura para así hacerla entrar en razón pues si te pones con ella como has hecho conmigo ahora sólo conseguirás que ella se cierre en banda y se niegue a volver contigo. Has de hacerla ver el por qué se ha elegido ese alfa para ella, por qué será feliz a su lado y siendo de su manada si no ahora con los años, cuando acepte su condición de alfa y aprenda a ver en él un compañero. Esta discusión no lleva a nada porque vosotros sois todo temperamento, lobos salvajes y nosotras, las lobas, tenemos más sentimientos, sentimientos que vosotros no podéis entender y anhelos que nosotras sabemos que no podrán llegar a cumplirse, pero eso no quita para que soñemos con ello cada noche-
Poco a poco sus músculos iban relajándose y sus ojos tornándose de su color habitual, marrón chocolate, intensos y expresivos. Deposité un suave beso en su mejilla confiando en que mis palabras hubieran calado en él, le hicieran entrar en razón y comprender que cada uno tenía su propia manera de ver el mundo, pero la fuerza no era la manera de convencer a alguien de que estaba equivocado.
Alejé mis pasos de su cuerpo sintiendo como él me seguía con la mirada y cogí el arco que descansaba en el baúl de mi equipaje, mi fiel compañero. -Ah, y te aconsejo que no empujes a una futura alfa, no es la mejor manera de conquistarla y puede que te lleves un par de arañazos en ese bello rostro Errol, vosotros tenéis genio, pero nosotras no carecemos de él, simplemente somos más templadas. Dicho todo esto ¿Qué te parece si jugamos en el jardín? Podemos comprobar quien tiene mejor puntería, un futuro alfa o una futura alfa con la pierna herida y los sentidos embotados por culpa de ese testarudo lobo-
Cogí mis calzas y mis botas para posarlas sobre el lecho, si accedía a mi juego iba a necesitarlas pues no era lo más decoroso deambular con una camisola que apenas cubría mi cuerpo y mis curvas con el añadido de que aquello distraería de nuevo los sentidos del lobo con mis hormonas y las suyas propias en reacción a las mías -No te preocupes, si tienes miedo de perder ante una mujer siempre puedo dejarte ganar alfa- Reí picándole y tratando de relajarle, de apartar todas aquellas preocupaciones que asolaban su alma y su mente, no sabía bien por qué pero deseaba ayudarle. Ayudarle a encontrar a su hermana, ayudarle a entendernos para que así liderara mejor a su manada, ayudarle y pasar tiempo con él sin tener que esconderme, ayudarle y conocerle más pues se me antojaba alguien a quien merecía la pena conocer, alguien terco y testarudo como yo pero alguien de buen corazón
¿Quién se creía que era él para tratarme de aquel modo? Si no hubiera templado mis ánimos momentos atrás, ahora mismo estaría arremetiendo su ataque clavando mis uñas sobre su pecho pero aquello no nos llevaría a ningún lado. Volví mi mirada para clavarla en aquellos ojos que me seducían y enfurecían a partes iguales y, sin poder evitarlo, estallé en carcajadas mientras su enfado se tornaba en una mueca de sorpresa.
Sus manos aflojaron el agarre sobre mis brazos y la confusión se dibujó en su rostro. Debía pensar que estaba loca por reír en un momento así, pero no sabía bien qué hacer. Estaba claro que ninguno convencería al otro de sus ideas pues ninguno conocíamos o entendíamos bien al sexo contrario -¿Te das cuenta de lo inútil de esta situación? Te frustras porque no entiendes a tu hermana y sus decisiones- de nuevo sus labios se abrieron para rebatirme e interrumpirme mas yo posé mi dedo sobre ellos para que callara -Estoy hablando yo, aprende a no interrumpir a una dama cuando habla, es de mala educación y tú eres lobo, pero también de buena familia- aparté con suavidad mi dedo, acariciando antes aquellos labios sintiendo como con aquella caricia una tímida sonrisa se esbozaba en sus labios -No digo que la decisión que ha tomado tu hermana sea la aceptada ni mucho menos; sólo te he dicho que trates de entender su postura para así hacerla entrar en razón pues si te pones con ella como has hecho conmigo ahora sólo conseguirás que ella se cierre en banda y se niegue a volver contigo. Has de hacerla ver el por qué se ha elegido ese alfa para ella, por qué será feliz a su lado y siendo de su manada si no ahora con los años, cuando acepte su condición de alfa y aprenda a ver en él un compañero. Esta discusión no lleva a nada porque vosotros sois todo temperamento, lobos salvajes y nosotras, las lobas, tenemos más sentimientos, sentimientos que vosotros no podéis entender y anhelos que nosotras sabemos que no podrán llegar a cumplirse, pero eso no quita para que soñemos con ello cada noche-
Poco a poco sus músculos iban relajándose y sus ojos tornándose de su color habitual, marrón chocolate, intensos y expresivos. Deposité un suave beso en su mejilla confiando en que mis palabras hubieran calado en él, le hicieran entrar en razón y comprender que cada uno tenía su propia manera de ver el mundo, pero la fuerza no era la manera de convencer a alguien de que estaba equivocado.
Alejé mis pasos de su cuerpo sintiendo como él me seguía con la mirada y cogí el arco que descansaba en el baúl de mi equipaje, mi fiel compañero. -Ah, y te aconsejo que no empujes a una futura alfa, no es la mejor manera de conquistarla y puede que te lleves un par de arañazos en ese bello rostro Errol, vosotros tenéis genio, pero nosotras no carecemos de él, simplemente somos más templadas. Dicho todo esto ¿Qué te parece si jugamos en el jardín? Podemos comprobar quien tiene mejor puntería, un futuro alfa o una futura alfa con la pierna herida y los sentidos embotados por culpa de ese testarudo lobo-
Cogí mis calzas y mis botas para posarlas sobre el lecho, si accedía a mi juego iba a necesitarlas pues no era lo más decoroso deambular con una camisola que apenas cubría mi cuerpo y mis curvas con el añadido de que aquello distraería de nuevo los sentidos del lobo con mis hormonas y las suyas propias en reacción a las mías -No te preocupes, si tienes miedo de perder ante una mujer siempre puedo dejarte ganar alfa- Reí picándole y tratando de relajarle, de apartar todas aquellas preocupaciones que asolaban su alma y su mente, no sabía bien por qué pero deseaba ayudarle. Ayudarle a encontrar a su hermana, ayudarle a entendernos para que así liderara mejor a su manada, ayudarle y pasar tiempo con él sin tener que esconderme, ayudarle y conocerle más pues se me antojaba alguien a quien merecía la pena conocer, alguien terco y testarudo como yo pero alguien de buen corazón
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Mi enfado fue desapareciendo al ritmo de sus carcajadas, de nuevo hablaba de las diferencias entre nosotros, diferencias de las que yo ya era consciente, aunque no estaba completamente deacuerdo con ella.
Yo también anhelaba cosas, yo también sentía, mi corazón también había sufrido perdidas, demasiadas para ser honesto, no solo de mujeres con las que hubiera podido llegar a mas de unos cuantos encuentros y de las que me tenias que separar porque sabia no serian jamas buenas alfas.
Había perdido en la guerra compañeros, hermanos, amigos...si ella creía que nosotros eramos solo lobos salvajes se equivocaba. Mas no seria yo quien se lo debiera, al fin y al cabo esa era la imagen que teníamos que proyectar cara a la galería.
La de lobos salvajes, seguros de si mismos, esos a los que nunca les tiembla el pulso ni la voz. Los que son capaces de tomar las mejores decisiones en los peores momentos.
Deje escapar el aire dándome cuenta de que yo también encerraba mucho dolor en mi interior.
Podía entender a mi hermana, sus ganas de huir a veces de todo aquello, mas no entendía porque le suponía tanto esfuerzo unirse a un hombre que era un buen alfa, un tipo que había perdido a su esposa demasiado joven y sin descendencia.
Necesitaba una alfa fuerte a su lado que le ayudara no solo a lidiar con el pesado peso de la manada si no también de la muerte de esa mujer a la que doy fe amaba mas que nada en este mundo.
Ni siquiera había tenido la decencia de conocerlo, era un hombre bien parecido, aunque eso no era lo mas importante, era un guerrero, como yo, cargaba con dolores tortuosos a sus espaldas. ¿No merecíamos ser felices?
Al parecer no, las leyes que defendíamos a muerte ya no estaban hechas para nuestras alfas, ellas querían volar libres como el viento.
Quizás esto solo era la transición de un futuro distinto donde ellas y nosotros fuéramos iguales, desconocía donde llegaríamos si dejábamos que estas mujeres nuestras lograban hacer su voluntad, quizás a la destrucción de la especie. Mas supongo ese era un problema que tendríamos que lidiar en un futuro.
La dama me propuso salir al aire libre, tirar con arco y por primera vez no pude estar mas deacuerdo en algo con ella.
Sus hormonas me estaban volviendo loco en esa habitación, y juro que en cada momento que su cuerpo se pegaba al mio solo pensaba en tumbarla sobre el lecho y apoderarme de lo que ya creía mio por derecho.
Mas no era mio, no tenia la autorización de su hermano y aunque ella decía poder elegir, yo no podia dar un paso sin esa bendición de su alfa.
De nuevo respire resignado, mas pronto sonreí e medio lado al escuchar sus provocadoras palabras.
-No temo perder frente a vos con el arco mi señora, básicamente porque es imposible -añadí con cierta provocación en mi voz -no porque vuestros sentidos sigan embotados, ni por la herida de vuestra pierna, si no porque llevo tirando en arco desde que era un niño, de echo llevo luchando desde antes de trasformarme en lobo.
Me acerque a ella de forma instintiva volviendo a olfatear aquel enloquecedor olor
-Me muero de ganas de hacerte mía sobre este lecho, así que salgamos de aquí antes de que mi falta de cordura se imponga a la ley de la manada.
Me aleje para ponerme la camisola y tomar de la pared el arco y el carcaj que recoloque a mis espaldas.
-¿Apostamos algo? -sugerí mirándola de soslayo -Decís tener el derecho de decir que si antes que vuestro hermano, si os gano ¿merezco ese si? O teméis perder
Yo también anhelaba cosas, yo también sentía, mi corazón también había sufrido perdidas, demasiadas para ser honesto, no solo de mujeres con las que hubiera podido llegar a mas de unos cuantos encuentros y de las que me tenias que separar porque sabia no serian jamas buenas alfas.
Había perdido en la guerra compañeros, hermanos, amigos...si ella creía que nosotros eramos solo lobos salvajes se equivocaba. Mas no seria yo quien se lo debiera, al fin y al cabo esa era la imagen que teníamos que proyectar cara a la galería.
La de lobos salvajes, seguros de si mismos, esos a los que nunca les tiembla el pulso ni la voz. Los que son capaces de tomar las mejores decisiones en los peores momentos.
Deje escapar el aire dándome cuenta de que yo también encerraba mucho dolor en mi interior.
Podía entender a mi hermana, sus ganas de huir a veces de todo aquello, mas no entendía porque le suponía tanto esfuerzo unirse a un hombre que era un buen alfa, un tipo que había perdido a su esposa demasiado joven y sin descendencia.
Necesitaba una alfa fuerte a su lado que le ayudara no solo a lidiar con el pesado peso de la manada si no también de la muerte de esa mujer a la que doy fe amaba mas que nada en este mundo.
Ni siquiera había tenido la decencia de conocerlo, era un hombre bien parecido, aunque eso no era lo mas importante, era un guerrero, como yo, cargaba con dolores tortuosos a sus espaldas. ¿No merecíamos ser felices?
Al parecer no, las leyes que defendíamos a muerte ya no estaban hechas para nuestras alfas, ellas querían volar libres como el viento.
Quizás esto solo era la transición de un futuro distinto donde ellas y nosotros fuéramos iguales, desconocía donde llegaríamos si dejábamos que estas mujeres nuestras lograban hacer su voluntad, quizás a la destrucción de la especie. Mas supongo ese era un problema que tendríamos que lidiar en un futuro.
La dama me propuso salir al aire libre, tirar con arco y por primera vez no pude estar mas deacuerdo en algo con ella.
Sus hormonas me estaban volviendo loco en esa habitación, y juro que en cada momento que su cuerpo se pegaba al mio solo pensaba en tumbarla sobre el lecho y apoderarme de lo que ya creía mio por derecho.
Mas no era mio, no tenia la autorización de su hermano y aunque ella decía poder elegir, yo no podia dar un paso sin esa bendición de su alfa.
De nuevo respire resignado, mas pronto sonreí e medio lado al escuchar sus provocadoras palabras.
-No temo perder frente a vos con el arco mi señora, básicamente porque es imposible -añadí con cierta provocación en mi voz -no porque vuestros sentidos sigan embotados, ni por la herida de vuestra pierna, si no porque llevo tirando en arco desde que era un niño, de echo llevo luchando desde antes de trasformarme en lobo.
Me acerque a ella de forma instintiva volviendo a olfatear aquel enloquecedor olor
-Me muero de ganas de hacerte mía sobre este lecho, así que salgamos de aquí antes de que mi falta de cordura se imponga a la ley de la manada.
Me aleje para ponerme la camisola y tomar de la pared el arco y el carcaj que recoloque a mis espaldas.
-¿Apostamos algo? -sugerí mirándola de soslayo -Decís tener el derecho de decir que si antes que vuestro hermano, si os gano ¿merezco ese si? O teméis perder
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 27/07/2016
Localización : Paris
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Mis manos buscaron mis calzas para vestir de nuevo mis muslos. Emití un pequeño quejido cuando la tela rozó la herida pero pronto pasó, me calcé las botas de tacón y cogi mi arco y mis flechas con una sonrisa en los labios. Aquel lobo parecía tener predilección también por aquella arma, afirmando llevar usándola muchos años pero, lo que él no sabía es que el arco era mi arma. No mi arma predilecta, sino el arma con la que me había entrenado desde que tenía la tierna edad de seis años. Era el arma que me habían dejado utilizar por ser apta para mujeres y yo me había acostumbrado tanto a ella que era casi una extensión más de mi brazo, mi compañera en la batalla y una de mis posesiones más preciadas.
En mis manos, aquel arma para mujeres era un arma mortífera que había acabado con la vida de muchos pero era también mi orgullo y el instrumento con el que a menudo presumía delante de los hombres como él, ansiando fanfarronear y demostrar que podía ser letal y tan buena con las armas como podían serlo ellos.
Reí con sus palabras. Parecía que había encontrado a mi compañero ideal o quizá al hombre que conseguiría acabar con mi paciencia. Ambos testarudos, ofuscados y orgullosos, confiantes en nosotros mismos y en nuestras aptitudes; podíamos llevarnos o muy bien y ser letales luchando juntos o bien, chocar tanto que nos destruiríamos el uno al otro y él, al parecer parecía dispuesto a arriesgar nuestros futuros con la temible amenaza de pertenecernos el uno al otro sin apenas conocernos, conociendo tan sólo el deseo de su piel llamando a la mía.
-Quizá no seas el único que lleva practicando con un arco desde que era niño Errol...- susurré en su oído lentamente, arrastrando las palabras para nublar sus sentidos y su razón con la voz del deseo -¿Tanto confías en ti y tus habilidades como para arriesgarte a tenerme ligada a ti para siempre? Creí que querías a una alfa dócil y obediente, no una que podría llevarte al cielo con sus palabras un día y al mismo infierno con sus actos al día siguiente- Sonreí ante sus labios, triunfal y sabiéndome ganadora de aquel juego -Mi hermano Reidar afirma que sólo un loco podría enamorarse de mi y tratar de domar mi salvaje carácter ¿estás tú tan loco como para arriesgarte a unir tu vida a la mía?-
Sus ojos se volvieron de nuevo de color ámbar, presa del deseo y por causa de mi cercanía a su cuerpo. Un cuerpo que pedía a gritos lo que su mente y su ley le negaban tan estoicamente. Mordí mis labios al contemplarme y cerré los ojos al sentir como mi piel se erizaba con el tacto de su mano en mi pelo y la confirmación de que deseaba jugar y que pretendía ganar en aquel juego que yo ya daba por mío.
Confiaa en mi, en mis habilidades con el arco yen la experiencia que tenía con él. Le había preguntado si estaba dispuesto a perder, a aceptar una vida junto a la mía si perdía yo pero ¿estaba yo dispuesta a aceptar las consecuencias de aquel trato si perdía?¿Estaba dispuesta a entregarme a los brazos de aquel lobo al que deseaba pero que apenas conocía? Agité con suavidad mi rostro, tratando de no pensar en aquello que turbaba mi mente y nublaba mi alma.
No, perder no era una opción y aquella sería una anécdota que ambos rememoraríamos cada vez que nos volviéramos a encontrar, riendo por esta temeridad de poder haber llegado a estar unidos por siempre por un simple juego. Trencé mis cabellos con la habilidad que el tiempo y la práctica me habían brindado y caminé hasta la puerta para salir de aquella habitación que olía a deseo por romper las leyes que estaban grabadas a fuego en nuestra piel.
Esperé a que Errol cogiera todo cuanto necesitara y, una vez hubo salido de la habitación, tomé su mano y dibujé en mi rostro la mejor de las sonrisas mientras nos dirigíamos a los jardines de aquel hotel. Podía sentir las preguntas que se agolpaban en sus labios ante aquel gesto inesperado y acallé sus palabras con las mías.
-No te emociones lobo. Te recuerdo que a los ojos de todos los del hotel somos recién casados perdidamente enamorados así que, si nos cruzamos con alguien mírame como a tu primer amor, como si no hubiera otra mujer a la que desearas mirar por el resto de tu existencia-
Una vez en el jardín, buscamos el rincón más recóndito y alejado para que nadie se asustara, extrañara o censurara nuestra peculiar forma de diversión. Solté su mano y caminé alejándome de él observando como de nuevo me miraba sin entender que pretendía hacer. Tomé aire con una profunda inspiración, acaricié la loba tallada en la madera de mi arco y fijé mi objetivo: un poste de madera con un cartel que indicaba la dirección hacia el cenador del hotel; aquel cartel se encontraba de espaldas a Errol, a unos trescientos o cuatrocientos metros. Cogí con lentitud una de las flechas del carcaj, fundiendo la piel de mis manos con la madera de mi arma, sintiéndola parte de mi y de mis sentidos.
Cargué el arco, inspiré regulando los latidos de mi corazón, tensé la cuerda, inspiré de nuevo y, tras unos segundos, solté la flecha dejando que esta siguiera su camino y con ella dejé también escapar el aire contenido hasta entonces en mis pulmones. Con una sonrisa socarrona en mi rostro, observé como la flecha pasaba justo por encima de la cabeza de Errol y se clavaba con precisión sobre aquel cartel que ahora se balanceaba con violencia por la fuerza de mi tiro.
El lobo se giró para observar dónde había clavado la fecha y le vi esbozar una pequeña sonrisa ¿sería orgullo al comprobar que una mujer tenía semejante puntería o sería convencimiento de que mi cuerpo estaba ya en sus manos? Fuera lo que fuera, no dejé que las dudas se reflejaran en mi rostro, es más, me acerqué imponente y altiva hasta él, contoneando mis caderas a sabiendas de que aquello le enloquecería; pegué mi cuerpo al suyo e hice lo propio con mis labios sobre su oído -¿Impresionado? Si lo deseas aún puedes retirar tu apuesta y si no, fija las reglas de la mismas lobito-
En mis manos, aquel arma para mujeres era un arma mortífera que había acabado con la vida de muchos pero era también mi orgullo y el instrumento con el que a menudo presumía delante de los hombres como él, ansiando fanfarronear y demostrar que podía ser letal y tan buena con las armas como podían serlo ellos.
Reí con sus palabras. Parecía que había encontrado a mi compañero ideal o quizá al hombre que conseguiría acabar con mi paciencia. Ambos testarudos, ofuscados y orgullosos, confiantes en nosotros mismos y en nuestras aptitudes; podíamos llevarnos o muy bien y ser letales luchando juntos o bien, chocar tanto que nos destruiríamos el uno al otro y él, al parecer parecía dispuesto a arriesgar nuestros futuros con la temible amenaza de pertenecernos el uno al otro sin apenas conocernos, conociendo tan sólo el deseo de su piel llamando a la mía.
-Quizá no seas el único que lleva practicando con un arco desde que era niño Errol...- susurré en su oído lentamente, arrastrando las palabras para nublar sus sentidos y su razón con la voz del deseo -¿Tanto confías en ti y tus habilidades como para arriesgarte a tenerme ligada a ti para siempre? Creí que querías a una alfa dócil y obediente, no una que podría llevarte al cielo con sus palabras un día y al mismo infierno con sus actos al día siguiente- Sonreí ante sus labios, triunfal y sabiéndome ganadora de aquel juego -Mi hermano Reidar afirma que sólo un loco podría enamorarse de mi y tratar de domar mi salvaje carácter ¿estás tú tan loco como para arriesgarte a unir tu vida a la mía?-
Sus ojos se volvieron de nuevo de color ámbar, presa del deseo y por causa de mi cercanía a su cuerpo. Un cuerpo que pedía a gritos lo que su mente y su ley le negaban tan estoicamente. Mordí mis labios al contemplarme y cerré los ojos al sentir como mi piel se erizaba con el tacto de su mano en mi pelo y la confirmación de que deseaba jugar y que pretendía ganar en aquel juego que yo ya daba por mío.
Confiaa en mi, en mis habilidades con el arco yen la experiencia que tenía con él. Le había preguntado si estaba dispuesto a perder, a aceptar una vida junto a la mía si perdía yo pero ¿estaba yo dispuesta a aceptar las consecuencias de aquel trato si perdía?¿Estaba dispuesta a entregarme a los brazos de aquel lobo al que deseaba pero que apenas conocía? Agité con suavidad mi rostro, tratando de no pensar en aquello que turbaba mi mente y nublaba mi alma.
No, perder no era una opción y aquella sería una anécdota que ambos rememoraríamos cada vez que nos volviéramos a encontrar, riendo por esta temeridad de poder haber llegado a estar unidos por siempre por un simple juego. Trencé mis cabellos con la habilidad que el tiempo y la práctica me habían brindado y caminé hasta la puerta para salir de aquella habitación que olía a deseo por romper las leyes que estaban grabadas a fuego en nuestra piel.
Esperé a que Errol cogiera todo cuanto necesitara y, una vez hubo salido de la habitación, tomé su mano y dibujé en mi rostro la mejor de las sonrisas mientras nos dirigíamos a los jardines de aquel hotel. Podía sentir las preguntas que se agolpaban en sus labios ante aquel gesto inesperado y acallé sus palabras con las mías.
-No te emociones lobo. Te recuerdo que a los ojos de todos los del hotel somos recién casados perdidamente enamorados así que, si nos cruzamos con alguien mírame como a tu primer amor, como si no hubiera otra mujer a la que desearas mirar por el resto de tu existencia-
Una vez en el jardín, buscamos el rincón más recóndito y alejado para que nadie se asustara, extrañara o censurara nuestra peculiar forma de diversión. Solté su mano y caminé alejándome de él observando como de nuevo me miraba sin entender que pretendía hacer. Tomé aire con una profunda inspiración, acaricié la loba tallada en la madera de mi arco y fijé mi objetivo: un poste de madera con un cartel que indicaba la dirección hacia el cenador del hotel; aquel cartel se encontraba de espaldas a Errol, a unos trescientos o cuatrocientos metros. Cogí con lentitud una de las flechas del carcaj, fundiendo la piel de mis manos con la madera de mi arma, sintiéndola parte de mi y de mis sentidos.
Cargué el arco, inspiré regulando los latidos de mi corazón, tensé la cuerda, inspiré de nuevo y, tras unos segundos, solté la flecha dejando que esta siguiera su camino y con ella dejé también escapar el aire contenido hasta entonces en mis pulmones. Con una sonrisa socarrona en mi rostro, observé como la flecha pasaba justo por encima de la cabeza de Errol y se clavaba con precisión sobre aquel cartel que ahora se balanceaba con violencia por la fuerza de mi tiro.
El lobo se giró para observar dónde había clavado la fecha y le vi esbozar una pequeña sonrisa ¿sería orgullo al comprobar que una mujer tenía semejante puntería o sería convencimiento de que mi cuerpo estaba ya en sus manos? Fuera lo que fuera, no dejé que las dudas se reflejaran en mi rostro, es más, me acerqué imponente y altiva hasta él, contoneando mis caderas a sabiendas de que aquello le enloquecería; pegué mi cuerpo al suyo e hice lo propio con mis labios sobre su oído -¿Impresionado? Si lo deseas aún puedes retirar tu apuesta y si no, fija las reglas de la mismas lobito-
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 72
Fecha de inscripción : 15/07/2016
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
De la mano corrimos por los jardines del hotel como un par de enamorados, la verdad es que fingir eso con ella no me resultaba en absoluto complicado, no solo era una mujer de una belleza sin igual si no que ademas su carácter lograba sacarme de quicio y a su vez excitarme a partes iguales.
Si bien era cierto que había que pulir ciertas cosas, intuía por el modo en el que me miraba, por como su cuerpo se aproximaba contra el mio buscando el mas mínimo roce que cuando hablaba de unirse a lobos que no les atraían desde luego no se refería a mi.
Sabia que la tensión sexual entre ambos era bestial, así que ¿cual seria el problema? Acaso no tendría ella también un alfa de su agrado?
Lo demás podríamos discutirlo bajo las estrellas con una buena copa de vino, no veía mas problemas a lo nuestro que la impaciencia que sentía por tomarla, mas era evidente que tendría que esperar a desposarnos como la tradición así lo marcaba.
No tardamos en llegar frente al lugar elegido por aquella mujer que arco en mano parecía desafiarme a cada rato.
Sus palabras provocaban extrañas sensaciones en mi interior, mas sin duda la mas fuerte de todas ellas era la del deseo, deseo que había quedado preso de sus labios y que con mis ojos recorriendo cada tramo de su piel se intensificaba por momentos.
Su flecha silbando al viento fue lo que me hizo volver en razón, y me gire para ver como se había hundido en el cartel que ahora se tambaleaba asustado frente a la dama.
No pude evitar sonreír de medio lado, no solo porque sabia que ganaría el encuentro si no porque las afiladas palabras salían de su lengua viperina retándome de nuevo.
-no voy a retirar mi apuesta, mas aun estas a tiempo de retirar tu la tuya. Cuando esto acabe seras mía ¿eres consciente de eso?
Quizás ya era mía en ese preciso instante, mas parecía que para ella todo tenia que ser un desafió, como si admitir que ella deseaba que hablara con su hermano y la convirtiera en mi alfa fuera demasiado deshonroso para ella.
Tome mi arco sin mayores contemplaciones y lo abrí con suavidad dejando volar la flecha que se hundió con fuerza junto a la suya con el cartel en movimiento.
-pon las reglas, dejemos de calentar, y empecemos el duelo, no veo el momento de poder considerarte mi mujer.
Sonreí de soslayo hundiendo mis ojos en los suyos, por un momento se tornaron ámbar frente a aquella burda idea de posesión, pero si, así nos habían educado a los hombres. La idea de que esas tres letras llamada Mia se produjera me excitaba muchísimo.
Si bien era cierto que había que pulir ciertas cosas, intuía por el modo en el que me miraba, por como su cuerpo se aproximaba contra el mio buscando el mas mínimo roce que cuando hablaba de unirse a lobos que no les atraían desde luego no se refería a mi.
Sabia que la tensión sexual entre ambos era bestial, así que ¿cual seria el problema? Acaso no tendría ella también un alfa de su agrado?
Lo demás podríamos discutirlo bajo las estrellas con una buena copa de vino, no veía mas problemas a lo nuestro que la impaciencia que sentía por tomarla, mas era evidente que tendría que esperar a desposarnos como la tradición así lo marcaba.
No tardamos en llegar frente al lugar elegido por aquella mujer que arco en mano parecía desafiarme a cada rato.
Sus palabras provocaban extrañas sensaciones en mi interior, mas sin duda la mas fuerte de todas ellas era la del deseo, deseo que había quedado preso de sus labios y que con mis ojos recorriendo cada tramo de su piel se intensificaba por momentos.
Su flecha silbando al viento fue lo que me hizo volver en razón, y me gire para ver como se había hundido en el cartel que ahora se tambaleaba asustado frente a la dama.
No pude evitar sonreír de medio lado, no solo porque sabia que ganaría el encuentro si no porque las afiladas palabras salían de su lengua viperina retándome de nuevo.
-no voy a retirar mi apuesta, mas aun estas a tiempo de retirar tu la tuya. Cuando esto acabe seras mía ¿eres consciente de eso?
Quizás ya era mía en ese preciso instante, mas parecía que para ella todo tenia que ser un desafió, como si admitir que ella deseaba que hablara con su hermano y la convirtiera en mi alfa fuera demasiado deshonroso para ella.
Tome mi arco sin mayores contemplaciones y lo abrí con suavidad dejando volar la flecha que se hundió con fuerza junto a la suya con el cartel en movimiento.
-pon las reglas, dejemos de calentar, y empecemos el duelo, no veo el momento de poder considerarte mi mujer.
Sonreí de soslayo hundiendo mis ojos en los suyos, por un momento se tornaron ámbar frente a aquella burda idea de posesión, pero si, así nos habían educado a los hombres. La idea de que esas tres letras llamada Mia se produjera me excitaba muchísimo.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Localización : Paris
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