You´re not a monster, you´re beautiful [Flashback/ Priv. Moune]

por **Calista Von Tocqueville** Mar Ago 16, 2016 10:57 pm

10 años // Mansión Von Tocqueville
“Los monstruos no nacen, el mundo los crea a base de temor y odio”

Estaba acostumbrada a despertar todas las noches, con el corazón agitado y sintiendo que había estado al borde de la muerte… como si reviviera una y otra vez la misma pesadilla donde se encontraba con un cuerpo colgado que le pedía ayuda pero ella no podía hacer nada para ayudarle, porque sentía una gran presión en el pecho que le hacía despertar siempre de golpe. Era una forma tan desesperada de salir de un sueño que ni siquiera tenía la oportunidad de mantener los ojos cerrados para no encontrarse con una atroz escena en la realidad… muchas veces juraba ver a aquella sombra aun colgada cuando abría los ojos. Por lo que se cubría completamente con la respiración agitada e intentando despertar con todas sus fuerzas, tenía miedo… le temía a aquel dolor con el cual cargaba aquel ser, le gustaría ayudarle pero no sabía cómo hacer que ambas pudieras descansar finalmente.

Y así era noche tras noche, se notaba su agotamiento, sus padre eran inquisidores pero ni ellos comprendían realmente que ocurría con su hija por mucho incluso pensaron que esta seguramente padecía alguna enfermedad mental. Pero para Calista era demasiado real y se preguntaba porque nadie más lograba sentirlo como ella. Al dormir se veía en unas tierras muy antiguas, viendo el sufrimiento de aquellos que llamaban impuros, sin embargo al contrario de las historias que contaban comúnmente… no se veían como bestias, se veían como humanos tal como ella y si estos buscaban el perdón de Dios aun podían salvarse, no era necesario derramar sangre.

Pero luego volvían las atroces imágenes y no sabía quién provocaba aquel sufrimiento, ¿Por qué de tantos solo escuchaba a un alma pedir ayuda, en la soledad de aquel frío lugar? – Yo no sé cómo ayudar, lo lamento. Perdóname, perdóname, pero no sé cómo podría ayudar – finalmente solo tenía 10 años, era una niña asustada que cubría su rostro ante aquellas trágicas escenas sin notar aun que estaba despierta y que aquella figura que solo días anteriores había sido una sombra parecía tomar una figura, pero una que la asustaba bastante por lo que al encontrarle con la mirada solo se cubrió por completo temblando de miedo como cualquier niña haría, sin embargo… aferrada a sus creencias pensó que tal vez Dios le había enviado aquel don de poder ayudar a aquellos que pocos podían sentir o ver… por lo que se destapo lentamente y salió de su cama, no se atrevía a mirar su rostro pues aun sentía un escalofrió en su espina dorsal- Mi nombre es Calista- dijo con un hilo de voz con el cual sentía se iba su alma, mirando el suelo sin querer recorrer con su mirada la habitación que solo era iluminada con la escasa luz de luna que entraba por una ventana - ¿Tu eres a quien veo en mis sueños?...

por Invitado Jue Ago 25, 2016 10:38 pm

Deja tu vida, vive la muerte...

La dolencia era solo la manera de apaciguar la trágica muerte de Moune, el ser desestimada por todos, el rechazo ante lo que era y ante lo que quería ser, la llevó a seguir un juego, donde la cuerda siempre estaba floja, y solo ella era la que saldría herida, perdiendo ante todo. Y eso a nadie le importó. Se engañó a sí misma, al interpretar el rol de una niña, mientras que su sexo verdadero se iba quedando en el olvido, sepultado en el vientre de la duquesa Cordelia, y llevada hasta su tumba, pero no era la única. Ante todo ese teatrillo en el que Moune olvidó quién era, y creció con la idea de que el género femenino poseía, fue víctima de sucesos despiadados. Todo tenía un motivo, y es que ella, debía desde un principio haber nacido como mujer, ya que recayó en ese bebé engendrado, el reino de los Babenberg, la maldición y el deber de seguir con la tradición. Fue que alguien más descubrió el secreto, ya no solo la Duquesa, sino de quien fue conferida como comprometida, siendo esposa y mujer del príncipe de los lycans. Y ahí fue que la desgracia comenzó. Desengaño a Moune, denigrándola, dañándola, pero si supiera que ella no tuvo la culpa, ella no quiso engañar a su marido, solo quería ver su sueño convertido, su ideal forjado desde la cumbre del nacimiento. Formar una familia, pero lo único que obtuvo fue desprecio y negación a lo que un día espero. Y por más que la muerte le diera, no podía sentir ira, o venganza a su calvario. Solo había cabida a la tristeza.

Siendo su melancolía inmensa, no podía ir al reino de los cielos, no estaba en paz consigo misma, no, hasta que su sueño se haga realidad. Por lo que siempre que se encontraba en el mundo de los humanos, el salir de las catacumbas. Se la pasaba observando mujeres, aquellas damas que gozaban de un buen prestigio. Tan felices, que ella quería reflejarse en ellas, poseer por un momento esa felicidad, y sobre todo, el sentirse mujer. Y esto era poseyendo el cuerpo. Más solo una en especial cuidaba de noche, y de día. Era una máxima adoración porque quiso gozar una infancia, el que le fue concedida de niña, y esta vez quería crecer hasta alcanzar su ideal.

Ella era perfecta, de unos ojos azules, como un mar inmenso de tanta belleza, la juventud encantadora en ese rostro angelical. El volver a sentirse una niña espléndida, que le quiso suplantar su vida por la de ella. Que aquella imagen de como feneció se la presentaba cada noche, hasta que creara un lazo íntimo y le diera la oportunidad de adentrarse a su ser. Y cuando ella se decidió a hablarle, encarneció frente a sus irises, se mostró tal cual y había sido. — No lamentas, y no te angusties, a partir de ahora tenemos que comenzar a vivir. —se acercó a ella, aun a pesar de que su aura fuese letal para un humano, y más para una niña, sentándose a su costado, a orillas de la cama. — Nos embarcaremos a un largo viaje, y ahí encontraras la manera de ayudarme…— Acarició la cabeza de la niña, percibiendo su temor, y ella transmitía más su aflicción, cada recuerdo de su vida, se la contaría.— Calista, siempre he sido yo…— Un ajeno nombre que debía familiarizarse con él, ya que sería suyo. — Te contaré un cuento que muchos conocen pero que no han conocido la realidad de los sucesos. — La voz era como un llanto de un ave agonizante, por más que tratara de reflejar una tranquilidad, supera la tragedia. — Se estaba riendo la Luna, — que casualidad que en esa misma noche, estuviera presente— le decía a Alicia que dejara ese lugar oscuro y frío, porque al conejo que persigue, le está preparando algo malo. —Gritos, llanto e ilusiones quebrantadas era lo único que bailoteaba en la mente de Moune. Y el conejo a quien hacía mención, era sin duda alguna, ella.

— El conejo esperaba a Alicia en un hoyo, pero Alicia no sabía que aquello era una catacumba. Era muy pequeña para comprender el lugar en el que se situaba. Que tras caer, no fue porque haya tropezado, sino porque el conejo saltó sobre ella, y le arrancó el corazón. Es por eso que se sumerge en un letargo, donde comienzan a fluir sus ilusiones…

Así expuso la historia de lo que padecerá ella, de una manera caótica y breve, como el aroma de la podredumbre de su ser, potente. — ¿Sabes cuál es el nombre del conejo? …—dejo a la crítica, acomodando a la pequeña en su regazo. — Moune, el conejo que perdió su blancura por culpa de Alicia…

Era la peor de las culpas, púes fue pintado de su sangre, como a las rosas blancas que Alicia quiso transformar en carmín

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