Solo caminaba y tropecé || Libre

por **Alianna Lindstrøm** Miér Ago 24, 2016 7:18 pm

Anise se había levantado muy temprano, apenas el sol comenzaba a pintar de un lila rosado el cielo, cuando abandonó la modesta vivienda en la que habitaban su hermano y ella. Había mas de dos años de la muerte de sus padres, y del momento en que ella decidiera hacerse cargo de las necesidades de su hermano. En su vida solo existía una preocupación y esa era él, su pequeño tesoro. Claro pequeño era una forma de decir, ya que al ser su hermano, digamos un humano normal y ella una cambiante, en verdad, Anise, aparentaba la mitad de la edad que tenía, haciendo que en realidad pareciera que la hermana menor, era la que se había tenido que hacer cargo de todo. La cambiante jamás se había quejado de ésta situación, muy por el contrario, lo hacía con amor y devoción ya que era el ser que mas amaba en la tierra.

Era por eso que siempre temprano en la mañana, se levantaba, preparaba el desayuno para él y si no había alimentos, - como aquella mañana -, sin decir nada, se preparaba y salía a buscar el sustento. A pesar de tener los conocimientos para trabajar como enfermera, aún no encontraba el lugar apropiado para hacerlo, lo que le llevaba a tener que usar sus artimañas, para conseguir todo lo que necesitaba. Caminaba por las calles de París, se escondía en algún lugar abandonado, se desnudaba y dejaba sus ropas pulcramente acomodadas y escondidas, para que ningún vagabundo se las robara, ya que por su condición económica, no podía darse el lujo de comprar otras nuevas.

Pronto se trasformaba en una comadreja y partía rumbo al mercado, o a los restaurantes que desde temprano comenzaban a trabajar en la cocina, para tener listo el menú a la hora en que las puertas del negocio abrieran y comenzaran a llegar sus comensales. Es así que trepando por arboles, saltando de una rama a otra o escurriéndose por las veredas, asustando a mas de un viandante se dedicó a buscar algunas frutas, verduras y porque no algún objeto de valor el cual luego vendría o empeñaría en una de las tantas casas de empeños que se encontraban en las zonas menos importantes de París.

Subida a un árbol de abundante follaje, esperó encontrar a su presa, lo seguiría e intentaría robarle algo en cuanto se descuidara.