Negocios entre rejas- Privado Ash

Aún no podía concebir la idea de que su apellido y persona no fuesen tan importantes y conocidos en Paris. Si lo fuese, no hubiese ocurrido aquel incidente. Desde que pasó, a la heredera Cavey le llevaban los demonios el hecho de tener que reforzar su “fuerte” para los indeseables ladrones. ¿Cómo se atrevía a tan siquiera pensar en que pudiese conseguir algo de su persona? alguien se atrevió a no solo pensarlo si no a actuar con toda las consecuencias que conllevaba el hecho de haber sido pillado con las manos en la masa.

Rata repugnante, ser despreciable que no se merecía otra cosa que castigo. Infectó a su casa con su presencia. Maldito y mil veces maldito. En esos dos días posteriores a la detención de aquella persona, Valeria Cavey estaba histérica. Si alguien con tan poca inexperiencia, se ha atrevido a tan siquiera intentarlo, su vida corría peligro. Sus bienes eran importantes pero su vida la que más, ¿para qué querría bienes si no podría disfrutarlos cuando estuviese bajo tierra? No, no tenía ni la más remota idea de en qué casa se atrevió a entrar con propósitos lucrativos ¿si merecía un castigo? No, se merecía algo más.

Por eso, Valeria se armó de valor para ir al lugar donde estaba retenido. Pisar esas cloacas no estaba en sus planes pero quería, deseaba tener cara a cara aquel indecente que se atrevió a ponerla a prueba sin ser consciente de ello. Se hizo a la idea de que no, no era un sitio agradable ni lujoso, allí convivía y acababa sus días lo peor de lo peor. ¿Por qué tenía que verse en esas circunstancias? Su frustración, su enfado , iba a pagarlo caro aquel, esa persona quien acababa de firmar su sentencia de muerte.

De tripas corazón, cada paso pesaba más que el anterior. El hecho de acercarse y perderse en ese olor nauseabundo, la hizo vomitar en una de las esquinas antes de llegar. No iba a pasarlo bien pero aquel tampoco, así que en parte…valía la pena sin duda ese pequeño contratiempo. El resonar de su calzado, dio aviso de su llegada. La persona al cargo de los calabozos, la miró en silencio, sin entender qué hacía una joven de su clase en ese estercolero. Aún así, sus orbes oscuras como su propia alma, se clavaron en el hombre de forma inquisitiva.

-Valeria Cavey. Vengo a visitar al culpable , a la persona que entró en mi casa, intentó robarme…¿a qué espera a abrirme? - a su insistencia, le dio paso e indicó en donde se encontraba aquel por el que preguntaba. Ignoró completamente los comentarios obscenos, las súplicas de que fuese la salvadora de todos aquellos encarcelados, justa e injustamente. Y sus pasos, se detuvieron en los números 234 , la celda en donde se encontraba aquel, ahora podía ver…muchacho.

Lo recorrió con la mirada, detenidamente y dejó escapar un suspiro de desagrado. Dos pasos hacia atrás, ya se había acercado demasiado. Chasqueó la lengua, si por ella fuese acababa con la vida de aquel ser despreciable con sus propias manos. Negó, intentando controlarse, si perdía los estribos la terminarían echando del lugar y no, nunca podría alcanzar su cometido.

-Voy a ser clara, no andarme con rodeos. Sé que fuiste tú. Te pillaron con las manos en la masa ¿pretendías…qué exactamente? No sabes ni te haces una idea de a qué casa fuiste a coger lo que no era tuyo. Puedo hacer que te pudras en esta celda el resto de tu vida. No sé si lo has entendido ¿o te lo repito? Y eso…es lo mejor que te puede pasar. Gracias a que vinieron a por ti, si no, ten por seguro que no hubieses salido vivo de la residencia Cavey. -sonrió maliciosa, hermosa pero con una malicia tan poderosa como su belleza -¿Algo que objetar? Claro que no, no me sirven los perdones ni historias…-se encogió de hombros y se giró, dispuesta a marcharse -Reflexiona, piensa bien las cosas porque vas a tener tiempo… puedo pedir como castigo que te corten las manos, así aprenderás la lección. Acabas de condenarte…no puedes ofrecerme absolutamente nada ¿o sí? Alguien como tú, solo le importas a las ratas que te acechan para ser el bocado principal

No iba a permanecer en aquella cloaca más que lo necesario. Quería conocer cara a cara a aquel que se atrevió a tentar a la suerte, cavar su propia tumba. No, no iba a quedar impune, todo aquel que intentaba desafiarla, terminaba del mismo modo… suplicando, arrepintiéndose de sus actos y no pensar si quiera en volver. Los Cavey tenían fama de buena familia, respetable y de buen status entre las familias parisinas pero desde que ella heredó las riendas, los Cavey no solo eran eso. Ella misma se encargaría de plantar cara y dejar bien claro que no iba a consentir que nadie les desafiase ¿era joven? Sí, pero no se achantaba, tenía las cosas bien claras y un ladronzuelo roñoso de poca monda no se saldría con la suya, aún habiéndolo encerrado entre rejas.

Enarcó ambas cejas al oír la sonrisa ajena, una cargada de chulería, con aires de grandeza cuando no era ni el momento ni el lugar. ¿Qué pretendía ese ruin y pordiosero? El gesto de Valeria al llamarla “cariño”, no fue otro que entrecerrar los ojos, haciendo un mohín de desagrado con la nariz y apartarse un par de pasos. Cuanto más lejos de su persona , muchos menos problemas porque ella, no se relacionaba con gente de esa clase a no ser que pudiese sacar algo a cambio. Abrió sus orbes esmeralda, como si sus palabras hubiesen removido algo en su frío corazón ¿Temor? No, solo fue fingido pues como él también era una buena actriz, de las mejores…y eso que no estudió en ninguna compañía. Rió, rió con ganas, uniéndose a su risa y no importarle esta vez acercarse, le había amenazado… jactado de sus actos ¿y pretendía que se quedaría callada o saldría huyendo? No, quizás se parecían más de lo que ambos creyeron en un principio.

-Un marido dices…¿y para qué quiero uno cuando tengo todo lo que deseo? ¿Piensas de verdad que voy por ahí buscando un buen partido para ser la dama florero de algún aristócrata que no sepa ni meterla ni hacer lo que debe con su esposa? Oh vamos… te equivocas. No puedes ofrecerme más que un marido porque dudo que sepas hacer tan siquiera eso… ¿qué va a ofrecerme un muchachito que se dedica a robar baratijas? -negó con la cabeza, enredando sus finos dedos en las rejas… ambas manos… como si ella estuviese presa al otro lado y él pudiese apreciarla como tal -Matarte es demasiado fácil, cortarte las manos también… ¿qué puedo ofrecerte? Todo lo que quieras a cambio de que … digamos me devuelvas algunas cosas que me pertenecían

Se encogió de hombros, sin perder el contacto visual, Valeria Cavey no le temía, tampoco lo que le ocurriese en aquel lugar mugriento alejado de la mano de Dios. Sonrió traviesa, cómplice y provocadora, un gesto natural que le salía solo sin pensar… imaginando todo lo que podía ofrecerle aquel muchacho.

-No sé lo qué quieres pero estaría en mi mano, tenlo por seguro. ¿Qué es eso de que puedes ofrecerme más que un marido? No has especificado. Tendré tus servicios, sí y tú obtendrás todo lo que pidas pero ten presente, siempre… lo más importante -vaciló, bajando un instante la mirada, esa mujer volvía a jugar con fuego… -Me pertenecerás con todas las consecuencias, haz algo que no debas, meterme en problemas y te juro que la muerte, o que te corten las manos no será comparado con lo que te espere, no sé si me has entendido…bien -se alejó de los barrotes, recorriéndole con la mirada sin disimulo, descarada…esa niña siempre jugando, tentando.

-O lo tomas o lo dejas, lo que te ofrezco es mucho mejor que todo eso que dices pero antes respóndeme a todo eso, un trato es un trato y si vas a servirme… quiero saber qué compro, qué voy a obtener a cambio -se cruzó de brazos, no sería la primera vez que ninguno estuviesen en aquella situación y aún así, muchas cosas flotaban en el ambiente, negocios y más que eso ¿qué exactamente iba a salir de todo aquello?. -Tú eliges, ¿no es un buen comienzo…?

“Nadie tiene lo que se quiere”

Ante aquella frase, sonrió con suficiencia. En su cabeza, la frase se hizo eco, como un susurro incesante porque llevaba razón, no tenía todo pero pronto así sería. Deseaba la herencia para ella sola, sin compartirla con nadie… si esa mal nacida no se hubiese cruzado en su camino, no tendría que recurrir a esto, estar allí frente aquel tipo que para nada se tachaba como un simple ladronzuelo. Sus labios le acababan de confirmar que era mucho más listo de lo que llegó a pensar, un buen fichaje…sin duda, para sus tejemanejes en el que ambos podían salir beneficiados siempre y cuando se pusiesen de acuerdo. Parecía difícil pero no imposible, solo exponer los pros y contras de “trabajar” juntos…estaba más que convencida la balanza se guiaría más los beneficios que ambos conseguirían.

-En peores sitios he hecho ciertas cosas que tu mugrienta celda -se encogió de hombros, no… yendo de cama en cama no le llevaría a nada y menos si tenía que ver con la realeza… lo sabía perfectamente bien. No se inmutó ante aquel agarre, es más, le resultó de lo más divertido, mostrando aquella sonrisa que advertía no iba a largarse sin más. Aún quedaba una larga charla hasta dar con un acuerdo entre ambos-Las baratijas que has robado me traen sin cuidado, veo que me estaba equivocando…creía eras más avispado. Quiero algo que no está aquí, no robaste porque lo sigue teniendo su dueño -sus orbes esmeraldas, se clavaron en los ajenos, el plan era sencillo… -Necesito el anillo, uno en concreto, lo tiene mi mano derecha… y no tendrás que buscar a la persona ya que vive bajo mi mismo techo -chasqueó la lengua, esperaba que de una vez entrase en razón y si no estaba interesado, se lo encargaría a otro.

-Tengo contactos, de la realeza… y muy directos. Aparte de abandonar la celda y llevar una vida más decente, claro que… te tendré vigilado porque no me fío de ti. Eres listo, muy inteligente para saber que si aceptas… me guardas lealtad, en el instante que rompas el trato… desaparecerás de mi vista y puedes interpretarlo como quieras -se encogió de hombros, asintiendo con la cabeza -Está bien, con que me devuelvas las joyas es suficiente…del otro trato ya hablaremos y…un adelanto -buscó en su caro abrigo, una bolsita de cuero lleno de monedas…un pago simple por simplemente haber firmado el tema -Sabes donde vivo, te espero allí, esta noche y solo entonces… te daré otra parte del dinero. Tranquilo… no te supondrá problemas ¿cierto? Confías en ti mismo y yo sé que recuperarás lo que deseo…ya hablaremos bajo mi techo y entre mis paredes. -se separó de los barrotes y le dedicó una sonrisa seguido de una leve reverencia.

-Tu palabra por la mía… creo que estamos de acuerdo en eso -sonrió no sin antes mirarle por encima del hombro antes de abandonar aquel lugar… sabía, acababan de sellar un pacto que ninguno seguramente imaginaría…ambos tenían mucho que ganar. Ninguno podía traicionar al otro, solo era cuestión de tiempo como se desenvolvían los hechos…

Valeria esperaba la visita de aquel joven, cuanto antes.

Quizás aquel robo le serviría para mucho más de lo imaginado. Si terminaba volviendo a tener en su poder aquel anillo, Haytham no pararía hasta buscarlo por lo que no podría irse. Un plan maestro, vil y cruel. ¿Acaso no la veían así muchos? Todo lo hacía por una razón y tener ese anillo en su poder le daría tregua para que él regresase pidiendo más.

La sonrisa de Valeria, no desaparecía de su hermoso rostro, siempre desafiante, mirándole fijamente y sin titubear. Las ideas claras por ambas partes ¿qué iban a necesitar más? una mueca de desagrado cuando la toca, es ella la que decide quién y cuando pueden hacerlo. Sigue desafiándola y ella no es menos, lo que le ofrece es la libertad solo para servirla…no será difícil pero sí lidiar con aquella mujer de carácter que sabe lo que quiere y desea.

-No tengo porqué decirte qué pierdo o gano. Sé perfectamente con quién hablo y esto es así, lo tomas o lo dejas ¿o acaso se te resiste este trabajo? Solo es robar un objeto, una joya -chasqueó la lengua, cansada de dar tantas vueltas… era aceptar o ya se lo encomendaría a otro. ¿Dudaba que fuese buena negociante? Eso sí que le molestó, por lo que entornó los ojos y dejó escapar un suspiro largo. ¿Cómo era ese anillo? Lo conocía como la palma de su mano. Una baratija, apenas valdría nada pero sentimentalmente mucho…

-Es de plata, tiene una inscripción en idioma extranjero. Mi mano derecha, el señor Cross seguramente lo guarde a buen recaudo en su habitación, no creo que lo lleve encima. Lo necesito y pronto. -advirtió, el trato estaba sellado…una vez que tuviese el anillo le daría la otra parte del dinero y solucionado -Eso espero y no tenga que buscarte, iré al mismo infierno si es necesario. La otra parte dobla esta…así que sé buen chico y tráeme el anillo cuanto antes. Nos veremos y procura que no te vean… tendrás que volver al lugar del crimen para entregármelo

Se retiró de los barrotes, dispuesta a marcharse cuando sus pasos se detuvieron, aún quedaba algo más… algo que debía tener presente. El anillo era importante pero el señor Cross mucho más.

-No quiero altercados, me entiendes. Nadie saldrá herido, lo quiero vivo y como le pase algo y tengas que ver… mi amenaza no será comparada con lo que te espera, creo que me estoy repitiendo demasiado contigo. Solo quiero el objeto y ya está -se despidió con la mano, mientras sus orbes verdes le lanzaban una mirada de advertencia…el trato acababa de ser sellado solo esperaba resultados.

Y el tiempo no ayudaba demasiado. Suspiró, esperando a que escampase…la lluvia cubría Paris como un manto…y Valeria sonrió, podía ponerle a salvo una vez más.