AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Cuanto crees que valgo? [privado] [+18]
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¿Cuanto crees que valgo? [privado] [+18]
Recuerdo del primer mensaje :
Allí estaba de nuevo, en busca de dueño, había sentido la libertad tan cerca de mis alas que ahora sentía como mis pies se arrastraban levantando la polvareda por el suelo.
El hijo de mi anterior amo, ese que hoy me traía al mercado como si de un simple esclavo me tratara me había heredado tras su muerte.
El un hombre de letras y ciencias no me veía ningún uso, y al parecer su padre nunca le comentó su intención de hacerme un hombre libre.
Esa libertad que a base de fiel servicio y de confianza me había ganado con creces.
Confieso que su padre fue lo mas parecido a un amigo que tuve, nuestra relación fue buena, se estrecho con los años.
Ahora cabizbajo esperaba ser comprado por alguien con quien empezar de nuevo, a quien darle como regalo mis habilidades por un poco de comida, cobijo y poco mas.
La mayoría de esos señores poco o nada tenían de bueno, ninguna esperanza albergaba ya dentro de mi aquel día, mientras mis pies seguían arrastrándose por la tierra roja el desazón invadía mi alma.
Aun así mantuve la cabeza en alza, orgulloso de lo que era, desafiante frente a todos aquello hombres adinerados que me miraban susurrando a mi paso por cuanto empezarían sus pujas y hasta donde llegarían sus alzas.
Poco me importaba ya en que manos acabar, a fin y al cabo siempre era lo mismo, nunca seria libre, lo único que me quedaba eran los resquicios de orgullos que guardaba en el cofre que tras los mil y un escudos guardaba.
No era un hombre que se compadeciera de si mismo, no como lo hacia le resto de esclavos que lloraba por su desgracia, que se quejaba de sus amos, supongo que yo era solitario hasta para eso.
Mis manos unidas por las férreas cadenas se mantenían frías, había caminado tras el caballo de mi nuevo y efímero amo un buen trecho y para que mentir estaba bastante cansado.
Pronto me uní con el resto de esclavos, mujeres, niños y hombres fornidos para hacer el trabajo de cuatro, frente a nuestros ojos paseaban desde nobles que nos señalaban y admiraban haciéndonos girar como si fuéramos ganado, a mujeres en busca de amas de llave, doncellas, en fin...lo de siempre.
Tensé mi cuerpo cuando un hombre con un bastón giro mi rostro para admirarme, ¿acaso creía que compraba un cuadro? No pude evitar que mis ojos se hundieran en los suyos desafiante, mientras un golpe seco del bastón en mi vientre trataba de ponerme en su sitio alegando que desde cuando un esclavo podía mirar a los ojos a sus amos.
Gruñí lanzándome hacia el aun encadenado mientras mis manos se enzarzaban en su cuello ahogándolo con las cadenas, odiaba que me trataran como basura, aquel día estaba cansado,con los nervios a flor de piel y nunca aguante bien ser un hombre sumiso, mucho menos que se creyeran con derecho a golpearme por ser esclavo.
Dos hombres me engancharon aferrándome de los brazos hasta que le noble fue liberado, tosiendo y maldiciéndome, en ese preciso instante supe que ese se convertiría en mi amo, por que podía ver su sed de venganza, como me señalaba, ansiaba usar el lentigo conmigo hasta doblegarme, algo que no lograría hasta que la ultima gota de mi sangre se esparciera sobre el arenoso suelo.
Me recolocaron en mi sitio mientras trataba de zafarme de las manos de esas moles que me sujetaban para que no diera mas problemas.
El paseillo de gente fue terminándose para llevarnos frente al atril de madera donde se realizaban las pujas. Uno a uno fuimos pasando, hasta que llego mi turno y se abrió la veda.
Las pujas subían como la espuma, sin duda no se daban tregua, mas sonreí de medio lado cuando el hombre al que había ahogado se peleaba con el resto poniendo a juego su fortuna.
No fallaba el orgullo de esos hombre entrajetados no cambiaba nunca, veían algo salvaje y tenían la necesidad de domarlo, de apagarlo de hacerlo claudicar frente a ellos.
Allí estaba de nuevo, en busca de dueño, había sentido la libertad tan cerca de mis alas que ahora sentía como mis pies se arrastraban levantando la polvareda por el suelo.
El hijo de mi anterior amo, ese que hoy me traía al mercado como si de un simple esclavo me tratara me había heredado tras su muerte.
El un hombre de letras y ciencias no me veía ningún uso, y al parecer su padre nunca le comentó su intención de hacerme un hombre libre.
Esa libertad que a base de fiel servicio y de confianza me había ganado con creces.
Confieso que su padre fue lo mas parecido a un amigo que tuve, nuestra relación fue buena, se estrecho con los años.
Ahora cabizbajo esperaba ser comprado por alguien con quien empezar de nuevo, a quien darle como regalo mis habilidades por un poco de comida, cobijo y poco mas.
La mayoría de esos señores poco o nada tenían de bueno, ninguna esperanza albergaba ya dentro de mi aquel día, mientras mis pies seguían arrastrándose por la tierra roja el desazón invadía mi alma.
Aun así mantuve la cabeza en alza, orgulloso de lo que era, desafiante frente a todos aquello hombres adinerados que me miraban susurrando a mi paso por cuanto empezarían sus pujas y hasta donde llegarían sus alzas.
Poco me importaba ya en que manos acabar, a fin y al cabo siempre era lo mismo, nunca seria libre, lo único que me quedaba eran los resquicios de orgullos que guardaba en el cofre que tras los mil y un escudos guardaba.
No era un hombre que se compadeciera de si mismo, no como lo hacia le resto de esclavos que lloraba por su desgracia, que se quejaba de sus amos, supongo que yo era solitario hasta para eso.
Mis manos unidas por las férreas cadenas se mantenían frías, había caminado tras el caballo de mi nuevo y efímero amo un buen trecho y para que mentir estaba bastante cansado.
Pronto me uní con el resto de esclavos, mujeres, niños y hombres fornidos para hacer el trabajo de cuatro, frente a nuestros ojos paseaban desde nobles que nos señalaban y admiraban haciéndonos girar como si fuéramos ganado, a mujeres en busca de amas de llave, doncellas, en fin...lo de siempre.
Tensé mi cuerpo cuando un hombre con un bastón giro mi rostro para admirarme, ¿acaso creía que compraba un cuadro? No pude evitar que mis ojos se hundieran en los suyos desafiante, mientras un golpe seco del bastón en mi vientre trataba de ponerme en su sitio alegando que desde cuando un esclavo podía mirar a los ojos a sus amos.
Gruñí lanzándome hacia el aun encadenado mientras mis manos se enzarzaban en su cuello ahogándolo con las cadenas, odiaba que me trataran como basura, aquel día estaba cansado,con los nervios a flor de piel y nunca aguante bien ser un hombre sumiso, mucho menos que se creyeran con derecho a golpearme por ser esclavo.
Dos hombres me engancharon aferrándome de los brazos hasta que le noble fue liberado, tosiendo y maldiciéndome, en ese preciso instante supe que ese se convertiría en mi amo, por que podía ver su sed de venganza, como me señalaba, ansiaba usar el lentigo conmigo hasta doblegarme, algo que no lograría hasta que la ultima gota de mi sangre se esparciera sobre el arenoso suelo.
Me recolocaron en mi sitio mientras trataba de zafarme de las manos de esas moles que me sujetaban para que no diera mas problemas.
El paseillo de gente fue terminándose para llevarnos frente al atril de madera donde se realizaban las pujas. Uno a uno fuimos pasando, hasta que llego mi turno y se abrió la veda.
Las pujas subían como la espuma, sin duda no se daban tregua, mas sonreí de medio lado cuando el hombre al que había ahogado se peleaba con el resto poniendo a juego su fortuna.
No fallaba el orgullo de esos hombre entrajetados no cambiaba nunca, veían algo salvaje y tenían la necesidad de domarlo, de apagarlo de hacerlo claudicar frente a ellos.
Última edición por Imre Vogler el Dom Oct 02, 2016 10:00 am, editado 1 vez
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 20/08/2016
Re: ¿Cuanto crees que valgo? [privado] [+18]
Su gemido, ese que murió contra mis labios que desesperados acallaron su ronca respiración me hizo arder contra su piel. Poco me importaba ahora quien ganara esa batalla, pues mi piel se erizaba bajo el contacto de las yemas de sus dedos.
Su cuerpo, cedía contra el mio al ritmo del tortuoso movimiento de mis dedos que lograban hacerla arquearse en mi búsqueda. Búsqueda que mi ser aceptaba de buen grado ansioso de ella.
Hundió sus dedos en mi pelo, reclamando mas de mi, mientras nuestras bocas se entreabrían vigorosas en un duelo a muerte ansiosas de beber sin pausa del otro.
Un instante fue lo que el tirón de pelo nos dio, para enfrentar la mirada del otro. Una tregua que se me hizo larga, hasta que su voz ronca me ordeno que la tomara.
Única orden que cumpliría a pies juntillas, pues no había cosa en ese instante que mas deseara.
Mi orgullo trataba de no dejar ver mi brutal desesperación ,la atracción que mi cuerpo sentía aferrándose al suyo, como mi piel se erizaba cuando los pechos que escapaban de su abrigo impactaban contra mi lujuriosos de mas, firmes y endurecidos.
-Como deseé -gruñí acortando de nuevo la distancia que separaban a nuestras voraces bocas necesitadas de ser aplacadas por el otro.
La cinta de su abrigo callo al tiempo que nuestras miradas se encontraron en un duelo a muerte, oscuras parecían predecir la guerra que estaba dispuesta a librarse.
Mis dedos acariciaron su piel ,esa que contra ellos me hacia arder. Magia, eso desprendían nuestros cuerpos al rozarse, esa sensación eléctrica que como un rallo nos traspasaba, vigorosa, ardiente haciéndonos ahora caer sobre aquel lecho de paja sin ser esclavo y dueña si no dos seres que se ansiaban.
Sonreí de medio lado lamiendo ahora sus labios muy despacio, dejando que disfrutara de cada sensación que rozarnos nos implicaba a uno y a otro.
Sus ojos brillaban oscuros contra los míos mientras su cuerpo se contraía al ritmo de mis dedos dejando escapar constantes gemidos que me hacían enloquecer. Podía sentirla al borde de ese abismo donde deseaba tenerla y del mismo modo y aunque jamas se lo reconocería yo estaba donde ella quería, siendo su fiel esclavo pues la ansiaba de un modo peligroso.
Sus paredes se contraían contra mis dedos mientras un gemido agudo escapo de entre sus labios. Arqueó la cintura frente a mis ojos. ¡ Dios! aquella visión era estremecedora. Sus mejillas ardían ruborizadas al tiempo que su cabeza ladeada hacia atrás y con los ojos cerrados dejaba escapar de sus labios entreabiertos los últimos gruñidos por haberse corrido.
Saqué mis dedos completamente mojados mientras sus ojos me buscaron, su boca impacto ruda contra la mía dispuesta a buscar mas de mi, a encontrarlo todo.
Jadeé contra sus labios cuando esta entreabrió sus piernas para darme cobijo. Cobijo que acepté entrando en calor, incendiando así la tela del pantalón. Única prenda que separaba mi endurecida virilidad de su cálida intimidad
La sentí temblar por un instante entre mis brazos, esos que colocados a ambos lados de su perfecto cuerpo me mantenían sobre si.
Su mano busco mi botón ansiosa por despojarme de aquella tela que pronto callo a un lado dejando ahora si, que nuestros cuerpos completamente desnudos se hallaran de frente.
Piel contra piel ,nuestros ojos se buscaban ansiosos mientras me introducía lentamente en su interior incapaz de perder detalle de ese rostro que parecía ansioso y a su vez ligeramente asustado.
-Tranquila, iré despacio -gemí contra sus labios, casi adivinando, que esta era su primera vez y que el orgullo de ambos parecía no querer hablar, mas por el contrario nuestros cuerpos gritaban entendiéndose mucho mas que nosotros mismos.
Besos y caricias se sucedieron mientras mis movimientos lentos parecían acallar sus miedos, complacer sus necesidades e incendiar mi cuerpo que necesitaba aumentar el ritmo al tiempo que sus caderas, ahora confiadas parecían buscarme pidiendo lo mismo.
Su cuerpo, cedía contra el mio al ritmo del tortuoso movimiento de mis dedos que lograban hacerla arquearse en mi búsqueda. Búsqueda que mi ser aceptaba de buen grado ansioso de ella.
Hundió sus dedos en mi pelo, reclamando mas de mi, mientras nuestras bocas se entreabrían vigorosas en un duelo a muerte ansiosas de beber sin pausa del otro.
Un instante fue lo que el tirón de pelo nos dio, para enfrentar la mirada del otro. Una tregua que se me hizo larga, hasta que su voz ronca me ordeno que la tomara.
Única orden que cumpliría a pies juntillas, pues no había cosa en ese instante que mas deseara.
Mi orgullo trataba de no dejar ver mi brutal desesperación ,la atracción que mi cuerpo sentía aferrándose al suyo, como mi piel se erizaba cuando los pechos que escapaban de su abrigo impactaban contra mi lujuriosos de mas, firmes y endurecidos.
-Como deseé -gruñí acortando de nuevo la distancia que separaban a nuestras voraces bocas necesitadas de ser aplacadas por el otro.
La cinta de su abrigo callo al tiempo que nuestras miradas se encontraron en un duelo a muerte, oscuras parecían predecir la guerra que estaba dispuesta a librarse.
Mis dedos acariciaron su piel ,esa que contra ellos me hacia arder. Magia, eso desprendían nuestros cuerpos al rozarse, esa sensación eléctrica que como un rallo nos traspasaba, vigorosa, ardiente haciéndonos ahora caer sobre aquel lecho de paja sin ser esclavo y dueña si no dos seres que se ansiaban.
Sonreí de medio lado lamiendo ahora sus labios muy despacio, dejando que disfrutara de cada sensación que rozarnos nos implicaba a uno y a otro.
Sus ojos brillaban oscuros contra los míos mientras su cuerpo se contraía al ritmo de mis dedos dejando escapar constantes gemidos que me hacían enloquecer. Podía sentirla al borde de ese abismo donde deseaba tenerla y del mismo modo y aunque jamas se lo reconocería yo estaba donde ella quería, siendo su fiel esclavo pues la ansiaba de un modo peligroso.
Sus paredes se contraían contra mis dedos mientras un gemido agudo escapo de entre sus labios. Arqueó la cintura frente a mis ojos. ¡ Dios! aquella visión era estremecedora. Sus mejillas ardían ruborizadas al tiempo que su cabeza ladeada hacia atrás y con los ojos cerrados dejaba escapar de sus labios entreabiertos los últimos gruñidos por haberse corrido.
Saqué mis dedos completamente mojados mientras sus ojos me buscaron, su boca impacto ruda contra la mía dispuesta a buscar mas de mi, a encontrarlo todo.
Jadeé contra sus labios cuando esta entreabrió sus piernas para darme cobijo. Cobijo que acepté entrando en calor, incendiando así la tela del pantalón. Única prenda que separaba mi endurecida virilidad de su cálida intimidad
La sentí temblar por un instante entre mis brazos, esos que colocados a ambos lados de su perfecto cuerpo me mantenían sobre si.
Su mano busco mi botón ansiosa por despojarme de aquella tela que pronto callo a un lado dejando ahora si, que nuestros cuerpos completamente desnudos se hallaran de frente.
Piel contra piel ,nuestros ojos se buscaban ansiosos mientras me introducía lentamente en su interior incapaz de perder detalle de ese rostro que parecía ansioso y a su vez ligeramente asustado.
-Tranquila, iré despacio -gemí contra sus labios, casi adivinando, que esta era su primera vez y que el orgullo de ambos parecía no querer hablar, mas por el contrario nuestros cuerpos gritaban entendiéndose mucho mas que nosotros mismos.
Besos y caricias se sucedieron mientras mis movimientos lentos parecían acallar sus miedos, complacer sus necesidades e incendiar mi cuerpo que necesitaba aumentar el ritmo al tiempo que sus caderas, ahora confiadas parecían buscarme pidiendo lo mismo.
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 20/08/2016
Re: ¿Cuanto crees que valgo? [privado] [+18]
El cambiante era como una vorágine, una que no hace nada a medias, si no que todo lo arrasa con fuerza estremecedora. Así lo demostraba su boca, ardiente, impactante, que se adueñaba de la mía como nadie lo había hecho antes. Su tacto, ahora repasando mi piel, era pura magia, magia que desatada entre ambos me desconcertaba al hacerme temblar bajo el roce de sus dedos, firmes pero suaves a la vez que me descolocaron induciéndome a querer tocarlo más, a deslizar una y otra vez mis manos sobre su piel, intentando con ese acto comprender el por qué de aquella necesidad física tan desconocida para mi, irracional pero palpable entre ambos mientras caíamos sobre el lecho de paja.
Mis caderas volvían a arquearse bajo el movimiento de sus dedos, mis ojos verdes fijos en su expresión, en esa mirada profunda que me decía mucho y a la vez me ocultaba sus pensamientos. No pude evitar gemir, mi cuerpo respondía por sí solo, sorprendido, maravillado. El placer era innegable, la manera en que nuestras bocas se reconocían ahora despacio me producía una sensación muy dulce, su lengua paseándose por mis labios me estaba enloqueciendo. Cerré los ojos un momento, sumida en el placer que me inundaba, en los espasmos que sacudían mi cavidad cuando continuó moviendo sus dedos hábilmente. Gruñí en un amago de protesta ante el hecho de que lograra tanto de mí en tan corto tiempo, y finalmente, cuando pensé que el corazón se me salía del pecho, algo caliente y dulce se derramó adentro mío mientras exhalaba, con los ojos abiertos ahora de asombro y de inevitable vergüenza.
Desvié la mirada hacia un lado del cobertizo incapaz de mirarlo. Dúshlán me había vencido en aquella pequeña batalla, más no en la guerra. Aún seguía muy cerca mío, tanto que escuchaba perfectamente su respiración, si me movía tan solo un centímetro podía sentir como su piel abrasaba a la mía de forma más intensa que el mismo incendio del que habíamos escapado. Devolví mi mirada hacia él, sus ojos seguían oscuros al igual que los míos. Alcé mi mano, repasando un momento sus labios con mi dedo, mi deseo creciendo ahora más que nunca, decidida a no dejarme vencer, deseaba tomar y recibir todo de él.
Mis dedos se apoderaron de los mechones de su cabello, atrayéndolo con urgencia devastadora contra mi boca, gemí en ella en una mezcla de deseo y voracidad física, mis piernas ahora se abrían buscándole a él, invitándole, mi propias manos despojándole de su pantalón, aunque tengo que admitir llegados a ese momento me detuve, sobrecogida al comprender lo que pasaría a continuación, no pude evitar sentir algo de temor.
No evité sin embargo lo que sucedería a continuación, deseaba que sucediera. Su virilidad dura siguiendo mi invitación comenzó a introducirse en mi húmeda intimidad mientras él, de alguna manera que no atiné a comprender, parecía adivinar que era mi primera vez. Hundí mis uñas en su espalda, sabía que estaba siendo cuidadoso conmigo pero dolía, me estremecí al sentir como mis paredes le acogían, como él derribaba aquel muro que nadie nunca antes había derribado y me moví lentamente siguiendo la guía de sus caderas. Besos y caricias se sucedían unas a otras, mi mirada no se despegaba de la suya, me sentía expuesta de una forma desconocida, como si pudiera mirar muy dentro mío, de una forma íntima y desconcertante, y sin embargo era incapaz de no verlo, de no sentirlo, de no perderme en sus gestos, en sus jadeos, en su rostro que ahora me parecía más apuesto que al principio.
Su siguiente estocada fue más fuerte, más profunda, el dolor se vio eclipsado por el placer, él me sujetó por las caderas y yo abracé con más fuerza su cintura con mis piernas, ahora completamente acoplados en un solo ritmo. Mis labios buscaron ardientemente los suyos y me entregué a aquella danza febril, las contracciones me sacudían con violencia, su falo empalándome ahora sin recelo al cobijarlo dentro de mi. -Más….- solicité ansiosa, gimiendo de placer cada vez más fuerte, escuchándolo gruñir. Cada acometida suya me hacía desear la siguiente con mayor desesperación, con más anhelo. Sentía que la magia emanaba de mi cuerpo para fundirse con el suyo, sacudiendo nuestras terminales nerviosas, envolviéndonos en una cúspide en la que lo único que me satisfacía era él y tan sólo quería más, mucho más.
Mis caderas volvían a arquearse bajo el movimiento de sus dedos, mis ojos verdes fijos en su expresión, en esa mirada profunda que me decía mucho y a la vez me ocultaba sus pensamientos. No pude evitar gemir, mi cuerpo respondía por sí solo, sorprendido, maravillado. El placer era innegable, la manera en que nuestras bocas se reconocían ahora despacio me producía una sensación muy dulce, su lengua paseándose por mis labios me estaba enloqueciendo. Cerré los ojos un momento, sumida en el placer que me inundaba, en los espasmos que sacudían mi cavidad cuando continuó moviendo sus dedos hábilmente. Gruñí en un amago de protesta ante el hecho de que lograra tanto de mí en tan corto tiempo, y finalmente, cuando pensé que el corazón se me salía del pecho, algo caliente y dulce se derramó adentro mío mientras exhalaba, con los ojos abiertos ahora de asombro y de inevitable vergüenza.
Desvié la mirada hacia un lado del cobertizo incapaz de mirarlo. Dúshlán me había vencido en aquella pequeña batalla, más no en la guerra. Aún seguía muy cerca mío, tanto que escuchaba perfectamente su respiración, si me movía tan solo un centímetro podía sentir como su piel abrasaba a la mía de forma más intensa que el mismo incendio del que habíamos escapado. Devolví mi mirada hacia él, sus ojos seguían oscuros al igual que los míos. Alcé mi mano, repasando un momento sus labios con mi dedo, mi deseo creciendo ahora más que nunca, decidida a no dejarme vencer, deseaba tomar y recibir todo de él.
Mis dedos se apoderaron de los mechones de su cabello, atrayéndolo con urgencia devastadora contra mi boca, gemí en ella en una mezcla de deseo y voracidad física, mis piernas ahora se abrían buscándole a él, invitándole, mi propias manos despojándole de su pantalón, aunque tengo que admitir llegados a ese momento me detuve, sobrecogida al comprender lo que pasaría a continuación, no pude evitar sentir algo de temor.
No evité sin embargo lo que sucedería a continuación, deseaba que sucediera. Su virilidad dura siguiendo mi invitación comenzó a introducirse en mi húmeda intimidad mientras él, de alguna manera que no atiné a comprender, parecía adivinar que era mi primera vez. Hundí mis uñas en su espalda, sabía que estaba siendo cuidadoso conmigo pero dolía, me estremecí al sentir como mis paredes le acogían, como él derribaba aquel muro que nadie nunca antes había derribado y me moví lentamente siguiendo la guía de sus caderas. Besos y caricias se sucedían unas a otras, mi mirada no se despegaba de la suya, me sentía expuesta de una forma desconocida, como si pudiera mirar muy dentro mío, de una forma íntima y desconcertante, y sin embargo era incapaz de no verlo, de no sentirlo, de no perderme en sus gestos, en sus jadeos, en su rostro que ahora me parecía más apuesto que al principio.
Su siguiente estocada fue más fuerte, más profunda, el dolor se vio eclipsado por el placer, él me sujetó por las caderas y yo abracé con más fuerza su cintura con mis piernas, ahora completamente acoplados en un solo ritmo. Mis labios buscaron ardientemente los suyos y me entregué a aquella danza febril, las contracciones me sacudían con violencia, su falo empalándome ahora sin recelo al cobijarlo dentro de mi. -Más….- solicité ansiosa, gimiendo de placer cada vez más fuerte, escuchándolo gruñir. Cada acometida suya me hacía desear la siguiente con mayor desesperación, con más anhelo. Sentía que la magia emanaba de mi cuerpo para fundirse con el suyo, sacudiendo nuestras terminales nerviosas, envolviéndonos en una cúspide en la que lo único que me satisfacía era él y tan sólo quería más, mucho más.
Mila O'Connor- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 07/08/2016
Re: ¿Cuanto crees que valgo? [privado] [+18]
Nuestros cuerpos ardiendo en deseo prendían mas llamas que las del propio incendio que aun consumía la casa.
Sus labios jadeaban contra los míos atrayéndome por el pelo contra su boca, mientras mi lengua surcaba sus labios desesperada por adentrarse en su boca, saborear cada resquicio de esta, apoderarme de ella y reclamarla para mi como único vencedor de esta gesta donde estábamos por primera vez desde que nos conocimos ganando los dos.
Sus piernas entreabiertas me acogían, ambos fundido en uno, nos movíamos de forma salvaje al unisono, perlando de sudor nuestros cuerpos que extasiados suplicaban mas al otro.
Gruñí contra su boca incapaz de calmar mis ansias mientras esta sin darme tregua pedía que me adentrara mas en ella.
La empelé con fuerza, sintiendo como sus paredes me acogían completamente mojadas, excitada.
Nuestros ojos se observaban, negros como el tizón, buscando en la profundidad de nuestras almas algo que nos hiciera saber que eso estaba mal y no bien. Mas sabia tan bien.
La deseaba, eso era un hecho, creo que lo hice desde el mismo instante en el que casi la pierdo entre el fuego de la cabaña.
Solo que era demasiado orgulloso como para admitir que en parte agradecía que me hubiera comprado ella, que me hubiera arrancado de las manos de aquel que hubiera empuñado el látigo hasta mi muerte.
Sus gemidos se acallaban contra mis labios, que mordían los suyos con ahincó, emprendiendo el brutal ritmo de las estocadas mas fuertes, esas que ella acogía con deseo, entreabriendo sus labios, dejando que nuestros alientos nos embriagaran entre pasionales y roncos gruñidos.
Sus espalda se arqueo entre mis dedos, mis manos la sujetaron con fuerza, clavándome de nuevo.
Sentí la sacudida de mi falo llenándola de mi, sus paredes vibraban salvajes, cálidas atrayéndome hacia si.
Bajé la cabeza hasta su pecho, apoyándome en el, sintiendo como el sudor resbalaba por mi rostro para morir en su blanca tez.
-Espero haberlo hecho bien -susurré con una picara sonrisa lamiendo su esternón, para ascender mordiendo ahora su clavícula, repasar su cuello y jadear de nuevo contra su boca.
-¿que es Dúshlán ? -pregunte, esta vez no fingiendo que no me importaba esa palabra como hacia siempre que la pronunciaba.
No sabia bien como reaccionar ahora, había cumplido mi cometido, quizás era le momento de salir e irme a otro sitio, mas admito me sentía a gusto entre sus brazos.
Demasiado para ser lo permitido para un esclavo.
Sus dedos recorrieron mi espalda, esa que llena de heridas de fusta y látigo le mostraban épocas pasadas.
Incomodo por que sentía mi intimidad vulnerada, porque pensé que se apiadaría de mi, mas yo odiaba dar lastima me hice a un lado saliendo ahora si de su interior. Mi mirada se perdió en busca de la ropa que en ese arranque pasional había caído, pues mi orgullo se tambaleaba frente a sus ojos.
-al menos follar, si follas bien -palabras cargadas de rabia que escaparon de mis labios, mas creo que me arrepentí de ellas en cuanto mire mi falo y lo vi manchado de sangre.
Sus labios jadeaban contra los míos atrayéndome por el pelo contra su boca, mientras mi lengua surcaba sus labios desesperada por adentrarse en su boca, saborear cada resquicio de esta, apoderarme de ella y reclamarla para mi como único vencedor de esta gesta donde estábamos por primera vez desde que nos conocimos ganando los dos.
Sus piernas entreabiertas me acogían, ambos fundido en uno, nos movíamos de forma salvaje al unisono, perlando de sudor nuestros cuerpos que extasiados suplicaban mas al otro.
Gruñí contra su boca incapaz de calmar mis ansias mientras esta sin darme tregua pedía que me adentrara mas en ella.
La empelé con fuerza, sintiendo como sus paredes me acogían completamente mojadas, excitada.
Nuestros ojos se observaban, negros como el tizón, buscando en la profundidad de nuestras almas algo que nos hiciera saber que eso estaba mal y no bien. Mas sabia tan bien.
La deseaba, eso era un hecho, creo que lo hice desde el mismo instante en el que casi la pierdo entre el fuego de la cabaña.
Solo que era demasiado orgulloso como para admitir que en parte agradecía que me hubiera comprado ella, que me hubiera arrancado de las manos de aquel que hubiera empuñado el látigo hasta mi muerte.
Sus gemidos se acallaban contra mis labios, que mordían los suyos con ahincó, emprendiendo el brutal ritmo de las estocadas mas fuertes, esas que ella acogía con deseo, entreabriendo sus labios, dejando que nuestros alientos nos embriagaran entre pasionales y roncos gruñidos.
Sus espalda se arqueo entre mis dedos, mis manos la sujetaron con fuerza, clavándome de nuevo.
Sentí la sacudida de mi falo llenándola de mi, sus paredes vibraban salvajes, cálidas atrayéndome hacia si.
Bajé la cabeza hasta su pecho, apoyándome en el, sintiendo como el sudor resbalaba por mi rostro para morir en su blanca tez.
-Espero haberlo hecho bien -susurré con una picara sonrisa lamiendo su esternón, para ascender mordiendo ahora su clavícula, repasar su cuello y jadear de nuevo contra su boca.
-¿que es Dúshlán ? -pregunte, esta vez no fingiendo que no me importaba esa palabra como hacia siempre que la pronunciaba.
No sabia bien como reaccionar ahora, había cumplido mi cometido, quizás era le momento de salir e irme a otro sitio, mas admito me sentía a gusto entre sus brazos.
Demasiado para ser lo permitido para un esclavo.
Sus dedos recorrieron mi espalda, esa que llena de heridas de fusta y látigo le mostraban épocas pasadas.
Incomodo por que sentía mi intimidad vulnerada, porque pensé que se apiadaría de mi, mas yo odiaba dar lastima me hice a un lado saliendo ahora si de su interior. Mi mirada se perdió en busca de la ropa que en ese arranque pasional había caído, pues mi orgullo se tambaleaba frente a sus ojos.
-al menos follar, si follas bien -palabras cargadas de rabia que escaparon de mis labios, mas creo que me arrepentí de ellas en cuanto mire mi falo y lo vi manchado de sangre.
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 20/08/2016
Re: ¿Cuanto crees que valgo? [privado] [+18]
Dúshlán escuchó mis deseos de más y más fue lo que me prodigó. Sus embestidas se redoblaron en fuerza, convirtiendo la danza de nuestras caderas en algo más intenso aún, algo que me consumía por dentro y por fuera, él me quemaba con sus besos y con la forma en que me miraba. Miis manos recorrieron cada rincón suyo, mis deseos incrementando a cada segundo, deseaba que continuara deslizándose adentro mío con esa ferocidad con la cual lo hacía, produciéndome un placer inimaginable.
No tenía idea de que esto se pudiera sentir así, de que mi cuerpo fuera capaz de responder de esta forma, con estas ansias, con el más puro deseo expresado en nuestros jadeos, en cada gemido que fue creciendo en fuerza. Llevándome a un orgasmo mucho más placentero que el anterior, a la vez que mis manos acunaban su rostro, observándolo con el rostro contorsionado por el mismo éxtasis y escuchándolo gruñir al correrse adentro mío.
Mis brazos lo recibieron cuando cayó sobre mí y me costó recuperar la capacidad de respirar normalmente. Me sentí feliz y sin percatarme apenas de lo que hacía, acaricié su espalda de forma natural, como si lo hubiera hecho ya antes y no fuera la primera vez, como si conociera ya sus cicatrices, como si no nos hubiéramos conocido hoy sino tiempo atrás.
Sonreí de medio lado cuando dijo que esperaba haberlo hecho bien. Aumentaría peligrosamente su ego si le decía lo que pensaba, pero la verdad es que parte de mí aún estaba estremecida. Sorprendida me percaté de lo agradable que era estar así con él, tan solo acostados el uno junto al otro, sintiendo su respiración cerca y acariciando perezosamente su piel.
-¿No te lo imaginas?- pregunté suavemente en respuesta a su pregunta. Lo observé y hacerlo provocó que en aquel momento me olvidara de lo mal que nos llevábamos y de todas las discusiones del día. -Es una palabra irlandesa en antiguo druida… Desafío, eso es lo que significa.- Desafío, eso fue lo que me pareció cuando lo vi por primera vez lanzándose encima de aquel hombre que pretendía comprarlo, cuando lo vi matar a los forajidos en el camino, incluso cuando me plantó la cara negándose a que fuera su dueña. Un desafío al que no me pude resistir.
Tras escucharme se levantó, saliendo de mi y dejándome sin su calor. Lo observé en silencio mientras se vestía, notando el cambio en él, la forma en que se tensaba y luego dijo algo que me hizo palidecer, porque noté perfectamente el desprecio y la mordacidad en el comentario. Apreté los dientes al escucharlo, herida profundamente en mi orgullo y en algo más que no quise analizar.
Recordé entonces quien era yo y por qué viajaba sola, la razón de mi vida errante y el por qué nunca me permitía acercarme a nadie. -Me has servido de práctica, ahora sé como comportarme cuando folle con otros.- Las palabras salieron abrúptamente, esperando herirlo tal y como él acababa de hacer conmigo, aunque probablemente le daría igual.
Me levanté y sin mirarlo salí del cobertizo, aún llovía y aquella agua me sirvió para lavar la sangre que aún llevaba en el interior de mis muslos, aquella que evidenciaba que esta había sido mi única vez. Una vez que no debió darse porque no debí entregarme a un arrebato pasional. Allí me quedé en el exterior, un rato bajo la lluvia, uno que me pareció muy largo y luego giré y entré en el cobertizo, tomando mi abrigo y colocándomelo de nuevo. No le dirigí la palabra, me acosté nuevamente sobre la paja decidida a dormir, dándole la espalda como si no existiera, colocando nuevamente ese espacio entre ambos que nunca debió acortarse. De todas formas era mejor así, para mi siempre sería mejor así.
No tenía idea de que esto se pudiera sentir así, de que mi cuerpo fuera capaz de responder de esta forma, con estas ansias, con el más puro deseo expresado en nuestros jadeos, en cada gemido que fue creciendo en fuerza. Llevándome a un orgasmo mucho más placentero que el anterior, a la vez que mis manos acunaban su rostro, observándolo con el rostro contorsionado por el mismo éxtasis y escuchándolo gruñir al correrse adentro mío.
Mis brazos lo recibieron cuando cayó sobre mí y me costó recuperar la capacidad de respirar normalmente. Me sentí feliz y sin percatarme apenas de lo que hacía, acaricié su espalda de forma natural, como si lo hubiera hecho ya antes y no fuera la primera vez, como si conociera ya sus cicatrices, como si no nos hubiéramos conocido hoy sino tiempo atrás.
Sonreí de medio lado cuando dijo que esperaba haberlo hecho bien. Aumentaría peligrosamente su ego si le decía lo que pensaba, pero la verdad es que parte de mí aún estaba estremecida. Sorprendida me percaté de lo agradable que era estar así con él, tan solo acostados el uno junto al otro, sintiendo su respiración cerca y acariciando perezosamente su piel.
-¿No te lo imaginas?- pregunté suavemente en respuesta a su pregunta. Lo observé y hacerlo provocó que en aquel momento me olvidara de lo mal que nos llevábamos y de todas las discusiones del día. -Es una palabra irlandesa en antiguo druida… Desafío, eso es lo que significa.- Desafío, eso fue lo que me pareció cuando lo vi por primera vez lanzándose encima de aquel hombre que pretendía comprarlo, cuando lo vi matar a los forajidos en el camino, incluso cuando me plantó la cara negándose a que fuera su dueña. Un desafío al que no me pude resistir.
Tras escucharme se levantó, saliendo de mi y dejándome sin su calor. Lo observé en silencio mientras se vestía, notando el cambio en él, la forma en que se tensaba y luego dijo algo que me hizo palidecer, porque noté perfectamente el desprecio y la mordacidad en el comentario. Apreté los dientes al escucharlo, herida profundamente en mi orgullo y en algo más que no quise analizar.
Recordé entonces quien era yo y por qué viajaba sola, la razón de mi vida errante y el por qué nunca me permitía acercarme a nadie. -Me has servido de práctica, ahora sé como comportarme cuando folle con otros.- Las palabras salieron abrúptamente, esperando herirlo tal y como él acababa de hacer conmigo, aunque probablemente le daría igual.
Me levanté y sin mirarlo salí del cobertizo, aún llovía y aquella agua me sirvió para lavar la sangre que aún llevaba en el interior de mis muslos, aquella que evidenciaba que esta había sido mi única vez. Una vez que no debió darse porque no debí entregarme a un arrebato pasional. Allí me quedé en el exterior, un rato bajo la lluvia, uno que me pareció muy largo y luego giré y entré en el cobertizo, tomando mi abrigo y colocándomelo de nuevo. No le dirigí la palabra, me acosté nuevamente sobre la paja decidida a dormir, dándole la espalda como si no existiera, colocando nuevamente ese espacio entre ambos que nunca debió acortarse. De todas formas era mejor así, para mi siempre sería mejor así.
Mila O'Connor- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 07/08/2016
Re: ¿Cuanto crees que valgo? [privado] [+18]
Odié esas palabras desde el mismo maldito momento en el que fueron pronunciadas, me odié a mi mismo por ser tan imbécil de dejar que me afectaran, y lo que mas odié es creerme con el derecho de poseer algo libre, pues ella era libre y yo su esclavo.
Ese que solo podía servirle de practica para estar con otros hombres tan libres como ella.
Tensé el gesto ,apreté mis dientes, los músculos de mi espalda ardieron frente a ella, y por un momento creí que perdería el control trasformandome allí mismo.
Estaba furioso, furioso por el mero echo de pensar que otro podría tan siquiera rozarla, porque me había sentido demasiado bien entre sus brazos, cuando sus dedos surcaron mi espalda.
Pero sus palabras me trajeron de nuevo a la triste realidad, esa que no albergaba esperanza. Apreté los puños en un intento de controlarme mientras a mis espaldas la sentía vestirse.
-Bien, follatelos a todos, quizás así necesitaras menos de mis servicios -mis palabras salieron de mi boca como dagas afiladas.
Ni una sola verdad fue pronunciada, pues decirle que no quería que nadie la tocara no era correcto entre esclavo y dama.
Busqué un sitio donde arrinconarme, donde lograr pegar alguna cabezada mientras el portón de la entrada sonaba y ella me abandonaba.
Ahora si, sin ella frente a mi, di rienda suelta a la frustración, a la rabia y golpeé con fuerza los viejos muebles que había a un lado del cobertizo hasta que quedaron echos añicos y mis nudillos ensangrentados por el arranque de ira desmedida.
Antes de que entrara me hice a un lado de la cámara y me dejé caer sobre el suelo tirando la capa de pieles sobre mi cuerpo, estaba enfadado, molesto y para que negadlo también excitado por los recuerdos de su piel sobre la mía, de sus labios, de su mirada fría.
Guardé silencio escrutando cada paso de esta, que ahora parecía acomodarse en el lecho, intuyo que dándome la espalda como yo se la daba a ella.
“ Desafió” sonreí de medio lado. Poco le había durado el desafió, aun no había visto un nuevo día y esa mujer parecía haberme hechizado. ¿Lo reconocería? Nunca. Demasiado orgullosos para decir lo que pensaba.
-Buenas noches mi señora -musité con cierta ironía -trate de no quemarnos vivos esta vez.
Ese que solo podía servirle de practica para estar con otros hombres tan libres como ella.
Tensé el gesto ,apreté mis dientes, los músculos de mi espalda ardieron frente a ella, y por un momento creí que perdería el control trasformandome allí mismo.
Estaba furioso, furioso por el mero echo de pensar que otro podría tan siquiera rozarla, porque me había sentido demasiado bien entre sus brazos, cuando sus dedos surcaron mi espalda.
Pero sus palabras me trajeron de nuevo a la triste realidad, esa que no albergaba esperanza. Apreté los puños en un intento de controlarme mientras a mis espaldas la sentía vestirse.
-Bien, follatelos a todos, quizás así necesitaras menos de mis servicios -mis palabras salieron de mi boca como dagas afiladas.
Ni una sola verdad fue pronunciada, pues decirle que no quería que nadie la tocara no era correcto entre esclavo y dama.
Busqué un sitio donde arrinconarme, donde lograr pegar alguna cabezada mientras el portón de la entrada sonaba y ella me abandonaba.
Ahora si, sin ella frente a mi, di rienda suelta a la frustración, a la rabia y golpeé con fuerza los viejos muebles que había a un lado del cobertizo hasta que quedaron echos añicos y mis nudillos ensangrentados por el arranque de ira desmedida.
Antes de que entrara me hice a un lado de la cámara y me dejé caer sobre el suelo tirando la capa de pieles sobre mi cuerpo, estaba enfadado, molesto y para que negadlo también excitado por los recuerdos de su piel sobre la mía, de sus labios, de su mirada fría.
Guardé silencio escrutando cada paso de esta, que ahora parecía acomodarse en el lecho, intuyo que dándome la espalda como yo se la daba a ella.
“ Desafió” sonreí de medio lado. Poco le había durado el desafió, aun no había visto un nuevo día y esa mujer parecía haberme hechizado. ¿Lo reconocería? Nunca. Demasiado orgullosos para decir lo que pensaba.
-Buenas noches mi señora -musité con cierta ironía -trate de no quemarnos vivos esta vez.
Imre Vogler- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 20/08/2016
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