Perfect Blood [privado]

La noche se cernía nuevamente sobre Paris, dando pie a la vida nocturna que en aquella ciudad jamás escaseaba y en la cual Kol se entremezclaba, encontrándose en aparente calma esa noche, con sus manos guarecidas en los bolsillos de su larga gabardina negra y su andar calmado y silencioso que en nada denotaba que él fuese algo más que un caballero de la alta sociedad en sus años jóvenes.

Era su rostro firme y agraciado y atraía este con frecuencia la mirada de las damas hacia él, asunto que le resultaba una ventaja, ya que eran pocas las ocasiones en las que se veía necesitado de más que una de aquellas sonrisas con las que solía atraerlas y que inevitablemente culminaba con él bebiendo el elixir vital de algun cuerpo caliente que calmase sus gustos y sus exigencias, pues era bastante quisquilloso en cuanto al tipo de mortal que escogiese para calmar su sed, y no solo en ello se denotaba su carácter especial. Era él alguien difícil de tratar y mucho más de comprender, asunto que no le robaba el sueño en lo absoluto, acostumbrado como estaba a deambular solo sin que ello implicase que necesitase mayor compañía y de haber sido así sabía que con facilidad la encontraría.

Se paseaba entonces por el puerto, adonde aún acontecía algo de actividad, ya que a tempranas horas nocturnas los marineros se dirigían a las tabernas cercanas a aplacar su sed de alcohol y de alguna que otra prostituta que más que dispuesta se dejara comprar por pocas monedas.

La luna era plena en su cuarto menguante y aunque no hubiese sido así, ello no hubiese impedido que los sus oscuros ojos se adaptasen con facilidad a la semipenumbra mientras apoyaba su espalda en una pared, a unos cuantos metros de una cantina mientras el aire salado golpeaba sus fosas nasales, y sus labios silbaban tranquilamente una melodía algo lúgubre. Justo en ese momento, una mujer atravesó la puerta de salida del cercano antro, para caminar a unos cuantos pasos de distancia de él.

Sus ojos oscuros se fijaron en ella, ladeando apenas su rostro mientras examinaba el cuello de la mujer. Se trataba de alguien joven, quizás en la veintena. Él podía escuchar con claridad sus latidos, la manera en que su sangre corría para continuar por esa yugular que atrajo su mirada. La tonalidad de sus ojos se intensificó para luego desentenderse de ella en el momento en que un hombre le daba alcance y la rodeaba con su brazo, soltando una risotada y manoseándola antes de que ambos desaparecieran detrás de unos barriles, indicando así que aquella era una mujer de la vida fácil con la cual el susodicho aplacaría las urgencias de su entrepierna.

El asunto no le importaba, aunque su fino oído escuchaba perfectamente los jadeos. En su campo visual una segunda mujer acababa de presentarse. Andaba sola y al detenerse a pocos pasos de Kol, sin que ella le hubiese detectado aún pudo con tranquilidad observar su rostro y percibir que era una mujer muy atractiva, dotada de una cabellera castaña larga y sedosa que en ese momento brillaba al atraer a los rayos lunares que se detenían a iluminar su figura bastante agradable a la vista.

Si fuese a probar sangre esa noche no le importaría hincar sus colmillos en alguna parte de su anatomía oculta bajo las capas de su vestuario aunque para ser honesto, aún no decidía que iba a hacer en las próximas horas, ni tenía la menor prisa en hacerlo. -Son algo ruidosos pero una vez que transcurren los minutos comienzas a acostumbrarte.- dijo en voz alta, revelándose así ante ella y haciendo alusión a los nada disimulados ruidos que se escuchaban y que indicaban a las claras lo que sucedía más allá de los barriles. Su voz sonó tranquila y clara pero notó que la mujer se sorprendía y que sus latidos antes pausados se aceleraban al voltear a ver hacia él para regalarle la vista de unos hermosos ojos castaños.