AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
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Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Recuerdo del primer mensaje :
Con la sangre reseca en la piel y las magulladuras en el cuerpo emprendí aquel nuevo viaje que me esperaba. El último ataque de los nosferatu sobre la manada y el pueblo de humanos al que nosotros protegíamos había sido brutal. Sangre por todos lados y los gritos de niños y niñas inocentes repiqueteaban en mi cabeza cada vez que cerraba mis ojos. Todo por culpa de aquel hermano al que yo aún no conocía y del que cada día que pasaba tenía menos ganas de conocer. Por culpa de Damon, Reidar había abandonado la manada que le correspondía por mértios propios y derechos para buscar a aquel hermano mayor que nosotros al que, según las leyes de sangre, le correspondía todo aquello por lo que mi hermano había luchado toda su vida.
Cerré los ojos sintiendo la fría brisa sobre la cara, empujando mis cabellos castaños hacia atrás y purificando mis heridas, del cuerpo y del alma. Debía viajar a París para enfrentarme a la persona que más me importaba en el mundo, Reidar. Debía enfrentarme a él y obligarle a volver con los suyos, a ocupar el lugar que le correspondía y dejar los juegos de familia feliz para más adelante. Debía volver pues los nosferatu me veían como una líder débil y por ello habían aprovechado mi breve mandato para atacar con todas sus armas disponibles y todos sus efectivos a los míos. La búsqueda de un lobo no justificaba el exterminio de una manada, y mucho menos si esa búsqueda era para darle un lugar que él no merecía.
Había dejado al cargo de la manada al único miembro de nuestra familia que aún quedaba vivo al margen de mis hermanos y yo y, bajo el abrigo y el amparo de la oscura noche había cabalgado sin tregua hasta el puerto más cercano. Temía que algun nosferatu hubiera seguido mis huellas, pero tampoco podía perder mucho tiempo en esconderlas y hacerme imperceptible, debía apurar el tiempo al máximo y traer cuanto antes a mi hermano a casa, esa era mi única prioridad. Los recelos del barco atracado en el puerto sobre llevar a una mujer a bordo, se vieron aplacados con un generoso soborno en oro y joyas; la lealtad de los humanos hacia sus convicciones, volátil y cambiante no tenía nada que ver con la nuestra pero gracias a aquello ahora viajaba en aquel barco rumbo a París.
El frío viento del norte de Noruega pronto dio paso a la inexistente brisa del verano de París. Pronto me sobraron las pieles que adornaban mi espalda y tuve que sustituir mis vestidos de manga larga por vestidos de tirantes o sin ellos. Aquel calor era asfixiante y el aire de aquella ciudad estaba viciado, nada que ver con nuestros verdes y vírgenes bosques. Mis ojos se cerraron, evocando la imagen y el olor de mi hermano, estaba lejos del puerto en el que me hallaba en esos instantes. Calé mi capucha sobre mi rostro y miré a ambos lados antes de bajar del barco. Todas las auras que detectaba eran de humanos o hechiceros pero, aparentemente, no había ningún nosferatu en las inmediaciones aunque no podía estar del todo segura, había demasiada gente, demasiadas auras que se solapaban unas con otras levantándome incluso dolor de cabeza.
Cogí uno de los coches de caballos y cerré los ojos una vez estuve dentro. Necesitaba dormir sobre un colchón en condiciones, posar mis entumecidos huesos y coger fuerzas para rastrear a mi hermano por las calles de aquella ciudad. Quería un lugar cómodo, sin cucarachas que pudieran anidar en mi piel o mi ropa, pero tampoco deseaba alojarme en un lugar ostentoso. Las personas de la alta sociedad tendían a hablar demasiado y, dado que aún no conocía al círculo de la alta sociedad de París, no podía arriesgarme a que mi presencia quedara desvelada a la mínima de cambio a mis enemigos. Un hotel acomodado y alejado del centro de París fue mi opción escogida aunque me temía que pudiera tener problemas para alojarme allí llegando a tales horas de la noche, sola y sin ningún hombre o doncella que me acompañara.
Esperaba que no fuera así pues, aunque el resto de mis heridas habían sanado días tras gracias a la larga travesía, mi herida más grave, en mi muslo derecho aún no se había cerrado y seguía sangrando y supurándome pese a los cuidados diarios que la brindaba. Posé mi mano con delicadeza sobre ella y un dolor terrible recorrió mi pierna haciéndome temblar. Necesitaba descansar y recuperar fuerzas si no quería que aquella herida me pasara factura. Cubrí con la capa la zona del vestido que comenzaba a mancharse de nuevo de mi propia sangre y salí de aquella carroza para dirgirme a la recepción del hotel.
Mis temores se vieron confirmados ante la negativa del recepcionista de darme una habitación si no iba acompañada de algún familiar, una doncella o un prometido o marido que no tirara por los suelos mi "honorable" reputación. Gruñí en voz apenas audible, reprimiendo a la loba que llevaba dentro y que ansiaba salir para arrancar la cabeza de aquel hombre que me menospreciaba y me trataba de manera diferente por mi sexo. Podía escuchar las gotas de sangre resbalando por mi muslo con lentitud para, finalmente, caer sobre el frío suelo de mármol. -Mire Monsieur le aconsejo que me de una habitación de inmediato o de lo contrario...-
Mis palabras se vieron interrumpidas por la caricia de una piel desconocida. Un hombre que me cogía la mano con delicadeza, un hombre que no era humano. Mis sentidos se agudizaron y mi cuerpo se tensó; giré mi rostro con lentitud, llevando mi otra mano al cuchillo que siempre escondía bajo mi ropa mas mis sentidos y mis barreras se relajaron al observar el aura de aquel hombre, un lobo como yo
Con la sangre reseca en la piel y las magulladuras en el cuerpo emprendí aquel nuevo viaje que me esperaba. El último ataque de los nosferatu sobre la manada y el pueblo de humanos al que nosotros protegíamos había sido brutal. Sangre por todos lados y los gritos de niños y niñas inocentes repiqueteaban en mi cabeza cada vez que cerraba mis ojos. Todo por culpa de aquel hermano al que yo aún no conocía y del que cada día que pasaba tenía menos ganas de conocer. Por culpa de Damon, Reidar había abandonado la manada que le correspondía por mértios propios y derechos para buscar a aquel hermano mayor que nosotros al que, según las leyes de sangre, le correspondía todo aquello por lo que mi hermano había luchado toda su vida.
Cerré los ojos sintiendo la fría brisa sobre la cara, empujando mis cabellos castaños hacia atrás y purificando mis heridas, del cuerpo y del alma. Debía viajar a París para enfrentarme a la persona que más me importaba en el mundo, Reidar. Debía enfrentarme a él y obligarle a volver con los suyos, a ocupar el lugar que le correspondía y dejar los juegos de familia feliz para más adelante. Debía volver pues los nosferatu me veían como una líder débil y por ello habían aprovechado mi breve mandato para atacar con todas sus armas disponibles y todos sus efectivos a los míos. La búsqueda de un lobo no justificaba el exterminio de una manada, y mucho menos si esa búsqueda era para darle un lugar que él no merecía.
Había dejado al cargo de la manada al único miembro de nuestra familia que aún quedaba vivo al margen de mis hermanos y yo y, bajo el abrigo y el amparo de la oscura noche había cabalgado sin tregua hasta el puerto más cercano. Temía que algun nosferatu hubiera seguido mis huellas, pero tampoco podía perder mucho tiempo en esconderlas y hacerme imperceptible, debía apurar el tiempo al máximo y traer cuanto antes a mi hermano a casa, esa era mi única prioridad. Los recelos del barco atracado en el puerto sobre llevar a una mujer a bordo, se vieron aplacados con un generoso soborno en oro y joyas; la lealtad de los humanos hacia sus convicciones, volátil y cambiante no tenía nada que ver con la nuestra pero gracias a aquello ahora viajaba en aquel barco rumbo a París.
El frío viento del norte de Noruega pronto dio paso a la inexistente brisa del verano de París. Pronto me sobraron las pieles que adornaban mi espalda y tuve que sustituir mis vestidos de manga larga por vestidos de tirantes o sin ellos. Aquel calor era asfixiante y el aire de aquella ciudad estaba viciado, nada que ver con nuestros verdes y vírgenes bosques. Mis ojos se cerraron, evocando la imagen y el olor de mi hermano, estaba lejos del puerto en el que me hallaba en esos instantes. Calé mi capucha sobre mi rostro y miré a ambos lados antes de bajar del barco. Todas las auras que detectaba eran de humanos o hechiceros pero, aparentemente, no había ningún nosferatu en las inmediaciones aunque no podía estar del todo segura, había demasiada gente, demasiadas auras que se solapaban unas con otras levantándome incluso dolor de cabeza.
Cogí uno de los coches de caballos y cerré los ojos una vez estuve dentro. Necesitaba dormir sobre un colchón en condiciones, posar mis entumecidos huesos y coger fuerzas para rastrear a mi hermano por las calles de aquella ciudad. Quería un lugar cómodo, sin cucarachas que pudieran anidar en mi piel o mi ropa, pero tampoco deseaba alojarme en un lugar ostentoso. Las personas de la alta sociedad tendían a hablar demasiado y, dado que aún no conocía al círculo de la alta sociedad de París, no podía arriesgarme a que mi presencia quedara desvelada a la mínima de cambio a mis enemigos. Un hotel acomodado y alejado del centro de París fue mi opción escogida aunque me temía que pudiera tener problemas para alojarme allí llegando a tales horas de la noche, sola y sin ningún hombre o doncella que me acompañara.
Esperaba que no fuera así pues, aunque el resto de mis heridas habían sanado días tras gracias a la larga travesía, mi herida más grave, en mi muslo derecho aún no se había cerrado y seguía sangrando y supurándome pese a los cuidados diarios que la brindaba. Posé mi mano con delicadeza sobre ella y un dolor terrible recorrió mi pierna haciéndome temblar. Necesitaba descansar y recuperar fuerzas si no quería que aquella herida me pasara factura. Cubrí con la capa la zona del vestido que comenzaba a mancharse de nuevo de mi propia sangre y salí de aquella carroza para dirgirme a la recepción del hotel.
Mis temores se vieron confirmados ante la negativa del recepcionista de darme una habitación si no iba acompañada de algún familiar, una doncella o un prometido o marido que no tirara por los suelos mi "honorable" reputación. Gruñí en voz apenas audible, reprimiendo a la loba que llevaba dentro y que ansiaba salir para arrancar la cabeza de aquel hombre que me menospreciaba y me trataba de manera diferente por mi sexo. Podía escuchar las gotas de sangre resbalando por mi muslo con lentitud para, finalmente, caer sobre el frío suelo de mármol. -Mire Monsieur le aconsejo que me de una habitación de inmediato o de lo contrario...-
Mis palabras se vieron interrumpidas por la caricia de una piel desconocida. Un hombre que me cogía la mano con delicadeza, un hombre que no era humano. Mis sentidos se agudizaron y mi cuerpo se tensó; giré mi rostro con lentitud, llevando mi otra mano al cuchillo que siempre escondía bajo mi ropa mas mis sentidos y mis barreras se relajaron al observar el aura de aquel hombre, un lobo como yo
Última edición por Odalyn Landvik el Sáb Sep 03, 2016 10:53 am, editado 1 vez
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/07/2016
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Parecía que no era la única con una buena habilidad con aquella arma. Ante mis sorprendidos ojos, y sin tanta concentración previa, aquel lobo había clavado su flecha junto a la mía prometiendo con sus actos que aquello no resultaría un duelo tan fácil de ganar como yo había pensado en un principio.
¿Era capaz de sacrificar mi libertad en pos de una apuesta?¿Y si perdía? Debía reconocer que pasar el resto de mi vida unida a aquel atractivo lobo no sería una condena, no física al menos, pero ¿seríamos compatibles?¿podríamos ambos competir con nuestros grandes egos? -¿Y si te dijera que ya me espera otro hombre?- dije caminando a su alrededor mientras buscaba un objetivo al que disparar -Te he dicho que no estoy casada con nadie mas eso no implica que no tenga ya una relación clandestina o... que seas el primero en hundirte entre mis piernas cuando nos desposemos ¿serías capaz de amarme aún así?
Ninguna de todas aquellas cosas era verdad pero, si por alguna remota casualidad yo perdía aquel duelo e iba a pasar el resto de mis días junto a aquel lobo de mirada penetrante, quería saber cuáles eran sus principios, lo que pensaba de las mujeres y la vida en general. Y para qué negarlo, aunque ganara yo aquel duelo, quería conocerle, saber sus pensamientos más profundos y ver si ambos podríamos congeniar.
Amarme... quizá había sonado muy tonto pronunciar aquellas palabras en su presencia sin apenas conocernos pero sí, si iba a pasar mis días con otra persona quería que, al menos él intentara amarme y yo amarle a él. No quería un matrimonio fríoy distante como el de los humanos, como bien le había dicho quería un fiel compañero que me apoyara y me viera como su igual, alguien que buscara mi cuerpo en las frías noches de invierno para después de hacer el amor reír junto al fuego de la chimenea tendidos entre las mantas.
-Dejemos de calentar y juguemos. Te va a doler el trasero de cómo te lo voy a patear cuando te gane a tu propio juego Errol, así que no te emociones pensando que soy tuya pues ahora lo soy tanto como tú eres mío. Disparemos siempre al mismo objetivo ambos, cada vez más lejos, el primero que falle pierde la apuesta-
Sonreí y alejé mis pasos de mi actual posición para, a continuación, volver a empezar aquel ritual de acompasar mi respiración para sentir aquel arco como parte de mí.Respiré una última vez y disparé, clavando mi flecha entre el estrecho espacio que había quedado entre su flecha y la mía. -Tu turno-
¿Era capaz de sacrificar mi libertad en pos de una apuesta?¿Y si perdía? Debía reconocer que pasar el resto de mi vida unida a aquel atractivo lobo no sería una condena, no física al menos, pero ¿seríamos compatibles?¿podríamos ambos competir con nuestros grandes egos? -¿Y si te dijera que ya me espera otro hombre?- dije caminando a su alrededor mientras buscaba un objetivo al que disparar -Te he dicho que no estoy casada con nadie mas eso no implica que no tenga ya una relación clandestina o... que seas el primero en hundirte entre mis piernas cuando nos desposemos ¿serías capaz de amarme aún así?
Ninguna de todas aquellas cosas era verdad pero, si por alguna remota casualidad yo perdía aquel duelo e iba a pasar el resto de mis días junto a aquel lobo de mirada penetrante, quería saber cuáles eran sus principios, lo que pensaba de las mujeres y la vida en general. Y para qué negarlo, aunque ganara yo aquel duelo, quería conocerle, saber sus pensamientos más profundos y ver si ambos podríamos congeniar.
Amarme... quizá había sonado muy tonto pronunciar aquellas palabras en su presencia sin apenas conocernos pero sí, si iba a pasar mis días con otra persona quería que, al menos él intentara amarme y yo amarle a él. No quería un matrimonio fríoy distante como el de los humanos, como bien le había dicho quería un fiel compañero que me apoyara y me viera como su igual, alguien que buscara mi cuerpo en las frías noches de invierno para después de hacer el amor reír junto al fuego de la chimenea tendidos entre las mantas.
-Dejemos de calentar y juguemos. Te va a doler el trasero de cómo te lo voy a patear cuando te gane a tu propio juego Errol, así que no te emociones pensando que soy tuya pues ahora lo soy tanto como tú eres mío. Disparemos siempre al mismo objetivo ambos, cada vez más lejos, el primero que falle pierde la apuesta-
Sonreí y alejé mis pasos de mi actual posición para, a continuación, volver a empezar aquel ritual de acompasar mi respiración para sentir aquel arco como parte de mí.Respiré una última vez y disparé, clavando mi flecha entre el estrecho espacio que había quedado entre su flecha y la mía. -Tu turno-
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 72
Fecha de inscripción : 15/07/2016
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
De nuevo me desafiaba no solo con sus actos si no con la promesa de palabras sin sentido pues ahora parecía asegurar o hacerme creer que ya tenia un hombre que se paseaba entre sus piernas cada noche, otro que la hacia jadear.
¿Entonces? ¿A que jugaba? No era un iluso, había notado como se excitaba frente a mi, como su piel se erizaba bajo el contacto de la mía. Era consciente de que sus labios habían estado tan cerca de los míos que con su aliento había calentado no solo mis labios si no también mis ganas.
Hombría que clamaba por su piel y que ahora se batía en duelo cual burdo juego de azar para lograr su mano.
Mano que ya tenia ganada desde que nuestros ojos se cruzaron.
Quería jugar, jugaríamos, quería hacerse la difícil, adelante.
-Si ya pertenecierais a otro, si vuestra virginidad ya hubiera sido tomada ¿Qué nos impidiera entonces cumplir los instintos que ahora nos demandan sexo? Me acerque a ella hasta pegar mi cuerpo contra el suyo forzándola a recular hasta la pared, allí con mi aliento sobre sus labios y mi virilidad golpeando su pubis le mostré que no hablaba en balde.
-Dime, se que estas excitada, lo huelo, si ya no hay nada que cuidar, si no hay virginidad que proteger, sube conmigo -susurre contra su boca -quizás este juego por tu mano carezca de sentido, mas por ende se nos abre un mundo lleno de posibilidades.
Jadeé contra su boca antes de posar mis dos manos notar la pared de aquella rugosa pared que ahora le servia como sustento a aquella loba.
-Me muero por follarte, si no hay leyes que cumplir Si todas ya las has quebrantado,dime ¿Por que no subimos a dar rienda suelta a los deseos que ocultan nuestras miradas ámbar?
Mantuve mis labios a esa escasa distancia que abrasaba, esa que casi podía ser un leve roce de labios entreabiertos que con cada palabras se acariciaban.
-Te deseo, mas eso ya lo sabes, deja que entre dentro de ti, déjame hacerte aullar de placer.
Sonreí frente a sus labios satisfecho, sabiendo que una parte de mi había ganado ese juego, mas la otra había perdido el juicio.
Ahora ansiaba con todo mi ser tomarla, no solo la había calentado a ella, si no a mi mismo, y necesitaba...necesitaba unas piernas donde meterme, mas algo me decía que su feminidad seguía intacta y que por ende, su mano seguía en juego.
-Dime loba ¿a que quieres jugar conmigo?
Me di la vuelta apenas sin mirar lanzando la flecha que partió la suya por la mitad.
-No quiero jugar, no quiero ganar tu mano de este modo tan sencillo, quiero que me la des, quiero que admitas que te mueres por estar conmigo, que todo lo que tu cuerpo me muestra lo pronuncien tus palabras...
¿Entonces? ¿A que jugaba? No era un iluso, había notado como se excitaba frente a mi, como su piel se erizaba bajo el contacto de la mía. Era consciente de que sus labios habían estado tan cerca de los míos que con su aliento había calentado no solo mis labios si no también mis ganas.
Hombría que clamaba por su piel y que ahora se batía en duelo cual burdo juego de azar para lograr su mano.
Mano que ya tenia ganada desde que nuestros ojos se cruzaron.
Quería jugar, jugaríamos, quería hacerse la difícil, adelante.
-Si ya pertenecierais a otro, si vuestra virginidad ya hubiera sido tomada ¿Qué nos impidiera entonces cumplir los instintos que ahora nos demandan sexo? Me acerque a ella hasta pegar mi cuerpo contra el suyo forzándola a recular hasta la pared, allí con mi aliento sobre sus labios y mi virilidad golpeando su pubis le mostré que no hablaba en balde.
-Dime, se que estas excitada, lo huelo, si ya no hay nada que cuidar, si no hay virginidad que proteger, sube conmigo -susurre contra su boca -quizás este juego por tu mano carezca de sentido, mas por ende se nos abre un mundo lleno de posibilidades.
Jadeé contra su boca antes de posar mis dos manos notar la pared de aquella rugosa pared que ahora le servia como sustento a aquella loba.
-Me muero por follarte, si no hay leyes que cumplir Si todas ya las has quebrantado,dime ¿Por que no subimos a dar rienda suelta a los deseos que ocultan nuestras miradas ámbar?
Mantuve mis labios a esa escasa distancia que abrasaba, esa que casi podía ser un leve roce de labios entreabiertos que con cada palabras se acariciaban.
-Te deseo, mas eso ya lo sabes, deja que entre dentro de ti, déjame hacerte aullar de placer.
Sonreí frente a sus labios satisfecho, sabiendo que una parte de mi había ganado ese juego, mas la otra había perdido el juicio.
Ahora ansiaba con todo mi ser tomarla, no solo la había calentado a ella, si no a mi mismo, y necesitaba...necesitaba unas piernas donde meterme, mas algo me decía que su feminidad seguía intacta y que por ende, su mano seguía en juego.
-Dime loba ¿a que quieres jugar conmigo?
Me di la vuelta apenas sin mirar lanzando la flecha que partió la suya por la mitad.
-No quiero jugar, no quiero ganar tu mano de este modo tan sencillo, quiero que me la des, quiero que admitas que te mueres por estar conmigo, que todo lo que tu cuerpo me muestra lo pronuncien tus palabras...
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Su cuerpo se pegó junto al mío,acorralándome contra aquella pared y haciéndome prisionera de mis propias palabras. Me deseaba, sus ojos me lo decían y su hombría en alza contra mi sexo lo confirmaba. Un tímido jadeo se escapó de mis labios al tiempo que mis ojos se cerraban para reprimir aquel deseo y tratar por un rato más no dejarle ganar aquel juego.
-Las leyes- dije con la respiración agitada contra sus labios -Son las leyes las que no te permiten disfrutar de las mieles de mi piel por mucho que otro ya las haya disfrutado. Tú si que respetas la ley así que si quieres gozar de mi cuerpo desnudo entre tus brazos tendrías que desposarte conmigo y ganar esta burda apuesta-
Aparté su cuerpo con cierta violencia del mío, tratando en vano de deshacerme así del hechizo que su cuerpo había lanzado sobre mi ser. Apunté de nuevo y, ahora con decisión y sin pensarlo demasiado lancé una nueva flecha que se calvó con violencia sobre la suya, partiéndola también a la mitad y haciendo que las plumas que adornaban su cola cayeran al suelo.
Giré mi cuerpo para contemplarle con aquella sonrisa socarrona que me caracterizaba, una sonrisa que dejaba entrever que no se lo pondría fácil. Le deseaba sí, pero él también me deseaba a mi desde el instante que me había cogido en brazos para salvarme de caer desmayada frente al recepcionista.
-¿Y tú? ¿A qué quieres jugar?- pregunté caminando de nuevo hacia su cuerpo, siendo ahora yo la que lo acorralaba contra la pared y la que pegaba el cuerpo contra el ajeno sin dejar que el aire osara perturbar nuestra cercanía -Te mueres por besarme pero lo que no sé es si deseas follarme únicamente y ser el primero en clavarte entre mis piernas y contemplar con orgullo como un reguero de sangre resbala por mis muslos cuando tu miembro entre en lugar inexplorado o, por el contrario, deseas que esta chica lidere junto a ti tu manda-
Mis labios se pegaron peligrosamente a los suyos, anticipando un beso que se quedó en un simple roce contra sus labios. Ojos ámbar por la cercanía de nuestros cuerpos, su hombría en alza, mi corazón agitado e, intuía, que mi ropa interior húmeda por su cercanía. -Si esperas que te suplique porque le pidas mi mano a Reidar puedes esperar sentado, el orgullo es uno de mis mayores pecados y creo que es tarea de hombres el hincar la rodilla en el suelo y rendirse a los encantos de una loba que os está volviendo locos a ti y a tu miembro-
Me aparté de su cuerpo, cargué mi arco y disparé clavando la flecha entre sus piernas, rozando peligrosamente su entrepierna y una sonrisa socarrona se dibujó de nuevo entre mis labios. -Dime tú que deseas aullar a mi lado a la luna, que deseas desvirgarme y que te de cachorros, ríndete Errol, porque al arco no vas a ganarme-
-Las leyes- dije con la respiración agitada contra sus labios -Son las leyes las que no te permiten disfrutar de las mieles de mi piel por mucho que otro ya las haya disfrutado. Tú si que respetas la ley así que si quieres gozar de mi cuerpo desnudo entre tus brazos tendrías que desposarte conmigo y ganar esta burda apuesta-
Aparté su cuerpo con cierta violencia del mío, tratando en vano de deshacerme así del hechizo que su cuerpo había lanzado sobre mi ser. Apunté de nuevo y, ahora con decisión y sin pensarlo demasiado lancé una nueva flecha que se calvó con violencia sobre la suya, partiéndola también a la mitad y haciendo que las plumas que adornaban su cola cayeran al suelo.
Giré mi cuerpo para contemplarle con aquella sonrisa socarrona que me caracterizaba, una sonrisa que dejaba entrever que no se lo pondría fácil. Le deseaba sí, pero él también me deseaba a mi desde el instante que me había cogido en brazos para salvarme de caer desmayada frente al recepcionista.
-¿Y tú? ¿A qué quieres jugar?- pregunté caminando de nuevo hacia su cuerpo, siendo ahora yo la que lo acorralaba contra la pared y la que pegaba el cuerpo contra el ajeno sin dejar que el aire osara perturbar nuestra cercanía -Te mueres por besarme pero lo que no sé es si deseas follarme únicamente y ser el primero en clavarte entre mis piernas y contemplar con orgullo como un reguero de sangre resbala por mis muslos cuando tu miembro entre en lugar inexplorado o, por el contrario, deseas que esta chica lidere junto a ti tu manda-
Mis labios se pegaron peligrosamente a los suyos, anticipando un beso que se quedó en un simple roce contra sus labios. Ojos ámbar por la cercanía de nuestros cuerpos, su hombría en alza, mi corazón agitado e, intuía, que mi ropa interior húmeda por su cercanía. -Si esperas que te suplique porque le pidas mi mano a Reidar puedes esperar sentado, el orgullo es uno de mis mayores pecados y creo que es tarea de hombres el hincar la rodilla en el suelo y rendirse a los encantos de una loba que os está volviendo locos a ti y a tu miembro-
Me aparté de su cuerpo, cargué mi arco y disparé clavando la flecha entre sus piernas, rozando peligrosamente su entrepierna y una sonrisa socarrona se dibujó de nuevo entre mis labios. -Dime tú que deseas aullar a mi lado a la luna, que deseas desvirgarme y que te de cachorros, ríndete Errol, porque al arco no vas a ganarme-
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/07/2016
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Apartó mi cuerpo del suyo con un atisbo de frustración en su voz, esa que intentaba aparentar que el deseo no la alcanzaba, mas por el contrario yo lograba ver todo su cuerpo sacudirse frente al mio.
Una sonrisa triunfal invadió mi rostro cuando su respiración tan agitada como la mía acompañó a sus palabras.
Palabras que me invitaban de un modo u otro a traicionar las leyes.
Negué con la cabeza mirándola.
-Si otro ya te ha disfrutado, si la sangre ya ha invadido tus muslos porque otro ha logrado apoderarse de l oque hoy creo mio por derecho, no hay ley que me impida en este preciso instante subir a esa habitación para dar rienda suelta a lo que deseamos. Dime ¿mantienes tu virginidad? Si es así, jugare al juego que desees y esperare hasta que tu hermano me de tu mano, hasta entonces por mas que lo desee no te tocare.
De nuevo nuestros cuerpos se buscaron haciendo que ni una brizna de aire pudiera pasar entre ellos,de nuevo las afiladas palabras se chocaban conra mis labios, voraces no solo de apoderarse de ellos si no de hacerme enloquecer y enfurecer a partes iguales.
-Si, deseo ver como vuestros muslos se manchan de sangre, como mi hombría es la que os descubre los mayores placeres jamas logrados, necesito que seáis mía en cuerpo y alma porque asi me han educado.
Porque no encuentro mayor placer, que oíros aullar al correros mientras os penetro una y otra vez.
Claro que deseo besaros, solo un loco o un ciego no lo desearía. Mas no tiene mas merito mis intenciones ¿preferiríais que os tomara una noche y abandonara al día siguiente? Si, quiero follaros pero eso no quita que también os quiera a mi lado, para tener cachorros, para volvernos locos y para liderar mi manada.
Escuche de nuevo esas palabras desafiantes que me exigían la rendición ¿por que lo hacia tan difícil?
-No me gusta perder ni jugando a las canicas, así que no voy a ofrecerte una rendición pactada.
Pediré vuestra mano porque eso es l oque yo deseo, y no me importa esperar sentado, tampoco es que me canse especialmente estando en pie.
Su siguiente disparo fue certero, mas el mio no se quedo atrás, empezaba a pensar que partir nuestras fechas empezaba a resultar frustrante.
-Vamos, dilo di que me deseas, sométete ante mi, se mi alfa, deja que mis labios recorran tu cuello y mis caricias tu cuerpo, no podemos culminar el acto, mas déjame enseñarte el placer.
Una sonrisa triunfal invadió mi rostro cuando su respiración tan agitada como la mía acompañó a sus palabras.
Palabras que me invitaban de un modo u otro a traicionar las leyes.
Negué con la cabeza mirándola.
-Si otro ya te ha disfrutado, si la sangre ya ha invadido tus muslos porque otro ha logrado apoderarse de l oque hoy creo mio por derecho, no hay ley que me impida en este preciso instante subir a esa habitación para dar rienda suelta a lo que deseamos. Dime ¿mantienes tu virginidad? Si es así, jugare al juego que desees y esperare hasta que tu hermano me de tu mano, hasta entonces por mas que lo desee no te tocare.
De nuevo nuestros cuerpos se buscaron haciendo que ni una brizna de aire pudiera pasar entre ellos,de nuevo las afiladas palabras se chocaban conra mis labios, voraces no solo de apoderarse de ellos si no de hacerme enloquecer y enfurecer a partes iguales.
-Si, deseo ver como vuestros muslos se manchan de sangre, como mi hombría es la que os descubre los mayores placeres jamas logrados, necesito que seáis mía en cuerpo y alma porque asi me han educado.
Porque no encuentro mayor placer, que oíros aullar al correros mientras os penetro una y otra vez.
Claro que deseo besaros, solo un loco o un ciego no lo desearía. Mas no tiene mas merito mis intenciones ¿preferiríais que os tomara una noche y abandonara al día siguiente? Si, quiero follaros pero eso no quita que también os quiera a mi lado, para tener cachorros, para volvernos locos y para liderar mi manada.
Escuche de nuevo esas palabras desafiantes que me exigían la rendición ¿por que lo hacia tan difícil?
-No me gusta perder ni jugando a las canicas, así que no voy a ofrecerte una rendición pactada.
Pediré vuestra mano porque eso es l oque yo deseo, y no me importa esperar sentado, tampoco es que me canse especialmente estando en pie.
Su siguiente disparo fue certero, mas el mio no se quedo atrás, empezaba a pensar que partir nuestras fechas empezaba a resultar frustrante.
-Vamos, dilo di que me deseas, sométete ante mi, se mi alfa, deja que mis labios recorran tu cuello y mis caricias tu cuerpo, no podemos culminar el acto, mas déjame enseñarte el placer.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Mía, Tres letras que por separado tendían a significar más bien poco pero que, juntas formaban una palabra con mucho poder y con mayor significado. Aquel lobo quería, ansiaba, que fuese suya, tanto como lo era ya de la luna pero, esta ancestral idea de posesión no implicaba la ausencia de libertad por pertenecerle, sino que me otorgaba el poder de ser libre entre sus brazos.
Así éramos los lobos, directos, claros y concisos. Sin rodeos. Podíamos enrollarnos en las piernas de muchos otros pero, cuando te topabas cara a cara con tu compañero, aquel al que darías hijos y con el que aullarías a la luna, lo sabías, lo sentías en las entrañas. Bastaba una mirada o un roce con su cálida piel para saber que os pertenecíais el uno al otro. Podría amar a muchos otros y él hundirse en las piernas de muchas otras lobas pero, al acabar el día, cuando la decisión estuviera tomada, volveríamos a buscarnos el uno al otro. Porque él era ya mío, porque yo había sido siempre suya.
Sí, le deseaba. Claro que lo hacía y él lo sabía, lo sentía en su piel y en la mía. Lo sabía pero no le bastaba con aquello. Como buen lobo orgulloso y seguro de sí mismo y de su atractivo natural, quería verme agachar las orejas, ruborizarme ante su imponente presencia y, admitir muy a mi pesar y tragándome todo mi orgullo, que me moría por posar las yemas de mis dedos sobre su torso desnudo. Anhelaba que le susurrara que ansiaba sus labios, dibujando en mi cuerpo con besos el camino mismo de la perdición. Ambos queríamos la rendición del otro y ambos nos quedaríamos con las ganas, porque él no pensaba rendirse a mis pies y yo, por ahora, no tenía intención de sucumbir por completo a sus demandas.
Mis ojos buscaron sus labios que, alejados de los míos, se torcían en una graciosa mueca de deseo e impaciencia por conocer mi respuesta. Mis pasos, lentos pero seguros, volvieron a llevarme frente a su cuerpo, un cuerpo que ya casi consideraba más mío que suyo. De nuevo la distancia entre nuestros cuerpos se desvaneció, proporcionándonos esa intimidad de las personas que se deseaban y se necesitaban,porque si, necesitaba salvar la distancia entre su cuerpo y el mio, necesitaba memorizar cada uno de sus gestos, cada una de las contracciones de sus músculos y deseaba guardar en mi memoria cada una de las sonrisas que me dedicara desde aquel mismo instante.
Una mirada de color ámbar y una sonrisa en mis carnosos labios fueron el preludio de lo que sería el principio del fin entre nosotros dos.
Aquel lobo testarudo no obtendría mi rendición en forma de palabras como él ansiaba, pero sí de mis labios. -Sí, te deseo- susurré contra sus labios comprobando como se entremezclaban nuestros alientos al tiempo que aquella adorable sonrisa socarrona volvía a dibujarse en sus labios -no te emociones querido... Te deseo tanto como tú me deseas a mi- De nuevo un mohín en sus labios y la intención de protestar pintada a fuego en ellos mas no dejé que emitiera sonido alguno pues los míos se encargaron de acallarlos con un lento y sensual beso.
Aquella era mi rendición a todos sus encantos,a todas sus propuestas y, en el momento mismo en que mis manos soltaron el arco para acomodarse en su cuello, supe que aquello era real, que ambos nos pertenecíamos el uno al otro y que probablemente no volveríamos a separarnos. Recorrí aquel territorio inexplorado que eran sus labios con lentitud, memorizando cada curva de los mismos con cada beso, jugando con ellos mientras él entreabría los suyos para colar su lengua, traviesa y ansiosa en mi boca; la enredó con la mía y yo no pude hacer otra cosa que no fuera pegar mi cuerpo al suyo con timidez y jadear junto a sus labios. Nunca antes me habían besado así y nunca antes había deseado que Reidar estuviera aquí para conceder mi mano a aquel lobo.
Aparté con lentitud mis labios de los suyos, observando con diversión como de nuevo se dibujaba en los ajenos aquella sonrisa triunfal y orgullosa al saberme suya -lo que hay que hacer por callar la boca a un lobo testarudo- dije entre risas sin apartar mis ojos de los suyos.
Agaché mi cuerpo para tomar del suelo mi preciado arco, ocultando con mi mano el escote de aquella blusa que, al agacharme, me hacía enseñar hasta el alma -Supongo que podemos dejar esta apuesta en un empate técnico ¿no crees? Al fin y al cabo, ganara o perdiera ibas a pedir mi mano porque te vuelvo loco-
Sonreí de nuevo notando un cierto rubor en mis mejillas y, en un acto de atrevimiento y temiendo el rechazo, me acerqué a sus labios para robar un tímido beso de los ajenos, con miedo de que lo rechazara. -¿Y si volvemos a la habitación, nos cambiamos y bajamos a cenar? Esta herida me ha abierto el apetito y... una cena es la excusa perfecta para conocer más cosas de ti pues no pienso compartir habitación y lecho esta noche con un perfecto desconocido-
Así éramos los lobos, directos, claros y concisos. Sin rodeos. Podíamos enrollarnos en las piernas de muchos otros pero, cuando te topabas cara a cara con tu compañero, aquel al que darías hijos y con el que aullarías a la luna, lo sabías, lo sentías en las entrañas. Bastaba una mirada o un roce con su cálida piel para saber que os pertenecíais el uno al otro. Podría amar a muchos otros y él hundirse en las piernas de muchas otras lobas pero, al acabar el día, cuando la decisión estuviera tomada, volveríamos a buscarnos el uno al otro. Porque él era ya mío, porque yo había sido siempre suya.
Sí, le deseaba. Claro que lo hacía y él lo sabía, lo sentía en su piel y en la mía. Lo sabía pero no le bastaba con aquello. Como buen lobo orgulloso y seguro de sí mismo y de su atractivo natural, quería verme agachar las orejas, ruborizarme ante su imponente presencia y, admitir muy a mi pesar y tragándome todo mi orgullo, que me moría por posar las yemas de mis dedos sobre su torso desnudo. Anhelaba que le susurrara que ansiaba sus labios, dibujando en mi cuerpo con besos el camino mismo de la perdición. Ambos queríamos la rendición del otro y ambos nos quedaríamos con las ganas, porque él no pensaba rendirse a mis pies y yo, por ahora, no tenía intención de sucumbir por completo a sus demandas.
Mis ojos buscaron sus labios que, alejados de los míos, se torcían en una graciosa mueca de deseo e impaciencia por conocer mi respuesta. Mis pasos, lentos pero seguros, volvieron a llevarme frente a su cuerpo, un cuerpo que ya casi consideraba más mío que suyo. De nuevo la distancia entre nuestros cuerpos se desvaneció, proporcionándonos esa intimidad de las personas que se deseaban y se necesitaban,porque si, necesitaba salvar la distancia entre su cuerpo y el mio, necesitaba memorizar cada uno de sus gestos, cada una de las contracciones de sus músculos y deseaba guardar en mi memoria cada una de las sonrisas que me dedicara desde aquel mismo instante.
Una mirada de color ámbar y una sonrisa en mis carnosos labios fueron el preludio de lo que sería el principio del fin entre nosotros dos.
Aquel lobo testarudo no obtendría mi rendición en forma de palabras como él ansiaba, pero sí de mis labios. -Sí, te deseo- susurré contra sus labios comprobando como se entremezclaban nuestros alientos al tiempo que aquella adorable sonrisa socarrona volvía a dibujarse en sus labios -no te emociones querido... Te deseo tanto como tú me deseas a mi- De nuevo un mohín en sus labios y la intención de protestar pintada a fuego en ellos mas no dejé que emitiera sonido alguno pues los míos se encargaron de acallarlos con un lento y sensual beso.
Aquella era mi rendición a todos sus encantos,a todas sus propuestas y, en el momento mismo en que mis manos soltaron el arco para acomodarse en su cuello, supe que aquello era real, que ambos nos pertenecíamos el uno al otro y que probablemente no volveríamos a separarnos. Recorrí aquel territorio inexplorado que eran sus labios con lentitud, memorizando cada curva de los mismos con cada beso, jugando con ellos mientras él entreabría los suyos para colar su lengua, traviesa y ansiosa en mi boca; la enredó con la mía y yo no pude hacer otra cosa que no fuera pegar mi cuerpo al suyo con timidez y jadear junto a sus labios. Nunca antes me habían besado así y nunca antes había deseado que Reidar estuviera aquí para conceder mi mano a aquel lobo.
Aparté con lentitud mis labios de los suyos, observando con diversión como de nuevo se dibujaba en los ajenos aquella sonrisa triunfal y orgullosa al saberme suya -lo que hay que hacer por callar la boca a un lobo testarudo- dije entre risas sin apartar mis ojos de los suyos.
Agaché mi cuerpo para tomar del suelo mi preciado arco, ocultando con mi mano el escote de aquella blusa que, al agacharme, me hacía enseñar hasta el alma -Supongo que podemos dejar esta apuesta en un empate técnico ¿no crees? Al fin y al cabo, ganara o perdiera ibas a pedir mi mano porque te vuelvo loco-
Sonreí de nuevo notando un cierto rubor en mis mejillas y, en un acto de atrevimiento y temiendo el rechazo, me acerqué a sus labios para robar un tímido beso de los ajenos, con miedo de que lo rechazara. -¿Y si volvemos a la habitación, nos cambiamos y bajamos a cenar? Esta herida me ha abierto el apetito y... una cena es la excusa perfecta para conocer más cosas de ti pues no pienso compartir habitación y lecho esta noche con un perfecto desconocido-
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Su cuerpo volvió a pegarse al mio en esa incesante lucha de egos, de vaivenes que lograban separar y orillar nuestros cuerpos hasta no poder mas.
La cordura hacia tiempo nos había abandonado y ahora eran nuestros instintos, nuestros orgullos y porque no nuestra lujuria la que manejaba las cuerdas de las marionetas en las que nos habíamos convertido.
Sus labios contra los míos susurraron con palabras lo que para mi era una rendición, un te deseo que lo significaba todo, deje escapar el aire ronco contra su labios antes de sonreír triunfal muy excitado, dispuesto a dar otro paso mas a tomar sus labios entre los míos ¿eso había ansiado desde que mis ojos se posaron en los suyos.
Mas la siguiente frase volvía a trazar desafió y distancia entre nosotros, de nuevo el juego del ratón y el gato empezaba dibujando sobre mis labios un odioso mohin.
Estaba dispuesto a protestar cuando su boca se enzarzo con la mía.
Entreabrí los labios necesitado del roce de los suyos, del ardor que estos y no otro provocaban contra los míos, ansiando que nuestras lenguas que se buscaban desesperadas nos llevaran al cielo, si es que no era esto que acababa de alcanzar con uno solo de sus besos ese cielo en el que con fervor creía y en el que acaba de convertirla a ella en mi diosa.
Su arco cayo al suelo, ¿no era esa la rendición que esperaba? Sus brazos rodearon mi cuello y mis manos su cintura para pegarla con necesidad a mi cuerpo, jadeé contra su boca mostrando contra su pelvis la dureza de mi hombría.
Virilidad que pugnaba ferviente por hacerla tan mía como ahora la sentía, necesitaba sentir el calor de sus paredes cubriendo mi falo, aquel sabor de su boca me hacia enloquecer cuando con calma recorría cada curva de mis labios que yo deseoso le otorgaba acoplándonos de forma perfecta.
Se separo para hundir su mirada en la mía, soltando una desafiante frase que ahora poco me importaba.
-Callame cuando quieras si este es el modo. -Susurré aun jadeando contra su boca.
¿Acaso mis jadeos no le mostraban también mi rendición? Esa que había ansiado y esperado toda la noche y parte del día.
-¿Empate técnico? -reí divertido cuando vi como se agachaba para recoger el arco -vaya, pensaba que te había ganado, mas vale, dejemoslo en empate, como bien dices voy a pedir tu mano igual.
Mis ojos se hundieron en los suyos de nuevo buscando las palabras exactas para formular la pregunta que me quebraba el alma.
-Odalyn, iré a cenar contigo, al infierno si me lo pides pero ates, dime, ¿eres virgen?
Todo mi ser suplicaba que lo fuera, no podía desposarme con una loba que no lo fuera, esas eran las lees que yo respetaba y juro por los dioses que la deseaba, que ella era la elegida, lo supe desde el primer instante en que la vi, mas no podía renunciar a que la noche de bodas, esa que ambos compartiriamos según la tradición, por primera vez la montara como mujer, sintiendo la sangre caliente resbalar por sus muslos, y esa misma noche cuando la luna nos convirtiera en lo que eramos volviera ha hacerlo como lobo, como su alfa, sometiéndola a mi.
Admire su belleza eterna, esperando que esta vez se tomara en serio mi pregunta, pues aunque para ella no fuera importante para mi era vital, su respuesta marcaría la trayectoria de nuestras vidas.
La cordura hacia tiempo nos había abandonado y ahora eran nuestros instintos, nuestros orgullos y porque no nuestra lujuria la que manejaba las cuerdas de las marionetas en las que nos habíamos convertido.
Sus labios contra los míos susurraron con palabras lo que para mi era una rendición, un te deseo que lo significaba todo, deje escapar el aire ronco contra su labios antes de sonreír triunfal muy excitado, dispuesto a dar otro paso mas a tomar sus labios entre los míos ¿eso había ansiado desde que mis ojos se posaron en los suyos.
Mas la siguiente frase volvía a trazar desafió y distancia entre nosotros, de nuevo el juego del ratón y el gato empezaba dibujando sobre mis labios un odioso mohin.
Estaba dispuesto a protestar cuando su boca se enzarzo con la mía.
Entreabrí los labios necesitado del roce de los suyos, del ardor que estos y no otro provocaban contra los míos, ansiando que nuestras lenguas que se buscaban desesperadas nos llevaran al cielo, si es que no era esto que acababa de alcanzar con uno solo de sus besos ese cielo en el que con fervor creía y en el que acaba de convertirla a ella en mi diosa.
Su arco cayo al suelo, ¿no era esa la rendición que esperaba? Sus brazos rodearon mi cuello y mis manos su cintura para pegarla con necesidad a mi cuerpo, jadeé contra su boca mostrando contra su pelvis la dureza de mi hombría.
Virilidad que pugnaba ferviente por hacerla tan mía como ahora la sentía, necesitaba sentir el calor de sus paredes cubriendo mi falo, aquel sabor de su boca me hacia enloquecer cuando con calma recorría cada curva de mis labios que yo deseoso le otorgaba acoplándonos de forma perfecta.
Se separo para hundir su mirada en la mía, soltando una desafiante frase que ahora poco me importaba.
-Callame cuando quieras si este es el modo. -Susurré aun jadeando contra su boca.
¿Acaso mis jadeos no le mostraban también mi rendición? Esa que había ansiado y esperado toda la noche y parte del día.
-¿Empate técnico? -reí divertido cuando vi como se agachaba para recoger el arco -vaya, pensaba que te había ganado, mas vale, dejemoslo en empate, como bien dices voy a pedir tu mano igual.
Mis ojos se hundieron en los suyos de nuevo buscando las palabras exactas para formular la pregunta que me quebraba el alma.
-Odalyn, iré a cenar contigo, al infierno si me lo pides pero ates, dime, ¿eres virgen?
Todo mi ser suplicaba que lo fuera, no podía desposarme con una loba que no lo fuera, esas eran las lees que yo respetaba y juro por los dioses que la deseaba, que ella era la elegida, lo supe desde el primer instante en que la vi, mas no podía renunciar a que la noche de bodas, esa que ambos compartiriamos según la tradición, por primera vez la montara como mujer, sintiendo la sangre caliente resbalar por sus muslos, y esa misma noche cuando la luna nos convirtiera en lo que eramos volviera ha hacerlo como lobo, como su alfa, sometiéndola a mi.
Admire su belleza eterna, esperando que esta vez se tomara en serio mi pregunta, pues aunque para ella no fuera importante para mi era vital, su respuesta marcaría la trayectoria de nuestras vidas.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Sus labios encajaban a la perfección sobre los míos, atravesándolos y haciéndose uno solo. Parecía que ambos estuviéramos hechos el uno para el otro y ahora, tras años de búsqueda por fin nos habíamos encontrado. La tregua de aquel beso finalizó con sus palabras y sus intenciones. Sí, a partir de ahora le callaría con besos y caricias cuando quisiera salirme con la mía pero, sabía también que en el momento en el que yo fuera su loba, la mujer con la que lideraría la manada, no quedaría relegada a un segundo plano. Escucharía mis ideas y las discutiría conmigo sin tirarlas por tierra porque así éramos nosotros.
-Parece que mi virginidad es la última barrera que he de salvar contigo para que te rindas, para que te decidas a rendirte a todo eso que ambos hemos sentido con este beso- posé mi mano sobre su pecho sintiendo de nuevo su hombría pegándose junto a mi cuerpo -Sé que para ti la ley es importante, es crucial y sólo por eso te vas a librar de un bofetón porque esas cosas no se le preguntan a una mujer Errol-
Suspiré mirandole a los ojos con el gesto serio. Me hubiera gustado sentir que esa sensación de ser uno del otro fuera total por su parte, que ni todos los obstáculos le impidieran correr para tomarme, para tenerme y ser suya. Eso era lo que yo esperaba pero, al parecer, la ley era dura pero él debía cumplirla siempre a pesar de lo que sus instintos le dijeran.
-Serás el primer hombre que clave su hombría en mis piernas mas, igual que tú, porto fantasmas de viejos amores y amores imposibles a mis espaldas pero ninguno ha sido el adecuado para merecer mi cuerpo y mi vida ligada a la suya. Serás quien me desvirgue, mas puede que mis largas horas a caballo sean las culpables de privarte de la excitante sensación de sentir la sangre resbalar por mis pálidos y tersos muslos cuando me hagas mujer...-
Deposité de nuevo un lento beso sobre aquellos labios que, de ahora en adelante, serían mi refugio y mi hogar cuando me hallara perdida o asustada. Mi lugar favorito en el mundo superado tan solo por el refugio de sus brazos sobre mi piel desnuda acunándome en las noches de luna llena.
-Sería inútil preguntarte si para ti yo seré también tu primera mujer en el lecho pues ya sé que la respuesta es negativa. Lo único que necesito saber Errol es que no tendré que luchar con el fantasma de otras lobas en tu piel, que no seré la primera pero que a partir del mismo instante en que lo tengas claro, sí que seré la última, la única mujer en la que a partir de ahora descargarás tu simiente y a la única que recurrirás para saciar los apetitos de tu carne y de tu corazón-
Él no concebía casarse con una mujer que él supiera que no era virgen pero yo tenía mis propias creencias y no pensaba compartir lecho con él y los fantasmas de sus amores del pasado. No pensaba tolerar que él trajera de nuevo a la vida a estos fantasmas y, si esa era su intención, podía olvidarse en ese mismo instante de pedir mi mano y ser mi compañero, mi alfa, pues no había ley ni orden que me hiciera cambiar de parecer.
A aquel lobo le gustaba ganar todos y cada uno de sus juegos y, si ahora deseaba ganar mi mano y mi corazón, la decisión y su victoria estaban únicamente en sus manos pues mis labios ya se habían rendido al embrujo de los suyos.
-Parece que mi virginidad es la última barrera que he de salvar contigo para que te rindas, para que te decidas a rendirte a todo eso que ambos hemos sentido con este beso- posé mi mano sobre su pecho sintiendo de nuevo su hombría pegándose junto a mi cuerpo -Sé que para ti la ley es importante, es crucial y sólo por eso te vas a librar de un bofetón porque esas cosas no se le preguntan a una mujer Errol-
Suspiré mirandole a los ojos con el gesto serio. Me hubiera gustado sentir que esa sensación de ser uno del otro fuera total por su parte, que ni todos los obstáculos le impidieran correr para tomarme, para tenerme y ser suya. Eso era lo que yo esperaba pero, al parecer, la ley era dura pero él debía cumplirla siempre a pesar de lo que sus instintos le dijeran.
-Serás el primer hombre que clave su hombría en mis piernas mas, igual que tú, porto fantasmas de viejos amores y amores imposibles a mis espaldas pero ninguno ha sido el adecuado para merecer mi cuerpo y mi vida ligada a la suya. Serás quien me desvirgue, mas puede que mis largas horas a caballo sean las culpables de privarte de la excitante sensación de sentir la sangre resbalar por mis pálidos y tersos muslos cuando me hagas mujer...-
Deposité de nuevo un lento beso sobre aquellos labios que, de ahora en adelante, serían mi refugio y mi hogar cuando me hallara perdida o asustada. Mi lugar favorito en el mundo superado tan solo por el refugio de sus brazos sobre mi piel desnuda acunándome en las noches de luna llena.
-Sería inútil preguntarte si para ti yo seré también tu primera mujer en el lecho pues ya sé que la respuesta es negativa. Lo único que necesito saber Errol es que no tendré que luchar con el fantasma de otras lobas en tu piel, que no seré la primera pero que a partir del mismo instante en que lo tengas claro, sí que seré la última, la única mujer en la que a partir de ahora descargarás tu simiente y a la única que recurrirás para saciar los apetitos de tu carne y de tu corazón-
Él no concebía casarse con una mujer que él supiera que no era virgen pero yo tenía mis propias creencias y no pensaba compartir lecho con él y los fantasmas de sus amores del pasado. No pensaba tolerar que él trajera de nuevo a la vida a estos fantasmas y, si esa era su intención, podía olvidarse en ese mismo instante de pedir mi mano y ser mi compañero, mi alfa, pues no había ley ni orden que me hiciera cambiar de parecer.
A aquel lobo le gustaba ganar todos y cada uno de sus juegos y, si ahora deseaba ganar mi mano y mi corazón, la decisión y su victoria estaban únicamente en sus manos pues mis labios ya se habían rendido al embrujo de los suyos.
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Escuché como sus palabras contestaban a mi pregunta, esta vez parecía habérsela tomado en serio, empezaba a conocerme, sabia que no me saltaría esa norma, no esa ni ninguna de las leyes que me definían no solo como lobo si no como alfa.
Jadeé contra sus labios cuando me confirmo aquello que yo tanto ansiaba, que era mía, que su virginidad seria tomada por mi de las dos formas posibles, todo mi ser se revolvió frente a ella, sus hormonas me volvían loco y sus palabras me daban el pistoletazo de salida para poseerla.
Enarque una ceja cuando sus palabras me dijeron que había montado mucho a caballo y que quizás por eso no sangraría el día de nuestra boda. Mas yo ansiaba esa sangre resbalando por su entrepierna, necesitaba sentir como mojaba mi falo no solo por su excitación si no también por esa entrega que solo la vitae carmesí me confirmaría caliente saliendo de ella, como un regalo.
Jadee de nuevo contra su cuerpo pegando mas si es que se podía mi dura virilidad a su vientre.
-¿Te has roto el imen montando? Otra pregunta que no se le hacia a una dama.
Deposito un beso en mis labios que me supo a gloria, beso que yo alargue con desesperación introduciendo mi lengua en la ajena acaparando así su sabor a bosque, mis manos se pasearon por su cuerpo despacio hasta alcanzar las cintas de su corsee con las que juguetee sin poder controlar la brusca respiración que golpeaba su boca una y otra vez.
-Me estas volviendo loco, quizás deberíamos subir a la habitación, beber algo y darme una ducha de agua fría, te llevare a cenar si así lo deseas, ya me has dicho que no compartirás habitación con un completo desconocido.
Escuche después como me pedía que le hablara de los fantasmas de mi pasado de otras hembras que para mi hubieran sido importantes, y claro que las había, había compartido lecho con muchas y confieso que alguna había alcanzado a tocar mi corazón, mas igual que para ella eso solo serian recuerdos, fantasmas que no tenían porque volver a nuestras vidas.
-Seras la ultima Odalyn, si tu te comportas como mi alfa, si me respetas y amas, si te conviertes en mi compañera, aliada y madre de mis hijos juro ante los dioses y frente a las leyes de la manada que seras la única mujer que cope no solo mi lecho si no también mis pensamientos.
Mas espero que eso sea reciproco y que tus fantasmas no estropeen lo nuestro.
Cerré los ojos apoyando mi frente contra la ajena mientras dejaba escapar el aire excitado contra sus labios.
-Hueles muchísimo, noto tus hormonas, estas en celo y yo volviéndome loco, te deseo, te necesito, querías mi rendición y aquí la tienes, estoy desesperado porque tu olor me turba haciéndome ansiar lo que ya creo mio por derecho ¿entiendes?
Quizás debería subir a la habitación mientras ella se ponis cómoda para irnos de cena, entrar en el baño y darme solo una ducha y una tregua a mi hombría que ahora palpitante no pensaba en otra cosa que en cubrirla.
Jadeé contra sus labios cuando me confirmo aquello que yo tanto ansiaba, que era mía, que su virginidad seria tomada por mi de las dos formas posibles, todo mi ser se revolvió frente a ella, sus hormonas me volvían loco y sus palabras me daban el pistoletazo de salida para poseerla.
Enarque una ceja cuando sus palabras me dijeron que había montado mucho a caballo y que quizás por eso no sangraría el día de nuestra boda. Mas yo ansiaba esa sangre resbalando por su entrepierna, necesitaba sentir como mojaba mi falo no solo por su excitación si no también por esa entrega que solo la vitae carmesí me confirmaría caliente saliendo de ella, como un regalo.
Jadee de nuevo contra su cuerpo pegando mas si es que se podía mi dura virilidad a su vientre.
-¿Te has roto el imen montando? Otra pregunta que no se le hacia a una dama.
Deposito un beso en mis labios que me supo a gloria, beso que yo alargue con desesperación introduciendo mi lengua en la ajena acaparando así su sabor a bosque, mis manos se pasearon por su cuerpo despacio hasta alcanzar las cintas de su corsee con las que juguetee sin poder controlar la brusca respiración que golpeaba su boca una y otra vez.
-Me estas volviendo loco, quizás deberíamos subir a la habitación, beber algo y darme una ducha de agua fría, te llevare a cenar si así lo deseas, ya me has dicho que no compartirás habitación con un completo desconocido.
Escuche después como me pedía que le hablara de los fantasmas de mi pasado de otras hembras que para mi hubieran sido importantes, y claro que las había, había compartido lecho con muchas y confieso que alguna había alcanzado a tocar mi corazón, mas igual que para ella eso solo serian recuerdos, fantasmas que no tenían porque volver a nuestras vidas.
-Seras la ultima Odalyn, si tu te comportas como mi alfa, si me respetas y amas, si te conviertes en mi compañera, aliada y madre de mis hijos juro ante los dioses y frente a las leyes de la manada que seras la única mujer que cope no solo mi lecho si no también mis pensamientos.
Mas espero que eso sea reciproco y que tus fantasmas no estropeen lo nuestro.
Cerré los ojos apoyando mi frente contra la ajena mientras dejaba escapar el aire excitado contra sus labios.
-Hueles muchísimo, noto tus hormonas, estas en celo y yo volviéndome loco, te deseo, te necesito, querías mi rendición y aquí la tienes, estoy desesperado porque tu olor me turba haciéndome ansiar lo que ya creo mio por derecho ¿entiendes?
Quizás debería subir a la habitación mientras ella se ponis cómoda para irnos de cena, entrar en el baño y darme solo una ducha y una tregua a mi hombría que ahora palpitante no pensaba en otra cosa que en cubrirla.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Sus ojos y su cuerpo reflejaban el deseo que se hacía palpable en su hombría y en su respiración agitada sobre mi rostro. Mi cuerpo no permanecía impasible al suyo, le deseaba y mis labios deseaban volver a enredarse en aquellos que momentos atrás me habían asegurado que sería la única siempre y cuando él lo fuera para mi.
No tenía intención de traicionarle y serle infiel mas si algo me había enseñado mi corta existencia era que nunca podías afirmar que no harías una cosa u otra pues, en ocasiones, el cruel destino se encargaba de echar por tierra todas y cada una de tus convicciones. Sus manos en mi cintura jugando con las cintas de mi corsé me sacaron de aquellos pensamientos para, de nuevo, hacerme pensar en todo aquello que deseaba que ese lobo me descubriera y me hiciera sentir.
-En efecto, esa no es una pregunta adecuada Errol, ¿voy a tener que enseñarte modales?- dije entre risas con un deje travieso y pícaro en la voz. En esta ocasión fueron mis manos las que se enredaron en las cintas de su camisola, jugando con ellas y acercando su cuerpo más al mío, si es que eso era posible -Desconozco la respuesta, creo que mi himen permanece intacto pero no quiero que te asustes o te pongas paranoico si en nuestra noche de bodas no observas mi sangre manchar las sábanas blancas de nuestro lecho-
En esta ocasión fui yo quien sintió como el calor recorría mi cuerpo concentrándose en mis mejillas y en el centro mismo de mi sexo. Deseaba sentir sus manos recorriendo por primera vez mi piel desnuda, ansiaba que me hiciera mujer y lo hiciera bajo la misma luna que nos vería retozar como dos lobos cuando estuviera llena. Mis ojos de color ámbar y mis labios buscando los suyos con la urgencia de aquel deseo de sentirle mío, sólo mío, irremediablemente mío.
[color=#ffffff]-Tengo intención de descubrir contigo cada uno de los placeres que tú ya conoces, quiero sentirlos de tu cuerpo y quiero hacerte sentir que pese a mi inexperiencia, jamás desearás que sea otra la que abra sus piernas para ti... Quiero que cada vez que visites mi lecho estés tan rendido a mis pies como lo estás ahora... tanto como lo estoy yo a ti y a tus besos-/color]
Jadee frente a sus labios y, haciendo gala de la templanza de la que ambos carecíamos en esos instantes, aparté mi cuerpo del suyo para reprimir sus deseos de arrancar mi ropa y tomarme allí mismo quebrantando todas y cada una de las leyes de nuestras manadas. Le di la espalda y caminé hacia el poste que había sufrido todos los estragos de nuestro ego.
-Creo que estaría bien conocerte un poco dado que vas a pedir mi mano y que dormiré entre tus brazos esta noche. Cojo nuestras flechas y retornamos para cambiar nuestras ropas tan prácticas y tan poco refinadas- reí de nuevo con aquella risa jovial y fresca que me caracterizaba y trepé con maña a aquel pertrechado poste para recoger nuestras flechas.
-Y mañana con el frescor de la mañana podemos retornar nuestras búsquedas. Busquemos juntos a tu hermana y a mi hermano, al fin y al cabo me temo que tendremos que decirles que vamos a desposarnos ¿no crees?- Arranqué las flechas con destreza de la madera ajada, pero con la última, perdí el equilibrio y me golpee en la herida que él, momentos atrás se había encargado de curar.
Gruñí lo más bajo que pude, reprimiendo un grito de dolor al sentir como un par de puntos se saltaban y como la sangre volvía a manar lentamente por mi herida. Inspiré profundamente y bajé de un salto de aquel poste con las flechas en la mano, cubriendo con ellas el pequeño rastro de sangre que había dejado en mis calzas. Lo último que quería era que mi prometido pensara que era débil y que no podía liderar con él, luchar con él... Una vez en la habitación ya cosería de nuevo aquellos puntos.
-¿Vamos pues?- dije con la voz ronca evitando acercarme a él para que viera la sangre.
No tenía intención de traicionarle y serle infiel mas si algo me había enseñado mi corta existencia era que nunca podías afirmar que no harías una cosa u otra pues, en ocasiones, el cruel destino se encargaba de echar por tierra todas y cada una de tus convicciones. Sus manos en mi cintura jugando con las cintas de mi corsé me sacaron de aquellos pensamientos para, de nuevo, hacerme pensar en todo aquello que deseaba que ese lobo me descubriera y me hiciera sentir.
-En efecto, esa no es una pregunta adecuada Errol, ¿voy a tener que enseñarte modales?- dije entre risas con un deje travieso y pícaro en la voz. En esta ocasión fueron mis manos las que se enredaron en las cintas de su camisola, jugando con ellas y acercando su cuerpo más al mío, si es que eso era posible -Desconozco la respuesta, creo que mi himen permanece intacto pero no quiero que te asustes o te pongas paranoico si en nuestra noche de bodas no observas mi sangre manchar las sábanas blancas de nuestro lecho-
En esta ocasión fui yo quien sintió como el calor recorría mi cuerpo concentrándose en mis mejillas y en el centro mismo de mi sexo. Deseaba sentir sus manos recorriendo por primera vez mi piel desnuda, ansiaba que me hiciera mujer y lo hiciera bajo la misma luna que nos vería retozar como dos lobos cuando estuviera llena. Mis ojos de color ámbar y mis labios buscando los suyos con la urgencia de aquel deseo de sentirle mío, sólo mío, irremediablemente mío.
[color=#ffffff]-Tengo intención de descubrir contigo cada uno de los placeres que tú ya conoces, quiero sentirlos de tu cuerpo y quiero hacerte sentir que pese a mi inexperiencia, jamás desearás que sea otra la que abra sus piernas para ti... Quiero que cada vez que visites mi lecho estés tan rendido a mis pies como lo estás ahora... tanto como lo estoy yo a ti y a tus besos-/color]
Jadee frente a sus labios y, haciendo gala de la templanza de la que ambos carecíamos en esos instantes, aparté mi cuerpo del suyo para reprimir sus deseos de arrancar mi ropa y tomarme allí mismo quebrantando todas y cada una de las leyes de nuestras manadas. Le di la espalda y caminé hacia el poste que había sufrido todos los estragos de nuestro ego.
-Creo que estaría bien conocerte un poco dado que vas a pedir mi mano y que dormiré entre tus brazos esta noche. Cojo nuestras flechas y retornamos para cambiar nuestras ropas tan prácticas y tan poco refinadas- reí de nuevo con aquella risa jovial y fresca que me caracterizaba y trepé con maña a aquel pertrechado poste para recoger nuestras flechas.
-Y mañana con el frescor de la mañana podemos retornar nuestras búsquedas. Busquemos juntos a tu hermana y a mi hermano, al fin y al cabo me temo que tendremos que decirles que vamos a desposarnos ¿no crees?- Arranqué las flechas con destreza de la madera ajada, pero con la última, perdí el equilibrio y me golpee en la herida que él, momentos atrás se había encargado de curar.
Gruñí lo más bajo que pude, reprimiendo un grito de dolor al sentir como un par de puntos se saltaban y como la sangre volvía a manar lentamente por mi herida. Inspiré profundamente y bajé de un salto de aquel poste con las flechas en la mano, cubriendo con ellas el pequeño rastro de sangre que había dejado en mis calzas. Lo último que quería era que mi prometido pensara que era débil y que no podía liderar con él, luchar con él... Una vez en la habitación ya cosería de nuevo aquellos puntos.
-¿Vamos pues?- dije con la voz ronca evitando acercarme a él para que viera la sangre.
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Separarse de mi piel fue para mi como perder una batalla, derrotado admire como esa dama preciosa, perfecta, se alejaba dejándome con las ganas.
Sonreí de medio lado al ver como hablaba de aceptar esa cena propuesta, mas confieso que lo que despertó mi felicidad fue el tonto echo de dormir abrazados.
Podía resultar tonto, incluso infantil o extraño pero nunca había dormido con una mujer con la que antes no hubiera mantenido relaciones intimas.
Ese y no otro si seria el mayor desafió para este guerrero que sin duda tendría que controlarse con la bebida esa noche o acabaría sucumbiendo a los placeres de la carne.
¡Y menuda carne!
Mis ojos bailaban por su preciosa figura concentrándose en un culo de ensueño que ahora trepaba endureciendo no solo sus glúteos si no también esos muslos que yo y no otro habían tocado.
Jadee de nuevo recordando como su pierna había rozado la yema de mis manos, como sane esa herida, como quemaba su piel contra la mía y como no, recordé ese olor que de nuevo me alcanzaba sacudido por el viento que incesante me animaba a dejar que mis primitivos instintos me orillaran a ella.
Fue un sencillo quejido y una mueca de dolor que trato de ocultar lo que me saco del ensimismamiento de su cuerpo.
Caminé con seguridad hacia ella, para encontrarme de nuevo con mi desafiante prometida, bueno, quizás legalmente aun no debería llamarla así, pero no tardaría de dar con su hermano y sinceramente no había botín, dote o aquello que ese alfa me pidiera por su hermana que yo no estuviera de acuerdo en entregarle.
Creo que mi propia vida se la hubiera servido en bandeja de plata si con eso, aquella bella mujer se convertía en mía eternamente.
Tire de su ropa despejando nuevamente la herida, que como bien sabia por el olor volvía a sangrar.
-Vaya, no puedes estarte quieta ¿verdad? Voy a empezar a pensar que lo haces para que al coserte me vuelva de nuevo loco -bromeé tomándola entre mis brazos para que no le doliera al andar.
-¿Lo llevas todo preciosa? -pregunte antes de encaminarme de nuevo hacia nuestra habitación.
Ahora nuestras miradas y risas cómplices no tenían que ser fingidas, sus brazos rodeaban mi cuello de verdad, ahora si pasábamos por una pareja real, una que con sinceridad se amaba y se deseaba.
-¿porque tu hermano vino a París si estáis en guerra? Eso no es propio de un alfa.
Aquella pregunta me había rondado desde que la conocí, no era capaz de comprender como ese hombre había dejado que todo el peso de la manada recayera en esa preciosa mujer que ahora entre mis brazos buscaba el refugio de mi cuello.
Sonreí de medio lado al ver como hablaba de aceptar esa cena propuesta, mas confieso que lo que despertó mi felicidad fue el tonto echo de dormir abrazados.
Podía resultar tonto, incluso infantil o extraño pero nunca había dormido con una mujer con la que antes no hubiera mantenido relaciones intimas.
Ese y no otro si seria el mayor desafió para este guerrero que sin duda tendría que controlarse con la bebida esa noche o acabaría sucumbiendo a los placeres de la carne.
¡Y menuda carne!
Mis ojos bailaban por su preciosa figura concentrándose en un culo de ensueño que ahora trepaba endureciendo no solo sus glúteos si no también esos muslos que yo y no otro habían tocado.
Jadee de nuevo recordando como su pierna había rozado la yema de mis manos, como sane esa herida, como quemaba su piel contra la mía y como no, recordé ese olor que de nuevo me alcanzaba sacudido por el viento que incesante me animaba a dejar que mis primitivos instintos me orillaran a ella.
Fue un sencillo quejido y una mueca de dolor que trato de ocultar lo que me saco del ensimismamiento de su cuerpo.
Caminé con seguridad hacia ella, para encontrarme de nuevo con mi desafiante prometida, bueno, quizás legalmente aun no debería llamarla así, pero no tardaría de dar con su hermano y sinceramente no había botín, dote o aquello que ese alfa me pidiera por su hermana que yo no estuviera de acuerdo en entregarle.
Creo que mi propia vida se la hubiera servido en bandeja de plata si con eso, aquella bella mujer se convertía en mía eternamente.
Tire de su ropa despejando nuevamente la herida, que como bien sabia por el olor volvía a sangrar.
-Vaya, no puedes estarte quieta ¿verdad? Voy a empezar a pensar que lo haces para que al coserte me vuelva de nuevo loco -bromeé tomándola entre mis brazos para que no le doliera al andar.
-¿Lo llevas todo preciosa? -pregunte antes de encaminarme de nuevo hacia nuestra habitación.
Ahora nuestras miradas y risas cómplices no tenían que ser fingidas, sus brazos rodeaban mi cuello de verdad, ahora si pasábamos por una pareja real, una que con sinceridad se amaba y se deseaba.
-¿porque tu hermano vino a París si estáis en guerra? Eso no es propio de un alfa.
Aquella pregunta me había rondado desde que la conocí, no era capaz de comprender como ese hombre había dejado que todo el peso de la manada recayera en esa preciosa mujer que ahora entre mis brazos buscaba el refugio de mi cuello.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Todos los pesares parecían desaparecer estando entre sus brazos. Ahora mi cuerpo se amoldaba al suyo y mis brazos buscaban con total naturalidad su cuello para abrazarse a él, para estar segura y clavar mi mirada en la suya mientras caminábamos hacia nuestra habitación. Sonreí depositando un suave beso en la curva de su cuello sintiendo como el dolor de mi herida desaparecía con sus caricias y su mirada.
Ahora sí éramos cómplices de risas y besos mientras caminábamos rumbo a nuestra habitación y a nuestro lecho; ahora sí la gente sonreía al vernos hacer carantoñas y soltar risas tontas por los pasillos. -Sabes... Podíamos tomar esa cena en la intimidad de la habitación, lejos de las miradas y los comentarios indiscretos de las gentes de esta ciudad. Así no temeré descoserme esta herida nuevamente... Y sí, me autoinflijo daño para que te vuelvas más loco de lo que ya lo estás en este momento al tenerme tan cerca-
Allí estábamos, de nuevo ante la puerta de aquella habitación que horas antes nos había visto lidiar con la herida que adornaba mi muslo. Empujé con mi pie la puerta y de nuevo caí sobre el mullido lecho de plumas sólo que ahora lo hacía con Errol enredado en mi piel.
-Familia- dije con resignación -Mi hermano Reidar se enteró hace unos meses, cuando nuestro padre falleció, de que ambos teníamos un hermano mayor a nosotros, Damon Landvik que residía en París y al que le correspondía el derecho de gobernar nuestra manada pese a no habernos buscado nunca- mi voz denotaba tristeza pero también resentimiento. Aquel era un tema peliagudo, claro que deseaba conocer a aquel hermano del que nunca había oído hablar, pero tenía miedo a su rechazo, al rechazo de su única familia que sí se había preocupado en buscarle y encontrarle -Damon será el mayor pero no veo justo que lidere una manada de la que desconoce todo, una manada por la que mi hermano ha dado la vida y ha sacrificado demasiadas cosas como para no liderarla... Renunció incluso al amor de su vida por no renunciar a su manada... Y ahora miles de vidas están en peligro por un hermano al que no le importamos. Los nosferatus nos asolan y yo, al ser mujer, soy tan sólo un líder débil para ellos y los ataques han sido constantes... Mi hermano ha de volver conmigo quiera Damon o no acompañarnos, pero no pienso sacrificar cientos de vidas de los míos por un lobo al que desconozco-
Observé como aquel lobo escuchaba mis palabras con gesto taciturno. Él más que nadie quería que la ley se cumpliera y quizá veía legítima postura de mi hermano pero yo, que era la persona que más le quería en este mundo, no veía justo que quedara relegado a un segundo lugar. Suspiré y busque los labios del lobo que compartiría el lecho conmigo en aquella noche estrellada, unos labios que parecían hacerme olvidar todos mis pesares y problemas.
-¿Bajas a la recepción a pedir nuestra cena? Mientras aprovecharé para darme una ducha y así, no provocarte con mi desnudez o te saltarás todas y cada una de nuestras reglas- Besé de nuevo sus labios antes de incorporarme y levantarme de aquel lecho para dirigir mis pasos hasta el baño -Pide fresas para el postre... Me encantan-
Ahora sí éramos cómplices de risas y besos mientras caminábamos rumbo a nuestra habitación y a nuestro lecho; ahora sí la gente sonreía al vernos hacer carantoñas y soltar risas tontas por los pasillos. -Sabes... Podíamos tomar esa cena en la intimidad de la habitación, lejos de las miradas y los comentarios indiscretos de las gentes de esta ciudad. Así no temeré descoserme esta herida nuevamente... Y sí, me autoinflijo daño para que te vuelvas más loco de lo que ya lo estás en este momento al tenerme tan cerca-
Allí estábamos, de nuevo ante la puerta de aquella habitación que horas antes nos había visto lidiar con la herida que adornaba mi muslo. Empujé con mi pie la puerta y de nuevo caí sobre el mullido lecho de plumas sólo que ahora lo hacía con Errol enredado en mi piel.
-Familia- dije con resignación -Mi hermano Reidar se enteró hace unos meses, cuando nuestro padre falleció, de que ambos teníamos un hermano mayor a nosotros, Damon Landvik que residía en París y al que le correspondía el derecho de gobernar nuestra manada pese a no habernos buscado nunca- mi voz denotaba tristeza pero también resentimiento. Aquel era un tema peliagudo, claro que deseaba conocer a aquel hermano del que nunca había oído hablar, pero tenía miedo a su rechazo, al rechazo de su única familia que sí se había preocupado en buscarle y encontrarle -Damon será el mayor pero no veo justo que lidere una manada de la que desconoce todo, una manada por la que mi hermano ha dado la vida y ha sacrificado demasiadas cosas como para no liderarla... Renunció incluso al amor de su vida por no renunciar a su manada... Y ahora miles de vidas están en peligro por un hermano al que no le importamos. Los nosferatus nos asolan y yo, al ser mujer, soy tan sólo un líder débil para ellos y los ataques han sido constantes... Mi hermano ha de volver conmigo quiera Damon o no acompañarnos, pero no pienso sacrificar cientos de vidas de los míos por un lobo al que desconozco-
Observé como aquel lobo escuchaba mis palabras con gesto taciturno. Él más que nadie quería que la ley se cumpliera y quizá veía legítima postura de mi hermano pero yo, que era la persona que más le quería en este mundo, no veía justo que quedara relegado a un segundo lugar. Suspiré y busque los labios del lobo que compartiría el lecho conmigo en aquella noche estrellada, unos labios que parecían hacerme olvidar todos mis pesares y problemas.
-¿Bajas a la recepción a pedir nuestra cena? Mientras aprovecharé para darme una ducha y así, no provocarte con mi desnudez o te saltarás todas y cada una de nuestras reglas- Besé de nuevo sus labios antes de incorporarme y levantarme de aquel lecho para dirigir mis pasos hasta el baño -Pide fresas para el postre... Me encantan-
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
La dejé caer sobre el lecho con una sonrisa para gatear con suavidad sobre su piel aproximando mis labios a los ajenos depositando un casto beso sin poder apartar mis ojos de ella me deje caer al lado preso de su bajada de pestañas y su parda mirada.
Tome su mano con suavidad, jugueteando con sus finos y largos dedos, cayosos por las veces que ese arco había sido disparado. Eso me gustaba de ella, era un alfa fuerte, luchadora, preciosa y mia.
Escuché sus preocupaciones tornándolas mías, entendía su desasosiego mas por ende las leyes eran claras, el primogénito varón era el que lideraría la manada, a no ser que este renunciara a tal honor, sucedido esto pasaría al beta tal cargo.
Como su hermano bien había decidido, justo o injusto pues posiblemente Reidar había nacido como alfa, había sido educado como tal, ahora la manda ya no estaba en sus manos si no en la del desconocido del que mi prometida hablaba.
-Mi vida -susurré sin apartar mis ojos de los suyos, ten claro que si ese tal Damon no ha sido educado como alfa, no aceptara, solo un loco toma el papel de líder si no esta preparado para serlo. Demasiada carga para soportar unos hombros poco firmes.
Sonreí de medio lado con una pícara sonrisa
-si nos desposamos tu también poseerás una manda, la mía, juro que combatiré en esa guerra hasta que tus bosques sean tan libres como los míos...ya nunca estarás sola, así que...supongo que tenemos prisa en hablar con tu hermano dada la situación tan peliaguda que atraviesan los tuyos.
Deposité un reguero de besos por su cuerpo hasta alcanzar su pierna. Subí su falda con suavidad para admirar la herida y ver cuantos puntos se habían saltado.
-Voy a darte el par de puntos que faltan para que no se te vuelva a infectar estando abierta, esta vez prometo no darte mas opio -bromee entre risas.
Me puse en pie para bajar a la recepción y pedir la cena como mi amada habia deseado.
-Aun no estamos prometidos y ya he de complacer tus caprichos, mal vamos -bromee con un pícaro gesto.
-¿Fresas? ¿nata? ¿vino? ¿algún deseo mas?
Abrí la puerta dirigiendo una ultima mirada hacia el interior, allí, sobre el lecho, con el pelo alborotado, esa mirada fija en la mía y su cuerpo ligeramente alzado se me antojaba una diosa, un ser hecho para el deseo, una ninfa de los mismos bosques, esas de las que las historias que lso ancianos contaban que maravillaban por su belleza a los hombres que en la espesura del bosque se perdían.
No me extraña que esos hombres nunca encontraran el camino de vuelta a casa, como hacerlo si una mujer como esta era l oque entre los arboles encontraban, como no ligar tu vida a la suya, aunque solo la promesa de una noche eterna te otorgara.
Cerré la puerta tras de mi dispuesto a ir a por el encargo de esa cena mientras mi amada futura esposa se daba esa ducha que según ella calmaría mis ganas y que yo estaba seguro que por ende las acrecentaría sin dame pausa.
Mal combinación, ella, las fresas y el alcohol.
Tome su mano con suavidad, jugueteando con sus finos y largos dedos, cayosos por las veces que ese arco había sido disparado. Eso me gustaba de ella, era un alfa fuerte, luchadora, preciosa y mia.
Escuché sus preocupaciones tornándolas mías, entendía su desasosiego mas por ende las leyes eran claras, el primogénito varón era el que lideraría la manada, a no ser que este renunciara a tal honor, sucedido esto pasaría al beta tal cargo.
Como su hermano bien había decidido, justo o injusto pues posiblemente Reidar había nacido como alfa, había sido educado como tal, ahora la manda ya no estaba en sus manos si no en la del desconocido del que mi prometida hablaba.
-Mi vida -susurré sin apartar mis ojos de los suyos, ten claro que si ese tal Damon no ha sido educado como alfa, no aceptara, solo un loco toma el papel de líder si no esta preparado para serlo. Demasiada carga para soportar unos hombros poco firmes.
Sonreí de medio lado con una pícara sonrisa
-si nos desposamos tu también poseerás una manda, la mía, juro que combatiré en esa guerra hasta que tus bosques sean tan libres como los míos...ya nunca estarás sola, así que...supongo que tenemos prisa en hablar con tu hermano dada la situación tan peliaguda que atraviesan los tuyos.
Deposité un reguero de besos por su cuerpo hasta alcanzar su pierna. Subí su falda con suavidad para admirar la herida y ver cuantos puntos se habían saltado.
-Voy a darte el par de puntos que faltan para que no se te vuelva a infectar estando abierta, esta vez prometo no darte mas opio -bromee entre risas.
Me puse en pie para bajar a la recepción y pedir la cena como mi amada habia deseado.
-Aun no estamos prometidos y ya he de complacer tus caprichos, mal vamos -bromee con un pícaro gesto.
-¿Fresas? ¿nata? ¿vino? ¿algún deseo mas?
Abrí la puerta dirigiendo una ultima mirada hacia el interior, allí, sobre el lecho, con el pelo alborotado, esa mirada fija en la mía y su cuerpo ligeramente alzado se me antojaba una diosa, un ser hecho para el deseo, una ninfa de los mismos bosques, esas de las que las historias que lso ancianos contaban que maravillaban por su belleza a los hombres que en la espesura del bosque se perdían.
No me extraña que esos hombres nunca encontraran el camino de vuelta a casa, como hacerlo si una mujer como esta era l oque entre los arboles encontraban, como no ligar tu vida a la suya, aunque solo la promesa de una noche eterna te otorgara.
Cerré la puerta tras de mi dispuesto a ir a por el encargo de esa cena mientras mi amada futura esposa se daba esa ducha que según ella calmaría mis ganas y que yo estaba seguro que por ende las acrecentaría sin dame pausa.
Mal combinación, ella, las fresas y el alcohol.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Sí, según las leyes a Damon le correspondía por derecho liderar la manada, relegar a Reidar a un segundo plano y hacerse con el poder de una manera legal pero que, a mi punto de parecer era injusta. ¿Y a mi?Nunca me había parado a pensar en qué lugar me dejaba a mi el que Damon pasara a ser el alfa de nuestra manada; ya no sería la beta de la misma y, la verdad, desconocía qué decían las leyes sobre si sin ser la beta podría desposarme con un alfa.
Le vi salir de aquella habitación esbozando una sonrisa. No, no podía perderle ahora que le había encontrado y estaba más que dispuesta a permanecer a su lado lo que me quedaba de vida. ¿Me aceptaría él si las leyes dictaran lo contrario? La verdad no lo sabía y ese pensamiento me inquietaba sobremanera.
Solté un último suspiro antes de levantarme de aquel mullido lecho para deshacerme de mis ropas. Tiré sobre el suelo la camisola, el corset, las calzas ahora rotas y las botas. El orden no iba conmigo, era algo caótica pero por el contrario, metódica a la hora de la lucha. Caminé desnuda hasta el baño, dudando entre tomar una relajante ducha de agua caliente o simplemente lavar mi cuerpo con la jofaina de agua tibia y la esponja.
Errol había mencionado algo sobre no mojarse la herida así que me decanté por la última opción pese a lo que me pedía el cuerpo era lo primero; lo último que deseaba era preocuparle por mi herida o mi salud, no quería que me viera como una mujer débil, sino como a una compañera fuerte a la que no tuviera miedo de romper.
Transcurrieron pocos minutos hasta volver a escuchar la puerta de la habitación abrirse y cerrarse con el suculento manjar que él portaría. Ya podía olerlo, fresas recién cortadas, pato asado y vino. Me relamía de sólo pensarlo por lo que cubrí mi desnudez con una toalla, anudándola sobre mis pechos, recogí mi pelo en un rápido moño y salí a la habitación para aquella suculenta cena.
-Mmmm- dije cerrando los ojos y aspirando aquel delicioso aroma -No he podido resistirme al oler este festín que me has traído- tomé una de las fresas entre mis dedos bajo su atenta mirada y la di un mordisco sintiendo como su jugo carmesí resbalaba por mis labios para caer por mi cuello y morir en mi escote.
-Sé que la ley dicta esas normas, mas no tienen por qué ser justas y yo siempre guardaré lealtad a mi hermano Reidar, por mucho que Damon fuera mi alfa, pues la lealtad es un sentimiento que nace en el corazón, y en mi corazón ahora sólo hay amargura y desprecio para él Errol... Él ya posee una manada que liderar, que deje a mi hermano hacer lo propio con la suya-
Abrí con el pie el baúl que guardaba todas mis ropas y tomé un suave y delicado camisón de seda. Me di la vuelta, quedando de espaldas a mi prometido y dejé caer la toalla que cubría mis desnudez -No seas quisquilloso, sé que si te pidiera la luna harías lo imposible por bajármela esta noche, unas fresas deben ser pan comido para ti- Solté una cálida y sonora carcajada al tiempo que giraba mi rostro para comprobar cómo sus ojos ahora de color ámbar estaban clavados sobre mi cuerpo desnudo.
Negué divertida ante aquella tonta situación y deslicé la suave y liviana tela por mi cabeza para cubrir mi cuerpo desnudo. Volví mis pasos hasta aquel lecho mullido y cómodo y me dejé caer sobre él tendiendo mi muslo a aquel lobo que me estaba volviendo loca y descubriendo un mundo nuevo en una sola noche. -¿Me coses la herida? Siento decirte que yo nunca he sido muy buena bordando o cosiendo para desgracia de mis ayas así que mis costuras no serán tan delicadas como las tuyas cuando sane tu piel y te cure las heridas...-
Le vi salir de aquella habitación esbozando una sonrisa. No, no podía perderle ahora que le había encontrado y estaba más que dispuesta a permanecer a su lado lo que me quedaba de vida. ¿Me aceptaría él si las leyes dictaran lo contrario? La verdad no lo sabía y ese pensamiento me inquietaba sobremanera.
Solté un último suspiro antes de levantarme de aquel mullido lecho para deshacerme de mis ropas. Tiré sobre el suelo la camisola, el corset, las calzas ahora rotas y las botas. El orden no iba conmigo, era algo caótica pero por el contrario, metódica a la hora de la lucha. Caminé desnuda hasta el baño, dudando entre tomar una relajante ducha de agua caliente o simplemente lavar mi cuerpo con la jofaina de agua tibia y la esponja.
Errol había mencionado algo sobre no mojarse la herida así que me decanté por la última opción pese a lo que me pedía el cuerpo era lo primero; lo último que deseaba era preocuparle por mi herida o mi salud, no quería que me viera como una mujer débil, sino como a una compañera fuerte a la que no tuviera miedo de romper.
Transcurrieron pocos minutos hasta volver a escuchar la puerta de la habitación abrirse y cerrarse con el suculento manjar que él portaría. Ya podía olerlo, fresas recién cortadas, pato asado y vino. Me relamía de sólo pensarlo por lo que cubrí mi desnudez con una toalla, anudándola sobre mis pechos, recogí mi pelo en un rápido moño y salí a la habitación para aquella suculenta cena.
-Mmmm- dije cerrando los ojos y aspirando aquel delicioso aroma -No he podido resistirme al oler este festín que me has traído- tomé una de las fresas entre mis dedos bajo su atenta mirada y la di un mordisco sintiendo como su jugo carmesí resbalaba por mis labios para caer por mi cuello y morir en mi escote.
-Sé que la ley dicta esas normas, mas no tienen por qué ser justas y yo siempre guardaré lealtad a mi hermano Reidar, por mucho que Damon fuera mi alfa, pues la lealtad es un sentimiento que nace en el corazón, y en mi corazón ahora sólo hay amargura y desprecio para él Errol... Él ya posee una manada que liderar, que deje a mi hermano hacer lo propio con la suya-
Abrí con el pie el baúl que guardaba todas mis ropas y tomé un suave y delicado camisón de seda. Me di la vuelta, quedando de espaldas a mi prometido y dejé caer la toalla que cubría mis desnudez -No seas quisquilloso, sé que si te pidiera la luna harías lo imposible por bajármela esta noche, unas fresas deben ser pan comido para ti- Solté una cálida y sonora carcajada al tiempo que giraba mi rostro para comprobar cómo sus ojos ahora de color ámbar estaban clavados sobre mi cuerpo desnudo.
Negué divertida ante aquella tonta situación y deslicé la suave y liviana tela por mi cabeza para cubrir mi cuerpo desnudo. Volví mis pasos hasta aquel lecho mullido y cómodo y me dejé caer sobre él tendiendo mi muslo a aquel lobo que me estaba volviendo loca y descubriendo un mundo nuevo en una sola noche. -¿Me coses la herida? Siento decirte que yo nunca he sido muy buena bordando o cosiendo para desgracia de mis ayas así que mis costuras no serán tan delicadas como las tuyas cuando sane tu piel y te cure las heridas...-
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Atravesé el umbral de la puerta con una cena que olía deliciosa, una buen botella de vino para compartir y como no las perfectas fresas que aderezadas de nata esperaba complacieran a esa mujer que aunque me pidiera la luna juro por los dioses que encontraría el modo de bajársela.
Deje la bandeja en la mesa de madera noble que frente al lecho presidia la habitación acompañada de dos bellas sillas talladas en madera llena de betas y motivos florales esculpidos a mano.
Mi futura esposa no se hizo de esperar, como no saliendo con solo una misera toalla cubriendo su perfecto y delineado cuerpo.
Curvas de ensueño que frente a mis ojos ámbar se movían repartiendo aquel olortan peculiar de nuevo frente a mi para tomar una fresa y de paso mis labios que entreabiertos anhelaban mucho mas de lo que me dio.
Negué con la cabeza siguiéndola con la mirada.
-¿Esto es para no volverme loco verdad? -pregunte con cierta ironía mas casi se me desencaja la mandíbula cuando vi que se deshacía de la toalla dejando aquel cuerpo cincelado por los dioses al descubierto.
Mi hombría se alzo en pie de guerra desenfundándose con premura lo que me forzó a llevar la mano a mi entrepierna para recolocarla.
Alce una ceja cuando esta me miro con picardia consciente de lo que mi gesto y el amarillo de mis ojos delataban para entre risas cubrir su cuerpo colocándose aquel minúsculo salto de cama que ahora era a mi a quien invitaba a saltar sobre ella en esa cama, a saltarme las leyes y las tradiciones y a moverme entre sus piernas como llevaba deseando hacerlo desde la anterior noche.
Fruncí el ceño acercándome a ella para comprobar de nuevo esa herida, tomando antes los útiles necesarios para dar las punzadas pertinentes y cerrar la herida.
Abrí la puerta del mueble bar sacando una botella de absenta y se la tendí para que le diera un buen trago.
-No es opio pero si te emborrachas no sentirás tanto el dolor -aseguré alzando la mirada hacia sus ojos.
-¿Sabes? Me esta costando la vida no ...no tomarte ahora mismo, estas preciosa con ese camisón, y es en lo único que pienso con tu pierna entre mis manos, en ascender por ella con mis dedos para convertirte en mujer, en mi mujer.
No me lo compliques mas, porque estoy muy, muy, excitado.
De nuevo ahí tenia mi rendición, mi confesion mas profunda esa que le dejaba claro que lo que yo mas respetaba, esas leyes que yo amaba, por las que luchaba pendían de un hilo cuando mis ojos se cruzaban con su mirada, que me convertía en su esclavo.
Ella y no otra disponía a placer de mi voluntad, esa que durante años había sido férrea como el acero de mis espadas y que ahora se me antojaba vulnerable frente al calor de sus muslos.
-Uffff -susurré observando por un instante sus labios mientras bebía de esa botella, esta noche no acabaría bien, seria un milagro si conseguía permanecer en mis trece, porque juro por los dioses que nada me apetecía mas que ella.
Mientras ella bebía hundí la aguja de nuevo en su piel, apenas eran dos puntos, así que con lentitud tire del hilo para que corriera despacio con el fin de apenas dañarla concentrándome en su preciosa y tersa piel.
Acerque mis labios cuando todo hubo acabado hasta el hilo que saje con mis dientes con suavidad.
Deposite sobre su herida un casto beso que por ende encendió mis ojos y con ellos mis instintos forzándome a continuar con ese reguero de besos ascendiendo por su pierna eterna hacia su pubis mientras mi respiración se entrecortaba bruscamente.
Deje la bandeja en la mesa de madera noble que frente al lecho presidia la habitación acompañada de dos bellas sillas talladas en madera llena de betas y motivos florales esculpidos a mano.
Mi futura esposa no se hizo de esperar, como no saliendo con solo una misera toalla cubriendo su perfecto y delineado cuerpo.
Curvas de ensueño que frente a mis ojos ámbar se movían repartiendo aquel olortan peculiar de nuevo frente a mi para tomar una fresa y de paso mis labios que entreabiertos anhelaban mucho mas de lo que me dio.
Negué con la cabeza siguiéndola con la mirada.
-¿Esto es para no volverme loco verdad? -pregunte con cierta ironía mas casi se me desencaja la mandíbula cuando vi que se deshacía de la toalla dejando aquel cuerpo cincelado por los dioses al descubierto.
Mi hombría se alzo en pie de guerra desenfundándose con premura lo que me forzó a llevar la mano a mi entrepierna para recolocarla.
Alce una ceja cuando esta me miro con picardia consciente de lo que mi gesto y el amarillo de mis ojos delataban para entre risas cubrir su cuerpo colocándose aquel minúsculo salto de cama que ahora era a mi a quien invitaba a saltar sobre ella en esa cama, a saltarme las leyes y las tradiciones y a moverme entre sus piernas como llevaba deseando hacerlo desde la anterior noche.
Fruncí el ceño acercándome a ella para comprobar de nuevo esa herida, tomando antes los útiles necesarios para dar las punzadas pertinentes y cerrar la herida.
Abrí la puerta del mueble bar sacando una botella de absenta y se la tendí para que le diera un buen trago.
-No es opio pero si te emborrachas no sentirás tanto el dolor -aseguré alzando la mirada hacia sus ojos.
-¿Sabes? Me esta costando la vida no ...no tomarte ahora mismo, estas preciosa con ese camisón, y es en lo único que pienso con tu pierna entre mis manos, en ascender por ella con mis dedos para convertirte en mujer, en mi mujer.
No me lo compliques mas, porque estoy muy, muy, excitado.
De nuevo ahí tenia mi rendición, mi confesion mas profunda esa que le dejaba claro que lo que yo mas respetaba, esas leyes que yo amaba, por las que luchaba pendían de un hilo cuando mis ojos se cruzaban con su mirada, que me convertía en su esclavo.
Ella y no otra disponía a placer de mi voluntad, esa que durante años había sido férrea como el acero de mis espadas y que ahora se me antojaba vulnerable frente al calor de sus muslos.
-Uffff -susurré observando por un instante sus labios mientras bebía de esa botella, esta noche no acabaría bien, seria un milagro si conseguía permanecer en mis trece, porque juro por los dioses que nada me apetecía mas que ella.
Mientras ella bebía hundí la aguja de nuevo en su piel, apenas eran dos puntos, así que con lentitud tire del hilo para que corriera despacio con el fin de apenas dañarla concentrándome en su preciosa y tersa piel.
Acerque mis labios cuando todo hubo acabado hasta el hilo que saje con mis dientes con suavidad.
Deposite sobre su herida un casto beso que por ende encendió mis ojos y con ellos mis instintos forzándome a continuar con ese reguero de besos ascendiendo por su pierna eterna hacia su pubis mientras mi respiración se entrecortaba bruscamente.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Tomé aquella botella entre mis dedos, deseando que en esta ocasión sus palabras no me engañaran para evitarme el dolor de la costura. Sentí como aquel líquido de color verde atravesaba mi garganta quemándola a fuego, el efecto no era el mismo que el del opio pero aquel líquido disminuyó el dolor cuando sus manos, hábiles y cayosas, se deslizaron de nuevo por mi suave piel.
Aquel simple tacto conseguía que mi piel se erizara y que mis ojos se tornaran del color de la miel fundida. Sus palabras me pedían cordura, que contuviera mis ansias de fundirme con su piel, pero él era el que me incitaba, el que me ponía la miel en los labios para después suplicarme que no le provocara las mismas sensaciones que él provocaba en mi cuerpo.
-¿Acaso quieres emborracharme para hacerme mujer y que al día siguiente no recuerde que lo has hecho?-sonreí de nuevo sintiendo como se acercaba el final de los puntos, mas no esperaba aquel casto beso en mi muslo, ni que aquel mismo se tornara un reguero de besos en ascenso hasta mi entrepierna que se mojaba por momentos con cada uno de sus besos.
-Errol... esos besos no son la mejor manera de tratar que llegue intacta a nuestra boda, déjame que me ponga más ropa para no provocarte si quieres, pero si me das un sólo beso más la que no responderá de sus actos seré yo me temo-
Mi respiración era agitada, mi voz ronca y mis ojos, de nuevo, de color ámbar. Había deseado a otros hombres, pero nunca hasta el punto de querer suplicarles que me tomaran, que me arrancaran la ropa si hacía falta y me hicieran sentir mujer. Yo era su debilidad, pero él también era la mía y podía jurar ante Dios mismo que estaba haciendo acopio de todas mis fuerzas para no devorar aquellos labios que ahora recorrían mi piel.
Le aparté con cierta brusquedad de mi cuerpo, tratando de interponer algo de espacio y cordura entre nuestros cuerpos y nuestras personas. Gatee dándole la espalda hasta alcanzar la bandeja con nuestro festín y la acerqué poniéndola entre nosotros dos. -No me malinterpretes, te deseo, tanto que hasta me quema la piel si no siento tu cuerpo sobre el mío. Deseo ser mujer entre tus brazos pero sé que si lo haces, mañana, cuando te despiertes más templado, te arrepentirás de haberle sido infiel a tus ideales-
Deposité un lento y casto beso sobre sus labios, anhelando que este calmara sus ánimos, para acto seguido pasarle uno de los platos y su cubiertos. -Háblame de ti Errol Dow, quiero conocer hasta el detalle más nimio que se esconde tras esos ojos... quiero aprender a amar todas tus perfecciones e imperfecciones para sorprenderte cada día y arrancarte una sonrisa de esos labios que ansío besar a todas horas... Háblame de ti y de tu hermana, y juntos trataremos de dar con el sitio donde puede esconderse hasta que caigamos rendidos por el sueño en este lecho...-
Aquel simple tacto conseguía que mi piel se erizara y que mis ojos se tornaran del color de la miel fundida. Sus palabras me pedían cordura, que contuviera mis ansias de fundirme con su piel, pero él era el que me incitaba, el que me ponía la miel en los labios para después suplicarme que no le provocara las mismas sensaciones que él provocaba en mi cuerpo.
-¿Acaso quieres emborracharme para hacerme mujer y que al día siguiente no recuerde que lo has hecho?-sonreí de nuevo sintiendo como se acercaba el final de los puntos, mas no esperaba aquel casto beso en mi muslo, ni que aquel mismo se tornara un reguero de besos en ascenso hasta mi entrepierna que se mojaba por momentos con cada uno de sus besos.
-Errol... esos besos no son la mejor manera de tratar que llegue intacta a nuestra boda, déjame que me ponga más ropa para no provocarte si quieres, pero si me das un sólo beso más la que no responderá de sus actos seré yo me temo-
Mi respiración era agitada, mi voz ronca y mis ojos, de nuevo, de color ámbar. Había deseado a otros hombres, pero nunca hasta el punto de querer suplicarles que me tomaran, que me arrancaran la ropa si hacía falta y me hicieran sentir mujer. Yo era su debilidad, pero él también era la mía y podía jurar ante Dios mismo que estaba haciendo acopio de todas mis fuerzas para no devorar aquellos labios que ahora recorrían mi piel.
Le aparté con cierta brusquedad de mi cuerpo, tratando de interponer algo de espacio y cordura entre nuestros cuerpos y nuestras personas. Gatee dándole la espalda hasta alcanzar la bandeja con nuestro festín y la acerqué poniéndola entre nosotros dos. -No me malinterpretes, te deseo, tanto que hasta me quema la piel si no siento tu cuerpo sobre el mío. Deseo ser mujer entre tus brazos pero sé que si lo haces, mañana, cuando te despiertes más templado, te arrepentirás de haberle sido infiel a tus ideales-
Deposité un lento y casto beso sobre sus labios, anhelando que este calmara sus ánimos, para acto seguido pasarle uno de los platos y su cubiertos. -Háblame de ti Errol Dow, quiero conocer hasta el detalle más nimio que se esconde tras esos ojos... quiero aprender a amar todas tus perfecciones e imperfecciones para sorprenderte cada día y arrancarte una sonrisa de esos labios que ansío besar a todas horas... Háblame de ti y de tu hermana, y juntos trataremos de dar con el sitio donde puede esconderse hasta que caigamos rendidos por el sueño en este lecho...-
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Jadeé cuando me aparto de un empujón, juro frente a los dioses que de no haberlo hecho hubiera cometido una locura, pero tal era mi ansia de poseerla, tan difícil su cuerpo cincelado por los dioses me lo estaba poniendo que por un momento olvide que era un alfa, olvide que ella también lo era y solo me deje llevar por esas hormonas que despedía frente a mi rostro mientras suturaba su herida.
-Lo siento -afirmé con los ojos tan ámbar como la miel mientras esta intercalaba entre nuestros cuerpos la bandeja de la suculenta cena.
-No puedo evitarlo, es ese olor, me esta volviendo loco, ademas de que la poca ropa que llevas, por no enumerar la belleza innata que posees no me esta ayudando en absoluto a mantener mis manos quietas.
Era cierto, no pensaba en otra cosa que en ella, mi virilidad endurecida necesitaba meterse en su interior, estaba a punto de explotar, me sentía casi tan descontrolado como la tarde anterior a la primera noche de luna llena, esa que nos orillaba a la bestia sin remedio y nos separaba del hombre que eramos.
-necesito darme un baño frio -asegure mientras llevaba el primer bocado a mis labios.
La cena estaba exquisita, algo que por suerte logro paliar ligeramente mis ganas y desviar mi atención en otra cosa que no fuera ella y sus innumerables encantos.
Llene sendas copas de vino dispuesto a empezar así con una deliciosa velada, compartiendo lecho, noche y palabras con la mujer que deseaba.
Di un trago de aquella copa con lentitud, saboreando aquel buen vino de reserva que había pedido para ambos, de cierto modo estaba de celebración, pues encontrarla a ella sin duda había sido una de las mejores cosas que me habían pasado en la vida.
Escuche como me preguntaba sobre mi, parecía desear no solo conocerme si no complacerme el resto de mi vida, algo que impulso mis labios contra los suyos lentamente, tratando de mantener una prudencial distancia que me ayudara a no abalanzarme sobre ella como antes.
-Vengo de Escocia como ya sabes, soy el mayor de tres hermanos, y vengo en busca de la mediana, aunque es gemela de la tercera.
Me he criado con las férreas creencias y leyes de la manada, esas que mi padre y mi madre nos ha inculcado desde niños.
Me gusta lo que soy, el bosque, las armas, luchar por mi patria, por mi tierra, por mi gente. Por mis venas corre la sangre de dos fuertes alfas.
Pase parte de mis años en escocia ciudad junto a mis tíos, allí aprendí un poco de la burocracia, bailes de salón y todo lo que tiene que ver con la aristocracia.
Ademas, leí mucho cultivando mi mente, la biblioteca de palacio era mi lugar preferido, así que, digamos que me convertí en un ratón de biblioteca.
Volví a mis bosques cuatro años mas tarde, desde entonces las guerras tribales y territoriales me han tenido sumido en la protección de mi pueblo.
Sonreí de medio lado mientras admiraba como comía, hasta eso me parecía hermoso en ella.
-¿que te gusta? ¿con que sueñas? No me refiero a lo que se refiere a tus obligaciones como alfa, hablo de algo que vaya mas allá, tus anhelos.
-Lo siento -afirmé con los ojos tan ámbar como la miel mientras esta intercalaba entre nuestros cuerpos la bandeja de la suculenta cena.
-No puedo evitarlo, es ese olor, me esta volviendo loco, ademas de que la poca ropa que llevas, por no enumerar la belleza innata que posees no me esta ayudando en absoluto a mantener mis manos quietas.
Era cierto, no pensaba en otra cosa que en ella, mi virilidad endurecida necesitaba meterse en su interior, estaba a punto de explotar, me sentía casi tan descontrolado como la tarde anterior a la primera noche de luna llena, esa que nos orillaba a la bestia sin remedio y nos separaba del hombre que eramos.
-necesito darme un baño frio -asegure mientras llevaba el primer bocado a mis labios.
La cena estaba exquisita, algo que por suerte logro paliar ligeramente mis ganas y desviar mi atención en otra cosa que no fuera ella y sus innumerables encantos.
Llene sendas copas de vino dispuesto a empezar así con una deliciosa velada, compartiendo lecho, noche y palabras con la mujer que deseaba.
Di un trago de aquella copa con lentitud, saboreando aquel buen vino de reserva que había pedido para ambos, de cierto modo estaba de celebración, pues encontrarla a ella sin duda había sido una de las mejores cosas que me habían pasado en la vida.
Escuche como me preguntaba sobre mi, parecía desear no solo conocerme si no complacerme el resto de mi vida, algo que impulso mis labios contra los suyos lentamente, tratando de mantener una prudencial distancia que me ayudara a no abalanzarme sobre ella como antes.
-Vengo de Escocia como ya sabes, soy el mayor de tres hermanos, y vengo en busca de la mediana, aunque es gemela de la tercera.
Me he criado con las férreas creencias y leyes de la manada, esas que mi padre y mi madre nos ha inculcado desde niños.
Me gusta lo que soy, el bosque, las armas, luchar por mi patria, por mi tierra, por mi gente. Por mis venas corre la sangre de dos fuertes alfas.
Pase parte de mis años en escocia ciudad junto a mis tíos, allí aprendí un poco de la burocracia, bailes de salón y todo lo que tiene que ver con la aristocracia.
Ademas, leí mucho cultivando mi mente, la biblioteca de palacio era mi lugar preferido, así que, digamos que me convertí en un ratón de biblioteca.
Volví a mis bosques cuatro años mas tarde, desde entonces las guerras tribales y territoriales me han tenido sumido en la protección de mi pueblo.
Sonreí de medio lado mientras admiraba como comía, hasta eso me parecía hermoso en ella.
-¿que te gusta? ¿con que sueñas? No me refiero a lo que se refiere a tus obligaciones como alfa, hablo de algo que vaya mas allá, tus anhelos.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/07/2016
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Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Sentí como mis mejillas se ruborizaban con cada cumplido que se escapaba de entre sus labios; seguramente pensaría que era una tonta niña por sonrojarme ante su presencia, pero justo así era como me sentía, como una niña que descubría algo realmente importante, que deseaba por primera vez a alguien y planeaba cómo sería ese futuro que juntos les esperaba.
Escuché atenta todas y cada una de las palabras que escapaban de entre sus labios mientras los míos se tintaban por momentos del color carmesí de aquel exquisito vino que había elegido. Él hablaba pero mientras lo hacía, no perdía detalle de todo cuanto mi cuerpo hacía, de cada caída y subida de pestañas, de cada gesto nimio e incluso del vaivén de mi pecho con cada respiración. Lo hacía como si estuviera ante un libro abierto que le estaba descubriendo el mayor de sus secretos: cómo era realmente cuando no se daba cuenta. Aquel lobo deseaba leer y disfrutar de todos los gestos que hacía y al parecer, le gustaba lo que veía pues una sonrisa se dibujó en su rostro mientras hablaba.
Bajé de nuevo las pestañas con otra sonrisa dibujada en mis labios y deslicé mis dedos hasta el plato en el que estaban las fresas. Mis dedos se enredaron con los suyos que ansiosos buscaban el mismo objetivo y ambos nos quedamos mirando al otro durante unos instantes para a continuación romper a reir, cómplices de sabernos el uno dueño del otro.
-La verdad, nunca te hubiera imaginado pasando las horas pasando las horas enterrado entre las páginas de un libro si no fuera por obligación- reí llevando una fresa hasta mis labios para morderla con lentitud y disfrutar de aquel manjar que era -Y... respecto a tu pregunta, no tengo tales obligaciones por el momento puesto que sólo seré alfa cuando me despose con un lobo que lo sea, y no sé si podría si Damon pasa a ser el alfa...-
No quería pensar en aquello, no quería imaginar siquiera la posibilidad de perderle y por eso, tomé otra fresa entre mis dedos y la acerqué a sus labios con una sonrisa dulce pintada en los míos -Mis gustos son sencillos... Es muy fácil hacerme feliz, un buen libro leído al calor y al crepitar del fuego, las agujetas en los hombros tras un día perdida por el bosque lanzando flechas con el arco, el frescor en la piel tras un baño a la luz de la luna y el dolor en los carrillos de reír con mi familia. La familia es algo muy importante para mí, la valoro mucho y los lazos que se crean... es por eso por lo que siempre he querido ser madre de varios hijos... Y por otro lado, bajo mi forma animal adoro perderme en el bosque, hundir las garras en la tierra mojada y aullar a la luna casi oculta entre las copas de los frondosos árboles-
Retiré la bandeja que se interponía entre nuestros cuerpos, dejando sobre la cama aquel plato con fresas. Con una sonrisa enlos labios, gateé por la cama hasta quedar frente a él para robarle un suave y corto beso en aquellos labios que deseaba explorar cada noche y, entre risas, me recosté en el lecho apoyando la cabeza en sus piernas y acariciando esos brazos que ahora se cernían sobre mi pecho, abrazándome.
-Todo eso me gusta... pero no te pienses que vas a casarte con una salvaje o una mujer poco femenina... También disfruto llevando obras de arte por vestidos y bailar hasta que el sol asoma por el horizonte al son del piano y el violín. Al fin y al cabo, la frivolidad de la alta sociedad es una buena vía de escape a los problemas de la manada.
Era curioso como una simple herida y una disputa familiar había unido nuestros destinos de aquella manera, a veces lo que piensas que son piedras en el camino, son tan sólo medios para lograr tu verdadero destino y yo, sólo deseaba que ese destino estuviera ligado al del lobo que buscaba mi mirada en aquellos instantes.
Cambié de postura, quedando ahora de rodillas frente a él, con sendos cuerpos separados sólo por nuestros alientos entremezclados y por la intensidad de nuestras miradas. Ahora, era mi mirada la que cambiaba de color y mis labios los que rozaban los suyos, con lentitud, sin llegar a besarle. -¿Crees que nuestro destino estaba escrito?¿o por el contrario escribes tú tu propio destino?-
Poco me importaba si era dueño o esclavo del destino pues ahora, mi único destino sería estar entre sus brazos.
Escuché atenta todas y cada una de las palabras que escapaban de entre sus labios mientras los míos se tintaban por momentos del color carmesí de aquel exquisito vino que había elegido. Él hablaba pero mientras lo hacía, no perdía detalle de todo cuanto mi cuerpo hacía, de cada caída y subida de pestañas, de cada gesto nimio e incluso del vaivén de mi pecho con cada respiración. Lo hacía como si estuviera ante un libro abierto que le estaba descubriendo el mayor de sus secretos: cómo era realmente cuando no se daba cuenta. Aquel lobo deseaba leer y disfrutar de todos los gestos que hacía y al parecer, le gustaba lo que veía pues una sonrisa se dibujó en su rostro mientras hablaba.
Bajé de nuevo las pestañas con otra sonrisa dibujada en mis labios y deslicé mis dedos hasta el plato en el que estaban las fresas. Mis dedos se enredaron con los suyos que ansiosos buscaban el mismo objetivo y ambos nos quedamos mirando al otro durante unos instantes para a continuación romper a reir, cómplices de sabernos el uno dueño del otro.
-La verdad, nunca te hubiera imaginado pasando las horas pasando las horas enterrado entre las páginas de un libro si no fuera por obligación- reí llevando una fresa hasta mis labios para morderla con lentitud y disfrutar de aquel manjar que era -Y... respecto a tu pregunta, no tengo tales obligaciones por el momento puesto que sólo seré alfa cuando me despose con un lobo que lo sea, y no sé si podría si Damon pasa a ser el alfa...-
No quería pensar en aquello, no quería imaginar siquiera la posibilidad de perderle y por eso, tomé otra fresa entre mis dedos y la acerqué a sus labios con una sonrisa dulce pintada en los míos -Mis gustos son sencillos... Es muy fácil hacerme feliz, un buen libro leído al calor y al crepitar del fuego, las agujetas en los hombros tras un día perdida por el bosque lanzando flechas con el arco, el frescor en la piel tras un baño a la luz de la luna y el dolor en los carrillos de reír con mi familia. La familia es algo muy importante para mí, la valoro mucho y los lazos que se crean... es por eso por lo que siempre he querido ser madre de varios hijos... Y por otro lado, bajo mi forma animal adoro perderme en el bosque, hundir las garras en la tierra mojada y aullar a la luna casi oculta entre las copas de los frondosos árboles-
Retiré la bandeja que se interponía entre nuestros cuerpos, dejando sobre la cama aquel plato con fresas. Con una sonrisa enlos labios, gateé por la cama hasta quedar frente a él para robarle un suave y corto beso en aquellos labios que deseaba explorar cada noche y, entre risas, me recosté en el lecho apoyando la cabeza en sus piernas y acariciando esos brazos que ahora se cernían sobre mi pecho, abrazándome.
-Todo eso me gusta... pero no te pienses que vas a casarte con una salvaje o una mujer poco femenina... También disfruto llevando obras de arte por vestidos y bailar hasta que el sol asoma por el horizonte al son del piano y el violín. Al fin y al cabo, la frivolidad de la alta sociedad es una buena vía de escape a los problemas de la manada.
Era curioso como una simple herida y una disputa familiar había unido nuestros destinos de aquella manera, a veces lo que piensas que son piedras en el camino, son tan sólo medios para lograr tu verdadero destino y yo, sólo deseaba que ese destino estuviera ligado al del lobo que buscaba mi mirada en aquellos instantes.
Cambié de postura, quedando ahora de rodillas frente a él, con sendos cuerpos separados sólo por nuestros alientos entremezclados y por la intensidad de nuestras miradas. Ahora, era mi mirada la que cambiaba de color y mis labios los que rozaban los suyos, con lentitud, sin llegar a besarle. -¿Crees que nuestro destino estaba escrito?¿o por el contrario escribes tú tu propio destino?-
Poco me importaba si era dueño o esclavo del destino pues ahora, mi único destino sería estar entre sus brazos.
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/07/2016
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Escuché atento cada palabra mientras mis dedos jugueteaban con las fresas para después llevármelas a la boca sin apartar mis ojos de esa boca que me tenia completamente hipnotizado.
Sonreí cuando nuestras manso se cruzaron en ese plato tocándonos de nuevo ,aquel tacto abrasador que me invitaba a tirar esa bandeja por el aire para sobre el lecho tomarla sin mayores contemplaciones.
Nadie tenia porque enterarse, pensé cuando mis ojos se tronaron ámbar, casi se me escapa un jadeo cuando su cuerpo se orillo al mio y por un momento desee que hubiera pensado lo mismo.
Deslicé mis manos por su cintura elevando ligeramente a su paso aquel minúsculo camisón que marcaba cada curva de mi deseo.
Cerré los ojos incapaz de mantener esa cercanía por mas tiempo mientras su aliento golpeaba mis labios excitando cada rincón de mi ser.
Quebrantaba mis propios ideales, todo lo que me habían enseñado, mas aquella mujer era pecado y yo el demonio.
Jadee contra su boca acercando mis labios con lujuria, poco me importaba si nuestros destinos estaban escritos a fuego o hielo, lo único en lo que ahora pensaba era en ese cuerpo que frente a mi se movía fogoso, incendiando mi ser a su paso.
Introduje mi lengua en su boca, saboreando los resquicios de fresa que mezclada con bosque sabia a frambuesa, jadee contra ella mientras empujaba con el mio su cuerpo hacia el lecho gateando sobre ella.
Deslicé mis labios por su cuello, mordisqueando su mandíbula con mis dientes.
Busque con mis caderas la parte interna de su muslo mostrandole lo dura que estaba en esos momentos mi entrepierna.
-Te deseo, aquí y ahora -susurré frente a su boca mientras mis manos aflojaban el botón de mis pantalones liberando mi hombría que necesitada pugnaba por salir.
Gruñí aferrándola con mis manos fuera de mi para acercarla a su cuerpo mientras yo mismo la acariciaba tratando de darle una calma que no llegaba.
Dejé de nuevo mi cuerpo caer sobre el suyo, para deleitarme de sus apasionados besos, empujando de nuevo mi hombría contra sus mojadas braguitas, esperando que me abriera la entrada hacia mi perdición, hacia el quebrantamiento de mis leyes y hacia el cielo que ahora necesitaba.
Mis ojos ámbar contra los suyos, puro fuego que nos quemaban, jadeé contra su boca haciendoseme eterno ese permiso que no llegaba, pensé en abrir sus piernas, lo necesitaba, gruñí contra su boca de nuevo.
-es ese olor, no puedo mas -susurre contra sus labios -no puedo controlarme, lo necesito.
Era cierto todos mis instintos me empujaban a tomarla, no podía luchar mas en esa guerra perdida.
Sus hormonas gritaban contra las mías que cedían necesitadas a sentir el húmedo calor de su vagina acogiendo a mi falo duro.
Sonreí cuando nuestras manso se cruzaron en ese plato tocándonos de nuevo ,aquel tacto abrasador que me invitaba a tirar esa bandeja por el aire para sobre el lecho tomarla sin mayores contemplaciones.
Nadie tenia porque enterarse, pensé cuando mis ojos se tronaron ámbar, casi se me escapa un jadeo cuando su cuerpo se orillo al mio y por un momento desee que hubiera pensado lo mismo.
Deslicé mis manos por su cintura elevando ligeramente a su paso aquel minúsculo camisón que marcaba cada curva de mi deseo.
Cerré los ojos incapaz de mantener esa cercanía por mas tiempo mientras su aliento golpeaba mis labios excitando cada rincón de mi ser.
Quebrantaba mis propios ideales, todo lo que me habían enseñado, mas aquella mujer era pecado y yo el demonio.
Jadee contra su boca acercando mis labios con lujuria, poco me importaba si nuestros destinos estaban escritos a fuego o hielo, lo único en lo que ahora pensaba era en ese cuerpo que frente a mi se movía fogoso, incendiando mi ser a su paso.
Introduje mi lengua en su boca, saboreando los resquicios de fresa que mezclada con bosque sabia a frambuesa, jadee contra ella mientras empujaba con el mio su cuerpo hacia el lecho gateando sobre ella.
Deslicé mis labios por su cuello, mordisqueando su mandíbula con mis dientes.
Busque con mis caderas la parte interna de su muslo mostrandole lo dura que estaba en esos momentos mi entrepierna.
-Te deseo, aquí y ahora -susurré frente a su boca mientras mis manos aflojaban el botón de mis pantalones liberando mi hombría que necesitada pugnaba por salir.
Gruñí aferrándola con mis manos fuera de mi para acercarla a su cuerpo mientras yo mismo la acariciaba tratando de darle una calma que no llegaba.
Dejé de nuevo mi cuerpo caer sobre el suyo, para deleitarme de sus apasionados besos, empujando de nuevo mi hombría contra sus mojadas braguitas, esperando que me abriera la entrada hacia mi perdición, hacia el quebrantamiento de mis leyes y hacia el cielo que ahora necesitaba.
Mis ojos ámbar contra los suyos, puro fuego que nos quemaban, jadeé contra su boca haciendoseme eterno ese permiso que no llegaba, pensé en abrir sus piernas, lo necesitaba, gruñí contra su boca de nuevo.
-es ese olor, no puedo mas -susurre contra sus labios -no puedo controlarme, lo necesito.
Era cierto todos mis instintos me empujaban a tomarla, no podía luchar mas en esa guerra perdida.
Sus hormonas gritaban contra las mías que cedían necesitadas a sentir el húmedo calor de su vagina acogiendo a mi falo duro.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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Localización : Paris
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Ya no éramos nosotros mismos ni volveríamos a serlo tras esa noche estrellada. Su cuerpo respondía al mío esperándome al lecho y dejando así claras sus intenciones. Su cuerpo y el mío parecían hechos el uno para el otro, él respondía a mis provocaciones clavándome el miembro contra la ropa y, el mío, ajustaba mis curvas a cada resquicio de su cuerpo, salvando las distancias deseando ser sólo uno.
Su virilidad pugnaba por salir y clavarse entre mis piernas de una vez por todas, por eso cuando do sus dedos desabrocharon con prisa los botones que la mantenían apasionada no pude evitar que un ronco jadeos escapara de entre mis labios. Quería sentirlo dentro de mi, sentir su piel desnuda y cálida sobre la mía, sus manos guiando mi cuerpo inexperto y sus labios viniendo únicamente mi nombre y no el de otra. -Errol...- Mudito contra sus labios antes de buscarlos de nuevo y darle un suave mordisco -Quiero ser tuya,necesito ser tuya ahora y siempre...-
Sus labios respondieron a mi súplica desesperada buscando los míos y regalando besos apasionados que entremezclan nuestro sabor a fresas y a bosque. Aquello debía ser lo más parecido al cielo, o al menos al mío, que ahora parecía tener nombre y apellidos.
No había ya punto de retorno. Él me deseaba y yo le necesitaba entre mis piernas desesperadamente y sabía que si faltabamos a las tradiciones marcadas a fuego, él no faltaría en su palabra de desplazarme dejándome ultrajada y descontada. Mis manos buscaban aquellos resquicios de su piel desnuda mientras sus labios buscaban mi cuello tratando de hacerme enloquecer para, entre beso y beso, achacar la culpa de nuestros propios actos al olor de mis hormonas.
Esbocé una sonrisa socarrona ¿Acaso eran necesarias las excusas? Era yo y no mis hormonas la que le había hecho enloquecer nada más verme, era yo la que quería aprender a hacerle perder el control en nuestra cama cada noche y cada día. Era yo la que quería que un día uno de nuestras noches de pasión se transformará en la feliz noticia de que ambos esperábamos a un hijo.
Empujé con esfuerzo aquel cuerpo congelado que más parecía una perfecta estatua griega con sus músculos definidos que un hombre de carne y hueso, provocando así que ambos rodáramos por la cama entre risas y besos cómplices y traviesos. Como resultado final, yo triunfal sobre su cuerpo con el pelo revuelto y contemplando su cuerpo, él con la mirada casi más ámbar que la mía y con sus manos sobre mis muslos abusando deshacerse de aquella ropa que se interponga entre nosotros.
Con uno de los tirantes del camisón bajados y con el rubor pintado en mis mejillas comencé a recorrer con la yema de mis dedos su cuerpo hasta llegar a su miembro, erecto y grandioso. Detuve el avance temiendo el rechazo de esas manos que ahora se perdían por mi piel calentandola por momentos.
Sabía que me deseaba, que en ese preciso instante no anhelaba otra cosa que mi cuerpo desnudo y Virgen entre sus manos con la sangre resbalando por mis muslos. Pero mi miedo residía en lo que ocurriría al día siguiente, en si se arrepentirán de no haber esperaba, en si me comparativa con las otras mujeres que habían gemido su nombre y en si habría estado a la altura de sus expectativas.
Levanté mi cuerpo del suyo, sintiendo su desconcierto clavado en mi nuca y escuchando las palabras de incomprensión que patrullaban. Palabras que se aclararon cuando, de espaldas a él y con cierta timidez, deje caer el camisón al frío suelo sintiendo como su mirada se clavaba sobre mi cuerpo desnudo, sólo cubierto por unas bragas negras.
Su respiración se detuvo por instante, el tiempo que tardó en levantarse de la cama para venir junto a mi y pegar su cuerpo al mío salvando las distancias. Me gire con lentitud, quedando frente a él. Deseaba no perder detalle de su reacción, de sus ojos y de su respiración.
-Quiero que me hagas mujer, ser desde ahora sólo tuya y tú sólo mío. Pero quiero que sea un momento especial y único pues no volverá a repetirse amor... Quiero explorar tu cuerpo sin prisas, sin arrepentimiento. Quiero hacerte enloquecer...- estas últimas palabras sonaron roncas por el deseo y mis pechos se pegaron a su cuerpo endureciendo así mis pezones- -Quiero hacerte enloquecer para que a cada instante sólo pienses en tomarme cada noche, cada día... hacerlo hasta el momento en el que te anuncie que seremos padres. Quiero hacerte feliz y te quiero a ti Errol Dow...-
Su virilidad pugnaba por salir y clavarse entre mis piernas de una vez por todas, por eso cuando do sus dedos desabrocharon con prisa los botones que la mantenían apasionada no pude evitar que un ronco jadeos escapara de entre mis labios. Quería sentirlo dentro de mi, sentir su piel desnuda y cálida sobre la mía, sus manos guiando mi cuerpo inexperto y sus labios viniendo únicamente mi nombre y no el de otra. -Errol...- Mudito contra sus labios antes de buscarlos de nuevo y darle un suave mordisco -Quiero ser tuya,necesito ser tuya ahora y siempre...-
Sus labios respondieron a mi súplica desesperada buscando los míos y regalando besos apasionados que entremezclan nuestro sabor a fresas y a bosque. Aquello debía ser lo más parecido al cielo, o al menos al mío, que ahora parecía tener nombre y apellidos.
No había ya punto de retorno. Él me deseaba y yo le necesitaba entre mis piernas desesperadamente y sabía que si faltabamos a las tradiciones marcadas a fuego, él no faltaría en su palabra de desplazarme dejándome ultrajada y descontada. Mis manos buscaban aquellos resquicios de su piel desnuda mientras sus labios buscaban mi cuello tratando de hacerme enloquecer para, entre beso y beso, achacar la culpa de nuestros propios actos al olor de mis hormonas.
Esbocé una sonrisa socarrona ¿Acaso eran necesarias las excusas? Era yo y no mis hormonas la que le había hecho enloquecer nada más verme, era yo la que quería aprender a hacerle perder el control en nuestra cama cada noche y cada día. Era yo la que quería que un día uno de nuestras noches de pasión se transformará en la feliz noticia de que ambos esperábamos a un hijo.
Empujé con esfuerzo aquel cuerpo congelado que más parecía una perfecta estatua griega con sus músculos definidos que un hombre de carne y hueso, provocando así que ambos rodáramos por la cama entre risas y besos cómplices y traviesos. Como resultado final, yo triunfal sobre su cuerpo con el pelo revuelto y contemplando su cuerpo, él con la mirada casi más ámbar que la mía y con sus manos sobre mis muslos abusando deshacerse de aquella ropa que se interponga entre nosotros.
Con uno de los tirantes del camisón bajados y con el rubor pintado en mis mejillas comencé a recorrer con la yema de mis dedos su cuerpo hasta llegar a su miembro, erecto y grandioso. Detuve el avance temiendo el rechazo de esas manos que ahora se perdían por mi piel calentandola por momentos.
Sabía que me deseaba, que en ese preciso instante no anhelaba otra cosa que mi cuerpo desnudo y Virgen entre sus manos con la sangre resbalando por mis muslos. Pero mi miedo residía en lo que ocurriría al día siguiente, en si se arrepentirán de no haber esperaba, en si me comparativa con las otras mujeres que habían gemido su nombre y en si habría estado a la altura de sus expectativas.
Levanté mi cuerpo del suyo, sintiendo su desconcierto clavado en mi nuca y escuchando las palabras de incomprensión que patrullaban. Palabras que se aclararon cuando, de espaldas a él y con cierta timidez, deje caer el camisón al frío suelo sintiendo como su mirada se clavaba sobre mi cuerpo desnudo, sólo cubierto por unas bragas negras.
Su respiración se detuvo por instante, el tiempo que tardó en levantarse de la cama para venir junto a mi y pegar su cuerpo al mío salvando las distancias. Me gire con lentitud, quedando frente a él. Deseaba no perder detalle de su reacción, de sus ojos y de su respiración.
-Quiero que me hagas mujer, ser desde ahora sólo tuya y tú sólo mío. Pero quiero que sea un momento especial y único pues no volverá a repetirse amor... Quiero explorar tu cuerpo sin prisas, sin arrepentimiento. Quiero hacerte enloquecer...- estas últimas palabras sonaron roncas por el deseo y mis pechos se pegaron a su cuerpo endureciendo así mis pezones- -Quiero hacerte enloquecer para que a cada instante sólo pienses en tomarme cada noche, cada día... hacerlo hasta el momento en el que te anuncie que seremos padres. Quiero hacerte feliz y te quiero a ti Errol Dow...-
Odalyn Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/07/2016
Re: Buscando las huellas de nuestro pasado (Errol) +18
Nuestros cuerpos rodaron por la cama mientras nuestra necesidad crecía, enredando nuestras bocas entre cómplices risas, era evidente lo que sentía como mi falo golpeaba su entrada, como mis manos hechas fuego recorrían el hielo de su piel derritiendonos a ambos en un duelo de pasión desmedida, de sentimientos encontrados.
Jadeé contra su boca cuando ella quedo encima presionando así mi pene que pugnaba ansioso por entrar, por sentir ese calor que lo hiciera arder, que lo atrapara haciéndolo estremecer.
Su dedo recorrió mi pecho ,dibujando cada resquicio de mi piel, cada cicatriz que surcaba mi cuerpo, cada surco de de los músculos que ahora en tensión esperaban que su cuerpo cediera en mi empeño.
Dejé escapar el aire cuando sus dedos rozaron mi sexo, grande, recto, duro, mas su caricia nunca llego y con ello se presento mi desconcierto.
Se puso en mi para alejarse, para dejarme tan frio como el mismo hielo, me incorpore ligeramente mirándola.
-Por favor -supliqué completamente ido, sus olor había logrado arrastrarme a ese lugar que no tenia regreso, ese que ahora meditaba en tumbarla en la cama y abrir sus piernas si era necesario a la fuerza.
Mis ojos se tornaron ámbar, era una bestia, el olor, el celo, aquello dejaba que el lobo se apoderara del humano, mas su gesto me llevo a la calma y forzó que una media sonrisa en mis labios se instalara.
Jadeé viendo como su camisón resbalaba delicado por su piel dejándola desnuda frente a mis ojos.
Por un momento creo que deje de respirar frente a aquel cuerpo digno de ldo dioses, ese cincelado a fuego por el mismo Ares y que me prometía una noche de lujuria, de pasión en el inframundo.
Me incorpore acercándome a ella, acortando la fría distancia que nos separaba para de nuevo arder en el infierno de su piel.
Deposité mis labios en su cuello, acariciándolo con suavidad con ellos, mi agitada respiración golpeaba sin tregua su piel.
Se giró para que nuestros ojos se encontraran, sus palabras acariciaban una a una la comisura de mis labios que la ansiaban mas que a la luna llena.
Su voz golpeó cada una de las terminaciones nerviosas de mi cuerpo, esas que ya su piel habían herido de muerte orillándome a tomarla impulsado por el deseo.
Cerré los ojos posando mi frente contra la suya, sintiendo su boca tan cerca que se me antojaba del único manantial de que necesitaba beber ahora y por siempre.
-Te quiero Odalyn, te deseo, quiero que seas mía, hoy, mañana y siempre, quiero unir mi destino al tuyo, una boda con las viejas tradiciones -gruñí contra sus labios incrédulo de lo que estaba a punto de decir -es por eso, porque no eres una mas, porque lo eres todo ,por lo que no te tomare esta noche, porque nada me hará mas feliz, ni me pondrá mas cachondo -sonreí de medio lado acariciando su boca despacio -que tener que esperar a la noche de bodas para tomarte, noche de bodas que tu sangre escurrirá por tus piernas, noche que seras desvirgada y cuando llegue la luna, cuando ya tu cuerpo haya sido explorado por el mio, tus labios acariciados sin tregua.
Cuando seamos solo uno, la luna rozara nuestra piel trasformandonos en bestias, y volveré a tomarte en esa forma concluyendo así el ciclo, nuestra boda como alfas.
Jadeé aun contra su boca, completamente excitado, era palpable que mi hombría no pensaba como yo, que ella lo quería todo ahora.
-No te tomare hasta que tu hermano me conceda tu mano.
Busqué un poco de distancia entre ambos, mientras mis ojos aun ámbar me exigían reclamarla.
-Creo que voy a arreglármelas solo en la ducha -susurré mientras mi pecho subía furioso y bajaba frente a su cuerpo -¿te ayudo antes? -pregunté si saber bien hasta donde esa mujer sabia auto complacerse para calmar así la necesidad que sin duda ahora mismo nuestros cuerpos demandaban.
La mayoría eran inexpertas, supuse que eso era lo que las hacia tan tremendamente sexys para nosotros, todo lo descubrían frente a nuestros ojos.
Me acerque de nuevo con una picara sonrisa mentiras me dejaba caer de rodillas frente a ella.
Acerque mis labios a sus braguitas para besar su pubis aun oculto tras ellas.
-Déjame descubrirte el placer -jadeé contra el encaje mientras mis dedos recorrían su muslo desnudo -déjame hacerte enloquecer como tu lo estas haciendo conmigo.
Jadeé contra su boca cuando ella quedo encima presionando así mi pene que pugnaba ansioso por entrar, por sentir ese calor que lo hiciera arder, que lo atrapara haciéndolo estremecer.
Su dedo recorrió mi pecho ,dibujando cada resquicio de mi piel, cada cicatriz que surcaba mi cuerpo, cada surco de de los músculos que ahora en tensión esperaban que su cuerpo cediera en mi empeño.
Dejé escapar el aire cuando sus dedos rozaron mi sexo, grande, recto, duro, mas su caricia nunca llego y con ello se presento mi desconcierto.
Se puso en mi para alejarse, para dejarme tan frio como el mismo hielo, me incorpore ligeramente mirándola.
-Por favor -supliqué completamente ido, sus olor había logrado arrastrarme a ese lugar que no tenia regreso, ese que ahora meditaba en tumbarla en la cama y abrir sus piernas si era necesario a la fuerza.
Mis ojos se tornaron ámbar, era una bestia, el olor, el celo, aquello dejaba que el lobo se apoderara del humano, mas su gesto me llevo a la calma y forzó que una media sonrisa en mis labios se instalara.
Jadeé viendo como su camisón resbalaba delicado por su piel dejándola desnuda frente a mis ojos.
Por un momento creo que deje de respirar frente a aquel cuerpo digno de ldo dioses, ese cincelado a fuego por el mismo Ares y que me prometía una noche de lujuria, de pasión en el inframundo.
Me incorpore acercándome a ella, acortando la fría distancia que nos separaba para de nuevo arder en el infierno de su piel.
Deposité mis labios en su cuello, acariciándolo con suavidad con ellos, mi agitada respiración golpeaba sin tregua su piel.
Se giró para que nuestros ojos se encontraran, sus palabras acariciaban una a una la comisura de mis labios que la ansiaban mas que a la luna llena.
Su voz golpeó cada una de las terminaciones nerviosas de mi cuerpo, esas que ya su piel habían herido de muerte orillándome a tomarla impulsado por el deseo.
Cerré los ojos posando mi frente contra la suya, sintiendo su boca tan cerca que se me antojaba del único manantial de que necesitaba beber ahora y por siempre.
-Te quiero Odalyn, te deseo, quiero que seas mía, hoy, mañana y siempre, quiero unir mi destino al tuyo, una boda con las viejas tradiciones -gruñí contra sus labios incrédulo de lo que estaba a punto de decir -es por eso, porque no eres una mas, porque lo eres todo ,por lo que no te tomare esta noche, porque nada me hará mas feliz, ni me pondrá mas cachondo -sonreí de medio lado acariciando su boca despacio -que tener que esperar a la noche de bodas para tomarte, noche de bodas que tu sangre escurrirá por tus piernas, noche que seras desvirgada y cuando llegue la luna, cuando ya tu cuerpo haya sido explorado por el mio, tus labios acariciados sin tregua.
Cuando seamos solo uno, la luna rozara nuestra piel trasformandonos en bestias, y volveré a tomarte en esa forma concluyendo así el ciclo, nuestra boda como alfas.
Jadeé aun contra su boca, completamente excitado, era palpable que mi hombría no pensaba como yo, que ella lo quería todo ahora.
-No te tomare hasta que tu hermano me conceda tu mano.
Busqué un poco de distancia entre ambos, mientras mis ojos aun ámbar me exigían reclamarla.
-Creo que voy a arreglármelas solo en la ducha -susurré mientras mi pecho subía furioso y bajaba frente a su cuerpo -¿te ayudo antes? -pregunté si saber bien hasta donde esa mujer sabia auto complacerse para calmar así la necesidad que sin duda ahora mismo nuestros cuerpos demandaban.
La mayoría eran inexpertas, supuse que eso era lo que las hacia tan tremendamente sexys para nosotros, todo lo descubrían frente a nuestros ojos.
Me acerque de nuevo con una picara sonrisa mentiras me dejaba caer de rodillas frente a ella.
Acerque mis labios a sus braguitas para besar su pubis aun oculto tras ellas.
-Déjame descubrirte el placer -jadeé contra el encaje mientras mis dedos recorrían su muslo desnudo -déjame hacerte enloquecer como tu lo estas haciendo conmigo.
Errol Dow- Licántropo Clase Alta
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